El caso kurdo
introducción

Descendientes de los antiguos medos, los kurdos han carecido de un estado propiamente dicho si exceptuamos el que dio lugar al Imperio Medo en el año 612 antes de Cristo. Constituido en principados de estructura tribal similares a las organizaciones feudales de la Edad Media europea, el pueblo kurdo fue fragmentado por primera vez durante el auge del dominio otomano, o que dio lugar a que surgiesen en el Kurdistán dos esferas de influencia: la persa y la otomana.

El fin de la Primera Guerra Mundial y el desarrollo de los tratados internacionales que dieron origen a la configuración moderna de las naciones-estado marcaron la más importante y definitiva división institucional del pueblo kurdo al servicio de intereses ajenos. Tras el Tratado de Sèvres, que inicialmente reconocía su derecho a la autonomía siguiendo el Programa de Catorce Puntos del presidente estadounidense Woodrow Wilson (1918), el posterior Tratado de Laussane (1923) acabaría por colocar a los kurdos en la misma situación en que se encuentran ahora, un Kurdistán dividido en diferentes soberanías nacionales: Turquía, Irak, Irán, Siria y la antigua URSS. Dos años después, las riquezas petroleras del Kurdistán, especialmente la de las regiones de Mosul y Kirkuk, provocaron la ampliación kurda del estado de Irak, bajo el mandato de Inglaterra, así como la creación. de la Irak Petroleum Company. Esta compañía fue la encargada de exportar el petróleo iraquí y en ella participaron, además de Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos.

Tras las dos guerras mundiales, a raíz de los acuerdos de Sykes-Picott y Yalta, realizados por las potencias victoriosas, se trazaron, en primer lugar, las actuales fronteras (Turquía, Siria, Irak, Irán y Armenia) que dividen los 550.000 kilómetros cuadrados del Kurdistán. En segundo lugar, el nuevo mapa del Kurdistán permitió la formación de cuatro potencias regionales apoyadas económica, política y militarmente de forma incondicional por Estados Unidos (Turquía e Irán, del Sha) y la extinta URSS (Siria e Irak) a las que, en aras de preservar su seguridad y su carácter de Estados-gendarme se les dio carta blanca en política interior.

Frente a la lucha nacional de los kurdos por sus derechos culturales y políticos, la política represiva de estos países se vio favorecida entonces por los intereses occidentales y de la URSS en el contexto de la Guerra Fría. Posteriormente, la entrada en el "nuevo orden internacional" supuso para los kurdos el predominio de los intereses europeos y estadounidenses ligados a esta zona de grandes riquezas naturales e importancia geoestratégica.

La zona conocida como Kurdistán está situada en una serie de macizos montañosos al sur del Cáucaso, entre los montes Tauros, Zagros, el monte Ararat y los valles de Mesopotamia, con una extensión territorial aproximadamente igual a la del Estado Español. Los kurdos no son de origen árabe, aunque sí fueron islamizados, y hoy en día la mayoría son musulmanes. Como su lengua, este pueblo es indoeuropeo, y su idioma pertenece a la rama iraní. La minoría kurda que vive en Turquía es de unos 15 millones de habitantes, lo que supone un 20% de la población turca. Además, del territorio kurdo de Turquía se extrae la totalidad del petróleo nacional. En Irak, es de origen kurdo la cuarta parte de la población, es decir, unos cinco millones de personas que viven en una extensión de unos 76.000 km. cuadrados. Del Kurdistán iraquí se extrae el 74% del petróleo de Irak.

En Irán, los kurdos suman ocho millones de personas (17% de la población), y el petróleo que se extrae es el 20% de la producción nacional. De la zona kurda de Siria (unos 19.000 km2) se extrae la totalidad del petróleo nacional. En Siria viven un millón de kurdos. En la antigua URSS, sobre todo en Armenia y Azerbaiyán, los kurdos son medio millón. A todos ellos se añaden los kurdos que, bajo las políticas represivas y de exterminio de los diferentes regímenes, han emigrado hacia Europa (principalmente Alemania) y hacia otras repúblicas de la antigua Unión Soviética, y que son actualmente cerca de un millón. El mundo kurdo, por tanto, está representado por más de 30 millones de personas, de los que al menos 20 millones viven todavía en la zona conocida como Kurdistán. Eso lo convierte en la tercera nación más importante en número de Asia Occidental, después de los árabes y los turcos.

Países implicados
Turquía

En este país el problema kurdo afecta a unos 12 millones de personas, distribuidas por 23 provincias del sudeste, casi la tercera parte del territorio turco. En ciudades tan importantes como Estambul, Adana, Mersin y Antalya hay populosas barriadas habitadas por kurdos.

El Ejército es uno de los principales órganos de poder político en Turquía. Esto quiere decir que en ese país no se pueden tomar decisiones de importancia que no cuenten con el aval de las FF.AA. Se puede decir, sin exagerar, que Turquía es una dictadura militar encubierta . El ejército turco esta cohesionado por la ideología kemalista o nacionalismo turco. El inspirador del "kemalismo" fue Mustafá Kemal Ataturk, que en 1923 fundó la actual República turca como un Estado unitario. Cuando han surgido desviaciones de esta doctrina, el Ejército turco ha intervenido para reconducir la evolución política del país. Hoy, todavía está en condiciones de hacerlo; sin su participación y consentimiento no se puede dar un paso en la resolución del problema kurdo.

El Ejército turco interviene en los asuntos internos a través del Consejo Nacional de Seguridad, institución teóricamente consultiva, aunque en la práctica con gran poder decisorio en los temas trascendentales. El Ejército está profundamente imbricado en la OTAN, y en virtud de este pacto militar, mantiene una fuerte dependencia de las Fuerzas Armadas alemanas y, sobre todo, de las estadounidenses. De ahí que Alemania y EEUU sean potencias con capacidad de influencia sobre los militares turcos.

Los partidos políticos turcos y la gran mayoría de los medios de comunicación apoyan incondicionalmente al Ejército en su lucha "contra los terroristas", concepto con el que suelen referirse al problema del pueblo kurdo.

Irak

El drama kurdo de Irak afecta a casi cinco millones de personas la cuarta parte del total y a las provincias norteñas de Sinyar, Mosul, Dahok, Arbil, Kirkuk, Suleimania y Kanaquín. El régimen de Sadam Husein está respaldado por clanes y tribus entre los que resulta difícil establecer diferencias ideológicas. La represión que ejercen las fuerzas del orden en Irak impiden la existencia de facciones o tendencias. El régimen de Sadam defiende la interpretación más ultranacionalista de la ideología del Baaz (Partido del Renacimiento Arabe Socialista). Pese a tener su origen en esta organización panarabista, el Gobierno de Bagdad, las omnipresentes Fuerzas Armadas y policiales y el propio partido Baaz no son más que la prolongación del poder absoluto de Sadam Husein. El régimen iraquí reconoce la existencia de un problema kurdo y puede admitir, incluso, un sistema autonómico siempre que quede supeditado al Gobierno central.

El Congreso Nacional Iraquí es un conglomerado que reúne a toda la oposición a Sadam Husein. En su seno hay desde disidentes baazistas hasta integristas shiíes, pasando por comunistas, naseristas, nacionalistas árabes, liberales y los propios partidos kurdos, además de un número indeterminado de personalidades que en su momento apoyaron a Sadam Husein y que ahora intentan derribarlo para construir un sistema democrático. El Congreso Nacional Iraquí tiene su base en las regiones del norte de Irak, bajo control de las fuerzas kurdas y protegidas por la ONU.

Irán:

El Gobierno iraní tiene que hacer frente al problema kurdo en las provincias de Azerbaiyán occidental, Kurdistán, Sanandaj, Kermanchah e Ilam, donde viven, unos nueve millones de kurdos.

Aunque existen algunos matices en su seno, el régimen jomeinista se asienta sobre una estructura monolítica basada en la autoridad divina, cuyo representante en la Tierra es el sucesor de Jomeini, ahora el líder espiritual Jamenei. Su opinión es sagrada y fundamental a la hora de tomar cualquier decisión religiosa, cultural, económica o política.

La República Islámica de Irán reconoce la existencia de un hecho diferencial kurdo, permite, incluso, el uso del idioma pero se niega a reconocer cualquier tipo de administración propia, como podría ser una simple autonomía regional. La tesis de Teherán es que, como mantiene el Refah turco, en Irán solamente hay una comunidad, la de los creyentes, los seguidores del profeta Mahoma, y cualquier autonomía divide a esta comunidad islámica.

Siria:

El régimen baazista de Hafez Al Asad tiene, como el iraquí, sus orígenes en el Partido del Renacimiento Arabe Socialista (Baaz), aunque finalmente fue la tendencia más izquierdista la que alcanzó el Gobierno de Damasco. Hafez Al Asad es su líder indiscutible. El régimen de Hafez Al Asad basa su permanencia en el poder en un complejo equilibrio entre las diferentes etnias y comunidades religiosas que componen Siria, entre las que destacan los alauíes, suníes, kurdos y cristianos. El régimen sirio recibe el apoyo de algunos partidos afines que son tolerados, como el comunista, dirigido hasta su fallecimiento por el prestigioso político kurdo Jaled Begdache. La ruptura de este equilibrio podría suponer la inestabilidad de todo el sistema, por lo que la comunidad kurda unos dos millones de personas (13% del total) , al igual como las otras minorías, es respetada, aunque no se le reconocen sus derechos políticos.

El nacionalismo kurdo

La nación kurda, caracterizada por una cultura y una forma propia de organización social, ha tenido que enfrentarse a estados centralizadores y regímenes basados en un nacionalismo étnico -turco, árabe o persa- con poca o ninguna tolerancia hacia expresiones de autonomía nacional dentro de sus fronteras. Los kurdos, además de su origen y cultura, comparten importantes características, entre ellas las fronteras de sus estados, por lo que adquieren importancia estratégica y son a la vez muy vulnerables a la manipulación de sus respectivos gobiernos y de las potencias internacionales. Además, los gobiernos centrales han mantenido a estas regiones, con grandes riquezas naturales, en una situación de dependencia del interior y en extrema pobreza.

Las dinámicas de represión han sido especialmente brutales en algunas regiones, y han contado con el beneplácito implícito de la sociedad internacional. Como ejemplo, en 1988 la ciudad de Halabja, situada en territorio iraquí, fue bombardeada con armas químicas, y en un solo. día murieron más de 5.000 personas. El, gobierno de Sadam Husein es además responsable de la desaparición de más de 3.000 pueblos y cerca de 20 ciudades en la zona del Kurdistán. La zona perteneciente a Turquía es un lugar plenamente militarizado, donde rige la ley marcial. Desde que el Partido de los Trabajadores Kurdos (PKK) iniciara la lucha armada en 1984 se calcula que han muerto más de 20.000 personas.

Tomado militarmente por cerca de 200.000 soldados turcos, en el Kurdistán turco se vive un auténtico clima de terror agravado por las continuas violaciones de los derechos humanos que llevan a cabo las partes en conflicto: si las autoridades turcas intentan desintegrar la unidad kurda con la creación de los "guardianes de aldeas" -kurdos armados contra la guerrilla-, el PKK tampoco repara en torturar y matar a profesores turcos que enseñan en la zona. Por causa de la política turca de limpieza étnica, cientos de miles de kurdos han huido del Kurdistán turco hacia ciudades del interior o al extranjero.

Además de ser víctimas de la represión, los kurdos de estos países sufren también un continuo proceso de asimilación por parte de los gobiernos centrales, que intentan crear cinturones árabes o turcos a lo largo de sus fronteras estatales mediante políticas de expulsión y repoblación. Ismail Besikçi, intelectual kurdo actualmente encarcelado por el gobierno turco, resumía en tres palabras la política llevada a cabo por Irak, Turquía e Irán: "Divide, vencerás y exterminarás" Todavía está reciente el recuerdo del Newroz (Día Nacional Kurdo) de 1992 en Turquía, cuya sangrienta represión, realizada con tanques comprados a Alemania, provocó la muerte de más de cien personas. El ministro alemán de Defensa, Stoltenberg, dimitió a consecuencia de estos hechos y se paralizó la venta de armas a Turquía por parte de Alemania, hoy reanudada. Sin embargo, la declaración del secretario estadounidense de Defensa Richard Cheney fue entonces: "EEUU apoya los esfuerzos del gobierno de Turquía para reducir los efectos de este conflicto sobre la población civil". Actualmente EEUU provee el 85% de las importaciones de armas en Turquía.

Presión regional

Los gobiernos de Siria, Turquía, Irak e Irán están cada vez más unidos en su política de persecución y represión contra los kurdos. De hecho, cada seis meses se reúnen representantes gubernamentales de estos países para coordinar su política represiva. En noviembre de 1993, el gobierno de Turquía firmó con el de Siria, tradicional lugar de refugio y apoyo de los kurdos turcos desde 1984, un protocolo de seguridad en relación con el PKK. En la ambivalente postura siria, país que continúa alojando al líder guerrillero del PKK, Abdullah Oçalán, ha influido también la distribución de las aguas del Eufrates, río que atraviesa el Kurdistán. Siria quiere desempeñar un papel en el proceso de paz de Oriente Próximo y utiliza el caso kurdo para acercarse al líder de esta paz, EEUU. Ni a EEUU ni a Europa les interesa la inestabilidad política de Turquía, tradicional aliada de la OTAN y desde enero de 1996 integrante de la Unión Aduanera con la UE.

Las relaciones entre Turquía e Irak, los dos países en los que el nacionalismo kurdo ha arraigado con mayor fuerza, también han mejorado en los últimos años. A principios de 1994, estos países intentaron presionar a la ONU y a diferentes gobiernos para conseguir la reapertura de los dos oleoductos iraquíes que atraviesan Turquía, y el levantamiento del embargo que sufre Irak desde la Guerra del Golfo. En agosto de ese mismo año, Turquía anunció oficial y unilateralmente la apertura de la frontera de Habur, a través de la cual se sospecha que intenta importar petróleo. De esta manera, Ankara iniciaba una serie de acciones que señalaban a Bagdad como el "dueño" legal del norte de Irak (gobernado "de facto" por el Frente del Kurdistán Iraquí, una coalición de partidos kurdos), e intentaba así impedir que surgiera un estado independiente en esa zona y, más aún, que este estado pudiera ayudar a sus propios kurdos. Según Rouleau, antiguo embajador francés en Túnez y Ankara, no hay duda de que negociaciones como ésa están siendo alentadas por los aliados occidentales, puesto que se trata de una política muy propicia para evitar la balcanización de los países de Oriente Próximo.

También Turquía ha iniciado un acercamiento con el gobierno de Irán, debido a la amenaza común del nacionalismo kurdo. En 1993 ambos países firmaron un protocolo que estipula que ningún país permitirá una organización terrorista en su territorio. En mayo y junio de 1994 hubo frecuentes encuentros diplomáticos para obstaculizar la movilidad de los miembros del PKK entre sus respectivas fronteras y permitir el bombardeo turco de carreteras iraníes usadas por los kurdos. La alternancia en los ataques de tropas iraníes (1993) y de tropas turcas (1992, 1993 y 1995) en el norte de Irak contra los kurdos reflejan que la política de represión sobre los kurdos está empezando a ser cada vez más coordinada.

La ofensiva turca en el norte de Irak iniciada en marzo de 1995 fue la mayor acción militar de Ankara desde la invasión de Chipre en 1974. Coincidió con la celebración del Newroz en el Kurdistán iraquí y su objetivo, según las autoridades turcas, era acabar con las bases del PKK. Para ello, más de 35.000 soldados turcos apoyados por carros de combate y helicópteros se desplazaron a la región. La comunidad internacional, que no toleró la invasión iraquí de Kuwait en 1990, restó importancia a esta intrusión ilegal del ejército turco. La intención de Turquía. era no sólo desestabilizar el movimiento kurdo iraquí, sino también presionar alrededor de las villas de Mosul y Kirkuk, pertenecientes a Irak, pero que Turquía considera de su propiedad.

Presión internacional

Las potencias occidentales no sólo han sido culpables por omisión de la actual situación que está viviendo el pueblo kurdo, sino que también han tomado parte activa. En un principio, la Guerra del Golfo supuso para los kurdos iraquíes la posibilidad de aprovechar la simpatía internacional que había despertado su situación: las imágenes de los kurdos, bombardeados con armas químicas, que huían de Sadam Husein hacia Irán y Turquía, y se quedaban atrapados en la frontera, dieron la vuelta al mundo en 1991 y provocaron la resolución 688 del Consejo de Seguridad de la ONU en 1992. Así se creó una zona de seguridad y exclusión aérea al norte del paralelo 36. Desde ese momento el norte de Irak se convirtió en el único intento actual de autonomía kurda: en 1992 se celebraron elecciones (consideradas anticonstitucionales e ilegales por el gobierno de Sadam Husein) y durante dos años se vivió un gobierno kurdo "de facto" en la región, aunque actualmente la contienda civil ha dejado sin efecto a la Asamblea electa.

Sin embargo, bastaron unos pocos meses para que todo cayera en el olvido, ya que una vez alejado el miedo a Sadam Husein, lo cierto es que a ningún país le interesaba la desintegración de Irak, y el gobierno kurdo comenzó a languidecer desde el momento mismo en que se fundó. El embargo internacional impuesto por la ONU al gobierno de Bagdad ha favorecido a varios países, sobre todo a EEUU. Este embargo, ratificado a finales de 1995 por la ONU, supone para EEUU, entre otras cosas, la garantía de que no bajarán de manera brusca los precios del petróleo en el mercado internacional. Esa alteración beneficiaría a sus rivales económicos, Alemania y Japón, y perjudicaría a otros países exportadores de petróleo como son Kuwait y Arabia Saudí, que todavía están pagando al gobierno estadounidense por su intervención en la guerra.

También es EEUU la principal potencia exportadora de armas hacia Turquía, pero no es la única. Turquía importó armamento estadounidense, alemán, español y francés entre 1990 y 1994 por un valor superior a 7.000 millones de dólares. Gran parte de este material se utiliza para reprimir la revuelta kurda en el este del país. Conocedores del problema kurdo, los organismos internacionales se niegan a reconocer la cuestión kurda como un problema político, y prefieren enfocarlo bajo el prisma del terrorismo para organizaciones como la OTAN y del humanitarismo para organizaciones como Amnistía Internacional. El argumento del terrorismo es el que ha provocado que Alemania declarara ilegal el PKK en 1993 y que en diciembre de 1995 se cerrasen dos asociaciones culturales y de información kurdas en Francfort.

Por tanto, la ayuda que los kurdos pueden esperar ya no va a provenir de alianzas coyunturales. Hasta ahora, ningún país de la región, país occidental ni organismo internacional ha reconocido al gobierno kurdo de Irak. El miedo a que se provoque un caos mayor que el actual en la zona, la alteración del equilibrio de poderes, la tendencia a sacralizar las fronteras posteriores a la Primera Guerra Mundial, el riesgo de una balcanización del conflicto y los intereses estratégicos y petrolíferos han tenido mucho que ver con todo eso. Por ejemplo Turquía, un país aliado de la OTAN y clave para detener el avance del fundamentalismo islámico, es el principal opositor a la creación de un estado kurdo en el norte de Irak. Ahora, la principal baza de los líderes kurdos, tanto iraquíes como del resto del Kurdistán, estriba en conseguir el apoyo internacional y el reconocimiento de la existencia de un problema político que trasciende los límites de la simple cuestión humanitaria.

A pesar de las violaciones de principios del derecho internacional, Europa aprobó la integración de este país en la Unión Aduanera, a pesar de que en junio de 1995 fue el propio Parlamento Europeo el que puso como condición indispensable para la firma del acuerdo la liberación de los diputados kurdos encarcelados y el reconocimiento de los derechos del pueblo kurdo. Dos resoluciones que conminan a Turquía a un mayor respeto de los derechos humanos han acompañado a esta votación contradictoria del Parlamento Europeo, y en ellas se menciona por primera vez al PKK como interlocutor para lograr una solución política de la cuestión kurda.

Para el Parlamento Kurdo en el Exilio, no basta sólo con que Turquía derogue un artículo de la ley, sino que sería necesario modificar la Constitución turca para que reconociera al pueblo kurdo y la promesa turca de no agredir el Kurdistán iraquí. Los exiliados kurdos quieren que Turquía se transforme en un "estado federal democrático sobre las bases de un federalismo bizonal y multicomunitario que permita a todas las comunidades que lo deseen preservar su cultura". A raíz de las limpiezas étnicas protagonizadas sobre todo por Turkía e Irak sobre la comunidad kurda, más de 20.000 personas han muerto en el Kurdistán turco desde 1984, y otras 10.000 se encuentran detenidas. Según Amnistía Internacional, en la guerra que se desarrolla entre el PKK y el Estado turco en el sudeste, se produce un homicidio político diario, y se han cerrado 450 periódicos.

Esta persecución ha provocado, además una de la mayores diásporas que se conocen en la historia moderna: un millón de kurdos en Europa Occidental, medio millón de ciudadanos de la antigua URSS así como las comunidades kurdas de Norteamérica y Australia"."Indirecta o moralmente representa también las aspiraciones a la paz dentro de la libertad y la justicia del pueblo kurdo

Propuestas de negociación

Hasta hoy todos los intentos de regular el conflicto kurdo de forma pacífica se han saldado con un estrepitoso fracaso, debido a que los diferentes regímenes se niegan a admitir cualquier forma de autogobierno para este pueblo. Además, la posibilidad de un cambio del actual mapa político de la zona, que pudiese poner en peligro el actual equilibro en la región, suscita un fuerte recelo internacional. Como muestra, recordaremos el incumplimiento de las promesas realizadas por la comunidad internacional en el Tratado de Sèvres (1921); el compromiso que adquirió en 1922 Mustafá Kemal Ataturk con los dirigentes kurdos, antes de crear la República de Turquía; el abandono de la República de Mahabad en manos del Ejército iraní, en 1947; la aplicación de los Acuerdos de Autonomía, que hizo el Gobierno de Bagdad en 1971; la "traición" de Henry Kissinger y del sha de Persia, Reza Phalevi a los kurdos iraquíes, en 1975; la "guerra santa" declarada por Jomeini contra los kurdos en 1980 cuando se estaba negociando un sistema autonómico en Irán; el asesinato del secretario general del PDKI Abdulrahman Ghasemlu por un comando iraní cuando en 1988 negociaba en Viena un acuerdo de paz; el incumplimiento de la promesa de derribar a Sadam Husein tras la Guerra del Golfo Pérsico y de ayudar a la reconstrucción del Kurdistán iraquí, y el encarcelamiento de los diputados del Partido de la Democracia (DEP) que intentaron negociar con el PKK en Turquía una solución pacífica al conflicto.

Después del Tratado de Sèvres, no ha habido ni una sola iniciativa internacional para encontrar una solución global a la "cuestión kurda". Solamente son destacables algunas resoluciones de la ONU, de la Unión Europea y del Parlamento Europeo, en las que se solicita a los distintos países que respeten los derechos humanos en la zona e instruyan los mecanismos necesarios para proteger a la población civil ante el peligro del genocidio.

Si se tiene en cuenta que el saldo de la represión servia en Kosovo -anterior a los recientes bombardeos de la OTAN sobre Yugoslavia- no pasaban de 2.000 víctimas mortales, la limpieza étnica de kurdos por parte de Turkía e Irak es de una magnitud incomparablemente mayor. Sin embargo, como así lo demuestran los hechos históricos rigurosamente contrastados desde 1984 hasta hoy, la OTAN no sólo se mantuvo impasible sino que alentó y sigué apoyando semejante catástrofe humanitaria sobre la población kurda, protagonizada incluso por un Estado miembro de esa organización militar internacional, como es el siniestro Estado turco.

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