Nuestra respuesta

Estimada Oriana:

A pesar de ser un gigante del pensamiento, fue Aristóteles quién afirmó erróneamente que la capacidad humana de pensar residía en el músculo del corazón.

Pues bien, parece ser que en esto, usted le da la razón a Aristóteles, porque sigue pensando más con el corazón que con la cabeza. Usted vive con pasión los problemas de Venezuela y, por lo que se desprende de sus palabras, ha tomado partido por el bando que apoya el proyecto chavista. Pero esa pasión le nubla la vista y no ve que en Venezuela no sólo existe el conflicto interburgués al interior del sistema, sino otro, entre el conjunto de la burguesía y el proletariado, oculto por el primero, y cuya resolución está fuera del sistema de referencia capitalista. Es desde esta segunda perspectiva que nos situamos nosotros para analizar la realidad venezolana.

El método utilizado es el materialismo histórico, método científico que trata de dar una explicación a los fenómenos que se producen en la superficie política, buscando en la base material del sistema. Como método científico que es, no se puede valer de interpretaciones, sino de hechos comprobables, medibles, reales en suma, y nosotros hemos ordenado, o al menos intentado ordenar con mejor o peor fortuna, los hechos tal y como son, tal como se han producido, independientemente de las fuentes utilizadas. Le repetimos que sólo hemos utilizado los datos que se pueden comprobar.

Usted sigue empeñada en creer que todo lo que dice la oposición es mentira, porque es el bando de los más ricos, que impiden al gobierno conseguir que los más pobres de ese país lo sean menos. Si usted leyera con más detenimiento y atención nuestro trabajo, vería que no negamos que ésa sea la intención de Chávez. Le reconocemos total sinceridad en ese propósito. Incluso mencionamos las obras que se han hecho y el monto destinado a su financiación, lo cual explica que se ganara la voluntad política de la gente de los cerros. De lo contrario, Chávez no seguiría en el cargo. Basta que sólo haya ayudado a menos de la quinta parte, para que su reiterado discurso prometedor genere esperanza y confianza multiplicada por diez, a pesar de que la mayor parte de esa mayoría social absoluta más necesitada, haya ido a peor, como así parece según el estudio que ofrecemos al final del documento según cifras oficiales.

Lo que nosotros hemos querido demostrar, es que, con Chávez o sin él, tal como están las cosas en la actual etapa del desarrollo histórico de la acumulación capitalista, los patrones capitalistas se ven más y más incapacitados para dar solución a los problemas de los más pobres que cada vez son más numerosos. ¿Por qué pasa esto? Porque el capitalismo está organizado para que el producto del trabajo social quede cada vez más en manos de los explotadores que son cada vez menos, mientras los explotados, que son cada vez más, participen cada vez menos en el producto de su trabajo. Y el problema, estimada señora, es que el populista Chávez ha intentado mejorar la condición de los más pobres entre los explotados, manteniendo intacta la organización capitalista. Hizo algo así como querer sacar peras de un olmo. Esto es lo que confirman los hechos y hemos venido a decir nosotros, algo que usted se niega a comprender porque piensa con el corazón de los más necesitados, lo cual le honra, pero no basta.

Decía José Saramago: "Vivimos rodeados de información que no sabemos quién produce, y desconocemos las estrategias que las guían". Esta frase que es un intento de ponernos en guardia respecto de las noticias que generan los medios de (des)información, no es una verdad completa, porque a poco que se indague en la propiedad de esos medios, podremos comprobar a que intereses materiales, políticos e ideológicos obedecen. Y el caso es que, tanto en Venezuela como en el resto del mundo, independientemente de las diferencias de matiz político que se puedan apreciar entre ellos, todos los medios están unidos por la defensa del capitalismo, esto es, de la explotación del trabajo asalariado, tanto los de la oposición, como los del gobierno. Si el capitalismo consiste en explotar a los asalariados, ocurre que, cuando éstos no luchan por sí mismos con un proyecto político propio, quienes les explotan -incluida la burguesía que explota el trabajo de los periodistas- se pueden dar el lujo de pelearse entre ellos para ver quien se queda con la mayor parte del botín, esto es, de esa parte cada vez mayor del incremento de riqueza que se lleva el conjunto de los explotadores, que son cada vez menos.

Ahora bien, lo extraordinario de la problemática venezolana actual, consiste en que el chavismo no parece haber tenido apoyo en ningún sector de la clase capitalista venezolana. Los tuvo a todos en contra desde el principio, incluida la pequeñoburguesía. En este sentido, Chávez es un líder populista atípico. Su apoyo político lo recibió de ese 80% de la población total, una mayoría absoluta desclasada que vive actualmente por debajo del umbral de la pobreza, nada más. Pero es un líder populista atípico no sólo por eso, sino porque piensa que es posible ayudar a los más pobres sin acabar con el estado de cosas por las que los más ricos sean cada vez menos y los más pobres cada vez más. Por eso es que, en sus tres años de mandato, nunca dejó de atender el pago de la deuda externa y se mantuvo fiel a la disciplina ordenada por el Fondo Monetario Internacional, el guardián del capitalismo encargado de que este estado de cosas se mantenga sin problemas en todo el Planeta. La tarea de este guardián económico internacional de la burguesía, consiste en contener los salarios y controlar el déficit presupuestario en todos los países. El motivo de que la masa salarial se mantenga invariable no necesita más explicación que ésta: cuanto menos pago en salarios, mayor ganancia para los capitalistas. En cuanto al déficit presupuestario, si para ayudar a los más pobres el gasto público asistencial crece hasta que el gasto global se hace mayor que los ingresos fiscales de cada año, el déficit emergente de este desajuste habrá que financiarlo mediante el recurso al crédito. Y dado que el presupuesto de ingresos y gastos de cualquier país alcanza cifras enormes, enormes son, también, los déficits presupuestarios en porciento del PBI. En ese supuesto, el recurso al crédito privado para financiar los déficits públicos supone la demanda de mucho dinero, lo cual hace subir considerablemente la tasa de interés. Y un mayor precio del dinero prestable para financiar crediticiamente la expansión de la producción privada, hace bajar la tasa de ganancia y desalienta las previsiones de inversión productiva, que así tiende a retraerse. De mantenerse el déficit presupuestario durante varios ejercicios, la tasa de interés al alza puede llegar a un punto en que la inversión productiva se detenga por completo y el sistema basado en la explotación del trabajo colapse convertido en un sistema puramente especulativo. En efecto, la producción capitalista puede justificarse si la tasa de ganancia es del 12% y la tasa de interés del 4%. Pero se torna imposible si la tasa de ganancia desciende al 8% y la tasa de interés asciende al 10%, porque se gana más prestando dinero que invertido en la producción.

Durante el año 1999-2000, la disciplina impuesta por el FMI para evitar estos peligrosos desajustes fue posible, gracias al mayor ingreso estatal (debido al alza coyuntural en los precios del crudo) y a la postergación por decreto de los aumentos salariales (hasta mayo de 2001), lo cual dejó un margen de incremento en el gasto público del 42% para cierta ayuda social a los marginados a través del "plan Bolívar 2000", que le valió al régimen para mantener su grado de popularidad y apoyo político. Apoyo que se tradujo en un reforzamiento del aparato estatal chavista, donde buena parte de los principales beneficiarios del plan asistencial, pasaron a engrosar los "Círculos Bolivarianos".

Pero este tinglado empezó a venirse abajo desde principios de 2001, cuando los precios del petróleo y los ingresos estatales sufrieron un brusco descenso y los sindicatos desobedecieron el decreto de congelación salarial. Esta nueva realidad desencadenó conflictos sociales en cascada sobre los que cabalgó la oposición. Los menores ingresos fiscales se combinaron con una demanda salarial postergada por parte de los trabajadores del Estado, y dado que el gobierno siguió disciplinado a las directivas del FMI, al no poder satisfacer las demandas salariales efectivas la conflictividad sindical sufrió una escalada hasta que los sucesos culminaron con el golpe y el contragolpe que dejaron a Chávez hecho un cadáver político.

Toda esta realidad a la que acabamos de aludir: el relativo alto precio del crudo entre 1999 y 2000, el incremento del 42% en los gastos del Estado con cargo al "Plan Bolívar 2000" y el decreto de congelación salarial durante ese período; el descenso de los precios de crudo a partir del 2001 y los conflictos sindicales iniciados ese año con la huelga nacional de los maestros y la Siderurgia del Orinoco, a las que se sumó el conflicto con los 40.000 asalariados de PDVSA, constituyen la sustancia que abona nuestra tesis de que bajo el capitalismo, según avanza el proceso de acumulación, es inevitable que los explotados participemos cada vez menos en el producto de nuestro trabajo. Y estos datos no fueron inventos maléficos de los medios periodísticos de la oposición a Chávez, sino datos históricos fehacientes y comprobables, señora Oriana. Tampoco es un invento que en medio de la crisis provocada por el descenso brusco en los precios del crudo, en vez de ser consecuente con quienes creyeron en él dejando de pagar la deuda externa para seguir financiando la ayuda a los más pobres, Chávez volvió a traicionar una vez más lo que dijo en casi todos los discursos de su campaña electoral de noviembre-diciembre del 98, atendiendo religiosamente los servicios de esa deuda con los grandes capitalistas internacionales. Tal es la esencia del populismo chavista, señora Oriana; unos hechos que están ahí por más que usted insista en seguir creyendo las mentiras que su corazón le pide y líderes populistas burgueses, como Chávez, le cuentan, sobre una forma de vida hecha, en realidad, para unas clases dominantes que suelen hacer caridad de vez en cuando con lo que les sobra de la parte del trabajo que no pagan a sus explotados. ¿Es digno seguir viviendo así? ¿Es necesario, cuando somos los asalariados quienes creamos toda esa riqueza, y estamos en perfectas condiciones de administrarla sin despilfarros ni privilegios burocráticos según el trabajo que aporta cada cual? Porque eso de que el mercado capitalista es la única forma de reparto social posible, es otro cuento macabeo de los burgueses. ¿Le han dicho esto alguna vez? Pues, así es, señora Oriana: http://nodo.50.org/gpm/vacaslocas/08.htm

Un saludo:

GPM

Saludos revolucionarios del Grupo de Propaganda Marxista

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