Conclusión

En este punto de la lectura, cabe que se nos ponga ante el desafío de responder a ¿qué otra cosa mejor podía haberse hecho bajo las condiciones en que debió gobernar el "Movimiento por la V República"? En primer lugar, es ésta una pregunta impertinente, porque los revolucionarios no podríamos participar hoy en un gobierno de un país como Venezuela ni en cualquier otro del mundo actual, precisamente porque las condiciones subjetivas de hoy día son contrarrevolucionarias.

En condiciones contrarrevolucionarias un gobierno tiene que ser esencialmente contrarrevolucionario. Además, no puede serlo solamente "un poquito" para dejar de serlo más adelante, del mismo modo que una mujer no puede estar "un poquito" embarazada. Es una cuestión de lógica específica del objeto específico. La lógica del embarazo conduce inevitablemente a la reproducción del ser humano genérico y la lógica política de la contrarrevolución conlleva no menos fatalmente la reproducción económica y social del capital. Esto es lo que han hecho los reformistas toda la vida.

Y el caso es que el "chavismo" decidió gobernar -no por casualidad- bajo la lógica política de la contrarrevolución en pleno apogeo, aun cuando, contradictoriamente, sobre una ola de descontento popular. Las masas que en este momento se revuelven contra el capitalismo -en Venezuela y en cualquier otra parte- lo hacen con la esperanza de vivir mejor dentro de este sistema. No aspiran a más que a esto. Y bajo semejantes condiciones, cualquier gobierno determinado por esta lógica de la contrarrevolución dominante en la sociedad actual, no puede resultar otra cosa que la reproducción económica y social del capital social global según la ley general de la acumulación capitalista, por más buena voluntad que todos los Chávez del mundo pongan en ayudar a los pobres. Esto es lo que se está confirmando, una vez más, en Venezuela.

Analítica Research (AR) acaba de presentar una síntesis del informe "La Pobreza en el Trienio 1999-2001", del profesor Matías Riutort, uno de los especialistas venezolanos en el tema. Según el informe, a pesar del supuesto enfoque social que habrían tenido las políticas públicas durante el presente gobierno, la pobreza se ha incrementado y el pretendido avance social fue negativo. De acuerdo a la información suministrada por OCEI en Indicadores de la Fuerza de Trabajo, el ingreso medio nominal de los hogares aumentó en 11,4% en 1999 y en 6,7% en 2000. Mientras que el Valor de la Canasta Normativa de Consumo aumentó para esos mismos años 14,6% y 13,2%, respectivamente. Estos resultados indican que el ingreso medio de los hogares tuvo una pérdida de poder adquisitivo de 2,8% en 1999 y de 5,7% en 2000. Para el año 2001 no se dispone aún de los resultados de la Encuesta de Hogares para el segundo semestre. Por esta razón se establecieron hipótesis en cuanto al comportamiento del ingreso medio de los hogares. Este puede haber aumentado entre 9,8 y 13,2%. Teniendo en cuenta que el Valor de la Canasta Normativa de Consumo aumentó en 14%, esto implicaría que el poder adquisitivo pudiera haber caído hasta un máximo de 3,7% en el año 2001. Considerando los tres años de gobierno "chavista" en forma conjunta, el ingreso medio nominal de los hogares aumentó entre 30,6 y 34,6%, mientras que el Valor de la Canasta Normativa de Consumo (costo de vida) aumentó en 47,8%. Esto quiere decir que en el trienio 1999-2001 el poder adquisitivo de los hogares venezolanos pudo haberse reducido en promedio entre 8,9 y 11,7%. A pesar de que los niveles de inflación del trienio fueron inferiores a los registrados en 1997 y 1998, la economía no fue capaz de generar ingresos que superaran el crecimiento de los precios. Esto obviamente es el resultado de una economía cuyo producto per cápita se redujo en relación al alcanzado en 1998, y ha funcionado con altos niveles de desempleo e informalidad. Como resultado de todo esto, en el año 2000 aumentó tanto la pobreza general medida en términos de la canasta normativa de consumo global, como la pobreza crítica medida en términos de la canasta normativa de consumo de alimentos. En el año 1998 el 57,6% de los hogares venezolanos tenía ingresos inferiores a la Línea de Pobreza General. Dos años después, el porcentaje de hogares pobres aumentó a 60,3%. En el año 1998 el 28,8% de los hogares tenía ingresos inferiores a la Línea de Pobreza Crítica, situación parecida a la media europea de hace más de ciento cincuenta años (Dikens). Entre 1999 y 2000 se produjo una reducción en el porcentaje de pobreza crítica, gracias a que los precios de los alimentos crecieron más lentamente que el resto de los bienes que conforman la Canasta Normativa de Consumo. Este fue el único mérito del gobierno bolivariano bajo las directivas del FMI y del BM. Así es cómo el señor Oliver Lafoncreu, actual representante del BM para Venezuela, Méjico y Colombia, propone "comabatir la pobreza en el mundo". Un criterio que condena al capitalismo como sistema de vida, en tanto demuestra ser incapaz de garantizar a los explotados la participación en el progreso resultante de su trabajo.

Ante el retraso en la conciencia social y política de millones de explotados respecto de la insoportable situación objetiva o material en que viven, el problema es que decenas de millones de militantes populares que quieren sinceramente superar las lacras del capitalismo, contradictoriamente pierden tiempo sembrando una nueva desesperanza en el despropósito de apoyar gobiernos como el del "frente patriótico" de Chávez, que prometen cambios favorables a los pobres pero aceptan las leyes de la explotación de trabajo ajeno y de la acumulación del capital, que lo impiden, con su inevitable secuela de paro, penuria y desgracias humanas lacerantes.

Por todo esto es que los revolucionarios rechazamos estar en el escenario que nos plantea la pregunta, porque lo que hay que resolver no pasa por imaginarse metidos en la piel de un ocasional burócrata burgués de izquierdas -para más inri militar- sino en nuestra propia piel de explotados, en la piel de la única clase social universal capaz de dar solución definitiva a todos los males de este mundo. Una vez ahí, la forma de la pregunta abandona la alteridad de clase y cambia de perspectiva, porque no se trata ya de lo que Chávez pudo haber hecho por los explotados y no hizo, se trata de saber qué debemos hacer los explotados por nosotros mismos en las actuales condiciones de la lucha de clases. Tal es la diferencia entre el recurrente ser social por un otro en el que se cree pero no se conoce, y el ser social por sí mismo que, conociendo a su otro, llega al conocimiento de su propia necesidad de actuar para sí.

Desde esta perspectiva de clase, la otra cosa mejor que hubiéramos hecho nosotros en Venezuela, es lo que estamos haciendo con carácter prioritario: emplear la moderna ciencia social del materialismo histórico aplicada a experiencias como la de Venezuela, para convencer de que antes de plantearse gobernar, los revolucionarios de verdad deben contribuir a crear las necesarias condiciones subjetivas para ello; trabajar con conocimiento, inteligencia y tenacidad, para que los millones de militantes populares que sienten hoy día la necesidad de acabar con las lacras del capitalismo, comprendan que hacer realmente posible satisfacer esa necesidad, no pasa por aceptar las leyes económicas que reproducen esas lacras independientemente de la buena voluntad de quien sea, sino por empezar a implantar otras leyes -no naturales sino científicosociales- acordes con el desarrollo de las fuerzas productivas y los intereses de las mayorías absolutas que en este mundo son explotadas por una minoría cada vez más irrisoria y superflua.

Para eso, insistimos una vez mas en que es imprescindible que los asalariados abandonemos la tutela ideológica, política y organizativa de los burgueses, cualquiera sea su fracción. Nada de cepos parecidos al "Frente Patriótico" y a gobiernos como el de la V república burguesa. Y el primer paso para recorrer este camino hacia nuestra propia emancipación y de la humanidad entera, consiste en que los asalariados más sensibles y críticos del capitalismo, dejen de lado supercherías como la que últimamente se sacó de la chistera el prestidigitador social de moda, Anthony Giddens, y decidan organizarse en torno al materialismo histórico, la única actividad del intelecto referido a la sociedad que merece el calificativo de ciencia.

Esta propuesta es rechazada con indiferente desprecio por las más amplias masas de asalariados en el mundo, que van por la vida con el "pensamiento único" burgués y el remache de la debacle burocrática soviética como "fracaso del comunismo" en la cabeza. No es la primera vez en la historia que la burguesía logra construir corazas ideológicas como ésta en la conciencia del proletariado, tantas como las contradicciones del sistema le impulsaron a destruir con sus luchas. Y la próxima vez, el proceso no será distinto. Sabemos que esta coraza ideológica sólo ha saltado y de seguro volverá a saltar hecha añicos, por obra exclusiva de la acción contestataria espontánea frente las agresiones del capital. De ahí la importancia decisiva de que los revolucionarios coincidan en incentivar y acompañar estas luchas tratando en todo momentos de ponerse al frente de ellas.

Pero, cuando esto ocurra, una vez que el proletariado haga ese trabajo de destrucción ideológica y de nuevo se muestre permeable a las ideas revolucionarias, su vanguardia ideológica y política ya tiene que haber acabado la tarea de autoorganizarse en torno a la teoría revolucionaria y generado en la sociedad opinión pública realmente alternativa a la burguesa hoy predominante. Y esta tarea es tanto más prioritaria cuanto más tiempo se prolonguen los períodos de retroceso de la lucha política de los explotados y de relativa paz social entre las clases, como es el caso que está ocurriendo ahora mismo. Tal es el sentido y condición de existencia de organizaciones como el GPM y trabajos como éste que presentamos aquí, en línea con nuestra declaración de principios.

Madrid, junio de 2002

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