Salario real y salario relativo

Estimado Maxi:

Disculpa la tardanza en la respuesta, pero por falta de tiempo las tareas se nos acumulan.

En relación a lo que nos planteas tenemos que decirte qué, efectivamente, tienes razón cuando afirmas que hoy la acumulación impone el descenso del salario real. La tasa de ganancia, que no se recupera, obliga a los capitalistas a embestir contra las condiciones de vida y trabajo de los asalariados.

El salario está en relación inversamente proporcional a la plusvalía, es decir, que, al aumentar uno disminuye la otra y viceversa. El límite mínimo que el capitalista debe invertir en salarios, está determinado por el mínimo histórico que el obrero necesita para la reproducción de su fuerza de trabajo en condiciones de uso óptimo y la de su prole (necesidades que varían en cada momento y lugar); el límite máximo está también objetivamente determinado, ya que cualquier aumento salarial sólo es posible en tanto no disminuya la masa de plusvalor que haga descender la ganancia hasta un punto en que el capitalista entre en perdidas e inicie el proceso de desinversión.

Dicho esto con más precisión, la cosa se explica así: el incremento de los salarios reales encuentra su límite máximo en el mínimo plusvalor compatible con la rentabilidad del capital vigente en el mercado, mientras que el mínimo salario relativo está determinado por el costo laboral compatible con el mayor rendimiento del trabajo. Entre estos dos límites queda fijado el campo de la lucha por la participación en la productividad del trabajo dentro del sistema capitalista. Teniendo en cuenta todos estos elementos, comprobaremos que la jornada de trabajo, el valor de la fuerza de trabajo, la plusvalía y la ganancia, fluctúan dentro de unos márgenes estrictamente acotados. Si nos salimos de ellos, en cualquier supuesto con visos de realidad, estaremos violando las leyes del propio capital y los resultados a que lleguemos serán engañosos y totalmente faltos de veracidad científica.

Un procedimiento para aumentar la plusvalía consiste en aumentar el tiempo de la jornada de labor, haciendo trabajar al obrero durante más tiempo por el mismo salario. Esta forma de aumentar la producción de plusvalía se la denomina plusvalía absoluta porque la plusvalía crece en términos absolutos, independientemente del tiempo de trabajo necesario o equivalente al salario. En la etapa infantil o temprana del capitalismo, los patrones sólo podían aumentar la plusvalía haciendo trabajar durante más horas a sus empleados o aumentando el número de éstos, es decir que el incremento de la plusvalía total se producía como consecuencia de la extensión de la jornada total de los asalariados.

Pero a partir de determinado momento, mediante el progreso científico técnico aplicado a los medios de trabajo, se hizo posible, también, la aplicación de métodos intensivos para aumentar la producción de plusvalía, consiguiendo que el trabajo del obrero produzca más en la misma unidad de tiempo por medio de mejores y más costososmedios de producción.

El aumento de las fuerzas productivas tiene su fundamento en conseguir que la fuerza de trabajo produzca más en la misma unidad de tiempo, o que un mismo operario adquiera la capacidad de mover más medios de trabajo. Pero no se produce por eso, sino por la competencia que se hacen unos capitalistas respecto de otros por mejorar sus costes con el fin de participar de una cuota parte mayor en el reparto del plusvalor global. Esto tiene su efecto inmediato en un descenso del valor por unidad de mercancía creada, ya que ese valor está determinado por el tiempo de trabajo socialmente necesario para producirla[1]. Una de las consecuencias de la mayor productividad del trabajo es que las mercancías que el asalariado necesita para vivir se obtienen en un menor tiempo, de ahí que la fuerza de trabajo se desvalorice en igual medida que los medios de vida. Este método descrito hasta aquí llamado plusvalía relativa es uno de los dos procedimientos determinados por el capitalismo para aumentar la producción de plusvalía.

El poder adquisitivo de los salarios aumenta porque las mercancías que componen la canasta familiar de los asalariados se abarata. En semejantes condiciones, dado que estamos hablando del capital global y de precios promedio, si los salarios se mantuvieran constantes, el progreso en la productividad del trabajo aplicado a los medios de producción beneficiaría exclusivamente a los asalariados. Pero como no estamos en el socialismo sino en el capitalismo, los capitalistas presionan con el paro derivado del mismo progreso técnico, a fin de que el exceso de oferta en el mercado de trabajo, reduzca el precio de la fuerza de trabajo hasta alcanzar su valor o menos, al tiempo que aumentan los ritmos de trabajo hasta el límite físico compatible con los mayores rendimientos. En estos términos está planteada la lucha de clases en nuestros días.

Esta es la lógica impulsora del desarrollo en el capitalismo, que al introducir mejores medios y técnicas de producción se abate el valor de la parte necesaria o pagada de la jornada total del obrero, dejando para la apropiación por parte del capitalista una mayor porción de esa misma jornada bajo la forma de plusvalor. Cuando Marx hablaba de la depauperación del proletariado, implícitamente se estaba refiriendo a que el salario relativo, es decir, la relación existente entre lo recibido por el obrero y la totalidad de valor-mercancías creado por él mismo en la jornada completa, es menor a medida que crece la capacidad productiva del trabajo.

Para una mejor comprensión de lo expuesto hasta aquí, podríamos representar la jornada de labor en un segmento, donde, por Ej., la mitad represente el tiempo de trabajo necesario[2] y la otra mitad el tiempo de trabajo excedente o plusvalía. Si como consecuencia de una mayor productividad del trabajo lo que el obrero necesita para vivir se obtiene en un menor tiempo de trabajo necesario, crece la parte correspondiente a la plusvalía. Esta plusvalía crece en relación al trabajo necesario, sin que crezca el segmento o jornada total, por eso se la denomina plusvalía relativa, por que crece en relación al trabajo necesario o a expensas de él.

El aumento de un tipo de plusvalía no excluye a la otra, pudiendo aplicarse las dos simultáneamente en un mismo proceso productivo[3]. Al aumentar la plusvalía aumenta la tasa de explotación, y, por tanto, el plusvalor, aunque el obrero mantenga el mismo poder adquisitivo.

Históricamente el salario real o poder adquisitivo de la fuerza de trabajo, ha tendido a ir en aumento, es decir que la canasta básica a ido creciendo paulatinamente. El capital ha cumplido una función progresiva en la medida que ha posibilitado la tendencia al aumento en el salario real, a pesar de que, paradójicamente, el salario relativo haya disminuido. Esto ha sido factible gracias a que el aumento en la plusvalía relativa a posibilitado al capital compartir con la clase obrera una porción del segmento abatido por el aumento en la productividad del trabajo, siempre que ese reparto sea compatible con la tasa de ganancia. El incremento de los salarios reales encuentra su límite máximo en el mínimo plusvalor compatible con la rentabilidad del capital vigente en el mercado, mientras que el mínimo salario relativo está determinado por el costo laboral compatible con un rendimiento que no suponga un deterioro físico que disminuya la productividad del obrero. Entre estos dos límites queda fijado el campo de lucha por la participación en la productividad del trabajo dentro del sistema capitalista.

En una situación con tendencia sostenida al alza en la tasa de ganancia, la inversión en capital fijo y circulante aumenta, el paro remite ante la consecuente mayor oferta de empleo y el capital está -aunque no predispuesto- sí en condiciones económicas de ceder mejoras a los trabajadores, una participación en el progreso de la fuerza productiva del trabajo.En tales circunstancias, esas mejoras se vuelven realmente posibles dentro del sistema. Aun cuando no de modo automático o mecánico, esta situación objetiva acaba por al plano subjetivo, en las empresas y en los sindicatos; los asalariados se ven estimulados a luchar por mejorar su salario relativo y sus demandas se traducen así necesariamente en conquistas: El salario relativo de los trabajadores aumenta históricamente (por encima de los niveles anteriores, porque el desarrollo de la fuerza productiva lo permite) aun cuando lógicamente menos que la ganancia del capital.

En el punto más alto de la fase expansiva, e inmediatamente después de la crisis, cuando la economía capitalista entra en la onda de crecimiento lento y buena parte del capital adicional comienza a ser expulsado de la producción porque la tasa de ganancia no compensa su inversión, el paro aumenta en la misma proporción en que el crecimiento de la inversión se retrae.Es el momento en que la patronal inicia su ofensiva sobre las condiciones de vida y de trabajo de los asalariados, que asíinevitablemente pierden las conquistas logradas con sus luchas durante la fase anterior de crecimiento acelerado. El descenso de la tasa de ganancia y la consecuente desinversión, provocan el aumento en la oferta neta de todos los componentes del capital, incluida la fuerza de trabajo, que así se desvalorizan, al tiempo que el crecimiento del paro favorece la superexplotación y el incremento del plusvalor. La resultante de todos estos movimientos es que la tasa de ganancia aumenta y la acumulación del capital inicia su fase de recuperación previa a la fase expansiva de la siguiente onda.

Dado que al inicio de cada onda larga depresiva la masa de capital acumulado es sucesivamente mayor y su composición técnica y orgánica más alta, las dificultades de la burguesía para superar semejantes situaciones son también cada vez mayores, y sus ataques contra las condiciones de vida y de trabajo de los asalariados más profundos, porque, dado el límite físico de la jornada laboral media -que teóricamente no puede sobrepasar las 24 horas- a medida que el progreso de las fuerzas productivas elevan la composición orgánica del capital y el aumento de los asalariados desciende, el aumento del plusvalor relativo tiende a ser también cada vez menor, porque crece a expensas de una parte del trabajo necesario restante, que se reduce cada vez que una porción de él se capitaliza.

Recordar que estamos hablando del capital social global. De lo anterior se deduce que para recuperar la tasa de ganancia según se pasa de la fase depresiva de una onda larga a la fase de recuperación siguiente, el precio de la fuerza de trabajo debe descender cada vez más por debajo de los niveles históricos de su valor, con tendencia a alcanzar el mínimo de subsistencia. Dicho de otro modo, entre el nivel salarial alcanzado en el punto más alto de cada fase expansiva y el nivel más bajo que corresponde a la fase depresiva inmediatamente antes de iniciada la recuperación de la onda siguiente, esa diferencia en pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores debe ser sucesivamente creciente.

Todo esto significa, como acabamos de ver, que, teniendo en cuenta estos dos límites mencionados del salario relativo máximo y mínimo, el progresivo aumento de la relación entre lo que se invierte en materias primas, materias auxiliares, maquinaria etc. (MP) respecto de lo invertido en salarios o fuerza de trabajo (FT), determina un correlativo incremento descendente del plusvalor. Así, la acumulación tiene que llegar necesariamente a un punto en el que no puede proseguir sin anular la participación del trabajo en la productividad, es decir, el salario real tiene que reducirse necesariamente hasta el mínimo histórico del salario relativo, entendido como la participación de los trabajadores en el producto de su trabajo que excede al mínimo físico de subsistencia. Llegado a este punto el capital deja de cumplir la función progresiva que justifica a la burguesía como condición de clase dominante.

En síntesis, según avanza el proceso histórico de la acumulación, para salir de cada depresión los ataques del capital sobre el trabajo deben ser cada vez más formidables y el salario relativo cada vez menor, al tiempo que mayor la intensidad y eventualmente la extensión del tiempo a que se le somete en el trabajo. La prueba está en que durante los últimos treinta años, las condiciones de vida y de trabajo del proletariado mundial no han hecho más que deteriorarse.

Ahora bien, los ataques de la burguesía en la fase depresiva no se producen de forma brusca y brutal, sino paulatina; las vueltas de tuerca que la patronal ejecuta sobre la tasa de explotación se extienden en el tiempo según se reconstruye el ejército industrial de reserva (paro) que regula el nivel de los salarios, en este caso a la baja, así hasta que el salario relativo desciende -según aumenta el paro- hasta alcanzar la medida que provoca un descenso en los salarios reales, o cambio cualitativo en las condiciones de vida de los trabajadores, pasan algunos años.

Esa medida se evidencia cuando los trabajadores se niegan a seguir aceptando recortes en las condiciones de vida y de trabajo, y la patronal no puede evitar imponerlas, porque el nivel de la tasa de ganancia le obliga a ello. En tales circunstancias, esas luchas económicas defensivas se trasladan inmediatamente del terreno económico al terreno político, en tanto esa disputa por el salario relativo -como bien decía Rosa Luxemburgo- constituye objetivamente un "asalto subversivo al carácter mercantil de la fuerza de trabajo". En tales circunstancias, estas luchas configuran una situación revolucionaria. Esto es lo que estuvo a la orden del día en numerosos países imperialistas y dependientes durante la década de los setenta y ochenta, tras el comienzo, en 1968, de la onda larga depresiva que siguió a la expansión de posguerra, y que la burguesía no acaba de superar todavía.

Desde principios del siglo pasado, como consecuencia de una acumulación de tal magnitud, en donde la cantidad muta en cualidad, el proceso de centralización ha dado paso a la fusión del capital industrial con el bancario, apareciendo el capital financiero,que se caracteriza por la exportación de capital sobrante y su consiguiente internacionalización[4]. Si a esto unimos que las crisis cíclicas del sistema cada vez son más recurrentes y comprometen un capital cada vez mayor, las dificultades para superar las crisis son crecientes, de ahí que el salario real sufra un ataque sin precedentes en la historia, englobando en en este concepto al salario indirecto- servicios sociales, estado del bienestar, etc.- y al salario diferido- pensiones, invalidez, subsidio de desempleo etc.-

Además de las referencias que aparecen en el texto, nosotros hemos tratado de todas estas cuestiones en los documentos publicados cuyas direcciones son:

http://www.nodo50.org/gpm/plusvalia/00.htm

http://www.nodo50.org/gpm/plusvalia/04.htm 

http://www.nodo50.org/gpm/ff_pp_tasa_ganancia/00.htm 

http://www.nodo50.org/gpm/decadencia/12.htm

http://www.nodo50.org/gpm/arglc/02.htm

De esta somera explicación, más lo descrito en las páginas que adjuntamos, esperamos te quede clara nuestra posición sobre lo planteado por ti.

Un saludo del Grupo de Propaganda Marxista.

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[1] "El tiempo de trabajo socialmente necesario es el requerido para producir un valor de uso cualquiera, en las condiciones normales de producción vigentes en una sociedad y con el grado social medio de destreza e intensidad del trabajo". (K.Marx: "El Capital" Libro I cap. I) En el capitalismo, el tiempo de trabajo necesario viene dado por el grado de destreza e intensidad a que producen los capitales que realizan la ganancia media, que es el promedio de la masa de plusvalor creada por cada capitalista en relación con el capital invertido. Los capitales que producen y venden una determinada mercancía a un tiempo por encima de ese promedio, esto es, con un capital relativamente menor y un bajo grado de destreza e intensidad, pero a mayores costes, crearán, por tanto, más plusvalor por unidad de capital empleado y obtendrán una ganancia relativamente mayor. Esto generará un movimiento de los capitales hacia esa rama de la industria, hasta que la oferta colme la demanda, lo cual presionará los precios a la baja, haciendo descender el nivel de la ganancia en esas empresas de baja productividad relativa, que a través del nivel de precios promedio determinado por el mercado, si quieren vender sus productos esas empresas deben ceder parte del plusvalor creado por ellas,en favor de las que producen a costes y precios de producción más bajos. El tiempo de trabajo al que producen las empresas cuyos precios de producción (costes más plusvalor) están al nivel promedio, será el tiempo de trabajo socialmente necesario. Y la relación entre el plusvalor y el capital invertido en esas empresas, será la tasa de ganancia media.

[2] "Necesario", porque es el tiempo de trabajo cuya expresión de valor comprende lo que el asalariado necesita para reproducir su fuerza de trabajo en condiciones optimas de uso.

[3] Aunque la relación extensión-intensidad tiene un límite físico infranqueable, también fijado por la ley del valor, es decir, por la relación costes-precios-ganancia.

[4]No pocos teóricos marxistas han sentado doctrina afirmando que el principio activo de la exportación de capitales está en la búsqueda de mayores beneficios según la diferencia entre la tasa de ganancia del país de origen y las mayores tasas de ganancia en el extranjero. Bujarin, que impugnó la teoría del derrumbe, fue uno de ellos. Siendo que la exportación de capital es el fundamento del imperialismo, si se sostiene que no existe una presión objetiva para ello y que, por tanto, no es un corolario de la "Ley general de la acumulación capitalista", entonces, como bien dice Grossmann, "no se puede hablar de una base económica del imperialismo", de una teoría científica de ese fenómeno. Lo que no pueden explicar estos teóricos, es por qué el fenómeno de la exportación de capitales en busca de aplicación productiva estable -esto es, no bajo la modalidad transitoria del "enclave" para la extracción de materias primas con destino al país de origen, o para la construcción de infraestructuras con el mismo fín, sino para la producción de plusvalor- no se produjo con carácter regular y generalizado hasta las primeras décadas del siglo pasado. Lo que han omitido estos teóricos, es el concepto marxiano de la "sobreacumulación absoluta" de capital, que surge de los ciclos periódicos de renovación del capital fijo, y que está en la lógica de la sobresaturación de capital. Cfr: http://www.nodo50.org/gpm/crisis/00.htm., donde, siguiendo a Grossmann, se muestra que la acumulación en los países más adelantados llega a un punto en que la masa de capital global crece más que el exigido por la composición orgánica media vigente que ese país puede admitir. Tal es la base económica de la exportación de capitales en la etapa tardía del capitalismo, donde el movimiento de los capitales, como el ejército de reserva y demás categorías de la economía política, están férreamente determinados por la "Ley general de la acumulación capitalista" Cfr.: http://www.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital1/23.htm.