6.-La tesis de la ofensiva revolucionaria frente a la paz por separado

Usted opina que ya en enero de 1918, en lugar de firmar la paz con alemania y limitarse a hacer propaganda revolucionaria, el poder soviético debería haber lanzado una ofensiva militar sobre el Centro de Europa, aprovechando la primera situación crítica por la que atravesaban Alemania y Austria desde el estallido de la guerra:

<<Las dificultades económicas provocaron una explosión social: un enorme movimiento de huelga agitó Austria y Alemania, se formaron Sóviets en los principales centros (Berlín Viena), las fábricas de guerra estaban paralizadas. Estos acontecimientos de mediados de enero, habrían podido marcar un giro considerable en la perspectiva de romper el aislamiento de los sóviets rusos y extender la revolución si se hubiese seguido la guía de la guerra revolucionaria en lugar de la paz separada>> (Guy Sabatier: Op. Cit. Cap. II: La presencia de Trotsky),

y cita de las memorias del conde Czernin -por entonces Ministro de asuntos extranjeros de Austria- la conversación que sostuvo con el varón von Khulman, en la que ambos coincidieron en que, dada la situación de deterioro económico y de recursos bélicos en Alemania y Rusia, ambos países "no tienen más elección que la salsa en que se harán comer". Pero hace valer esta sentencia sólo para Alemania, como si no fuera cierto que en esas mismas fechas, la población de Petrogrado y otras grandes ciudades estaba padeciendo -ya impaciente- el flajelo del hambre; que la tracción animal se encontraba en un estado de completa inutilidad inhabilitando el desplazamiento de toda la artillería; que las ciudades estaban pasando por "un enorme caos" y desabastecimiento de víveres ante la desorganización total de los ferrocarriles y demás medios de transporte; que el componente campesino del ejército, ya agotado, no quería seguir luchando y se desmovilizaba espontáneamente. (Lenin decía que estaba dispuesto a aceptar una paz anexionista), y que si se optaba por la guerra revolucionaria, pensarían que las promesas prerrevolucionarias de paz y el decreto sobre la tierra tras la toma del `poder, habían sido un engaño y se volverían contra el poder soviético apoyando a la contrarrevolución interna. Esto, sumado a la superioridad militar de las fuerzas alemanas en el frente oriental, si la revolución en ese país se demoraba unos meses y no se firmaba de inmediato la paz por separado, según el razonamiento de los bolcheviques esa alternativa daría por resultado que en unas pocas semanas, en el mejor de los casos el poder soviético debería aceptar una paz más humillante, si no es que otra tal vez menos lesiva, pero con un gobierno burgués. Nadie puede probar si no es ocultando o falseando estos hechos, que ni el pacto con el imperialismo alemán, ni la petición de ayuda al imperialismo anglofrancés -que prácticamente no se llevó a efecto- torcieron en lo más mínimo la política exterior soviética en dirección a promover la revolución europea.

El razonamiento de Lenin respecto de llevar adelante la guerra revolucionaria, era que, en ese supuesto, era obligado empezar por la liberación de países limítrofes como Polonia, Lituania y Curtlandia Pero de acuerdo con los principios del Marxismo, el principio de autodeterminación de las naciones está subrogado al principio de defensa del socialismo, por lo que antes de extender la revolución a países como Polonia, Lituania y Curtlandia, habría que recuperar a países socialistas ocupados por Alemania, como Finlandia y Ucrania. Y según los análisis de Lenin -que compartimos y acabamos de exponer- no estaban dadas las condiciones objetivas ni subjetivas para emprender esa tarea necesaria, pero, de momento, sólo abstractamente posible.

Usted afirma lo contrario. Dice, además, que hubiera sido realmente posible cumplirla mediante recursos humanos de extracción puramente asalariada: las milicias proletarias de Moscú y Petrogrado. En su obra ya citada, E.H. Carr reporta que entre el 15 y el 28 de enero, el mismo día que Trotsky regresó a Brest-Litovsk con el mandato del Comité Central del partido para la última fase de las negociaciones, el Sornarvkom 4 promulgó un decreto "para la creación de un Ejército Rojo de obreros y campesinos, compuesto por "elementos con más conciencia de clase, y más organizados de las masas trabajadoras". Este decreto fue seguido quince días después por otro que creaba una "Armada Roja de obreros y campesinos socialistas". Sobre esta cita de "Sobranie Uzakoneni", Carr comenta: "Lo que esto pudiese suponer, en la práctica es otra". Y agrega seguidamente según datos de P.S. Pujov en: Kak Vooruzhalsya Petrograd:

<<Más tarde se constató que, en Petrogrado, donde es de suponer que fuese más fuerte el impulso para defender la revolución, solamente se alistaron cinco mil quinientos voluntarios durante el primer mes que siguió a la publicación de este decreto>> (E.H. Carr: Op. Cit. Cap. 22)

El 22 de febrero de 1918, mientras el ejército alemán reanudaba sus operaciones sobre territorio ruso, el Sonavkom publicó en Pradva una proclama titulada: "La Patria está en peligro", donde se exhortaba a que todas las fuerzas y recursos del país se pusieran al servicio de la defensa revolucionaria. Según cifras de R.H. Bruce Lockart que el propio E.H. Carr recogió en la obra aquí citada (Cap. 22), al primero de marzo de 1918, tras el llamado a filas del 22 de febrero, el reclutamiento voluntario aumentó hasta los 15.300 efectivos en todo el país.

El análisis que usted hizo de esa situación difiere totalmente de lo que sugieren estos datos:

<<Habiendo apostado los bolcheviques por el triunfo de su política de negociaciones y de paz, el éxito alemán fue fulminante en un primer momento: las tropas utilizaron el ferrocarril y no encontraron ninguna resistencia. Ucrania fue invadida; la internada alcanzó de dos a trescientos kilómetros en una semana; la ciudad de Pskov, a 257 Km. De Petrogrado, fue tomada.>> (Guy Sabatier: Op. Cit. Cap. II: "Un tratado contra la extensión de la revolución")

Esto es incontestablemente cierto. Y seguidamente, a estas facilidades del enemigo alemán que usted atribuye por entero a la política de paz de los bolcheviques, le opone las "dificultades naturales" del territorio a ocupar para acabar con el poder soviético: la "inmensidad de Rusia", "que sobrepasaba las fuerzas de los alemanes en aquél momento, agregando con énfasis:

<<...tanto más cuanto que la resistencia obrera se iba montando poco a poco y se revelaba eficaz! El 21 de febrero, "la patria socialista" fue proclamada "en peligro". Mientras los campesinos acogían a los imperialistas alemanes como liberadores, los obreros se movilizaban sin vacilar" [Y para apuntalar esta afirmación da crédito a lo dicho por V. Serge] "La pasividad del soldado-campesino contrastaba con el entusiasmo de los obreros que, por fábricas enteras, con sus mujeres y sus hijos mayores, aptos también para la resistencia, acudían a armarse al Instituto Smolny.
La guerra de los "guerrilleros obreros" hizo maravillas: destrucción de vías férreas, formación de compañías en la retaguardia del frente para hostigar al enemigo, etc. Se imagina uno la eficacia militar (por no hablar de su impacto político) que habría tenido la guerra revolucionaria preparada desde las amenazas alemanas en lugar de las ilusiones alimentadas con el armisticio y las conversaciones. Y cuando se sabe que, al mismo tiempo, en el sur, los guardias rojos (mando de Antonov-Ovsenko) lograban victorias sobre los blancos o que las unidades soviéticas en Rumanía batían a los ejércitos de este país aliado de los imperios centrales (guardando, en particular, el control de la ciudad de Odesa), ¡esto no puede sino confirmar la política que habría habído que seguir!. >>(Lo entre corchetes es nuestro)

Según el resultado del conflicto, sería tan erróneo absolutizar la aparente reticencia de los obreros y campesinos al combate que sugieren las cifras aportadas por E.H. Carr, como la tan errónea como tendenciosa generalización que usted ha hecho siguiendo a V. Serge, al distinguir entre la "pasividad del soldado campesino" -se entiende, de todos los campesinos- respecto del "entusiasmo de los obreros" -se entiende, de todos, los obreros- ante el avance de las tropas alemanas. La verdad razonable es pensar que ni todos los obreros respondieron favorablemente, ni todos los campesinos desertaron de la revolución como usted lo sugiere. Esta interpretación de los hechos no sólo es errónea y tendenciosa por esto, sino también porque no ha distinguido usted entre los estratos campesinos. Ya lo hemos dicho y lo reafirmamos ahora: en general, la respuesta del campesino pobre ante los llamados al combate fue altamente satisfactoria. Tanto o más que la de los obreros en general. Aunque por distintas razones, unos y otros tenían sobrados motivos para hacerlo; motivos más tangibles tenían los campesinos, esto es obvio: decenas de millones de ellos disponían ya de su terruño, mientras que los asalariados en general, la mayoría de ellos solo tenían la esperanza en el futuro promisorio del socialismo, una idea todavía abstracta, sin el sustento material sólido de las realizaciones socialistas, requisito imprescindible para una moral de combate a prueba de claudicaciones. Insistimos: el mayor apoyo, el de mayor peso social y solidez que tuvo la revolución democrático-burguesa en Rusia, provino del campesinado pobre. De este hecho dependió decisivamente, tanto la toma del poder como el desenlace de la guerra desde el punto de vista de la futura revolución socialista en ese país. Aquello fue una dictadura de los obreros y de los campesinos dirigida por el proletariado consciente. Nada más que eso. No podía ser otra cosa.

Al parecer, sus errores de análisis provienen de una idealización del proletariado, en el sentido de que esta clase siempre, y en bloque, está predispuesta a luchar por el poder proletario o socialista, y cuando no lo hace, es porque sus dirigentes traicionan, lo cual es falso. La causa de esta idealización en el caso del proletariado ruso de 1918, radica en haber confundido la realidad soviética en aquél período con otra más avanzada todavía inexistente dado el atraso de Rusia, porque no estaban dadas las condiciones objetivas para ello. Por lo tanto, los obreros, en general, no podían tener una conciencia de clase consolidada, porque la revolución cultural siempre va a la zaga de la revolución en la base material de la sociedad anterior.

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