punto 3.- La política revolucionaria del proletariado
frente a la pequeñoburguesía

Nosotros estamos de acuerdo con el "Manifiesto Comunista" en aquello de que <<Los comunistas consideran indigno ocultar sus ideas y propósitos. Y en este aspecto, la idea de quienes de verdad luchan consecuentemente contra el gran capital y por el comunismo, es que el trabajador por cuenta propia y el explotador de trabajo ajeno en pequeña escala, son otras tantas excrecencias económicas y sociales de la anarquía e irracionalidad propias de la sociedad capitalista definitivamente caduca; constituyen categorías sociales sin ninguna perspectiva histórica de estabilidad, económicamente improductivas y políticamente reaccionarias; constituyen formas de vida emparentadas con el atraso económico y con el pasado histórico, mientras que el proletariado es una clase objetivamente comprometida con el futuro y el progreso de la humanidad. El propósito de los comunistas no pasa, pues, por apoyar a estos sectores en sus luchas por conservar sus negocios dentro de la sociedad capitalista. Los comunistas quieren formar coalición con ellos, pero no para alargar su penuria relativa históricamente creciente, traumas familiares e incertidumbre personal dentro del capitalismo, sino para acabar definitivamente con semejante situación revolucionando el sistema de vida burgués; no para hacer todavía más traumático y prolongado el nacimiento de la sociedad comunista, sino para aliviar y acortar los dolores del parto en quienes encarnan estas categorías sociales. ¿De qué modo?

  1. expropiando sin compensación al grande y al mediano capital;
  2. prohibiendo la explotación del trabajo asalariado a título privado;
  3. garantizando a quienes se venían desempeñando como pequeños explotadores capitalistas un puesto de trabajo en las empresas expropiadas y/o promover su agrupación por actividad en empresas cooperativas;
  4. Siempre que se respete el nuevo principio de no emplear mano de obra asalariada, permitir a todos aquellos pequeños productores que así lo decidan, continuar con su antigua actividad.

Este es el modo, el único efectivamente comunista, de ganar a sectores de la pequeñoburguesía para la revolución socialista. Y partidos como el P.C.E., ya no es que no tenga voluntad de proceder así porque sus ideas jamás han sido éstas, que también, sino que -dadas las condiciones en que se encuentra- no puede. Ni siquiera insinuarlo. Y por dos razones. La primera, porque violaría el pacto de Estado que fue a firmar en 1976 a Bucarest ante el General Díaz Alegría, quedando en ese caso automáticamente excluido del actual sistema oligárquico de partidos. La segunda, porque dados los prejuicios anticomunistas y la estupidez política que el P.C.E. contribuyó en gran medida a cultivar en este país durante decenios, la democracia de mercado le penalizaría comicialmente dejándole mucho más desaforado que después del 13J.

El GPM no te ha dicho que <<una fracción de la burguesía española se vería representada en el P.C.E., sino que hablamos de <<la pequeña y mediana burguesía ecopacifista española políticamente representada por el P.C.E. que no es lo mismo. Una cosa es que la quequeñoburguesía se vea representada en el P.C.E. y otra que el P.C.E. represente sus intereses con ese propósito, que esto es lo que hace. Si, como tu dices -y los actos políticos así lo confirman- el P.C.E. defiende los intereses inmediatos de la pequeña y mediana burguesía comercial frente a las grandes superficies, &iquest;para que lo hace sino para capitalizar electoralmente a esos sectores, para convertir sus votos en escaños o puestos ejecutivos dentro del aparato estatal burgués? Con todos los respetos, hay pequeños y medianos capitalistas que por las convicciones ideológicas, el talento político y la abnegación militante, ni a lo lejos y de noche se parecen a Engels. Sin embargo, buscan hacer algo por sus propios intereses y de paso vivir en paz con su conciencia "comunista". Como dice Marx: quieren sentirse a la vez "economistas y pueblo". Algo parecido a lo que supuestamente experimentan los dirigentes políticos electos del partido que viven de los presupuestos estatales. Con la prueba política que acabas de aportar, &iquest;se puede negar que el P.C.E. sea la representación de toda esa gente, de que ese partido sea el espejo donde estos sectores se pueden ver reflejados en su contradicción dentro de la sociedad capitalista?

Propuestas como la que aprobó el IV congreso del P.C. de Madrid en febrero de 1997, propugnando crear <<canales de participación social que impliquen en especial a sindicatos, movimiento vecinal, pequeña y mediana empresa, movimiento ecologista, mujeres, jóvenes, delimitan la franja electoral del P.C.E. y el lugar que ocupan dentro del Estado capitalista. Y la táctica de apoyar a las PYMES en su lucha contra los monopolios a condición de que adquieran <<compromisos con el empleo, modernización y participación de los trabajadores, demuestra que el celo del P.C.E. por mantener el medio ambiente burgués llega a extremos de una imaginería que supera los mejores oráculos de nuestro inefable "Rapel". Como si los límites económico-sociales de la ley del valor pudieran extenderse como la goma de mascar.

Resoluciones como ésta seguro que abundan en cada una de las organizaciones federadas de tu partido. Libre de polvo y paja, esta resolución plasmada en el programa electoral de I.U. para las últimas elecciones, se resume en el consabido <<apoyo fiscal y financiero a las PYMES y pequeño comercio. En cuanto a las alternativas para el campo español, el P.C.E. hace tres cuartos de lo mismo. En vez de profundizar en una táctica conducente a ganar la voluntad política de los pequeños agricultores y ganaderos para la revolución, diciendo la verdad, esto es teniendo en cuenta la "Ley general de la cumulación capitalista", se les miente en nombre del marxismo haciéndoles creer en la posibilidad ilusoria de que el futuro de sus hijos está garantizado por una actividad que -como el pequeño comercio- va a contrapelo de la inevitable tendencia al predominio económico cada vez mayor de la gran empresa en la esfera de la producción y de la circulación. Nada dice en su programa ni traduce en su política concreta acerca de las consecuencias económicas y sociales del desarrollo de las fuerzas productivas en el campo bajo el capitalismo. Nada sobre la incompatibilidad no ya histórica sino actual entre este desarrollo y el mantenimiento de la propiedad privada de la tierra y de los medios de producción en la actividad agropecuaria y extractiva en general.

Esta contradicción se expresa en que el exceso de producción permanente en la industria agropecuaria amenaza con el derrumbe de los precios y la práctica desaparición de la renta territorial y de la ganancia industrial. La política de subvenciones se explica por una doble necesidad: En primer lugar, recortar la producción y oferta de productos primarios para evitar que la caída de precios haga imposible la actividad en el sector; en segundo lugar, para mantener funcionando una franja de empresas medianas y pequeñas con costes de producción por encima de los precios vigentes. ¿De dónde sale gran parte del dinero de estas subvenciones? De los impuestos que recaen sobre el salario de los trabajadores europeos en general. El hecho de que buena parte de la renta territorial y de la ganancia industrial que perciben los terratenientes e industriales agropecuarios de los países imperialistas deban ser subvencionadas, pone de manifiesto dos cosas:

  1. que la ley del valor clama por la implantación del socialismo en el campo al dejar sin utilidad social a gran parte de la tierra, de la fuerza de trabajo y del capital actualmente empleados en el campo, mientras dos tercios de la humanidad padecen de hambre crónica; y
  2. que la política de subvenciones lesiona los intereses presentes del proletariado industrial no agrícola, mientras se vuelve progresivamente incompatible con los intereses históricos del conjunto según avanza el desarrollo incontenible de las fuerzas productivas en el campo y la consecuente tendencia no menos irresistible a bajar los precios de los productos de primera necesidad, por exigencia de la ley del valor en la industria urbana.

Es en este contexto donde se revela el papel objetivamente contrarrevolucionario que juegan dirigentes como Julio Anguita y Emilio Romero al frente de manifestaciones de jornaleros en defensa de la pequeña y mediana explotación del trabajo dedicado al olivo, el mismo que juega el eurodiputado Salvador Jové proponiendo una reglamentación comunitaria para la adjudicación de las subvenciones en el agro europeo. Pan para hoy y hambre para mañana. Esta política expresa muy bien el cometido esencial de los intelectuales del P.C.E., cual es el de garantizar la vinculación orgánica permanente entre la base material del sistema burgués y su superestructura ideológica y política, entre la cultura de la ganancia capitalista y la cultura de la democracia representativa de partidos, entre la ley del valor y las instituciones Estado, entre la explotación del trabajo asalariado y el "parlamentarismo revolucionario".

Que hoy el proletariado español vaya a remolque de otros partidos más representativos de la pequeña y mediana burguesía no invalida este razonamiento. En cambio, sí que esa dispersión política tiene mucho que ver con lo que ha venido haciendo el P.C.E. desde bastante antes de la transición. En cada momento histórico, el comportamiento de la vanguardia natural del proletariado se explica no sólo por las condiciones objetivas en que vive y por lo que le inducen a hacer sus enemigos visibles, sino por la educación que ha recibido de las organizaciones politicas en que tradicionalmente se ha venido sintiendo representada. Desde los tiempos de la Segunda República, el P.C.E. ha venido fetichizando la idea de la democracia de mercado en la conciencia del proletariado español. Este fetiche político jugó y sigue jugando el mismo papel contrarrevolucionario que el Código napoleónico y el Imperio en la conciencia del campesino parcelario francés durante la insurreción obrera de junio de 1848 (2) : 

<<...Por tanto, sólo un (partido) reaccionario, enemigo de la clase obrera, lacayo de la burguesía, puede dedicarse ahora a pintar los encantos de la democracia burguesa y a hablar de la democracia pura, mirando a un pasado ya caduco. La democracia burguesa ha sido progresiva en comparación con la Edad Media, y había que utilizarla. Pero ahora es insuficiente para la clase obrera. Ahora hay que mirar no hacia atrás sino hacia delante, y sustituir la democracia burguesa por la proletaria. Si ha sido posible (y necesario) realizar en el marco del Estado democrático burgués el trabajo preparatorio de la revolución proletaria, la instrucción y formación del ejército proletario, encerrar al proletariado dentro de ese marco, cuando se ha llegado a las "batallas decisivas", es traicionar la causa proletaria, ser un renegado... (V.I. Lenin: "La revolución proletaria y el renegado Kautsky" Cap.IV: "Que no se atrevan los soviets a convertirse en organizaciones estatales". El primer paréntesis es nuestro).

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notas

2.- <Volvamos al análisis de Marx en "El 18 Brumario..." Desde la puesta en práctica del código napoléonico que liberó al trabajo agrícola del yugo feudal, hasta la insurrección de junio de 1848 habían pasado dos generaciones. En todo ese tiempo, el despliegue de la lógica del capital había llevado la ruina al moderno campesino parcelario:

<<Después de que la primera revolución había convertido a los campesinos semisiervos en propietarios libres de su tierra, Napoleón consolidó y reglamentó las condiciones bajo las cuales podrían explotar sin que nadie les molestase el suelo de Francia que se les acababa de asignar, satisfaciendo su afán juvenil de propiedad. Pero lo que hoy lleva a la ruina al campesino francés, es su misma parcela, la división del suelo, la forma de propiedad consolidada en Francia por Napoleón. (...) Han bastado dos generaciones para engendrar este resultado inevitable: empeoramiento progresivo de la agricultura y endeudamiento progresivo del agricultor>> (K. Marx: Op.cit. Cap. VII) 

 Marx describe las mayoritarias condiciones miserables de vida en el campo: dieciséis millones de campesinos (incluyendo las mujeres y los niños) vivían en cuevas, una gran parte de las cuales con sólo una abertura, otra parte dos y las "privilegiadas" tres:

<<Por tanto, el interés de los campesinos no se halla ya, como bajo Napoleón, en consonancia sino en contraposición con los intereses de la burguesía, con el capital. Por eso los campesinos encuentran su aliado y jefe natural en el proletariado urbano, que tiene por misión derrocar el orden burgués>> (Ibíd.)

Sin embargo, en la insurrección de junio el campesinado francés dio la espalda al proletariado. ¿Por qué? Por la autonomía relativa de la superestructura ideológica; en este caso, jurídica y política. Los campesinos pobres habían visto todas las posibilidades de su emancipación social no en sus propias luchas sino en su producto: el Código napoleónico y el Imperio. Procedieron según quienes profesan la religión, que se hacen a la creencia de un Dios creador para luego afirmar que Dios les creó a ellos. Las condiciones materiales que a instancias de las luchas sociales determinaron la emancipación política del campesinado habían desaparecido, pero las formas jurídica y política en que esa emancipación se expresó seguían vigentes. Por tanto, vigente también la creencia de que el Código de Napoleón y el Imperio darían solución a sus males. Por lo visto, esa ilusoria aspiración a ser beneficiarios de la justicia eterna pudo más en los campesinos parcelarios de 1848 que la terrible experiencia directa de las miserables condiciones reales de vida a las que habían sido arrojados por la lógica del capital prevista en el propio Código de Napoleón. Esas condiciones de existencia le impulsaban a plegarse a la revolución proletaria. Pero su conciencia, la que ganó con sus luchas contra el yugo feudal pero enajenó en el concepto de justicia eterna representada por el Código de Napoleón y el Estado burgués naciente, pudo más, y eso determinó el triunfo de la república burguesa:

<<A su lado estaban la aristocracia financiera, la burguesía industrial, la clase media, los pequeñoburgueses, el ejército, el infraproletariado (lumpenproletariat)  organizado como Guardia Móvil, los intelectuales, los curas y la población rural. Al lado del proletariado de París no estaba más que él sólo.  Más de 3.000 insurrectos fueron pasados a cuchillo después de la victoria y 15.000 deportados sin juicio. Con esta derrota, el proletariado pasa al fondo de la escena revolucionaria>> (K. Marx: Op.cit. Cap.I)

¿Qué tenía que haber hecho el proletariado francés de entonces: renunciar al intento de vencer la resistencia ideológica del campesinado a completar su revolución agraria integrando sus aspiraciones en la lógica de la revolución socialista? Esta pregunta es ociosa porque fue contestada por la historia, y nosotros, con Marx, nos congratulamos de contar con ese grandioso patrimonio político en la memoria histórica del movimiento obrero revolucionario. Nada que ver con el estrecho y andrajoso patrimonio nacionalista burgués por el que acaban de inmolarse los asalariados serbios y albanokosovares, enfrentados de modo tan sangriento como absurdo en este conflicto.>> (del GPM a "Camaradas anónimos"  junio de 1999)    volver