8. Eugen Varga y los nuevos revisionistas

Eugen Varga fue economista y ministro de finanzas del gobierno revolucionario húngaro de 1919, tras cuyo aplastamiento tuvo que emigrar a Moscú, donde residió el resto de su vida. Tuvo también una destacada intervención en los Congresos de la III Internacional.

En sus escritos, Varga iniciará un estilo de análisis económico que ya estaba también presente en las obras de Bujarin y que luego seguirán todos los economistas soviéticos. Por un lado, ese estilo insistirá en una repetición de determinados párrafos de los escritos de Marx y Lenin, para demostrar un apego formal por los textos y una continuidad en la investigación. Por el otro, las obras de Varga y los "Manuales" soviéticos se limitarán a una tarea puramente descriptiva de los fenómenos más superficiales del capitalismo contemporáneo. Parecen dar a entender que en Economía Política todo ya estaba escrito y que únicamente quedaba actualizar estadísticamente los estudios de Marx y Lenin. Se trataba de una cómoda "puesta al día" de los viejos textos con los nuevos datos.

Pero a diferencia de los economistas soviéticos, Varga aún conserva retazos de la teoría del derrumbe, y escribirá: "La doctrina de Marx relativa a las crisis está indisolublemente vinculada a su teoría del carácter históricamente temporal y al hundimiento revolucionario inevitable del capitalismo por la lucha del proletariado (...) Quien niega la teoría marxista del hundimiento debe necesariamente repudiar o falsificar de manera oportunista su teoría de las crisis"(117). Sin embargo, no hay una explicación de las razones objetivas de ese hundimiento inevitable, del papel que desempeña ahí la crisis del capitalismo.

Por lo demás, la teoría de Varga y los soviéticos sobre las crisis no es otra que la vieja teoría revisionista del subconsumo. Varga diferencia la producción (a la que denomina "poder de compra de la sociedad") del poder de consumo (los salarios de los obreros más la plusvalía de los capitalistas que no se destina a la acumulación) y considera que el abismo entre ambas cantidades progresa cada vez más; la contradicción entre una producción socializada y una apropiación privatizada se manifiesta en esa divergencia creciente entre la expansión de la producción de mercancías y la limitación del consumo: "Es la limitación y la disminución relativa, continua, fatal, del poder de consumo lo que resulta decisivo para la suerte del capitalismo". Tal teoría se apoya, como es natural, en que "los medios de producción sirven, en el proceso de reproducción social, o la producción de medios de consumo" y, por tanto, "la producción de medios de producción está, en último análisis, limitada por el poder de consumo de la sociedad capitalista. La disminución relativa del poder de consumo producida por la acumulación, necesariamente debe poner fin tarde o temprano, a la extensión de la producción (...) Es así como la contradicción que se exacerba fatalmente entre la evolución de las fuerzas productivas y el poder de consumo de la sociedad capitalista determina en un grado creciente, la marcha del ciclo industrial y constituye la base económica de la maduración acelerada de la crisis revolucionaria". El monopolismo agrava el problema del subconsumo al reducir la capacidad de absorción de los mercados: "El poder de consumo de la sociedad capitalista disminuye relativamente con el desarrollo de los monopolios y como, en último análisis, la potencia del poder de consumo determina también la potencia del poder de compra, la contradicción entre las posibilidades de producción y las posibilidades de salida se hacen cada vez más grandes y el problema del mercado cada vez más insoluble" (118)

Los "Manuales de Economía" de los soviéticos han repetido hasta la saciedad las ideas de las dificultades de realización y venta de las mercancías. Así para Rumiantsev "las crisis de superproducción se distinguen por una considerable agravación de las dificultades de venta del producto" (119) y, según Nikitin, "la capacidad adquisitiva de las masas trabajadoras queda a la zaga de la producción, que se amplía constantemente. Este atraso alcanza periódicamente enormes proporciones y da lugar a las crisis económicas de superproducción (...) El exceso de mercancías sólo existe si se tiene en cuenta la demanda solvente, pero no en comparación con las verdaderas necesidades de la sociedad. Durante la crisis no disminuyen las necesidades de la sociedad, sino que se produce un descenso vertical de la capacidad solvente de las masas trabajadoras. Durante las crisis los trabajadores se ven privados de lo más indispensable y sus necesidades son satisfechas peor que en ninguna otra época" (120). Por su parte, Rindina y Chernikov escriben:

"Esta contradicción consiste en que la creciente masa de mercancías, materialización del valor y de la plusvalía, requiere que se amplíen constantemente los mercados para la venta de las mismas. Empero a la par de ello, el incremento de la explotación de los obreros y campesinos restringe el consumo de la enorme mayoría de la sociedad. Así, las condiciones de su realización, dependientes de la capacidad adquisitiva de la sociedad y la proporcionalidad entre las distintas ramas de la producción. Este conflicto se manifiesta en el mercado, cuando las mercancías no encuentran salida a precios capaces de realizar la plusvalía que entrañan, e incluso, muchas veces, a precios capaces sólo de reponer los gastos de producción.

"Las crisis económicas hacen patente que la producción capitalista depende, en última instancia, del nivel del consumo personal de las masas trabajadoras" (121).

En otra obra de divulgación italiana se puede leer igualmente: "El punto crucial del sistema capitalista es precisamente éste, la venta de la mercancía, la reconstitución del capital necesario para reiniciar el proceso productivo, la reproducción (...) Por lo tanto, para que la mercancía producida pueda ser vendida con una ganancia, esto es, a un precio remunerativo, es necesario que exista una demanda, un poder adquisitivo (...) Una condición fundamental de desequilibrio está representada precisamente por la relativa disminución del poder de adquisición de las masas no capitalistas (...) Es característico de todas las sociedades basadas en la explotación mantener a las masas en un estado de perenne subconsumo y ello con el fin de conservar la estructura social existente (...) Si bien, pues, el subconsumo no es una característica exclusiva del sistema capitalista de producción sino que es común a todos los sistemas basados en la explotación y en la división en clases, en el sistema capitalista desempeña, sin duda, un papel importante en el origen de la crisis, cosa que vimos cuando hablamos de las tesis de Sismondi y Malthus" (122).

A través de tantos "Manuales" el subconsumo ha enraizado como la mala hierba entre el pensamiento marxista, de modo que no hay tampoco línea política de partido revisionista que no proponga como receta la elevación de los salarios y el estímulo de la demanda, para salir de la crisis de superproducción, ni que deje de denunciar su llamativo contraste con el "despilfarro económico" que el capitalismo desata. Sin embargo, la realidad va por otro rumbo y no hay crisis que no se salde con un fuerte descenso de los salarios y de la demanda de consumo como vía de escape. Los subconsumistas siguen también sin explicarnos la superproducción de capital-dinero, es decir, de la ganancia ya realizada.

No obstante, Varga apunta algunos detalles interesantes, que no sólo no llega a desarrollar mínimamente, sino que no hacen más que añadir confusión al problema. Así por ejemplo, esboza correctamente la naturaleza de los ciclos económicos que, a diferencia de sus tesis anteriores, no relaciona con el subconsumo, sino con la acumulación, a la que considera como "un proceso dialéctico". Así en su obra, se engendra una dualidad irresoluble: la crisis no parece tener vinculación con el ciclo económico; ambos parecen caminar en paralelo, la primera vinculada al subconsumo y el segundo a la acumulación.

Las teorías, viejas y modernas, del subconsumo no pueden aportar nada al análisis de la crisis del capitalismo. La superproducción no es la causa de la crisis sino su consecuencia y no es una superproducción compuesta principalmente de bienes de consumo sino una superproducción de capitales, bien en su forma de mercancías, bien en su forma de capital-dinero. Su origen está en la insuficiente valorización del capital. Pero el análisis de la superproducción en los nuevos revisionistas es extraordinariamente confusa y ambigua. Por ejemplo, según Nikitin "la superproducción de mercancías que da lugar a las crisis no es absoluta, sino relativa" (123). Y para Rumiantsev, la esencia de las crisis "reside en que la cantidad de mercancías producidas en la sociedad resulta superior a la demanda solvente y no encuentra salida. En consecuencia, cierta parte de la producción suspende su actividad, disminuye la producción de mercancías y el período de crecimiento de la producción cede lugar a la decadencia. Este exceso de mercancías respecto de la demanda en la sociedad expresa la superproducción de capital, la excesiva ampliación de la producción, debida al afán de lucro, en comparación con el volumen de la demanda solvente posible en las condiciones de cada caso concreto" (124). Sólo admiten, por tanto, la superproducción relativa y no aluden para nada a la superproducción absoluta (125). Varga pone en boca de Marx que la acumulación significa "una superproducción relativa continua" (126), mientras los soviéticos dicen que fue Lenin quien "subrayó" la relatividad de la superproducción de capitales (127). Los economistas soviéticos tienden a recargar todos los males del capitalismo sobre los monopolios, y en particular a responsabilizarles de la superproducción (128), lo que resulta falso porque la superproducción aparece también en la fase premonopolista del capitalismo: como es igualmente falso referirse a la superproducción de capital como capital sólo monetario, crediticio, bursátil o accionarial (129). No obstante, al copiar literalmente a Lenin, a veces dan finalmente con la clave: "La necesidad de exportar capitales obedece a que en unos pocos países el capitalismo está 'demasiado maduro' y al capital le falta espacio para su aplicación 'lucrativa'" (130). Esto, que podía haber resultado un excelente punto de arranque para el análisis del problema, no se desarrolla, quedando en un mero calco aislado de lo que Lenin escribió, pero sin citarle siquiera.

Los economistas del Partido Comunista Francés adoptan una posición intermedia: admiten las dos clases de superproducción, la absoluta y la relativa. Denominan superproducción absoluta de capital cuando una cantidad suplementaria de capital no rinde ningún beneficio adicional al ya existente, mientras que la califican de relativa cuando el capital suplementario no alcanza a obtener la cuota media de ganancia (131). Este planteamiento tampoco es correcto, aunque quepa disculparlo en el contexto en el que los autores de este estudio lo plantean, al tomar en consideración dos factores muy concretos que nosotros hemos dejado de lado, a saber, por una lado, la intervención del Estado en la economía y el funcionamiento de las empresas públicas, la mayor parte de las cuales operan con pérdidas o con beneficios por debajo de la cuota media de ganancia y, por el otro, determinados pequeños negocios de tipo familiar que operan por debajo de los márgenes de beneficio corrientes, constituyendo bolsas de desempleo encubiertas. Pero este planteamiento es estático y considera la cuota de ganancia algo fijo y no en continuo movimiento (y en movimiento de descenso, además). Una consideración dinámica de la cuota de ganancia explicaría cómo una misma empresa en un momento dado obtiene beneficios por encima de la cuota media y luego por debajo de ella y ninguna de ambas situaciones cambiaría sustancialmente la situación sino que seguiría funcionando mientras el capital acumulado siguiera rindiendo beneficios. A veces la superproducción aparece con una cuota de ganancia por encima de la cuota general y otras veces cuando su cuota individual está por debajo de ella. La superproducción relativa no alcanza a explicarnos cómo es posible que se produzca exportación de capitales entre países con similares cuotas de ganancia, entre las mismas potencias imperialistas Lo que le interesa al capitalista no es tanto un número abstracto, un mero índice, la cuota general, sino la masa total de beneficio en relación con el capital acumulado: para Marx el flujo de capital o su acumulación "se desarrollan en proporción al peso que ya tiene y no en proporción a la cuantía de la cuota de ganancia" (132). No existe la superproducción relativa de capital: la cuota de ganancia disminuye pero la masa de ganancia aumenta, y el capitalista se preocupa justamente cuando la masa (y no la cuota) empieza también a descender.

notas:

-------------

  1. La crise économique, sociale, politique, Bureau d'Editions, París, 1935, pg. 19.
  2. La crise, cit., pgs. 25, 32, 35, 37 y 39.
  3. Economía Política. Capitalismo, Manual, Progreso, Moscú, 198O, pg 451.
  4. Manual de Economía Política, Akal, Madrid, 1986, pgs. 152-153.
  5. Economía Política del capitalismo, Ayuso, Madrid, 1975, pg. 169.
  6. Antonio Pesenti: Lecciones de Economía Política. Tratado marxista de Economía Política, Ediciones de Cultura Popular, México, 1975, pgs. 259 a 264.
  7. Manual de Economía Política, cit., pg. 153
  8. Economía Política. Capitalismo, cit., pg. 443.
  9. Rumiantsev, Economía Política. Capitalismo, cit., pg. 492-493; Nikitin, ob.cit., pg. 153.
  10. La crise, cit., pg. 32.
  11. N.S.Spiridonova y L.A.Cherkasova: Rasgos económicos del imperialismo, Grijalbo, Barcelona, 1974, pg.52. Lo mismo afirman Rindina y Chernikov, ob.cit., pgs. 254-255.
  12. Rindina y Chernikov, ob.cit.,, pg. 254; Spiridonova y Cherkasova, ob.cit., pg. 52.
  13. Rindina y Chernikov, ob.cit., pg. 254; Spiridonova y Cherkasova, ob.cit., pg. 52.
  14. Spiridonova y Cherkasova, ob.cit., pg. 53.
  15. Capitalismo monopolista de Estado, cit., tomo I, pgs. 48-49.
  16. El capital, III-15, pg. 244.

 

volver al índice del documento

éste y el resto de nuestros documentos en otros formatos
grupo de propaganda marxista
http://www.nodo50.org/gpm
apartado de correos 20027 Madrid 28080
e-mail: gpm@nodo50.org