7. La lucha contra el revisionismo: Lenin

Fue Lenin singularmente quien planteó batalla a las concepciones de los revisionistas en el terreno político, ideológico, estratégico y organizativo, defendió el marxismo y lo desarrolló con nuevas e importantes aportaciones. Esta tarea de Lenin es bien conocida y ha sido continuada después por todo el movimiento comunista internacional, especialmente por Mao Zedong, debido a la persistente influencia del revisionismo en las filas del movimiento obrero.

Sin embargo, los primeros escritos económicos de Lenin estuvieron dirigidos contra los populistas, cuyas posiciones, tomadas de Sismondi (101) y Malthus (102), eran muy parecidas a las revisionistas.

Apenas trascendieron en su momento fuera de Rusia y algunos de ellos ni siquiera se publicaron entonces. La polémica contra los populistas en Rusia es anterior a la de la socialdemocracia alemana contra los revisionistas y, sin embargo, los argumentos de Lenin no se tomaron en consideración por la debilidad de los círculos marxistas rusos, en general, y de Lenin, en particular, que en aquella época tenía 23 años y no era conocido. Buena parte de las críticas de Lenin van dirigidas contra el economista ruso Tugan-Baranovski, que formaba parte con Bulgakov y Struve de los "marxistas legales", un anticipo ruso de lo que luego sería el revisionismo dentro de la socialdemocracia alemana. Después de la lucha contra el revisionismo entre la socialdemocracia alemana, Lenin no insiste sobre las cuestiones económicas porque en 1903 sobreviene la escisión dentro de la socialdemocracia rusa y el enemigo principal pasó a ser otro distinto y no ya los populistas. Entonces Lenin tuvo que trasladar la discusión al terreno político, estratégico e ideológico y sólo muy superficialmente entró en las cuestiones económicas. Basta leer "La revolución proletaria y el renegado Kautsky" o "El Estado y la revolución" para caer en la cuenta de cuáles eran las cuestiones más importantes que entonces abordó Lenin en su lucha contra el revisionismo. Incluso en su obra "El imperialismo, fase superior del capitalismo" Lenin critica a Kautsky porque éste consideraba el imperialismo como un fenómeno exclusivamente político, lo que lleva a Lenin a centrarse en los fenómenos más aparentes y descriptivos del monopolismo, debido al carácter popular y divulgativo del folleto, que contrasta radicalmente con otros estudios suyos extremadamente concienzudos, como por ejemplo "Materialismo y empiriocriticismo", en el que critica las corrientes filosóficas más en boga entonces. Por el contrario, la Economía Política no volvió a atraer la atención de Lenin, después de sus primeros trabajos juveniles. Incluso Lenin lamenta en "El imperialismo, fase superior del capitalismo" no haber podido escribir una obra menos económica y más política, a causa de la censura. Y es que los aspectos económicos del revisionismo quedaban en un segundo plano ante la colaboración de la socialdemocracia en la guerra mundial y su oposición a la revolución de octubre en Rusia. Consideraba superada la polémica con el revisionismo en el plano económico: lo importante era explicar cómo era posible que en la nueva etapa imperialista una parte de los trabajadores, la aristocracia obrera, traicionara a su clase. Los estudios económicos que Lenin elaboró en su juventud tenían un claro carácter instrumental; incluso obras tan vastas como "El desarrollo del capitalismo en Rusia" estaban concebidas para la elaboración de la línea política de la socialdemocracia. Más que su indudable interés para el análisis económico, prevalecía la necesidad de diseñar una estrategia revolucionaria para Rusia.

Las posiciones de Lenin han sido abiertamente tergiversadas después por los propios revisionistas contemporáneos, por lo que importa dejar bien claras cuáles fueron sus posiciones en la lucha contra los que caricaturizaban al marxismo. Así por ejemplo para Umberto Cerroni la teoría del derrumbe, "uno de los problemas más espinosos de la tradición marxista", fue rechazada por Kautsky, Luxemburgo y Lenin. Incluso llega a decir que en este aspecto, Lenin estaba de acuerdo con Kautsky (103). Todos sus esfuerzos radican en demostrar que Lenin se opuso tanto a la idea de un colapso como a la de la superproducción y que entendía el proceso revolucionario como un fenómeno exclusivamente subjetivo: el capitalismo sería derribado por la creciente conciencia y organización del proletariado. Según Cerroni, la crisis económica es "un aspecto más" de la crisis social, en la que inciden factores jurídicos, políticos y, cómo no, morales, porque Marx no tenía una noción tan mecanicista de la crisis capitalista, sino que la subjetividad desempeña un papel de primer orden (104). Cerroni no se limita a falsificar el pensamiento de Kautsky y de Luxemburgo: lo que es peor, falsifica el de Marx y el de Lenin.

Lenin defendió abiertamente las ideas económicas de Marx y, en cuanto a la ley del derrumbe y en contra no sólo de Bernstein sino también de Kautsky, escribió: "El capitalismo marcha hacia la bancarrota, tanto en el sentido de las crisis políticas y económicas aisladas como en el del completo hundimiento de todo el régimen capitalista" (105). No se trata únicamente de dificultades de realización, de desproporciones o de contracción de los mercados sino de la inviabilidad del capitalismo como sistema económico de producción y valorización, de que la acumulación tiene un límite que, una vez alcanzado, impide la reproducción del sistema.

Los populistas rusos negaban la viabilidad del capitalismo en Rusia, pero Lenin supo aclarar que la situación en Alemania y en Rusia era diferente; el primero era un país maduro donde el capitalismo había desarrollado sus fuerzas productivas y estaba en trance de entrar en su fase monopolista e imperialista, es decir, en la fase de decadencia, mientras en Rusia aún la penetración era muy débil y el desarrollo capitalista no había extendido aún sus efectos progresistas. Por eso la situación económica en Alemania había que analizarla sobre todo en base al Libro III de "El capital", mientras que para el estudio de la de Rusia había que adoptar los esquemas de reproducción y acumulación del Libro II. En un caso había que hablar de la crisis del capitalismo y en el otro de su desarrollo. Ese es el significado del Libro II: demostrar la circulación del capital y su posibilidad de realización interior, ilustrar el paso de la economía natural a la mercantil y de ésta al capitalismo. Además, en esa época, el Libro III aún no había sido llevado a la imprenta por Engels, por lo que al escribir sus primeras obras Lenin no pudo tener una visión completa del pensamiento de Marx al respecto.

Los esquemas del Libro II se basan en la idea de equilibrio y, por tanto, tienen un alcance explicativo muy limitado; hay que ponerlos en relación con el análisis marxista de las tendencias del capital en su conjunto y, especialmente, con la tendencia decreciente de la cuota de ganancia, que sólo aparece en el Libro III. Los esquemas de circulación del Libro II parten de supuestos muy estrictos que no existen en el mundo real. Los dos supuestos más importantes son que, en ese nivel de análisis, Marx sigue suponiendo que el sistema económico está cerrado al comercio exterior y que las mercancías se venden por su valor, las cuotas de ganancia de los dos sectores no están aún igualadas y no hay transferencias de valor de un sector a otro y que sólo circula dinero metálico:

"Para mantener en su pureza la fórmula del ciclo, no basta suponer que las mercancías se venden por su valor, sino que hay que partir, además. de la premisa de que las demás circunstancias en que esto ocurre permanecen invariables"

"Partimos siempre del supuesto de que el dinero es dinero metálico, con exclusión del dinero simbólico, de los simples signos de valor, que son especialidad de ciertos Estados, y del dinero-crédito, que aún no ha llegado a desarrollarse" (106).

Puede decirse que mientras en el Libro II se trata del equilibrio a corto plazo, en el Libro III se trata de las tendencias, de los desequilibrios a largo plazo y, sobre todo, de la caída de la cuota de ganancia. Si no se tiene esto en cuenta, los esquemas de reproducción del Libro II no sirven en absoluto para examinar los mecanismos de acumulación y reproducción.

En cuanto a la superproducción, Lenin criticó las concepciones de Sismondi al respecto, ya que el subconsumo "existió en los regímenes económicos más diversos, mientras que las crisis constituyen el rasgo distintivo de un sólo régimen: el capitalismo (107). Lenin no extrae el diagnóstico de las crisis del ámbito de la producción sino que las sitúa en el epicentro del modo de producción capitalista, en la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, entre el carácter socializado de las primeras y el privatizado de las segundas. Y lo que es más importante. Lenin no niega la existencia de subconsumo sino que lo "pone en su lugar considerándolo como un hecho secundario que concierne a un sector de la producción capitalista" (108). Lenin reconoció la enorme importancia de las contradicciones entre la producción y el consumo y del problema de subconsumo que origina, pero no la situó en el mismo plano que la otra porque ella "no puede explicar las crisis", en cuanto que "dicha contradicción no significa que el capitalismo sea imposible" (109). La contradicción entre la producción y el consumo no está al mismo nivel que la contradicción entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción: la primera es una contradicción secundaria frente a la segunda, que es la principal; esta última es una contradicción antagónica que conduce al desmoronamiento del capitalismo, mientras que la primera puede controlarse, de modo que toda producción se realice íntegramente en el mercado: "Naturalmente, si el capitalismo hubiera podido desarrollar la agricultura, que actualmente se halla en todas partes enormemente atrasada con respecto a la industria; si hubiera podido elevar el nivel de vida de las masas de la población, que siguen viviendo, a pesar del vertiginoso progreso de la técnica, una vida de hambre casi y de miseria, no habría por qué hablar de un exceso de capital. Este 'argumento' es constantemente empleado por los críticos pequeñoburgueses del capitalismo, pues el desarrollo desigual y el nivel de vida de las masas semihambrientas son las condiciones y las premisas básicas, inevitables, de este modo de producción. Mientras el capitalismo es capitalismo, el exceso de capital no se consagra a la elevación del nivel de vida de las masas en un país determinado, ya que esto significaría la disminución de las ganancias de los capitalistas, sino al acrecentamiento de estos beneficios mediante la exportación de capital al extranjero, a los países atrasados" (110).

Una de las críticas de Lenin a Sismondi, los populistas y todos los subconsumistas, consistía en decirles que sólo tenían en consideración el consumo improductivo, el consumo personal, mientras que el mercado de medios de producción también es consumo (consumo productivo) y entra en la circulación de mercancías. A su vez esta errónea concepción de románticos y revisionistas procede de que Sismondi no enmendó el error de Smith al subdividir la producción únicamente en capital variable y plusvalía, sin tener en cuenta el capital constante (111). De ahí deriva la concepción del capitalismo como un mecanismo económico volcado en el consumo y, por ende, todas las teorías del subconsumo. Es justamente este mercado de capital constante, de medios de producción, el que va adquiriendo con el desarrollo del capitalismo una importancia mayor, frente al consumo improductivo. De modo que una parte de la pequeña burguesía rural se arruina y se escinde en burguesía rural y proletariado rural, pero este fenómeno de proletarización contribuye, por una parte a liberar mano de obra para la industria y, por el otro, promueve el mercado de medios de producción. La acumulación originaria de capital consiste precisamente en una expropiación de la pequeña propiedad rural, en una centralización de la propiedad sobre los medios de producción, que pasan a convertirse en capital. Eso no reduce el mercado interior sino que lo crea (112). Decía Lenin: "El empobrecimiento de las masas del pueblo (ese miembro infaltable en toda disquisición populista sobre el mercado) lejos de obstaculizar el desarrollo del capitalismo, expresa su desarrollo, es condición de éste y lo fortalece. El capitalismo necesita de 'obrero libre', y el empobrecimiento se traduce justamente en que los pequeños productores se convierten en obreros asalariados. Este empobrecimiento de las masas es acompañado por el enriquecimiento de unos pocos explotadores; a la ruina y decadencia de los pequeños establecimientos siguen el fortalecimiento y desarrollo de los más grandes; ambos procesos contribuyen a la ampliación del mercado: el campesino empobrecido, que vivía antes de su propia agricultura, vive ahora de un salario, es decir, de la venta de su fuerza de trabajo. Ahora tiene que comprar los artículos de consumo necesarios (aunque en menor cantidad y de peor calidad); por otra parte, los medios de producción de los cuales es liberado este campesino se concentran en manos de una minoría, se convierten en capital y el producto entra al mercado" (113).

Lenin analiza la contradicción entre la producción y el mercado sobre la base crucial de la acumulación y de cómo ésta supone un crecimiento de las necesidades de toda la población, incluido el proletariado. Por tanto, en contra de lo que exponían Tugan-Baranovski y Hilferding, la acumulación tiene que incrementar el sector de la producción dedicado a fabricar bienes de consumo; una parte de la acumulación se tiene que destinar a incrementar el capital variable; el desarrollo de ese sector dedicado a la fabricación de bienes de consumo es también fundamental porque contribuye a reducir los salarios. Esta es la clave para analizar la cuestión de la pauperización de la clase obrera: el sector dedicado a la fabricación de medios de producción crece más rápidamente que el dedicado a fabricar bienes de consumo, pero no significa que éste no crezca en absoluto.

Otro de los postulados defenestrados por Lenin es el de la exigencia de "terceros" y del mercado exterior para la viabilidad del capitalismo, exigencia requerida tanto por los populistas en Rusia como por Luxemburgo en Alemania. Este análisis de Lenin, basado en el Libro II de "El capital", es el que permitió comprender correctamente el carácter de la revolución futura en Rusia y la clase destinada a dirigir esa revolución, la clase obrera. Sólo esta certera comprensión de las tendencias económicas en Rusia permitió a los bolcheviques diseñar una estrategia adecuada, prever el papel de las demás clases en el proceso revolucionario y ganarse importantes aliados.

En obras posteriores Lenin desarrolló esta misma idea relacionándola con sus tesis sobre el imperialismo, una de cuyas características era precisamente la descomposición. En 1910 Rudolf Hilferding publica "El capital financiero", en el que relaciona a los monopolios con la posibilidad de regular el capitalismo y evitar las crisis, descartando radicalmente cualquier posibilidad de colapso del sistema. Los monopolios habían eliminado la anarquía de la producción, es decir, la competencia. Lenin también criticó estas concepciones: "La afirmación reformista burguesa de que el capitalismo monopolista de Estado no es ya capitalismo, que puede llamarse ya socialismo de Estado', y otras cosas por el estilo, es el error más difundido. Naturalmente, los trusts no proporcionan, no han proporcionado hasta ahora ni pueden proporcionar una planificación completa. Pero por cuanto son ellos los que trazan los planes, por cuanto son los magnates del capital quienes calculan de antemano el volumen de la producción a escala nacional o incluso internacional, por cuanto son ellos quienes regulan la producción con arreglo a planes, seguimos, a pesar de todo, en el capitalismo. Cierto que en una fase suya, pero indudablemente en el capitalismo La 'proximidad' de tal capitalismo al socialismo debe constituir, paca los verdaderos representantes del proletariado, un argumento a favor de la cercanía, la facilidad, la viabilidad y la urgencia de la revolución socialista; pero de ninguna manera un argumento que justifique la tolerancia con quienes niegan esta revolución y con quienes embellecen el capitalismo, como hacen todos los reformistas" (114). En otra obra señala: "Al mismo tiempo, los monopolios, que se derivan de la libre competencia, no la eliminan, sino que existen por encima de ella y a la par con ella, engendrando así contradicciones, rozamientos y conflictos particularmente agudos y bruscos (...) El monopolio no puede eliminar nunca del mercado mundial de un modo completo y por un período muy prolongado la competencia" (115).

Por otro lado, Lenin deja también muy claro que el imperialismo tiende a la agudización de todas las contradicciones, que lleva al capitalismo a su crisis general. Es la tendencia al colapso capitalista la única que permite explicar esa creciente agudización de todas las contradicciones bajo el monopolismo, así como el fermento de las condiciones subjetivas de la revolución: extensión de la conciencia de clase, predisposición para el combate revolucionario, fortalecimiento de la organización del proletariado, etc. El materialismo enseña que las condiciones subjetivas no brotan de la nada sino que se corresponden a una situación objetiva, de manera que resultaría imposible su crecimiento si el capitalismo pudiera desarrollarse indefinidamente y si sus contradicciones se amortiguaran con el transcurso del tiempo, como pretendían los revisionistas. La crisis general del capitalismo significa precisamente que la bancarrota del sistema económico se expande al sistema político, jurídico, ideológico e institucional: que no hay ninguna esfera que se salve de la degeneración capitalista. Sobreponerse a esta crisis general es cada vez más difícil porque cuantitativa y cualitativamente los antagonismos son cada vez mayores. De ahí también que el imperialismo sea un sistema de soborno de una parte de los trabajadores, de creación de una aristocracia obrera cómplice de las maniobras de los monopolistas. Las crecientes dificultades del capital necesitan de auxiliares suyos dentro de las filas obreras: de los reformistas, de los sindicatos amarillos, etc. El surgimiento de este sector traidor y corrupto entre los trabajadores no es un síntoma de debilidad o de falta de conciencia del movimiento obrero, sino de crisis del capitalismo en su conjunto.

Lenin no consideraba de ninguna de las maneras que bajo el monopolismo pudiera democratizarse el sistema burgués de dominación, sino todo lo contrario: "El viraje de la democracia a la reacción política constituye la superestructura política de la nueva economía, del capitalismo monopolista (el imperialismo es capitalismo monopolista). La democracia corresponde a la libre competencia. La reacción política corresponde al monopolio (...) El imperialismo está en contradicción, en contradicción 'lógica', con toda la democracia política en general (...) La sustitución de la libre competencia con los monopolios 'dificulta' más aún la realización de cualquier libertad política" (116). Hoy el capitalismo se mueve sobre una situación económica cada vez más difícil; su reproducción reproduce las contradicciones a un nivel de creciente confrontación y es precisamente esa circunstancia la que impulsa la lucha de clases del proletariado como lucha revolucionaria.

notas:

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  1. "Para una caracterización...", tomo II, pgs. 192 y 243.
  2. "El contenido económico del populismo", en Obras completas, tomo I, pgs. 465-466 y 470 y siguientes.
  3. La teoría de las crisis sociales en Marx, Comunicación, Madrid, 1975, pgs. 107 y 110.
  4. Ibid, pg. l31 y 133.
  5. "Marxismo y revisionismo , cit.
  6. El capital, II-4, pgs. 95 y 100.
  7. "Para una caracterización...", cit., tomo II, pg. 159.
  8. "Para una caracterización...", cit., pg. 160.
  9. "Respuesta al Señor P.Nezhdanov", en Obras completas, tomo IV, pg. 167.
  10. El imperialismo, cit., pg. 77.
  11. "El contenido económico del populismo", cit., tomo I, pgs. 514-515.
  12. "Para una caracterización...", cit, tomo II, pg. l31
  13. "El llamado problema de los mercados", cit., tomo I, pg. ll3.
  14. El Estado y la revolución, Progreso, Moscú, 1974, pg. 73.
  15. El imperialismo, cit., pgs. 112 y 127
  16. "Sobre la caricatura del marxismo y el economismo imperialista", en "El imperialismo y los imperialistas", Progreso, Moscú, s/f, pgs. 95, 98, 99

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