5. La lucha contra el revisionismo: Rosa Luxemburgo

Es importante dejar un hueco a un punto de vista muy influyente en la tradición revolucionaria, como el de Rosa Luxemburgo que, en paralelo con Kautsky, también se enfrentó a los revisionistas en general y a Bernstein en particular, con importantes errores y aciertos. Entre sus errores, el más importante es el del subconsumo, lo que demuestra que esta teoría está mucho más arraigada que la ley de Say; que un economista monopolista como Keynes comparta las teorías subconsumistas, demuestra hasta qué punto esta versión está más arraigada que la ley de Say de los clásicos y que es ella la que merece una atención preferente. Aunque no quepa encuadrar a Luxemburgo entre los reformistas, sino todo lo contrario, es indudable que sus posiciones ideológicas estuvieron impregnadas, cuando menos, de una gran confusión, propia de la tradición que estaba heredando la socialdemocracia alemana y de la que no acababa de desprenderse. Cabe decir que Luxemburgo pretende fundamentar una teoría revolucionaria pero no consigue depurar a Marx de los románticos y los utopistas y lo que es peor: incurre en sus mismos errores. Llega a algunas conclusiones acertadas pero siempre por caminos totalmente erróneos. Muchas de sus concepciones son comunes con los revisionistas, a los que sin embargo critica, y presentan todavía más semejanzas con los populistas rusos.

En su obra "Reformismo o revolución", escrita en 1899, Luxemburgo sale al paso de los revisionistas, a los que considera herederos de Kant, de Proudhon y de Lassalle, al tiempo que defiende la ley del derrumbe. Para ella el colapso inevitable del capitalismo es la "piedra angular" del socialismo científico (68), que poco a poco debe irse imponiendo sobre todos los errores utopistas pequeñoburgueses que le han precedido. Considera, además, que la ley del hundimiento inevitable del capitalismo forma parte de la tradición teórica de la socialdemocracia alemana y que, al separarse de ella, Bernstein la ha traicionado. La socialdemocracia siempre había pensado que el socialismo llegaría con una "crisis general y aniquiladora", de que el capitalismo acabaría "por sí solo y víctima de sus propias contradicciones" (69).

Ahora bien ¿qué tipo de contradicciones son esas capaces de hundir al capitalismo según ella? Aquí comienzan los errores de Luxemburgo. Trata de fundamentar la inviabilidad del capitalismo como modo de producción, pero tomando en consideración contradicciones secundarias que no tienen esa virtualidad. Pone al mismo nivel la contradicción entre la socialización de la producción y la privacidad de la apropiación, con la contradicción entre la producción y el consumo (70). Critica a Bernstein porque defiende la posibilidad de superación de las crisis por el capitalismo, cuando según ella "la eliminación de las crisis supone la superación de la contradicción entre producción e intercambio"(71). Aquí su posición es la misma que la de Kautsky: el capitalismo desaparecerá como consecuencia de la crisis de subconsumo. Lo mismo que Kautsky, traslada las contradicciones al ámbito de la circulación, de la realización de la plusvalía (72). Según ella, no habría crisis si la producción coincidiera con el mercado, si éste tuviera una capacidad de expansión ilimitada (73). Sustituye así la contradicción producción-mercado, por la contradicción producción-valorización. Este error está aún más acentuado en otras obras posteriores.

Su obra posterior "La acumulación del capital", escrita en 1913, suscitó una viva y violenta reacción de los jefes de la socialdemocracia alemana (74), viéndose ella obligada, a su vez, a defenderse escribiendo, ya en la cárcel, la "Anticrítica". En principio, no cabe entender porqué los jefes revisionistas protestaron contra unas posiciones que ya eran conocidas de antemano por sus escritos anteriores.

Evidentemente no había cambiado Luxemburgo de posición, sino los jefes socialdemócratas. Catorce años después, la guerra imperialista estaba a punto de estallar y preparaban la gran traición contra el proletariado internacional. ¿No era la guerra imperialista la mejor prueba del colapso total del capitalismo? Próxima la guerra imperialista, la ley del derrumbe tenía interpretaciones demasiado peligrosas para una corriente ideológica que, en plena crisis revolucionaria, se disponía a sostener el edificio en ruinas. Esto explica esa desproporcionada ofensiva de los revisionistas contra Luxemburgo.

Estas dos obras de Luxemburgo, sin embargo, no solo no mejoran "Reformismo o revolución" sino que amplifican sus errores. El núcleo de la argumentación de Luxemburgo parte de los fundamentos que ya expusiera en "Reformismo o revolución": el consumo determina la producción; como los capitalistas no consumen toda la plusvalía, esta acumulación engendra un subconsumo que no encuentra salida porque carece de demanda solvente; este subconsumo sólo se puede compensar con las ventas en el mercado exterior, en áreas al margen del capitalismo; por tanto, el capitalismo es un sistema económico que sólo puede funcionar si coexiste con regiones no capitalistas, porque la producción no encuentra compradores ni entre los obreros (ya que estos realizan el capital variable) ni entre los capitalistas (ya que éstos consumen sólo la parte de la plusvalía que no se acumula); hacen falta "otras clases sociales" situadas al margen de esas dos que completen la demanda; una vez que el capitalismo se extienda tanto que no tenga regiones vírgenes precapitalistas ni tampoco "terceras personas" que completen la demanda, se producirá el derrumbe. La causa del derrumbe, por tanto, es la falta de demanda, la reducción del consumo, la limitación de los mercados.

Luxemburgo, en realidad, está describiendo el proceso de expansión capitalista, la acumulación originaria de capital que se desarrolla a costa de las formas de producción precapitalistas, de la ruina de la pequeña producción agrícola y artesanal. En ella la coexistencia de esos dos modos de producción no se verifica necesariamente fuera de las fronteras, porque es posible la expansión interior, cuando existen regiones a las que aún no ha llegado el capitalismo. Desde el momento en que se agotan esos mercados precapitalistas, Luxemburgo no es capaz de explicar el funcionamiento del capitalismo, porqué éste se hunde irremisiblemente. Por eso su teoría es, a la vez, una teoría del imperialismo ya que no concibe el capitalismo sin esa búsqueda angustiosa de regiones vírgenes, sin burgueses ni proletarios, que le permitan sobrevivir. Como se ve, es una posición simétrica a la de Malthus y en estas ideas radica la fuente inspiradora de las modernas teorías "tercermundistas" del imperialismo. Lo que Luxemburgo "demuestra" es la imposibilidad del capitalismo, no su desmoronamiento. Es una posición similar también a las que se dieron entre los populistas rusos y que Lenin ya había criticado años antes. A pesar de que Luxemburgo critica expresamente a populistas y revisionistas, incurre en sus mismos errores: las salidas exteriores son imprescindibles, así como "otras clases sociales" al margen del proletariado y la burguesía.

Pero sobre todo, Luxemburgo incurre en un error mucho más grave, verdadero núcleo de todas las teorías del subconsumo: partir de la demanda, del consumo y localizar los problemas económicos en la realización. Para Luxemburgo es imprescindible una expansión de la demanda y del mercado para proseguir con la acumulación. En la polémica de Kautsky contra Tugan-Baranovski y Hilferding, que habían defendido la ley de Say, Luxemburgo reconoce expresamente que su opinión es la misma de Kautsky. Por tanto, su teoría de la crisis se apoya en el subconsumo. Para ello, saca también las contradicciones no solamente fuera de la producción sino fuera de las fronteras, fuera del capitalismo mismo. Por tanto, Luxemburgo no critica al revisionismo sino que toma partido dentro del mismo revisionismo por una de sus dos corrientes, la de Kautsky. Su postura no está, en realidad, muy alejada de la de Bernstein: él también necesitaba buscar "clases medias" que estén fuera del proceso productivo para "explicar" el funcionamiento de la acumulación capitalista. Todas las teorías de la realización, en definitiva, inciden en ese mismo error, si bien Luxemburgo se cuidó de no deslizarse por la pendiente del reformismo y buscar contradicciones, aunque sea artificialmente, que "demostraran" el hundimiento del capitalismo.

Luxemburgo parte de un error muy común en aquella época entre la socialdemocracia: partir de los esquemas de la reproducción capitalista del Libro II de El capital y tomarlos por un modelo del funcionamiento real del capitalismo. Pero esos esquemas parten del supuesto simplificador de que no existe el mercado exterior y, por tanto, no se puede pretender "demostrar" a partir de ellos que el mercado exterior es imprescindible. Por otro lado, en dichos esquemas Marx supone también que los intercambios se producen por su valor y que no existen transferencias encubiertas de valor a través de los precios de producción, que no obstante resulta característico del comercio internacional.

Los errores de Luxemburgo no pueden empañar el acierto de muchas de sus críticas, por ejemplo, al reafirmar al capitalismo como un sistema económico movido por la ganancia y no por la mera producción de mercancías; su defensa de la ley de la tendencia decreciente de la cuota de ganancia, "uno de los descubrimientos más importantes de la economía marxista (...) el que infunde un sentido real a la teoría del valor" (75), y finalmente su peculiar teoría de la bancarrota, a la que se llegará, según Luxemburgo, por dos vías: bien porque la expansión capitalista reduce cada vez los sectores no capitalistas y, en consecuencia, impide la acumulación, bien porque sin esperar a ese momento, el proletariado se levantará y acabará con el régimen del capital (76). Como afirma muy acertadamente, la lucha de clases es un "mero reflejo ideológico de la necesidad histórica objetiva del socialismo, que resulta de la imposibilidad económica objetiva del capitalismo al llegar a una cierta altura de su desarrollo" (77).

No cabe desconocer tampoco importantes aportaciones que Luxemburgo elabora ya en "Reformismo o revolución", como el distinto tratamiento que hace de las crisis iniciales del capitalismo "producto de su crecimiento infantil" con las crisis de decadencia que aún no han llegado pero que cabe esperar. Aquellas primeras crisis, decía Luxemburgo, derivan de la fase de expansión del capitalismo, mientras que las futuras van a ser crisis de envejecimiento y decrepitud. Esta genial aportación, que luego desarrollaría Lenin, aparece por vez primera en Luxemburgo, aunque aparece siempre ligada al mercado: expansión es expansión del mercado y no de la producción, los límites están en el mercado no en la misma producción, el capitalismo no es capaz de una expansión ilimitada precisamente por esos límites del mercado, las crisis aparecen como crisis comerciales, llegando a afirmar, en contra de Marx, que bajo el capitalismo "el intercambio domina la producción" (78). Luxemburgo critica acertadamente a Bernstein y su teoría de la "distribución injusta" de las riquezas pero la sustituye por otra equivalente. Defiende acertadamente el marxismo cuando sostiene que todo sistema de producción engendra una determinada distribución, pero no es capaz de concluir que, del mismo modo, ese sistema de producción condiciona el mercado.

Hay también en esta obra otras importantes aportaciones que luego desarrollará también Lenin, como la negación de que el monopolismo pueda resultar compatible, según decía Bernstein, con la progresiva democratización: "A consecuencia del desarrollo de la economía mundial y la agudización y generalización de la lucha competitiva en el mercado mundial, el militarismo y la marina de guerra han pasado de ser instrumentos de la política mundial a llevar la voz cantante tanto en la vida interior como en la exterior de los grandes Estados. Y si la política mundial y el militarismo suponen una tendencia ascendente en el momento actual, en consecuencia la democracia burguesa se moverá en línea descendente" (79).

El éxito de las teorías subconsumistas posteriores, especialmente en los ámbitos académicos anglosajones, radica precisamente en que Luxemburgo les proporcionó un formato revolucionario; de otro modo hubieran acabado recluidas en el ámbito de la socialdemocracia y del sindicalismo reformista, ya que su papel consistía en "demostrar" la necesidad de aumentar los salarios reales de los trabajadores para estimular la demanda y salir de las crisis. La obra de Luxemburgo tuvo una enorme influencia posterior, ya que desde 1907 había dirigido la sección de economía de la escuela de cuadros del partido socialdemócrata alemán. Gran cantidad de intelectuales centroeuropeos (especialmente polacos) bebieron en sus fuentes como si se tratara del manantial cristalino del mismo Marx. Sus obras contribuyeron a trasladar una ideología, como el subconsumismo, totalmente reformista, a ciertos sectores intelectuales de la "nueva" izquierda en los años sesenta, así como a grupos "tercermundistas". La crítica de sus posiciones ideológicas es fundamental para deslindar los campos, tanto con respecto al reformismo como con respecto al izquierdismo. En particular, el "tercermundismo" que absolutiza la contradicción entre las grandes potencias y los Estados subdesarrollados de la periferia, no tiene en cuenta o menosprecia la lucha de clases dentro de las metrópolis imperialistas, llegando a sostener a veces que la clase obrera de estos países participa del saqueo neocolonial. Lo que Lenin consideró una característica del imperialismo, la gestación de la "aristocracia obrera" que promociona el reformismo entre los trabajadores, los "tercermundistas" la extienden al conjunto de la clase. La lucha de clases es sustituida por una única contradicción entre los países desarrollados y los subdesarrollados.

notas:

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  1. "Reformismo o revolución", en Obras Escogidas, Ayuso, Madrid, 1975, tomo II, pg.99.
  2. "Reformismo o revolución", cit., pg.46.
  3. "Reformismo o revolución", cit., pgs.53 y 73.
  4. "Reformismo y revolución", cit., pg.48.
  5. El primero en aludir a las dificultades para realizar la plusvalía, antes que Rosa Luxemburgo, fue precisamente Bernstein en sus "Premisas".
  6. "Anticrítica". En castellano se ha publicado junto una crítica de Bujarin a las posiciones económicas de Luxemburgo, bajo el título "El imperialismo y la acumulación de capital". Cuadernos de Pasado y Presente, Córdoba (Argentina), 1974, pg.30.
  7. Por e1 contrario, Lukacs apoyó las concepciones de Luxemburgo sobre la acumulación de capital y el imperialismo que, a su modo de ver, ofrecían un fundamento económico concreto a la "zusammenbruchstheorie" ( Lukacs sobre Lenin 1924- 1970, Grijalbo, pgs.60 a 69).
  8. "Anticrítica", cit., pg. 28.
  9. "Anticrítica", cit., pg. l7.
  10. "Anticrítica", cit., pg. 31.
  11. "Reformismo o revolución", cit., pg. 83.
  12. "Reformismo o revolución", cit., pg. 89.

 

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