El concepto de "democracia revolucionaria "
y el hábito de la descontextualización histórica y literaria
en la lucha ideológica y política de clases

Estamos en el centro de la discrepancia entre reforma y revolución respecto de la teoría del Estado y el concepto de democracia. Para los marxistas, una vez que la burguesía eliminó los restos políticos del poder feudal pasando a convertirse en clase dominante, ya no hay ni puede haber "democracia burguesa revolucionaria" y esta expresión se convierte en una contradicción en sus propios términos. Más aun a estas alturas del proceso de acumulación del capital mundial, donde la burguesía como clase dominante no tiene nada que revolucionar a nivel económico-social en ningún sitio, a no ser que se le ocurra acabar con las pocas reservas indígenas que quedan.

Ni siquiera en países como Afganistán, porque la regresión al despotismo semifeudal en ese país, es una de las consecuencias políticas de la crisis económica, social y moral del capitalismo, como que la aparente ofensiva del integrismo islámico, ha sido un producto genuino de la más desarrollada democracia burguesa en el mundo. Ahí, en esa "democracia", la de los EE.UU. y demás países de la cadena imperialista, está la lógica social superexplotadora y opresiva que ha creado todas las condiciones políticas de la nueva barbarie a la que está siendo arrastrado el mundo desde el demencial atentado del 11 de setiembre último; un fruto auténtico del capitalismo postrero que cayó como fruta madura sobre las Torres Gemelas de New York y el Pentágono, pero cuya semilla fue plantada hace mucho por la "democracia" burguesa opulenta en Oriente Medio -desde cuando decidió apoyar "democráticamente" el genocidio de la "democracia" de Israel sobre los palestinos tras la segunda guerra mundial- y en Asia Central, desde que hace unos años armó "democráticamente" a los integristas musulmanes afganos y pakistaníes para acabar con la URSS.

¿En qué se parecen los talibanes al señor Ben Garza? En que ambos se limitan a reivindicar dentro del sistema capitalista, una cultura en territorios históricos que les han sido arrebatados, y en que, además, practican la misma política antiimperialista pequeñoburguesa. ¿En qué se diferencian? Pues, exceptuando el factor religioso, en que el señor Ben Garza no parece ser un déspota sino, según dice, un "demócrata burgués revolucionario" en tránsito al socialismo, o sea, una entelequia política, como nos proponemos demostrar seguidamente.

Si la burguesía en su conjunto es económica y socialmente una clase conservadora, reaccionaria y caduca -como lo ratifica la barbarie de esta guerra- lo son también sus instituciones políticas. De esta conclusión se infiere que no hay forma política sin contenido económico-social, y de que son los contenidos sociales históricamente determinados los que diseñan sus formas políticas correspondientes. Las formas políticas puras, independientes de sus contenidos económico-sociales sólo existen en la imaginería liberal; son puras evanescencias del pensamiento enajenado. Y cuando uno se mete -o le meten- en semejantes nebulosas intelectuales, no ve ni lo que tiene delante de las narices.

¿Qué diferencia sustancial hay entre la democracia vigente en EE.UU., la que hoy día existe en Méjico y la que el señor Ben Garza y el PRD quieren? Ninguna. Como que lo sustancial de la Constitución y todo el ordenamiento jurídico-político mejicano y del resto de países latinoamericanos, se han inspirado, precisamente, en la Constitución y el ordenamiento jurídico-político norteamericano. En alguno de ellos, como Cuba y Argentina, esa copia del espíritu constitucional burgués yanky, se tradujo, incluso, arquitectónicamente. Todas esas constituciones consagran las necesidades de la burguesía como clase dominante, defienden a ultranza la propiedad privada sobre los medios de producción, la libre explotación del trabajo ajeno y las mismas leyes represivas que sólo se aplican a los asalariados. Es una constitución exclusiva y excluyente de los burgueses y para los burgueses. De modo que no nos venga el señor Ben Garza con sus melifluos infundios stalinistas para consumo de analfabetos políticos que en este orden de la vida no hacen más que chuparse el dedo.

El señor Ben Garza es de los que creen -y hacen creer- que hay democracias burguesas buenas y democracias burguesas malas. Por ejemplo, ante el bárbaro espectáculo de este nuevo episodio bélico, con toda seguridad coincide con nosotros en que ha sido auspiciado y patrocinado por "el capital imperialista yanky", pero no siente que las bombas que caen sobre territorio afgano estallen en su conciencia "democrática". Como si la preparación y ejecución de esta nueva matanza planificada por los servicios de inteligencia y la diplomacia secreta de los EE.UU. -incluyendo la política de crear opinión pública belicista a instancias del cuarto poder- no estuviera prevista en la constitución actualmente vigente en Méjico y la que él y su partido preconizan; como si no formaran parte del mismo sistema democrático burgués de gobierno en todo el mundo. De hecho, la política que desarrolla el PRD así como la aplicación del programa que promete cumplir de llegar a ser gobierno, en modo alguno suponen un cambio sustancial ni en el ordenamiento jurídico-político ni en la base económica del sistema capitalista en ese país. Por tanto, eso de que el PRD propone completar el "período y la ideología transicional para México" es un completo embeleco, un chupete para niños de teta políticos. Y en esto nos remitimos a la lectura del programa del PRD, al cual hemos hecho ya referencia crítica en nuestra comunicación anterior, que el señor Ben Garza ha incurrido en la sofistería de no considerar en su respuesta al GPM del 08/09/01:

<<Es una equivocación del GPM pensar que, simplemente, porque el PRD no se declara abiertamente un partido marxista-leninista es contrario al marxismo. Preguntamos al GPM: ¿exactamente, donde (los revolucionarios) podemos echar las genuinas anclas de la izquierda, si no es en el marxismo-leninismo? ¿no reconoce el GPM que la democracia revolucionaria es un período y una ideología transicional para México?. Por el simple hecho de no ir por las calles con banderas y estandartes rojos y en cambio usar el estandarte azteca mexicano y la bandera de la Democracia Revolucionaria Mexicana, no nos hace ser antimarxistas o antimarxistas-leninistas! Estas necias conclusiones solamente pueden ser interpretadas por semejantes grupos de pensamiento político atrasado y sectario, como el GPM. >> (Ben Garza: Op.cit. 08/09/01)

Esto que dice el señor Ben Garza no es marxismo-leninismo sino stalinismo. Para el señor Ben Garza, la transición al socialismo se inicia dentro de la sociedad capitalista liderada políticamente por el Estado burgués, como soñaba Bernstein, el primer revisionista teórico del marxismo. (el primero en la práctica fue Lassalle). Y como pugnó por hacer valer Stalin entre febrero y octubre de 1917 según demostraremos más adelante. Para Bernstein, el socialismo debía salir tan tranquilo y naturalmente del capitalismo como una mariposa de su capullo; lo concebía como el resultado, sin solución de continuidad, del compromiso de los asalariados con la burguesía dentro de la democracia capitalista. Como alternativa a la dictadura del proletariado, tanto Bernstein -como poco después Kautsky- sostenían que el medio para transitar hacia el socialismo eran las instituciones políticas del capitalismo, y la transición misma consistía en la profundización de la democracia burguesa, lo que el señor Ben Garza entiende por "democracia revolucionaria"

<<La democracia social no tiene, pues, por qué actualizar ni desear el derrumbamiento próximo del sistema económico actual (...). Su tarea es -y eso durante mucho tiempo- reorganizar a la clase obrera políticamente, educarla hacia la democracia (burguesa) y luchar por todas las reformas en tanto sirven para el beneficio de la clase obrera y la transformación del Estado en el sentido de la democracia>> (Eduard Bernstein: "Teoría del derrumbamiento y política colonialista". 1898. Lo entre paréntesis es nuestro)
<<¿O tiene, por ejemplo, sentido, sostener el lema de la dictadura del proletariado en una época en que, en todos los lugares posibles, portavoces de la democracia social (burguesa) se ponen prácticamente sobre el terreno del trabajo parlamentario, de la representación popular proporcional y de la legislación popular en que todos están contrarios a la dictadura? (...) Toda la acción práctica de la democracia social consiste en establecer situaciones y condiciones que deben hacer posible la transición sin arrebatos convulsivos del orden social moderno en uno más alto. (...) Pero la dictadura de clase pertenece a una cultura inferior y, desde el punto de vista de la pertinencia y de la viabilidad de la causa (socialista) no es más que un retroceso, un atavismo político (...)>> (Eduard Bernstein: "Las condiciones del socialismo y las tareas de la democracia social. 1899. Lo entre paréntesis es nuestro)

Hasta cierto punto Stalin discrepó de Bernstein y Kautsky. En todos sus textos anteriores e inmediatamente posteriores a la revolución de octubre, siempre sostuvo la tesis marxista-leninista de que el socialismo no se desprendía de la democracia burguesa como una fruta madura y que no podía haber revolución socialista sin ruptura radical violenta con la democracia burguesa. Pero desde agosto de 1935, Stalin abandonó esa teoría de la violencia revolucionaria y de la democracia con vía al socialismo. Su táctica de los frentes populares que orientó su política exterior en el sentido del statu quo con el imperialismo, a instancias de los partidos comunistas bajo la órbita de la URSS permitió en numerosos países congelar pacíficamente la lucha de clases dentro de la democracia burguesa, en un período de transición al socialismo "sine die". La "democracia revolucionaria transicional" del señor Ben Garza, bebe sin duda en esta fuente. Para Marx y Engels, tanto como para Lenin desde marzo de 1917, no hay ni puede haber período de transición democrática de años al socialismo. Menos todavía en países como el Méjico de hoy día. Para ellos, la transición al socialismo no se inicia en la democracia burguesa bajo el dominio del capital, sino inmediatamente después, cuando ya se ha procedido a destruir el Estado capitalista, suplantando la "democracia social" burguesa -con la que tan a gusto se siente Ben Garza- por la dictadura del proletariado, que pasa a ser automáticamente una democracia en tanto mayoría absoluta de la población en el mundo actual. Esta idea del punto a partir del cual comienza la sociedad de transición al socialismo y de su medio político-institucional también transitorio, fue expresada por Marx con rotunda y sintética claridad en su "Crítica del programa de Gotha":

<<<<Entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista media el período de la transformación revolucionaria de la primera en la segunda. A este período corresponde también un período político de transición, cuyo Estado no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del proletariado>> (K. Marx Op. Cit. Mayo de 1875)

Que los contenidos económicos de la sociedad capitalista -encarnados en la volutad política de la burguesía- discurran por el brumoso cauce de las formas "democráticas" que para sí se da esa clase social en el poder, solo sirven para nublar la conciencia y desviar la voluntad política de sus clases subalternas. Así lo entendió Lenin cuando salió al paso del revisionismo pequeñoburgués del marxismo a principios del siglo pasado. Revisionistas renegados del marxismo, como Bernstein y Kautsky, postulaban dentro del movimiento obrero que en la democracia burguesa cabía cualquier dinámica social, incluida la subversiva. Fundaban esta posición en que, al separarse de la sociedad civil, el Estado pasa a representar los intereses generales de esa sociedad, incluidos los intereses históricos del proletariado como agente político revolucionario. En su obra "Parlamentarismo y Democracia", entre otros de sus escritos de la época, Kautsky desgranó sus argumentos a favor de esta tesis, diciendo falazmente que, en el Estado moderno, el "centro de gravedad de la actividad política radica necesariamente en el Parlamento", y que:

<<...este hecho no constituye ningún infortunio para el proletariado, dado que mediante la lucha de clases que sostuvo, ha desarrollado una serie de cualidades que le permiten utilizar el parlamento en su favor>> K. Kautsky: "Parlamentarismo y democracia" (La legislación directa por el pueblo y la lucha de clases)

Y Kautsky dijo esto no sólo en el sentido de que el Parlamento sirve a los asalariados para mejorar su situación dentro del sistema, para hacer menos gravosa la explotación a la que se ve sometido. También contempla la posibilidad real de que, a instancias de esa institución del Estado moderno -entendido por Kautsky no como instrumento político de la burguesía sino como un "campo de batalla electoral", donde el que obtiene más votos lo ocupa para hacer en él lo que quiera- el proletariado de cualquier país pueda protagonizar un cambio revolucionario:

<< El proletariado militante tiene tanta fe en el desarrollo social, tanta confianza en sí mismo, que no teme a combate alguno, ni siquiera al que tiene que librar contra un poder superior. Lo único que pide es una plataforma de lucha (el parlamento) desde donde pueda actuar libremente. El Estado democrático ofrece ese campo de batalla definitiva entre la burguesía y el proletariado>> (Ibíd)

Pues bien, a juzgar por lo que dice y hace, el señor Ben Garza participa de esta concepción de la lucha de clases, está comprendido en este pensamiento político:

<< Después de trece años de lucha democrática revolucionaria protagonizada por el PRD y las otras fuerzas democráticas Mexicanas, en este país hay espacio real para los sindicatos y el movimiento obrero. Desde la muerte de su gran líder y la caída del PRI, los sindicatos están en una etapa transicional y hay grandes rupturas que se muestran desde el mantenimiento con el viejo régimen. Una ventana ha sido abierta y creada por el movimiento bajo la ideología de la democracia revolucionaria. >> Ben Garza:

Esto no sólo está en las antípodas del marxismo leninismo, del materialismo histórico, sino de la más cruda realidad. Es cierto que tanto Marx como Engels contemplaron la posibilidad de que, en sociedades avanzadas como EE.UU. o Inglaterra, el proletariado pudiera revolucionar el capitalismo por medios pacíficos a través de las instituciones estatales:

<< Sabemos que hay que tener en cuenta las instituciones (burguesas), las costumbres y las tradiciones de los distintos países; y nosotros no negamos que existan países como América, Inglaterra y, si yo conociera mejor vuestras instituciones, agregaría Holanda, en los que los trabajadores pueden llegar a su objetivo por medios pacíficos. Si bien esto es cierto, debemos reconocer también que en la mayoría de los países del continente será la fuerza la que deberá servir de palanca de nuestras revoluciones. Es a la fuerza a la que habrá que recurrir por algún tiempo a fin de establecer el reino del trabajo. >> (K. Marx: Discurso ante el congreso obrero de La Haya el 08/09/872. Cfr. F. Engels: "Contribución a la crítica del proyecto de programa" 29/06/891)

Pero ni uno ni otro sostuvieron jamás que el Estado burgués fuera un simple "campo de batalla" y que la revolución socialista consistiera en la simple ocupación por vía comicial de ese espacio político dejándolo intangible. Cuarenta años antes de decir esto último, a la luz del proceso político que consolidó el poder de la burguesía en Francia con el golpe de Estado de 1851, Marx desnudó por adelantado la falacia kautskyana de que el "centro de gravedad de la actividad política radica necesariamente en el Parlamento", demostrando que esta institución no ha hecho más que ir reforzando históricamente al poder ejecutivo y que los comicios sirven para que las distintas burocracias partidarias representativas de otras tantas fracciones burguesas, se disputen el poder ejecutivo como "el botín del vencedor":

<< Este Poder ejecutivo, con su inmensa organización burocrática y militar, con su compleja y artificiosa maquinaria de Estado, un ejército de funcionarios que suma medio millón de hombres, junto a un ejército de otro medio millón de hombres, este espantoso organismo parasitario que se ciñe como una red al cuerpo de la sociedad francesa y la tapona por todos los poros, surgió en la época de la monarquía absoluta, de la decadencia del régimen feudal, que dicho organismo contribuyó a acelerar. (...) La primera revolución francesa, con su misión de romper todos los poderes particulares locales, territoriales, municipales y provinciales (residuos del pasado) para crear la unidad civil de la nación (burguesa), tenía necesariamente que desarrollar lo que la monarquía absoluta había iniciado: la centralización; pero al mismo tiempo amplió el volumen, las atribuciones y el número de servidores del Poder del gobierno. Napoleón perfeccionó esta máquina del Estado. La monarquía legítima y la monarquía de julio no añadieron nada más que una mayor división del trabajo (...) Finalmente, la república parlamentaria, en su lucha contra la revolución, viose obligada a fortalecer, junto con las medidas represivas, los medios y la centralización del Poder del gobierno. Todas las revoluciones (burguesas) perfeccionaban esta máquina, en vez de destrozarla. Los partidos que luchaban alternativamente por la dominación, consideraban la toma de posesión de este inmenso edificio del Estado como el botín principal del vencedor" (K. Marx: El 18 Brumario de Luis Bonaparte" Primera edición en 1852)

Diga lo que diga, para esto milita en realidad el señor Ben Garza en el PRD sección California, en modo alguno para promover la revolución proletaria en Méjico.

De haber experimentado la evolución de Estados imperialistas como el de EE.UU., Francia, Inglaterra o Suiza, Marx y Engels no hubieran dudado un momento en corregir lo que de ellos citamos aquí acerca de que los asalariados de estos países puedan supuestamente conseguir sus propósitos como clase autoconciente por la vía "democrática" y pacífica.

A Lenin, que sí conoció a fondo esa evolución ultrarreaccionaria del capitalismo en los países de la cadena imperialista, le cupo la misión histórica de completar la teoría del Estado desde la perspectiva del materialismo histórico, tarea que comenzó a cumplir sistemáticamente en 1917, legando a la humanidad "El Estado y la revolución", uno de los más valiosos aportes teóricos a la memoria colectiva del movimiento proletario. Allí, y en "La revolución proletaria y el renegado Kautsky", es donde se refiere con más extensión y profundidad a lo que acabamos de explicar sumariamente.

Sin duda, la democracia burguesa constituyó un enorme avance social en cuanto a la forma jurídico-política con que las clases dominantes que han sido en las distintas épocas de la historia habían venido rigiendo el comportamiento de sus clases subalternas y administrando sus respectivos intereses. En "La revolución proletaria y el renegado Kautsky" Lenin reconoció este progreso del capitalismo respecto del medievo. Y durante una conferencia pronunciada en la universidad de Sverdlof el 11 de julio de 1919, llegó a decir que sin el parlamentarismo burgués y su correspondiente sistema electoral, el desarrollo político de la clase obrera hubiera sido imposible. Con esto último dio a entender que si el proletariado puede llegar a adquirir conciencia de sí mismo a instancias del parlamentarismo, no lo es tanto por el avance que la democracia capitalista supuso respecto de las formas políticas del pasado, sino porque, siendo el proletariado una clase social históricamente superior a la burguesía, la democracia capitalista le permite tomar conciencia de esa superioridad a fuerza de sufrir la decadente irracionalidad de esa forma política de dominación. Y para Lenin, la máxima expresión de esa irracionalidad decadente radica en la contradicción entre la igualdad formal entre patronos y obreros que proclama la máxima "democrática" de "un hombre un voto", y la sistemática interposición del capital entre representantes y representados que convierte la voluntad política de los asalariados en papel mojado:

<< Considerad el parlamento burgués. ¿Puede admitirse que el sabio Kautsky no haya oído decir nunca que los parlamentos burgueses están tanto más sometidos a la Bolsa y a los banqueros cuanto más desarrollada está la democracia? (...)En el más democrático Estado burgués, las masas oprimidas tropiezan a cada paso con una contradicción flagrante entre la igualdad formal, proclamada por la "democracia" de los capitalistas, y las mil limitaciones y tretas reales que convierten a los proletarios en esclavos asalariados. Esta contradicción es lo que abre a las masas los ojos ante la podredumbre, la falsedad y la hipocresía del capitalismo. >> (V.I. Lenin: "La revolución proletaria y el renegado Kautsky" Democracia obrera y democracia proletaria. Noviembre de 1918)

Transparency International: www.gwdg.de/~uwvw/2001.htm es una organización dedicada a combatir el grado de corrupción en el mundo. El Indice de Percepción de la Corrupción que presentó para el año 2001, clasifica 91 países. Este índice ha sido elaborado basándose en el grado de corrupción percibido por empresarios, académicos y analistas de riesgo. Se mide por una escala que se extiende entre el 10 (altamente limpio) y 0 (altamente corrupto). En la percepción para el año 2001 sobre 90 países, casi dos tercios obtuvieron una puntuación menor a 5, todos ellos pertenecientes al llamado tercer mundo. A primera vista, este resultado sugiere la engañosa idea de que, a mayor desarrollo de la democracia burguesa menor corrupción. Este engaño se desvela comprobando que en esos altos índices de corrupción que registran los países dependientes del llamado "tercer mundo", están los estrechos vínculos que el soborno urde entre el gran capital multinacional que cotiza en las bolsas de esos países, y destacados personeros de los partidos políticos "democráticos" eventualmente a cargo de los respectivos gobiernos, que así se lucran mutuamente con jugosos proyectos de inversión en las diversas ramas de la producción. Entre las formas de soborno, una de las más utilizadas es la financiación de las campañas electorales. Y cuanto mayor es la masa de capital global acumulado, mayor es la irresistible presión de los conglomerados capitalistas sobre los Estados y sus eventuales funcionarios, hasta el punto en el que, de forma más o menos encubierta el gran capital se apropia del Estado, se fusiona con él. Esta fusión no solo se opera desde fuera, corrompiendo a los funcionarios del aparato estatal, sino desde dentro, a través de los capitalistas del país anfitrión entrelazados con el capital extranjero, que simultanean su función empresarial con cargos en el poder ejecutivo y/o escaños parlamentarios, así como también mediante la cooptación por parte de grandes empresas, de simple burócratas estatales con influencia e información privilegiada, que así pasan a la condición de "intelectuales orgánicos" de la burguesía.

<< "La unión personal" de los bancos y la industria se completa con la "unión personal" de ambas con el gobierno. "Los puestos en los consejos de administración --escribe Jeidels-- son confiados voluntariamente a personalidades de renombre, así como a antiguos funcionarios del Estado, los cuales pueden proporcionar no pocas facilidades (!!) en las relaciones con las autoridades. . . En el consejo de administración de un banco importante hallamos generalmente a un miembro del parlamento o del ayuntamiento de Berlín"..>>

También denuncia Lenin el fraude real que supone la forma en que el parlamento traduce el principio constitucional burgués de "igualdad ante la ley", aprobando multitud leyes de control social, policíacas, sólo aplicables a una parte de la población, a los asalariados. O sea: burla sistemática de la voluntad popular expresada en las urnas, más luego, ante la protesta, leyes represivas y edictos policiales. Un comportamiento común a todos los "Estados de derecho" bajo el capitalismo, incluidos los que gozan de "democracia revolucionaria", con la que tan a gusto parecen sentirse individuos como el señor Ben Garza:

<< Tomad las leyes constitucionales de los Estados contemporáneos, tomad la manera como son regidos la libertad de reunión o de imprenta, la "igualdad de los ciudadanos ante la ley", y veréis a cada paso la hipocresía de la democracia burguesa que tan bien conoce todo obrero honrado y consciente. No hay Estado, incluso el más democrático, cuya Constitución no ofrezca algún escape o reserva que permita a la burguesía lanzar las tropas contra los obreros, declarar el estado de guerra, etc. "en caso de alteración del orden" --en realidad, en caso de que la clase explotada "altere" su situación de esclava e intente hacer algo que no sea propio de esclavos--. Kautsky acicala desvergonzadamente la democracia burguesa, callándose, por ejemplo, lo que los burgueses más democráticos y republicanos hacen en Norteamérica o en Suiza contra los obreros en huelga. (Ibíd.)

¿Cómo entendían y asumían la "democracia" los burgueses más "democráticos" de Suiza y EE.UU. a principios del siglo pasado? Este interrogante lo despejó Lenin en la citada conferencia de Sverdlof:

<< El hecho es que en Suiza y en Norteamérica domina el capital, y cualquier intento de los obreros por lograr la menor mejora efectiva de su situación, provoca inmediatamente la guerra civil. En estos países hay pocos soldados, un ejército regular pequeño --Suiza cuenta con una milicia y todos los ciudadanos suizos tienen un fusil en su casa, mientras que en Estados Unidos, hasta hace poco, no existía un ejército regular--, de modo que cuando estalla una huelga, la burguesía se arma, contrata soldados y reprime la huelga; en ninguna parte la represión del movimiento obrero es tan cruel y feroz como en Suiza y en Estados Unidos, y en ninguna parte se manifiesta con tanta fuerza como en estos países la influencia del capital sobre el Parlamento. La fuerza del capital lo es todo, la Bolsa es todo, mientras que el Parlamento y las elecciones no son más que muñecos, marionetas.>> (Op.cit.)

Ahora parece como si con la debacle del PRI en las elecciones legislativas del 2 de julio de 2000, por influjo de la "democracia revolucionaria" las puertas de la siniestra Dirección Federal de Seguridad (DFS) se hubieran abierto mágicamente al pueblo mejicano como la cueva de Sésamo al sencillo leñador en el cuento de "Las mil y una noches". A tenor de lo que el investigador mejicano Sergio Aguayo adelanta en la revista "Proceso" http://www.proceso.com.mx/1302/1302n01.html, la verdad es que, en su libro: "La charola", este "experto en materia de seguridad nacional" no aporta nada nuevo respecto de la forma en que la burguesía internacional suele entender la filosofía de los DD.HH. en los centros de tortura de todo el mundo. Pero ahora que por obra de la "democracia revolucionaria" la DFS ha confesado sus "pecados" y se hace llamar Centro de Información y Seguridad Nacional (CISEN), es como si el Estado hubiera cambiado su esencia represiva y los asalariados mejicanos vivieran desde entonces en otro mundo, bucólico, donde las fieras se vuelven herbívoras y pastan junto a los corderos, como en el cuento bíblico. Aplicando la vieja técnica cristiana de la redención pasada por el confesionario, parece que, en Méjico, el "nunca mas" del literato Ernesto Sábato funciona, como en Argentina, aunque, esta vez, ni siquiera hizo falta la penitencia de algunos chivos expiatorios. Para completar la operación de sublimar la ignominia represiva, a la catarsis nacional mejicana que ha obrado el nuevo milagro eucarístico de la comunión entre los explotados y el Estado de los explotadores, se le ha llamado "democracia revolucionaria". ¡Perfecto! Ya podemos empezar otra vez a poner la carne y el espíritu del sufrimiento.

El corolario de esta lógica política interna de la burguesía acerca de la teoría del Estado -sin fisuras de importancia entre Marx, Engels y Lenin- puede resumirse diciendo que, aun cuando sea cada vez más difícil, no se puede descartar que los asalariados organizados como partido políticamente independiente, puedan llegar en determinadas condiciones a ser gobierno en algún país por la vía electoral. Pero lo que con toda seguridad no podrán, es convertir ese gobierno en poder revolucionario efectivo sin doblegar por la fuerza la voluntad política de la burguesía, destruyendo su Estado e imponiendo la dictadura democrática de clase. Lenin dijo esto mismo en los siguientes términos:

<< El derrocamiento de la burguesía sólo puede realizarse mediante la transformación del proletariado en clase dominante, capaz de aplastar la resistencia inevitable y desesperada de la burguesía y de organizar para el nuevo régimen económico a todas las masas trabajadoras y explotadas. >> (V.I. Lenin "El Estado y la revolución" Cap. II)

El señor Ben Garza cree y hace creer, que habiéndose visto liberado él y sus colegas de partido del mafioso dominio en el gobierno de los "lideres charros" del PRI, los asalariados se han liberado también de la burguesía mejicana. A semejante "liberación" le llama él "democracia revolucionaria". A Kautsky, que en 1918 era ya un renegado de marxismo y se había pasado con armas y bagajes al campo de la burguesía, le pasó lo mismo que al señor Ben Garza, que se siente muy bien con la "democracia mejicana", porque a pesar de militar en el PRD y proclamarse "marxista-leninista", la burguesía respeta y defiende su condición de minoría. En agradecimiento por haber sido beneficiario de esa virtud constitucional del capitalismo, Kautsky no sólo votó en el parlamento alemán los créditos de guerra que permitieron meter en la primera guerra mundial a ese país, sino que cuatro años después arremetió contra el concepto de "dictadura del proletariado" inventándose una virtud de la democracia burguesa: el respeto y la defensa "de la minoría" parlamentaria. Pero no mencionó de qué minorías se trataba. Fue Lenin quien se encargó de refrescarle la memoria y el sentido de la realidad político-social del capitalismo a Kautsky, y nosotros, por mediación suya, al señor Ben Garza:

<< En este año de nuestro Señor, 1918, el quinto año de carnicería imperialista mundial y de que en todas las "democracias" del mundo se estrangula a las minorías internacionalistas (es decir, a los que no han traicionado vilmente el socialismo, como los Renaudel y los Longuet, los Scheidemann y los Kautsky, los Henderson y los Webb, etc.), el sabio señor Kautsky entona sus melifluas loas a la "defensa de la minoría". El sabio señor Kautsky "ha olvidado" una "pequeñez": el partido dominante de una democracia burguesa sólo cede la defensa de la minoría a otro partido burgués, mientras que al proletariado, en todo problema serio, profundo y fundamental, en lugar de "defensa de la minoría" le tocan en suerte estados de guerra o pogroms. Cuanto más desarrollada está la democracia, tanto más cerca se encuentra en toda divergencia política profunda, peligrosa para la burguesía, del pogrom o de la guerra civil. El sabio señor Kautsky podía haber advertido esta "ley" de la democracia burguesa en el asunto Dreyfus en la Francia republicana, en el linchamiento de negros e internacionalistas en la democrática República de los Estados Unidos, en el ejemplo de Irlanda y del Ulster en la democrática Inglaterra, en la persecución de los bolcheviques y en la organización de pogroms contra ellos en abril de 1917, en la democrática República de Rusia. Intencionadamente cito ejemplos que no corresponden sólo al período de guerra, sino también al período prebélico, al tiempo de paz. >> (V.I. Lenin: "La revolución proletaria..." Democracia burguesa y democracia proletaria).

El señor Ben Garza nos imputa el no saber "quien es Cuauhtémoc Cárdenas y la tradición progresista de los cardenistas en Méjico", así como el olvido de que "fue Lázaro Cárdenas el que dio la ciudadanía a tantos españoles cuando el fascismo llegó al poder en ese país. Y nos pide que preguntemos a esos españoles "si apoyan al cardenismo o si están con el GPM". Lázaro Cardenas fue un general del ejército mejicano que, cuando fue gobierno -entre 1934 y 1940- expropió veinte millones de Ha. cultivables en 11.000 ejidos y las repartió entre 750.000 familias campesinas, que recibieron en promedio 25,6 hectáreas cada una. De estas tierras, sólo la cuarta parte era cultivable y menos del 5% de riego; la mitad era de pastos y otra quinta parte de bosques. Además de eso, utilizó fondos públicos para crear cooperativas entre unos miles de obreros en paro y nacionalizó el petróleo y los ferrocarriles.

Con esta política reformista y antiimperialista pequeñoburguesa pacata, el gobierno de Cárdenas facilitó a la burguesía mejicana el control político del movimiento obrero y campesino durante muchos años a instancias del PRI, que capitalizó toda esa herencia hasta que la crisis le desgastó y hubo que degradarlo hace poco. ¿Quién es Cuauhtemoc Cárdenas? En casi todo un hijo de su padre, que está hoy donde está para seguir la tradición familiar que tanto tiempo de bonanza y tranquilidad supuso para las clases dominantes mejicanas; por supuesto a costa de la sangre, el sudor, las lágrimas y mucha estupidez política de las masas laboriosas en ese país, que creyeron en todas esas baratijas políticas del cardenismo. ¡Gloria y Loor, honra sin par!

Para determinar a ciencia cierta qué aportó a la presunta transición del capitalismo al socialismo la "democracia revolucionaria" del Padre -algo que debería interesarle al señor Ben Garza- resta saber ahora en manos de quien están hoy las tierras que repartió el general entre una minoría selecta de campesinos, así como qué fue de aquellas cooperativas que el cardenismo fundó con ayuda de la burocracia sindical siguiendo la doctrina de Lassalle, tan vapuleado por Marx. Para responder a este interrogante, basta decir que El 65% de la población activa total, que era rural en 1940, pasó a ser urbana en 1970, y que según las últimas cifras del Censo de Población, entre 1970 y 1990 las actividades agropecuarias en Méjico pasaron del 39 a 23% de los ocupados. En ese mismo lapso, la proporción del empleo en labores que no corresponden al sector primario (industria, comercio y servicios) aumentó del 61 a 77%. A tenor de estas cifras ¿qué hizo el capitalismo mejicano con aquellas 750.000 familias "beneficiarias" del cardenismo? Lo más seguro es que una parte de sus descendientes haya emigrado, otra languidezca en el paro urbano, y una minoría "privilegiada" malviva de un salario en los suburbios de México DF. Esto explica que, actualmente, esa ciudad crece a un ritmo de medio millón de personas y 30 km2. por año, donde la mayor parte de ellas son asalariados que provienen del área rural. Estos datos, que hemos transcripto de nuestra comunicación anterior al señor Ben Garza, confirman la "Ley general de la acumulación capitalista" formulada por Marx hace 140 años, una ley social bajo el capitalismo que se cumple históricamente con total independencia de cualquier acción de gobierno reformista, pero tal parece que la holgazanería intelectual de nuestro interlocutor y el compromiso que mantiene con la pequeñoburguesía dentro del PRD, impiden a este "hombre de acción" sacar las debidas consecuencias políticas militantes de la realidad mejicana de hoy en relación con el pasado. Sigue fantaseando que al socialismo que previeron científicamente Marx y Lenin, se pude llegar sin soltar amarras de modo brusco y violento con la democracia burguesa y la ley del valor.

En cuanto a los españoles que Cárdenas concedió el asilo, decir que no fue Franco quien los echó de España, sino Stalin, con su nefasta política frentepopulista, la misma que hoy sigue preconizando el señor Ben Garza para Méjico. A esa gente no se le puede preguntar nada porque ya no está en el mundo de los vivos. Respecto a sus descendientes, la mayoría de ellos, si no todos, nada quieren tener que ver con la práctica política, y vaya a saber cuantos no están, incluso, a la derecha del pensamiento reformista que defendieron sus padres y abuelos, el mismo que les condujo a la derrota en la guerra civil. Pero el señor Ben Garza, de momento, puede estar tranquilo, porque "su" ideología política es compartida por una mayoría de asalariados, no sólo en Méjico sino en el mundo entero. También pasaba eso a fines del siglo XIX. Marxistas como Lenin eran por entonces una irrisoria minoría dentro del movimiento obrero internacional políticamente organizado. Incluso en Alemania, donde el pensamiento que preside ahora mismo el comportamiento político del señor Ben Garza, predominaba encarnado en la socialdemocracia, por entonces el partido obrero más poderoso del Planeta.

Para ultimar este tema de la discrepancia entre el señor Ben Garza y el GPM respecto de la teoría marxista del Estado, vamos a exhibir otra perla entre las que este "militante marxista-leninista" cultiva en el mar estanco de sus confusiones y equívocos políticos. Veamos la joya:

<< ¿Y, mi estimado GPM, qué tuvo Lenin que decir sobre la democracia revolucionaria?. Esto es lo qué él dijo: "si nosotros no empleamos la expresión 'democracia revolucionaria' como una estereotipada frase ceremoniosa, como un epíteto convencional, sino que reflexionamos sobre su significado, descubrimos que ser demócratas significa contar en realidad con el interés de la mayoría del pueblo y no de la minoría, y que ser un revolucionario significa destruir todo lo nocivo y obsoleto de la manera más despiadada". (V.I.LENIN, Obras Escogidas, Vol. 25, p.337)
Lenin también dijo "nosotros no podemos ser demócratas revolucionarios en el siglo veinte y en un país capitalista si nosotros tememos avanzar hacia el socialismo">> (V.I Lenin, Obras Escogidas, Vol. 25. p. 360).
¿Qué significa esto mis estimados GPMistas? Significa que un/a activista democrático-revolucionario/a se debe posicionar basándose en las relaciones y las tareas que determinadas etapas del desarrollo social proponen al movimiento de liberación. Para el objetivo y en interés de la mayoría del pueblo, especialmente de las clases oprimidas, la Democracia Revolucionaria proclama la guerra contra todos los que son obsoletos y reaccionarios. Este es el por qué el PRD y, especialmente, su líder principal -Cuauhtémoc Cárdenas- declara la guerra al PRI, al PAN y al Foxismo hoy en México. >> (Ben Garza: su escrito del 08/09/01)

Respecto de las citas de Lenin incluidas en este párrafo, nos ha sido imposible contextualizarlas porque Ben Garza da muy pocos indicios para ubicar el texto de donde la extrajo. No menciona el título de la obra, ni la fecha en que fue escrita, ni a qué versión, editorial y año corresponde. Pero para quienes conozcan siquiera lo básico del pensamiento de Lenin, eso no impide comprender lo que efectivamente ha dicho y significado en ese pasaje, porque su noción del concepto de "democracia revolucionaria" está siempre vinculado a las condiciones objetivas de cada período histórico de la lucha de clases y, en cada uno de ellos, este significado es unívoco y omnicontextual. Es muy probable que corresponda a un texto anterior a la revolución de febrero, cuando la democracia burguesa, la república social, era revolucionaria respecto de la autocracia y, por tanto, había que luchar por ella. De ahí la formula de poder de los bolcheviques para ese periodo: dictadura democrática de los obreros y campesinos, esto es, la mayoría social de Rusia. Por lo visto, el señor Ben Garza confunde la correlación fundamental de fuerzas sociales y la situación política existente en la Rusia de principios de siglo, con las del Méjico actual. De otro modo, no podría atribuir el significado de esa expresión que cita de Lenin, a la caída del priismo el dos de julio del año pasado. A esto de hacer "amalgamas" entre un texto literario determinado y un contexto histórico distinto al que ese texto literario se refiere, era muy aficionado el señor J.V. Stalin.

Según los análisis y las conclusiones a que llegó Lenin a principios del siglo pasado, a pesar de ser un país predominantemente agrario (un 70% de la población económicamente activa era de extracción social campesina), Rusia no dejaba de ser un país de desarrollo capitalista, aunque trabado por relaciones de producción feudales remanentes, en un Estado nacional despótico ferozmente dominado por la nobleza terrateniente y el inmovilismo político de la burocracia zarista. En ese contexto histórico social, el proletariado era una clase relativamente minoritaria, "una isla en un mar de campesinos", como decía Marx que pasaba en la Europa de 1848, sobre todo en Alemania. De esta experiencia pasada por los análisis de Marx y Engels, dedujo Lenin que la correlación de fuerzas sociales fundamentales era completamente desfavorable para plantearse de inmediato en Rusia la revolución proletaria.

Para cambiar esa correlación social desfavorable a la revolución socialista, las tareas inmediatas del proletariado pasaban por postergar, de momento, su "programa máximo", limitándose a luchar junto al campesinado pobre -y a despecho de la propia burguesía rusa, como había ocurrido en 1848 en Francia y Alemania- para eliminar el despotismo zarista, destruyendo su Estado y poniendo en su lugar la república burguesa. Lenin estimaba que la revolución política democrático-burguesa redundaría en un impulso a la revolución social proletaria en Rusia, dado que al sacudirse el férreo despotismo zarista, la república burguesa supondría una mayor libertad política que favorecería el desarrollo del movimiento obrero con vistas a luchar por su dictadura democrática de clase. Esto se tradujo en la fórmula transicional de poder sintetizada en la consigna: "dictadura democrática de los obreros y los campesinos, nada que ver con la "democracia burguesa revolucionaria" que Ben Garza ha visto realizada tras la caída del PRI.

Respecto de la táctica de Lenin, estamos hablando del período entre 1905 y febrero de 1917. En ese lapso de tiempo, el ala oportunista del "Partido Obrero Socialdemócrata Ruso" (POSDR), sostenía que si la revolución era de carácter burgués, la clase llamada a formar gobierno en la república burguesa debían ser los capitalistas, y al proletariado le tocaba esperar no sólo a que eso ocurriera, sino a que el capitalismo se desarrollara lo suficiente como para convertir al proletariado en la clase más numerosa de la sociedad, única condición que haría realmente posible la revolución socialista. Por su parte, los "socialistas revolucionarios", basándose en la supuesta intangibilidad de la comuna rural rusa, seguían sosteniendo que en ese país era posible pasar sin solución de continuidad del feudalismo al socialismo. Tras haber demostrado en "El desarrollo del capitalismo en Rusia" que las estructuras comunitarias del campo ruso estaban en franca disolución desde 1862 y, apelando a la memoria histórica del movimiento proletario europeo comprendida en los textos de donde Marx y Engels demostraron la incapacidad de la burguesía alemana frente a una emergencia parecida a la de Rusia en 1905, Lenin decía que esa mayoría social suficiente con capacidad para realizar la tarea democrático revolucionaria de desalojar del poder político a la nobleza y a la burocracia zarista enquistadas en el Estado teocrático Ruso, estaba en la alianza política entre el proletariado y los campesinos pobres. Y que, para eso, había que reemplazar al gobierno zarista por un gobierno provisional, que no dejaba de ser un gobierno burgués, aunque sin burguesía. Los mencheviques -antecesores de partidos como el PRD, que se negaban a luchar por la revolución socialista en esos momentos- haciendo oportunismo con la ausencia de claridad política de los sectores del movimiento más impacientes influenciados por los "socialistas revolucionarios", argumentaban que la participación en un gobierno burgués desacreditaría al POSDR ante el proletariado revolucionario. Lenin respondía que:

<< Esta argumentación descansa sobre la confusión de la revolución democrática y la revolución socialista, de la lucha por la república (incluyendo todo nuestro programa mínimo) y la lucha por el socialismo. No cabe duda de que la socialdemocracia sólo conseguiría desacreditarse si trazase como objetivo inmediato la revolución socialista. Pero la socialdemocracia ha luchado siempre precisamente contra estas ideas oscuras y confusas de nuestros "socialistas revolucionarios".
Precisamente por ello ha insistido siempre en el carácter burgués de la revolución ante la que se encuentra Rusia y, precisamente por ello, ha sostenido la necesidad de distinguir rigurosamente entre el programa mínimo democrático y el programa máximo socialista. >> (V.I. Lenin: "La dictadura democrática del proletariado y los campesinos" 12/04/905)

Pues bien, el desarrollo social, la situación política y las tareas del momento en que Lenin habló de la "democracia revolucionaria" que cita el señor Ben Garza, nada tienen que ver con el desarrollo social, la situación política y las tareas de la revolución proletaria hoy día en Méjico. Volvemos a insistir en lo que le hemos dicho en nuestro escrito anterior y que este señor ha pasado por alto: Según las últimas cifras del Censo de Población, entre 1970 y 1990 las actividades agropecuarias en Méjico pasaron del 39 a 23% de los ocupados. En ese mismo lapso, la proporción del empleo en labores que no corresponden al sector primario (industria, comercio y servicios) aumentó de 61 a 77%. Como ocurre en las economías más desarrolladas, el empleo tendió a concentrarse en las actividades de comercio y servicios. Adicionalmente, tuvo lugar un importante aumento en la proporción representada por el trabajo asalariado dentro del empleo social, sobre todo en actividades no agropecuarias. De los 41.500.000 mejicanos que forman la Población económicamente activa tributaria de la hacienda pública en Méjico, 32.370.000 (78.6%) son asalariados y 4.000.000 (9,63%) se ganan la vida como trabajadores por cuenta propia bajo el régimen de producción mercantil simple, de lo cual se deduce que los explotadores de mano de obra asalariada -entre grandes, medianos y pequeños- apenas si exceden los cinco millones de personas (12,36%).

Dicho en pocas palabras: La Rusia de Lenin era una sociedad capitalista pero eminentemente agraria, con un proletariado minoritario y un Estado teocrático absolutista con base social en una nobleza terrateniente poderosa. El Méjico de Cuauthémoc Cárdenas, en cambio, es capitalista y eminentemente urbano, donde el proletariado es mayoría social absoluta en un Estado democrático burgués. Según la estrategia revolucionaria resultante de aplicar el materialismo histórico a la realidad social del Méjico actual, están dadas, pues, sobradamente en ese país desde hace ya mucho, todas las condiciones objetivas para que los asalariados procedan a luchar políticamente por su emancipación social sin transiciones políticas de ninguna naturaleza al interior del capital. Estas son las condiciones que el ala derecha del POSDR decía en 1917 que debían darse para justificar que el proletariado luche por su dictadura social de clase. Esto quiere decir dos cosas:

    1. Que la polémica al interior del POSDR ha sido resuelta por la historia y hablar de "democracia revolucionaria" en el tercer milenio es algo ya completamente caduco y contrarrevolucionario.
    2. El hecho de que para defender la democracia burguesa existente hoy en Méjico, Ben Garza confunda las condiciones socioeconómicas y el feroz totalitarismo integrista religioso del zarismo ruso, con las condiciones socioeconómicas y la "democracia" autoritaria y excluyente del PRI, demuestra que este agente consciente o inconsciente de la burguesía, está hoy a la derecha no ya de Marx y Lenin, sino incluso de los mencheviques, confirmando la caducidad de su pensamiento y de su práctica desde el punto de vista del progreso social.

Esta confusión proviene, como hemos dicho más arriba, de despojar a las formas políticas de sus respectivos contenidos históricos de clase, de independizar absolutamente la superestructura ideológica y la acción política de su base material o estructura económico-social, de invertir la prelación de esta dialéctica entre base y superestructura. Esta metodología metafísica de abstraer arbitrariamente los contenidos económico-sociales de las formas políticas, permite conferirle a la democracia burguesa una legitimidad absoluta y eterna, el "non plus ultra" de la por eso llamada "democracia en general" o "democracia popular", entendida como voluntad política de "todo el pueblo", por encima de las clases; una metafísica reforzada empíricamente por su remanente vigencia institucional, por el simple hecho de que, a despecho de su irracionalidad día que pasa más evidente, sigue sobreviviendo al antagonismo entre las clases, gracias a la irracionalidad argumental de millones de seres humanos "pensantes" como el señor Ben Garza:

<< Ante todo, ese argumento se basa en los conceptos "democracia en general" y "dictadura en general", sin plantear la cuestión de qué clase se tiene presente. Ese planteamiento de la cuestión al margen de las clases o por encima de ellas, ese planteamiento de la cuestión desde el punto de vista -como dicen falsamente- de todo el pueblo, es una descarada mofa de la teoría principal del socialismo, a saber, de la teoría de la lucha de clases, que los socialistas que se han pasado al lado de la burguesía reconocen de palabra y olvidan en la práctica. Porque en ningún país capitalista civilizado existe la "democracia en general", pues lo que existe en ellos es únicamente la democracia burguesa, y de lo que se trata no es de la "democracia en general", sino de la dictadura de la clase es decir, del proletariado, sobre los opresores y los explotadores, es decir, sobre la burguesía, con el fin de vencer la resistencia que los explotadores oponen en la lucha por su dominación. >>

Uno de los rasgos más típicos que definen el carácter político de los oportunistas, es su irresistible propensión teórica a apoderarse de palabras y expresiones de reputadas terceras personas, como Marx o Lenin, para trucar su significado separándolas de los contextos literarios e históricos en que han sido pronunciadas o escritas, y luego difundir a los cuatro vientos que ese es el significado que sus autores han querido dar a esas palabras; este comportamiento ha inspirado el conocido refrán de que "a río revuelto ganancia de pescadores". Es que sin la debida y rigurosa consideración del significado histórico debidamente contextualizado de determinadas palabras, su actualización tiene que ser necesariamente arbitraria o subjetiva, falseando así la verdad de la memoria histórica. De este modo, tergiversando la actualización de significados pretéritos, se falsea también la comprensión histórico-racional de los hechos presentes. Éste es el método del señor Ben Garza. De ahí que, para ganar clientela partidaria, su táctica en materia de adoctrinamiento pase por operar una metamorfosis de significados, como la metamorfosis que se opera con el valor económico al cambiar una cosa por otra, donde la "democracia en general" es el dinero de la "voluntad popular".

La revolución democrática antizarista en Rusia se consumó en febrero de 1917. La nueva correlación de fuerzas políticas que cristalizó ante la emergencia de los Soviets, inauguró un período de doble poder, en el marco de una situación política que convirtió a Rusia en el país burgués de las más amplias libertades cívicas en el mundo. La burocracia zarista había sido desalojada del poder político para implantar la república burguesa, pero los terratenientes y los capitalistas seguían en su sitio. En ese momento, para los revolucionarios rusos la expresión "democracia revolucionaria" era algo anacrónico, porque ante la emergencia de los Soviets la revolución política burguesa había quedado atrás y ahora se trataba de consumar la revolución social.

Por lo tanto, en el contexto literario de Lenin que cita el señor Ben Garza con aire de complacencia triunfal, la "democracia revolucionaria" nada tiene que ver ya con la democracia burguesa al estilo de la que hoy existe en Méjico, ni con el significado que Ben Garza pone en la palabra "transición". Para Lenin, antes de febrero la lucha del proletariado y los campesinos pobres debían cumplir el tránsito entre las formas políticas del totalitarismo zarista y la república burguesa; desde febrero a octubre había que operar el cambio no sólo en las formas políticas sino en los contenidos sociales, expropiando a los terratenientes y a los burgueses, esto es, cumpliendo ahora el tránsito no sólo entre democracia burguesa y los soviets, sino entre el poder social burgués y el poder social proletario, esto es, entre dos tipos de organización económico-social y política opuestos, antagónicos e irreconciliables. El acusado contraste entre esta transición política de 1917 y la que hoy está planteada en Méjico, consiste en que sólo está en juego la alternativa de poder político formal, esto es, quién se hace cargo del gobierno en el Estado de la burguesía. Es decir, no se trata ahora de una alternativa de dominio entre dos clases sociales antagónicas y entre dos tipos de Estado distintas -como fue el tránsito entre el poder político autocrático del zarismo y el poder político de la burguesía sintetizado en la República, sino entre partidos burgueses como el PRD, el PRI y el PAN, al interior de un mismo Estado. Una alternancia entre partidos políticos antagónicos pero conciliados al interior de una misma estructura económico-social y un mismo tipo de Estado: el capitalista. "Hic Rhodas hic salta", aquí está Rhodas, salte aquí, señor Ben Garza.

El mismo sentido de la controversia entre el GPM y el PRD representado por Ben Garza, es el que afloró entre Lenin y los oportunistas mencheviques entre febrero y octubre de 1917. Y las armas que Lenin utilizó para desenmascarar a los mencheviques son las mismas que nosotros esgrimimos hoy para desenmascarar con toda eficacia la suplantación de significado y personalidad política que Ben Garza ha operado con Lenin al citar el párrafo de su obra que aquí estamos poniendo en su sitio, atribuyendo a cada cual lo que es suyo:

<< Somos partidarios de un poder revolucionario firme. Y por muy fuerte que griten los capitalistas y sus lacayos (se refiere aquí a los mencheviques) afirmando de nosotros lo contrario, su mentira no dejará de ser mentira.
Lo único que hace falta es que las frases no oscurezcan el entendimiento ni emboten la conciencia. Cuando se habla de "revolución", de "pueblo revolucionario", de "democracia revolucionaria", etc., en nueve casos de cada diez se trata de mentiras o de autoengaño. Hay que preguntar: ¿qué clase hace la revolución?, ¿contra quién se hace la revolución?
¿Contra el zarismo? En este sentido, en Rusia son hoy revolucionarios la mayoría de los terratenientes y de los capitalistas. Una vez consumado el hecho (de la revolución política de febrero) hasta los reaccionarios se basan en las conquistas de la revolución. En la actualidad, el modo más frecuente, más abyecto y más nocivo de engañar a las masas, es elogiar la revolución en este sentido. (...)
La conclusión es clara, sólo el poder del proletariado, apoyado por los semiproletarios, puede dar al país un poder realmente firme y verdaderamente revolucionario. Será realmente firme, pues no se basará, por necesidad, en el "conciliacionismo" inestable de los capitalistas con los pequeños propietarios, de los millonarios con la pequeñoburguesía >> (V.I. Lenin: "Acerca del poder revolucionario firme" 06/05/917)

El menchevismo redivivo de Ben Garza salta aquí a la vista. Actualizando el espíritu de esta cita, queda claro que la "democracia revolucionaria" que Ben Garza confunde consciente o inconscientemente -en nombre de Lenin- con "la guerra" parlamentaria que el PRD libra hoy con el PAN y el "foxismo", sirve para enmascarar ante el proletariado mejicano el conciliacionismo estratégico entre los pequeños propietarios y la gran burguesía al interior del Estado capitalista mejicano. Fruto de esa "guerra" formal, es la alternancia en la superestructura política, de las distintas oligarquías partidarias en función de gobierno, que sucesivamente despiertan, frustran y reproducen en los explotados la esperanza de un cambio, tanto como para mantenerles siempre cautivos de la pasiva espera, de modo que lo esencial de la estructura económica y social del sistema capitalista real siga como está. Tal es el significado y cometido político de la "democracia revolucionaria" y el compromiso militante de agentes ideológicos y políticos de la burguesía en el movimiento asalariado, como es el caso del señor Ben Garza. La visceral e irrespetuosa iracundia infundada de su discurso ante la consciente y fundamentada irreductibilidad del GPM frente al oportunismo, es la medida exacta de su frustración "militante" al servicio de la contrarrevolución burguesa en Méjico.

GPM, diciembre de 2001

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