EL NIHILISMO O AUSENCIA DE VALORES EN LA SOCIEDAD BURGUESA CONTEMPORÁNEA

Tras publicar “La Gaya Ciencia”, Nietzsche estuvo esperando que un “médico” dedicado al problema de “la salud total del pueblo, del tiempo, de la raza y de la humanidad”, tuviera el valor de confirmarle en su sospecha de que: “en todo el filosofar, nunca se ha tratado hasta ahora de la “verdad” sino de algo diferente, digamos de “la salud, del futuro, del crecimiento, del poder, de la vida...”. Obviamente, si consideramos su recurrente referencia a los primitivos helenos como un paradigma, no podemos decir que Nietzsche fuera un pragmático, porque aquél “servir a la vida” como verdadero, lo fue en sentido universal, es decir, para la vida de la comunidad como fundamento, esencia o razón de ser de la vida individual. En este sentido, sería erróneo considerar a Nietzsche como precursor del pensamiento y la cultura capitalista postmoderna, individualista, hedonista y pragmática en grado extremo respecto de su predecesora moderna.

Pero sin duda lo fue, dado que habiendo visto cómo el nihilismo se apoderaba de la sociedad al decir que:

<<El idealismo entero de la humanidad precedente está a punto de convertirse de golpe en nihilismo —en la creencia en la absoluta ausencia de valor, es decir, ausencia de sentido...>> {F. Nietzsche: “Voluntad de Poder y Eterno Retorno” 7[54]}

….Nietzsche demostró ser incapaz de proponer nuevos valores para contribuir a ocupar con ellos el vacío dejado tras de sí por la decadente modernidad “iluminista” del capitalismo. Al contrario, acabó más que pronosticando propugnando una regresión política y social hacia formas de vida rayanas con el salvajismo, donde el curso de lo que suceda en la historia dependa de la imprevisible dialéctica entre puras voluntades opuestas sin escrúpulos de ninguna índole:

<<…dejemos de lado los dos conceptos populares de «necesidad» y «ley»: el primero introduce en el mundo una falsa constricción, el segundo una falsa libertad. Las cosas no se comportan con regularidad; ni de acuerdo a una regla: no hay cosas (-esto es invención nuestra), tampoco se comportan bajo una forzosidad de necesidad. Aquí no se obedece: pues el que algo sea tal como es, así de fuerte, así de débil, no es la consecuencia de obedecer o de una regla o de una forzosidad...
El grado de resistencia y el grado de prepotencia —de esto es de lo que se trata en todo acontecer: si nosotros sabemos expresarlo en fórmulas de «leyes» para nuestro uso casero del cálculo, ¡tanto mejor para nosotros! Pero con que finjamos el mundo como obediente no introducimos en el mundo ninguna «moralidad».
No hay ley: cada poder extrae en cada momento su última consecuencia. La previsibilidad está justamente en que no existe ningún mezzo termine.>>
{Op. Cit. 14[79]}

Y no fue capaz, porque tampoco logró ponerse por encima del espíritu burgués dominante en su época ni, por tanto, de sus propias condiciones de existencia, prácticamente determinadas por su individualismo e idealismo subjetivo solipsista que se apoderó de la sociedad europea desde mediados del siglo XIX, empezando por su base material con el subjetivismo utilitarista de la escuela marginalista en economía política, desde que Karl Menger anunció su proposición subjetivista abstracta netamente hedonista, de que el análisis económico debería replegarse desde la producción y la distribución global de riqueza hacia lo micro, para girar en torno a las necesidades de los individuos y los recursos disponibles por ellos mismos para su satisfacción. Así se dinamitó el concepto de totalidad social desde el cual esta disciplina del pensamiento siguiera siendo un medio básico auxiliar para la comprensión de la historia y de su necesario progreso.

Tal vez esto explique por qué Nietzsche insistió en la idea utilitarista ya tan superada, como el mito de Dionisos, de que la verdad de cada cosa está en el servicio que presta, cuando no pudo ignorar que bajo el capitalismo la relación entre comunidad e individuo había invertido sus originarios términos de prelación o primacía en detrimento de la comunidad y en favor del individuo, lo cual implicó poner su filosofía a los pies del pragmatismo, doctrina según la cual, la verdad y el bien radican en el éxito o la utilidad de una acción o cosa demostrados en la práctica por cada sujeto, de modo que el concepto de verdad universal y de valor moral, sea sustituido por el relativismo epistemológico y axiológico..

Dice Heidegger que cuando en 1882 Nietzsche escribió la frase “Dios ha muerto”, se refirió al dios cristiano. Pero no hay duda de que con este asesinato a manos de la sociedad capitalista decadente, también —y sobre todo— anunció la muerte del mundo suprasensible de las esencias invariables de la Metafísica desde los tiempos de Platón, entendidas como único mundo necesario verdadero y eterno efectivamente real del más allá frente al mundo sensible irreal de las apariencias cambiantes propio del más acá. Pero, al vaciar de sentido a lo inteligible —en tanto que necesario fundamento de toda verdad—, lo sensible —su contrario— perdió al mismo tiempo razón de ser, su valor, convertido, así, también, en nada. :

<<La destitución de lo suprasensible termina en un «ni esto... ni aquello» en relación con la distinción entre lo sensible y lo no-sensible. La destitución (de uno de sus términos) aboca al sin-sentido (La unidad de sentido de los dos contrarios no puede existir si uno de ellos se anula, lo cual supone anular automáticamente al otro)….>> (M. Heidegger: “La Frase de Nietzsche”. Lo entre paréntesis nuestro)

Y el sinsentido de “valores supremos” para la identificación de objetos y la determinación de patrones jurídicos, éticos, morales y hasta estéticos, significa que lo legítimo, verdadero, bueno y bello, que habían venido rigiendo la convivencia entre las personas, desaparece bajo los pies de los individuos. Esto es el nihilismo y tal fue la conclusión a la que llegó Nietzsche en 1882, escribiendo el tercer Libro de “La Gaya Ciencia”, un fenómeno cada vez más acusado que se había venido manifestando en los siglos precedentes como un síntoma de la enfermedad mortal del capitalismo llamada decadencia.

Pero Nietzsche no se conformó con este pensamiento negativo de reconocer el Nihilismo en la sociedad. Lo que Nietzsche observó es que a pesar de ver devaluados los fundamentos de su existencia, el Mundo no se derrumbó, siguió existiendo, tal como Engels en el citado pasaje de “Ludwig Feüerbach y el fin de la filosofía clásica alemana”, decía del feudalismo decadente, que tras haber dejado de ser una realidad efectiva ante la pérdida de su esencia, el nihilismo que se apoderó de esa sociedad subsistió convertida en un mero existente sin esencia durante mucho tiempo. Y de ese hecho tangible de un mundo que sigue existiendo sin los supremos valores que dieron sentido a su existencia, en un arranque de sinceridad sin parangón en la historia Nietzsche dedujo que en la vida hay un solo valor que ha sobrevivido tras haber sido escamoteado por el cristianismo. A ése valor supremo de la vida desprovista de valores, Nietzsche le llamóvoluntad de poder".

<<La valoración: "yo creo que esto y aquello es así", como esencia de la "verdad". En la valoración se expresan condiciones de conservación y de crecimiento. Todos nuestros órganos de conocimiento y nuestros sentidos sólo se desarrollan en relación con ciertas condiciones de conservación y de crecimiento. La confianza en la razón y sus categorías, en la dialéctica, es decir, la valoración de la lógica, sólo demuestra la utilidad de ésta para la vida, demostrada por la experiencia: pero no su "verdad">>. (F.W. Nietzsche: “Voluntad de Poder” Libro III 2 §506

 

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