ANEXO
Breve exposición sobre la teoría salarial de Marx

Haciendo suya la teoría ricardiana de los "rendimientos decrecientes en la agricultura", Malthus creyó ver una progresión de aumento histórico mayor en la población que en los medios de subsistencia. De este supuesto déficit en los recursos naturales, Malthus dedujo su teoría de la sobrepoblación y de ahí, la propensión a la baja de los salarios hasta el equivalente al "mínimo fisiológico". Esta teoría de la depauperación absoluta formulada en 1803, fue tomada por Lassalle cincuenta años después, para dar a conocer su "ley de bronce de los salarios".

Por su parte, son varios los pasajes de su obra en los que, desde el "Manifiesto Comunista", Marx alude inequívocamente a que la "ley general de la acumulación capitalista", tiende históricamente a reducir el nivel de vida de los trabajadores a un mínimo. A la vista de los progresos evidenciados en el salario real de la clase obrera europea -sobre todo alemana- a fines de ese mismo siglo, diversos críticos han creído ver descreditada por los hechos la teoría salarial de Marx y, con ella, todas sus predicciones sobre el futuro de la sociedad capitalista.

Como hemos de ver a continuación, ello se debió a una lectura desatenta o tendenciosa de "El Capital". En primer lugar, la teoría marxista de la población no parte de las premisas de Malthus. Para Marx, la sobrepoblación no tiene una causa natural, sino eminentemente social; está en la lógica misma del proceso de acumulación del capital; es un producto genuinamente suyo. En segundo lugar, Marx no dice en ningún sitio que, bajo el capitalismo, el salario tienda históricamente al mínimo fisiológico -que él denomina mínimo físico-, sino que, simplemente tiende a un mínimo. Es cierto que en el capítulo cincuenta del libro III, Marx habla del mínimo físico, "regulado por una ley natural", pero sólo para señalar que el valor real de la fuerza de trabajo "diverge de ese mínimo físico; es diferente según el clima y el nivel de desarrollo social; no solo depende de las necesidades físicas, sino también de las necesidades sociales históricamente desarrolladas, que se convierten en segunda naturaleza"(el subrayado es nuestro). (26)

El coste salarial varía, también, según sea el grado de cualificación del trabajo. En el libro I sección IV, donde trata sobre el plusvalor absoluto, Marx se refiere a la diferencia entre trabajo simple y trabajo complejo. Allí dice textualmente: "El trabajo al que se considera calificado, más complejo con respecto al trabajo social medio, es la exteriorización de una fuerza de trabajo compleja, trabajo de un peso específico superior. El trabajo al que se considera más complejo con respecto al trabajo social medio, es la exteriorización de una fuerza de trabajo EN LA QUE ENTRAN COSTOS DE FORMACIÓN MÁS ALTOS, CUYA PRODUCCIÓN INSUME MÁS TIEMPO DE TRABAJO Y QUE TIENE POR TANTO UN VALOR MÁS ELEVADO QUE EL DE LA FUERZA DE TRABAJO SIMPLE" (27)

Por tanto, para Marx, el valor de la fuerza de trabajo no es constante sino que varía según el rendimiento del trabajo. Henryk Grossmann resume acertadamente los factores que entran en la formación histórica del valor de la fuerza de trabajo. Estos factores son:

    1. el incremento de la fuerza productiva del trabajo gracias al cual tanto la fuerza de trabajo como el valor disminuyen de precio;
    2. los mayores o menores costos del aprendizaje, que conducen al encarecimiento del trabajo calificado con respecto al trabajo no calificado;
    3. la introducción de máquinas, cuyo efecto es manifiestamente contrario al anterior, pues desvaloriza el trabajo calificado;
    4. entre los restantes factores que intervienen en la determinación de los costos de reproducción de la fuerza de trabajo, se agrega el de la intensidad del trabajo;
    5. finalmente, incluye también la acumulación de capital. (28)

La hipótesis de costes constantes de reproducción de la fuerza de trabajo, supone un rendimiento del trabajo también constante y una constante provisión de medios de vida. Esta situación de estancamiento de la producción es absolutamente incompatible con la necesidad de valorización del capital. El progreso en la productividad del trabajo es condición de existencia del modo de producción capitalista. Luego, bajo el capitalismo, los salarios registran costes variables. De ahí que, a efectos del cálculo del valor, de la tasa de explotación y de la cuota de ganancia media, Marx designe al salario con el nombre de "capital variable".

En el capítulo XV del libro III que trata de las contradicciones de la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, Marx señala precisamente el déficit de Ricardo al concebir la tasa de plusvalor sobre el supuesto de que la jornada de labor "es, en intensidad y extensión, una magnitud constante". (29) Marx dice expresamente que el fenómeno típicamente capitalista de la intensificación del trabajo adquiere "importancia decisiva". En un doble aspecto: porque impugna la "ley de bronce del salario", y porque demuestra el carácter revolucionario fundamental de la clase obrera.

La intensificación del trabajo supone "un mayor gasto de trabajo en el mismo tiempo, una tensión acrecentada de la fuerza de trabajo, un taponamiento más denso de los poros que se producen en el tiempo de trabajo". Esto quiere decir que "La hora, más intensiva de la jornada laboral de diez horas contiene ahora tanto o más trabajo, esto es fuerza de trabajo gastada, que la hora, más porosa, de la jornada laboral de 12 horas. (subrayado del autor) (30)

De aquí se infiere que, en cierto estadio de la acumulación capitalista, las condiciones objetivas de la valorización del capital exigen que el salario real tenga que aumentar necesariamente. La lucha obrera por el salario, ese factor "histórico-moral" que Mandel deja flotando en el aire,(31) en realidad se asienta en la base material del sistema; la fuerza moral que asiste a los trabajadores en sus luchas, reside en los contenidos y resultados de la ley del valor. Los "excesos" o "usurpaciones" del capital contra los que Marx exhorta a la clase obrera a luchar, deben entenderse como excesos de la ley del valor respecto de las propias condiciones de valorización del capital, una contradicción insoluble del capitalismo que justifica plenamente la lucha revolucionaria del proletariado.

Y esto es así no sólo en cuanto a los fundamentos sino también en cuanto al tiempo. En efecto, de hecho, toda acción de los trabajadores, obedece a movimientos previos determinados por la ley del valor en un momento dado del progreso de la acumulación. "la lucha por la subida de salarios -dice Marx en "Salario, Precio y Ganancia"- sigue siempre a cambios anteriores y es el resultado de los cambios previos operados en el volumen de producción, las fuerzas productivas del trabajo, el valor de éste, el valor del dinero, la extensión e intensidad del trabajo arrancado, las fluctuaciones de los precios del mercado, que dependen de las fluctuaciones de la oferta y la demanda y se producen con arreglo a las diversas fases del ciclo industrial; en una palabra: es la reacción de los obreros contra la acción anterior del capital.(subrayado del autor) (32)

En síntesis, y para decirlo con palabras de Henryk Grossmann, "La teoría marxiana del salario no solo no entra en contradicción con la experiencia empírica, sino que, por el contrario, está en condiciones de explicar este dato empírico desde la lógica del sistema teórico en su conjunto, es decir, a partir de la propia ley del valor, sin necesidad de recurrir a ninguno de los elementos de la competencia" (33)(subrayado nuestro)

 

El no haber tenido en cuenta esto, explica que Roman Rosdolsky haya caído en el subjetivismo de atribuir a la lucha obrera una función determinante en la evolución de los salarios reales. Lo que no se explica tan fácilmente, es que Rosdolsky no haya advertido que su recurrente apelación errónea al factor "histórico-moral", se contradice en el mismo contexto con su acertada referencia a la ley del valor en torno al comentado pasaje de "Salario Precio y Ganancia", así como con su aguda crítica a Böhm-Bawerk sobre la reducción marxiana de trabajo complejo a trabajo simple y con el reconocimiento posterior de que en Marx hay, efectivamente, una teoría del derrumbe.

Semejante laguna teórica sorprende en quien ha demostrado tener un amplio y profundo conocimiento de la literatura en torno a este tema. Sobre todo, después de la fulgurante bengala con la que Grossmann iluminó este flanco inexpugnable del materialismo histórico. ¿Su doble omisión debe atribuirse a un lapsus teórico? Sea por lo que fuere, Rosdolsky se refleja aquí muy mal en el materialismo histórico. El Marx contradictorio que presenta, no es otra cosa que la transfiguración de su propio pensamiento enfrentado consigo mismo. Su error está en haber introducido la lucha de clases como factor determinante del valor salarial, una pieza que no encaja en el mecanismo de la lógica de investigación económica que preside tanto los "Grundrisse" como "El Capital". (34)

Al abordar el problema de la intensificación de la fuerza laboral, entramos en el capítulo del salario relativo. Al investigar la categoría fuerza de trabajo en su doble carácter, Marx descubre que "Ni el salario nominal, es decir, la suma de dinero a cambio de la cual el obrero se vende al capitalista, ni el salario real, es decir, la suma de mercancías que puede comprar a cambio de ese dinero, agotan las relaciones contenidas en el salario. Ante todo, el salario aún está determinado por su relación con la ganancia, con el beneficio del capitalista; es un salario relativo. El salario real expresa el precio del trabajo en relación con el precio de las restantes mercancías (que es lo que determina su nivel de vida), mientras que el salario relativo expresa la participación del trabajo -en el nuevo valor creado por él- en relación con la participación que en él cabe al trabajo acumulado, al capital. (35)

Marx observa que el progreso secular en la acumulación capitalista va acompañado de un aumento también a largo plazo en la composición orgánica del capital social global, esto es, el crecimiento más rápido del capital destinado a maquinaria y materias primas, respecto de la parte destinada al pago de salarios. Observa también que un menor empleo relativo de trabajo vivo, supone una productividad mayor, con lo cual, dada la jornada de labor simultánea(36), los trabajadores reproducen en un tiempo cada vez menor la parte de capital adelantada en salario, aumentando así el tiempo que dedican a trabajar para los capitalistas. Queda claro, pues, que la lucha obrera jamás podrá evitar la tendencia histórica hacia el descenso relativo del salario. Esto debe ser necesariamente así, porque, de lo contrario, la reproducción ampliada se torna materialmente imposible.

Según Roman Rosdolsky "..Pertenece a Rosa Luxemburgo el mérito de haber situado en una perspectiva política correcta la dinámica del salario relativo. Leemos en su "Introducción a la Economía Política":

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<<La producción capitalista no puede avanzar un solo paso adelante sin reducir la participación de los obreros en el producto social. Con cada innovación en la técnica, con cada mejora en las máquinas, con cada aplicación nueva del vapor y la electricidad en la producción y en el transporte, se reduce la participación de los obreros en el producto y aumenta la de los capitalistas>>. (Se trata de) <<un poder completamente invisible, una acción simplemente mecánica de la competencia y de la producción de mercancías dejándole (al obrero) una (porción) cada vez menor (....) El papel personal del explotador es todavía visible tratándose del salario, es decir, de las subsistencias reales. Una reducción del salario, que determine una disminución del nivel de vida de los obreros, constituye un atentado visible de los capitalistas contra los obreros y recibe de estos, por lo general, allí donde se hace sentir la acción del sindicato , la respuesta de la lucha inmediata (...) Pero muy distinta es la situación cuando se trata del descenso, invisible, del salario relativo provocado por el mero progreso técnico, los inventos, la introducción de máquinas, el mejoramiento de los medios de transporte, etcétera.>> (37)

<<Pero los efectos de todos estos avances sobre el salario relativo de los obreros son el resultado mecánico de la producción mercantil y del carácter de mercancía de la fuerza de trabajo (...) Es por ello que la lucha contra la caída del salario relativo, entraña la lucha contra el carácter de mercancía de la fuerza de trabajo, es decir, contra la producción capitalista en su conjunto. La lucha contra la caída del salario relativo, no es ya una lucha que se desenvuelve en el terreno de la economía mercantil, sino un asalto revolucionario, subversivo, contra la existencia de esta economía, es el movimiento socialista del proletariado.>> (el subrayado es nuestro) (38)

Ahora bien, según lo razonado hasta aquí, se podría pensar que las luchas por el salario relativo serían producto del factor histórico-moral, es decir, de una voluntad política asentada en consideraciones de pura justicia distributiva. Tal es lo que parece inferirse de lo expuesto por Rosa Luxemburgo. Las investigaciones de Marx permiten negar esta falacia de sentido común, al demostrar que estas luchas en este terreno están objetivamente determinadas.

En los "Manuscritos de 1861/63, Marx llega a la conclusión de que en un punto determinado de la acumulación -y a este punto se llega con el "Fordismo" y el Taylorismo"- se establece una relación inversa entre la intensidad y la extensión de la jornada de labor. Y esto -dice Marx- "no es un asunto especulativo. Cuando el hecho se manifiesta hay un medio muy experimental de demostrar esta relación: cuando, por ejemplo, aparece como físicamente imposible para el obrero proporcionar durante doce horas la misma masa de trabajo que efectúa ahora durante diez o diez horas y media. Aquí, la reducción necesaria de la jornada normal o total de trabajo resulta de una mayor condensación del trabajo, que incluye una mayor intensidad, una mayor tensión nerviosa, pero al mismo tiempo un mayor esfuerzo físico. Con el aumento de los dos factores -velocidad y amplitud (masa) de las máquinas- se llega necesariamente a una encrucijada, en la que la intensidad y la extensión del trabajo ya no pueden crecer simultáneamente, en el que el aumento de una excluye necesariamente el de la otra..." (39)

Comprobaciones empíricas contemporáneas permiten confirmar este aserto. Mediante un estudio riguroso de las estadísticas comparadas de mortalidad en los EE.UU., Eyers y Sterling, han demostrado que "...después de la adolescencia, la mortalidad está más relacionada con la organización capitalista que con la organización médica....Una conclusión general, es que un gran componente de la patología física y muerte del adulto, no deben ser considerados actos de Dios ni de nuestros genes, sino una medida de la tragedia causada por nuestra organización económica y social..." Estos autores consideran al "stress" como el eslabón entre las "noxas" (daños) sociales y el deterioro biológico (catabolismo). Eyers y Sterling definen el "stress" como "...los cambios que ocurren en un sujeto llamado a responder a una situación externa, para enfrentar la cual el no tiene capacidad o está dudoso de tenerla...Ello produce un estado de alerta psicológica y física que se inicia en la conciencia, en el cerebro y pone en tensión el cuerpo.." (40)

Las estadísticas de mortalidad reconocen al "stress" en el suicidio, el homicidio y los accidentes, así como en enfermedades crónicas como el infarto, la cirrosis, el cáncer de pulmón y la hipertensión. (41) Según un informe de CC.OO., los accidentes laborales en España aumentaron un 46% en l988, o sea, 326.308 accidentes más que el año anterior. A pesar de la gravedad de los datos, la situación de la salud laboral en España puede ser todavía más trágica: al menos un 30% de los trabajadores de este país, escapan a las estadísticas oficiales sobre siniestralidad, ya que se trata de trabajos marginales o a tiempo parcial. Según CC.OO., "...los que tienen contrato temporal, se accidentan dos veces más que el personal fijo..." (42).

En otras palabras, la tendencia del capital a aumentar la plusvalía relativa, es decir, el desarrollo de las fuerzas productivas "objetivas" expresado en las máquinas, los sistemas mecánicos, los sistemas semiautomatizados, la automatización en gran escala, los robots, tiene efectos contradictorios sobre el trabajo. Reduce la cualificación, suprime empleos, presiona a la baja sobre los salarios por el aumento del ejército de reserva. Pero simultáneamente, la extensión de la mecanización tiende a aumentar la intensidad del esfuerzo en el trabajo (a la vez físico y psíquico, o al menos uno de los dos), y ejerce, pues, una presión objetiva hacia la reducción de la jornada de trabajo.

Las formas de lucha con que el proletariado ha venido desbaratando la "organización científica del trabajo", responden a todas estas "noxas" sociales. Entre estas formas está el absentismo, el sabotaje tipificado como "faltas de cuidado", "defectos", "porcentajes crecientes de desperdicios"; actitudes que Benjamín Coriat ve como "una resistencia a entrar en la fábrica" y que pueden ser actos voluntarios o resultantes de una fatiga excesiva. (43)

En suma, la Ley de la Caída Tendencial del Salario Relativo es el contexto en el que Marx encuadra todas las luchas de la clase obrera moderna por la reducción de la jornada de trabajo. Luchas en el seno del capital, a menudo sordas y aparentemente intrascendentes, pero históricamente revolucionarias. Refiriéndose a ellas en el pasaje de "Salario Precio y Ganancia", Marx dice que "Si en sus conflictos diarios con el capital (los trabajadores) cediesen cobardemente, se descalificarían para emprender movimientos de mayor envergadura".(44)

En esta línea de razonamiento, parece quedar recusado el presunto carácter integrador absoluto del capitalismo. Pero, además, en este contexto se revela plenamente a la conciencia esa clase revolucionaria objetiva que muchos consideran imposible descubrir teóricamente. En efecto, si la tendencia siempre operante a reducir el tiempo de trabajo necesario por debajo del promedio social es condición de existencia de la acumulación en el capitalismo tardío, debemos concluir que la lucha por el salario relativo -que sólo compete a la clase trabajadora como tal- supone, lógicamente, la revelación del proletariado como clase revolucionaria fundamental.

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notas

 

(26) K.Marx: "El Capital" Libro III Cap. L)

(27) K. Marx: Op. cit. Libro I Cap. V la puesta en mayúsculas es nuestra

(28) Henryk Grossmann: "La Ley de la Acumulación y El Derrumbe del Sistema Capitalista" Consideraciones finales

(29) Karl Marx: "El Capital" Libro III Cap. XV

(30) Karl Masx: Op. Cit. Libro III Cap. XXIV

(31) Ernest Mandel: "El Capitalismo Tardío" Cap. V

(32) K. Marx: "Salario, Precio y Ganancia" Cap. XIII

(33) Henryk Grossmann Op.cit. Consideraciones finales.

(34) Cfr. Roman Rosdolsky: "Génesis y estructura de El Capital de Marx" Cap. V y VI

(35)" (K.Marx: "Trabajo Asalariado y Capital" en "Obras Escogidas" Ed. Fundamentos/75 Pp. 88

(36) Para la investigación de la naturaleza del plusvalor, resulta irrelevante el número de obreros empleados por el capital. La inclusión aquí de la locución jornada laboral simultánea es para indicar el hecho de que el capital es, desde un primer momento, una fuerza colectiva basada en la supresión del aislamiento del obrero, en la concentración de muchos obreros por parte de un capitalista; todos cuantos le permita la tasa de acumulación.

(37) Roman Rosdolsky: Op. cit. Apéndice III.

(38) ibid.

  1. (K.Marx: "Manuscritos" de l86l/63-MEGA II,3,6 Pp.l906) Citado por E..Mandel en "Marx y El Porvenir del Trabajo Humano" Revista "Inprecor" Nº 50 oct/86 Pp.7 Este mismo concepto aparece en "El Capital" formulado del siguiente modo: Es de todo punto evidente que con el progreso de la maquinaria y al acumularse la experiencia de una clase especial de obreros mecánicos, aumenta de manera natural la velocidad y con ella la intensidad del trabajo. Así, por ejemplo, en Inglaterra durante medio siglo la prolongación de la jornada laboral corre pareja con la intensidad del trabajo fabril. Con todo se comprende fácilmente que en el caso de un trabajo que no se desenvuelve en medio de paroxismos pasajeros sino de una uniformidad regular, reiterada día tras día, ha de alcanzarse un punto nodal en el que la extensión de la jornada laboral y la intensidad del trabajo se excluyan recíprocamente, de tal modo que la prolongación de la jornada solo sea compatible con un menor grado de intensidad en el trabajo y, a la inversa, un grado mayor de intensidad solo pueda conciliarse con la reducción de la jornada laboral".(subrrayado del autor) Ver K. Marx: "El Capital" Ed.cit. T-2 Pp. 498/99

 

(40) "Stress- Related, Mortality and Social Organization" En "Salud Panamericana" Vol.8-l.

(41) Ver: "Gaceta Sindical" CC.OO. Nº 57 set/89).

(42) Ibid.

(43) Benjamin Coriat "El Taller y El Cronómetro" Cap. 8-II

(44) K. Marx: "Salario, Precio y Ganancia" Cap. XI