d) Fundamento de la ley
de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia

Teniendo en cuenta, además, que la tendencia al aumento en la composición orgánica del capital se expresa en que el capital variable crece históricamente en términos absolutos, pero disminuye tendencialmente respecto del incremento en el valor del capital constante empleado, el hecho de que el menor valor relativo de lo producido en mercancías de consumo final descienda más que proporcionalmente respecto del contenido en las mercancías que componen el consumo productivo o capital constante, la reproducción del capital global se torna cada vez más improbable, dado que a medida que la productividad del trabajo va abatiendo o disminuyendo la parte de la jornada de trabajo necesario disponible, la posibilidad de seguir avanzando en la misma línea se hace cada vez más dificultosa, porque el capital acumulado crece más rápidamente que el plusvalor.

Para explicar esto último, supongamos una jornada de trabajo de diez horas diarias y una tasa de plusvalía del 100%, la parte de trabajo necesario o salario equivale a 5 horas y otras 5 al plusvalor o trabajo excedente. Es decir, que el obrero trabaja media jornada de labor (50%) para él y la otra media (50%) para el capitalista:

1/2 + 1/2 = 2/2 = 100%

A partir de estas condiciones, supongamos que la productividad del trabajo se duplica. Ahora, para reproducir su fuerza de trabajo, para vivir un día completo, el asalariado deberá trabajar 1/4 de jornada, la mitad que antes; y eso es lo que le pagará el capitalista. Pero le seguirá haciendo trabajar las mismas horas convenidas en el contrato de trabajo:

<<Por ende, la economización de trabajo mediante el desarrollo de la fuerza productiva del trabajo, en la economía capitalista de ningún modo tiene por objeto reducir la jornada laboral. Se propone, tan sólo, reducir el tiempo de trabajo necesario para la producción de determinada cantidad de mercancías. El hecho de que el obrero, habiéndose acrecentado la fuerza productiva de su trabajo, produzca, por ejemplo, en una hora, 10 veces más mercancías que antes, o sea, que para fabricar cada pieza de mercancía necesite 10 veces menos tiempo de trabajo que antes, en modo alguno impide que se le haga trabajar doce horas, como siempre, y que en las doce horas deba producir 1.200 piezas en vez de las 120 de antes>> (K. Marx: "El Capital" Libro I Secc. Cuarta Cap. X)

La diferencia entre 1/2 y 1/4 = 1/4, corresponde a la transformación de trabajo necesario en excedente a raíz del incremento en la fuerza productiva del trabajo.

En este punto del proceso, el capitalista se habrá apropiado 1/4 de jornada más respecto del plusvalor de origen que era de media jornada = 2/4 y que ahora pasa a ser de 2/4 + 1/4 = 3/4. Ahora, para vivir un día, el asalariado debe trabajar 3/4 de jornada para el patrón y sólo 1/4 para él.

Si observamos esto más detenidamente, veremos que la fuerza productiva del trabajo se ha duplicado, pero el plusvalor sólo se ha incrementado en 1/4 de la jornada laboral, sólo ha reducido el remanente de trabajo necesario en esa fracción. Esto es así, porque la proporción en que la fuerza productiva del trabajo incrementa el valor del capital, depende de la relación originaria entre trabajo necesario y trabajo excedente:

<<El trabajo objetivado que está contenido en el precio de la fuerza de trabajo, es siempre igual a una fracción del día completo, está siempre expresado aritméticamente en la forma de un quebrado, es siempre una proporción numérica, nunca un número simple>> (K. Marx: "Grundrisse" III)

¿Por qué debe ser así? Porque, como sucede con toda proporción, la magnitud en que puede variar el tiempo de trabajo excedente respecto del trabajo necesario, está condicionada o limitada por la magnitud total de la jornada laboral, el 100%.

Si sobre la primera consideramos una segunda duplicación de la fuerza productiva del trabajo, el salario, que se había reducido ya a 1/4, disminuirá ahora a la mitad, a 1/8 de la jornada laboral, mientras que el plusvalor ascenderá de 3/4 ó 6/8 a 7/8 = 0,25, esto es, menos que antes, que era de 1/4 a 3/4 = 0,50.

En el límite, si el salario o trabajo necesario se hubiera reducido ya a 1/1.000 = 0,001, la plusvalía total sería 999/1.000 = 0,999. Es decir, que para aumentar el plusvalor en menos de una milésima de tiempo, el capital debería aumentar la productividad del trabajo mil veces más.

Y si sobre esta progresión la fuerza productiva se multiplicara por 1000, el trabajo necesario descendería a 1/1.000.000 del día de trabajo, mientras que el plusvalor aumentaría en 1/1.000 - 1/1.000.000 o sea 0,001 - 0,000001 = 0,0000999 ó 999/1.000.000. En este caso, para aumentar el plusvalor en 0,0000999 de tiempo, la productividad del trabajo debería multiplicarse un millón de veces.

De esto se desprende que, cuanto mayor sea al plusvalor ya capitalizado y, por tanto, menor la fracción de la jornada de trabajo necesario o salario del obrero que resta capitalizar, tanto menor será el incremento del plusvalor que el capital obtendrá del progreso de la fuerza productiva del trabajo. El plusvalor aumenta, pero en proporción crecientemente menor al desarrollo de la fuerza productiva del trabajo:

<<Es decir, que cuanto más desarrollado está ya el capital, cuanto más plustrabajo ha creado ya, tanto más formidablemente tiene que desarrollar la fuerza productiva, para autovalorizarse en una pequeña proporción, es decir, para aumentar la plusvalía, ya que su límite continúa siendo siempre la relación entre la fracción del día de trabajo que expresa el trabajo necesario y el día de trabajo completo>>. (K. Marx: Op. Cit.)

Tal es la situación siempre bajo el supuesto de una jornada de labor constante. Pero el caso es que, con el aumento en la composición orgánica del capital, esto es, con la utilización de más y mejores máquinas, el trabajo físico y mental por unidad de tiempo aumenta su ritmo y se intensifica, porque así lo exige la máquina. En general, la producción de plusvalor relativo consiste en poner al asalariado en condiciones de producir más plusvalor con el mismo gasto de energía vital en el mismo tiempo. La intensificación del trabajo consiste en producir más con un mayor gasto de fuerza de trabajo por unidad de tiempo. Por lo tanto, intensidad y extensión del trabajo se contradicen lógicamente dando pábulo a la ley según la cual la eficiencia de la fuerza de trabajo está en razón inversa al tiempo en que opera, pero esta ley no se resuelve como en la física, sino históricamente, a instancias de la lucha de clases:

<<Con todo, se comprende fácilmente que en el caso de un trabajo que no se desenvuelve en medio de paroxismos pasajeros, sino de una uniformidad regular, reiterada día tras día, ha de alcanzarse un punto nodal en que la extensión de la jornada laboral y la intensidad del trabajo se excluyan recíprocamente, de tal modo que la prolongación de la jornada sólo sea compatible con un menor grado de intensidad en el trabajo, y, a la inversa, un grado mayor de intensidad sólo pueda conciliarse con la reducción de la jornada laboral. (K.Marx: "El Capital" Libro I Sección cuarta Cap. XIII)

La síntesis o resolución dialéctica de esta contradicción entre intensidad y extensión del tiempo de trabajo, se está todavía procesando a través de la lucha de clases, donde cada aumento en los ritmos de trabajo determinados por el desarrollo tecnológico, para arrancar al asalariado más plusvalor en el mismo tiempo mediante la combinación de la velocidad de procesamiento de las maquinas y del mayor número de máquinas que debe atender cada operario, es negado por el estrés, bajo la forma de costes insostenibles en enfermedades causadas indirectamente por él, como el tabaquismo y las drogas asociadas a enfisemas y cáncer de pulmón, arteriosclerosis, episodios cardiovasculares, cirrosis, delirium tremens, etc., aumento espectacular en los accidentes de trabajo, pérdidas por errores en la actividad laboral, sabotajes a la producción, ausentismo y huelgas. Según reporta el diario "El País" en su edición del 26/11/02, el coste del estrés en Europa asciende a 21.000 millones de Euros, aunque no aclara que tipos de daños personales y materiales comprende.

Ante semejante dinámica, esta contradicción presidida por el polo dialéctico burgués de la intensidad, determinó que, junto a la medida de tiempo de trabajo como "magnitud de extensión", apareciera la medida del "grado de condensación" como magnitud de la intensidad, marcando la tendencia a un aumento del trabajo necesario remunerado en el sentido de que:

<<La hora más intensiva de la jornada laboral de 10 horas, contiene ahora tanto o más trabajo, esto es, fuerza de trabajo gastada, que la hora más porosa de la jornada laboral de 12 horas. Por consiguiente, su producto tiene tanto o más valor que el de 14 horas de esta última jornada, más porosa>> (K.Marx. Op.cit.)

La demanda efectiva o satisfecha por aumento de salarios determinada por la ley del valor para la jornada de trabajo más intensiva, para cada patrón no supuso una causa contrarrestante a la lógica objetiva del capital tendente a convertir todo el trabajo necesario posible en excedente a los fines de la acumulación, pero sí para el conjunto de la burguesía, porque el número alarmante de accidentes de trabajo amenazó con esquilmar la fuerza de trabajo con el consiguiente perjuicio económico para la burguesía en su conjunto, lo cual indujo en Marx a anunciar la siguiente previsión:

<<No cabe la mínima duda de que la tendencia del capital -no bien la ley le veda de una vez para siempre la prolongación de la jornada laboral-, a resarcirse mediante la elevación sistemática del grado de intensidad del trabajo y a convertir todo perfeccionamiento de la maquinaria en medio para un mayor succionamiento de la fuerza de trabajo, pronto hará que se llegue a un punto crítico en el que se volverá inevitable una nueva reducción de las horas de trabajo. Entre los obreros fabriles de Lancashire, ha comenzado en estos momentos (1867) la agitación por las ocho horas>> (K. Marx: Ibid.)

Dado que la lucha económica entre obreros y patronos está presidida por la ley general de la acumulación capitalista, respecto de la cual a los asalariados sólo les cabe la función contestataria o defensiva frente a la permanente ofensiva e iniciativa explotadora de la burguesía, lo que hace a la postre esta contradicción entre extensión e intensidad del trabajo, es acelerar la tendencia al derrumbe del sistema capitalista, porque la violenta aceleración de los ritmos para producir más plusvalor por unidad de tiempo, ha ido siempre por delante de las noxas sociales y la no menos violenta respuesta de los asalariados.

Según esta lógica objetiva, en el hipotético caso -para muchos hoy día inimaginable- de que el tiempo durante el cual se reproduce el valor de la fuerza de trabajo en la sociedad se redujera a un segundo, esto supondría la práctica generalización de la robótica al proceso productivo, donde la relación de intercambio entre capital y trabajo desaparecería como fundamento absoluto de la producción capitalista en casi todas las ramas de la industria, junto con el valor, los precios de las respectivas mercancías, el dinero y las categorías sociales mismas de burguesía y proletariado, que así quedarían carentes por completo de sentido económico, social y cultural. Pero a semejante realidad sólo pueden llegar los asalariados negándose a sí mismos para convertirse en productores libres asociados, si es que mucho antes de esto no demuestran como asalariados conscientes ser capaces de echar a los burgueses del poder político y administrar la transición hacia la nueva sociedad sin clases de ese futuro científicamente previsto.

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