LA POLÍTICA DEL MLNV
Y EL MARXISMO LENINISMO

¿Cuál es la consecuencia práctica de la filosofía política marxista-leninsta frente al problema nacional? Una política internacionalista revolucionaria debe dirigirse tanto a los asalariados del país opresor como a los del país oprimido. Lenin formuló esta política en polémica con Kíevski a propósito de la separación de Noruega de Suecia. En el caso del Pais Vasco esta política sería la siguiente:

  1. Los asalariados comunistas del resto del Estado español no deben aconsejar la separación a sus hermanos de clase del país vasco, porque el separatismo rompe con los necesarios principios políticos del internacionalismo proletario; pero tampoco deben negarles la libertad a decidir por sí mismos, porque ello implicaría tomar partido por la burguesía imperialista del Estado español. Por lo tanto, su deber es reconocer incondicionalmente el derecho de separación a los asalariados de la nación oprimida.
  2. Los comunistas vascos, no dejarían de serlo por el hecho de votar en contra de la separación de Euskadi. Serían contrarrevolucionarios sólo si se plegaran activamente al proletariado centralista reaccionario del Estado español. De modo que el reconocimiento del derecho de autodeterminación de Euskal Herria por parte de los trabajadores conscientes de Euskadi, es condicional, o sea, sólo si estos trabajadores agrupados en el partido proletario pudieran propagandizar y votar en contra de la separación.

Obviamente que esto último es hoy puramente hipotético, porque en una situación de retroceso ideológico y político de los asalariados, la existencia de una opción orgánica subversiva del proletariado vasco es del todo imposible. Pero para llegar a semejante situación, se han debido crear determinadas condiciones políticas propicias. La lucha de clases no es una creación de los agentes sociales en conflicto sino que resulta de las contradicciones económicas de la sociedad en cuestión; pero las condiciones subjetivas o políticas de la lucha sí las determinan quienes están comprometidos en ella; y esa determinación surge de los proyectos de sociedad predominantes en uno y otro bando.

En tal sentido, es claro que el nacionalismo reformista hegemónico en países de estructura capitalista completa -como es el caso de Euskadi- ha contribuido decisivamente a la derrota estratégica del proletariado español como parte del movimiento antifranquista al interior del Estado español mucho antes de la caída de la URSS; y según esta lógica, ETA sigue siendo todavía hoy el más importante obstáculo en la implementación de la política proletaria conducente a la construcción de una alternativa orgánica comunista en España. Este obstaculo es aún mayor si consideramos la función contrarrevolucionaria del entrismo oportunista que un número nada desdeñable de cualificados intelectuales autoproclamados comunistas practican dentro del MLNV. La dificultad añadida proviene del despliegue propagandístico con base política en este movimiento, de las categorías y el discurso de un materialismo histórico "ad hoc" convenientemente mutilado por esos intelectuales para dar lustre y legitimidad marxista-leninista a un proyecto político, el de ETA, completamente divorciado de esa tradición revolucionaria.

Y aquí es necesario decir que la seducción por el recurso a la acción armada que ejercen organizaciones como ETA, no hace sino poner de manifiesto el extravío a que puede conducir la incultura política que prevalece en amplios sectores de la vanguardia natural de la clase trabajadora. Ningún movimiento social define su carácter político por las formas de lucha que adopta ni por los medios de acción que emplea, sino ante todo por su estrategia de poder manifiesta, por su programa, por su proyecto político.

¿Cuál es el proyecto político que según la alternativa KAS tiene previsto implementar el MLNV para resolver el contencioso con el Estado español? En primer lugar, excluye al proletariado no vasco. Y no sólo eso. La base social de sustentación de su proyecto de autodeterminación es Euskal Herria, o sea, el "pueblo" vasco. Consecuentemente, el sujeto político del proceso es un conglomerado social policlasista cuya expresión política es el frente o bloque historico de poder formado por el proletariado y la pequeña y mediana burguesía vasca. Por lo tanto, la propuesta de decisión "democrática" sobre el futuro de Euskal Herria fuera de los Estados español y Francés no es de naturaleza proletaria e internacionalista sino de afirmación nacionalista y burguesa. Esto tiene que ser lógicamente así, en tanto que la inclusión de la burguesía vasca en el proceso "democrático" de decisión, garantiza que el nuevo Estado nacional deba tener por condición ineludible de existencia el reconocimiento y legalidad político-institucional de la explotación capitalista, es decir, la continuidad de todos los fueros jurídicos y políticos de la propiedad privada sobre los medios de producción.

En nuestro trabajo sobre las crisis del capitalismo, decimos que el proceso de acumulación –también en la etapa tardía- discurre en una especie de dialéctica hegeliana de identidad de los contrarios, entre los pequeños y medianos capitales y los grandes conglomerados económicos, de lo que resultan dos tendencias: una que diezma los capitales medios mientras la otra les revitaliza económica y socialmente. Marx se refirió a este fenómeno típico del capitalismo en el capítulo XV del libro III, donde resalta la importancia de los capitales medios "que se agrupan por su cuenta" en el mantenimiento de la competencia como acicate de la acumulación, sin la cual "el fuego fatuo" de la reproducción se extinguiría y el sistema "caería en la inercia". Pero tal vez haya sido Rosa Luxemburgo en polémica con Bernstein quien mejor haya logrado explicarlo:

<<Al igual que la clase obrera, la clase media capitalista encuéntrase bajo la influencia de dos tendencias contrapuestas: una, que la eleva, y otra, que la oprime. Esta tendencia opresora es el alza continua de la escala de la producción, la cual periódicamente devasta los dominios del capital medio, descartándolo y eliminándolo una y otra vez de la competencia. En cambio, la tendencia elevadora es la desvalorización periódica del capital ya empleado, que motiva que la escala de la producción, según el valor del capital mínimo necesario, descienda contínuamente y durante cierto tiempo, ocasionando la entrada de la producción capitalista en nuevas esferas productivas. La lucha de la industria media con el gran capital no debe considerarse como una batalla formal en que las tropas de la parte más débil quedan diezmadas cada vez más, sino como una siega periódica de los pequeños capitales, que no cesan de brotar para ser de nuevo seccionados por la guadaña de la gran industria. De estas dos tendencias que juegan arrojándose la pelota de la clase media capitalista, triunfa en primera línea –en oposición al desarrollo de las clases trabajadoras- la tendencia oprimente. Pero esto no necesita en modo alguno manifestarse en la mengua numérica y absoluta de la industria media, sino, en primer lugar, en el capital mínimo, mayor cada vez, que se necesita para mantener en vida industrias pertenecientes a ramas antiguas y, en segundo lugar, en el período cada vez más corto del que disponen los pequeños capitales para gozar libres de la explotación de nuevas ramas. De ello resulta, para el pequeño capital individual , un plazo de vida cada vez más corto y un cambio cada vez más rápido de los métodos de producción y de las formas de invertir el capital, y para la clase media en general, un metabolismo social más y más acelerado....>> (Rosa Luxemburgo "Reforma o Revolución" Cap. II)

Según las previsiones de Lenin que la historia del capitalismo se ha encargado de confirmar plenamente, en la etapa donde los fenómenos de la globalización y unidad internacional de los capitales ya ha dejado de ser una tendencia, proyectos como el de ETA son la expresión política de uno de los polos de la contradicción dialéctica interburguesa señalada por Marx y Rosa, verdadero aufheben hegeliano en la estratégica identidad de los contrarios al interior del sistema capitalista, entre la tendencia democrática de los pequeños y medianos capitales y la tendencia antidemocrática de los oligopolios, donde la pretendida simbiosis entre nacionalismo y "socialismo" es por completo realizable, pero no puede pasar de un capitalismo de Estado antimonopólico necesariamente inestable, condenado a gravitar de modo inevitable hacia el sumidero de la centralización de los capitales. La actual política de aislamiento internacional y agresión militar contra Irak y Yugoslavia –los eslabones más débiles de la cadena de regímenes del tipo capitalista de Estado- es la prueba más elocuente al respecto:

<<La lucha nacional, la insurrección nacional y la separación nacional son completamente "realizables" y se observan de verdad bajo el imperialismo; es más, incluso se intensifican, pues el imperialismo no detiene el desarrollo del capitalismo ni el crecimiento de las tendencias democráticas en la masa de la población, sino que exacerba el antagonismo entre dichas tendencias democráticas y la tendencia antidemocrática de los truts>> (V.I. Lenin: "Sobre la caricatura del....." Punto 4)

En la medida en que no puede impedir el juego de los vínculos mercantiles y financieros entre países de desarrollo desigual, la autodeterminación nacional es perfectamente compatible con el colonialismo económico de los países políticamente soberanos de menor desarrollo relativo y su eventual emblocamiento en la geoestrategia política de las luchas interburguesas internacionales, como es el reciente caso de las sucesivas guerras por la independencia que la coalición imperialista auspició diplomáticamente y apoyó económica y logísticamente para desbaratar el proyecto anacrónico y reaccionario de autodesarrollo del capital nacional yugoslavo.

<<En tal estado de cosas, (la autodeterminación nacional) no sólo es "realizable" desde el punto de vista del capital financiero, sino a veces francamente ventajoso para los truts, para su política imperialista, conceder la mayor libertad democrática posible, incluso la independencia estatal a algunas pequeñas naciones, a fin de no correr el riesgo de ver perturbadas "sus" operaciones militares (con vistas a sus objetivos políticos y económicos). Olvidar la originalidad de las correlaciones políticas y estratégicas y repetir, venga o no a cuento, una sola palabreja aprendida de memoria –"imperialismo"- no es marxismo en modo alguno>> (Ibíd. Lo entre paréntesis es nuestro)

Como en otros muchos aspectos de la lucha de clases, en la política son mayoría quienes en nombre del marxismo-leninismo proceden como si la línea internacionalista sobre la cuestión nacional formulada por Lenin no existiera. Más que necesario es perentorio, pues, poner a los nacionalistas burgueses que se hacen pasar por leninistas frente a esta teoría, habida cuenta de que la libertad es el conocimiento de la necesidad, y recordando que toda lucha eficaz por el socialismo en cada situación concreta, no depende de lo que a alguna fracción del proletariado o a determinado grupo u organización política le parezca, guste o interese hacer en cada momento, sino de lo que mandan hacer las condiciones objetivas determinadas por las leyes que presiden el desarrollo del movimiento real de la sociedad capitalista. Hic Rhodas, hic salta.

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