LA LUCHA POR LA AUTODEREMINACIÓN NACIONAL EN LA ETAPA IMPERIALISTA DEL CAPITALISMO

Desde 1914, Lenin y los bolcheviques mantuvieron vigente la línea política de la Primera Internacional para las luchas por la autodeterminación nacional en la etapa imperialista del capitalismo, pero sólo para países donde las relaciones de producción capitalistas no estuvieran suficientemente difundidas, como era el caso de China, India, Persia o Egipto antes de la segunda guerra mundial. En esos casos, las luchas contra la opresión política de cualquier potencia extranjera, se incribían objetivamente en la estrategia socialista mundial, independientemente de que estuvieran no ya dirigidas, sino siquiera protagonizadas por el proletariado. Polemizando con los bolcheviques que apoyaban la lucha por la autodeterminación de las burguesías coloniales contra la opresión de las potencias colonialistas, Kíevski sostenía en 1916 el presunto absurdo de que los revolucionarios <<planteen la consigna de autodeterminación en relación con las colonias, porque, en general, es absurdo plantear las consignas del partido obrero para los países donde no hay obreros>>. Lenin respondía que la consigna de autodeterminación era justa hubiera o no obreros que la pudieran impulsar políticamente, porque no iban dirigidas únicamente a los asalariados de los países coloniales sino a toda la población trabajadora, incluidos los obreros de las metrópolis colonialistas :

<<En la parte democrática de nuestro programa -sobre cuyo significado no ha reflexionado "en absoluto" P. Kíevski- nos referimos especialmente a todo el pueblo y por eso hablamos en ella del "pueblo" (Ciertos curiosos adversarios de la "autodeterminación de las naciones" argumentan, objetándonos, que las "naciones" ¡se hallan divididas en clases! A estos marxistas de caricatura les indicamos habitualmente que en la parte democrática de nuestro programa se habla del "poder soberano del pueblo")

Hemos calculado en 1.000 millones la población de las colonias y semicolonias, pero P. Kíevski no se ha dignado de refutar nuestra concretísima afirmación. De esta población de 1.000 millones, más de 700 millones (China, India, Persia, Egipto) pertenecen a países donde hay obreros. Pero aun en las colonias donde no hay obreros, donde no hay más que esclavistas y esclavos, etc., no sólo no es absurdo, sino que es obligatorio para todo marxista plantear la "autodeterminación". Después de pensar un poquito, P. Kíevski probablemente lo comprenderá, como comprenderá también que la "autodeterminación" se plantea siempre "para dos naciones: la oprimida y la opresora>> (V.I. Lenin: "Sobre la caricatura del marxismo y el "economismo imperialista")

Una de las reivindicaciones del movimiento nacional de autodeterminación en los países oprimidos por el colonialismo capitalista, ha sido el derecho al libre ejercicio y desarrollo de la lengua y la cultura autóctonas, que las potencias capitalistas opresoras prohibieron o se negaron a promover. Esta aspiración nacional tampoco flota en el aire. La lengua y la cultura comunes hacen sin duda a la identidad nacional de los distintos pueblos y, en muchos casos, más que la geografía a la delimitación territorial de sus dominios. Pero, además, son los vehículos imprescindibles que primero contribuyen a transformar la producción mercantil simple y la economía campesina de subsistencia en economía capitalista, y luego sirven para delimitar los distintos mercados internos que dan sentido a los modernos Estados nacionales, donde patronos y obreros hablan el mismo idioma y comparten las mismas costumbres. Por lo tanto, la lucha por preservar y cultivar la lengua y cultura comunes a un mismo pueblo, hace a la "defensa de la patria" en tanto derecho democrático-burgués:

<<Solo una persona que en sus sueños viva en Marte podría negar que para los ucranio y los bielorrusos, por ejemplo, no ha concluido el movimiento nacional, que en las masas se está despertando aun el deseo de poseer su lengua vernácula y su literatura (y esto es condición y acompañante indispensable del desarrollo total del capitalismo, de la penetración completa del intercambio hasta en la última familia campesina). La "patria" no ha cumplido allí todavía por completo su misión histórica. La "defensa de la patria" puede ser allí "aun la defensa de la democracia, de la lengua materna y de la libertad política contra las naciones opresoras y contra el medievo>> (V.I. Lenin: "La caricatura del...." Punto 2)

Según esta línea de razonamiento político que compartimos, el derecho democrático burgués a la "defensa de la patria" está determinado por la tendencia objetiva a extender las relaciones capitalistas a escala nacional, determinación que se debilita y tiende a desaparecer según progresa la acumulación del capital en su etapa postrera. En un primer momento de este proceso, las diversas lenguas y culturas nacionales no son más que medios que las burguesías nacionales defienden y cultivan para dar cumplimiento a la tendencia histórica de difundir -hasta hacer predominantes- las relaciones de producción capitalistas en cada país, dada la tendencia histórica del capital a apoderarse de toda la masa existente de trabajo explotable.

Pero cuando la masa de capital acumulado en los países más avanzados sobrepasa los límites de su población autóctona explotable -según el metabolismo del trabajo asalariado se torna más rápido e intenso- esos capitales nacionales excedentarios devienen multinacionales. Es el momento en que la condición de su reproducción ampliada deja de ser sólo el idioma y la propia idiosincracia social de su nacionalidad, de modo que allí donde esos capitales ya estructurados trascienden sus fronteras –no ya para adquirir en ultramar materias primas baratas a cambio de manufacturas, sino para explotar mano de obra extranjera disponible- lo racional del moderno imperialismo no pasa ya por oprimir política y culturalmente al país anfitrión, sino por la necesidad de adaptarse a sus propias leyes, lengua, usos y costumbres.

A partir de este momento, la tarea de completar la formación del mercado interno capitalista en regiones periféricas del sistema es asumida también por el capital extranjero, y la clase obrera crece hasta convertirse en mayoría absoluta de la población, con lo que la autodeterminación nacional se hace por completo compatible con el moderno imperialismo, con el colonialismo económico de países periféricos y, por tanto, perfectamente realizable, según explicaremos un poco más adelante.

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