Moral positiva y lucha política de clases

Habíamos quedado en que la moral positiva del capitalismo es la moral de la explotación del trabajo mediada por los vínculos mercantiles y monetarios. Aquí se impone responder a esta pregunta: ¿Qué tiene que ver la moral con la política? Pero antes, es necesario distinguir, con Gramsci, entre pequeña y gran política. La pequeña política es la política de andar por casa, el pulso permanente entre las distintas fracciones de una misma clase dominante, a través del cual se dirime el poder hegemónico de una de ellas o de una coalición de ellas, dentro de las instituciones del Estado representativo de los intereses del conjunto de las formaciones políticas particulares. Y en el juego entre esos intereses políticos de clase comunes, rige como ley social suprema el tipo de moral basada en la explotación del trabajo ajeno, donde este fin crea los medios adecuados a él en cada momento. Y para esto, basta el botón de muestra en torno a los acontecimientos bélicos que dieron cuenta hace muy poco del régimen Irakí. Todo, naturalmente, a expensas de las clases explotadas mientras no se decidan a entrar en escena como sujeto político autoconsciente. La pequeña política, pues, es la que, entre las expresiones políticas representativas de los distintos intereses particulares al interior de una misma clase -en este caso, la burguesía- se dirime cual de ellas resulta hegemónica a los fines de capitalizar una parte alícuota mayor del plusvalor creado por los asalariados en determinada parte del mundo, ratificando una vez la naturaleza de la moral burguesa que Marx y Engels definieron de modo insuperable en el Manifiesto, como "la sociedad del engaño y el pillaje mutuo.

La gran política en cambio, es la que dirime el poder entre los intereses históricos de distintas clases, de clases que hasta un determinado momento habían convivido contradictoriamente, siempre a la greña, pero dentro de un mismo modo de producción y de un Estado bajo la dirección política de la clase económica y políticamente dominante, las clases oprimidas y explotadas comienzan a rebelarse. Marx define semejante momento histórico como la incompatibilidad entre el modo de producción dominante y las fuerzas sociales productivas que encarnan políticamente las clases subalternas nacidas del vientre de la sociedad cuestionada, continuando el párrafo del ya citado prólogo a su "Contribución a la crítica de la economía política" en los siguientes términos:

<<Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad chocan con las relaciones de producción existentes, o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas. Se abre así una época de revolución social>> (Op. Cit)

En este momento de revolución social, la dialéctica social enfrenta a las fuerzas políticas de un modo de producción real que está dejando objetivamente de ser, frente a otro abstracto que lo niega y pugna por ser lo que todavía sólo es como proyecto. Pero, al mismo tiempo que la lucha pone en juego dos modos distintos de producción, confronta dos tipos de moral social diferentes, antagónicos e irreconciliables. Según este razonamiento, Esa lucha supone una dualidad de poderes donde la moral y el derecho positivos desaparecen. En ese caso todo juicio moral o jurídico resultan imposibles, porque eso es, precisamente, lo que esta decidiendo la lucha entre las distintas clases. En ese caso, lo moral o inmoral para uno de los bandos en pugna con el otro, está sólo en relación al cumplimiento o incumplimiento con los fines de la acción, y, para cada combatiente, lo moral está en la coherencia de su acción con los principios por los cuales ha decidido luchar en una u otra trinchera para llevar a término los fines de esa acción. Si así lo hace, es moral, si se niega a hacerlo o lo hace mal, es inmoral. Y aquí acaba todo respecto a este asunto.

Por ejemplo, supongamos una pequeña historia bélica que comienza con un destacamento del bando A que se desplaza por una zona selvática, y en un determinado momento, parecen detectar la presencia del bando enemigo B. Inmediatamente, el comandante a cargo de A consulta con su segundo en el mando y ambos deciden hacer una maniobra envolvente ordenando que una parte de la columna se divida en dirección al oeste y otra hacia el Este en un movimiento de pinza, manteniéndose en contacto permanente por radioteléfono. Unos veinte minutos después, los integrantes de la columna desplazada hacia el Este advierten que se acerca un grupo de combatientes enemigos, y aprovechan esa ventaja para sorprenderles consiguiendo reducirles sin disparar un solo tiro. Pocos instantes después, se escucha el fragor de un combate proveniente de donde se había desplazado la columna en dirección Oeste, cuyo comandante resulta herido y al lado suyo cae muerto el soldado que portaba el radioteléfono. Haciendo un esfuerzo, el herido se hace con el aparato y llama a su segundo que está al mando de la columna desplazada hacia el Este, diciéndole que una columna enemiga les estaba aniquilando. Enterado de semejante situación, el lugarteniente se dirige al prisionero a cargo del radioteléfono, le pone el cañón de su pistola en la cabeza y le ordena que se dirija a sus compañeros del bando B en nombre del comandante del destacamento (prisionero), para que suspendan el combate y se alejen del lugar, mintiéndoles acerca de la presencia en la zona de fuerzas enemigas superiores en capacidad de fuego. El soldado no obedece y a la tercera advertencia le levanta de un tiro la tapa de los sesos. Inmediatamente, coloca su arma en la cabeza del comandante enemigo B al tiempo que le ofrece el radioteléfono, diciéndole que si obedece la orden le deja en libertad, de lo contrario, ya sabe lo que le espera. El comandante enemigo B, sin dudarlo ni un instante, coge el teléfono y obedece la orden. Cuando poco después oye que cesan los disparos, el lugarteniente "asesino" cumple su palabra e indica al comandante enemigo la dirección en que debe abandonar el lugar, al tiempo que la columna Este con los prisioneros B acuden en auxilio de sus compañeros, consiguiendo que diecinueve de ellos queden ilesos y de ocho heridos tres logren sobrevivir. ¿Cuántos comportamientos inmorales y cuantos morales hay en esta historia para juzgar como tales?

Gramsci se extendía sobre este asunto de la diferencia entre la moral respecto de los fines de cada contendiente, y la moralidad personal, distinción que aparece comprendida en el comportamiento del soldado del bando B que se niega a obedecer una orden del enemigo, del lugarteniente del bando A, que le mata por no obedecer, del comandante del bando B hecho prisionero, que acepta la proposición de ordenar el alto el fuego sobre la columna Oeste del bando A a cambio de su libertad pero bajo pena de muerte si no acepta, y, finalmente, del lugarteniente A de la columna Este que, una vez que el comandante prisionero ordenó a sus fuerzas atacantes el alto el fuego e inmediata retirada del escenario de la lucha, cumplió su palabra y le dejó en libertad. Gramsci dice lo siguiente:

<<De tal modo, no se puede juzgar al ser humano político por el hecho de que sea más o menos honesto, sino por el hecho de que mantenga o no sus compromisos (y en este mantenimiento puede estar comprendido el "ser honesto", es decir, ser honesto puede ser un factor político necesario y, en general, lo es, pero el juicio es político y no moral). El político es juzgado no por el hecho de que actúa con equidad u honestidad personal, sino por el hecho de que obtiene o no los resultados positivos o evita un resultado negativo, un mal, y aquí puede ser necesario "actuar con equidad", pero como medio político y no como juicio moral>> A. Gramsci: "Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el Estado moderno" Moral y política)

Según este criterio, que compartimos, el soldado que prefirió la muerte a interferir en los fines para los cuales aceptó ir al combate, actuó moralmente; el subcomandante del bando A al mando de la columna que marchó hacia el Este, además de actuar moralmente según los fines para los cuales aceptó combatir contra el bando B, fue "honesto" y "equitativo", porque cumplió los términos del pacto -bajo chantaje de muerte- con el comandante enemigo B, pero esto, en política, no debe entenderse como un rasgo de honestidad personal, que es real, sino como un medio político para el cumplimiento eficaz de los fines de la lucha. Nada más. Finalmente, el comandante del bando B actuó inmoralmente, porque prefirió salvar su propia vida a expensas de los fines por los cuales juró combatir.

Esto, según el criterio de Trotsky -compartido por Gramsci- significa, ni más ni menos, que los fines políticos determinan los medios a emplear, incluida la conducta de los implicados en la lucha, independientemente de la moralidad que, en circunstancias normales o de paz, rige el comportamiento de los individuos a uno y otro lado de las trincheras, aunque no sea este el caso en nuestra historia del comandante del bando B, que comete la inmoralidad de la "traición" para salvar su vida. Y si es que se trata de una guerra de clases, ocurre invariablemente lo mismo, se demuestra que es moral que los fines se persiguen con independencia de la moralidad que, en condiciones normales, prescribe o determina el comportamiento de los que excepcionalmente combaten unos contra otros por hacer prevalecer su propia moral. En el caso de los burgueses contra la aristocracia, por hacer prevalecer la libertad irrestricta de explotar trabajo ajeno y la igualdad ante la ley burguesa de todos los individuos de la sociedad; en el caso de los asalariados conscientes contra la burguesía, por hacer prevalecer la emancipación del trabajo asalariado y la igualdad real de todos los individuos en tanto productores libres asociados.

En tal sentido, si el relato ofrecido vale tanto para una guerra de clases como para una guerra interclasista, sólo incluyendo el detalle de que, si es cierto que la moral positiva del proletariado se anticipa virtualmente en el combate por ella, suponiendo que el mando A de la columna Este que cumplió su palabra luchara por la moral comunista, desde el punto de vista de la pura moral comunista que lucha contra la moral del intercambio, no hubiera debido negociar con su par enemigo, aun a costa de las seguras pérdidas en su propio bando, porque la moral comunista niega toda negociación o intercambio, típico de la moral burguesa enemiga.

Esto es lo que nos objetó el señor Guy Sabatier, la misma objeción que los "comunistas de izquierda" hicieron a los Bolcheviques cuando, en primer lugar, decidieron construir el ejercito rojo con base social de reclutamiento mayoritariamente pequeñoburguesa con una moral de combate supuestamente inferior a la proletaria; en segundo lugar porque ante el hecho de que la revolución se produjo en medio de la ruina económica del país y la guerra imperialista, donde Rusia estaba comprometida con el bando anglofrancés, los bolcheviques ordenaron la inmediata desmovilización del ejército -algo que ya estaba ocurriendo de hecho- y plantearon a ambas partes beligerantes la consigna de la paz, que fue aprobada entre el 25 y el 26 de octubre (8 y 9 de noviembre) de 1917, durante el II Congreso de los Sóviets de toda Rusia. En tercer lugar, porque ante el acentuado abandono del frente norte por parte de las antiguas tropas imperiales rusas acogiéndose al armisticio decretado por el nuevo Estado soviético, los bolcheviques llegaron a un acuerdo con las tropas anglofrancesas en el frente sur, para poder combatir el avance de los alemanes en el norte; finalmente, porque ante el imparable avance de los alemanes que habían ocupado las bases del Báltico llegando hasta las puertas de Petrogrado, se pactó con ellos un tratado de paz a cambio de territorios soviéticos aun no ocupados.

Según el señor Sabatier -en total acuerdo con lo que por entonces plantearon los "comunistas de izquierdas"-, lo que hubiera debido haberse en lugar de "traicionar" la moral comunista, es formar inmediatamente un ejército exclusivamente proletario sobre las ya estructuradas "milicias obreras" de Petrogrado y Moscú, pasando inmediatamente a la contraofensiva en todos los frentes contra el cerco imperialista en su conjunto constituido por los ejércitos británicos y franceses hasta entonces aliados del Imperio ruso, además de los alemanes, japoneses y americanos. El argumento de los "comunistas de izquierda" -avalados por el señor Sabatier- se reducía a reemplazar la táctica de combate basada en la moral burguesa, por la basada en la moral comunista que, suponían, ya habían adquirido la absoluta minoría social de obreros de los principales centros industriales del país.

El argumento de los bolcheviques, se basó en la necesidad inmediata convertida en finalidad táctica, de abandonar la guerra, recuperar económicamente al país y transformar el ejército zarista -cansado de combatir, diezmado por las bajas y el hambre después de tres años de combate- en un ejército revolucionario. Para eso había que cambiar espacio por tiempo. El imprescindible para crear los medios determinados por los fines estratégicos, que eran, en primer lugar, preservar la revolución aunque en un territorio más restringido, como condición del segundo paso, consistente en recuperar para el poder soviético los espacios cedidos al enemigo de clase una vez reconstruido el ejército soviético. Todo esto al margen de cualquier consideración moral abstracta, como finalmente así fue y se cumplió, en uno de los más asombrosos e inigualados ejemplos de metodología materialista histórica e inteligencia política creadoras aplicadas a las más adversas condiciones políticas imaginables. Lo más ajustado de esta polémica al tema que desarrollamos aquí, podrás encontrarlo en: http://wwwnodo50.org/revpermanente/04.htm , aunque, para poder comprender en toda su amplitud de contenido esta problemática de la moral comunista que aparece en esa parte del texto, es necesario acceder a detalles históricos de ese período de la lucha de clases, que exigen, al menos, la lectura íntegra de este documento, desde el punto 4 al punto 9.

Con lo dicho hasta aquí, esperamos haber cumplido siquiera en parte con tu inquietud, y en mérito de ello pedimos reciprocidad en cuanto a que el uso que hagas de este trabajo, honre -o sea digno de- la exigencia que nos has planteado y el esfuerzo que nos ha costado cumplir con ella. Como suele decirse, la pelota está, ahora, en tu tejado. Deseamos ver más pronto que tarde los resultados de este aporte, sea en forma de consultas, sugerencias, críticas fundadas o...réditos políticos derivados de tu contribución al uso de esta herramienta ideológica del trabajo político que es al materialismo histórico aplicado a la realidad actual de la lucha de clases. Desde ya te animamos a ello.

Muchas gracias. Un Saludo:

GPM.

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