Condiciones históricas para el cambio de un tipo de moral a otro
De lo argumentado hasta aquí se infiere que, dadas las distintas fases o períodos históricos del desarrollo de las fuerzas productivas que determinan sus correspondientes relaciones sociales de producción en la historia de la humanidad, la conciencia inmediata que involuntariamente los actores del proceso adquieren de las relaciones sociales que contraen y ejercitan diariamente, depende del lugar que cada parte o clase ocupe en esas relaciones de producción y en la producción misma. Las relaciones de producción constituyen la condición de existencia para las clases que las contraen. Pero la conciencia de esa existencia no es algo automático.
Para explicar esta cuestión fundamental, hay que empezar por decir que en la relación capitalista moderna, en general no puede haber trabajo sin capital ni capital sin trabajo. Esta necesidad mutua, es lo que, precisamente, da sentido a la relación social. Pero si consideramos esta relación en su esencia, vemos que, salvo casos muy excepcionales, la norma es que la existencia del trabajador como asalariado, dependa del arbitrio de los patrones que le contratan. En efecto, mientras cobra su salario y, sobre todo, experimentando el paro, al asalariado se le mete muy rápido y hondo en su alma que no es nada sin que exista para él un capital, el de su patrón. Y a fuerza de cumplir con su parte contractual como propietario privado de su fuerza de trabajo que decide “libremente” enajenarla y disciplinarse al mando del patrón a cambio de una paga, su conciencia y su moral quedan marcadas por el sentimiento y la "idea" de su dependencia respecto del capital a instancias de su patrón particular. Después, el ejercicio de su responsabilidad fiscal y jurídica frente a su patrón general, que es el Estado burgués, forja su moral dependiente del conjunto de la burguesía; O sea, responsabilidad laboral, en tanto explotado al servicio de su patrón capitalista particular; fiscal en tanto súbdito de y contribuyente a, la existencia del Estado burgués, que le obliga a pagar sus impuestos a cambio de protección y de ciertos servicios públicos esenciales; mercantil-monetaria en tanto comprador que gasta su salario en el mercado comprando a la burguesía lo que necesita para reproducir su fuerza de trabajo -que vendió previamente- satisfaciendo sus necesidades, incluyendo las cultural-recreativas. Por esta misma regla de tres, la contraparte de los asalariados: sus patrones, adquieren conciencia moral de su superioridad social. Esto implica que, del mismo modo que no es el obrero quien, al trabajar, emplea los medios de trabajo, sino que, esos medios propiedad del patrón son los que le emplean a él, tampoco es cierto que el obrero compre los medios de subsistencia,sino que esos medios de subsistencia son los que le compran a él. Así, mediante esta práctica reiterada y recurrente de su enajenación personal integral a la burguesía, el proletariado espontáneo se conforma moral, cultural y políticamente a su relación de dependencia con el capital, con sus patronos; incluso cuando periódicamente se rebela y lucha contra él y ellos por mejoras en sus condiciones de vida y de trabajo. Nosotros llamamos "proletariado espontáneo", a la parte de los asalariados que, en sí y por sí mismos, son incapaces de convertir la lucha reivindicativa para sobrevivir en mejores condiciones dentro de la relación, en una lucha para romper esa relación con un proyecto de relación alternativa superadora en términos políticos, que suponga unas nuevas relaciones sociales de producción donde desaparezca la dependencia económica, social, política y moral de unos seres humanos sobre otros, haciendo desaparecer las condiciones históricas o relaciones de producción basadas en la propiedad privada sobre los medios de producción que posibilita la explotación del trabajo ajeno, condiciones que están en la base de la desigualdad y sujeción reales de unos seres humanos respecto de otros.
Bajo semejantes condiciones históricas de
sujeción y desigualdad real de la libertad -las capitalistas normales que acabamos
de describir- insistimos que es imposible -y está probado históricamente- que
los asalariados espontáneos, esto es,
sin una dirección política revolucionaria portadora de la ciencia social capaz
de comprender y hacer comprender la realidad de la sujeción y la desigualdad
encubiertas por un discurso formal acerca de la "libertad" y la "igualdad"-
esos asalariados puedan traducir su experiencia de lucha espontánea contra el
capital en términos políticos de autoconciencia o conciencia de clase, para
iniciar la tarea de desarrollar una moral y una cultura propia que trascienda
los valores éticos y culturales del capitalismo. La
enajenación real del proletariado al capital, el dominio objetivo que la burguesía
ejerce sobre ellos, supone a la vez una enajenación y supeditación de su modo
de pensar y de proceder que le es asignada por sus patrones, dentro y fuera
del trabajo; así se gesta espontáneamente una identificación con valores ajenos
a su condición social. A través de su relación objetiva de supeditación al
capital, el trabajador tiende a ver el mundo desde la perspectiva de la burguesía.
Esta idea, que aparece ya en los “Manuscritos Económico-Filosóficos” de
1844, se precisa todavía más en el capítulo VI (Inédito) de “El Capital”, donde Marx presenta la producción
capitalista como reproducción de la relación capitalista misma, tanto en la
realidad material, como en la mente del explotado o "dependiente":
<<La producción capitalista no es sólo reproducción de la relación; en su reproducción en una escala siempre creciente, y en la misma medida en que, con el modo de producción capitalista, se desarrolla la fuerza productiva social del trabajo, crece también frente al obrero la riqueza acumulada, como riqueza que lo domina, como capital, se extiende frente a él el mundo de la riqueza como un mundo ajeno que lo domina, y en la misma proporción se desenvuelve, por oposición, su pobreza, indigencia y sujeción subjetivas.>> (K. Marx: Op. cit. Punto II Subrayado nuestro)
Sólo tras el momento de la
derrota definitiva de la burguesía a escala internacional, pues, podrá decirse
que el proletariado está en camino de construir existencialmente una ética y
moral propias, la ética y la moral de los productores libres asociados.
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