Hebe es Hebe y Verbitsky es Verbitsky
Más allá de discrepancias políticas, errores y/o tergiversaciones
Estamos junto a Hebe de Bonafini

En medio de la sostenida masacre que Estados Unidos está llevando a cabo sobre el pueblo de Afganistán, cuando proliferan los bombardeos "por error" sobre hospitales y depósitos de medicinas y alimentos, Horacio Verbitsky ha montado una verdadera "cruzada" criolla. No encaramos esta nota "en defensa de Hebe", porque Hebe de Bonafini no necesita defensores. Sus 25 años de trayectoria dan sobrado testimonio de su intransigente conducta enorgullecedora: completamente condenable para el sistema de explotación y sus defensores (incluidos quienes le piden que siga matando, pero sin hacer ruido o, lo que es lo mismo, le piden al capitalismo que "se humanice"). Lo que sí creemos necesario, es aportar nuestro punto de vista acerca del porqué de este nuevo ataque contra la presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo y su Universidad Popular.

Es sabido que una guerra o, mejor dicho en este caso, un ataque militar unilateral, no se libra sólo con balas. (No es éste el terreno en que la principal potencia armada del planeta necesite apoyo.) Se necesitan operativos de prensa que los justifiquen, pretextos más o menos aceptables para la opinión pública mundial, maniobras distractivas que desplacen la atención del escenario de la masacre desviándola hacia otro lado y, sobre todo, dividir y confundir las fuerzas del "enemigo" (en este caso, los pueblos explotados por su dominio), lo que incluye desprestigiar y sembrar desconfianza en las figuras más relevantes que se le oponen y que puedan ser un punto de referencia en su contra. Es obvio que para estos servicios, de poco sirven los agentes uniformados. Por el contrario, los empleados por excelencia se reclutan en las filas del llamado "progresismo". Ese es el caso del eficiente Horacio Verbitsky. Como parte de su "misión", Verbitsky ha apelado a innumerables citas de los más destacados dirigentes del marxismo revolucionario: Lenin, Trotsky, Bebel, la Primera y la Tercera Internacional. Verbitsky, ex miembro de la organización peronista Montoneros (obviamente, no trotskista), parece haberse convertido en un fanático seguidor de Trotsky en la medida que le resulte de utilidad para su cruzada antiBonafini. Así, publica: "Una huelga, incluso de poca importancia, tiene consecuencias sociales: aumento de la confianza en sí mismos de los trabajadores, fortalecimiento de los sindicatos e incluso, a menudo, mejoras de la tecnología de producción". En honor a la verdad, debemos reconocer que Verbitsky sí ha dado muestras de haber comprendido a la perfección esta dinámica de la huelga descripta por Trotsky. Durante los días 3 de abril al 12 de mayo de 1995, los trabajadores de Página/12 mantuvieron un paro por tiempo indeterminado en reclamo de la restitución a los puestos de trabajo de 64 empleados, la abrumadora mayoría del personal permanente, que habían sido despedidos. Durante esos 40 días, el inefable Verbitsky escribió para todas las secciones del diario: si no escribió sobre las carreras fue sencillamente porque Página/12 no las cubre. Pero en todo lo que la empresa necesitó para sofocar el conflicto, allí estuvo la pluma de Verbitsky dispuesta a colaborar. Igual que en la guerra, en la huelga las patronales necesitan reclutar agentes a su servicio en contra de los trabajadores, vulgarmente conocidos como "carneros" (o crumiros, o esquiroles, para usar términos de los tiempos de la Primera y la Tercera internacionales que Verbitsky se ha hecho adicto a citar). Hoy Verbitsky afirma que "la Fundación Ford […] sí financia algunos programas del Centro de Estudios Legales y Sociales. Por ello sólo le debemos gratitud, no acatamiento a directivas o vetos que nunca fijó y que no aceptaríamos. […] No sólo no cobro. Por el contrario, aporto". Hoy, como ayer, Verbitsky ofrece sus servicios a los explotadores y sus organismos. (Que no cobre por ellos, no mejora las cosas, sólo demuestra su vocación de servicio.) Y la Fundación Ford no necesita emitir directivas ni vetos: simplemente ayuda económicamente a aquellos organismos cuya política comparta. Desde las páginas del diario que lo ha consagrado como su "vedette", el carnero Verbitsky se ha propuesto embarcar a la sociedad en una versión local de la "guerra entre el Bien y el Mal" proclamada desde el Departamento de Estado norteamericano. Lejos de aportar claridad a la agresión desatada por los Estados Unidos –en una llamada "guerra" de un Estado contra un hombre (hecho inédito en la historia moderna) convenientemente demonizado– y más lejos aún de señalar la incoherencia de que se esté masacrando a un pueblo por unos atentados de cuyos posibles autores la potencia más importante del planeta no ha podido mostrar todavía una sola prueba que señale a algún sospechoso, el carnero Verbitsky quiere convencernos de que el gran peligro que enfrenta la Argentina es Hebe de Bonafini, por lo que debemos involucrarnos en "este debate ineludible" (Página/12, 28/10/2001). Para hacerlo, el carnero Verbitsky se ha tomado de algunos dichos de Hebe de Bonafini, los ha descontextualizado: "Mi única culpa es haber prestado atención a sus palabras, haberlas extraído del círculo cerrado en que se pronunciaron" (ídem). A partir de allí, se dedicó a estructurar el andamiaje constitutivo de un "nuevo demonio", justificatorio de la misión Bush y su encarnación del "Bien". (Una nueva versión de la "teoría de los dos demonios".) El carnero Verbitsky nos "esclarece" desde su primera nota ("La alegría de la muerte", Página/12, 10/10/1992, pág. 19): "…el incipiente movimiento impugnador [desde Seattle a Génova] recibió el 11 de septiembre el peor golpe posible. Es el pretexto que hoy están usando en todo el mundo, y también aquí, los interesados en reprimir cualquier forma de lucha popular y retringir el espacio de las libertades en aras de la seguridad". Sin embargo, lejos de actuar en función de la única lógica consecuencia que tendría ese hecho (trabajar para desnudar que sólo se utilizan los atentados como pretexto), el carnero Verbitsky monta una falacia en refuerzo del "pretexto": quiere convencernos de que los –reales o supuestos– dichos de Hebe de Bonafini serían justificatorios de la ofensiva represiva que se prepara en el país. ¿O es acaso que el carnero Verbitsky, en su ilimitada confianza en los explotadores, cree que el imperialismo no haría la guerra si se hallase desprovisto de "pretextos"? Más aun, ¿es tanta la fe del carnero Verbitsky en sus amos que los cree incapaces de fabricar pretextos si le hicieran falta?, ¿jamás pondría en duda la responsabilidad de los propios servicios de inteligencia y del Pentágono en la sucesión de atentados del 11 de septiembre?, ¿se olvida de la intervención con 50.000 marines en la República Dominicana, con el pretexto de sofocar el "peligro comunista" que representaban los… 50 militantes comunistas de aquel país?, ¿da por cierto el hundimiento del submarino norteamericano en el Golfo de Tomkin, que sirvió de "pretexto" para la invasión de Vietnam?, ¿cree, honestamente, que si Saddam Hussein fuese un demócrata y no un dictador, Estados Unidos no bombardearía Irak?, ¿o piensa, tal vez, que el Plan Colombia está destinado a terminar con el tráfico de drogas y no a poner ese suculento negocio en manos norteamericanas?… Además de canallesco, el andamiaje argumental del carnero Verbitsky es francamente grosero. En su segunda extensa diatriba contra Bonafini ("Ser judío", Página/12, 28/10/2001, pág. 14), el carnero Verbitsky alerta: "No quiero decir nada que no haya meditado antes con cuidado y que no pueda expresar con respeto y sinceridad". Tomaremos dos aspectos de sus "meditaciones". En aras de justificar su "honorable" trayectoria, el carnero Verbitsky hace un raconto de las denuncias por él realizadas. Entre ellas incluye "…la intromisión castrense en cuestiones de seguridad interior que las leyes prohíben". Aceptando que lo dicho lo ha "meditado antes con cuidado", admitamos que el periodista-vedette-carnero nos deja en claro cuáles son los límites de su accionar como defensor de los Derechos Humanos: no aceptar la represión que no esté avalada por la ley… El proyecto Jaunarena, vendrá a resolverle muchos problemas de "¿conciencia?". Afortunadamente para la lucha por los derechos humanos en la Argentina, esos no han sido nunca los límites de Hebe de Bonafini. En otro tramo, el carnero presidente del Cels, alude a la actuación del general Brinzoni en relación con las acciones de hábeas data solicitadas a ese organismo. En su afán de descalificar a Bonafini ("…el tipo de ‘intelectualizaciones’ que la señora Pastor de Bonafini desprecia porque, como dice en el mismo reportaje, ella habla ‘desde la cocina’ "), el carnero Verbitsky dedicó largas parrafadas a explicarle que los problemas no pasan por intereses de individuos sino de clases sociales. Sin embargo, no es ésa su óptica a la hora de evaluar el papel de las Fuerzas Armadas: "El teniente Brinzoni trata de embarcar a todo el Ejército contra los posibles juicios cuando, en realidad, hoy sólo el 10% de la institución pudo haber tenido algo que ver con las violaciones a los derechos humanos […]. Brinzoni está tratando de arrastrar a una oficialidad joven que no tiene nada que ver, que es sana y que seguramente quiere llevar su uniforme con orgullo" (La Nación, 4/3/2001). Dejamos para el final la mayor estafa del operativo montado por este periodista-vedette-carnero, engañoso defensor de los derechos humanos (siempre y cuando la ley los tolere). Verbitsky articula todo su sermón en el supuesto antisemitismo de Hebe de Bonafini. Tras el escándalo desplegado en torno a una expresión oral, reproducida por la revista 3 Puntos como parte de la desgrabación de un extenso reportaje ("Yo creo que Verbitsky es un sirviente de Estados Unidos. Recibe un sueldo de la Fundación Ford y, además de ser judío, es totalmente pronorteamericano"), la edición de Página/12 del sábado 27 de octubre, en un recuadro de tapa, reproduce un comunicado de prensa, escrito, enviado por la Asociación Madres, donde dicen que no critican a Verbitsky "por ser judío sino por ser agente norteamericano. Cuando nuestra sede fue saqueada una y otra vez nos dejaron comunicados que decían ‘judías de mierda’. Siempre hemos respondido que, para nosotras, eso no es ningún insulto. Nos sentimos orgullosas de que nos digan judías". No obstante, Página/12 destina las páginas 14 y 15 de la edición del domingo a la ya citada diatriba "Ser judío". Con el método de "miente, miente, que algo queda", el carnero Verbitsky –engañoso defensor de los derechos humanos, siempre y cuando la ley no los prohíba– intenta una "desmentida" descalificatoria de la honestidad de Hebe de Bonafini esgrimiendo "como prueba" la cinta grabada con el reportaje realizado por 3 Puntos. Este falso condenador de todo aquello que la ley prohíba, se apoya en una grabación –que ni siquiera sería aceptada como prueba en un juicio ordinario contra un delincuente común– para condenar… a Hebe de Bonafini (aun pese a que ella envíe, por escrito, su posición al respecto). Hay un tramo, previo a los procesos judiciales, en que sí se utilizan las grabaciones como elementos de presión: las repudiables declaraciones tomadas en las comisarías. Este método, utilizado por la policía, el periodista-vedette-carnero pretende elevarlo por encima de la declaración escrita por Bonafini. Declaración que, por otro lado, es avalada por todos y cada uno de los pasos constatables en la trayectoria de un cuarto de siglo de la presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo. Una última reflexión: el carnero Verbitsky se ufana de haber dedicado su pluma a la denuncia de las torturas infligidas en la persona de Alejandra Bonafini, y de haberle dedicado uno de sus libros, entre otros, a Hebe de Bonafini… hace 15 años. Pero nada dice hoy, como nada dijo entonces, acerca de su silencio, compartido por la abrumadora mayoría de quienes hoy se suman a su infame campaña, cuando el Estado español tildó a Hebe de "terrorista" por su supuesto apoyo a ETA (basado en la relación con las madres de los presos de la ETA en España y el apoyo a sus reclamos), en razón de lo cual se le retiró todo apoyo económico a la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo ("la academia", al decir del carnero Verbitsky). Muy por el contrario, los artículos publicados el 10 y el 28 de octubre, forman parte de un operativo iniciado hace ya tiempo, pero que ha tenido un hito destacado en ocasión del último 24 de marzo, cuando el carnero Verbitsky dirigió, desde el Cels, la "contramarcha" que tenía un objetivo claro: hay que aislar a Bonafini, único referente masivo de una política independiente del Estado capitalista argentino y sus múltiples agentes, frente a la impunidad del pasado, del presente y la que se prepara para el futuro (es decir, para hoy). Con el agravamiento de la situación internacional, Estados Unidos (y sus explotadores aliados) necesita "alinear sus tropas" y "limpiar" el terreno de enemigos. A esa necesidad, responde el carnero Verbitsky. Como trotskistas, no necesitamos aclarar nuestra posición en torno al terrorismo, suficientemente ilustrada con los dichos de Trotsky citados por el carnero Verbitsky. Como trotskistas, nada nos une ni identifica con explotadores megamillonarios eventualmente enfrentados a los Estados Unidos (y prohijados por ellos), como Bin Laden. (No creemos que el enemigo de mi enemigo sea necesariamente mi amigo.) Como trotskistas, nada nos hermana con los explotadores, sean éstos de la religión, la nacionalidad, el color o la orientación sexual que sea, ni con sus agentes, pagos o ad honorem. Como trotskistas, luchamos por crear conciencia acerca de la necesidad de enterrar el orden capitalista, y no de reformarlo. Estamos a favor del fin de la explotación del hombre por el hombre. Y estamos de acuerdo con Marx en que esta tarea será obra de los trabajadores mismos. Todos éstos, ideales que nos hermanan con Hebe de Bonafini. Al nuevo adicto a la historia de las internacionales, le recordamos una de sus enseñanzas: "Un paso práctico vale más que cien programas". Innumerables pasos prácticos, nos han encontrado, codo a codo, transitando la misma senda de lucha contra la impunidad con Hebe de Bonafini. Innumerables programas políticos y/o problemas tácticos, han promovido discrepancias y han dado lugar, también hoy, a debates entre nosotros. Como trotskistas que somos parte de las experiencias de triunfos y derrotas del movimiento obrero a lo largo de más de un siglo de luchas, al rengo preferimos verlo caminar para saber de qué lado cojea. Hemos visto caminar a Horacio Verbitsky. Hemos visto caminar a Hebe de Bonafini. Y más allá de discrepancias políticas, errores y/o tergiversaciones, estamos junto a Hebe. Jorge Guidobono (29/10/2001) por Liga Socialista Revolucionaria

  ANEXO: La saga de Verbitsky tuvo cría

Un paréntesis sobre Rolando Astarita

A seis días de que Verbitsky pusiera en marcha el operativo antiBonafini, el 16 de octubre un grupo de 14 docentes de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo, hicieron pública la renuncia a sus cargos. Entre ellos, un viejo conocido de las organizaciones militantes de la izquierda: Rolando Astarita.

Este personaje, que inició su actividad en las filas de la Federación Juvenil Comunista, pasó luego por Política Obrera (antecesor del actual PO), de donde emigró para integrarse al PST, incorporándose a su continuidad, el MAS (tras unos años de exilio en España), con el que rompió formando parte del proyecto que dio lugar a la conformación del actual PTS, de donde fue "expulsado" (según su propia versión) al poco tiempo. A partir de allí, se dedicó a recorrer los ámbitos universitarios ofreciendo su monocurso sobre algunos capítulos de El Capital, alrededor del cual nucleó a un pequeño grupo de ex militantes. En 1995 entró en contacto con nuestra organización, la Liga Socialista Revolucionaria (LSR). Esta relación se interrumpió abruptamente cuando constatamos, fehacientemente, que había desarrollado una labor de entrismo, como parte de un plan liquidacionista deliberado. Sobre estos hechos, la LSR emitió varios comunicados (publicados en los números 27 y 28 de nuestro periódico, Bandera Roja, 20/8 y 20/9/1997) que hicimos llegar, en su momento, a todas las organizaciones militantes de la izquierda y a diversos organismos políticos y sociales, alertando sobre el accionar de este nefasto personaje.

En uno de ellos, concluíamos: "Si el proceder de Garmendia (seudónimo utilizado por Astarita) sólo fuese producto de gruesos errores y cambiase completamente su actitud, adoptando un comportamiento honesto, leal y proletario, deberá dar muestras de ello durante un prolongado período".

Han pasado cuatro años desde aquellos días. Durante ellos, Astarita no desarrolló actividad política alguna y volvió a deambular por los claustros universitarios, recalando en la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo. Ahora, de la mano de Verbitsky, ha alcanzado una suerte de "estrellato" como el portavoz de los docentes renunciantes a sus puestos por "incompatibilidad de principios" con la "Dirección de la Universidad en relación a los atentados del 11 de septiembre". Curiosa conducta, si se tiene en cuenta que ninguna incompatibilidad de principios le impidió a Astarita –ni a su hermano Carlos– dictar clases en la Universidad dirigida por el eternamente reelecto rector radical, Shuberoff.

Con la soberbia que siempre lo caracterizó, Astarita escribe para la revista 3 Puntos: "…afirmo esto en nombre de amigos y compañeros de militancia que desaparecieron", para luego sentenciar (refiriéndose a Bonafini) que "nadie tiene el derecho […] a hablar en nombre de tantos compañeros". (Excepto él mismo, claro está.)

Utilizando el mismo método de amalgamas que le conocimos en su labor entrista en la LSR, Astarita escribe: "Bonafini afirma que el ataque del 11/9 constituye una ‘venganza’ […] Pues bien, hay que decir que el objetivo del socialismo no es la venganza. […] Hebe de Bonafini exalta el peor de los nacionalismos". Nos limitamos, frente a esto, a reproducir un tramo de las palabras de Bonafini recogidas en la misma edición de 3 Puntos: "No pongan en mi boca la palabra venganza. Acá no se trata de algo personal. Si no, las Madres ya habríamos salido a matar a Videla en vez de luchar como lo vinimos haciendo durante los últimos 24 años".

No sabemos cuál es el papel que desempeña Carlos Astarita, docente titular en la UBA, ni qué relaciones puedan tener ambos, o no, con los radicales. Sí coincidimos con Hebe cuando define a Rolando Astarita como un cobarde, ya que ése es el comportamiento que padecimos de su parte en la LSR.

Volviendo al texto de 1997 antes citado, lejos de mostrar un comportamiento honesto, leal y proletario, Astarita ha vuelto a dar muestras de su disposición a prestar servicios a los explotadores, por la vía de sembrar la confusión y adoptar actitudes liquidadoras de los organismos de lucha independientes del capitalismo y su Estado, que tan bien le conocimos.

L. Rubiales

(por Bandera Roja)

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