La convocatoria de Huelga General del 29 de marzo en España y la necesidad de la Revolución. Viva la huelga. Abajo la burocracia sindical..

Tras varios pasos en falso, declaraciones altisonantes y trapicheos en las altas esferas de los sindicatos del Estado capitalista (CCOO y UGT, el «Dúo dinámico» de los vende-obreros en España), por fin se ha hecho efectivo algo que para algunos estaba más que cantado: los sindicatos «mayoritarios» (?) anuncian la convocatoria de una Huelga General para el 29 de marzo como respuesta a la Reforma Laboral aprobada, al gusto del capital, por el Gobierno del Partido Popular.

A raíz de toda la polvareda mediática y social levantada por el anuncio de Huelga General, y ante la confusión reinante en las filas de muchos obreros llevados al absurdo antinatural de elegir entre el capital monopolista y la burocracia vende-obrera, considero imprescindible, para quienes nos situamos en las trincheras de la clase explotada, hacer un análisis y una contribución con el objetivo de que todos los proletarios conscientes podamos entender cuáles son los intereses y motivaciones reales de esta nueva pantomima y, lo que es más importante aún, cuáles deben ser los planteamientos y consignas a defender por los revolucionarios para esta nueva farsa de Huelga General y para el periodo político, social y económico en que nos encontramos.

El discurso oficial de CCOO y UGT frente a las motivaciones reales de la convocatoria de Huelga General

Desde hace días, en prensa, radio y televisión se nos bombardea de forma machacona con el discurso de las llamadas “centrales sindicales mayoritarias” en relación a la convocatoria de Huelga General. Los grandes medios del capital de la llamada «izquierda» (es decir, la socialdemocracia de El País, La Sexta, RTVE o Público que alientan las guerras imperialistas en Afganistán, Libia o Siria) reproducen diariamente las palabras de los ínclitos Toxo y Méndez, en un alarde de cinismo que nos recuerda que la democracia del capital solo puede funcionar, además de mediante la represión y el terror, haciendo uso de la mentira y la manipulación.

Pues bien, en sus discursos oficiales el tándem UGT-CCOO declara que esta Reforma Laboral «pretende instaurar un estado de excepción en las relaciones laborales». Es obvio que la Reforma Laboral —la enésima de una larga lista de decretos, reales decretos, leyes y reformas, en muchos casos aprobados con el sello de UGT y CCOO—, confeccionada por uno de los dos partidos políticos del gran capital en España, es sin duda el mayor y más brutal ataque contra el proletariado, no solamente porque abarata aún más el despido y precariza hasta el extremo las condiciones de trabajo de los obreros, sino porque además liquida completamente los Convenios Colectivos y el Derecho Laboral. Ahora bien, esta no es exactamente la reforma de «un Gobierno que ataca a trabajadores y sus derechos» (¡como si el PSOE no hubiera allanado el camino de esta reforma con leyes y reformas anteriores!), tópico al uso de sindicaleros, socialdemócratas y sus comparsas situadas a la izquierda; esta es una reforma hecha por y para la burguesía en un contexto de crisis internacional en la que, de manera inevitable, necesita soltar lastre de capital sobrante con el propósito de afrontar la recuperación de la tasa de ganancia del capital, para lo cual es imprescindible desvalorizar la mercancía más importante que existe: la fuerza de trabajo.

Tras el discurso oficial de CCOO y UGT (el lema oficial para la huelga reza: «Quieren acabar con todo, con los derechos laborales y sociales»), se esconden las motivaciones reales de ambas organizaciones del Estado capitalista para la convocatoria de esta huelga. Solo desde la ignorancia —o, peor aún, desde la defensa reaccionaria de unos intereses ajenos a los de los explotados— se puede no entender cuáles son las razones reales de esta convocatoria. Dos son los intereses reales que mueven a CCOO-UGT a convocar esta Huelga General:

En primer lugar, estamos ante un lavado de cara a la desesperada de sus aparatos ante el descrédito lógico y creciente que sufren a ojos de la inmensa mayoría del proletariado, por haber actuado, durante años y años, como comparsas del capital y gestores copartícipes junto con la Patronal en las condiciones míseras de trabajo y de vida que padece nuestra clase. Aquí conviene aclarar que la inercia lógica de CCOO y UGT por defender ante la «opinión pública» la de idea de que aún representan a los «trabajadores» se acabará estrellando contra la realidad: nada pueden hacer por recuperar a unos obreros que perdieron para siempre por haberlos vendido al mejor postor.

En segundo lugar, no debemos olvidar que esta Reforma Laboral, como expresión de las necesidades del capital financiero fundamentalmente (bancos, grandes grupos industriales, de inversión, etc.) y, en menor medida, de la burguesía no monopolista (las PYMES, con Jesús Terciado a la cabeza como presidente de CEPYME, han saludado efusivamente la nueva ley), choca frontalmente con los intereses del entramado burocrático de CCOO y UGT, el cual forma una fracción dentro de la clase dominante que Marx, Engels y Lenin denominaron «aristocracia obrera». Es fundamental entender que este segmento social, incardinado históricamente en el aparato del Estado imperialista español, ve seriamente erosionados sus intereses y amenazadas sus prebendas como negociadores —siempre a la baja— de las condiciones de venta de la fuerza de trabajo con esta Reforma Laboral. Para entenderlo es necesario aclarar antes la naturaleza de clase de estos sindicatos del Estado burgués.

El carácter de clase de CCOO y UGT es de sobra conocido por todos los proletarios conscientes y revolucionarios. Ambos sindicatos no solo se dedican a gestionar cuantiosas subvenciones del Estado —a cambio de vender a la clase obrera y de subordinarla a los intereses del capital—, sino que además actúan directamente como patronos al participar en diferentes sociedades de capital (aseguradoras, agencias de viajes, asesorías jurídicas, fondos de pensiones o centros de «formación» forman parte del negocio sindical), o al estar presentes en Consejos de Administración de Cajas de Ahorros en comandita con sus colegas, los capitalistas. Pero, debajo de este entramado de la alta dirección sindicalera, subyace toda una extensa red de cargos intermedios que funciona al más puro estilo clientelar y caciquil. Están incluidos aquí representantes de comités de empresa de cierta envergadura, secretarios generales de los dos sindicatos a nivel provincial o de Comunidades Autónomas, miles de liberados sindicales al servicio de la Patronal o insertados en la Administración del Estado, etc. Estos, junto con los asalariados directamente asociados a ellos y plegados al aparato sindical —por interés o por someterse al chantaje de la burocracia sindical— conforman la única y auténtica base social de UGT y CCOO. Esto no significa, evidentemente, que no haya entre las filas de estos dos sindicatos trabajadores honestos y combativos, pero tan tremendamente confundidos que llegan a formar parte de un entramado ajeno por completo a los intereses de su clase.

¿En qué sentido erosiona la última Reforma Laboral los intereses de CCOO y UGT? En una doble vertiente. En primer lugar, elimina de facto el poder de negociación de estos dos sindicatos a la hora de fijar condiciones laborales y salariales con la Patronal (pierden, por tanto, su capacidad para cogestionar la explotación de la fuerza de trabajo a nivel de Convenios Colectivos sectoriales o de ámbito provincial/estatal). A partir de ahora, por necesidades del capital monopolista, la Patronal se deshace de un intermediario —necesario para mantener la paz entre explotados y explotadores pero, al fin y al cabo, costoso por entorpecer los procesos de decisión del capital— a la hora de imponer a los obreros salarios y condiciones de trabajo cada día más paupérrimas. En segundo lugar, el espíritu de esta Reforma encarna la nueva exigencia del capital financiero de adelgazar el Estado administrativo a su mínima expresión, hecho por el cual UGT y CCOO han visto —y verán aún más— reducida una buena parte del dinero que reciben con cargo a los Presupuestos del Estado. Los dirigentes sindicales que son accionistas y/o directivos de un entramado empresarial muy amplio, lógicamente, no son los afectados, pero sí sus correas de transmisión en los aparatos de ambos sindicatos.

Si este hecho resulta incomprendido, las explicaciones que se den sobre la naturaleza de clase de estos dos sindicatos serán falsas y desenfocadas por su subjetivismo: «han traicionado a la clase obrera» es una clara deformación de la realidad. Toxo y Méndez no pueden traicionar a la clase obrera porque ni forman parte de la clase obrera ni la representan. Las «cúpulas sindicales» no «traicionan» al proletariado movidos por una especial «perversidad» o por una «línea» equivocada, como sostienen muchos compañeros claramente errados; lo hacen porque son la cúspide de organizaciones del Estado capitalista, completamente ajenas a los intereses de la clase explotada.

Aquí es donde cobran sentido dos hechos capitales imprescindibles para entender el trasfondo material de todo este sainete sindical. Para empezar, la pérdida de poder de CCOO y UGT y de su base social —como fracción de la clase dominante—, frente al ímpetu arrollador del capital financiero, es la verdadera fuerza motriz y la razón fundamental y última para la convocatoria de esta Huelga General. Y, en segundo lugar, el otro aspecto que reviste especial importancia sobre la huelga del 29-M para CCOO-UGT, es la ofensiva creciente y decidida de los arietes mediáticos ultraderechistas del capital (con "El Mundo" e "Intereconomía" compitiendo por ser los más furibundos opositores de la burocracia sindical).Con respecto a esto último, flaco favor le haríamos al proletariado si no nos diéramos cuenta de que, detrás de este ataque contra los Toxo y Méndez, se esconde un ataque por parte del capital con su careta fascista (que es la más idónea para tiempos de crisis económica y social) a las luchas de resistencia que la clase obrera, más temprano que tarde, protagonizará en el Estado español.

Ahora la pregunta es: ¿qué hacer ante este panorama? ¿Qué debemos hacer los proletarios conscientes y los comunistas, hoy dispersos en diferentes grupos e individualidades sin fuerza real sobre la clase obrera? La propuesta, en mi opinión, no puede ser otra que defender incondicionalmente los intereses del proletariado y, sobre todo, la necesidad de la Revolución Socialista.

Contra el seguidismo sindical, por la defensa incondicional de la lucha de clases y la reconstitución ideológica y política del Comunismo

Desde multitud de organizaciones e individualidades situadas a la izquierda del PCE-IU (ya se autodenominen comunistas, anarquistas o «anticapitalistas»; ya sean del PCPE, Anticapitalistas y demás organizaciones trotskistas, de pequeños sindicatos como CGT, CNT, etc.), se viene haciendo un seguidismo —aunque se disfrace de «crítico»— de la convocatoria de huelga lanzada por los infames Méndez y Toxo (cuando no escuchamos a determinados elementos «comunistas» felicitándose por la convocatoria o tratando de «presionar» a las direcciones de UGT y CCOO para que abandonen la política del «pacto social», ¡como si el pactismo fuera una decisión voluntaria de los buró-sindicatos y no una necesidad como fracción de la clase dominante!).

Esto, por otra parte, no sorprende a quienes venimos expresando la necesidad de reconstituir, antes de pasar a darles una dirección revolucionaria a las luchas de resistencia de los explotados, el Comunismo como teoría e ideología de vanguardia. Es obvio que, en la actualidad, ninguno de los llamados “Partidos Comunistas” a la izquierda del PCE son capaces de entender que, sin una vanguardia comunista depurada de oportunismo, no puede haber movimiento revolucionario ni Partido Comunista como producto de la fusión más elevada entre la vanguardia comunista y el movimiento obrero.

Fruto de esta línea marcadamente espontaneísta y economicista, muchos compañeros honestos van a remolque de una estrategia fracasada de intento de construcción artificial de un movimiento de masas (¡como si la inmensa mayoría de proletarios no fueran capaces, por sí mismos, de generar sus propios órganos de lucha independientes de la burguesía y sus aparatos sindicales!, ¡como si nos correspondiera a los proletarios comunistas el papel de crear las luchas de resistencia de la clase obrera!), demostrando en casos como éste, un seguidismo que perjudica seriamente los intereses estratégicos de la clase obrera. Ante tanta pobreza de argumentos, no es de extrañar que, quienes osemos denunciar esta línea anticomunista, seamos tachados de «izquierdistas» por quienes manipulan a su antojo las palabras y la obra del camarada Lenin, rechazando de plano el espíritu del marxismo que llama a «analizar la situación concreta partiendo de la realidad concreta». La labor fundamental y determinante de los comunistas no es generar luchas inmediatas, sino constituirse en vanguardia sólida para tener la capacidad de dar una conducción revolucionaria a esas luchas.

Con respecto a lo que debe ser la postura de los comunistas consecuentes en esta pantomima de huelga, a mi juicio los proletarios no podemos oponer a la pseudo-movilización de CCOO y UGT la desmovilización, por lo que, a pesar de que nosotros sí nos jugamos nuestro precario puesto de trabajo (a diferencia de los burócratas de turno y de sus correas de transmisión en las empresas y en el Estado), hemos de secundarla sin engañarnos sobre el propósito y el sentido de esta convocatoria. Por el hecho obvio de la agresión brutal de la Reforma Laboral —pero, sobre todo, porque el capitalismo avanza día tras día aplastándonos sistemáticamente y de forma creciente—, los proletarios no podemos hacer de esquiroles ese día. Pero hay que dejar una cosa clara: nada de “apoyo crítico” a los burócratas-burgueses de UGT y CCOO. Más aún que contra la Patronal, los proletarios que defiendan a su clase deben hacer propaganda ese día en contra de los mayores enemigos de la clase obrera —precisamente por hacerse pasar por sus defensores y representantes—, que son CCOO y UGT. Y, por supuesto, hay que dejar bien claro que esta huelga no responde a la iniciativa y al ímpetu de una clase obrera que aún no ha hablado en el Estado español de forma contundente y masiva.

Por último, hay que aclarar la cuestión de la magnificación de la Huelga General por parte de algunos elementos del oportunismo, que en un alarde de ciego espontaneísmo ven en la huelga el paso previo a la revolución o a la toma del poder. Nuestros hermanos de clase en Grecia llevan una docena de huelgas generales en dos años y, no solamente es que la oligarquía financiera no haya cedido lo más mínimo, sino que, además, se ha crecido y ha seguido imponiendo sus planes de miseria. Al final, se impone de nuevo la innegable realidad: la única alternativa, por muy utópica que pueda parecer a ojos de los revisionistas, sigue siendo la construcción de un Movimiento Comunista Internacional que derroque a la burguesía del poder. Hoy más que nunca para cambiar algo es imprescindible cambiarlo todo. «Salvo el poder, todo es ilusión» (Lenin).

En cualquier caso, incluso para la convocatoria de Huelga General, las tareas más importantes y acuciantes de quienes apostamos por la Revolución Proletaria siguen pasando por unificar y fortalecer a los diferentes destacamentos de vanguardia, hoy dispersos y enfrascados en disputas estériles y en luchas parciales que no van a ningún lado, para que vuelvan a levantar la alternativa del Comunismo ante los explotados. Mal que les pese a los espontaneístas varios y a los que pretenden “movilizar” a la clase obrera por reformas parciales, la primera y más importante labor de nuestros días sigue siendo de índole ideológica y teórica. Porque, desarmados de teoría revolucionaria, los revolucionarios no seremos capaces ni de articular la reconstitución del Partido Comunista ni de conducir a la clase obrera al triunfo.

Marzo de 2012
Mario Soler Enríquez, proletario por la reconstitución del Partido Comunista Internacional.
Correo de contacto: pinus_canariensis@yahoo.fr

 

Opinión de Norberto:

Su mensaje del 14/03/2012 a las 13:35 Hs.

A ver si nos aclaramos y explicamos las cosas con claridad. Estamos hablando de la huelga, no de la revolución. Si cada vez que hablamos de una cosa, cualquiera que sea, nos ponemos a hablar de la revolución, nos convertimos en unos pesados, no en unos revolucionarios.

1.- Hay que secundar la huelga porque la causa es justa: contra la Reforma Laboral.
2.- Hay que secundarla porque la convoca CCOO-UGT. Si la convocara Perico de los Palotes no la secundaríamos, por más justa que sfuera la causa. CCOO-UGT son suficientemente representativas de un sector de la clase trabajadora como para tener capacidad (bien que no mucha) para oponerse a la Reforma, por los motivos que sean. Los enemigos de mis enemigos son mis amigos...por un rato. Nadie más en España (que manía de llamarla Estado español) la tiene. Los revolucionarios menos que nadie.

CCOO-UGT no nos caen bien, pero tienen la gentileza de invitar a sumarse todo el que quiera hacer la huelga, no solo a sus afiliados. Pues muchas gracias y allí vamos.

No se trata de no ser esquiroles. Se trata de que la causa es justa y de que las organizaciones que la convocan tienen capacidad de movilización. Por eso apoyamos la huelga (no a los convocantes).

Un saludo cordial. Norberto.

 

Contestación del GPM:


Sí, Norberto, “estamos hablando de la huelga”. Y a ti, tal parece como si para “aclararse y explicar las cosas con claridad”, no fuera necesario hablar más que “de la huelga”. Simplemente porque, según tú, “la causa es justa”.

¿No te parece que para hablar de la huelga hay que situarse previamente en el contexto económico, social y político general en que se la convoca? Porque estamos atravesando por una típica crisis de superproducción de capital.

¿Te has aclarado tú acerca de cómo se han venido superando las crisis capitalistas desde la primera ocurrida en 1825 hasta hoy? Mediante la desvalorización del capital acumulado que sobra respecto del rédito menguante que no le compensa, incluyendo el capital variable también llamado fuerza de trabajo a instancias del paro masivo y la miseria absoluta de buena parte de los asalariados. Cuando no mediante su destrucción bélica, como sucedió durante la Segunda Guerra Mundial, la más destructiva y genocida de todas las guerras capitalistas ocurridas hasta hoy día en el Mundo.

Pues bien, esta crisis capitalista es la de mayor calado entre todas las sucedidas desde el desencadenamiento de la gran crisis de los años treinta el siglo pasado. Sin embargo, tú opinas que, en semejantes circunstancias, “si nos ponemos a hablar de la revolución, nos convertimos en unos pesados, no en unos revolucionarios”. Al parecer tú piensas que para ser un revolucionario, hay que hablar de cualquier cosa antes que de la necesidad de hacer la revolución. Como si tal necesidad no estuviera planteada por la realidad del capitalismo desde los tiempos del “Manifiesto Comunista”.

Que nosotros sepamos, la lucha de clases tiene tres formas de manifestación: la lucha teórica, la lucha económica y la lucha política. La huelga es el principal medio fundamental de acción a través del cual el proletariado ha venido durante los últimos 200 años librando la lucha económica contra sus patronos capitalistas y el Estado burgués por mejores condiciones de vida y de trabajo.

Ahora bien, durante las crisis de superproducción de capital, donde lo que se impone objetivamente es la inevitable desvalorización del capital sobrante a instancias del paro masivo y la depreciación salarial, la lucha inmediata por mejores condiciones de vida y de trabajo al interior del capitalismo es absolutamente imposible e inconducente, lo cual exige poner al orden del día, la necesidad objetiva de implementar las otras dos formas, donde la lucha teórica es el fundamento de la lucha política del proletariado por el poder. O sea, que como dijera Lenin en 1902: “Sin teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario” Y en este contexto, en materia de huelga solo puede tener viabilidad la huelga política insurreccional o, al menos, la huelga económica antiburocrática. No huelgas como la que han convocado para el día 29 CCOO y UGT, que es otra cosa bien distinta.

Méndez y Toxo saben esto tan bien como cualquier asalariado consciente. ¿Cuál es su única consigna? Ya lo han dicho: obligar al gobierno a negociar con ellos la Reforma Laboral convalidada por el Congreso de los diputados. ¿Para qué? Para beneficiar solo a los sectores asalariados que estos burócratas representan y, por extensión, seguir conservando su poder político y prebendas como líderes del “movimiento”. ¿Cuáles son esos sectores que Toxo y Méndez representan? Desde luego que no al 23% de la clase asalariada española en paro, ni al 50% de jóvenes sin empleo en edad de trabajar. Sí, den cambio, a lo que Lenin llamó “aristocracia obrera”, a fin de que sigan compartiendo con ellos sus privilegios de casta social minoritaria, junto con la patronal, los políticos profesionales y los periodistas venales.

Hay que ir, pues, a la huelga contra la patronal y el gobierno de turno. Pero también contra los burócratas sindicales subvencionados con cargo a los presupuestos del Estado capitalista y demás canonjías de poco trabajo y mucho provecho:

<<El carácter de clase de CCOO y UGT es de sobra conocido por todos los proletarios conscientes y revolucionarios. Ambos sindicatos no solo se dedican a gestionar cuantiosas subvenciones del Estado —a cambio de vender a la clase obrera y de subordinarla a los intereses del capital—, sino que además actúan directamente como patronos al participar en diferentes sociedades de capital (aseguradoras, agencias de viajes, asesorías jurídicas, fondos de pensiones o centros de «formación» forman parte del negocio sindical), o al estar presentes en Consejos de Administración de Cajas de Ahorros en comandita con sus colegas, los capitalistas. Pero, debajo de este entramado de la alta dirección sindicalera, subyace toda una extensa red de cargos intermedios que funciona al más puro estilo clientelar y caciquil. Están incluidos aquí representantes de comités de empresa de cierta envergadura, secretarios generales de los dos sindicatos a nivel provincial o de Comunidades Autónomas, miles de liberados sindicales al servicio de la Patronal o insertados en la Administración del Estado, etc. Estos, junto con los asalariados directamente asociados a ellos y plegados al aparato sindical —por interés o por someterse al chantaje de la burocracia sindical— conforman la única y auténtica base social de UGT y CCOO. Esto no significa, evidentemente, que no haya entre las filas de estos dos sindicatos trabajadores honestos y combativos, pero tan tremendamente confundidos que llegan a formar parte de un entramado ajeno por completo a los intereses de su clase.>> (“La convocatoria de Huelga General del 29 de marzo en España y la necesidad de la Revolución. Viva la huelga. Abajo la burocracia sindical”).

¿Puedes tú negar con fundamento de que esto sea tal como aquí se dice? No puedes, Norberto. La inconfesable motivación de la burocracia sindical es tan injusta, como corrupta su convocatoria a esta huelga. Por lo tanto, solo se puede secundar tácticamente su realización como lucha económica justa, si se denuncia a los burócratas convocantes y se la vincula políticamente con la necesidad estratégica de la Revolución Socialista.

Lamentamos no poder acordar contigo en nada de lo que has dicho: GPM

 

Respuesta de Norberto.

Su mensaje del 15/03/2012 a las 23:25 Hs.

Compañero V.

Yo estoy totalmente de acuerdo con tu definición de la crisis y también con la necesidad de la lucha teórica. Pero no se trata de eso. Se trata de si secundar o no la huelga del 29, que es una acción concreta y definida.

Esta no es una huelga cualquiera. Es la huelga que convocan CCOO-UGT. Y con unos términos de convocatoria muy concretos. Es, como tu dices, una huelga económica.

Entonces de lo que se trata es de secundarla, o no secundarla. Porque lo cierto es que no se puede secundar una huelga con cuyos términos no se está de acuerdo.

Y no sería contradictorio que no secundarla si consideran que por sus términos es inútil y lleva por lo tanto al desgaste de la clase trabajadora. No hay que temer la acusación de esquirol, así como los bolcheviques no temieron la acusación de traidores cuando se negaron a apoyar a las burguesías en la carnicería interimperialista de la Primera Guerra Mundial.

Pero la convocatoria es justa, porque siempre es justo que los trabajadores defiendan las condiciones de reproducción de su propia fuerza de trabajo. Y no se puede dejar de secundar esa justa causa porque no se oriente de forma directa a la revolución.

Acaso la Comuna de París no comenzó como la lucha patriótica del pueblo parisino contra la rendición ante los prusianos? ¿Y no derivó de ella el primer no-estado comunista de la historia moderna?

Por tanto, si la convocatoria es justa, se debe hacer todo lo posible para hacer triunfe. Que triunfe esa acción concreta y definida. Esa es la tarea del día 29, y no la propaganda revolucionaria. Y si te conviertes en aliado táctico de la burocracia sindical...pues mala suerte: es solo por un dia.

Un saludo, Norberto.

Su Mensaje del 15/03/2012 a las 23:47 Hs.

Compañero V

Se ha quedado una cosa en el tintero.

Y es lo que tiene que ver con CCOO-UGT como representantes exclusivos de la parte de la clase trabajadora que conserva un puesto de trabajo sin peligro de perderlo. Lo que llamas aristocracia obrera.

Efectivamente es así. A los burócratas sindicales no se les ocurre algo tan elemental como exigir que los parados cobren indefinidamente el salario mínimo interprofesional, o al menos que no les echen de sus casas, o que no paguen el autobús, o que se alimente a sus hijos gratuitamente....

Es por eso que son los empresarios los únicos que se han convertido en "representantes" de los trabajadores en paro, prometiéndoles un puesto de trabajo a cambio de su cuerpo y alma......Y así gana las elecciones el PP.

Pero es que CCOO-UGT solo expresan la desunión de la clase trabajadora. Una desunión que únicamente puede superarse sobre la base de un proyecto de transformación de la sociedad, que es el que constituye a la clase trabajadora al dotarla de identidad, solidaridad de clase y proyección hacia el futuro.

Pero que la clase trabajadora esté desunida no significa que las reivindicaciones de la "aristocracia obreara" no sean justas. Porque lo que reclaman es que su fuerza de trabajo no se pague por debajo de su valor: no pueden (ni deben) dejar de exigirlo.

Un saludo, Norberto.

 

CONTESTACIÓN A NORBERTO SOBRE SU CONTESTACIÒN A ENRIQUEZ RESPECTO AL ÚLTIMO ARTÍCULO PUBLICADO EN GPM.

Texto de David González Hervaz del 17/03/2012 a las 09:29 Hs.

Saludos proletarios, si se me permiten y revolucionarios si se me aceptan, vista la presunta pesadez en que puedan incurrir mis palabras al amparo de tan execrable término:

Estimado amigo Norberto, tan solo un par de precisiones:

En primer lugar, ni tú ni nadie que podamos escribir en esta u otras publicaciones al nivel que sea, eres ni somos por el momento quiénes para decidir de qué se está hablando en este momento, porque la realidad socio-económica es tan compleja y lo suficientemente extensa como para tener que intentar aderezarla convenientemente con todas cuantas explicaciones se antojen y resulten especialmente necesarias. Los guisos escasos en sales y demás aderezos suelen ser sanos, pero no saben bien más que a los enfermos, que realmente los necesitan y no son la norma corriente.

En segundo lugar, no me interesan lo más mínimo los destinatarios de esta huelga —para quién se convoca o se deja de convocar la huelga general. Tan solo sé que es un instrumento legal —y muy por el momento...— y que en la misma podemos ampararnos todos cuantos queramos independientemente del órgano convocante y de sus loables intenciones. Igualmente sé que puedo hacer huelga también de forma individual el 28 de marzo o cualquier otro día del año sometiéndome a la pertinente liquidación en mi nómina. Así que fíjate la independencia que todos podemos tener respecto del órgano convocante a la hora de encontrar la motivación y la coherencia exacta para realizar la misma.

Por ello te ruego que a la hora de realizar las reflexiones y más aún, cuando vayas a realizar "precisiones" respecto de opiniones previas o análisis de otros camaradas tengas en cuenta únicamente la realidad objetiva, no tus firmes deseos de hacer llegar una contraopinión que lo único que hace es "enperejilar" si cabe más la posición de GPM al respecto.

Recibe un cordial saludo.

David González Hervás

Respuesta del GPM a Norberto remitida el 20/03/2012 a las 20:03 Hs.

Norberto:

Dices tú ahora estar de acuerdo con nuestra “definición de la crisis y también con la necesidad de la lucha teórica”, pero inmediatamente lo niegas insistiendo en que “no se trata de eso” sino “de la huelga del 29” que, según has expuesto, es una huelga económica.

Si estás de acuerdo en que las crisis de superproducción de capital se resuelven necesariamente según lo previsto por el socialismo científico, entonces debes acordar en que tanto la Reforma Laboral de este gobierno como la del gobierno socialdemócrata que le precedió, apuntalan lo que la crisis exige que se cumpla, atentando brutalmente contra las condiciones de vida y de trabajo de los asalariados. La única diferencia entre ambas reformas viene determinado por el grado de exigencia de la crisis que se según se fue acelerando profundizó el deterioro de la situación económica extendiendo la desgracia social. Ambas reformas van, pues, como es de cascote, en la misma dirección prevista por la Ley General de la acumulación capitalista y obedecen a la misma filosofía de clase burguesa sin distinción de partidos políticos burgueses institucionalizados, políticamente orientadas a la superación de esta crisis económica, de la misma forma en que se han venido superado las anteriores desde hace ya más de 150 años y cada vez más recurrentemente.

Por tanto, cualquier reivindicación que los asalariados sostengan masiva y decididamente en semejantes circunstancias, tiende a convertir objetivamente una huelga económica en huelga política revolucionaria. Lenin decía que una huelga de masas deja de ser económica exigiendo convertirse en insurreccional, cuando la burguesía no puede seguir garantizando a los asalariados las mismas condiciones de vida y de trabajo, y los asalariados se resignan a perderlas. Y aquí no cabe llamarse a engaños tolerando que políticos institucionalizados y burócratas sindicales nos la metan doblada con vaselina, del mismo modo que de ninguna mujer cabe afirmar que pueda estar un poquito embarazada.

Tal como también sucediera en la mayoría de ocasiones anteriores similares a ésta, la actual crisis económica se procesa bajo condiciones de atraso ideológico y dispersión política y organjizativa de los explotados entre las distintas formaciones burguesas, a derecha e izquierda del espectro parlamentario. Los burócratas sindicales saben esto muy bien promoviendo ese atraso por la cuenta que les trae. Y aunque no perciben que de momento peligre su status social y político dentro del sistema, temen que la brutal ofensiva del capital contra las fuerzas del trabajo acabe afectando a su clientela política —la aristocracia obrera— debilitando su posición en el aparato de Estado burgués y en la sociedad civil. Y es natural que quieran evitarlo haciendo gestos para la galería como si estuvieran asumiendo la defensa de todo el movimiento, lo cual es falso.

Lo que decimos nosotros es que burócratas sindicales como Toxo y Méndez, jamás convocarán una huelga con la determinación reivindicativa que demandan las presentes circunstancias en España. Porque eso sería tanto como pedirle peras al olmo. Estos dirigentes convocan la huelga no porque sea justa desde el punto de vista de los asalariados en general, sino porque el partido en el gobierno les ha ninguneado, impidiéndoles que se puedan justificar, no tanto ante el conjunto del proletariado sino ante su particular clientela política en ambos sindicatos.

Y desde luego que entre esa clientela política no se encuentra ni el 23% de la población asalariada en paro, ni el 50% de jóvenes sin empleo en condiciones de trabajar. De todos estos desgraciados, víctimas propicias de las crisis, los más necesitados de apoyo y los más dispuestos a luchar si tuvieran donde organizarse, jamás se han ocupado los burócratas sindicales desde que fueron debidamente estatizados por el capital imperialista en todo el Mundo. Esta realidad no parece ser merecedora de tu atención y debieras preguntarte por qué.

Gentes como Toxo y Méndez son conscientes de ser el eslabón más débil en la cadena de explotación económica y opresión política que mantiene a los asalariados sujetos a este sistema de vida. Saben que su compromiso real con la burguesía pasa por no impedir políticamente lo que la Ley económica del valor exige que se cumpla, es decir, paro masivo y miseria. Esa es su misión primordial por la cuenta que les trae con la burguesía en la etapa tardía del capitalismo. Pero el problema es que desde los orígenes del movimiento obrero, también tienen contraído un compromiso con el proletariado que es asumir la defensa de sus condiciones de vida y de trabajo. Una premisa menor que, condicionada por la mayor, no puede ir más allá de aparentar cumplirla. A la vista de cualquier asalariado consciente, una farsa nauseabunda.

En medio de todo este sainete, tú reincides ahora en que solo se trata de una huelga económica y que, por consiguiente, hay que atenerse a ese quehacer inmediato sin importar como afecte lo que hagamos hoy a nuestro propio futuro y el de nuestros hijos, ¿verdad? Pura táctica sin estrategia y así no se llega a ninguna parte. ¿Qué concepto de la política es éste, Norberto? Has recaído en dar a entender semejante esquizofrenia teórica casi a renglón seguido de admitir, contradictoriamente, en que bajo condiciones de crisis ninguna lucha económica puede mejorar las condiciones de vida y de trabajo de los asalariados, sino bien al contrario. Por lo tanto, plantearse no estar en disposición de ir más allá de una movida que no tiene posibilidad ninguna de lograr lo que se supuestamente se pretende, es una farsa.

Ahora bien, una cosa es la necesidad objetiva de librar esa lucha política por el poder que el capitalismo tardío más que nunca exige hoy que se haga realmente posible, y otra que los asalariados lleguen a ser conscientes de ella como para estar en disposición de librarla. Para esto último falta recorrer un buen trecho y es tarea de los revolucionarios preparar las condiciones de tal posibilidad real. Y desde luego que atribuyéndole a la burocracia sindical la virtud de la gentileza, con semejante sensualidad hacia el poder sindical constituido, ya nos dirás tú hacia dónde va el movimiento.

¿Cuál es el obstáculo a superar para que los asalariados puedan transitar la distancia que media entre la necesidad objetiva de hacer la revolución y la conciencia social y política de esa necesidad que determina la acción revolucionaria? Pues, una criatura bicéfala por cuyas dos bocas —política y sindical— se amamantan de la leche que les proporciona la patronal y los Estados burgueses en todo el Orbe. Así las cosas, como no puede ser de otra manera los altos jerarcas sindicales tipo Toxo y Méndez, solo se ocupan de velar por los intereses de casta social encarnados en ese ejército de burócratas de medio pelo constituido por miles de liberados sindicales y demás jerarquía de asalariados aferrados a sus puestos por la obsecuencia que practican hacia sus jerarcas superiores, todos ellos supuestamente representativos de “las bases”, cuya tarea consiste en someterles más o menos disimuladamente al arbitrio de la patronal con muchas dosis de vaselina.

Estos “representantes” y los asalariados directamente vinculados a ellos en el aparato sindical —sea por interés propio, por el velado chantaje al que se les somete o por una combinación de ambos medios— son la única y genuina base social de sindicatos como UGT y CCOO. La máxima de su comportamiento no pasa por la unidad política del movimiento en torno a la necesidad de luchar por su emancipación social como clase explotada, sino por agudizar su división entre parados y empleados, así como entre distintas categorías jerárquicas de empleados, no solo en una misma rama industrial, comercio y servicios, sino incluso al interior de cada empresa. Dividir para dominar, tal es su máxima maquiavélica. Por esto es que, como primer paso hacia la posibilidad real de la huelga política que tanto preocupa a los burgueses en circunstancias críticas como la actual, nosotros hemos propuesto secundar la convocatoria pero como huelga contra la reforma laboral del gobierno burgués de turno y contra los burócratas de UGT y de CCOO.

Tú no has querido entrar en esta importante diferencia de matiz. Según tu pensamiento, hoy día no puede haber sitio para la propaganda política. Hay que dejar eso para las calendas griegas. A juzgar por tu discurso, solo cabe mentar la palabra Revolución cuando su concepto ha calado en la conciencia de los explotados no se sabe por qué tipo de sortilegio. O sea, nunca. Te recuerdo la definición magistral que Disraeli ha dado de la acción política, como “el arte de hacer posible lo necesario”, que los reformistas burgueses han mutilado deliberadamente convirtiéndola en el “arte de lo posible”, es decir, de lo posible bajo el capitalismo como límite que está terminantemente prohibido sobrepasar. Éste es el arte que practican vocacionalmente burócratas sindicales tipo Toxo y Méndez y que a ti te parece muy loable y de la que, lamentablemente, insistes en no querer alejarte ni un palmo, Norberto.

Este comportamiento de la burocracia sindical fue observado por Trotsky en 1940, a raíz de que, en la etapa imperialista del capitalismo, la totalitarización del poder económico en manos de gran burguesía oligopólica internacional, determina su fusión política con los tres poderes de Montesquieu al interior de los distintos Estados burgueses nacionales, fenómeno que se verifica tanto en el centro imperialista como en la periferia capitalista menos desarrollada.

Bajo tales condiciones políticas económicamente determinadas, los sindicatos también pierden la autonomía política que socialmente pudieron ostentar durante la etapa capitalista temprana de la llamada competencia perfecta. Pero en la actual etapa tardía, sobornados por el llamado “capitalismo monopolista de Estado”, los sindicatos han acabado amancebándose a tales condiciones. A cambio de ello, además de los políticos profesionales en el parlamento y el gobierno, los burócratas sindicales se han sumado a la común tarea de subordinar la conciencia y el consecuente comportamiento de sus afiliados a los intereses de la burguesía, como condición ineludible de que puedan beneficiarse con las migajas de las superganancias obtenidas de tal modo por los trusts.

¿Quiere esto decir, que los asalariados conscientes no tengan nada que hacer en los sindicatos? Quiere decir que es más difícil hacer políticamente posible lo económicamente necesario. Y la mayor dificultad radica, precisamente, en que los dirigentes sindicales se han convertido en agentes políticos incondicionales de la burguesía que simulan actuar en defensa de los asalariados pero ajustan su comportamiento a los intereses político-estratégicos de la burguesía. Tu discurso facilita esto último, Norberto. Porque secundar una huelga que convoca la burocracia sindical no está reñido con su denuncia. Y tú te niegas a ello.

Te hemos puesto por dos veces en esta polémica frente a las razones económicas y políticas que demuestran por qué, en condiciones de crisis, ninguna lucha económica por mejores condiciones de vida y de trabajo al interior del capitalismo puede fructificar. Por lo tanto, fracasa en sus objetivos, ya sea porque no es masivamente secundada o, si lo es —pero los explotados carecen de la conciencia y consecuente determinación necesaria para transformar esa huelga económica en política por la toma del poder—, el movimiento es aplastado por la burguesía. De esto hay numerosos ejemplos en la historia del capitalismo. Y ahora vuelves a lo mismo sin fundamentar absolutamente nada de lo que dices:

<<….la convocatoria es justa, porque siempre es justo que los trabajadores defiendan las condiciones de reproducción de su propia fuerza de trabajo. Y no se puede dejar de secundar esa justa causa porque no se oriente de forma directa a la revolución. (…) Por tanto, si la convocatoria es justa, se debe hacer todo lo posible para que triunfe. Que triunfe esa acción concreta y definida. Esa es la tarea del día 29, y no la propaganda revolucionaria. Y si te conviertes en aliado táctico de la burocracia sindical...pues mala suerte: es solo por un día>>. (Tu mensaje del día 14)

Insistimos en nuestro argumento: Cualquier huelga económica que se limite a evitar el deterioro de las condiciones de vida y de trabajo exigido por una crisis de superproducción de capital, fracasa necesaria e inevitablemente de ante mano. Porque está en su código genético que la burguesía no puede satisfacer esa “justa” reivindicación por más justa que sea. La única huelga que puede no solo evitar el deterioro sino mejorar las condiciones de vida y de trabajo de los asalariados en semejantes circunstancias y con seguridad para el futuro si se comprometen con él y no se echan a dormir, es la huelga política revolucionaria de masas por el derrocamiento de la burguesía.

En cuanto a eso de que “no hay que temer la acusación de esquirol” al respecto de esta huelga convocada para el día 29, cabe preguntarse quiénes son esos esquiroles, ¿los que apoyamos la huelga contra la reforma laboral y al mismo tiempo desvelamos la taimada intencionalidad política de los burócratas sindicales que la convocan?

En esta huelga habrá quienes —como tú en este debate—, confundirán la lucha contra la Reforma Laboral con la defensa incondicional de la burocracia sindical que la convoca. Como si hacer lo contrario fuera un crimen. También es cierto que durante la Comuna de París —que tú has traído a colación— los obreros que protagonizaron esa revolución fueron inducidos a confundir los conceptos contradictorios de “liberación nacional” y “liberación social”. Pero equiparar a un revolucionario genuino y cabal equivocado —como lo fue Augusto Blanqui—, con miserables burócratas obsecuentes de la burguesía conscientes de lo que hacen —como Toxo y Méndez—, esto es de una responsabilidad intelectual digna de mejor causa y no se puede ser más indulgente hablando en este caso de responsabilidad:

<<La idea patriótica arrancaba de la Gran Revolución del siglo XVIII; ella se apoderó de los cerebros de los socialistas de la Comuna, y Blanqui (máximo dirigente del movimiento en aquél aleccionador episodio), por ejemplo, que era sin duda alguna un revolucionario y un ferviente partidario del socialismo, no halló para su periódico mejor título que el angustioso grito burgués: “¡La Patria está en peligro!”
La conjugación de estas tareas contradictorias —el patriotismo y el socialismo— constituyó el error fatal de los socialistas franceses. En el Manifiesto de la Internacional en setiembre de 1870, Marx puso ya en guardia al proletariado francés contra el peligro de dejarse llevar por el entusiasmo de una falsa idea nacional. Profundos cambios se habían operado desde la Gran Revolución
(nacional burguesa en Francia); las contradicciones de clase se habían agudizado, y si, por entonces, la lucha contra la reacción (aristocrático-feudal) en Europa unía a toda la nación revolucionaria, ahora el proletariado ya no podía fundir sus intereses con los intereses de otras clases, que le eran hostiles; la burguesía debería cargar con la responsabilidad de la humillación nacional (causada por el ejército prusiano invasor); la misión del proletariado era luchar por la emancipación socialista del trabajo frente al yugo de la burguesía.>> (V. I. Lenin: “Las Enseñanzas de la Comuna”. Lo entre paréntesis y el subrayado nuestros.)

¿Y qué decir del comportamiento de los bolcheviques ante la Primera Guerra Mundial unidos en torno al pensamiento de Lenin? Para contestar a esta pregunta, es falso limitarse a afirmar simplemente —como tú has hecho— que “se negaron a apoyar a las burguesías en la carnicería interimperialista”. ¿De qué fuente de información has sacado tú que esa fue su consigna, como si se tratara de unos vulgares pacifistas? Propusieron al proletariado de los países beligerantes convertir la guerra interburguesa en guerra civil revolucionaria contra sus propios gobiernos, mediante la agitación política y la propaganda teórica sobre las masas de esos países para inducirles a desestabilizar sus gobiernos internamente, contribuyendo a su derrota en el frente de guerra. A eso se le llamó “derrotismo revolucionario”. Quienes propusieron eso que tú dices fueron los Kautsky, los Bukvoied y el por entonces todavía menchevique Trotsky con la consigna: ¡ni victoria ni derrota!:

<<Si pensamos en esta consigna, veremos qué significa la “tregua civil”, la renuncia a la lucha clasista de la clase oprimida en todos los países beligerantes, pues la lucha clasista es imposible si no se golpea a la “propia” burguesía y al “propio” gobierno; al mismo tiempo, golpear durante la guerra al propio gobierno es (¡para Bukvoied!) delito de alta traición, es contribuir a la derrota del propio país…>> (V. I Lenin: “La derrota de su propio gobierno en la guerra imperialista” 26/07/1915 en “Obras Completas” T. XXII Ed. “Akal”/1977 Pp. 377)

Si ahora ensayamos un simil y pensamos, como es cierto, que CCOO y UGT hegemonizan la dirección del movimiento obrero y están en “guerra” táctica con el Gobierno del PP a raíz de no haber negociado con ellos la reforma laboral —tal como en 2010 montaron el mismo paripé con el gobierno PSOE—, pues resulta que por la misma regla de tres, gentes como el GPM somos unos esquiroles traidores al movimiento, porque poniendo en evidencia a los burócratas como lo que son —aliados estratégicos de la burguesía y el Estado que les mantiene— a pesar de secundar la huelga contribuimos a su fracaso en ese simulacro de guerra con la patronal. ¿Esto es lo que tú quisiste significar usando esa palabreja? Pues, eso. Pero la verdad es que, gane quien gane la huelga, los únicos perdedores absolutos tras esta farsa resultaran ser los asalariados, verdaderos pagadores de la crisis, ni más ni menos que como en cualquier disputa interburguesa.

Aquí lo que cabe hacer desde un punto de vista inmediatamente clasista pero sin perder en ningún momento la perspectiva revolucionaria, es ir a la huelga en contra de la patronal y del gobierno, al mismo tiempo que contra la burocracia sindical. A esto se le llama independencia política de clase. Todo lo demás es claudicación y puro verso justificador de lo injustificable. Y si después los asalariados optan por no seguir esta consigna, pues que aprendan por experiencia propia sin echarle la culpa a nadie, porque quien avisa no es traidor.

En lo que respecta a tu última intervención en esta polémica, mira, Norberto, no sabemos de qué condición social eres tú. Pero habiendo leído lo que últimamente dices haberte dejado en el tintero, tu pensamiento evidentemente tironeado por los dos polos de la contradicción dialéctica entre burguesía y proletariado, se asemeja mucho al pensamiento de Proudhon. Sobre el tapiz de la lucha de clases vas y vuelves en dirección a un lado y otro de esos dos extremos de la sociedad actual, sin saber dónde fijar definitivamente tu residencia ideológica y política buscando el equilibrio. La prueba es que ahora te disparas hacia uno de esos extremos diciendo que:

<<A los burócratas sindicales no se les ocurre algo tan elemental como exigir que los parados cobren indefinidamente el salario mínimo interprofesional, o al menos que no les echen de sus casas, o que no paguen el autobús, o que se alimente a sus hijos gratuitamente....>> (Tu mensaje del día 15)

Fíjate, Norberto. Después de elogiar a los dirigentes sindicales españoles de UGT y CCOO por haber tenido la “gentileza” de convocar una huelga que “es justa”, pocos días después resulta que, en una sociedad capitalista cuya justificación histórica consiste en que la patronal viva a expensas del trabajo de sus empleados y no al revés, tú contradictoriamente aceptas que haya paro como lo más natural del mundo, al mismo tiempo que reprochas a esa misma burocracia sindical porque no exige a la patronal que mantenga a los parados, de modo tal que esta exigencia te parece “algo tan elemental” como que haya paro.

Si tal es la franca expresión de tu pensamiento sin pizca de ironía, a esto se le llama querer nadar y guardar la ropa. Pues bien, el cometido de la socialdemocracia desde su nacimiento como expresión política de la pequeñoburguesía en el movimiento político y sindical de los asalariados, ha consistido en mantener el actual estatus quo entre burguesía y proletariado, tratando de neutralizar los excesos políticos de una parte y otra determinados por la contradicción económica dialéctica entre capital y trabajo:

<<En una sociedad avanzada, el pequeño burgués en virtud de su posición, se hace necesariamente socialista de una parte y economista de la otra, es decir, está deslumbrado por la magnificencia de la gran burguesía y al mismo tiempo siente compasión por los dolores del pueblo. Es al mismo tiempo burgués y pueblo. Se jacta en el fuero interno de su conciencia de ser imparcial, de haber encontrado el justo equilibrio, que proclama diferente del término medio. Ese pequeño burgués diviniza la contradicción, porque la contradicción es el núcleo de su ser. Él no es más que la contradicción social en acción. Debe justificar teóricamente lo que él mismo es en la práctica, y al señor Proudhon le corresponde el mérito de ser el intérprete científico de la pequeña burguesía francesa, lo cual constituye un verdadero mérito para él, pues la pequeña burguesía será parte integrante de todas las revoluciones sociales que han de suceder>>. (Carta de Marx a Pável Vasílievich Annenkov. Bruselas. 28/12/1846)

Esta última intervención tuya es la demostración más clara y rotunda de la contradicción en que se debate tu pensamiento en búsqueda infructuosa del equilibrio social como un ideal que tú te has forjado, de la relación dialéctica entre las dos clases universales de la sociedad capitalista, negándote una y otra vez a reconocer que en condiciones de crisis, es inevitable que la balanza económica del sistema se incline a favor de la burguesía y en perjuicio criminal del proletariado. Y no puede ser de otra forma porque así es la lógica objetiva del capitalismo, de modo tal que solo mediante su lucha por el poder, puedan los explotados volcar esa balanza en favor de la humanidad sin explotadores ni explotados, que hacia allí tienden las contradicciones del sistema.

Así las cosas, en este momento solo cabe decirte que nadie hará por ti lo que tú no sepas o quieras hacer por ti mismo, para salir del cepo ideológico donde la burguesía en su conjunto no ceja en querer meter a sus súbditos, impidiendo que de tal desorden y confusión de pensamiento nadie pueda salir si no es como dijo Alfonso Guerra: “el que se mueva no sale en la foto”. ¿Quieres tú o no seguir saliendo en esa foto?

Acabas tu último mensaje diciendo que la derecha política burguesa española representada por el Partido Popular, gana las elecciones prometiendo puestos de trabajo si y solo si, los asalariados se acostumbran a vivir cada vez más miserablemente garantizando ganancias crecientes a sus patronos capitalistas. ¿Puedes tú demostrar que la izquierda representada por el PSOE tiene otra forma de pensar y hacer las cosas? ¿Has leído la introducción a nuestro último trabajo?

Dejémoslo aquí, ¿vale? Porque tú seguirías pinchando en hueso y ambas partes perdiendo el tiempo.

Un saludo: GPM.