09. Pacifistas, antiimperialistas pequeñoburgueses
radicales y revolucionarios marxistas, frente al fenómeno de las guerras en el
capitalismo tardío
Refiriéndose
a la primera guerra mundial ("Las
tareas del proletariado en nuestra revolución". Mayo de 1917), Lenin empieza por señalar que las
guerras no son "engendradas por la voluntad maligna de los bandidos
capitalistas, aunque es indudable que se hacen sólo por interés suyo y sólo a
ellos enriquece". Con esto quiso decir que las condiciones que hacen
posible las guerras no son producto de los capitalistas sino del sistema del
que ellos no son más que criaturas:
<<La guerra es el producto de medio siglo de
desarrollo del capital mundial, de sus miles de millones de hilos y
vínculos>> (Op.cit.).
Pero
siendo criaturas de un sistema de vida que sólo a ellos les beneficia y por eso
les toca dirigir políticamente, también es en virtud de sus intereses que ellos
son los primeros en percibir las vibraciones que anuncian el advenimiento de
esos terremotos bélicos, y cada fracción de la burguesía internacional se
aplica con la debida antelación tratando de sacar el mayor beneficio posible.
Al respecto, en ese mismo mes y año ("La
guerra y la revolución"), fue Lenin quien informó al movimiento obrero
de lo que sucedería desde aquél "fatídico" 7 de diciembre de 1941 en
Pearl Harbor: la guerra entre EE.UU. y Japón, acontecimiento para el que las
burguesías norteamericana y nipona se habían venido preparando desde fines del
siglo XIX:
<<En cuanto
a la entrada de Norteamérica en la guerra, he de deciros lo siguiente. Se
invoca el hecho de que en Norteamérica hay democracia, de que allí existe la
Casa Blanca. Yo digo: La esclavitud fue abolida hace medio siglo. La guerra por
la abolición de la esclavitud finalizó en 1865. Pero desde entonces han
aparecido allí los multimillonarios, que tienen en su puño financiero a toda
Norteamérica, preparan la estrangulación de Méjico y llegarán a una guerra
inevitable con Japón por el reparto del Océano Pacífico. Esta guerra se está gestando desde hace ya
varios decenios. Todas las publicaciones hablan de ella. Y el objetivo real de
la entrada de EE.UU. en la guerra (de 1914) es prepararse para la futura guerra con el Japón. (...) Y los
capitalistas norteamericanos han necesitado intervenir en esta guerra para
contar con un pretexto que les permita crear un fuerte ejército, regular,
ocultándose tras los altos ideales de la lucha por los derechos de las pequeñas
naciones.>> (Op.cit. Lo entre paréntesis es nuestro).
Ahora,
el pretexto es la "lucha contra el terrorismo internacional". El
terrorismo es una forma de violencia contestataria que la mafia burguesa
norteamericana junto al resto de gánsters organizados en la eufemísticamente
llamada "comunidad internacional", han venido alentando desde hace
muchos años con su política exterior de miseria y represión sistemáticas en los
suburbios del sistema, incluso al interior de sus propias fronteras nacionales.
Una guerra tras otra, los pacifistas insisten
en vencer la porfía de los hechos bajo el capitalismo, tratando
infructuosamente de interponer sus ideales de paz y conciliación entre los
bandos burgueses contendientes. Por su parte, los intelectuales burgueses de
extrema izquierda creen defender la paz apoyando al bando burgués más débil
frente al militarismo imperialista. Pero el caso es que a toda guerra
interburguesa no se le puede poner fin sino mediante una paz burguesa, la del bando
burgués nacional o internacional ganador. Y dado que las condiciones de las
guerras están determinadas por el desarrollo desigual del capital
internacional, forman parte del modo de vida capitalista y son la continuación
de la política burguesa por otros medios. Por tanto, es una ley de la historia
moderna que la paz bajo el capitalismo abra el horizonte hacia la guerra.
Esta
dinámica del capitalismo esencialmente belicista de la paz, no le conviene al
proletariado. Porque es la clase que en condiciones de paz es obligada a
trabajar cada vez más por menos y durante la guerra, además de eso, pone los
muertos. Por lo tanto, para alcanzar una verdadera paz, una paz duradera
totalmente emancipada de la explotación y de la alternancia con la guerra, es
necesario cambiar el carácter de la guerra. Y para eso, el proletariado de cada
país debe empezar por luchar contra su propia burguesía para destruir la unidad
interna entre explotadores y explotados, que esa es la premisa política de las
guerras interburguesas. El segundo paso de esa lógica social revolucionaria de
lucha, pasa por unificarse políticamente a nivel internacional. Si esto último
es necesario porque hacia allí empuja la unidad internacional de los capitales
determinada por el desarrollo de las fuerzas productivas bajo el capitalismo,
la política de los revolucionarios pasa por hacerlo posible. ¿Cómo? Insistiendo
en explicar inteligente y tenazmente a la masa asalariada de los países
beligerantes políticamente embrutecida por la propaganda de sus respectivas
patronales, que la lucha eficaz y consecuente por la paz no pasa por la
filosofía política fundada en el idea de la conciliación de los contrarios ni
por el sentimentalismo igualmente pequeñoburgués de la defensa del más débil,
como es el caso de proyectos capitalistas andrajosos encarnados en la burguesía
nacional irakí, siria o serbia, y menos aun de regímenes precapitalistas como
el de los talibán entre los afganos. Siendo el componente humano de la fuerza
productiva del trabajo colectivo, el proletariado es la clase más comprometida
y consecuente con el progreso material y social. Su lucha contra el
imperialismo, es, por tanto, incompatible, con la defensa del atraso relativo
encarnado en formas de vida pre-imperialista o semi-feudales, basadas en la
explotación del trabajo en pequeña escala, como en Irak, Yugoslavia o
Afganistán.
Dos
años después de la llamada "Guerra de los Balcanes", ante la
parálisis política del proletariado mundial la dialéctica interburguesa ha
puesto una vez más al mundo del modo más terrible, ante una nueva perspectiva
de barbarie bélica, donde sin duda habrá un
ANTES y un DESPUES. Y una vez desatado el conflicto, ya nada puede hacerse DE
MOMENTO que pueda modificar el actual derrotero reaccionario de los acontecimientos.
Así, mientras la lucha de clases
aparezca disfrazada como conflictos entre países pobres y países ricos, se
resolverá al interior del mismo capital global formalmente dividido entre
nación e imperio, y en tanto la ley del desarrollo económico internacional
desigual siga intangible, cualquiera sea el resultado de estos conflictos
interburgueses, habrá necesariamente un DESPUES de cada guerra que dejará las
cosas esencialmente igual que ANTES, para que la ley del valor siga operando la
transmutación de la competencia internacional de los capitales en futuras
guerras cada vez más devastadoras.
Esto es así porque mientras se mantenga
este tipo de sociedad basada en la propiedad privada de los medios de
producción, el capital imperialista siempre tendrá zonas de subdesarrollo
relativo para conquistar, y las burguesías dependientes jamás dejarán de ser
incapaces de combatir consecuentemente al imperialismo, porque eso les
supondría tener que eliminar el desarrollo internacional desigual, algo que no
se puede hacer sin abolir la propiedad privada capitalista, esto es, suprimirse
a sí mismas como fracciones nacionales perteneciente a la misma clase
capitalista dominante en sus propios países. Para no citar más que el
antecedente inmediato, Milosevic
está hoy en la cárcel, pero la burguesía serbia sigue donde estaba antes del
conflicto, con toda seguridad negociando su entrelazamiento con el capital
imperialista "invasor".
La solución no pasa, pues, por
"ganarle" a esta guerra "contra el terrorismo" un tiempo de
paz que sólo será tardanza de otra nueva guerra por venir. La solución pasa por tratar de ganar para los intereses
de la humanidad si no es posible esta guerra la próxima, preparándose desde ya
para plantearla en términos políticos que supongan la posibilidad real de
eliminar definitivamente sus causas: la propiedad privada capitalista. Porque
mientras no se tome conciencia de la necesidad de acabar con el capitalismo, cada
DESPUES bélico será un ANTES de nuevas barbaries genocidas de consecuencias
sociales y humanas cada vez más catastróficas y monstruosas, según el
desarrollo de las fuerzas productivas en manos de la burguesía se siga
aplicando a la industria de la destrucción material y la muerte masiva, de
acuerdo con la lógica económica explicada más arriba.
La función de los trabajadores
conscientes en las guerras no consiste, pues, en dividirnos políticamente para
matarnos entre nosotros haciendo seguidismo de las respectivas burguesías
nacionales ocasionalmente enfrentadas por intereses que no son los nuestros,
sino en unificarnos por encima de nuestras respectivas nacionalidades,
creencias religiosas y culturas, para luchar contra ellos, nuestro enemigo de
clase común.
¡FUERA EL
IMPERIALISMO DEL CERCANO Y MEDIO ORIENTE!
Huelga
general indefinida de los asalariados en los países imperialistas implicados en
el conflicto.
¡CONVIRTAMOS
ESTE CONFLICTO INTERBURGUÉS EN GUERRA REVOLUCIONARIA CONTRA EL CAPITALISMO EN
ESA PARTE DEL MUNDO!
Impulsar la
solidaridad internacionalista combativa entre los asalariados y campesinos
islámicos en lucha contra el imperialismo y sus propias burguesías autóctonas.
Cuando
expusimos las causas que determinaron la agresión de la coalición burguesa
internacional a Yugoslavia y dimos este mismo contenido de clase a las
consignas que acabamos de formular ahora respecto del conflicto entre EE.UU. y
Afganistán, fuimos recusados con el argumento de que lo nuestro es puro
propagandismo abstracto, inoperante, sin la menor posibilidad de realización
política, porque las masas comprometidas en el conflicto no están por esa
labor. Para poner a cada cual en su sitio respecto de esta cuestión, es
necesario una vez más acudir a la experiencia histórica del movimiento obrero
políticamente organizado.
Tras
la revolución burguesa de febrero de
1917, los capitalistas y los terratenientes a cargo del Gobierno Provisional
siguieron respetando todos los acuerdos secretos - firmados por el Zar Nicolás
II con Francia e Inglaterra- para seguir llevando adelante el negocio de la
Primera Guerra Mundial. Los partidos con fuerte arraigo en la pequeñoburguesía
mayoritaria entre la población rusa de entonces, se pronunciaron a favor del
continuismo bélico, actitud que dieron en llamar "defensismo
revolucionario". En el "Borrador
de las tesis para la resolución sobre los soviets", el 12 de mayo de
1917 Lenin observó que esta idea del "defensismo" se había apoderado
de todos los partidos populistas (socialistas populares, trudoviques
y socialistas
revolucionarios), así como del partido oportunista de los socialdemócratas mencheviques
y de la mayoría de los revolucionarios sin partido. En cuanto a los asalariados y trabajadores por
cuenta propia llamados hoy “autónomos”, Lenin comprobó que también se mostraban
partidarios del "defensismo", engañados por la burguesía y sus
acólitos de la pequeñoburguesía:
<<Rusia es el país más pequeñoburgués, y las capas
superiores de la pequeñoburguesía están directamente interesadas en la
continuación de esta guerra. El campesino rico, al igual que los capitalistas,
saca beneficios de ella. Por otro lado, las masas del proletariado y
semiproletariado no tienen interés en las anexiones, puesto que no reciben
ningún beneficio del capital bancario. ¿Cómo pudieron estas clases adoptar el
punto de vista del defensismo revolucionario? La actitud de estas clases ante
el defensismo es el resultado de la influencia ideológica de los capitalistas,
a lo que en la resolución corresponde la palabra "engaño">> (V.I. Lenin:
Op.cit.)
Sin
embargo, en esa resolución los bolcheviques se mantuvieron firmes en la línea
de ajustar su táctica política a la estrategia revolucionaria determinada por
los resultados de la aplicación del materialismo histórico al curso de la
acumulación capitalista, tarea que Lenin había venido realizando desde 1914
para culminar con las "Tesis de Abril" de 1916 acerca del concepto de
autodeterminación de las naciones. Estos resultados llevaron a los bolcheviques
a declarar completamente inadmisible cualquier concesión al defensismo
revolucionario, ya que equivaldría de hecho "a la ruptura con el
internacionalismo y el socialismo", así como con la necesidad de acabar
con la guerra. De aquí surgieron las tareas fundamentales del partido
consistentes en explicar al proletariado y los campesinos pobres, las razones
políticas por las cuales la posición del defensismo revolucionario era
contraria a sus intereses:
<<En cuanto
al estado de ánimo defensista de las grandes masas populares, nuestro partido
luchará incansablemente contra él mediante el esclarecimiento, explicando la
verdad de que la confianza inconsciente en el Gobierno de los capitalistas es,
en este momento, uno de los principales obstáculos para la rápida terminación
de la guerra.>> (Op. Cit.)
Durante
todo este período, los bolcheviques insistieron permanentemente en la idea de
que las guerras interburguesas sirven para mantener en pie el sistema
capitalista basado en la explotación de los asalariados; que se hacen en
beneficio de ciertas burguesías nacionales imperialistas beligerantes y que:
<<Sólo
puede lograrse una paz democrática en esta guerra, si todo el poder del Estado
pasa, por lo menos en algunos países beligerantes, a manos de la clase de los
proletarios y semiproletarios>> (V.I. Lenin: Discurso a favor de la resolución sobre la guerra" 27 de abril
de 1917).
Para
lo cual era necesaria la unidad de acción revolucionaria del proletariado en
esos países, esto es, llevar a la práctica el internacionalismo, empezando por
lo que los bolcheviques llamaban "confraternizar en el frente (Ver V.I.
Lenin: "Significado de la
confraternización" "Pravda 11 de mayo de 1917). Este
comportamiento de los bolcheviques estaba basado en el principio de que la
tarea fundamental de los revolucionarios consiste en fundir el materialismo
histórico con el movimiento proletario, teniendo en cuenta cuatro requisitos:
1)
Que en circunstancias normales, las masas tienden
espontáneamente a pensar con los valores y criterios políticos estratégicos de
la burguesía;
2) Que sólo a partir de
situaciones prerrevolucionarias y por medio de la experiencia de sus propias
luchas, se muestran proclives a romper con su conciencia de clase subalterna;
3) Que en los
resultados de esa experiencia cuenta decisivamente la labor de esclarecimiento
político de su vanguardia portadora de la teoría revolucionaria, y,
4)
Que esta tarea fundamental de esclarecimiento por parte
de la vanguardia revolucionaria - previo a ser reconocida en su función de
dirección efectivamente revolucionaria del movimiento- pasa por la necesidad de
ser minoría durante la mayor parte del proceso.
Estas
son condiciones que los oportunistas son incapaces de soportar, porque no saben
cómo hacer política sin conseguir resultados prácticos inmediatos para mantener
el control del movimiento proletario al interior del tinglado burgués. Carentes
de toda estrategia de poder revolucionario, los oportunistas jamás proponen
nada que las masas no estén en disposición de asumir. De ahí que, a lo sumo,
lleguen a ocupar la extrema izquierda del sistema capitalista:
<<Nuestra misión es no tomar parte en ese juego.
Continuaremos explicando al proletariado toda la inconsistencia de esa
política, y la vida real se encargará de demostrar a cada paso nuestra
razón. Hoy estamos en minoría, las masas
no nos creen aún. Sabremos esperar...>> (V.I. Lenin: "Informe sobre el momento actual" 24
de abril de 1917).
Víctor Hugo decía que "no hay fuerza más irresistible que la de una idea cuando le llega su hora". La hora de la Dictadura social del proletariado en Rusia, llegó pocos meses después de que Lenin escribiera el pasaje que acabamos de citar. Confirmando la ley dialéctica del abrupto cambio o transformación de la calidad de sus militantes en cantidad de simpatizantes y seguidores, el partido bolchevique condujo a las masas rusas hacia la toma del poder mediante una larga, paciente y tenaz tarea de educación política, cuidando de que su táctica no se desvincule jamás de los irrenunciables principios teóricos del materialismo histórico en que se inspira la estrategia del proletariado.
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