04. Circunstancias y móviles políticos del conflicto

 

1.                Afganistán es un país extremadamente pobre, con escasos y obsoletos recursos militares, arruinado todavía más por la guerra contra los Rusos, sometido hoy a un aislamiento internacional cuasi absoluto y enfrentado militarmente con una fracción del ejército, los "señores de la Guerra" de la "Alianza del Norte".

2.                  La burguesía norteamericana y sus aliados de la cadena imperialista, coincidieron en implicar al gobierno afgano en los hechos del 11 de setiembre, responsabilizando directamente al millonario saudí Osama Bin Laden. Es decir, de entre los países árabes, eligieron a su eslabón más débil, bien que el más fuertemente comprometido con la doctrina islámica, lo cual, según veremos más adelante, explica la lógica política de la elección.  

3.                  Exigieron la inmediata entrega incondicional no sólo del "terrorista" Bin Laden, sino de los demás componentes de su grupo "Al Qaeda", sabiendo que muchos de ellos son altos dirigentes políticos del movimiento talibán y al mismo tiempo miembros del actual gobierno afgano, de modo que acceder a esta exigencia supondría la división, seguida de un cruento enfrentamiento entre los talibán, el consecuente suicidio como burocracia política dirigente de ese país y, por tanto, su rendición casi inmediata. O sea, que la burguesía norteamericana a través de sus burócratas políticos de turno, no dejó a los talibanes otra opción que ir a la guerra.

4.                  A juzgar por los informes periodísticos de estos días, los planes de EE.UU pasan por derribar el régimen talibán y sustituirlo por un "gobierno interino", encabezado por el viejo rey de 86 años, Zahir Shah, actualmente exiliado en Roma, cuya corte política estaría constituida por la Alianza del Norte, que ha estado luchando contra los talibanes desde hace años y actualmente controla el cinco por ciento del territorio. Hasta la fecha, la Alianza del Norte ha estado apoyada por Rusia, Irán, India y las antiguas repúblicas centroasiáticas soviéticas de Uzbekistán y Tayikistán. Ahora los líderes de la Alianza del Norte han ofrecido sus servicios al imperialismo estadounidense.

5.                  La estrategia militar de Occidente no pasa, pues, por la táctica de emplear efectivos militares de infantería propios para la lucha terrestre con el movimiento talibán, sino por utilizar los combatientes autóctonos de la llamada "Alianza del Norte" --conocedores del terreno y de la idiosincrasia del enemigo-- limitándose a brindarles todo el pertrecho logístico que haga falta, más el apoyo aéreo. La doble ventaja de esta táctica estriba en que, por un lado, el hecho de utilizar a la Alianza del Norte evita a las fuerzas occidentales que sean acusados de "infieles" que atacan a un Estado musulmán. Por otro lado, no serían los estadounidenses quienes pondrían los muertos. Dada la precariedad de medios bélicos, especialmente en materia de defensa antiaérea, la tripulación a cargo de la aviación norteamericana y británica tiene garantizada la impunidad de sus incursiones.

6.                  La fama de imbatibilidad que los medios periodísticos de Occidente atribuyeron en su momento a los  muyahidin afganos durante la guerra que sostuvieron contra el invasor soviético, sirvió para escamotear la importante ayuda logística que recibieron de países islámicos como Arabia Saudita y los Emiratos árabes Unidos, así como de los servicios secretos pakistaníes y de la misma CIA, donde los millones de dólares invertidos en convertir la URSS al capitalismo, tejieron una tupida red de corrupción en la que estuvieron envueltos los líderes del movimiento. En realidad, el movimiento talibán está compuesto en su base por grupos de individuos miserablemente pertrechados y muy mal entrenados, incapaces de resistir la próxima ofensiva militar apoyada por la coalición anglo-yanky. En un primer momento podrán mantener sus posiciones debido a la impopularidad de los señores de la guerra que componen la "Alianza del Norte", muchos de ellos simples delincuentes comunes que, con el nombre de "muyahidines", antes de la caída de Najibullah, se dedicaron a rapiñar buena parte de la ayuda en metálico procedente del extranjero, y después, con total franquicia de los americanos a saquear el país, algo que el gobierno Regan consideró legítimo botín de guerra para recompensar a los "luchadores de la libertad", un atributo que estos "muyahidines" compartieron por entonces con la "contra" nicaragüense.

7.                  El regreso al poder de los señores de la guerra de la Alianza del Norte empeorará la situación de las masas laboriosas de Afganistán. Hay que recordar que si los talibán llegaron a gobernar ese país, fue sólo porque los trabajadores se hartaron del continuo pillaje y violaciones de los "luchadores por la libertad", que ahora volverán a ser agentes abiertos del imperialismo estadounidense para convertir el país en una semicolonia norteamericana.

8.                  Si es que no se desintegran antes por la simple presión diplomática y los preparativos bélicos, los talibanes serán finalmente expulsados del poder por la fuerza. Su destino inmediato esta en retomar la resistencia guerrillera en las montañas que posiblemente se medirá por lustros. Pero que no será decisiva. Cuando Bush dice que esta guerra será larga, coincide con este pronóstico.

9.                  La burguesía rusa ha comprometido su apoyo a esta "lucha contra el terrorismo", esperando reciprocidad de sus antiguos enemigos respecto de su problema checheno. En perspectiva un pésimo negocio, si se tiene en cuenta que esta colaboración mutua supondrá aceptar que EE.UU. fortalezca su posición en Asia central haciéndose con el control de Afganistán, el mayor productor de opio del mundo; un país, además, por donde pasará el oleoducto hacia el Océano Indico. Por otra parte, los acontecimientos tendrán serias consecuencias para todos los Estados vecinos, especialmente para Uzbekistán y Tayikistán, ya amenazados por la insurgencia fundamentalista islámica, de lo que cabe prever que esta región se vea envuelta en guerras aún más sangrientas que ésta. De hecho, al abrir el espacio aéreo postsoviético al ejército de EE.UU. y prestar sus instalaciones para una acción bélica contra Afganistán, Uzbequistán ya está en el punto de mira islámico. 

10.               Pero el primer país que sufrirá las consecuencias del ataque sobre Afganistán será Pakistán, dado que allí, la mayoría de la población está con el gobierno de Kabul. El descontento y las protestas van en aumento y no se puede descartar que ante el esperado ataque contra Afganistán se produzca una insurrección popular que desborde por completo a las fuerzas represivas y el gobierno de Musaharraf sea derrocado. Dados los vínculos que unen a buena parte de la burguesía pakistaní y de su burocracia política y militar con EE.UU. y Europa, para las autoridades pakistaníes han pesado más las promesas de EE.UU. que la probable perspectiva de su propia caída. Pero una minoría de oficiales vinculados a los servicios de inteligencia mantiene estrechos contactos con los talibanes; apoyan la reacción fundamentalista y son hostiles a EEUU "no tanto por convicciones religiosas como por intereses financieros": tienen una gran cantidad de dinero en la economía negra que sustenta Pakistán. Este dinero procede del tráfico de drogas que tiene su base en Afganistán "el mayor productor de opio del mundo". Existen conexiones entre el sombrío mundo de los barones de la droga pakistaníes, los fundamentalistas y los servicios secretos pakistaníes.

11.               Por su parte, EE.UU. no puede tomar Afganistán y ver a Pakistán caer en manos de sus enemigos islámicos. Washington utilizará el palo y la zanahoria para controlar la situación. Ya ha recompensado a Musharraf con un regalo de 600 millones de dólares en reducción de la deuda, mientras levanta las sanciones impuestas hace tres años a India y Pakistán por sus pruebas de armas nucleares. Pero como veremos enseguida, el imperialismo estadounidense ya está poniendo el ojo de su renovado impulso bélico en otra víctima. Se han puesto en circulación informes que intentan asociar a Irak con los ataques terroristas. El actual número dos del Departamento de Defensa de EE.UU., Paul Wolfowitz, es quien encabeza el ala más dura del gobierno Bush y ha propuesto no dejar pasar la ocasión para acabar con el régimen de Irak.

12.               Si las masas árabes embrutecidas por la ideología islámica toman las calles y amenazan con desestabilizar un régimen árabe tras otro, el precio del petróleo se dispararía agudizando aún más la crisis económica mundial. En ese caso, no se podría excluir el derrocamiento de regímenes pro Occidentales, como el de Arabia Saudí, Los Emiratos Árabes Unidos y Kuwait. Las embajadas y los intereses económicos del gran capital serían blanco de los ataques terroristas islámicos en todas partes y los países imperialistas se verían arrastrados  irremediablemente hacia un conflicto militar de mayores proporciones.

13.               Todo esto, los intelectuales orgánicos de la burguesía internacional lo tienen previsto como una posibilidad real. Saben, como lo supieron sus predecesores durante las dos grandes guerras anteriores, que en ésta muy probablemente también habrá millones de muertos. Pero, aunque no quieren la guerra, van hacia ella empujados por la crisis, la preparan y dirigen. Porque eso está en la naturaleza de la sociedad que representan; porque no pueden renunciar a su condición de clase dominante. ¿Para qué propician y dirigen la guerra? Objetivamente, esto es, con independencia de los objetivos políticos de las distintas fracciones burguesas beligerantes, para alejar lo más posible el colapso económico de este sistema decadente basado en el trabajo ajeno; para seguir siendo los únicos beneficiarios en el juego macabro de convertir la mayor cantidad de trabajo necesario posible, en excedente para los fines de la acumulación. Bush y compañía S.A. utilizan la palabra "venganza" como un comodín ideológico más, para aleccionar a los asalariados que acaudillan en su propio bando; para que vayan animosos y hasta contentos a morir matando a los asalariados del bando "enemigo" en aras de la libertad y de la patria. ¿Qué diferencia hay entre millonarios fundamentalistas de la explotación del trabajo ajeno, como Bush, y los que mandan matar "infieles" en nombre de Ala, como Bin Laden?

 

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