Esencia política del movimiento antiglobalización

Consagrar el sistema social basado en la explotación del trabajo asalariado en pequeña y mediana escala, éste es el "pensamiento único" que prevalece en el movimiento antiglobalización y en el que se comprenden y reconocen mutuamente sus distintas corrientes, tal es el signo político de su identidad. En sustancia nada distinto de lo que consagran y defienden los teóricos y los políticos del neoliberalismo. En este sentido, no se engañen ustedes que, por más violentas que sean sus manifestaciones callejeras y más anticapitalismo radical que exuden sus consignas, el movimiento antiglobalización, muy lejos de ser antagónico, está en una dialéctica de complementariedad con el movimiento liberal capitalista. Los dos movimientos están comprendidos en el movimiento general del capital en tanto ambos comparten y consagran la explotación de trabajo ajeno, sus diferencias, se reducen a una cuestión de reparto que, para la pequeñoburguesía es al mismo tiempo una cuestión de supervivencia. Los recurrentes intentos de regular la tendencia salvaje del mercado capitalista a dejarles sin cotos de caza propios, son raptos históricos de la burguesía de izquierdas cada vez más débiles, sólo posibles durante las ondas largas de tonalidad expansiva(3) . Keynes, mucho más inteligente y honesto que sus discípulos de tercera generación al frente de los antiglobalizadores de hoy, comprendió muy bien la dialéctica entre pequeño y gran capital. Sabía que la supervivencia de la pequeñoburguesía no dependía de su capacidad política para recortar las superganancias del capital especulativo excedentario en tiempos de crisis, sino del incentivo de la demanda general de bienes de consumo mediante el gasto estatal autónomo. Pero también era consciente de que este incentivo sólo puede ser efectivo si la rentabilidad del capital productivo es crecientemente positiva. Y el caso es que, según avanza el proceso de acumulación, esta circunstancia se torna cada vez más problemática.

La última circunstancia en que este "modelo" de acumulación pudo galopar a caballo de la expansión general del negocio de explotar trabajo ajeno con posibilidad periódica de salarios al alza, se presentó tras la enorme destrucción de capital físico y humano durante la segunda guerra mundial que hizo posible el relanzamiento económico y, con él, los "pactos sociales" sin serios clonflictos entre capital y trabajo, tanto en los países de la cadena imperialista como en su periferia de menor desarrollo relativo. En estas últimas regiones, este pacto social tomó la forma de proyectos de autodesarrollo de un capital presuntamente autónomo que los empiristas de siempre se imaginaron estables hasta las calendas griegas.

De esta impresión histórica, y con total desprecio por las leyes del capitalismo, surgió la idea -muy cara a Bernstein y sus discípulos al frente de los partidos de izquierda reformista en todo el mundo- acerca de la posibilidad de estabilizar en el tiempo la regulación de las relaciones entre burguesía y proletariado, apelando al arbitraje de un Estado empresario fuerte, encargado, además, de garantizar la expansión continuada del capital y del bienestar de los asalariados mediante el recurso al aumento de la demanda inducida por el gasto autónomo del Estado. Ya hemos visto dónde fue a parar todo aquello cuando la tasa de ganancia en descenso dejó de compensar masas crecientes de capital acumulado convertido en supernumerario a partir de fines de la década de los sesenta. Y en estas estamos cuando, hete aquí, que los teóricos de la antiglobalización no pueden sino inspirar sus alternativas para "otro mundo posible" recurriendo una vez más a las viejas recetas del maestro en condiciones bajo las cuales él jamás aconsejaría aplicarlas. Así nació el neokeynesianismo de izquierdas, matizado con experiencias "democráticas" a nivel de gobiernos comunales, como es el caso del municipio de Porto Alegre, que por eso se reunió allí el último "Foro Social Mundial" presuntamente "alternativo".

volver al índice del documento

éste y el resto de nuestros documentos en otros formatos
grupo de propaganda marxista
http://www.nodo50.org/gpm
apartado de correos 20027 Madrid 28080
e-mail: gpm@nodo50.org


  1. Estos raptos son cada vez más débiles con tendencia a diluirse históricamente hasta desaparecer en lógica general a la centralización de los capitales. Esto es lo que ha sucedido con el keynesianismo inmediatamente antes de la segunda guerra mundial en EE.UU. e inmediatamente después de ella en el resto del mundo.volver

abril 2002