7. El fundamento del Partido Obrero Independiente y la revisión del "Manifiesto Comunista"

Los comunistas necesitan independencia política más que ninguna otra clase de la sociedad, porque el proletariado es la única que, por ser la negación absoluta de toda explotación entre los seres humanos, trasciende en su acción política a todas las otras; es verdaderamente revolucionaria porque no teniendo ningún fuero especial en la sociedad de clases, tampoco puede aspirar a nada particular dentro de ella; porque al no estar ligada históricamente a ninguna forma de propiedad, el sentido histórico de su lucha es la negación de toda propiedad. Por tanto, el tren de su movimiento no tiene ninguna estación en la sociedad burguesa; su acción revolucionaria dentro de ella no es parcial o limitada sino total y PERMANENTE; Su accionar no se detiene en la reforma de tal o cual aspecto de la sociedad de clases, sino que tiende objetivamente a su destrucción. De ahí que su organización deba ser independiente respecto de las demás clases sociales:

<<Mientras que los pequeños burgueses desean que la revolución termine lo antes posible y alcanzando a lo sumo las metas señaladas, nosotros estamos interesados, y esa es nuestra tarea, en que la revolución se haga permanente, en que dure el tiempo necesario para que sean desplazadas del poder todas las clases más o menos poderosas [...] Para nosotros no se trata de modificar la propiedad privada, de lo que se trata es de destruirla; no se trata de paliar las contradicciones de clase, sino de la abolición de las clases; no se trata de mejorar la sociedad existente, sino de instaurar una nueva sociedad>> (K. Marx - F. Engels: "Circular del Comité Central de la Liga de los Comunistas" del 10 de marzo de 1850". Ed. cit.).

Cuando expresan esta premisa real de la sociedad de su tiempo y sacan su consecuencia política planteando como objetivo prioritario la unidad política del proletariado, Marx y Engels están sin duda pensando en el principio del "Manifiesto" en su parte IVª:

<<Los comunistas luchan por alcanzar los objetivos e intereses inmediatos de la clase obrera; pero al mismo tiempo defienden también, dentro del movi­miento actual, el porvenir de ese movimiento">>, conscientes de que con lo prescrito en la "Circular de marzo de 1850" superan lo dicho seguidamente en este mismo párrafo:

<<En Francia los comunistas se suman al Partido Socialista Democrático, contra la burguesía conservadora y radical; en Suiza apoyan a los radicales sin desconocer que este partido se compone de elementos contradictorios, en parte de socialista democráticos al estilo francés, y en parte de burgueses radicales...>> (K.MarxF. Engels:"Manifiesto del Partido Comunista" parte IVª)

Esta revisión del "Manifiesto" en modo alguno significaba que el proletariado debiera adoptar una posición sectaria y encarar la lucha contra la reacción en solitario. Colaboración con la pequeñoburguesía sí pero con autonomía política para luchar junto a ella en todo lo que no contradiga su propio programa. Y para eso es necesario una organización política independiente. Sobre todo cuando se estaba en un momento que exigía al proletariado ponerse a la vanguardia de las luchas reemplazando a la burguesía que se había pasado a la reacción. Si bien las clases medias estaban históricamente condenadas a desaparecer por el proceso de acumulación capitalista, su lucha por un estatus en la nueva sociedad era, además, objetivamente reaccionario. Pero, por otro lado, la pequeñoburguesía estaba interesada en la lucha contra el absolutismo, contra las cargas feudales y por la institución del jurado, la igualdad de todos ante la ley, la libertad de prensa y de asociación, es decir, la lucha por las libertades democráticas. Todas estas aspiraciones políticas favorecían el proceso de acumulación del capital y, con él, el crecimiento numérico y la unificación política del proletariado. De aquí se desprende que la política de los revolucionarios con respecto a la pequeñóbur­guesía era y sigue siendo la de apoyarla en su lucha contra los sectores sociales reaccionarios y por las libertades democráticas, sin dudar al mismo tiempo en enfrentarse a ella en todo lo que haga o pretenda hacer para afianzarse en su posición de clase media dentro de la sociedad existente en perjuicio del proletariado. Pero, para eso, es necesario el partido revoluciona­rio obrero independiente:

<<El primer punto en que los demócratas burgueses chocarán con los obreros será la destrucción del feudalismo; como ocurrió en la primera revolución francesa, los pequeños burgueses entregarán a los campesinos las tierras feudales en libre propie­dad; es decir, tratarán de dejar subsistente el proletariado agrícola y la formación de una clase campesina pequeñoburguesa que pase por el mismo ciclo de empobrecimiento y endeudamiento en que todavía hoy se halla sumido el campesino francés. Los obreros deberán salir al paso de estos planes, en interés del proletariado rural y en su propio interés. Deberán exigir que las tierras feudales confiscadas se mantengan como propiedad del Estado y se utilicen para crear colonias obreras, en las que el proletariado agrícola asociado trabaje con todas las ventajas de la agricultura en gran escala y por medio de las cuales el principio de propiedad común se plasme inmediatamente de un modo firme en medio de las oscilantes relaciones de la propiedad burguesa. Los obreros deberán aliarse al proletariado agrícola, como los demócratas a los campesinos.>> (K. MarxF. Engels: "Circular del CC.CC. de la Liga de los Comunistas" de marzo de 1850. Ed. FCE: Los Grandes fundamentos T.4)

Una vez dilucidadas teóricamente las posibilidades reales y las tareas prioritarias del proletariado, así como sus coincidencias tácticas y divergencias estratégicas con la pequeñoburguesía, teniendo en cuenta, además, que los demócratas burgueses se verían obligados a proponer medidas <<más o menos socialistas>>, en la misma Circular de marzo de 1850 Marx y Engels respondían a la pregunta de qué clase de medidas deberían proponer los obreros revolucionarios:

<<1) Obligar a los demócratas a intervenir en el orden social establecido en el mayor número posible de aspectos, perturbando su marcha normal y haciendo que se pongan a sí mismos en eviden­cia, y a concentrar en manos del Estado el mayor número posible de fuerzas productivas, medios de trans­porte, fábricas, ferrocarriles, etcétera.

2) Deberán llevar hasta su límite extremo las propuestas de los demócratas, los cuales no actuarán, desde luego, como revolucionarios, sino simplemente en un terreno de reformas, convirtiéndolas en otros tantos ataques directos a la propiedad privada, así, por ejemplo, cuando los pequeñoburgueses propongan comprar los ferrocarriles y las fábricas, los obreros deberán proponer que estos ferrocarriles y estas fábricas, como propiedad que son de los reaccionarios, sean confiscados por el Estado sin ninguna clase de indemnización. Si los demócratas proponen el impuesto proporcional, los obreros reclamarán el impuesto progresivo; y si los demócratas propugnan un impuesto progresivo moderado, los obreros harán hincapié en la implantación de un impuesto con escala tan alta que arruine al gran capital; si los demócratas proponen la regulación de la Deuda pública, los obreros deberán empujar hacia la bancarrota del Estado.>> (K. MarxF.Engels: ibid)  

Para los <<hombres de acción>>, subyugados por el fervor revolucionario de su relativamente reducido entorno social que les empujaba a la acción, reflexiones y prevenciones como ésta de los <<hombres de la pluma>> carecían de importancia. Si se trataba de acabar cuanto aontes con el bloque de poder entre la monarquía absoluta y la burguesía reaccionaria no había que incomodar a la pequeñoburguesía y hacerle todas las concesiones con tal de arrastrarla hacia la toma del poder. Así quedó reflejado en la contestación de Schap­per a Marx en aquella histórica reunión del CC.CC. de la Liga:

<<He expuesto la opinión que aquí ha sido atacada, dado que soy un entusiasta de esta causa. En esencia se trata de si de entrada somos nosotros los que cortamos las cabezas o si somos los decapitados. En Francia serán los obreros, por lo que en Alemania seremos nosotros. Si este no fuera el caso, está claro que me retiraría a dormir y entonces podría ocupar una situación material muy diferente. Si nos llega el turno a nosotros podre­mos disponer las medidas necesa­rias para que el proletariado tenga asegurado el poder. Soy un fanático de esta solución. El Comité Central, sin embargo, ha querido lo contra­rio. Pero si efecti­vamente ya no queréis tener nada que ver con nosotros, que así sea. Separé­monos ahora. Es casi seguro que seré guilloti­nado en la próxima Revolu­ción. Pero a pesar de ello iré a Alemania y acaso entonces podamos marchar al unísono. Soy un amigo perso­nal de Marx pero si os empeñáis en la esci­sión, noso­tros seguiremos nuestro camino y voso­tros el vuestro. Ahora bien, en dicho caso será necesa­rio crear dos Ligas. Una para aquellos que actúan con la pluma; la otra para todos los que actúan de otra forma. No soy de la opinión de que la burguesía conquiste el poder en Alema­nia, y en este sentido soy un fanático entusias­ta; si no lo fuera no daría un solo ochavo por todo este asun­to...>> ("Acta del CC.CC. de la Liga de los Comu­nistas", sesión del 15/9/85­0, en Enzens­berger: op.cit. T I)

Cuando Schapper propone aquí un accionar político por el cual "el proletariado tenga asegurado el poder", en realidad se refiere a su participación en un supuesto gobierno democrático que no contempla ninguna de las medidas democrático burguesas contempladas en el "Manifiesto" [7]. Como ya se había demostrado en Francia, programática y organizativamente el proyecto de la fracción WillichSchapper pasaba por el frente policlasista y no se diferenciaba del partido de Ledrú Rollín; por tanto, no podía pasar de ser la expresión política de la pequeñoburguesía, de unos intereses que, en política agraria, significaría la división y el enfrentamiento entre el proletariado rural y el proletariado urbano. En este punto de la controversia es donde Marx y Engels hablan de la toma prematura del poder por parte del proletariado. En síntesis, so capa de la necesidad imperiosa de la toma inmediata del poder, el proyecto WillichSchapper suponía hipotecar la lucha del proletariado en aras de fortalecer política­mente los intereses regresivos de la pequeñoburguesía en la sociedad existente, dejando intactas las leyes del capitalismo. Ante la inexistencia de un partido revolucionario independiente con un programa y capacidad militante para desmistificar las promesas e ilusiones del bloque enemigo en el poder y para convencer a la pequeñoburguesía de que la única política que representa la seguridad y el progreso para sus familias es la política democrático burguesa consecuente del proletariado, el accionar del frente policlasista no haría a lo sumo más que conseguir temporales reducciones de impuestos y parcelas en propiedad que, al dejar intactas las leyes económicas del capitalismo, todas esas concesiones acabarían en nada.

No se trataba, pués, de proponer que el proletariado actuara tras la caída de la monarquía absoluta como acusaba Willich a Marx sino de hacerlo en condiciones que supusieran un avance económico, social y político efectivo sobre la sociedad anterior:         

<<El señor Marx señala que una de sus tareas es la formación del proletariado, hasta convertirlo en un partido de oposición, que sólo habrá de actuar como tal después de la caída del actual régimen político, mientras que hasta la llegada de dicho momento habrá de dedicarse al perfeccionamiento de su organización. El partido de Willich y Schapper, por el contrario, tiende hacia el citado derrocamiento en colaboración con el llamado Partido Democrático [...] La diferente opinión acerca del desarrollo revolucionario y sobre la actuación basada en ella, constituye en opinión de Marx la causa de nuestras discrepancias. La exposición histórica del proceso de separación demostrará en qué medida estuvo originado por cuestiones de principio o por causas de naturaleza completamente diferente. Resulta que el señor Marx califica nuestra postura como en contubernio con la burguesía democrática; de ello me acusa primordialmente a mi. El señor Marx pasa por alto que todavía existe otro partido aparte del suyo. Ha intentado convertir el Partido del Proletariado al cual pertenecemos ambos y cuya esencia es la autogestión y el autogobierno, y en el que cual­quier miembro sólo puede y debe estar al servicio de la comunidad sea cual sea la función encomendada ha intentado convertirlo primero en el partido de la Neue Rheinische Zeitung (Nueva Gaceta Renana), para individualizarlo en el parti­do "Marx". De esta forma para él la humanidad se divide en dos bandos: "Marx y el resto de la humanidad">> (August Willich (1850).Citado por H. M. Enzensberger Op.cit Tomo I. Lo entre parénte­sis es nuestro)

Este hecho de la división en la "Liga de los Comunistas" aparece reflejado en una confe­sión hecha ante la policía por Heinrich Bürgers, comunista renano devenido luego en nacionalliberal. Refiriéndose a la <<situación deplorable>> a la que había llegado en 1856 la Asociación Comunista para la Cultura Obrera, Bürgers relata que...

<<Tras el derrumbamiento del movimiento revolucionario de 1848, la Asociación se escindió en dos fracciones. Una de ellas fue dirigida por Marx y Engels, quienes exigían una educación y organiza­ción sistemáti­cas del proletariado, mientras que la otra fracción, encabe­zada por Willich y Schapper, creía ver la salva­ción del pueblo alemán en los alzamientos y las revuel­tas>> [Friedrich Lessner (1856/64). Citado por Enzensberger: op. cit. T I)

Los antecedentes inmediatos de esta situación aparecen en una carta fechada en Londres el 1 de octubre de 1850 dirigida a la "Sección Rectora" de la "Liga de los Comunistas". Allí, el comité central de esa organización anunció la expulsión de Marx, Engels, Schramm, Wolf, Seiler, Liebknecht, Pieper, Pfänder, H. Bauer y Eccarius. Cuarenta miembros de la organización de Londres dirigidos por Schapper y Willich, tildaron a Marx y a sus partidarios de <<periodistas y semiintelectua­les>> que colocan a las personas <<por encima de la causa (...) hombres inteligentes y de la pluma (que) no querían tolerar a ningún hombre de acción>>. ("Carta del Comité Central a la Sección Rectora". Citada por H.M. Enzensberger: op.cit. T 1. Lo entre paréntesis es nuestro)

Todos estos calificativos evidenciaban enfrentamientos personales. Pero en la raíz de los enconos manifiestos estaban las profundas discrepancias políticas que dividían a la organización entre quienes no querían dejar pasar la oportunidad de tomar el poder, y quienes preveían las consecuencias nefastas para el movimiento de un triunfo prematuro; entre quienes confundían la decisión de lucha del proletariado con sus reales posibilidades de poder, y quienes trataban de traducir lo más exactamente posible ese poder social en términos de poder político. Esas diferencias aparecieron claramente expresadas quince días antes de esta resolución de expulsión, durante una reunión del Comité Central:

<<Además de los antagonismos personales también se han producido antagonismos de principio en la sociedad misma. Precisamente en el último debate sobre la cuestión "La situación del proleta­riado alemán en la próxima revolución", algunos miem­bros de la minoría han expuesto opiniones que están el clara contradicción con la penúltima circular[8]e, incluso, con el "Manifiesto" (...) En lugar de las ideas materialistas del Manifies­to han subrayado las idealistas. En lugar de los condicionamientos reales, se ha desta­cado la voluntad como aspecto principal de la Revolución. Mientras nosotros decimos a los obreros: "Tendréis que soportar 15, 20, 50 años de guerra civil para poder cambiar la situación, para capacitaros vosotros mismos para el gobier­no", se ha dicho: "Tenemos que apoderarnos del poder enseguida, o ya nos podemos retirar">> (K. Marx: "Acta de la sesión del CC.CC. l5/9/85­0")

Sobre el tapete de este trascendental asunto se vio con qué cartas quería cada fracción que jugara la Liga de los Comunistas en el contexto de la Alemania recién salida de los acontecimientos de 1848. Para Marx y Engels, estaba claro que la Liga no debía proponer al proletariado que se lanzara a la toma del poder. ¿Por qué? Para la fracción de Marx y Engels, el fundamento de la acción política está en la comprensión científica de la base material sobre la que discurren las luchas sociales y los procesos políticos. Este es el paso previo obligado a plantearse qué hacer. El estudio científico de la base material del sistema permite hacer inteligible no sólo el carácter político de cada grupo social fundamental, sino su fuerza en cada momento preciso. En el caso alemán, si bien su modo de producción dominante era el capitalista, se trataba de un país donde predominaba el pequeño campesino y tenía gran peso la pequeñoburguesía urbana.

Para la fracción de Willich y Schapper, respecto de la experiencia de la lucha por el poder, este detalle era algo sin importancia. Para ellos, la lucha por un ideal, bajo cualquier circunstancia o condición, alumbra espontáneamente su propio camino. Ellos eran partidarios de la lucha por el poder del frente democrático entre el proletariado y la pequeñoburguesía en contra de la burguesía coaligada con la Corona, pensando infundadamente que la experiencia de poder del proletariado sería suficiente para consolidar los objetivos socialistas, de lo contrario no valdría la pena permanecer en política:

<<He expuesto la opinión que aquí ha sido atacada, dado que soy un entusiasta de esta causa. (...) Si este no fuera el caso esta claro que me retiraría a dormir y entonces podría ocupar una situación material muy diferente. Si nos llega el turno a nosotros, podremos disponer de medidas necesarias para que el proletariado tenga asegurado el poder. Soy un fanático de esta solución. El Comité Central, sin embargo ha querido lo contrario. Pero si efectivamente ya no quereis tener nada que ver con nosotros, que así sea. Separémonos ahora>> (Karl Schapper: "Acta de la reunión del CC.CC. de la Liga de los comunistas" 15/09/850)

Para Marx, lo más importante de una estrategia de poder no consiste en conquistarlo sino en saber qué hacer con ese poder a partir del día siguiente En el caso alemán, siendo una clase social minoritaria, el proletariado no podía plantearse la toma del poder sin hegemonizar previamente un bloque histórico que lograra crear con la pequeñoburguesía rural y urbana en contra de la burguesía. Esta hegemonía era el requisito para que el proletariado pudiera asumir el poder sin tener que aplicar el programa de la pequeñoburgue­sía sino su propio programa democráticoburgués de transición:

<<Siempre me he opuesto a la opinión momentánea del proletariado. Nos debemos a un partido que, por su propio bien, todavía no debe alcanzar el poder. Si el proletariado ocupara el poder, tomaría unas medidas claramente pequeñoburgue­sas, pero no proletarias. Nuestro partido sólo podrá hacerse cargo del gobierno cuando la situación permita que lleve a la práctica sus puntos de vista.>> (K. Marx: "Acta de la sesión del CC.CC. de la Liga de los Comunistas 15/9/850")

O sea, que el problema del poder no está en el frente en sí, sino en la clase que lo hegemoniza. Y la experiencia de Marx y Engels en la revolución de 1848 ha servido para descubrir que para hegemonizar el frente policlasista necesario para la toma del poder en sentido revolucionario, el proletariado debe constituirse en partido político independiente de las demás clases, incluida la pequeñoburguesía. Pero a condición de entender por independencia no el hecho en sí mismo de organizarse como clase social, sino de hacerlo en torno a los principios de la moderna ciencia social: el materialismo histórico, que le permite ejercer de verdad esa independencia.

En este sentido Marx se refiere a las consecuencias de una toma prematura del poder, esto es, cuando el proletariado no ha alcanzado la hegemonía en el frente porque carece de la dirección revolucionaria, la cual sólo puede surgir del conocimiento científico colectivo de la estructura del capitalismo y del ejercicio creativo de la memoria histórica del movimiento aplicados ambos a la realidad de la lucha de clases, al menos por quienes están al frente del polo revolucionario organizado. De ahí que Marxhomologara a la fracción liderada por Willich y Schapper dentro de la "Liga", con el papel que desempeñaron los proletarios franceses dentro del partido socialista pequeñoburgués de LedrúRollin y Louis Blanc, que formó parte del gobierno provisional surgido de las barricadas en febrero de 1848:

<<Nos debemos a un partido que, por su propio bien, todavía no debe alcanzar el poder. Si el proletariado ocupara el poder, tomaría unas medidas claramente pequeñoburguesas, pero no proletarias. Nuestro partido sólo podrá hacerse cargo del gobierno cuando la situación permita que lleve a la práctica sus puntos de vista. Louis Blanc nos ofrece el mejor ejemplo de lo que ocurre cuando se alcanza demasiado pronto el poder. Por otra parte, en Francia no sólo son los proletarios quienes asumen el poder, sino también el campesinado y la pequeñóburguesía. Y las medidas que se dictan no son las de aquellos, sino las de estos. La Comuna de París demuestra que no es imprescindible estar en el gobierno para imponer unas medidas>> (K. Marx: ibid)

Lo que Marx ha querido significar en este párrafo, es que, dentro de la sociedad capitalista, el proletariado no tiene nada que reivindicar salvo su condición de clase explotada. Por lo tanto, si esta clase participa en un gobierno queriendo dejar de ser explotada, pero carece del conocimiento veraz acerca de su propia realidad y de la realidad que le toca vivir, le será imposible saber si de verdad es necesario y posible una sociedad alternativa viable donde para vivir no haga falta que unos vivan explotando a otros. Y si no lo sabe, si lo que quisiera no tiene ningún sustento racional, tampoco tendrá moral para luchar por ello. No sabrá lo que hay que hacer para conseguir lo que ella íntimamente aspira. Por lo tanto, tampoco podrá convencer de ello a quienes necesitan que le acompañen, los pequeñoburgueses rurales y urbanos. En ese caso, su función de gobierno será nula, y cualquier medida que se dicte no será suya, sino de aquellas clases explotadoras que participan en ese frente único con ella dentro del gobierno. Porque, para actuar, los explotadores no necesitan conocer las leyes que presiden el movimiento de la sociedad que les hace sentir bien. Sólo les basta con actuar para que las cosas sigan esencialmente igual. Por eso dice Marx que si algo ha enseñado la experiencia obrera participando en gobiernos como el del Partido Socialista Democrático, es lo que pasa "cuando se alcanza demasiado pronto el poder".

A modo de síntesis de lo expresado en este debate, Marx intervino para caracterizar la mezcla de idealismo y oportunismo que inspiró el discurso y las posiciones de la fracción minoritaria de Willich y Schapper, unas palabras que desnudan toda la indignidad de tantos y tantos políticos actuales de izquierda, que en nombre del compromiso con la realidad de su tiempo usufructúan tácticamente la falsa conciencia de los asalariados para vivir de la política en momentos de retroceso, pretextando sofística y vilmente que sin las masas no hay poder revolucionario posible; que reemplazan el ejercicio de la memoria histórica y la difusión de la teoría revolucionaria como principio irrenunciable de la acción política, por el ejercicio del poderdesde el frente policlasista al interior de las instituciones de Estado burguesas, presuntas escuelas cívicas de la no menos hipotética revolución social democrática y pacífica:

<<En lugar de la ideas materialistas del Manifiesto han subrayado las idealistas. En lugar de los condicionamientos reales (se refiere a la falta de preparación ideológica y política del proletariado[9]), se ha destacado la voluntad como aspecto principal de la Revolución. Mientras nosotros decimos a los obreros: "Tendréis que soportar 15, 20, 50 años de guerra civil para poder cambiar la situación, para capacitaros vosotros mismos para el gobierno", se ha dicho: "Tenemos que apoderarnos del poder enseguida o ya nos podemos retirar". Tal como los demócratas hacen con la palabra pueblo, ahora se ha utilizado el término proletariado como mera fraseología

A raíz de estas discrepancias la sección de la Liga establecida en Londres quedó dividida. Y tras el golpe policíaco recibido por los miembros del Comité Central de Colonia en mayo de 1851, dejó de existir para siempre en noviembre de 1852. El 19 de ese mes Marx escribe desde Londres a Engels que residía en Manchester:

<<El miércoles pasado, a propuesta mía, la Liga de aquí se ha disuelto y ha decidido que tampo­co tenía razón de prolongar su existencia en el continente, donde, por lo demás, desde la deten­ción de BürguersRöser había cesado de existir de hecho.>> (Cfr. F. Claudín: op. cit. cap. II)

Con este episodio se cerró uno de los tantos capítulos en la histórica escisión permanente entre teoría y práctica que caracterizó el desarrollo del movimiento político del proletariado mundial. Muy Ligada, como se ha visto, a la historia de los frentes policlasistas. Tal vez el más rico en enseñanzas. En tal sentido sería un error no hacer referencia a la circular de diciembre de 1850 emitida por el Comité Central de Colonia, para juzgar lo actuado por ambas fracciones de la sección de Londres. El texto comienza censurando a la fracción de WillichSchapper por haber expulsado a los <<literatos>> y hacer de la Liga <<una asociación exclusiva de artesanos y obreros fabriles que sepan en la inminente revolución, gracias a su decidida voluntad, llegar al poder y realizar la revolución comunista>>. El documento sigue diciendo que esa decisión significa...

<<...retrotraer el partido proletario a la antigua concepción de ascetismo y de grosero igualita­rismo que estuvo justificada al comienzo del movimiento proletario, porque entonces se trata­ba de oponer a distintas doctrinas políticas y económicas de la sociedad burguesa el principiogeneral de la lucha de clases proletaria. Pero actualmente esa posición negativa no se dirige ya contra ninguna variante del socialismo bur­gués; ahora se reduce a condenar a los autores del manifiesto de 1848, del partido y de la primera circular del comité central del presente año, en los cuales se expone detalladamente la política del partido, y, por tanto, se condena el mismo Manifiesto y la política del partido. El Manifiesto y la Circular deducen esa política de todo el curso seguido por el movimiento proletario. Muestran que el proletariado, una vez que toma conciencia de su situación de clase atrae a todos los elementos ilustrados de la vieja sociedad y llega así a la comprensión teórica de las condiciones de la revolución comunista, al mismo tiempo que contribuye en la práctica a la maduración de esas condiciones. En lucha con los diversos partidos nacionales conquista su propio poder político y económico. Con su documento, la minoría explaya de nuevo el viejo punto de vista de que todo el trabajo teórico ha sido ya realizado, el punto de vista hostil a toda actividad teórica y, según el cual, es posible alcanzar los objetivos finales del movimiento sobre la base del actual nivel de desarrollo y como resultado, precisamente, de la inminente revolución alemana>> (Cfr. F. Claudín ibid).

A partir de tales posiciones prosigue la Circular del comité Central de Colonia es natural que los miembros de la minoría (WiilichSchapper) pasen a llamarse <<representantes exclusivos>> de los intereses del <<proletariado puro>> y que lancen una proclama junto con franceses, polacos y húngaros, en nombre de un...

<<comité democrático socialista, reduciendo la revolución a una frase vacía y declarándose combatientes avanzados por la república pequeñoburguesa democráticosocialista>>, lo cual signi­fi­ca que, en caso de auge del movimiento, <<el proletariado será relegado a un segundo plano, a sus anteriores posiciones, al margen de la política; de nuevo se le llama a la lucha por los intereses de otra clase, para luego ser engañado y privado de los frutos de su victo­ria>>

Lo cierto es que durante el resto de su vida Schapper ya no tendría dónde rascar su <<vieja comezón revolucionaria>>, ni en Alemania ni en ningún otro sitio. No encontró la gloria pero tampoco la guillotina. Según el relato de Engels en su "Contribución a la Historia de la Liga de los Comunistas", Schapper murió en Londres a fines de la década de los sesenta. En cuanto a Willich, participó en la guerra civil norteamericana habiéndose distinguido en ella. Ascendido a general de brigada, en la batalla de Munrfresboro (Tennesse) recibió un tiro en el pecho del cual curó. Murió en norteamérica aproximadamente hacia 1875.

Pero es que, además, la base económica del sistema en modo alguno aconsejaba ni justificaba ninguna empresa revo­luciona­ria de carácter proletario:

<<Bajo esta prosperidad general, en que las fuerzas productivas de la sociedad burguesa se desenvuelven todo lo exuberentemente que pueden desenvolverse dentro de las condiciones burguesas, no puede ni hablarse de una verdadera revolución. Semejante revolución sólo puede darse en aquellos períodos en que estos dos factores, las modernas fuerzas productivas y las formas burguesas de producción, incurren en mutua contradicción. Las distintas querellas a que ahora se dejan y en que se comprometen recíprocamente los representantes de las distintas fracciones del partido continental del orden, no dan, ni mucho menos, pie para nuevas revoluciones; por el contrario, son posi­bles sólo porque la base de las reelaciones socia­les es, por el momento, tan segura, y cosa que la reacción ignora tan burguesa. Contra ella chocarán todos los intentos de la reacción por contener el desarrollo burgués, así como toda la indignación moral y todas las proclamas entusiastas de los demócratas. Así escribíamos Marx y yo en la Revista de mayo a octubre de 1850 de la Neue Rheinische Zeitung. Politischökonnomis­che Revue.>> (F. Engels: "Contribución a la His­toria de los comunistas". Ed. cit..)

A partir de aquí, el movimiento obrero, esa criatura del capital que todavía vive con la cabeza separada del cuerpo, tocó a silencio hasta 1871

 

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[7] Cfr. Op. Cit. Cap. II

[8] Se refiere a la circular de marzo de 1850, donde se previene que el papel contrarrevolucionario que en 1848 desempeñaron los burgueses liberales al apoyarse en la reacción contra el resto de las clases subalternas, <<este papel de traición>> será desempeñado en la próxima revolución por los demócratas pequeñoburgueses:

<<En el momento actual, en que los demócratas pequeñoburgueses se hallan oprimidos en todas partes, predican al proletariado en general la unión y la concordia, le tienden la mano y aspiran a crear un gran partido de la oposición que abarque todos los matices existentes dentro del partido democrático; es decir, aspiran a enredar a los obreros en una organización de partido en la que predomine las frases democráticosociales en general, detrás de las cuales se ocultan sus intereses específicos, y en la que, en gracia a la amada paz, no deberán manifestarse las reivindicaciones concretas del proletariado. Semejante unión les beneficiaría exclusi­vamente a ellos y redundaría totalmente en perjuicio del proletariado. Éste perdería toda su independencia, a tan dura costa conquistada, para volver a convertirse en apéndice de la democracia burguesa oficial. Así, pues, semejan­te unión debe ser rechazada con la mayor ener­gía. Los obreros, en vez de rebajarse una vea más a servir de coro y de caja de resonancia de los demócratas burgueses, deberán esforzarse, sobre todo los de la Liga, en crear al lado de los demócratas oficiales su propia organización como partido obrero público y clandestino inde­pendiente, haciendo que cada comuna se convierta en centro y núcleo de un conjunto de sociedades obreras en las que discutan la posición y los intereses del proletariado, al margen de las influencias burgue­sas.>> (K.MarxF.Engels: op. cit.)

Marx y Engels prevén este comportamiento contrarrevolu­cionario en razón de que los peuqueñoburgueses están interesados en que la revolución se detenga en el punto en que ven legitimado su status social dentro de la sociedad de clases:

<<El primer punto en el que los demócratas burgueses chocarán con los obreros será la destruc­ción del feudalismo; como ocurrió en la primera revolución francesa, los pequeñobrurgueses entregarán a los campesinos las tierras feudales en libre propiedad; es decir, tratarán de dejar subsistente el proletariado agrícola y la forma­ción de una clase campesina y pequeño­bur­guesa que pase por el mismo ciclo de empobre­cimiento y endeudamiento en que todavía hoy se halla sumido el campesino francés [...] Los obreros deberán aliarse al proletariado agrícola como los demó­cratas a los campesinos>> (K.MarxF.Engels: ibid)

El documento termina señalando que el requisito de la victoria consiste en que el proletariado acierte a ver con absoluta claridad sus intereses de clase y que luche por ellos. Para ello Marx y Engels vuelven a insistir en la necesidad de que los obreros se doten de una organización independiente que permita dar a su acción un carácter "permanente":

<<Los obreros alemanes saben que podrán llegar al poder y hacer valer sus intereses de clase sin pasar por una larga trayectoria revolucionaria [...] Pero ellosmismo deberán contribuir más que nada a la victoria final viendo claros sus intereses de clase, adoptando lo antes posible una posición de partido independiente, no dejándose engañar un sólo momento por las hipó­critas frases de los demócratas pequeñoburgueses sin perder de vista la imperiosa necesidad de una organización independiente del partido del proletariado. Su grito de combate deberá ser: "La revolución permanente".>> (K.MarxF.Engels: ibid)

[9] En "El 18 Brumario de Luis Bonaparte", Marx comienza diciendo que "Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen arbitrariamente bajo circunstancias elegidas por ellos, sino bajo circunstancias directamente dadas y heredadas del pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla, el cerebro de los vivos". Por más irracionales, crueles e insufribles que algunos lleguemos a sentir que son las condiciones históricas en que vivimos, enciendan en nosotros el espíritu de la rebeldía y la voluntad de cambio, el hecho de que nos conformen a ellas desde pequeños y debamos cumplirlas por imperio de la ley y la costumbre, a la mayoría les hace sentir y pensar que las cosas no pueden ser de otra manera. Tal es la condición que hay que transformar en nosotros y en los demás explotados antes de decidirse a ser gobierno. El ser o no ser de un revolucionario pasa por realizar eficazmente esta tarea.