3.6 .- La Idea

Allí empieza por distinguir entre actividad reflexiva y actividad racional del intelecto. La actividad reflexiva sirve para entender las percepciones sensibles; la actividad racional para concebirlas según el concepto, en tanto unidad de sujeto y objeto, de pensamiento y objetividad. El momento de la Idea se distingue tanto del momento del puro entender como del concebir. Siguiendo a Aristóteles, Hegel define la idea como la unidad absoluta del sujeto en tanto concepto y del objeto concebido o creado en tanto sustancia, o sea, la verdad. Esto explica la famosa tesis enunciada en su prólogo de 1807 al sistema que precede a la "Fenomenología del Espíritu" donde dice que verdadero es lo que se aprehende "no sólo como sustancia sino también y en la misma medida como sujeto".

Habíamos dicho al principio de este trabajo que, según la concepción hegeliana, el pensamiento humano va asimilándose históricamente al pensamiento divino en la medida que adquiere niveles superiores de racionalidad hasta hacer inteligible la noción de verdad. Pues bien, en el momento de la Idea, en tanto unidad absoluta, esto es, libre o incondicionada entre el sujeto y la sustancia -como categorías lógicas puras- el pensamiento humano universal aprehende la verdad y realiza o completa su tarea de homologarse lógicamente con la divinidad.

Pero que la Idea sea concebida lógica o idealmente, no quiere decir que sea de imposible realización; tampoco que se haga realidad automáticamente. La realización de la idea es un proceso que, según Hegel, da sentido a la historia. Ello nos remite nuevamente al aserto hegeliano de que no todo lo que existe es real:

<<Pero, dado que hemos logrado el resultado de que la idea es la unidad del concepto y la realidad, es decir, lo verdadero, no puede considerársela sólo como una meta a la que hay que acercarse, pero que quede en sí misma siempre como una especie de más allá; más bien hay que considerar que todo lo que existe es real, sólo mientras tiene en sí la idea y la expresa. El objeto, el universo objetivo y subjetivo, no sólo tienen que ser congruentes con la Idea, sino que son ellos mismos la congruencia entre el concepto y la realidad (esto es, la racionalidad). Aquella realidad que no corresponde al concepto, es pura apariencia o fenómeno, es lo subjetivo, lo accidental, lo arbitrario, que no es la verdad.>> (G.W.F. Hegel: "Ciencia de la lógica" Libro III Tercera sección: La Idea)

Analicemos este pasaje a través de la lente del materialismo histórico.Según vimos, lo que para Hegel es el pensamiento, para Marx es el trabajo humano. Lo mismo cabe distinguir respecto de la noción de concepto. Para Hegel es la unidad incondicionada del sujeto y del objeto, del pensamiento y de su objetividad o pensamiento objetivado, a través de la cual se expresa por sí mismo; tal como en una moneda de oro, donde el valor que representa o expresa coincide con el de la materia que lo contiene. Para Marx es la unidad entre el trabajo social y los medios de producción o trabajo social objetivado (herramientas y materias primas) que utiliza y define a las fuerzas productivas. Respecto de la noción de Idea, según Hegel es la unidad entre el sujeto en tanto concepto y la realidad producida por él en su devenir incondicionado. Según el materialismo histórico, es la unidad entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción que ellas se dan para sí en el curso de su desarrollo. En este sentido, es legítimo juzgar el capitalismo según la noción hegeliana de la Idea.

En tal sentido podemos decir que desde mediados del siglo XVII, al mismo tiempo que la burguesía demostró expresar adecuadamente la unidad entre el concepto de las fuerzas productivas y la realidad capitalista creada al interior de la sociedad feudal, la nobleza y su sistema de vida subsistente y políticamente dominante, pasaron a ser cada vez más meros fenómenos, realidades actuales, aparentes, ficticias. Del mismo modo, a partir de 1825, durante las crisis periódicas del capitalismo, aquella unidad o adecuación entre el concepto de las fuerzas productivas y la realidad de las relaciones de producción capitalistas se rompe. Esto se expresa en que una masa siempre creciente de fuerzas productivas ya creadas bajo la forma de capital son expulsadas del aparato productivo porque no caben en él, demostrando así que la sociedad capitalista no es capaz de integrar, abarcar o expresar la nueva Idea en desarrollo.

<<Las fuerzas productivas de que dispone no favorecen ya al régimen de la propiedad burguesa; por el contrario, resultan ya demasiado poderosas para estas relaciones, que constituyen un obstáculo para su desarrollo>> (K. Marx y F. Engels: "Manifiesto del partido comunista" Cap. I)

Esta es la determinación histórica de la decadencia del capitalismo. En cada crisis, el capitalismo deja de tener en sí mismo la idea en tanto que el concepto o racionalidad de las fuerzas productivas no se corresponde con la realidad existente de las relaciones de producción capitalistas, que así pasan a ser una realidad efectiva inmediata o realidad actual, todavía existente aunque cada vez más ficticia en tanto más se aleja de la Idea según se incrementa el capital acumulado. Esta creciente inadecuación se pone de manifiesto en que, según progresan las fuerzas productivas al interior de las relaciones de producción capitalistas, las dificultades que el capital se pone a sí mismo para expresar el concepto de las fuerzas productivas se presentan con mayor frecuencia y se vuelven cada vez más formidables, de modo que sólo supera esa inadecuación a costa de consecuencias económicas, sociales y humanas cada vez más dolorosas:

<<¿Cómo vence esta crisis la burguesía? De una parte, por la destrucción obligada de una masa de fuerzas productivas (desvalorización del capital constante y del trabajo vivo: maquinaria en uso que se vende por chatarra y trabajadores disponibles a salarios muy por debajo de su valor); de otra, por la conquista de nuevos mercados y la explotación más intensa de los antiguos ¿De qué modo lo hace, pues? Preparando crisis más extensas y más violentas y disminuyendo los medios de prevenirlas.>> Ibíd. Lo entre paréntesis es nuestro)

Sólo habiendo acompañado a Hegel de la mano de Marx por el camino de su "Ciencia de la Lógica" hasta este punto, es posible comprender plenamente lo que este gigante del pensamiento universal quiso significar cuando dijo que:

<<Todo lo racional es real y todo lo real es racional>>

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