Introducción
2.- Noción general y problemática de la filosofía hegeliana

En la tradición kantiana, pues, la naturaleza o verdad de los objetos exteriores al sujeto humano, está completa e irremisiblemente vedada a su intelecto. Al igual que todos sus predecesores, Hegel también hizo suyo el reduccionismo idealista de concebir al sujeto como puro pensamiento, pero, a diferencia de Kant, confirió a esta acción pensante el principio activo (sustancia) creador de la realidad, no como existencia o materialidad sino como esencia y sustancia. Ya veremos un poco más adelante qué diferencia hay entre estas dos categorías...

 

...Marx dice: "el hombre al hacer se hace" Según Hegel, esta máxima quiere decir que el sujeto universal, pensando la realidad, se piensa a sí mismo y, por tanto, se realiza. Al final de este apartado veremos cómo el pensamiento hegeliano se realiza en la Idea Absoluta, pero, según lo que explicaremos seguidamente, primero se realiza en el concepto creador de la sustancia.

Contradiciendo a Kant, Hegel volvió a la metafísica tradicional que atribuye al pensamiento humano la posibilidad de descubir la esencia de las cosas, es decir, lo que en ellas permanece invariable frente a los cambios operados en sus formas de manifestarse. Pero rompió con el dualismo de la corriente platónica en aquello de que la concepción o producción de la verdad es algo palpable que sólo se encuentra en los pensamientos de Dios, como cosas situadas en otro mundo.

Para Platón, fuera del mundo de la divinidad y completamente separado de él, se encontraría el mundo de la realidad profana, el cual tiene una sustancialidad subrogada y, por eso, real, distinta de la superior sustancialidad o coseidad divina. Así resulta que una cosa es lo real y otra cosa es lo divino. El pensamiento de Dios es, para él, sustantivo y transcendente al sujeto humano; creador de la razón de ser de las cosas; Esta acción sustantiva no es algo que esté como posibilidad real en el sujeto humano, a quien sólo le compete descubrir la esencia de las cosas, la razón de ser puesta ya por Dios. Esto es un dualismo, un dualismo jerárquico del pensamiento. Hay un pensamiento restringido o estrecho que corresponde a los humanos y que está limitado al hecho de descubrir sólo la verdad sustancial de los objetos reales, pero no crearla. Para Platón este pensamiento humano no puede concebir o crear la verdad de esos objetos, competencia exclusiva de la divinidad. Por eso existe una identidad entre los pensamientos y los objetos divinos. Por eso, según Platón, las ideas divinas son al mismo tiempo cosas divinas, de una sustancialidad no comprensible ni realizable para los seres humanos. De ahí que, para Platón, existieran dos reinos separados: el reino de las Ideas platónicas era lo que se le atrtibuye a Jesus en el pasaje de la Biblia donde dice: "mi reino no es de este mundo" y todo el problema cristiano.

Hegel, por el contrario, llegó a la conclusión de que no hay dos mundos y dos estructuras de pensamiento separadas: la divina y la humana, sino que hay una sóla realidad y una sóla estructura de pensamiento.

¿Cómo llegó Hegel a esta conclusión? Haciendo una reinterpretación del cristianismo, racionalizando la historia sagrada. Cuando aparece la figura de Cristo, el Dios Padre, el otro mundo de las Ideas divinas, se historiza o humaniza; deviene pensamiento y acción (coseidad) humanos, porque la vida y obra del Hijo es la concreción o materialización del pensamiento divino -del Dios Padre- en la Tierra, que viene a redimir a los seres humanos. ¿Redimirlos en qué sentido? Históricamente, en el sentido de igualarlos al Dios Padre a través de la vida, pasión y muerte de su Hijo. Entonces, Hegel dice: en Cristo, el Dios transcendente al ser humano ha muerto. Y al decir eso hace la crítica de Platón y del propio cristianismo como religión universal. Cuando aparece Cristo, el Dios trascendente se humaniza, entonces desaparece la dualidad del pensamiento universal, la división entre pensamiento humano y pensamiento divino. El pensamiento divino, sustantivo, ya no existe, se ha humanizado, se ha hecho inmamente al ser humano. Por eso, como dice Feuerbach: todo el pensamiento de Hegel es teología racionalizada.

Por otra parte, si la capacidad divina de concebir y de crear -en el sentido de dar realidad a todo lo existente- se ha terrenalizado, si la acción del sujeto humano en tanto pensamiento es sustantivav o creadora, la realidad no sólo hay que aprehenderla como sustancia, sino al mismo tiempo como sujeto. Esto equivale a decir que, al mismo tiempo que se desarrolla el pensamiento, se desarrolla la sustancia de las cosas de este mundo. La sustancia se subjetiviza y el sujeto se sustantiva. En este punto completamos la versión hegeliana de la máxima de Marx: "El hombre al hacer se hace". Lo que pasa es que en Hegel, el hacer del hombre es un hacer mutilado, puramente espiritual, un hacer del intelecto, un hacer teórético.

Hegel rompe con la metafísica desde el momento en que rescata para el ser humano el poder que la religión y la filosofía tradicional habían puesto en el Dios trascendente. Pero sigue preso de ella en tanto no deja de entender al sujeto como puro pensamiento y a sus facultades y poderes en meros efluvios mágicos del intelecto. La diferencia entre el idealismo hegeliano y el materialismo histórico está en que Marx entiende al sujeto humano como un complejo dialéctico de actividad social, teórica y práctica; en Hegel no hay eso; en Hegel el sujeto humano es puro pensamiento en acción. Hay en Hegel un monismo idealista del sujeto. Monismo porque acaba con el dualismo de la metafísica tradicional entre el mundo sagrado y el mundo profano; idealista porque reduce el sujeto a pura actividad espiritual, pensante, inteletaual.

Pero la filosofía de Hegel no sólo es genéticamente defectuosa por su monismo idealista, por la preeminencia que confiere al espíritu en el devenir resultante de su relación dialéctica con el ser de las cosas. El otro gran defecto del pensamiento hegeliano derivado del carácter unilateral del sujeto, consiste en que su sistema filosófico es de naturaleza teológica y, por tanto, política e históricamente conservador, radicalmente incompatible e inconsecuente con su método dialéctico revolucionario...

...En el momento de abordar el método dialéctico, Hegel concibe al pensamiento humano como actividad del espíritu absolutamente libre e incondicionada, respecto a cualquier plan, proyecto o forma de ser ya existente. Es una racionalidad libre en el sentido de que es ella la que crea los contenidos reales de sus propias formas de ser, e incondicionada porque no se conforma o acondiciona a nada de lo ya creado por ella, sino que lo crea para superarlo. En la dialéctica entre pensamiento y ser Hegel pone el principio activo en pensamiento. Tal es el espíritu del método revolucionario que Hegel desplegó en su "Ciencia de la lógica" hasta el momento de ponerse a redactar el último capítulo.

Imaginemos ahora un germen de trigo. Ahí ya hay un plan, un libreto, una racionalidad específica preconcebida, condicionada, encerrada en la propia estructura de la semilla. En un primer momento, esta racionalidad se encuentra como puro proyecto, como un todavía no que será. En sí misma, aunque no "por sí", la semilla contiene todo el proceso de desarrollo de la espiga, pero sólo de forma abstracta, esto es, potencial, no existencialmente. Corresponde a la figura del Dios Padre antes de la creación, sólo que, según Hegel, el personaje de la representación, el pensamiento humano, ya no está en el allá sino en el escenario del teatro de la humanidad, dentro del proceso histórico-natural real.

En un segundo momento, esta identidad contradictoria, abstracta o potencial, este todavía no de una racionalidad que tiende a su realización, se niega como abstracción pura concretándose en una realidad cuyos sucesivos contenidos materiales, cuanto más cercanos al comienzo de la obra, aparecen como lo más extraño e inadecuado al proyecto acabado comprendido en la semilla. Ésta inadecuación material irá cediendo a las formas de la racionalidad originaria inmanente a la semilla, dando lugar a sucesivas metamorfosis (raíz, tallo, tronco, hojas, flores...) contenidos materiales que expresan las "realidades actuales" de cada momento de su desarrollo, en los cuales la racionalidad se detiene sólo para traspasarlos y crear sucesivas realidades actuales que le van aproximando así, gradualmente, a lo que va siendo el vegetal según su proyecto, a la finalidad racional prevista en la semilla.

Por último, hay un tercer momento -negación de la negación- en que esa finalidad se alcanza y la identidad originaria entre lo real y lo racional, deja de ser abstracta y se hace por entero realmente efectiva, una vez superados históricamente todos los momentos de la existencia material inadecuados al principio activo o Idea fuerza del proyecto contenido en la semilla...

 

...Para Hegel, pues, el pensamiento humano universal no es -como en Kant- un comodín, una "forma blanda" y pasiva, adecuada a la manifestación sensible de una realidad que discurre con total independencia de él, sino que teniendo la capacidad de hacer de sí mismo su propio objeto de reflexión -como según veremos que lo demuestra en su "Lógica"- al desplegarse sobre sí mismo como forma, va creando los contenidos de la realidad en tanto conceptos de lo existente creado por el Dios Padre o Idea Absoluta en tanto proyecto al mismo tiempo divino y humano.

Pero un pensamiento que se desarrolla según un proyecto, es una racionalidad sujeta a una finalidad. Y toda acción que se impone una finalidad absoluta acaba absolutamente con la posibilidad de su autodesarrollo. Tal es la concepción sistémica a la que Hegel encadenó su método, covirtiendo el pensamiento libre en un saber forzado a conformarse en confirmar una determinada existencia vigente, la de su tiempo, la del Estado teocrático alemán de la que él se reveló como un súbdito complaciente. Pero, según se verá en este trabajo, que Hegel haya podido poner su método dialéctico revolucionario en el cepo de su sistema filosófico reaccionario, no ha tenido su posibilidad real en la actitud personal del filósofo, sino en el defecto de su propia "Lógica", en la falsa premisa de la que parte, en el monismo idealista del sujeto, en el carácter teológico del principio activo que preside su método.

 

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