Una respuesta revolucionaria a los ataques del capital

Carta recibida por el Grupo de Propaganda Marxista.

Estimados:

Espero que puedan contestar este correo, porque es de suma importancia.

Trabajo en una institución que está con serios problemas económicos y financieros. Desde las directrices de la institución se le est&aacut e; pidiendo al sindicato rebajar los sueldos y el contrato colecto, puesto que es muy caro. De no ser así habrán despidos. ¿Cuál es la actitud que debe tomar el sindicato al respecto? Me interesa saber la visión de Carlos Marx, al respecto o de Lenin, en caso de existan escritos en torno a esta problemática. He buscado en los libros que poseo y lamentablemente no he encontrado nada.

Se le entregó el balance al sindicato (tuve acceso a él) y el probl ema de liquidez es estratosférico. Desde luego, los balances son manipulables. Pero efectivamente los bancos no quieren otorgar más créditos a la institución. En estos momentos tampoco se están percibiendo utilidades por parte de los dueños, puesto que se descubrió un fraude... Las utilidades, además son mínimas.

¿Se debe aceptar la rebaja (5% del suelo, lo que por lo demás es ilegal) para poder prolongar la existencia de la empresa hasta el ingreso de nuevos capitales (hay unas posibilidades, pero que exigen como requisito mí nimo la rebaja del contrato colectivo y la rebaja salarial. Dicho de otro modo exigen una rebaja mínima del 5% del total de la masa salarial)?

¿No se debe aceptar la rebaja pese a la posible quiebra o despidos?

He indagado en documentos del "neomarxismo", y lamentablemente existe una variedad de opiniones muy diversas. Las opiniones de los trabajadores (están con miedo a perder el trabajo) también está dividida.

¡Espero me puedan orientar, puesto que esto afecta a más de 500 trabajadores y lo antes posible!

Y ojalá extraído directamente de Marx. Sería bueno que s e me especifique la fuente también.

Muchas gracias,

Gisela

 

Una respuesta revolucionaria a los ataques del capital

Estimada Gisela:
La situación que nos plantea, aparte de ser una cuestión particular para usted y sus compañeros de empresa, es una circunstancia general que involucra al conjunto de la clase obrera.

Usted nos hace dos preguntas concretas: una sobre la actitud que debe adoptar el sindicato ante una situación de crisis en la empresa con amenaza de despidos; y otra, cual es la visión de Marx y Lenin al respecto.

En primer lugar, decirle que, para los revolucionarios, la respuesta a estas dos preguntas no pueden ir por separado, sino que la una tiene que ver con la otra y viceversa. Lenin repitió hasta la saciedad que el materialismo histórico es la guía para la acción. Como ya decíamos en el párrafo anterior, la situación que se plantea en su empresa no es ninguna novedad, luego, es imprescindible acudir a la memoria histórica para encontrar ejemplos que nos aleccionen. Eso unido al correcto análisis de las condiciones objetivas y subjetivas del momento actual de su empresa, de su entorno etc. Nos muestra el camino a seguir.

Vivimos en una sociedad dividida en clases con un modo de producción capitalista, en donde el “leitmotiv” de la producción no es el de satisfacer menesteres humanos, sino el de satisfacer las necesidades del capital. Estas necesidades consisten en reproducir el valor invertido acompañado de un incremento de valor, de un plusvalor. Pero no una cantidad cualquiera de plusvalor, sino al menos, una determinada cuantía que le permita reponer su capital invertido más un plus, acorde con la tasa general de ganancia (TGG) vigente en ese momento. Es decir, que si la TGG vigente ahora, fuese de un 10% por ejemplo, para un capitalista en particular que invierta 1000€, todo lo que obtenga por debajo de 1100€ lo contabilizará como perdidas, argumentado que la compañía atraviesa una situación de crisis.

Una empresa determinada puede encontrarse en una mala situación económica por causas objetivas (determinadas por el mercado) o subjetivas (por mala gestión), pero cuando los balances de gran parte de las empresas que operan en una determinada sociedad comienzan a mostrar números rojos, las causas son sociales, es decir, que afectan al conjunto del capital. En este último caso, podemos hablar, entonces, de una crisis general del sistema. Estas crisis son periódicas y teniendo en cuenta que la acumulación de capital es creciente y con un metabolismo más rápido según progresa la fuerza productiva del trabajo social, la resultante es pues, que los periodos de crisis son cada vez más recurrentes y con una magnitud de capital global comprometida mayores. Por tanto, con unas consecuencias sociales y humanas más extensas y punzantes.

Acompañando a este movimiento cíclico del capital se sitúa la lucha de clases. En una situación con tendencia sostenida al alza en la TGG, la inversión aumenta, el paro remite ante la consecuente mayor oferta de empleo y el capital está -aunque no predispuesto- sí en condiciones económicas de ceder mejoras a los trabajadores, una participación en el producto derivado del progreso de la fuerza productiva del trabajo.

En tales circunstancias, esas mejoras se vuelven realmente posibles dentro del sistema. Aun cuando no de modo automático o mecánico, esta situación objetiva acaba por trasladarse al plano subjetivo, en las empresas y en los sindicatos; los asalariados se ven estimulados a luchar por mejorar su salario y condiciones de trabajo, consiguiendo que sus demandas se traduzcan así, necesariamente, en conquistas. El poder adquisitivo de los trabajadores aumenta históricamente (por encima de los niveles anteriores, porque la tasa de ganancia y el desarrollo de la fuerza productiva lo permite) aun cuando lógicamente menos que el fondo de consumo de los capitalistas.

Ahora bien, en el capitalismo no existe ninguna conquista de los trabajadores que sea perpetua. Dentro del capitalismo todas son efímeras en la medida en que desaparezcan las condiciones objetivas que las hicieron posibles. Bajo estas condiciones, la patronal siempre fuerza para aumentar los tiempos o los ritmos de trabajo, y para que el coste de la mano de obra se reduzca. Si estas agresiones de los capitalistas siempre están presentes, en periodos de crisis, donde el ejército de parados presiona sobre los que están trabajando extendiendo el miedo al despido y la desunión entre las filas del proletariado, los ataques de la burguesía se convierten en sistemáticos, llegando a ser incluso brutales.

Según esta realidad, si todas las conquistas dentro del sistema capitalista resultan ser “pan para hoy y hambre para mañana”, esto no quiere decir que los proletarios tengan que renunciar a las luchas por nuevas conquistas dentro del sistema o para defender las que ya tenían, según sea el caso. En efecto :

<<....si la tendencia , dentro de este sistema, es tal ¿quiere esto decir que la clase obrera deba renunciar a defenderse contra estas usurpaciones del capital y cejar en sus esfuerzos para aprovechar todas las posibilidades que se le ofrezcan para mejorar temporalmente su situación? Si lo hiciese, veríase degradada en una masa uniforme de hombres desgraciados y quebrantados, sin salvación posible.>>(C. Marx: “Salario, precio y ganancia. Cap. XIV )

La lucha de clases no es algo continuo, es decir “in crescendo” ni mucho menos acumulativo “per se”, sino que se produce dentro de un movimiento afectado por flujos y reflujos, alzas y bajas en la conflictividad. Cuando la lucha de clases gana en extensión e intensidad, es indudable que la conciencia de clase de los asalariados tiende crecer, pero en momentos de semiparálisis o retroceso en la combatividad obrera ocurre lo contrario y es en esa situación donde la vanguardia política del proletariado mantiene un rasgo distintivo con el resto de su clase al mantener los principios revolucionarios.

Los comunistas, tienen que ser la parte más consciente y decidida del conjunto de la clase obrera, deben de impulsar, acompañar y encabezar las acciones de los asalariados en contra del modo de producción capitalista allí donde un conflicto les sorprenda:

<<Los comunistas no se distinguen de los demás partidos proletarios más que en esto:en que destacan y reivindican siempre, en todas y cada una de las acciones nacionales proletarias, los intereses comunes y peculiares de todo el proletariado, independientes de su nacionalidad, y en que, cualquiera que sea la etapa histórica en que se mueva la lucha entre el proletariado y la burguesía, mantienen siempre el interés del movimiento enfocado en su conjunto.
Los comunistas son, pues, prácticamente la parte más decidida, el acicate siempre en tensión de todos los partidos obreros del mundo; teóricamente, llevan de ventaja a las grandes masas del proletariado su clara visión de las condiciones, los derroteros y los resultados generales a que se ha de abocar el movimiento proletario.>>
(C. Marx y F. Engels: “El manifiesto comunista. Cap.II”)

Pero precisamente porque los comunistas llevan de ventaja la clara visión de las condiciones de la lucha, estos no pueden contribuir a conducirlas eventualmente hacia callejones sin salida que supongan quedarse dentro del sistema capitalista. Hay que luchar porque las contradicciones del sistema nos empuja a ello, pero esa lucha tiene que estar presidida por la inteligencia, la responsabilidad y la sensatez. La vanguardia revolucionaria tiene la obligación de decir la verdad en todo momento a los trabajadores, tiene que aprovechar el momento en que la burguesía no puede integrar a los proletarios en su sistema de vida, para hacer la debida propaganda a favor del socialismo, como la única garantía de mejores y perdurables condiciones de vida y de trabajo :

<<...aun prescindiendo por completo del esclavismo general que entraña el sistema de salarios, la clase obrera (...) no debe olvidar que lucha contra los efectos, no contra las causas de esos efectos; que lo que hace es contener el movimiento descendente, pero no cambiar su dirección; que aplica paliativos, pero no cura la enfermedad. No debe, por tanto, entregarse por entero a esta inevitable guerra de guerrillas, continuamente provocada por los abusos incesantes del capital o por las fluctuaciones del mercado. Debe comprender que el sistema actual, aun con todas las miserias que vuelca sobre ella, engendra simultáneamente las condiciones materiales y las formas sociales necesarias para la reconstrucción económica de la sociedad. En vez del lema conservador de “¡un salario justo por una jornada de trabajo justa!”, deberá inscribir en su bandera esta consigna revolucionaria: “¡Abolición del sistema de trabajo asalariado!” (C. Marx: “Salario, precio y ganancia. Cap. XIV”)

Y continua diciendo más adelante:

<<Las tradeuniones trabajan bien como centros de resistencia contra las usurpaciones del capital. (...) Pero, en general, son deficientes por limitarse a una guerra de guerrillas (luchas defensivas por reivindicaciones inmediatas) contra los efectos del sistema existente, en vez de esforzarse, al mismo tiempo, por cambiarlo, en vez de emplear sus fuerzas organizadas como palanca para la emancipación final de la clase obrera; es decir, para la abolición definitiva del sistema del trabajo asalariado.>> (C. Marx: ibídem.) El subrayado y lo entre paréntesis es nuestro.

La táctica debe de estar inscrita en una estrategia socialista, hay que explicar con paciencia, con convencimiento de que lo utópico no es el socialismo sino pensar que en el capitalismo se pueden mantener las cosas tal y como están. En las grandes empresas como Daimler-Chrysler, Opel, Philips, Deutsche Bank etc. los trabajadores pactan trabajar más por menos para mantener sus puestos de trabajo:

<<En muchos casos, como en el gigante Siemens, no sólo se va a pasar de las 35 horas reguladas a las 40, sino que van a desaparecer las pagas extras de Navidad y verano. Todo con tal de no perder su empleo. (...) A las empresas le conviene este tipo de pactos pero, pero no se sabe por cuánto tiempo los aceptarán, ya que los países del Este, conscientes de que su atracción reside en la mano de obra barata, están dispuestos a rebajar más la paga de sus trabajadores. “Es todo inútil” dice el director del WIFO, el instituto de investigación económica de Austria. “Aumentar las horas laborales no supone más competitividad. Los gastos por hora trabajada seguirán siendo más bajos en Europa del este o en Asia”.>> Diario “El Mundo” 5/7/04

Cuando hablamos de la inteligencia, la responsabilidad y la sensatez, nos estamos refiriendo, también, a que, en las luchas que se plantean con un claro carácter de resistencia a los ataques del capital, los comunistas tienen que combinar la denuncia del sistema capitalista como único causante de nuestros problemas, para inducir al movimiento a salir de él; pero, al mismo tiempo, no pueden desdeñar una táctica conducente a salir lo mejor parados en lo inmediato, del trance en que nos pone el capital en momentos de crisis.

Dice el refrán que nad ie se acuerda de Santa Bárbara hasta que truena, y es un hecho comprobable que, cuando las cosas van relativamente bien para los empresarios, los trabajadores y las respectivas secciones sindicales, por lo general, se desentienden de la responsabilidad social de ejercer el llamado control obrero de la producción, es decir que aceptan como normal y natural el secreto de los libros de cuentas que imponen los empresarios. Sólo en momentos de crisis los patronos se avienen a mostrar los balances parciales, circunscritos al periodo de dificultades financieras como táctica conducente para adocenar como corderitos a los trabajadores para sus maniobras.

La división manufacturera dentro de la empresa a conseguido la parcelación técnica de las tareas: dirección, técnicos, administración, taller, almacén etc., y, a la vez, la estanqueidad en la información entre distintos estamentos. Esto es así, porque la burguesía ha conseguido introducir en la conciencia de los trabajadores que son unos mandados y que sus demandas terminan cuando el capital deja de ganar lo que le exigen las leyes del capital. En lo que afecta a las condiciones de vida y de trabajo de los asalariados, la democracia, la justicia y la sociedad de la información, se detienen a las puertas de las empresas. Consideramos cómplices de la patronal a los dirigentes sindicales no insisten ante sus representados sobre la necesidad de estar alertas y activos en la tarea de controlar al patrón, sea en tiempos de bonanza económica como de crisis. Si los asalariados comprendieran la necesidad de esta tarea, no existiría ningún empresario, pequeño, mediano o grande, que pueda engañar impunemente sobre la verdadera realidad de sus respectivas empresas, dado que las tareas administrativas y técnicas son realizadas por asalariados. Además, esta labor de control de la gestión es lo que, tarde o temprano, los trabajadores, se van a ver obligados a hacer cuando la historia les ponga en la tesitura que no les permita dar un paso más hacia atrás.

  En el caso concreto que usted nos plantea, pensamos, a modo de sugerencia, que lo primero que hay que intentar conseguir, peleándolo en el sindicato para que presione por ello a la empresa, es la realización de una auditoría con participación de una comisión de asalariados elegida democráticamente, para determinar el real estado de las cuentas de la empresa. Esto es determinante para saber, a ciencia cierta, si ha disminuido -y en que porcentaje- el fondo de acumulación de la empresa respecto del periodo anterior, es decir, el excedente o ganancia bruta (antes de impuestos) resultante de la diferencia entre el valor de venta anual de lo producido y la suma del capital total invertido más la renta personal del patrón en ese mismo período. Esto permite conocer si se está o no ante un proceso de pérdidas netas y, por tanto, de una real descapitalización de la empresa o, por el contrario, se trata de un simple decremento de las ganancias netas sin menoscabo para el patrimonio de la empresa y/o para el fondo de consumo de sus dueños.

Si se está ante este último caso, es obvio que se debe presionar simultáneamente ante la dirección de la empresa y el sindicato, para demandar que las pérdidas las asuma íntegramente el patrón, sin perjuicio de las condiciones salariales de los trabajadores antes de la situación de “crisis”. Si, por el contrario, la situación es de pérdidas absolutas, la táctica correcta pasaría por salir del trance en las mejores condiciones posibles, desarrollando los siguientes puntos:

1.        En el caso de haberse investigado y llegar a la conclusión de una errónea, negligente o dolosa gestión por parte de la dirección, denunciar públicamente el hecho y no aceptar sin más la reducción salarial y/o despidos; siempre luchar por las condiciones más ventajosas para los trabajadores dadas las condiciones anteriores. Por ejemplo: si la propuesta empresarial es una reducción salarial del 5%, los trabajadores deben proponer un 2 o un 3% y con contrapartidas como la de ofrecer la jubilación en condiciones ventajosas a los que rocen la edad para ello, rechazar la contratación eventual etc.

2.        En aras de la tan cacareada “solidaridad” entre clases que plantean los patrones en todas las situaciones difíciles, sacando a colación el cuento del famoso barco en el que todos, trabajadores y empresarios, viajamos, sería de “justicia” exigir que los patrones reduzcan en la misma proporción su fondo de consumo hasta que la situación de la empresa se normalice y todos puedan recuperar las condiciones anteriores, etc. Pero, como usted comprenderá, no es ésta una situación general de la que cualquier sector de los asalariados pueda salir en las mejores condiciones de un conflicto. A la persistencia del paro masivo que divide y debilita su posición negociadora en general, se agrega el hecho de que - a tenor de su informe- estamos ante un conflicto particular, aislado del resto de las empresas del ramo. Todo esto, en el marco de una legislación laboral que permite a los capitalistas las más agresivas arbitrariedades que se conozcan desde la segunda postguerra mundial. En semejantes circunstancias, cualquier lucha que logre imponerse - siguiera en la más mínima parte- a las pretensiones patronales, no deja de ser un triunfo que prepara las mejores condiciones para futuras luchas - porque, sin duda las habrá- , y esto es muy importante.

3.      Obviamente, habrá que apelar al sindicato, pero siempre bajo presión de la lucha y sin delegar en ellos la representación exclusiva ante la parte contraria, exigiendo en todo momento que las negociaciones se lleven a cabo en presencia de la comisión interna delegada, con expreso mandato de no aceptar ni firmar nada sin consultar antes al resto de los compañeros. Nunca olvidar que en la etapa del capitalismo tardío, normalmente los sindicalistas institucionalizados tienden a oficiar de representantes del capital ante los trabajadores y no al revés, como formalmente lo parece; sólo ante movimientos de masa de magnitud y bajo estricto control obrero permanente sobre cada uno de los pasos que dan, se avienen a legitimar las demandas de los trabajadores ante la patronal y el Estado.

4.      Por contraste, en todo y por todo los revolucionarios deben comportarse honestamente ante los trabajadores, contar con ellos en todo momento, decir siempre la verdad y no hacer demagogia.

5.      Los asalariados deberán esperarlo todo de su lucha, porque, “nadie hará por los trabajadores lo que ellos no sepan hacer por sí mismos”. Su dignidad como clase históricamente revolucionaria radica, sobre todo, en que, por lo general, nunca deja de luchar - como es éste el caso- , a pesar de llegar a ser consciente de que, objetivamente, los problemas que tienen planteados los trabajadores son irresolubles en este sistema de vida , y que su situación relativa dentro de la sociedad, tiende a empeorar. Por eso, el propio Marx no huyó de esta verdad ante los trabajadores, como lo demostró en su informe ante la Asociación Internacional en junio de 1865:

Estas pocas indicaciones bastarán para poner de relieve que el propio desarrollo de la industria moderna contribuye por fuerza a inclinar la balanza cada vez más a favor del capitalista y en contra del obrero, y que, como consecuencia de esto, la tendencia (objetiva) general de la producción capitalista no es a elevar el nivel medio de los salarios (relativos), sino, por el contrario, a hacerlo bajar, o sea, a empujar más o menos el valor de la fuerza de trabajo a su límite mínimo. Pero si la tendencia de las cosas, dentro de este sistema es tal, ¿quiere decir que la clase obrera deba renunciar a defenderse contra las usurpaciones del capital y cejar en sus esfuerzos por aprovechar todas las posibilidades que se le ofrezcan para mejorar temporalmente su situación? Si lo hiciese, veríase degradada en una masa uniforme de seres humanos desgraciados y quebrantados sin salvación posible.>> (K. Marx: Salario, Precio y Ganancia” 27/06/1865)

Esperando haberle sido de ayuda y que usted nos tenga informados del transcurso del conflicto, nos despedimos hasta una próxima ocasión 

Un saludo: Grupo de Propaganda Marxista (GPM).

julio 2004

 

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