f.-La IVª Internacional y el Frente Farabundo Martí
de Liberación Nacional de El Salvador

En El Salvador, la comedia política en que discurría el ejercicio del poder desde 1932 en la sociedad salvadoreña se empezó a trastornar a principios de 1970, cuando, en abril, un sector del Partido Comunista (PCS) vinculado al movimiento sindical, se separó para crear la organización político-militar que se hizo llamar "Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí" (FPL). A partir de circulos cristianos radicalizados surgió ese mismo año el "Ejército Revolucionario del Pueblo" (ERP).

El acendrado militarismo de esta organización se combinó naturalmente con su impaciencia revolucionaria (caracterizó la situación política del país como revolucionaria desde 1972) para provocar su separación del movimiento de masas y consecuente escisión, de la cual surgieron las "Fuerzas armadas de la resistencia nacional" (FARN). A fines de 1979 se inició un proceso de confluencia entre estas 3 organizaciones revolucionarias en torno a cuestiones subalternas ayunas de un proyecto político como: la autodefensa, la guerrilla, el ejército, la necesidad de vincular la guerra revolucionaria popular con las perspectivas insurreccionales de masas con miras a destruir el ejército y los cuerpos represivos para ser reemplazados por la estructura militar del ejército revolucionario. Se advierte aquí el tristemente famoso aforismo de Mao: "el poder nace de la boca de los fusiles", no de la teoría revolucionaria encarnada en las masas asalariadas. Como respuesta a los excesos de la burguesía y a la ineficacia cómplice del PCS, a mediados de los 70 surgen las llamadas "organizaciones populares de masas". En 1974 se creó el "Frente de Acción Popular Unificada" (FAPU). En 1975, el "Bloque Popular Revolucionario", producto de una ruptura con el FAPU. En 1977, las "Ligas Populares 28 de febrero". Compuestas por trabajadores, campesinos, habitantes de los barrios periféricos, enseñantes, estudiantes, cuentapropistas. Todas estas organizaciones fueron creadas por las organizaciones político militares preexistentes: El BPR a las FPL, el FAPU a las FARN y las LP28 al ERP.

Entre 1977 y 1979, al socaire de una serie de luchas obreras y campesinas (huelgas con ocupación de fábricas y autodefensa, ocupaciones de grandes haciendas, huelgas de solidaridad, manifestaciones de apoyo a las luchas, ocupaciones de iglesias y embajadas, manifestaciones de masas autoprotegidas y acciones armadas) las "organizaciones populares revolucionarias" arrebataron definitivamente al PCS el control del movimiento sindical. Como consecuencia del impetu que alcanzó el movimiento antioligárquico y antiimperialista, el vínculo político entre el Estado y los sindicatos se rompió, y los avances del movimiento campesino -donde el PCS permaneció ausente- fueron impresionantes. De este modo, a partir de 1978 las organizaciones político-militares y sus adscriptos movimientos populares conquistaron la hegemonía sobre el grueso del movimiento de masas, y los "hombres de prestigio" al frente de la fracción mayoriatria de la IVª anunciaron que "madura una situación revolucionaria" .

Para el S.U. esto era la génesis de la revolución proletaria, cuando, en realidad, lo que ocurría es que la contrarrevolución estaba pasando de manos de la burguesía colaboracionista con la dictadura, a la pequeñoburguesía opositora relativamente depauperada y dejada políticamente de la mano de Dios, esto es, del poder en ejercicio hasta ese momento. Y dado que la IVª había resuelto veinte años antes por "el artículo 33", que la presencia de un partido obrero que asumiera la teoría marxista no era necesaria, porque la revolución vendría en alud desde la cima política del antiimperialismo pequeñoburgués regentado por "marxistas intuitivos" o "de oficio", pues, pasó que los obreros sin alternativa política propia a la vista, vieron con la mayor naturalidad que sus jefes políticos debían ser los que tenían delante y su conciencia de clase sucumbió al fetichismo organizacional sensacionalista de la pequeñoburguesía guerrillerista radicalizada. En medio de aquél vértigo militarista, por la revolución no había casi nada que hacer y todo fue más de lo mismo. Era cuestión de esperar una nueva catástrofe humana y política para el movimiento obrero y el futuro de la humanidad en su conjunto, como así ha sucedido.

En 1979, intentando recuperar la hegemonía perdida en el movimiento de masas, la burguesía opositora, parcialmente marginada por la dictadura ante la ausencia de instituciones "democráticas", echó mano de la alternativa electoral. Así nació la Unión Nacionalista de Oposición (UNO) que agrupó a partidos tradicionales como la Democracia Cristiana, el Movimiento Nacional Revolucionario (MNR) de filiación socialdemócrata y la Unión Democrática Nacional (UDN) vinculada al PCS. Pero se encontró con la cerrazón de la oligarquía y el ejército. Para el S.U., la UNO agrupaba los sectores sociales reformistas. Se trataba de acotar la significación social de la palabra "reformista", de circunscribirla a la burguesía tradicional opositora, tanto como para poder calificar de revolucionarios a los agentes políticos de la pequeñoburguesía que hegemonizaban las organizaciones armadas y sus correspondientes excrescencias políticas en el movimiento de masas. Estas tres organizaciones crearon el llamado "Foro Popular" que comprendía a algunas organizaciones sindicales todavía bajo la órbita del PCS.

El 15 de octubre de 1979, estimulado por el imperialismo, un sector del ejército ensayó un golpe de Estado preventivo para frenar el ascenso del movimiento de masas. Mientras que el poder real permaneció en manos de los militares, para evitar su completo aislamiento la Junta de gobierno cooptó a miembros del PDC, del MNR y de la UDN, al mismo tiempo que trató de abrir un diálogo con el "Foro Popular" donde, en principio, entró a participar el LP28 mientras que las FARN-FAPU "vacilaron un poco". Pero cuando las FPL y el ERP tomaron la"heroica" actitud de denunciar el golpe calificándo el diálogo de "nueva maniobra de la oligarquía y el imperialismo que pretende desviar a las masas hacia un proceso electoral", la LP28 volvió al redil "revolucionario". Frente a este hecho, el S.U. pareció ver reforzada su confianza política en el saber "de oficio" de los "revolucionarios intuitivos" salvadoreños, algunos de ellos convirtiendo su propia flaqueza ideológica en verdadero arte del suspense:

<<Octubre de 1979 fue una prueba para las organizaciones revolucionarias. Al deshacer esta trampa política reformista, salvaron la perspectiva revolucionaria. (...) El apoyo o la participación de las organizaciones revolucionarias en la Junta habrían desorientado a los sectores populares y allanado el camino a la política imperialista. Los revolucionarios no sólo denuncian in situ la imposibilidad del reformismo, sino que emprenden acciones militares semiinsurreccionales y organizan manifestaciones reivindicativas de masas. El contenido real del programa de la Junta quedó desvelado por la conjugación de estas iniciativas y el empuje reivindicativo: en lugar de las reformas prometidas, masacres.>> (Resolución del S.U. punto IV. Enero de 1985)

Entre octubre de 1979 y febrero de 1980, ante la negativa de las fuerzas oligárquicas fracasó la política de reformas institucionales y las dos juntas de gobierno se quedaron casi sin apoyo social burgués porque los políticos cooptados del MNR y del PCS abandonaron el gobierno, dejando sólo a Napoleón Duarte al frente del PDC, cosa que ocurre a principio de 1980. A partir de aquí, la crisis de dirección del bloque de dominación burgués se profundizó porque la distancia política entre las corporaciones oligárquicas y la burguesía opositora se agrandó. Esta división se trasladó al ejército, donde las presiones de la oligarquía indujeron a varios intentos de golpes de mano que pudieron ser neutralizados.

En febrero de 1980, el BPR, el FAPU, las LP28 y la UDN (correa de trasmisión del PCS) crearon la Coordinadora Revolucionaria de Masas (CRM) y, sobre la base del programa de esta coordinadora, se creó el Frente Democrático Revolucionario (FDR) que agrupaba al MNR, el Movimiento popular socialcristiano (MPC), una escisión del PDC, etc. El 15 de ese mes, la Coordinadora definió su cometido político en la "Plataforma programática del Gobierno Democrático Revolucionario", cuyas principales medidas incluyeron:

<<La completa destrucción de la maquinaria político militar de la dictadura existente desde hace medio siglo, es decir el aparato estatal burgués; la liquidación definitiva de la dependencia económica, política y militar del imperialismo; la garantía de las libertades democráticas; una revolución agraria radical; la transferencia al pueblo, mediante la nacionalización y la creación de empresas colectivas y cooperativas, de los medios de producción y distribución fundamentales, en especial las compañías de producción y distribución de electricidad, las refinerías de petróleo, las grandes empresas industriales, el comercio exterior, la distribución, el transporte y las finanzas (bancos y compañías de seguros)>> (IVª Internacional: Declaración del Secretariado Unificado. Citado de la revista Imprecor. Mayo de 1980)

Este programa antiimperialista se inscribe sin duda en una dinámica de revolución permanente y así lo hizo notar el SU en dicha declaración. Pero los "hombres de prestigio" de la IVª soslayaron una condición sin cuyo cumplimiento cualquier programa revolucionario acaba convirtiéndose en papel mojado. Y esa condición faltante en El Salvador, fue el partido marxista-leninista con influencia de masas. De esta carencia el SU era plenamente consciente y así lo dejó reflejado en la misma declaración de febrero:

<<La mayor división entre las propias organizaciones revolucionarias, las tradiciones sectarias en las relaciones mutuas que tienen algunas de ellas; la ausencia, hasta hoy, de auténticos organos unitarios en la base, en los barrios y en las aldeas...>> (Ibíd)

Una vez más, "los hombres de prestigio" de la IVª lo apostaron todo a la dinámica del movimiento real materializada en el frente policlasista del FMLN, dirigido por el "saber de oficio" de "revolucionarios intuitivos" como Joaquín Villalobos, Rubén Zamora o Schafick Handal, donde se confió en que la pequeña y mediana burguesía sería capaz de luchar consecuentemente por "la liquidación definitiva de la dependencia económica, política y militar del imperialismo", esto es, por su propio suicidio como clase:

<<La tarea decisiva de la revolución, de la que depende el cumplimiento de todas sus tareas es la conquista del poder y la instauración de un gobierno revolucionario que iniciará, a la cabeza del pueblo, la construcción de una nueva sociedad. El Gobierno Democrático Revolucionario incluirá a representantes del movimiento revolucionario y popular y de los partidos, organizaciones, sectores y personalidades democráticas dispuestos a participar en la realización de este programa.

Este gobierno se apoyará en una amplia base social y política formada en primer lugar por la clase obrera, los campesinos y las capas medias progresistas, estrechamente ligadas a estas últimas. Estrechamente ligadas a estas últimas se encontrarán todas las capas sociales dispuestas a aplicar este programa: los pequeños y medianos empresarios industriales, los comerciantes, los artesanos, los productores agrícolas (medianos y pequeños)

Además de las tareas democráticas, sociales y económicas (nacionalización de los sectores monopolistas, reforma agraria radical), subraya entre las tareas políticas inmediatas, la creación del ejército popular construido en el transcurso del proceso revolucionario, al que podrán incorporarse elementos de la tropa, los suboficiales, oficiales y jefes del ejército actual que observen una conducta correcta, rechacen la intervención extranjera contra el proceso revolucionario y apoyen la lucha de liberación de nuestro pueblo>> (Ibid)

Una organización política se identifica no sólo por su programa y su composición social, sino por la voluntad política que demuestra para llevarlo a la práctica. Y en los hechos, conglomerados policlasistas como el FMLN, el FSLN o la URNG, demostraron carecer por completo de una táctica conducente a la estrategia declamada. En el caso del FMLN, esto comenzó a percibirse a principios de 1990, tras la caída del muro de Berlín. Cuando sus dirigentes advirtieron que dejaban de ser una de las piezas hasta entonces movidas por la URSS en el ajedrez político de la guerra fría con el imperialismo, antes de lo previsto lastraron el programa de la Coordinadora y renunciaron definitivamente a la toma del poder como condición más favorable a la renegociación de los términios de la dependencia con el imperialismo, que esa fue su verdadera estrategia original, la misma que en esos momentos estaba llevando a término el FSLN en Nicaragua. Al no poder vender caro su ya imposible triunfo sobre el ejército salvadoreño, el FSLN redujo el valor de su moneda de cambio al accionar simplemente opositor de su ejército y demás organizaciones de masas, con arreglo a conseguir las condiciones políticas más favorables a su "nueva" estrategia de integración "democrática" en el aparato de Estado burgués salvadoreño, que hasta entonces habían venido haciendo pasar por el "enemigo" a destruir. Esto se concretó en enero de 1992, cuando el FMLN pactó con el gobierno de la oligarquía las condiciones de la paz y la transición hacia la "democracia". Tales condiciones consistieron en que el FMLN se obligaba a disolver sus efectivos militares en la policía nacional salvadoreña creada al efecto, a cambio de un lugar al sol en el nuevo Estado "democrático de derecho", como así fue. Y si esta organización no pudo emular el grado de corrupción política y moral de su homóloga nicaraguense, fue porque en su país no tuvo aun la oportunidad de ser gobierno.

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