DE LA CONTRADICCIÓN SOCIAL
ENTRE CAPITAL Y TRABAJO
A LA DIALÉCTICA POLÍTICA
ENTRE BLOQUES INTERNACIONALES DE PODER

Tal como procedió el stalinismo con Lenin a partir de su muerte, la IVª Internacional vino desvirtuando prácticamente el pensamiento de Trotsky desde 1941 hasta 1982, sin haber hecho jamás una exposición sistemática de sus diferencias con él, tanto respecto de la naturaleza social y función política de la burocracia soviética, como de la teoría de la revolución permanente. Como se sabe, es ésta una de las características más acusadas del oportunismo político.

Los "hombres de prestigio" al frente de la IVª Internacional desde 1953 no ignoraron los fundamentos de la Revolución Permanente enunciados por Marx en 1850 que Trotsky actualizó en 1905 y Lenin hizo suyos en las Tesis de Abril de 1917. Estos fundamentos están recogidos en el epílogo de su obra del mismo nombre (puntos 2, 3, 4 y 7) que están en las raíces teóricas que dieron sentido a la fundación de la IVª Internacional. Alli se dice con toda claridad:

  1. Que en los países atrasados, especialmente las colonias y semicolonias, los derechos económicos y políticos democráticos, así como la emancipación nacional, sólo se pueden alcanzar realmente por medio de la dictadura del proletariado.
  2. Que en estos países, el problema agrario y, con él, el problema nacional, no tienen solución posible sin la voluntad política de los campesinos pobres que constituyen la mayoría aplastante de la población.
  3. Que sin la alianza del proletariado con los campesinos, los fines de la revolución democrática no sólo no pueden realizarse, sino que ni siquiera cabe plantearlos seriamente.
  4. Que esta alianza sólo es factible luchando irreconciliablemente contra la influencia de la burguesía liberal nacional estratégicamente aliada del capital imperialista.
  5. Que por grande que sea su aporte a la revolución, el campesinado no puede ser nunca autónomo y, por tanto dirigente de esta lucha. "El campesino sigue al obrero o al burgués" Esto significa que la "dictadura democrática de los obreros y los campesinos" sólo es concebible y realizable como "dictadura del proletariado" que comprende progresivamente las aspiraciones de las masas campesinas y les arrastra al enfrentamiento simultáneo con la burguesía nacional y con el imperialismo.
  6. Que la consigna de la "dictadura democrática de los obreros y de los campesinos" está superada definitivamente por la historia ("desde hace tiempo", decía Trotsky aludiendo a la experiencia de la Revolución rusa de 1917) y que "no puede tener más que un carácter reaccionario" porque contribuye a diluir la política del proletariado en la ideología pequeñoburguesa, creando "las condiciones más favorables para la hegemonía de la burguesía nacional y, por consiguiente, para el fracaso de la revolución democrática.
  7. Que la incorporación de esta consigna al programa de la Internacional Comunista es "una traición directa contra el marxismo y las tradiciones bolchevistas de octubre".
  8. Que en los países atrasados, especialmente las colonias y semicolonias, los derechos económicos y políticos democráticos, así como la emancipación nacional, sólo se pueden alcanzar realmente por medio de la dictadura del proletariado.
  9. Que en estos países, el problema agrario y, con él, el problema nacional, no tienen solución posible sin la voluntad política de los campesinos pobres que constituyen la mayoría aplastante de la población.
  10. Que sin la alianza del proletariado con los campesinos, los fines de la revolución democrática no sólo no pueden realizarse, sino que ni siquiera cabe plantearlos seriamente.
  11. Que esta alianza sólo es factible luchando irreconciliablemente contra la influencia de la burguesía liberal nacional estratégicamente aliada del capital imperialista.
  12. Que por grande que sea su aporte a la revolución, el campesinado no puede ser nunca autónomo y, por tanto dirigente de esta lucha. "El campesino sigue al obrero o al burgués" Esto significa que la "dictadura democrática de los obreros y los campesinos" sólo es concebible y realizable como "dictadura del proletariado" que comprende progresivamente las aspiraciones de las masas campesinas y les arrastra al enfrentamiento simultáneo con la burguesía nacional y con el imperialismo.
  13. Que la consigna de la "dictadura democrática de los obreros y de los campesinos" está superada definitivamente por la historia ("desde hace tiempo", decía Trotsky aludiendo a la experiencia de la Revolución rusa de 1917) y que "no puede tener más que un carácter reaccionario" porque contribuye a diluir la política del proletariado en la ideología pequeñoburguesa, creando "las condiciones más favorables para la hegemonía de la burguesía nacional y, por consiguiente, para el fracaso de la revolución democrática.
  14. Que la incorporación de esta consigna al programa de la Internacional Comunista es "una traición directa contra el marxismo y las tradiciones bolchevistas de octubre".
  1. La IVª Internacional y el stalinismo por la misma via del antiimperialismo pequeño burgués.

Desde la muerte de Trotsky, el problema de los "hombres de prestigio" dentro de la IVª consistió en mantener la cohesión de una organización internacional cuyas secciones nacionales se afirmaban teóricamente en los mismos valores políticos del trotskysmo anteriores a 1938 -que negaban en la prácica- excepto en uno: la agonía mortal del capitalismo basada en el infundio de que las fuerzas productivas bajo el sistema habían dejado de crecer. Esta contradicción entre toría y práctica -que hizo pie en la IVª durante la Segunda Guerra mundial- en 1963 aceleró el rítmo de su lógica objetiva cuando esta organización internacional abandonó el centralismo democrático para convertirse en una federación de partidos nacionales autónomos. Desde ese momento, los "hombres de prestigio" de la IVª dictaron sentencia de divorcio entre su forma organizativa y su contenido político originario. A partir de ese momento, la IVª siguió siendo una organización internacional. Pero en la medida en que acentuó su tendencia a separarse en la práctica de los fundamentos teóricos del internacionalismo y de la teoría de la revolución permanente, su existencia como organización revolucionaria no pudo dejar de tener los días contados.

Esto ya se insinuó en el debate que Mandel sostuvo en 1969 dentro de la L.C.R. francesa con el llamado "Círculo 1.2.3.4.", quienes sostenían el criterio oportunista deletereo de la idea del proletariado como clase universal, y relegaban los principios políticos del internacionalismo regidos por la tendencia objetiva a la centralización y unidad internacional de los capitales, para dar preeminencia a la inmediatez política de las distintas "especificidades nacionales" de la lucha de clases. En este sentido, confundiendo movimientos sociales como el Poder Negro o las luchas estudiantiles con organizaciones políticas con estructura partidaria como el FLN argelino, el castrismo o el F.L.N. vietnamita, el "Círculo" estimaba ilusorio intentar comprender todo esto en un centro ideológico y político internacional, ya que las especificidades nacionales superan la capacidad de comprenderlas para dirigirlas desde ahí.

Mandel respondió que no se trataba de dirigir desde un centro, porque el concepto no era el de una internacional de masas sino de una internacional de la vanguardia revolucionaria. Haciendo suyo el principio espontaneísta que jamás abandonó, de que por el hecho de ser antiimperialistas todos estos movimientos y organizaciones son de naturaleza progresista, esto es, proclives natural u objetivamente a la revolución anticapitalista, Mandel sostenía en esa polémica que, dado ese supuesto, y con la garantía de independencia ideológica, política y organizativa que ofrecía el Centro Internacional, era posible que la vanguardia revolucionaria agrupada en las distintas sesiones nacionales, actuando desde dentro mismo de esos movimientos y organizaciones políticas, pudieran acentuar y dirigir la natural tendencia a la revolución actuante en esos movimientos y organizaciones, esgrimiendo el programa y la estrategia de poder obrero de la Internacional teniendo en cuenta las respectivas especificidades nacionales. Aun teniendo plena autonomía política respecto del Centro Internacional, por la simple formalidad de adherir teóricamente a él, la tendencia del "Círculo 1.2.3.4" temía que la L.C.R. francesa fuera por eso marginada del movimiento real. De ahí su implícita conclusión de que la IVª Internacional no sirviera para nada y Mandel queriendo convencer de lo contrario (Cfr. E. Mandel: "Sobre la historia del movimiento obrero" Cap. 8)

Como ya hemos dicho más arriba, al capitular frente a las burguesías nacionales dependientes en la periferia capitalista durante la década de los 50 y 60, la IVª Internacional auxilió a las fuerzas contrarrevolucionarias de que se valió el imperialismo para evitar que la lucha contra el colonialismo imperialista en numerosos países de atraso capitalista relativo de Asia, Medio Oriente y África, derivara en una lucha contra el sistema capitalista, lucha que así se se quedó en la eufemísticamente llamada "revolución anticolonial" democrática de los obreros y campesinos, que todavía en la década de los ochenta, la IVª seguía considerando "progresista" o tendencialmente revolucionaria. En realidad, incluso allí donde el fin del dominio político directo del imperialismo (sistema colonial) se produjo en medio de enfrentamientos armados, la burguesía nacional "triunfante" no hizo más que acabar asociándose con el capital imperialista en el común negocio de explotar la mano de obra disponible en esos países, oprimiéndola con igual o mayor brutalidad. El caso de Argelia es elocuente al respecto. Como es sabido, allí el FLN -que actúa ahora a nombre propio pero por cuenta del imperialismo- se ha llevado por delante a más de 200.000 opositores en los últimos diez años, reproduciendo así la política de exterminio durante la dominación colonial de Francia en ese país.

En las últimas dos décadas, la congénita incapacidad de los movimientos políticos pequeñoburgueses radicales para llevar adelante una lucha consecuentemente antiimperialista en los países más atrasados, se ha visto confirmada por la OLP, el FSLN nicaraguense o el FMLN en El Salvador, por citar sólo algunos ejemplos. Al igual que ocurrió en Cuba con la lucha guerrillera contra Batista, ninguno de los procesos protagonizados por estas organizaciones ha sido precedido, influído y aprovisionado socialmente por insurrecciones obreras de magnitud. Como advierte Munis en su "Análisis de un vacío", es ley de la historia que los movimientos guerrilleros rurales o urbanos se gesten en total ausencia de actividad revolucionaria de las masas obreras o inmediatamente después de aplastadas. Nada que ver con la esencia social y los ritmos propios de las luchas políticas protagonizadas por los asalariados. No es casual, pues, su carácter de clase eminentemente pequeñoburgués y específicamente campesino. Sin condicionar su estímulo y modalidad de acción al grado de combatividad y conciencia de los asalariados, al margen por completo de la contradicción entre capital y trabajo, una irrisoria vanguardia autoproclamada, tan escasa de cultura política como sobrada de impaciencia, se inventa una revolución propia, busca un lugar apropiado en el monte y tira p'alante.

b) La guerra fría o el enfrentamiento-alianza entre los dos bloques internacionales de poder

El caso es que este tipo de antiimperialismo pequeñoburgués ha venido siendo impulsado por la burocracia stalinista con su táctica de los frentes populares. Esto no deja dudas de que entre la burguesía internacional y la burocracia del mal llamado "bloque socialista" existió y existe una alianza estratégica implícita, lo cual, a primera vista, parece un contrasentido político. ¿Por qué la burocracia soviética puede estar interesada en que la dictadura democrática del proletariado no se extienda por el mundo? Porque una dinámica de revolución permanente a nivel mundial acabaría por desbaratar el desarrollo internacional desigual y el mercado mundial capitalista, para reemplazarlo por la cooperación y solidaridad internacional del trabajo colectivo. Y esto no sólo tiende a una distribución cada vez más equitativa de la riqueza, sino a potenciar históricamente la fuerza productiva del trabajo global y, por consiguiente, a un mayor desarrollo económico y humano mundial. Y este desarrollo socialmente incondicionado de las fuerzas productivas induce a un progreso económico exponencial, sostenido y equilibrado, que acabaría con la penuria relativa en todas partes. No sólo dejaría sin sentido económico a los precios y al dinero desbaratando la base material del capitalismo, sino que, al mismo tiempo, haría perder su razón de ser a la propia burocracia soviética y a su poder político sustituto del proletariado, porque la democracia obrera, que suplanta al mercado, a caballo del desarrollo sin trabas sociales de las fuerzas productivas, remueve a un tiempo ese poder político sustituto y la base material de sus privilegios económicos que reside en la penuria relativa de riqueza. Los privilegios materiales basados en la penuria relativa de riqueza es lo que, en realidad, explica la ineficiencia económica asociada al poder burocrático de las castas dominantes en países como la URSS o Cuba, al contrario de lo que propagandiza la burguesía internacional para desacreditar las posibilidades potenciales del trabajo colectivo liberado del cepo capitalista, al insistir en que esa ineficiencia radica en la ausencia de competencia en el mercado capitalista

Pero, entonces ¿cómo explicar la guerra fría?. Se explica por dos cosas: el principio activo del capitalismo y la ley general de la acumulación. El principio activo que mueve al capital consiste en la tendencia a apoderarse de la mayor cantidad de trabajo explotable para convertirlo en excedente a los fines de la acumulación. Este principio tiene un corolario, y es que, según progresa la acumulación, la masa de capital en funciones aumenta. Pero la ley general de la acumulación capitalista explica que, esa tendencia del capital social global a convertir trabajo necesario en excedente, se cumple por medio de la competencia intercapitalista y la lucha elemental incesante entre las dos clases universales fundamentales. Y esto provoca el desarrollo de la fuerza productiva del trabajo que, técnicamente hablando, se explica por la creciente capacidad de un asalariado medio (FT) para poner en movimiento más eficaces y costosos medios de producción (MP), de tal modo que la relación MP/FT se torna crecientemente positiva según progresa la acumulación.

Pero el capitalismo no sólo consiste en un proceso técnico sino que, ante todo, es un proceso de valor económico, de producción y acumulación de plusvalor. La expresión en términos de valor económico de la relación técnica MP/FT viene dada por el valor o precio de las maquinarias, materias primas y auxiliares lo cual convierte a MP en Cc (capital constante) MP?Cc, mientras que el valor o precio del salario se convierte en Cv (Capital variable) FT?Cv. Pero como el plusvalor o capital adicional sale de Cv (de la parte del capital invertido en salarios), el aumento incesante en la composición orgánica del capital (COC) = Cc/Cv, provoca una disminución relativa del trabajo asalariado empleado y, por tanto del plusvalor Pl. Relativa porque el empleo de asalariados y el plusvalor que se obtiene de ellos, aumenta incesantemente en términos absolutos, pero menos que la masa de capital global en funciones: Pl. (Cc+Cv)

Esto implica que la tasa de ganancia, entendida como porciento del plusvalor (Pl.) obtenido de una inversión de capital (Cc+Cv) dada, tiende históricamente a disminuir. Matemáticamente: G = Pl / Cc+Cv ? 0% porque según progresan las fuerzas productivas bajo el capitalismo, Pl. tiende a 0 y Cc+Cv al 100%. Asi es como la masa de capital en funciones aumenta hasta el punto de que se vuelve superabundante respecto a un rédito cada vez más pequeño. Esto explica que magnitudes crecientes de capital adicional sean expulsadas de la esfera productiva. De ahí que en la etapa tardía del capitalismo, la burguesía imperialista en poder de la mayor parte de ese capital ocioso, ande por el mundo cada vez más ávida y dramáticamente a la búsqueda de trabajo vivo explotable a fin de emplearlo bajo formas capitalistas puras y poder colocar así, productivamente, esos excedentes improductivos que amenazan con provocar el colapso del sistema.

Y el caso es que el grueso de esa población explotable que permanece todavía fuera del sistema capitalista puro de explotación, está localizada en los países mal llamados socialistas del Este Europeo, más Rusia, China, Cuba, Corea, Yugoslavia, así como las empresas estatales de países con burguesías nacionales relativamentde débiles, donde, tras la segunda guerra mundial, se resistieron la penetración del capital multinacional mediante proyectos políticos de desarrollo autónomo del capital nacional con grandes empresas estatizadas, como en Argelia, Egipto, Siria, Irak, Libia, Yemen del sur (en ínfima parte), Argentina, Méjico, Chile, etc. Esta tendencia objetiva y, por tanto irrresistible, del capitalismo, que se manifiesta a partir de la segunda mitad del siglo pasado y tiende a consumarse desde la década de los setenta, es lo que, en gran parte, permite explicar los conflictos internacionales entre los dos bloques de poder mundial, es decir, lo que popularmente se ha conocido por la expresión "guerra fría". Así, pues, puede afirmarse que la burocracia de tipo soviético ha venido manteniendo con el capital imperialista una relación de enfrentamiento-alianza. Y en la aparente paradoja de esa contradicción no antagónica, el antiimperialismo pequeñoburgues, alentado por el stalinismo...y por la IVª Internacional, ha cumplido un rol contrarrevolucionario de primer orden. Sólo a la luz de esta interpretación materialista de la história es posible comprender y así poder trascender progresivamente, la función política -estratégicamente supeditada al sistema capitalista- de organizaciones como la OLP, el FSLN o el FMLN, así como las inconsecuencias políticas con la teoría revolucionaria que las fracciones hegemónicas de la IVª Internacional han venido cometiendo tras el asesinato de Trotsky.

mayo 2001

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