Introducción del crédito inflacionario en el sistema


¿Podrá el Estado norteamericano descargar este descomunal peso financiero de la crisis capitalista sobre sus contribuyentes sin apelar al fascismo como medio político-institucional de dominación? La única salida si no quiere llegar a ese extremo, es apelar a la emisión inflacionaria de dinero, que igualmente puede ser su antesala. ¿Qué consecuencias acarrea semejante alternativa?

En el Capítulo XIV de: “El capitalismo Tardío”. Mandel presenta un instructivo ejemplo de lo que supone e implica suplantar el dinero fiscal —impuestos— por dinero inflacionario inyectado en el sistema financiero, para que los bancos presten a empresarios y consumidores a fin de reactivar artificialmente el aparato productivo.

Supone una estructura productiva de un determinado país con la siguiente composición de valor en sus dos sectores básicos:

Sector I: 10.000Cc.+ 5.000Cv.+ 5.000Pv. = 20.000€ (en medios de producción)
Sector II: 8.000Cc.+ 4.000Cv.+ 4.000Pv. = 16.000€ (en medios de consumo)

Para simplificar los cálculos sin que por ello se modifique la esencia del problema, supone una tasa de explotación del 100% en los dos sectores básicos que son sorprendidos por una recesión. Bajo tales condiciones, un determinado número de maquinarias dejan de utilizarse, con lo cual una mayor cantidad de materias primas y fuerza de trabajo no se procesan cesando consecuentemente la obtención de valor (coste) y plusvalor (ganancia) contenidos en la riqueza que se deja de crear.

Con el propósito de remontar esta situación, el Estado inyecta en la circulación 4.500 unidades de dinero fiduciario o papel moneda sin respaldo en la riqueza real existente, con el agravante de que en el transcurso de la recesión han disminuido las existencias de mercancías en general. Esta situación revierte en un aumento en los precios de los bienes de consumo final y, por tanto en un descenso del salario real. Supongamos que este descenso en el poder adquisitivo de los salarios es del 15%. Si el total de las mercancías producidas se confronta ahora con una masa de dinero en papel moneda de 40.500, esto supone una devaluación del papel moneda en circulación del 12,5% (4.500/36.000%) de la unidad media del papel moneda.

Aunque no todos los precios de las mercancías suben en la misma proporción, en cualquier caso esta nueva situación redunda en un aumento de la tasa de plusvalor: Pv/Cv y, por tanto, en la tasa de ganancia: Pv./Cc.+Cv , a expensas del nivel de vida de los asalariados, lo cual induce a un incremento de la producción de más plusvalor contenido en las mercancías adicionales fabricadas por los dos sectores básicos de la economía, utilizando las cantidades adicionales de dinero-papel para poner en movimiento medios de producción y fuerza de trabajo adicionales que permitan procesar nuevas materias primas.

Todo esto sucede en aparente contradicción con el subconsumo de los asalariados determinado en nuestro ejemplo por el supuesto descenso del 15% en sus salarios reales. Y decimos que es ésta una contradicción aparente, en primer lugar porque el capitalismo no consiste en producir con arreglo a las necesidades sociales sino para capitalizar plusvalor. En efecto, aun cuando en el fondo es cierto que las crisis se producen por este mencionado hecho básico o estructural del capitalismo, las causas formales de las crisis no están allí: en el limitado consumo de las masas explotadas por el capital, sino en la insuficiente producción de plusvalor respecto del capital invertido para producirlo. Y es que, aunque lo supone como medio de mantener la fuerza de trabajo o energía en óptimas condiciones de convertirse en trabajo consumido para producir plusvalor, el consumo de los medios de vida que posibilita la producción de plusvalor por parte de los asalariados, ni en si ni por sí mismo forma parte de su lógica, que consiste en la producción de plusvalor para los fines de su acumulación, sino que está por completo fuera de ella:

<<Lo que en realidad producen los trabajadores es plusvalía. Mientras la produzcan (en condiciones de que la tasa de ganancia lo permita), tendrán [algo] que consumir. Tan pronto como dejen [de producirla] (porque son arrojados al paro) termina su consumo al terminar su producción. (...) Cabe, en efecto, preguntarse, si el capital en cuanto tal es también el límite con que tropieza el consumo. Lo es desde luego en un sentido negativo, ya que no puede consumirse más de lo que se produce. Pero el problema [está en saber] si lo [es] también en sentido positivo, [es decir], si —tomando como base la producción capitalista— se puede y se debe consumir tanto como se produce. Si lo analizamos certeramente, (...) no se produce con vistas a los límites del consumo existente, sino que la producción sólo se halla limitada por el propio capital. Y no cabe duda de que esto es característico del modo de producción capitalista. (K.Marx: “Teorías sobre la plusvalía” Libro II Cap. XVII aptdo. 12. Lo entre paréntesis es nuestro)

En tal sentido debemos discrepar con Mandel en la concesión que en esta parte de su obra que glosamos aquí, hizo a los teóricos del subconsumo como causa de las crisis, cuando afirmó que la sobreproducción de capital es “ella misma, entre otras cosas, un resultado de la naturaleza relativamente limitada de la demanda de los ‘consumidores finales’”.
No. La crisis de sobreproducción de capital lo es no respecto de la menor demanda solvente de los consumidores finales, sino respecto del insuficiente plusvalor producido por esa masa de capital. Sobra capital no porque el poder adquisitivo de los asalariados se haya reducido, sino porque no se ha reducido lo suficiente, es decir porque el plusvalor producido por ese capital no es lo suficientemente grande como para justificar económicamente haberlo producido. Tal es, en rigor, el concepto de la expresión “sobreproducción de capital”. Por tanto, lo que en el ejemplo que nos ofreció Mandel amenaza con hacer descender la tasa de acumulación, no es “el residuo invendible” de medios de consumo, sino el relativamente menor incremento de plusvalor o ganancia producida por ese capital en tales condiciones de producción. De ahí el paro forzoso y el incremento en la capacidad instalada ociosa.

Por tanto, la reanudación de la producción de plusvalor en condiciones de crédito inflacionario, está determinada por el hecho de que al provocar el aumento en los precios de las mercancías, consecuentemente descienden los salarios reales y el plusvalor se incrementa en la misma proporción que también aumenta la tasa de ganancia. Aquí la causa que permite prolongar la producción y capitalización de plusvalor, es el incremento de la tasa de explotación a expensas de un descenso absoluto en el nivel de vida de los explotados. Aunque, como dice Mandel, los asalariados podrían compensar su menor demanda solvente con crédito barato. Así: “podría ocurrir una expansión del crédito al consumidor, es decir, que las mercancías de consumo podrán ser cambiadas, a su vez, por dinero crediticio en vez que por ingresos reales (salarios) creados en el proceso de producción”. Y sigue diciendo:

<<Esta técnica, que fue utilizada muy pocas veces en los tiempos del capitalismo de libre competencia y del imperialismo “clásico”, ha sido profusamente empleada desde la Segunda Guerra Mundial, sobre todo en Estados Unidos —pero también en otros países imperialistas…” (E. Mandel: Op. cit.)

Y seguidamente ofrece un cuadro con datos que verifican el endeudamiento creciente de los consumidores norteamericanos entre 1946 y 1974.

Volviendo a nuestro ejemplo, si los asalariados consiguen compensar el descenso de su demanda solvente con el recurso al crédito, y si las 4.500 unidades adicionales de dinero inflacionario se distribuyen sin variar la originaria composición orgánica del capital en los dos sectores de la economía, de ello resultará la siguiente estructura productiva:

Sector I: 11.667Cc.+ 5.833Cv.+ 5.833Pv. = 23.333 (en medios de producción)
Sector II: 9.333Cc.+ 4.677Cv.+ 3.677Pv. = 18.677 (en medios de consumo)

Pero en la estructura productiva del sector II correspondiente al capital productor de bienes de consumo, se observa que Mandel no ha tenido en cuenta la Tasa de Ganancia como porciento de la relación entre el plusvalor obtenido y el capital invertido para producirlo, de modo que la condición para que el proceso de acumulación no se interrumpa, es que la masa de plusvalor obtenido de un capital incrementado, sea mayor que antes de su incremento. Y el caso es que, el capital del Sector II, de 4.000Pv. que obtuvo antes de su incremento, pasó a obtener 3.677Pv., o sea, 323Pv. unidades monetarias menos. Bajo semejantes condiciones ningún capital está dispuesto a explotar trabajo ajeno. Por tanto, para reflejar la realidad hay que modificar la composición orgánica del capital: Cc./Cv. y la tasa de explotación: Pv./Cv. en el Sector II, cuya estructura productiva pasará a ser:

Sector I: 11.667Cc.+ 5.132Cv.+ 6.533Pv. = 23.332€ (en medios de producción)
Sector II: 9.233Cc. + 4.210Cv.+ 5.234Pv. = 18.677€ (en medios de consumo)

Ahora se refleja una mayor composición orgánica: Cc./Cv. y un consecuente aumento relativo de la tasa de explotación en los dos sectores: Pv./Cv.(relaciones de valor que naturalmente resultan ser relativamente más altas en el sector I productor de medios de producción), y una mayor masa global de capital en funciones, tal como sucede en la vida real del capitalismo

¿Qué ha cambiado en la naturaleza del sistema que no puede acumular plusvalor producido a unas tasas de explotación y de ganancia que no compensan su masa comprometida en el negocio de explotar trabajo ajeno? Absolutamente nada. Lo único que ha cambiado es su “modus operandi” a instancias del dinero crediticio inflacionario, donde la acumulación se ha podido prolongar artificialmente más allá de sus límites naturales fijados por la Ley del valor de tal modo transgredida, provocando el descenso de los salarios reales:

<<No hace más que destacarse así el hecho de que la valorización del capital (como un continuo que capitaliza una masa de plusvalor creciente) basada en el carácter antagónico de la producción capitalista, solo consiente hasta cierto punto su libre y efectivo desarrollo, pues en realidad (el mismo capital) constituye una traba (de si mismo) y un límite inmanente de la producción (de plusvalor), que el sistema de crédito se encarga de romper constantemente (transgrediendo los límites fijados por la propia Ley de su decadencia y derrumbe). Por consiguiente, el crédito acelera el desarrollo material de las fuerzas productivas y la instauración del mercado mundial. […] (Pero) El crédito acelera al mismo tiempo las explosiones violentas de esta contradicción (entre la tendencia objetiva del capitalismo a impulsar el desarrollo de las fuerzas productivas y al mismo tiempo a trabarlo encerrado como está dentro de esa cáscara que constituye la propiedad privada capitalista sobre los medios de producción) que son las crisis, y con ellas, (la preparación de) los elementos (o condiciones) para la disolución del sistema de producción vigente.>> (E. Mandel Op. cit.)

De esta forma, el capitalismo, cuya justificación histórica consistió en acumular plusvalor relativo impulsando el desarrollo de las fuerzas productivas sin mengua para el nivel de vida de sus explotados, debe apelar ahora cada vez con más frecuencia al crédito inflacionario para capitalizar plusvalor absoluto a expensas de los salarios reales. Con esto demuestra ser ya un sistema de vida caduco, que solo puede sobrevivirse a sí mismo gracias al embrutecimiento político que su ejército de intelectuales a sueldo y prebendas cultivan día que pasa en la conciencia de los explotados, para que se acostumbren a lo más irracional y monstruoso. Éste es el único recurso con que la burguesía consigue hacerles retroceder “ante la inmensidad de sus propios fines”, cuando las crisis les empujan a realizar la necesaria tarea histórica contenida en las contradicciones del sistema resueltas en falso por sus patronos del modo cada vez más insensato y genocida….:

<<…hasta que se crea una situación que no permite volverse atrás y las circunstancias mismas gritan: demuestra lo que eres capaz de hacer.>> (K.Marx: “El 18 Brumario de Luis Bonaparte” Cap. I)

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