Programa mínimo, programa máximo y programa de transición

 

a) Sobre la división o distinción entre programa mínimo y programa máximo

Dicen los compañeros del CIS:

<<La división de este programa en mínimo y máximo -en el movimiento socialista- es una característica distintiva de las tendencias reformistas. Marx nunca reconoció esas distinciones ni en el Manifiesto Comunista ni en los programas de la Primera Internacional. En la Segunda Internacional esta distinción representó el abandono de los ideales de cambio fundamental y revolucionario y su reemplazo por la idea de “reformar” la sociedad capitalista. En la Tercera Internacional, antes de la derrota de la revolución rusa y de la degeneración estalinista de la Comintern, esta división había sido abandonada. Durante y después de la era estalinista, esta noción fue revivida por organizaciones que apoyaban al "campo socialista". El socialismo revolucionario se distingue por su rechazo a esta diferenciación. Es decir, planteamos la unidad dialéctica entre la lucha por reivindicaciones económicas y la lucha política por el poder.>> (CIS: Op.Cit. El programa revolucionario)

Trotski también descalificó la división entre "programa máximo" y "programa mínimo", atribuyendo su paternidad a la socialdemocracia previa a la Primera Guerra Mundial:

<<La socialdemocracia clásica, que desplegó su acción en la época del capitalismo progresivo, dividía su programa en dos partes independientes una de otra: el programa mínimo, que se limitaba a algunas reformas dentro de la sociedad burguesa, y el programa máximo, que prometía para un porvenir indeterminado el reemplazo del capitalismo por el socialismo. Entre el programa máximo y el programa mínimo no existía puente alguno. La socialdemocracia no tenía necesidad de ese puente porque sólo hablaba del socialismo en los días de fiesta.>> (L.D. Trotsky: Op.cit.)

Se ve que los compañeros del C.I.S. reivindican el "Programa de Transición". Aunque de forma confusa, su crítica a la socialdemocracia clásica en este aspecto de la política, se inspira en los argumentos de Trotsky, como veremos enseguida. En otro pasaje de su documento son más claramente categóricos al respecto:

<<A nuestro parecer, desde el punto de vista marxista revolucionario, es incorrecta la dicotomía, “reforma o revolución”. Ambas están dialécticamente entrelazadas: es reforma-revolución.>> (CIS: Op.Cit. El partido revolucionario)

Si se entiende que no hay dicotomía, diferenciación o delimitación entre un programa y otro, se debe aceptar que no puede haber salto o ruptura dialéctica, y que por el camino de las reformas se llega a la revolución. Es una contradicción en sus propios términos afirmar que la socialdemocracia no "distinguió" entre reforma y revolución, para después --casi a renglón seguido-- proponer lo contrario, esto es, que no se debe hacer una dicotomía entre ambos términos[1]. Porque toda reivindicación inmediata, sea económica o política, como puede ser una aumento de sueldos o cambios en la ley electoral, entran en el campo de las reformas de estructura capitalista. Sin la delimitación precisa entre dos términos de distinta naturaleza que conforman una contradicción en sí misma insoluble, no puede haber síntesis o superación dialéctica de la contradicción. En todo caso sólo evolución de lo mismo. Así como no puede haber revolución sin ruptura ideológica y política entre proletariado y burguesía, del mismo modo no puede haber continuidad lógica entre reforma y revolución sin ruptura ideológica y política entre ambas. En las dos formas del mismo hecho, es necesario previamente distinguir una cosa de otra. Rosa Luxemburgo, en Reforma o Revolución" fue teóricamente clara al respecto, desde el título hasta la última palabra escrita en esa obra; aunque no fuera políticamente del todo consecuente con su propia teoría

Cierto, Marx nunca habló en términos de "programa mínimo" y "programa máximo". Pero es erróneo afirmar que no distinguió teórica y políticamente entre los intereses inmediatos y los intereses futuros del movimiento, que es lo mismo dicho de otra forma. Decía que:

<<Los comunistas luchan por alcanzar los objetivos e intereses inmediatos de la clase obrera; pero, al mismo tiempo, defienden también, dentro del movimiento actual, el porvenir de ese movimiento.>> (K. Marx-F.Engels: "Manifiesto Comunista" Cap. IV)

Con esto quería significar que la lucha por los intereses inmediatos se debe comprender o integrar tácticamente en la lucha por los intereses históricos o estratégicos, es decir, que el programa máximo no se debe sacrificar al programa mínimo.

Pero la unidad dialéctica desde el punto de vista marxista --no hegeliano-- supone la distinción de naturaleza entre los contrarios. De otro modo no estaríamos hablando de unidad sino de identidad, y no de revolución sino de evolución, esto es, de reforma, lo cual supone una dialéctica puramente formal o complementaria, que explica los cambios de forma  dentro de una misma sustancia, en este caso, la sustancia social capitalista presidida por la ley del valor que permanece intangible aunque cambien sus formas de organización manifiestas: capitalismo privado individual nacional, capital colectivo nacional, capital oligopólico nacional y oligopólico transnacional: Cfr.: http://www.nodo50.org/gpm/dialectica/20htm. Esto es lo que ha hecho la socialdemocracia clásica, convertir la contradicción entre programa mínimo y programa máximo en una dialéctica formal para poder integrar o reducir el programa máximo en el programa mínimo, en la lucha por las reformas de estructura capitalista. Al diluir el programa máximo en el programa mínimo, esto es, la estrategia socialista en la táctica o forma de manifestación de la estrategia, sintetizada en el "programa mínimo" de reivindicaciones inmediatas, los reformistas inscriben su práctica política en la sustancia del capitalismo, en la ley del valor y el Estado burgués. Tienden a neutralizar la dialéctica social reduciéndola al polo conservador que, en cada instancia de su evolución, formas de manifestación o cambios cualitativos, se reafirma en su identidad de sustancia capitalista.

En sentido revolucionario, marxista o Materialista Histórico, esta dialéctica se resuelve al revés de cómo han venido procediendo los reformistas, esto es, integrando tácticamente la lucha por las reformas en la estrategia comunista. Pero no reduciendo una en otra, sino siempre distinguiendo las dos formas de lucha, un polo dialéctico del otro. O sea, que en la unidad dialéctica entre esos dos polos de la contradicción, el que tira en el sentido de su resolución histórica efectivamente revolucionaria, esto es, en otra sustancia social superadora del capitalismo, es el polo de los intereses históricos del proletariado, para los fines de la transustanciación social de la propiedad privada sobre los medios de producción, en propiedad colectiva socialista pura. Y en esto, Marx y Engels han sido también categóricos y terminantes:

<<En todos (...) [los] movimientos [los comunistas] ponen en primer término como cuestión fundamental (...), la cuestión de la propiedad, cualquiera sea la forma más o menos desarrollada que ésta revista.>> (K. Marx-F.Engels: Op.cit. Lo entre corchetes es nuestro)

E inmediatamente agregan con el mismo énfasis:

<<Los comunistas consideran indigno ocultar sus ideas y propósitos.>> (Ibíd)

De modo que es al revés de cómo lo plantean los compañeros. Es la burguesía quien mezcla y trata de confundir las categorías económicas, sociales y políticas para poder diluir unas en otras, esto es, las esenciales en su forma de manifestación. Por ejemplo, al tratar teóricamente de la dialéctica entre precios y valores económicos, la burguesía mezcla y confunde ambas categorías para diluir el valor en los precios de mercado. De este modo hacen desaparecer la teoría de la explotación, dado que el valor de cada producto y el plusvalor contenido en él, se crean en el proceso productivo, en tanto que los precios se forman en el mercado, en el proceso de circulación de la riqueza. El valor es un producto directo del trabajo social; los precios, son un producto de la oferta y la demanda. Lo mismo respecto de la dialéctica entre las luchas por la defensa de las condiciones de vida y de trabajo --en la que habitualmente se manifiesta la tendencia histórica a la lucha por el poder-- y la lucha por el poder mismo. Para neutralizar esta tendencia, la burguesía cuenta con la igualdad de ambos polos ante la ley natural de la oferta y la demanda ratificada por la igualdad ante la ley estatal de arbitraje.

Habiendo nacido con el defecto genético del oportunismo, si en principio la socialdemocracia clásica no confundió teóricamente entre programa mínimo y programa máximo, es porque no pudo. Su adscripción al marxismo le impidió hacerlo. Por tanto, al no juzgar "oportuno" romper expresamente con el marxismo hasta convertirse en la Internacional social-liberal durante la década de los 70 del siglo XX, debió distinguir --aunque solo teórica o formalmente-- entre la lucha del proletariado por las reformas y la lucha por el poder. Pero rompió políticamente con él en dos pasos lógicamente sucesivos: el primero, politizando los sindicatos para sus intereses y trasladando la contradicción política entre proletariado y burguesía al interior de las instituciones de Estado burguesas en condiciones de paz social; el segundo, diluyendo el programa máximo en el programa mínimo (al interior del Estado burgués y los sindicatos), abandonando la lucha por el poder político de clase para abrazarse a la lucha por las reformas.

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[1] La significación del vocablo "distinguir", supone precisamente la acción de dividir, separar o distinguir dos partes de una misma cosa, como en toda unidad dialéctica.