Las fuerzas productivas bajo el capitalismo

¿En qué consiste el desarrollo de la fuerza productiva del trabajo? Según el "viejo marxismo", en la capacidad del trabajo social para poner en movimiento mayor cantidad de más perfeccionados medios de producción por unidad de tiempo empleado.

¿Qué es lo impulsa este desarrollo en las sociedades donde imperan las relaciones de producción capitalistas? Según el "viejo marxismo", la tendencia del capital social global a apoderarse de la mayor cantidad de trajo necesario (salarios) para convertirla en excedente (plusvalor) a los fines de la cumulación. ¿De qué modo o a través de qué mecanismo? A través de la competencia intercapitalista en el mercado.

Para que su capital se renueve y acumule o crezca, cada empresario debe vender o realizar la suma del valor invertido más el plusvalor producido, contenida en el producto de su empresa. En condiciones normales, el precio de cada mercancía está fijado por el trabajo socialmente necesario contenido en ella, que se corresponde con un nivel de desarrollo medio de la fuerza productiva del trabajo aplicada a su producción vigente en el mercado. Pero si aparece un productor que ha logrado producir una misma mercancía, en mayor cantidad y de igual o mejor calidad pero en un tiempo menor que el promedio vigente en el mercado -digamos un 10% menos- podrá bajar el precio de venta en un 5% respecto del conjunto de sus competidores, con lo que conseguirá no sólo un 5% de ganancia extra por cada unidad vendida, sino que además acaparará una mayor cuota parte de la demanda solvente sobre ese producto.

De este modo se opera una transferencia de plusvalor desde las empresas menos tecnificadas que producen con una menor composición orgánica del capital y mayores costes relativos, hacia las de mayor desarrollo tecnológico que producen con una mayor composición orgánica del capital y menores costes relativos. Esta misma ley del desarrollo desigual expuesta por Marx en "El Capital" para los mercados nacionales se cumple a nivel internacional.

Esto no quiere decir que las empresas de composición orgánica más baja pierdan siempre. Si así fuera, el capitalismo hubiera caído en la inercia hace ya mucho. En condiciones normales o de expansión de los negocios, las empresas menos eficientes siguen operando con ganancia, sólo que dejan de ganar ese plus que pasan a ganar de modo extraordinario las de mayor composición orgánica del capital.

Otra cosa sucede durante las llamadas ondas largas depresivas o de crecimiento lento, como la que viene atravesando el capitalismo desde fines de la década de los sesenta. En estos momentos, la tarta del reparto se achica, la competencia intercapitalista se agudiza, y en tales condiciones no se trata ya de repartir las ganancias sino las pérdidas. Durante estos períodos se registra efectivamente una destrucción de fuerzas productivas ya creadas, lo cual se expresa en capacidad instalada ociosa y paro obrero. A este fenómeno os referís vosotros cuando escogéis impropiamente como ejemplo lo que está pasando en la ex Unión Soviética. Impropiamente porque si bien es cierto que allí también se hacen sentir los efectos de la crisis capitalista, la destrucción de fuerzas productivas no es tanto a causa de los mecanismos de la ley del valor, como al hecho de haber querido reimplantar el capitalismo puro y duro a velocidad de vértigo.

Pero lo que se trata de aclarar aquí, es que durante los períodos de mayor destrucción de fuerzas productivas, estas no dejan de crecer. Crecen menos y más lentamente, pero siguen creciendo. Suponer que en algún momento del desarrollo histórico capitalista las fuerzas productivas dejan de crecer, implica que el pulso vital social por la ganancia deja de latir y que la burguesía es una clase social autotanática.

Vosotros presentáis el ejemplo del florecimiento de la pequeña empresa familiar en Catalunya, donde los asalariados son sometidos a las más altas tasas de explotación. Si hubierais tenido sólo un poco del "celo marxista histórico" que tan compasivamente nos atribuís", podríais haber hecho inteligible este fenómeno típico de los tiempos de crisis. Nosotros, siguiendo a Marx, hemos tratado este asunto en un trabajo de divulgación que aparece en nuestra página bajo el título: "Teoría Marxista de las crisis económicas capitalistas", y que desarrollamos brevemente en el apartado que trata acerca de la "Sobreacumulación absoluta del capital".

 

Sintetizando venimos a decir allí que durante las depresiones que siguen a las crisis, la competencia se agudiza y aun cuando el capital social global no deja de crecer, ciertos capitales particulares que no están a la altura de las nuevas circunstancias del mercado, caen en el estancamiento, la paralización y en muchos casos la desaparición por quiebra. Entre estos capitales hay ciertamente muchos medianos y pequeños.

Pero al mismo tiempo, las crisis permiten sobrevivir y entrar momentáneamente en juego a otros que en esa fase del ciclo toman el testigo del progreso técnico abandonado momentáneamente por las grandes empresas. En efecto durante el curso descendente de la tasa de ganancia llega el punto de la crisis, donde para los capitales más grandes, la tasa de ganancia en vigor les anuncia que la masa de plusvalor prevista para sus capitales incrementados, es igual o menor que antes de su incremento. A partir de ese momento, los grandes conglomerados capitalistas retraen parte del capital adicional o plusvalor obtenido, de modo que la inversión aumenta, pero en proporción sucesivamente menor todo el tiempo que la tasa de ganancia permanezca deprimida.

Semejante desinversión de los grandes capitales provoca un exceso de oferta, tanto en el mercado de bienes de producción como en el de fuerza de trabajo. Esta nueva situación se traduce en un descenso en el precio de los factores objetivos (maquinaria, materias primas y auxiliares) y subjetivos (salarios) de la producción. Por otro lado, la contracción del mercado supone un descenso en la escala de la producción. Estas dos circunstancias concurren para que disminuya el capital mínimo exigible para competir. Bajo estas condiciones es posible la entrada en el mercado de pequeños y medianos capitales, cuya existencia no está determinada por el nivel de la tasa media de ganancia, sino que son capaces de sobrevivir en medio de la crisis, produciendo incluso con una remuneración equivalente a un salario medio en tiempos normales.

<<La compensación de la mengua en la tasa de ganancia mediante el incremento de la masa de plusvalor sólo tiene validez para el capital global de la sociedad y para los grandes capitalistas sólidamente instalados. El nuevo capital adicional que funciona en forma autónoma, no se encuentra con ninguna de esta clase de condiciones supletorias, debe luchar por conquistarlas, y de ese modo, la baja de la tasa de ganancia suscita la lucha de competencia entre los capitales y no a la inversa.>> (K.Marx: "El Capital" Libro III cap.XV)

Estos capitales medianos y pequeños que se agrupan por su cuenta, son los que en períodos de crisis toman el relevo del progreso técnico que en condiciones normales es liderado por las grandes empresas oligopólicas. El pasaje del "Manifiesto Comunista" donde Marx y Engels dicen que <<El capitalismo no puede sobrevivir sin revolucionar constantemente los medios de producción>>, se explica por este análisis presupuesto allí. Quien más claramente expuso este fenómeno fue Rosa Luxemburgo en "Reforma o revolución":

<<Los grandes capitales, según la tesis de Marx, juegan en el curso del desarrollo capitalista precisamente el papel de pioneros de la revolución técnica, y ciertamente en un doble sentido, tanto en los nuevos métodos aplicados a ramas de la producción antiguas pero fuertemente arraigadas, como también respecto a la creación de nuevas ramas todavía no explotadas por los grandes capitales (...) al igual que la clase obrera la clase media capitalista encuéntrase bajo la influencia de dos tendencias contrapuestas: una que la eleva y otra que la oprime. esta tendencia opresora es el alza continua en la escala de la producción, la cual periódicamente devasta los dominios del capital medio, descartándolo y eliminándolo una y otra vez de la competencia. En cambio, la tendencia elevadora es la desvalorización periódica del capital ya empleado, que motiva que la escala de la producción según el capital mínimo necesario descienda continuamente y durante cierto tiempo, ocasionando también la entrada en la producción capitalista en nuevas ramas productivas. (...) Si los pequeños capitales son, pues, la vanguardia del progreso técnico, y el progreso técnico es la pulsación vital de la producción capitalista, tendremos claramente que los pequeños capitales constituyen un fenómeno inseparable del desarrollo capitalista y que sólo con éste podrá desaparecer.>> (Rosa Luxemburgo Op.cit. Cap. II)

Para salir de la depresión, tanto el precio de los elementos del capital constante como el salario deberán bajar y el plusvalor subir, en magnitud suficiente como para elevar la tasa de ganancia hasta un nivel en que la inversión del capital adicional creado compense al capital ya acumulado. Es el momento en que los grandes capitales se apropian de los adelantos tecnológicos sólo aplicados a pequeña escala durante la depresión, para generalizar su implementación durante la fase de expansión. Por tanto, bajo el capitalismo hay un desarrollo constante de la fuerza productiva del trabajo. Unas épocas más lento, otras más acelerado.

El hecho de que en Catalunya como en otras partes del mundo...

<<nunca floreció tanto como ahora la pequeña empresa familiar en la que cada una de ellas explota a un puñado de obreros en condiciones realmente increíbles de no pagarles siquiera las horas extraordinarias que les obligan a hacer>>,

sólo se explica científicamente por esta unidad dialéctica particular entre la grande y la pequeñoburguesía determinada por la ley general del desarrollo capitalista expuesta por Marx en "El Capital".

Desde el punto de vista de los productores directos, de los trabajadores, es tan realmente paradójico que el desarrollo de la fuerza productiva del trabajo social coincida con la mayor destrucción de los factores que la componen, como que en momentos de mayor abundancia y despilfarro de riqueza se registren los mayores índices de penuria relativa. Ambas realidades son sólo dos de las numerosas paradojas sociales cada vez más insoportables de la irracionalidad capitalista. Y sólo del proletariado, de su necesaria unidad política y de su programa socialista, cabe esperar la superación histórica de esas miserables paradojas.

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