VIII

Hasta qué punto el capitalismo tardío pone hoy el socialismo al alcance de la clase obrera en el poder, y cómo debe ser el funcionamiento de la sociedad tras el triunfo de la revolución para que no quede otra vez convertida en esclava del Estado burocrático, a nuestro modo de ver, las claves de respuesta a estos interrogantes están previstas en las propias condiciones objetivas en que actualmente se desenvuelve el proceso de producción en el capitalismo tardío, tal como aparecen descritas en: http://www.nodo50.org/gpm/vacaslocas/08.htm

Estas condiciones demuestran que el caldo de cultivo económico y social en que medró la burocracia soviética en tiempos de Lenin, es hoy inexistente, y que el propio desarrollo alcanzado por la socialización objetiva del trabajo en medio del próximo torbellino revolucionario, evocarán de modo casi natural la experiencia de la Comuna de París, con su democracia proletaria real directa como alternativa racional histórica a la irracionalidad selvática genocida del mercado capitalista y a la ineficiente y parasitaria burocracia "socialista", que está en la misma lógica social burguesa, como lo demuestra el masivo reciclaje al que estamos asistiendo en los países del Este de Europa. Mientras tanto, para quienes tenemos claras estas cosas, la tarea estratégica pasa por difundirlas y comprender que lo más difícil de la próxima revolución está en la toma del poder político a nivel internacional, cuyo primer paso hacia ella hay que darlo construyendo una organización internacional realmente independiente, que en todos los sitios luche por su programa máximo sin resignar ningún objetivo estratégico a cualquier objetivo presente de la pequeñoburguesía en esta sociedad. La revolución puede adquirir, según las especificidades de cada país, una forma nacional, pero debe tener por fuerza un carácter internacional. Y eso prefigura como tiene que ser la sociedad venidera respecto de la actual configuración nacional o fronteriza de la burguesía. En ese sentido, la transnacionalidad creciente de los capitales, hace que la posibilidad abstracta del internacionalismo proletario se convierta en posibilidad real, y la consigna "Proletarios del mundo uníos" anunciada hace 150 años adquiera una actualidad acuciante.

La burguesía internacional necesita llevar adelante ataques inauditos contra nuestras condiciones de vida y de trabajo. Ya los está consumando en el llamado tercer mundo y se prepara a ejecutar la misma política en los países de la cadena imperialista en nombre de los DD.HH. Ante semejante realidad actual del capitalismo, los más conscientes de nosotros debemos aprovechar ese estímulo a la ruptura ideológica con la patronal y su Estado, para conseguir que, en vez de continuar dándole un carácter político a espectáculos como el fútbol, más y más asalariados ocupen su tiempo libre en el estudio y comprensión de asuntos como éste. Los burgueses lo saben muy bien, de ahí que conviertan más y más el ocio en mercancía y la "libertad" de sus clases subalternas en múltiples opciones de entretenimiento, no sólo para acumular más capital a expensas del salario, sino principalmente para mantener a la gente sumida en la indignidad de la estupidez política.

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