Documento del Sr. Pelman
El silencio de los indecentes

From: "Agencia SERPAL" <290543@wanadoo.es SERPAL / Servicio de Prensa Alternativa

El silencio de los indecentes

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-24-ene-02.- .

Amigas, amigos,

La información, el análisis de lo que sucede y porqué sucede, es una de las claves constantes de nuestras sociedades modernas. Pero la circulación masiva de las noticias, está en manos de los grandes medios: canales de televisión, diarios, radios. Esos medios están en manos de personas que representan determinados intereses económicos y por ende, políticos.

Es habitual la concentración de medios en corporaciones que integran bancos, empresas energéticas, de comunicaciones, industrias, etc.Por tanto, su "información" está condicionada por esos intereses.

Ocultan y manipulan aquello que consideran que "no conviene" y destacan lo que consideran favorable.La movilización ciudadana en Argentina, el especial proceso de asambleas barriales, la progresiva convergencia de movimientos sociales, es algo que no conviene al régimen, ni a los dirigentes políticos y sindicales corruptos. Por eso lo silencian. Lo mismo pasa con otros temas claves, como el origen de los jueces que prevalecen en escandalosos fallos de la Corte Suprema, o en el silencio y el deficiente seguimiento de la investigación de la fuga de moneda norteamericana...

Conocer y padecer esta planificada "desinformación" orquestada desde los principales medios, obliga a reforzar los canales alternativos que van surgiendo: la antigua pero irremplazable hoja fotocopiada, la comunicación por Internet, el "pasalavoz"...

Una de las frases fundacionales de SERPAL ha sido "Contra el silencio de los corderos, comunicación alternativa". Hoy, más que nunca. La buena información, es una herramienta indispensable en la construcción de una alternativa viable en Argentina. Por eso, entendemos oportuno, compartir con los suscriptores argentinos de SERPAL, este artículo de Horacio Pelman.

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El silencio de los indecentes

 Dos frases vinculadas con el silencio han quedado en la historia contemporánea de la Argentina, ambas acuñadas en las últimas décadas del siglo pasado: "El Silencio es salud", preconizada a ultranza durante la dictadura militar de Videla por el brigadier- intendente porteño Osvaldo Cacciatore, y "La peor opinión es el silencio", que en un lejano 7 de junio

de hace más de 10 años un desconocido escribió a modo de graffiti sobre un mural, durante unas jornadas sobre periodismo organizadas por una entidad que por entonces era representativa de los trabajadores de los medios de comunicación.

El flamante S. XXI parece debutar con otra no menos preocupante: "El silencio de los indecentes". Más allá de que esta frase con reminisencias cinematográficas haga carrera o no, es imposible negar que refleja una parte de la patética realidad que se vive por estas horas en Argentina.

Cualquier análisis comunicacional de coyuntura o no que se precie de tal debe tener como punto de partida no sólo lo que se dice, sino también lo que no se dice, o sea, las voces, pero también los silencios. Una vieja premisa del periodismo asegura que los periodistas debemos estar llenos de preguntas, y no de respuestas. Nuestro trabajo es hacer buenas preguntas, pero no dar buenas respuestas. La noticia es la respuesta, pero para lograr buenas respuestas necesitamos realizar buenas preguntas.

Sabemos todos que un silencio ante una pregunta suele ser la mejor respuesta, o al menos la más contuntende de las respuestas.

¿Quienes callan actualmente en la Argentina? ¿Por que lo hacen? Hoy, en la Argentina, la noticia es el silencio, el silencio de los indecentes. El silencio cómplice de algunas empresas de medios de comunicación audiovisuales, que transformaron los noticieros e informativos

en magazines que dedican la mitad de su espacio a pasar chivos varios, y a la hora de informar sobre el cacerolazo más masivo de la historia de este país los pocos instantes que le dedican a esta tragedia los destinan a pasar imágenes de marquesinas de bancos rotas y decir que por ese motivo la gente no pudo retirar su dinero en el primer día de apertura cambiaria. El silencio cómplice y repugnante de aquellas empresas periodísticas que sólo informan sobre despidos de personal en corporaciones que no forman parte de sus carteras de anunciantes, pero nada dicen sobre los que realizan ellos mismos, las empresas asociadas a ellos o sus avisadores habituales, entre los que se encuentran, por cierto, los gobiernos de turno. El silencio prostituído de las ciertas empresas mediáticas, que en medio de la crisis más importante de la historia argentina pagan con prebendas para seguir manteniendo sus carteras de clientes-anunciantes, integradas por grupos políticos y empresariales. Pagan con silencio la extensión de contratos publicitarios, las excenciones impositivas, las violaciones sistemáticas de las leyes sobre comunicación y distribución de información, las posibilidades de hacer lobby libremente, los permisos para extender sus áreas de influencia.

En un país que se ha quedado sin moneda, sin producción y sin perspectivas, todo parece indicar que la única modalidad disponible para vender o comprar (base del sistema capitalista al que creo que la Argentina sigue adscripta) es el trueque. No son pocos los que tienen deudas, y no son menos los que quieren cobrar lo que no le pagan sus deudores. ¿Cómo pagar entonces?¿Cómo cobrar, entonces? La moneda de cambio parece ser el trueque, el canje, la permuta. También el silencio.

¿Qué hace un ladrón cuando es puesto ante un un juez? Silencio, no confiesa el delito, deja en manos del magistrado la comprobación de su responsabilidad en el hecho, pero él no dice nada. Nadie está obligado a declarar contra sí mismo, dicen las leyes. Los medios de comunicación tampoco. Tal vez haya llegado el momento de que la sociedad se encargue de comprobar la responsabilidad que tienen en los hechos.

Durante la noche del jueves 10 de enero, mientras miles y miles de personas hacían sonar sus cacerolas en todo el país, Canal 13, la principal emisora audiovisual por aire del país, parte del Grupo Clarín, no dejó de emitir una película que contenía "escenas de violencia y lenguaje adulto". Canal 11, propiedad de Telefónica, cerró su transmisión luego de Los Simpson. Crónica TV, un muy difundido canal de noticias que transmite por cable durante las 24 horas, no pasó una sóla imágen de los cacerolazos. Su competidor, Canal 26, propiedad de Alberto Pierri, quien fue presidente de la Cámara de Diputados de la Nación durante los 10 años de gobierno de Carlos Menem y el primer hombre que se reunió con Eduardo Duhalde cuando hace 10 días su nombre comenzó a circular como reemplazante de Alberto Rodríguez Saa, no dejó de emitir en vivo el "Festival de Doma y Folklore" de Jesús María, en Córdoba, en el que paradójicamente el espectáculo consiste en ver a un domador montado sobre un caballo (si, con B larga, y no corta), en medio de un corral rodeado de tribunas repletas de gente.

En un escalón más abajo, pero cerca, muy cerca del silencio, varios comunicadores argentinos claman a viva voz por la pesificación inmediata de los 26 millones y medio de dólares que no le devuelven a los millones de ahorristas, como si esta fuera la panacea, o la solución a la crisis de este país. Son los mismos que se horrorizan al ver el nombre de Argentina junto al de Afganistán en las portadas de todos los medios de comunicación del mundo. Son los mismos que no dicen que los ahorristas no cobran su dinero porque quien realmente tiene esos billetes verdes es el Estado Nacional Argentino, el mismo Estado que ya no recibe "ayuda" externa y en el último tramo de la administración De la Rua-Cavallo tomó créditos multimimillonarios de fondos aportados por bancos radicados en el país. No dicen, estos comunicadores, que "ese" es el dinero que falta, y que la garantía que tienen esos bancos para el cobro de ese dinero es el infame "corralito-cárcel" dentro del cual está presa toda la sociedad argentina.

En los últimos días, desde distintos medios se ha dicho que horas antes de la renuncia de De la Rua, durante la madrugada del 20 de diciembre, más de 350 camiones blindados de caudales ingresaron directamente a la pista de aterrizaje del Aeropuerto Internacional de Ezeiza y cargaron millones de dólares en aviones que partieron rápidamente hacia el exterior. Eso no es novedad, más allá de las evidentes anomalías del procedimiento y de las explicaciones que deberían dar las autoridades aduaneras y de la seguridad de una estación aérea privatizada. Diariamente salen de este país millones de dólares, por el simple motivo de que este país no tiene nada propio.

Aqui el tema es otro: el silencio, lo que no se dice...y porqué no se dice.

Los argentinos no estamos "acorralados", no estamos en un "corralito", estamos presos por decir la verdad, por confesar nuestra lealtad a la esperanza, por creer en la fuerza de nuestro trabajo, por estar convencidos de que el hombre se dignifica cuando al llegar a su casa pone un pan sobre la mesa y mira con amor los ojos de su hijo, que lo respeta y admira.

...Y en el medio nosotros, los que trabajamos en los medios de comunicación y vemos que esta crisis y estos silencios nos taladran la vida, nos devoran las ilusiones, se llevan los sueños propios, los de nuestros padres, los de nuestros abuelos inmigrantes y los de nuestros hijos que hoy están a la deriva, mirándola por TV y con las esperanzas puestas en la cacerola que ahora se llena a medias y durante las madrugadas hace escuchar su bronca en esquinas y plazas, o sobre la escalerilla de un avión que seguramente algún día partirá hacia no sé donde...

 

Horacio Pelman

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