La pequeña burguesía y la revolución

Señor Daniel De Santis:

Ha incurrido usted en otra lectura desprolija. Se nota que el rigor conceptual no es una virtud que acostumbre Ud. cultivar en su espíritu.

Se ha mostrado molesto porque, según dice, hemos tergiversado su discurso al atribuirle la idea de que en Argentina hay una revolución y, además, la paternidad del programa que salió de las ya célebres "Asambleas populares", con el que, según su forzada interpretación, acordamos.

Respecto de lo primero, usted ha dicho: <<No creo que haya una revolución>>. Tan cierto es esto para nosotros, que no hemos dicho ni pío, porque compartimos plenamente la idea y no somos los únicos. Es más, estamos seguros de que nadie, ni el observador más optimista, podría interpretar otra cosa acerca de lo que pasa hoy día en ese país. ¿Es necesario que le invitemos a repasar la lectura de nuestro documento?

El caso es que, entre las fuerzas de la llamada "izquierda", son abrumadora mayoría los que, de acuerdo con usted, piensan que las luchas en torno al llamado "corralito" han adquirido "una dinámica revolucionaria". Y esto es lo que criticamos de su escrito. Aunque no ha empleado usted esta expresión, el significado de sus palabras no deja lugar a dudas de que se inscribe en ella:

<< Para mi se ha producido un hecho de una importancia difícil de exagerar. La pequeña burguesía ha roto la natural sujeción a su líder natural, la burguesía, y se ha comenzado a movilizar masiva y contundentemente en contra del modelo del capitalismo para los países del tercer mundo con una consigna central de profundo contenido antisistema. "Que se vayan todos y que no quede ni uno sólo". Yo creo que, desde el punto de vista social, aunque todavía no político, están dadas las condiciones para una alianza obrero popular como nunca antes en la historia Argentina>> (Daniel De Santis: Su carta del 29/01/02)

Le explicamos por qué no hubo jamás ni puede haber una situación histórica en que las movilizaciones de la pequeñoburguesía adquieran por sí solas un "profundo contenido antisistema". El contenido de una cosa en sí misma es su esencia, y la esencia de la pequeñoburguesía como sector subalterno de clase capitalista "en sí", anida en el concepto de propiedad privada sobre los medios de emplear trabajo ajeno, que dan sentido a su existencia de clase explotadora. Por tanto, afirmar que el comportamiento político de la pequeñoburguesía pueda tener un "profundo contenido antisistema", significa negar que ese sector de clase burgués se mueva por un congénito impulso autotanático, y que no necesita que nadie le empuje a su propio suicidio, lo cual es una contradicción en sus propios términos producto del más grosero impresionismo, de una ilusión espontaneista.

Sobre la consigna: "que se vayan todos y que no quede ni uno sólo", ya le explicamos cual es, a nuestro modo de ver, su significado. Ahora le vamos a decir lo mismo de otra manera. Esta consigna está comprendida en el concepto de que las crisis capitalistas no se producen por las contradicciones económicas del sistema, sino por el gasto estatal superfluo y el peculado de los políticos a cargo de gobiernos incompetentes y corruptos. Si ésta fuera la causa de las crisis, el capitalismo viviría en estado crisis permanente, porque la corrupción política es un mal endémico de este sisterma. Tal infundio tiene su explicación en la enorme masa de capital sobreacumulado en busca fuentes de producción directa de plusvalor, en su necesidad de consenso social para convertir a los empleados públicos en asalariados al servicio del capital privado, y a los Estados empresarios (capitalismo de Estado) en Estados gendarmes puros. Para eso, desde hace años el capital multinacional dispuso que los medios de comunicación en todo el mundo se entreguen a una campaña que cuajó en la consigna general de "lucha contra la corrupción" de especial eficacia en los países dependientes de la periferia capitalista. De hecho, todas las fuerzas políticas opositoras a los gobiernos de turno en todas partes, han podido transformar esta consigna en votos ganadores al servicio de la alternancia política en los distintos aparatos estatales, para dejar intangible el sistema. Toda la progresía reformista de la "izquierda" se sumó a esta campaña. Sobre todo, la que participa en el juego electoral-parlamentario de las instituciones burguesas. Tal es el espíritu político que preside la consigna "que se vayan todos....", el mismo que anima lo que se resuelve en las "asambleas populares".

La consigna "popular" exigiendo "que se vayan todos...", está, pues lógicamente comprendida en la consigna gran burguesa de la "lucha contra la corrupción", una lógica que, a su vez, se inscribe en la estrategia general de convertir a los empleados públicos de las empresas y demás servicios sociales del Estado en asalariados al servicio de la acumulación directa de capital privado. De momento, la privatización del patrimonio estatal, actúa como refuerzo del ejército de parados para presionar los salarios todavía más a la baja, una necesidad imperiosa del capitalismo en todas partes, pero todavía más en Argentina, dada la magnitud de su crisis. Y esta estrategia ultrarreaccionaria late en el inconsciente colectivo del "cacerolazo". Como hemos dicho ya, una mayoría de los que luchan por abrir el "corralito", estarían dispuestos a apoyar una "racionalización (burguesa) profunda" del Estado, que consiste en dejar a miles de empleados estatales en el paro. Durante el segundo gran "cacerolazo" que demandó la renuncia de Grosso y otros renombrados corruptos, se planteó con urgencia la cuestión de la reforma del Estado.

La consigna pequeñoburguesa de "que se vayan todos..." muestra y al mismo tiempo oculta, lo que este sector de clase explotadora es en términos de poder político. Se revela en que dice lo que no quiere, pero se oculta en que calla respecto de lo que quiere en esos mismos términos. ¿Por qué? pues, porque no puede hacer otra cosa, porque no está en condiciones de saber qué quiere, más allá de lo que afecta a su bolsillo; porque carece del sentido de totalidad, de representación de los intereses generales de la sociedad capitalista; porque no puede pensar y actuar en representación del conjunto de la burguesía; porque su naturaleza de clase capitalista intermedia y subalterna se lo impide, demostrando así, categóricamente, que en modo alguno ha cortado su cordón umbilical con su superior jerárquico: la gran burguesía. Protesta y rechaza pero no propone ni decide porque no está en su prosapia social adoptar semejante compromiso político con la realidad capitalista. Lo único que quisieran de verdad los que más gritan la consigna en cuestión, es que, pase lo que pase y a cualquier coste, se les devuelvan sus ahorros con el poder adquisitivo anterior a la devaluación. Pero saben que esto es imposible mientras no se solucione la crisis, porque en condiciones "democráticas" generaría una anarquía social tendencialmente expropiatoria, no precisamente por vía revolucionaria sino por vía del desfondamiento financiero del sistema. Tal es su drama y así lo hemos reflejado en nuestra carta anterior:

<< Por la sesera y el ánimo de la pequeñoburguesía en esta emergencia histórica, no pasa el dilema entre capitalismo y socialismo, sino entre perder parte de sus ahorros o perderlo todo. Nada más.>> (GPM: " 1ª Carta a De Santis ")

Pero este drama en modo alguno es pura pérdida para el sistema sino que es funcional a su preservación. Sirve y mucho. Ante su desesperación e impotencia política, no es la primera vez que estos sectores capitalistas intermedios golpean la puerta de los cuarteles. De hecho, todos los golpes de Estado reaccionarios desde 1930 hasta hoy, han tenido su base social de sustentación de masas en la llamada "clase media" argentina, incluida hoy junto a ella a la aristocracia obrera. ¿Quién puede afirmar, con fundamento, que los encerrados hoy en el "corralito" se opondrían a una "salida militar" que les hiciera ver una luz -sin duda engañosa- al fondo del túnel en el que están metidos?

No es casual que la idea del golpe ya haya sido puesta en movimiento por algunos medios de comunicación del sistema para alumbrar el alma naturalmente brumosa de estos sectores, haciendo una vez más consciente el extremo fascista que nunca deja de latir en su inconsciente colectivo. Esta campaña de cariz claramente golpista empezó el 6 de febrero último mediante el tan remanido como eficaz método de la bola de nieve hecha de sucesivos rumores y desmentidos, cuando el periodista Samuel Gelblung anunció desde los micrófonos de Radio 10, que los regimientos de Azul y Tandil se habían levantado a las órdenes del general Daniel Manuel Reimundes. En ese momento, se puso en boca del jefe del Ejército, Ricardo Briznoni, el haber dicho públicamente que el ejército "no tiene misión, ni vocación, ni medios, ni entrenamiento para reemplazar a la policía ante un desborde social". Sin embargo, dos semanas después, a instancias del escritor populista Miguel Bonasso, el periódico "Página 12", de idéntica filiación política, volvió a la carga para decir que, en este momento, las FF.AA. se encuentran presionadas por poderes fácticos de distinto signo, todos ellos coincidentes con la pequeñoburguesía en dos cosas:

  1. acabar con la alianza entre la burocracia sindical y un sector del peronismo en el actual gobierno, mediante un "golpe militar legal" autorizado por el Congreso, y
  2. prevenir por el exclusivo recurso al Estado de excepción y al uso de la fuerza armada, cualquier previsible respuesta del movimiento obrero ante la necesidad de conjurar la crisis, como ha hecho siempre la burguesía en todas partes bajo circunstancias análogas: haciendo bajar el precio de la fuerza de trabajo todavía más por debajo de su valor.

Tal es la lógica política del "cacerolazo" y el sentido ultrarreaccionario progolpista de la consigna "que se vayan todos y no quede uno sólo", que miles como usted en Argentina ponen patas arriba confiriéndole un "profundo contenido antisistema".

En cuanto a eso de que le hemos atribuido la paternidad del programa populista aprobado por las "asambleas populares", ha vuelto usted a confundir el estricto sentido de las palabras. No han sido las asambleas populares sino usted quien nos ha propuesto el programa aprobado en esas asambleas, porque es usted quien lo ha hecho suyo y lo difunde. A los efectos políticos, la paternindad de una proposición programática es irrelevante, tanto como a los efectos de la búsqueda de la verdad científica lo es quien tenga razón.

Por último, de sus observaciones resta que hagamos referencia a su afirmación según la cual, nosotros estaríamos de acuerdo con el programa aprobado por las "asambleas populares" que usted ha hecho suyo. En su última comunicación usted nos dice:

<< ....los puntos programáticos que incluí no son "mi programa" como afirman ustedes sino, el votado por las asambleas populares de la "pequeña burguesía" el cual ustedes comparten, según afirman en su respuesta.>>

Acabamos de referirnos a la primera parte de este texto suyo. Respecto de la segunda parte, a estas alturas debemos decirle que los comunistas somos muy pacientes, señor De Santis. Debemos serlo. La razón revolucionaria así lo exige. Pero su caso es de campeonato. ¿En qué parte de nuestro discurso ha visto usted semejante afirmación? ¿O es que no ha caido en que, en esto de las propuestas programáticas, usted y las asambleas populares, están respecto de nosotros en las antípodas políticas?. El programa propuesto por usted apunta a fortalecer el Estado burgués argentino, en tanto que los comunistas proponemos destruir ese Estado. Su programa busca preservar y estabilizar la explotación capitalista en pequeña y mediana escala. Por el contrario, el programa de los comunistas apunta a acabar con la explotación de trabajo ajeno. Usted y su programa funda esperanzas en la posibilidad de estabilizar la explotación del trabajo ajeno en pequeña y mediana escala. Los comunistas, basándonos en la "ley general de la acumulación capitalista", afirmamos que a estas alturas del proceso de acumulación, semejante pretensión es ilusoria, y que insistir en ella sólo puede acarrear más desgracia y retardar el necesario cambio revolucionario. Su programa supone supeditar la lucha del proletariado a los intereses de la pequeñoburguesía. Nuestro programa, el programa de los comunistas, supone lo contrario: luchar por los intereses del proletariado, única manera de arrastrar detrás de esos objetivos de lucha a la pequeñoburguesía sin futuro dentro de la sociedad burguesa.

Para más inri, hemos expuesto hasta el detalle las razones de todas estas contraposiciones programáticas y hasta le hemos remitido expresamente al sitio de nuestra página donde formulamos nuestro programa, inspirado en el mismo espíritu que llevó a los revolucionarios rusos a formular el suyo, aunque, adaptado a las condiciones económicas y sociales de la Argentina actual. Lo hemos hecho en el siguiente párrafo:

<< Todos estos argumentos deben naturalmente explicitarse en un programa político de gobierno, y nosotros, haciendo memoria histórica, hemos esbozado el que, pensamos, debe servir de guía a la acción política del proletariado en la etapa actual del proceso de acumulación, en esencia el mismo que llevó a la práctica el proletariado ruso en 1917, adaptado lógicamente a la correlación fundamental de fuerzas entre proletariado y burguesía en la Argentina de hoy, a nuestro modo de ver válido para la mayoría de países en el mundo. Lo presentamos durante un acto convocado por la reciente formación política pequeñoburguesa denominada "Frente argentino contra la pobreza", realizado en la plaza madrileña de Sol el día 5 de enero ppdo. Podrá verlo formulado en: http://www.nodo50/gpm/argentina/panfleto.htm>>

Según lo actuado hasta aquí, no es cierto que hemos falseado sus palabras, ni siquiera por descuido. Les hemos atribuido exactamente el valor y el significado que usted les ha dado. Si estuviéramos dedicados a eso, Señor De Santis, a debatir "tergiversando lo que dice el oponente" -que es de lo que usted nos acusa sin aportar prueba alguna- no estaríamos en esta trinchera política, sino en la de quienes necesitan hacerlo porque tienen interés en ir a contramano de la historia.

En este sentido, ante su decisión de no seguir debatiendo, queda claro que no tenemos nada que ver en ello, ni nada podemos seguir haciendo por prolongar la corta vida de nuestra relación dialéctica, porque no hemos sido nosotros sino usted, quien se ha empeñado en no dejarla respirar desde el principio, negándose a nutrirla con ideas fundadas en argumentos sólidos. Ahora, cada cual a lo suyo y a esperar el veredicto de la historia. De momento, el de los lectores de nuestra página.

Un Saludo: GPM

febrero 2002

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nota1 From: "Coord_Rima" <rima@citynet.net.ar

Argentina: amenaza institucional

Queridas co-listeras:
Como una manera de "exorcizar" lo que dice la nota y lo que se viene rumoreando desde ya hace un tiempo, decidimos sociabilizar esta nota en la red.Lo hacemos muy a pesar nuestro, ya que nos duele tener que transmitir este tipode informaciòn, pero es bueno que las companieras de otros países lo sepan tambièn.
Pero como momento històrico que es y por lo grave de la denuncia decidimos hacerlo, y corrernos de nuestros temas habituales.

Un saludo feminista y dolido,Gabriela e Irene

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para RIMA (Red Informativa de Mujeres de Argentina)
del diario *Pàgina/12*,Buenos Aires-Argentina, 25 Febrero 2002

BRINZONI CONVOCA A EMPRESARIOS PARA DISCUTIR LA CRISIS

"Haremos lo que tengamos que hacer"
El jefe del Ejército está convocando a importantes empresarios para hablar depolítica, incluido un eventual derrumbe del Gobierno, y el rol de los militaresfrente a un desborde social.
Por Miguel Bonasso

El jefe del Ejército, teniente general Ricardo Brinzoni, está convocando a altos dirigentes del establishment empresarial a reuniones herméticas para hablar dela crisis política y sus hipotéticos desemboques, hasta una eventual caída delpresidente Eduardo Duhalde. También para analizar un posible escenario de desborde social que "obligue a que las Fuerzas Armadas hagan lo que tengan quehacer".

Una alusión más que transparente a la represión de un eventual estallidopopular. Una investigación de Página/12, realizada en medios políticos, militares y empresariales, permitió detectar dos encuentros concretos de altonivel entre el militar y uno de los máximos ejecutivos del Grupo Werthein, expropietario del Banco Mercantil y principal accionista de La Caja de Ahorro ySeguro.

El martes pasado, el general Brinzoni invitó a comer al financista Adrián Werthein y el jueves le "mandó" a su mano derecha, el general Daniel Manuel Reimundes, para "formular un pedido" que las fuentes no especificaron.

El señor Werthein no pudo ser consultado porque el mismo viernes viajó a Israelpor razones que nada tienen que ver con esas reuniones. Hace apenas dos semanas,el general Brinzoni desmintió que el Ejército estuviera conspirando para dar ungolpe y afirmó categóricamente que "no tiene misión, ni vocación, ni medios,nientrenamiento para reemplazar a la policía ante un desborde social".
También desmintió que el general Reimundes hubiera sublevado dos regimientos como informó erróneamente Radio 10.

El general aludido es hijo del fallecido coronel Manuel Reimundes, que participó en diversas conspiraciones militares en los años O50 y O60, que le valieron el apodo de "Dragón Verde".

Cuando Adrián Werthein (50) recibió la convocatoria del teniente general Brinzoni para comer juntos no se sorprendió, porque históricamente el Mercantilpagaba los sueldos del Ejército y La Caja maneja los seguros de vida del personal de ese arma y de la Fuerza Aérea. Pero el contenido de la charla, asegura una de las fuentes consultadas, lo habría dejado perplejo y preocupado: el general no parecía ser la misma persona que había visto el año pasado, pocoantes de que Domingo Cavallo estableciera el corralito que sublevó a millones deahorristas y provocó la salida de Fernando de la Rúa.
En aquel momento Brinzoni le habría parecido mucho más aséptico y prescindenteen materia política del anfitrión que lo recibió el martes pasado y encendió ventiladores y una radio "para que no nos escuchen esos servicios de mierda".

Precaución que no era en absoluto exagerada. El ex director operativo del Mercantil no es un hombre que se asuste fácil, pero hubiera deseado estar lejos cuando el jefe del Ejército afirmó que la situación social y política "preocupaba sobremanera" a los militares. El también quiso que el ventilador y la radio taparan las palabras del general, cuando éste inició una diatriba contra el presidente Eduardo Duhalde a quien ­según una de las fuentes­ habría calificado de "inútil" y "mala persona".

Ante el inquietante cariz que tomaba la conversación, Werthein habría preguntadoa su interlocutor qué rol específico le asignaba a la fuerza bajo su mando en laactual crisis generalizada que padece la Argentina. Brinzoni, entonces, sostuvoque la participación de las Fuerzas Armadas en el control del conflicto socialdebía ser aprobada por el Congreso. "Hoy por hoy ­fueron aproximadamente sus palabras­ no podemos tocar un pito porque sería ilegal. Necesitamos la legalización (del accionar represivo interno)". De todos modos, habría cerradocon esta afirmación: "Pero lo vamos a hacer".

Cuando el financista le preguntó si estaban en condiciones de poner coto a uneventual desborde nacional, el militar habría respondido: "Hoy no tenemos recursos, pero si no hay más remedio haremos lo que tengamos que hacer". Además del aval parlamentario, Brinzoni habría deslizado que cualquier paso a dar debía contar también con el visto bueno de Washington. Después el militar propuso otorgarle continuidad y organicidad a la conversación, anunciándole al empresario que iría a verlo su mano derecha, el secretario general del Ejército,general Daniel Reimundes, quien le formularía un "pedido". La fuente consultadano sabía en qué consistía el tal "pedido", pero confirmó que el nuevo encuentrosecreto entre el Grupo Werthein y los altos mandos se llevó a cabo durante un almuerzo el jueves pasado.La sospecha de un talante golpista persigue genéticamente al general Reimundes,un oficial superior que pasó dos estratégicos años de su vida como agregado militar en Washington.

Su padre, el coronel Manuel Reimundes, (fallecido en 1992) se levantó en setiembre de 1951 contra el gobierno constitucional del general Juan Perón y se pasó varios años en la cárcel. En los O50 y en los O60,volvió a sufrir arrestos acusado de participar en diversas conspiraciones. El "Dragón Verde", como lo llamaba el periodismo político de la época, se sumaría después al gobierno de la llamada "Revolución Argentina" y, durante el período a cargo del general Roberto Marcelo Levingston, ejerció la presidencia de YPF.A pesar de haberse alzado contra Perón, Reimundes no fue lo que solía llamarse"un gorila", sino un oficial enrolado en lo que se denominaba una línea nacionaly popular. En agosto de 1971 formuló una curiosa declaración al mensuario Extra:"Si el país no tiene un efectivo dominio sobre su estructura financiera el país no sirve. (...) Hay que dominar el aparato financiero y una forma de dominarlo es nacionalizando la banca, porque la desnacionalización de las finanzas y la economía es tremenda".
Es improbable que su hijo tuviera en mente esa definición el jueves pasado, cuando almorzó con la cabeza operativa del Grupo Werthein. Pero, igual que a su padre, lo sombrean con sospechas de conspiración.

El 6 de febrero pasado, SamuelGelblung imitó módicamente a Orson Welles y anunció desde los micrófonos de Radio 10, que los regimientos de Azul y Tandil se habían levantado a las órdenesdel general Reimundes. Alertado por un ayudante, Brinzoni se comunicó de inmediato con Gelblung y desmintió la supuesta chirinada y la presunta vocaciónrepresiva del Ejército.

Pero más allá del blooper radial, la investigación de Página/12 permitió establecer que algunos personajes, dados apresuradamente por difuntos, vuelven a ocupar el centro de la escena. De una escena que ocurre en las sombras del poderreal. Según una fuente empresarial de primer nivel ese sería el caso del defenestrado titular del Banco Central Pedro Pou, que ha coordinado varias reuniones entre militares y financistas similares a las reveladas en esta nota.
Sería interesante saber qué hubiera opinado el "Dragón Verde" acerca de Pou, eladalid de la dolarización, el menemista sospechado de amparar las maniobras del banquero Raúl Moneta.

La coyuntura actual es obviamente distinta a la que imperaba en vísperas del 24 de marzo de 1976, pero algunos funcionarios estatales no dejan de considerar inquietantes estas aproximaciones entre financistas y uniformados que traen a la memoria las pulsiones golpistas del Consejo Empresario que conducía José AlfredoMartínez de Hoz.En la Secretaria de Seguridad del Estado, que ahora concentra por decreto presidencial a la Policía Federal, la Gendarmería y la Prefectura Naval, se subraya por lo bajo la creciente histeria de los directivos de las privatizadas(Telefónica, Repsol, etc.) y los bancos, ante las improbables derivaciones delconflicto social.

Los gerentes quieren estar tranquilos: quieren saber que alguien pondrá fin al incómodo sonido de las cacerolas y el humo perturbador de los piquetes, sin hablar de los fantasmas dejados a su paso por los saqueos. Paradójicamente, algunos profesionales de la represión, tratan de serenarlos explicándoles que setransita un terreno minado y que cualquier acto que sea visualizado como provocación, puede generar el desborde tan temido.

Un jefe policial lo graficóante este cronista:"Si el diez porciento de los 6 millones de indigentes selanza a las calles no los paramos con todas las fuerzas de seguridad juntas".

Un curioso termómetro interno, secreto, mide de uno a cinco las posibilidades dedescender al averno en la Secretaría de Seguridad. Por ahora, a pesar del ruidode las cacerolas y las mortificadas chapas de los bancos, la aguja está detenidaen el dos.

La estación de las asambleas públicas y las reuniones secretas.

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febrero 2002

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