05. El capitalismo: demostración científica de su carácter destructivo y genocida

 

         Como cualquiera sin demasiadas luces puede comprender, el progreso en la historia se explica, básicamente, por la creciente capacidad de los seres humanos para transformar la naturaleza con diversos fines, en la inmensa mayoría de los casos beneficiosos para su vida en este Planeta. Pero no es menos evidente que, durante casi todas las etapas históricas de la sociedad, las clases dominantes que lo han sido en  los distintos sistemas de vida, luchando entre sí por acaparar mayor poder y privilegios para una parte de ellas, en detrimento o perjuicio de las otras, se dedicaron a destruir riqueza y vidas humanas. Tanto más cuanto mayor ha sido la capacidad tecnológica incorporada a los medios bélicos empleados. Y esto ha sido así, cuando esas minorías no se han visto forzadas a formar bloque compacto contra sus explotados y oprimidos, con el propósito de conservarse a si mismas como clase social en el poder. Pero que el dominio de la  naturaleza por la ciencia haya llegado al extremo de utilizarse para destruir riqueza y vidas humanas, en forma de capital supernumerario para superar las crisis de superproducción más rápidamente, es algo que puede parecer inconcebible. Pero es cierto.

 

         ¿Se explica esto por la vieja y recurrida leyenda que atribuye a los seres humanos el ser intrínsecamente egoístas y malvados? ¡¡NO!! Es porque a quienes las circunstancias históricas, no elegidas por ellos, les han venido asignando la condición de pertenecer a la clase económicamente dominante, su riqueza y el poder político anejo a ella les ha corrompido como seres humanos, a fuerza de hacerles sentir muy bien. Y entre lo que —por necesidad objetiva de conservar su status quo en la sociedad moderna— los burgueses han aprendido, es a impulsar el más avanzado desarrollo y eficacia de las fuerzas productivas, aplicado subrepticiamente a la política de destruir periódicamente riqueza y aniquilar en masa vidas humanas ajenas, para superar las crisis de superproducción de las cuales ellos son sus administradores necesarios. Sencillamente porque así propenden a su propia conservación como clase dominante. Y así siguen siendo las cosas. Todo lo demás es pura basura ideológica "ad hoc". Y mucha, pero mucha hipocresía criminal.

 

         Nadie ignora que durante las crisis periódicas la producción de riqueza se paraliza y la desocupación obrera se extiende. ¿Qué idea permitió a Marx alumbrar el concepto de “destrucción de capital” en condiciones de crisis? La siguiente directamente sacada de la simple percepción sensible:

<<Cuando el proceso de producción se estanca y, a trechos, se paraliza totalmente, el capital real [en funciones] se destruye. La maquinaria que no se emplea no es capital [porque al dejar de funcionar se deteriora como valor de uso que contribuye a crear plusvalor y, por tanto, se desvaloriza o deprecia como valor de cambio]. El trabajo que no se explota es tanto (como) producción [de plusvalor] pérdida. Las materias primas que yacen ociosas no son capital. Los edificios que permanecen sin usar (al igual que la maquinaria recién construida) o que quedan inacabados [y esto de que los edificios a medio construir domina el paisaje urbano en tiempos de crisis por todas partes, y más todavía en los países de mayor desarrollo relativo, no es cosa de hoy; se pudo comprobar en tiempos de Marx, quien así lo describe], las mercancías que se pudren en los almacenes, todo ello es destrucción de capital. Todo ello se limita al estancamiento del proceso de reproducción y al hecho de que las condiciones de producción existentes no actúan, no entran en acción realmente como condiciones de producción. Su valor de uso y su valor de cambio se van, así, al diablo>>. (K. Marx: “Teorías sobre la Plusvalía” T. II Cap. XVII Aptado. 6 Ed. FCE/1980 Pp. 456. Lo entre corchetes nuestro).

 

 

         En cuanto al concepto de amortización del capital fijo por desgaste (maquinarias y herramientas) en condiciones normales, va intrínsecamente vinculado al de su progresiva destrucción física y consecuente pérdida de valor de cambio por el uso que se hace de él. Y este proceso es independiente de la oferta y la demanda. Porque opera sobre lo ya adquirido para su empleo.

 

 

         Y en lo que respecta a la desvalorización natural de los medios de trabajo (maquinaria) vía mercado, se pone de manifiesto durante las crisis en que, desde el punto de vista de su valor de uso, dicho capital sigue conservando la misma eficacia productiva incorporada, dado que se necesita la misma cantidad de trabajo vivo para moverlos en función de producir la misma masa de plusvalor por unidad de tiempo empleado. Pero su valor de cambio en tales circunstancias críticas disminuye significativamente, porque a raíz de la insuficiente ganancia que se obtiene de él, gran parte de ese capital deja de ser utilizado por las empresas, entre las cuales no pocas quiebran y desaparecen, de modo tal que la demanda se retrae y sus precios se derrumban.

 

 

         Quedamos, entonces, en que durante las crisis, el capital productivo de la sociedad en cada país se desvaloriza. ¿Y qué es lo que le ha permitido a Marx concluir que toda desvalorización de capital permite superar las crisis y vivifica al capitalismo? Pongamos por un momento atención a la siguiente fórmula de la Tasa de Ganancia: TG = Pl/(Cc + Cv), un cociente donde Pl representa la masa de ganancia global (plusvalor) de los capitalistas, obtenida durante un determinado período en un determinado país, y el denominador lo que cuesta producirla en términos de valor invertido en Cc que representa la inversión en suelo, edificios, máquinas, herramientas, materias primas, auxiliares, etc., sumado todo eso a los salarios representados por Cv.

  

 

         Por desvalorización del capital en condiciones de crisis, cabe entender que se ofrece a precios ruinosos, porque su demanda para inversión prácticamente se desploma por falta de rentabilidad suficiente. Por tanto, si el denominador de esa relación llamada tasa de ganancia disminuye, su cociente o resultado tiende naturalmente a incrementarse. Tal es la dinámica operada durante las recesiones económicas que suceden a las crisis periódicas, con vistas a una nueva recuperación de la inversión, que de nuevo cauce al inicio del siguiente ciclo. Y esto es así, tanto más rápido cuanto mayor y más acelerado sea el alcance y la magnitud de la devaluación, a raíz de que muchos capitalistas quiebran y sus empresas son absorbidas por otras que sobreviven al desastre:

<<Es la baja ruinosa de los precios de las mercancías [como medios de producción]. No se destruyen con ello los valores de uso. Lo que pierde uno lo gana el otro. (Los) volúmenes de valor que actúan como capitales se ven impedidos de renovarse en las mismas manos como capital [cambian de dueños]. Los anteriores capitalistas dan en quiebra. Si el valor de sus mercancías cuya venta reproducía su capital, era = 12.000 £, de las que (supongamos) representaban ganancia y descienden (ahora) a 6.000 £, este capitalista no podrá pagar las obligaciones por él contraídas ni, aun suponiendo que no tuviese ninguna, mantener con las 6.000 £ el negocio en la misma escala, (…) Esto quiere decir que se ha destruido un capital de 6.000 £, aunque al comprador de estas mercancías, puesto que las ha adquirido por la mitad de su costo, le pueda ir muy bien, e incluso pueda beneficiarse cuando los negocios se reanimen. Así, gran parte del capital nominal de la sociedad [civil], ha quedado destruido [desvalorizado] para siempre, aunque precisamente esta destrucción, toda vez que no afecta al valor de uso, pueda fomentar la nueva reproducción. Es éste, al mismo tiempo, un período en que el monied interest [interés monetario] se enriquece a costa del industrial interest [interés industrial]>>. (Ed. cit. Pp. 457 Lo entre corchetes y el subrayado nuestros).

 

         Y en este mismo contexto de lo razonado por Marx, ¿qué pensar si a esa devaluación se le suman las pérdidas por destrucción de capital —físico y humano— a consecuencia de guerras o catástrofes presuntamente “naturales”? Pues, que acercan todavía más y mucho más rápido para la burguesía como clase, el horizonte de la recuperación económica en cada ciclo periódico de los negocios. Porque las ganancias pasan a ponderarse sobre un capital disminuido, y además porque, en términos estadísticos de valor, las pérdidas materiales causadas por catástrofes, son mucho mayores que las pérdidas en vidas humanas.

 

         Hay que tener en cuenta en este punto, que según progresa la ciencia aplicada al dominio de la naturaleza, los medios de destrucción material y aniquilación humana en masa también son cada vez más eficaces. Por ejemplo, la técnica de desintegración del átomo gracias a la fórmula descubierta en 1903 por el industrial y matemático italiano Olinto de Preto, fue aplicada por Einstein para demostrar su teoría de la relatividad especial. ¿No ha servido este progreso para obtener energía eléctrica más barata, al mismo tiempo que para fabricar bombas atómicas de destrucción masiva?

 

         La ley de la entropía o muerte térmica de nuestro Universo, está basada en la certeza científica probada, sobre la imposibilidad de su movimiento natural perpetuo, determinada por la segunda ley física de la termodinámica, según la cual, es imposible que una máquina generadora de calor, pueda trasformar en trabajo mecánico todo el potencial energético que para distintos fines utiliza o gasta. O sea, que una parte de la energía transformada en calor (no útil) sale fuera de ese sistema termodinámico. Dicho de otra forma: el rendimiento R de una máquina, entendido como relación entre la energía E que recibe y el calor útil C que permite ejecutar el trabajo mecánico, siempre será menor que la unidad. Porque parte de ese calor se pierde, "escapa" o se disipa en el ambiente exterior al sistema. Este concepto también permite explicar el grado de desorden irreversible de la materia y la energía contenida en cualquier sistema cerrado.

 

         El sistema solar del cual la Tierra es parte constitutiva, también es una especie de máquina térmica que funge como soporte fundamental de la vida en él. Por tanto, en este sistema se cumple igualmente la segunda ley de la termodinámica, de modo tal que está condenado a desaparecer por entropía o muerte térmica, transformado en otra cosa. Ni más ni menos que como ya lo anunciara Epicuro en su aforismo: "Todo lo que nace merece perecer". Sin embargo, la vida en nuestro Planeta, natural y espontáneamente generada por el sistema Solar del que forma parte, en alguna medida ha venido permitiendo contrarrestar la inevitable pérdida incontrolada de su energía, sea interna (generada por su núcleo ígneo) o externa (generada por el Sol), lo cual enlentece la fatal entropía.

 

         Del mismo modo y por ley natural, dado el carácter económico-social peculiar distintivo respecto de los sistemas que le precedieron dentro de la línea de desarrollo típica occidental, el capitalismo ha llegado a ser un modo de vida que, paradójicamente aumenta y acelera la entropía o muerte térmica del Planeta Tierra como nunca antes en la historia, dado que contribuye a generar cantidades ingentes de energía calórica que no se traducen en trabajo útil para la vida sino bien al contrario, son empleados para destruir riqueza y vidas humanas. En este deliberado plan, el todavía casi desconocido "Proyecto seal" destaca por ser la más eficaz, discreta y, en sentido estricto disimulada forma, de destruir riqueza y aniquilar vidas humanas en masa, mediante Tsunamis provocados por pruebas nucleares bajo la corteza oceánica, como el de Indonesia en 2004, o el último de Fukushima en 2011, aparentando ser cosa de la naturaleza. A este desorden se le llama "Nuevo Orden Mundial".

 

         Y hablando de simular, tal como vino haciendo al menos desde 2010, el "Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF)" ha vuelto a proclamar este 23 de marzo, como "día del Planeta 2013", proponiendo que en esa fecha y entre las 20:30 y las 21:30, se apaguen las luces y demás artilugios eléctricos en todos los hogares del Mundo. Un insultante y puro engañabobos, que el autor del siguiente ilustrativo informe calificó de "espectáculo ecológico". La World Wildlife Fund muy amiga promotora del cantante Alejandro Sanz, ostenta el dudoso honor de haber sido presidida por personajes como el Príncipe Bernardo de Lippe-Biesterfeld de Holanda; John H. Loudon, Presidente de la petrolera "Royal Dutch Shell" entre 1951 y 1965; el Príncipe Felipe de Edimburgo; Syed Babar Ali, Presidente de la "Sanofi-Aventis Pakistan Limited", de la "Siemens Pakistán Engineering Company Limited" y Director de la "Unilever Pakistan Limited and Mitchell’s Fruit Farms Limited"; Ruud Lubbers, Primer ministro de los Países Bajos entre 1982 y 1994, correligionario de la inefable Margaret Tatcher; y, cómo no, el Principe Carlos de Gales, actual Presidente de ese engendro "ecológico" ad hoc desde 2011. Seguramente todos ellos miembros del Club de Bilderberg. Ni más ni menos que así escriben nuestra historia los bribones desde el poder "democrático" constituido, en colaboración informal objetiva con los demás personeros del gran capital.

 

         Al mismo tiempo que nos desvían la atención por laberintos publicitarios embrutecedores como éste, no deja de ser paradójico que los burgueses en todas las latitudes reincidan periódicamente en disipar inútilmente kilotones de energía, en experimentos nucleares que atentan contra el necesario equilibrio entre los seres humanos y el medio natural en que vivimos. Por ejemplo: aun cuando su número exacto es imposible conocer porque esa información forma parte del secreto comercial y diplomático, según los registros publicados se estima que entre 1951 y 1992, ocurrieron en el Planeta más de 1.500 pruebas nucleares. De ellas, 825 subterráneas. Los datos indican que también se llevaron a cabo no pocas de ellas sin ser anunciadas ni haberse podido determinar el o los países cuyas autoridades perpetraron tales detonaciones. Estudios realizados en los últimos veinte años por científicos británicos, alemanes, japoneses y canadienses, coincidieron en que las pruebas nucleares subterráneas debilitan la corteza terrestre y provocan terremotos que desplazan el eje del Planeta, lo cual perturba gravemente el ciclo de las estaciones climáticas. Tal es la conclusión a la que también llegaron los científicos Gary Whiteford y Shigeyoshi Matsumae, entre los pocos sismólogos, geógrafos y meteorólogos que, meritoriamente, logran sustraerse a los chantajes de que son objeto por los poderosos intereses capitalistas que actualmente dirigen los destinos de la humanidad, aplicando el ya famoso slogan popularizado por el socialdemócrata-liberal español Alfonso Guerra: "el que se mueve no sale en la foto":

<<Ocho de cada diez ciudades con más habitantes del Planeta, son vulnerables a los terremotos; seis de cada diez son vulnerables a las inundaciones, a las mareas de tormenta y a los tsunamis>> ("Informe ONU" Pp. 40).

 

 

         Según datos suministrados por Wikipedia en la siguiente información, durante los siete años de expansión especulativa con la construcción inmobiliaria entre los años 2.000 y 2006, se sucedieron en el mundo un promedio de 6.739 terremotos anuales de magnitud entre 5 y 9,9 grados. Pero en los cuatro años siguientes, entre fines de 2007 —cuando estalló en EE.UU la burbuja— y fines del año 2010 —en que la crisis financiera acabó extendiéndose agravada en Europa como crisis económica internacional—, se registraron en promedio 8.334 terremotos anuales. O sea un 24% más en casi la mitad de tiempo. Y en lo que respecta a España, reproducimos la información sobre pérdidas económicas ocasionadas por terremotos e inundaciones, publicada conjuntamente por el Consorcio de Compensación de Seguros y el Instituto Geológico y Minero.

 

 

volver al índice del documento

éste y el resto de nuestros documentos en otros formatos
grupo de propaganda marxista
http://www.nodo50.org/gpm
e-mail: gpm@nodo50.org