03. Tiempo de producción y tiempo de circulación

Habíamos visto en el apartado anterior, que durante el tiempo de cada jornada al servicio del capitalista que les contrata, los asalariados cumplen dos funciones: trasladan al producto que crean la parte de valor contenida en su salario y en los medios de producción sobre los cuales recae su actividad. Pero, además, en ese mismo tiempo le añaden un plus de valor o ganancia que su patrón se apropia sin compensación alguna.

Una vez que el producto sale de fábrica e ingresa en el mercado, el tiempo que transcurre hasta que se vende y vuelve a convertirse en dinero efectivo, es la pura negación del ¡tiempo en el que ese mismo capital podría producir plusvalor! Para el capitalista industrial es un tiempo muerto en tanto que no produce ganancia. No aumenta la masa de capital en forma de un nuevo producto de valor, sino que se limita a operar con él —y en él— una metamorfosis formal necesaria: de su forma de producto creado en el proceso de producción, el plusvalor contenido en él pasa a revestir la forma de mercancía en el proceso de circulación (para su venta por el capitalista comercial). Y mientras permanece en los depósitos de los intermediarios comerciales a la espera de ser vendido, hasta que se vende y vuelve a adoptar la forma de dinero en manos del capitalista industrial, es un capital improductivo.

O sea, que el tiempo durante el cual un producto circula como mercancía M', cambia solo la determinación formal del capital contenido en ella. De ser producto en la fábrica, su valor pasa a circular como mercancía. Y allí, en el mercado, durante el tiempo en que circula, el capital no produce valor ni plusvalor. Pero la genética del sistema capitalista consiste en la producción y acumulación de plusvalor. Por lo tanto, el capital tiende a un tiempo de circulación nulo, a un tiempo de producción sin tiempo de circulación. Tal es la función del crédito o capital-dinero de préstamo: convertir todo el tiempo en el que el capital circula, en tiempo de producción para la creación de plusvalor. Es decir, anular el tiempo de la circulación, convertirlo matemáticamente en = 0:

<<Si, por ejemplo, un capital de 100 Libras Esterlinas necesita 3 meses (es decir, 90 días) para producir (10 £ de plusvalor contenido en X número de mercancías), entonces, si el tiempo de circulación fuera = 0 podría circular 4 veces al año (en vez de una); y el capital actuaría cuatro veces por completo como capital, es decir, como creador de plustrabajo, como valor que se multiplica (en este caso 10£x4=40£)>> (K. Marx: "Grundrisse": "El proceso de circulación del capital". Lo entre paréntesis nuestro)

¿De qué naturaleza es esta conversión matemática del tiempo de la circulación = 0 en tiempo de producción de plusvalor = 40£ en vez de 10? Como vimos, el capital comercial tiene su razón de existencia en que lleva a cabo el proceso necesario de la circulación de mercancías (para convertir el valor de la mercancía M’ a la forma dinero D’) en el menor tiempo posible. Pero como ese proceso es necesario, no se lo puede eliminar; la función del capital comercial no consiste, pues, en reducir el tiempo de la circulación realmente a cero; porque haría desaparecer automáticamente la imprescindible función social del comerciante.

Ahora bien, en diversos pasajes de su obra, Marx insiste en que mientras el proletariado no se decida a superar políticamente al capitalismo, los límites del capital son los que el propio capital se pone a si mismo para superarlos. Y sin duda está probado que los supera. Dicho de otro modo, mientras el principio activo de su lógica —implícito en la propiedad privada sobre los medios de producción— se mantenga intacto, el capital pasa por encima de cualquier límite. ¿Cómo neutraliza el capital el límite del tiempo durante el cual realmente circula? Anulándolo ideal o artificialmente mediante el dinero a crédito:

<<La circulación del capital es realizadora del plusvalor (su conversión de M' a D'), de la misma forma que el trabajo vivo es creador de valor. El tiempo de circulación es sólo un límite de esta realización del valor y, por tanto, de la creación de valor; es un límite que procede no de la producción en general, sino que es un límite específico de la producción del capital, cuya superación —o al menos la lucha con él— entra por lo tanto, en el desarrollo económico específico del capital, e impulsa al desarrollo de sus formas en el crédito, etc. > > (K. Marx: Óp. Cit. Lo entre paréntesis nuestro)

Pero, ¿de qué naturaleza es esta superación? Si el tiempo de la circulación es un límite tan necesario como real (de la producción de valor), no puede ser anulado realmente. Como que según se expande y multiplica la producción de mercancías —por efecto del desarrollo de la fuerza productiva del trabajo social—, crece la importancia del comercio. Y mientras la mercancía producida no se vende, el capital incrementado contenido en ella permanece fatalmente confinado en la circulación como capital improductivo en tanto que es imposible contar en tales condiciones con él para producir más plusvalor:

<<En tanto el capital está fijado en la forma de producto acabado (aun sin vender) no puede actuar como capital (productor de plusvalor), es un capital negado>>. (K. Marx: Óp. cit. Lo entre paréntesis nuestro)

Así las cosas, un capital en tanto que mercancía, es un capital realmente inactivo e inhabilitado para la producción de plusvalor. Sólo se lo puede rehabilitar como capital productivo ideal o ficticiamente. Esto es lo que se logra con el sucedáneo del dinero real: la letra de cambio, permitiendo que una determinada masa de capital industrial pueda seguir produciendo plusvalor sin solución de continuidad, comprando más medios de producción y salarios aun sin haber cumplido el tiempo de su natural y necesaria realización o venta en el mercado. Es decir, se lo rehabilita como capital productivo aun cuando su equivalente contenido en la riqueza ya producida no se haya todavía vendido y permanezca como mercancía en los almacenes de los capitalistas intermediarios comerciales. Tal es el sortilegio —mediante la astucia de la “razón” capitalista— que la letra de cambio hizo posible.

El capital bajo esta forma de dinero crediticio, resulta ser así, capital ficticio. En tanto no anula realmente el tiempo de circulación, deja subsistir el capital comercial; pero en la medida en que permite al prestatario —en función de capitalista industrial— saltar por encima de ese tiempo para continuar el proceso de producción de plusvalor a instancias del prestamista, da lugar a una nueva forma del capital: el capital-dinero que devenga interés. Un interés que, como la ganancia comercial, constituye una pura detracción de la ganancia industrial, es decir, del capital real creador de plusvalor. Una deducción que, bajo la forma del interés, capitaliza la burguesía bancaria y, bajo la forma de ganancia comercial, capitaliza el intermediario encargado de venderla al consumidor final. El resto es ganancia bruta que capitaliza el capitalista industrial. Todo ello, naturalmente, a expensas del trabajo asalariado.

Así las cosas, el creciente aumento del dinero crediticio inyectado por el sistema bancario en la esfera de la circulación, como hemos visto acelera la acumulación del capital global. Es decir, el dinero adelantado pagadero plazo, "anula" el tiempo de circulación, de modo que, y en ese lapso, permite convertir más salario capitalizable en plusvalor capitalizado. Entre tanto, este hecho también contribuye a desarrollar la ciencia que la propia competencia se encarga de incorporar a nuevos medios de trabajo más eficientes, lo cual permite al trabajo vivo producir más unidades de producto en menos tiempo y de mejor calidad. Pero con ello se acelera también el proceso en que el plusvalor producido crece necesariamente cada vez menos, al tiempo que lo que cuesta producirlo aumenta cada vez más.

Toda esta dinámica se traduce en una presión al descenso de la Tasa General de Ganancia Media, hasta que alcanza un punto en el que no todo el plusvalor producido compensa el gasto en producirlo. Es ésta una superproducción relativa de capital, es decir, respecto del plusvalor obtenido que así no le compensa. Esto explica que el capital-dinero adicional relativamente supernumerario se desvía de la producción hacia la especulación. Lo cual significa que la causa eficiente de las típicas crisis del capitalismo NO ES el ezxceso de crédito por la avaricia de los bancos , como así piensan y así lo difunden —porque conviene a los intereses de la clase a la que sirven y defienden— todos los teóricos económicos burgueses —no pocos de ellos autoproclamados marxistas—, así como los políticos profesionales y periodistas especializados a sueldo y prebendas que le hacen la corte. Y para poder afirmarse en esta falacia, confunden el capital ficticio con el capital real. Pero dejemos la explicación de este asunto para tratarlo con más detenimiento un poco más adelante.

 

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