01. Introducción

“La mayor estupidez política que puede cometer un explotado, es pensar y actuar como si NO lo fuera”

Anónimo

Cuando la crisis económica estalla sorpresivamente, buena parte del plusvalor creado hasta ese momento por el capital productivo, ya había sido desviado hacia la pura especulación al no compensar el gasto en producirlo. En cuanto al carrusel del crédito —siempre por delante de lo que se produce—, después de girar alegremente a velocidad de vértigo para prolongar la fiesta más allá de sus propios límites naturales, se detiene bruscamente porque "si éste a mí no me paga, tampoco puedo yo pagarte a tí". Entonces la producción retrocede todavía más y la desinversión masiva en el sector privado de la economía se contagia, dando por resultado que la miseria se apodere de millones de familias en su gran mayoría de condición asalariada. [1]

El siguiente acto de este drama social cíclico recurrente a lo largo de la historia del capitalismo, amplía su escenario comprometiendo al sector estatal de la economá. Al desplomarse la producción y el empleo junto con la ganancia bruta del capital global, cae con ella la recaudación impositiva y disminuyen los ingresos fiscales respecto de los gastos. Ergo, el déficit público y la deuda soberana se disparan, aumentanto las llamadas “primas de riesgo”en el mercado de préstamos, al mismo tiempo que los batacazos en la bolsa de valores son algo habitual.

Ante todo esto, los "especialistas" que se dedican a informar en los medios de comunicación presumiendo hacer periodismo independiente, desde mediados de 2010 han venido difundiendo el ya conocido slogan: hay que calmar a los mercados, como única solución mitológica para superar la crisis y justificar así los despidos —incluso en los servicios públicos esenciales de sanidad y educación—, además de los salvajes recortes en salarios, pensiones a los jubilados y subida de impuestos.

Se trata hoy de sacrificar a los explotados en el moderno altar donde se rinde culto a las deidades del capitalismo. Tal como en las culturas más primitivas procedían las monarquías hereditarias de incas, faraones y demás soberanos, echando mano de las castas sacerdotales a su servicio. Estos oficiantes —reemplazados hoy por los políticos profesionales institucionalizados— eran los encargados de sacrificar vidas humanas, en la creencia de que así se calmaban las por entonces todavía desconocidas e incontrolables fuerzas destructivas de la naturaleza, que el imaginario colectivo ignorante —desde los reyes hasta el último esclavo— personificaba en dioses.

Algo parecido sigue sucediendo todavía hoy bajo el moderno capitalismo en la llamada sociedad del conocimiento, donde como en aquellos tiempos remotos, en realidad la causa de tales fenómenos no reside en la pura voluntad de ciertas minorías que transitoriamente ocupan los tres poderes al interior de los distintos Estados nacionales. Ni siquiera se puede atribuir tal designio a esa otrra minoría de los más acaudalados magnates burgueses que interactúan en la sociedad civil. Porque la verdad es que esa causa radica realmente en categorías y leyes económicas irracionales objetivamente determinadas por la específica relación social entre patronos y asalariados.

Son esas leyes objetivas no promulgadas por nadie, las causantes de que la fuerza de trabajo asalariada sea convertida en trabajo excedente productor de plusvalor para los fines de la acumulación de capital, con independencia de los individuos concretos que usufructúan directa o indirectamente esta realidad actual, sean empresarios, políticos institucionalizados, periodistas, sindicalistas, artistas en general, deportistas de élite y demás séquito de la burguesía, que sin duda coadyuvan a ese mismo fin en todo el mundo, bregando por el eterno retorno de lo mismo. Estos sujetos son, en realidad, un producto e instrumento de leyes objetivas que constituyen la causa eficiente o fuerza desencadenante de todas las crisis de superproducción de capital.

Tal como las inundaciones por copiosas lluvias han venido siendo la resultante de la energía potencial, contenida en la relación natural entre dos enormes masas de aire a distinta temperatura y humedad, que así se transforma en fuerza destructiva de riqueza material y víctimas humanas, [2] asimismo, la desvalorización de riqueza provocada por el fenómeno de las crisis económicas bajo el capitalismo, es el fatal efecto, desenlace o resultado tangible, de la energía potencial contenida y oculta en la previa y fundamental relación socioeconómica típica del capitalismo, entre las dos clases sociales universales de signo antagónico, que en determinado momento se depliega como fuerza destructiva de riqueza bajo la forma de capital. Este aserto ya fue anunciado filosóficamente por Hegel en 1817:

<<La verdad de la fuerza es, por consiguiente, la relación cuyos dos lados se distinguen solamente como interior y exterior . (G.W.F. Hegel: “Enciclopedia de la ciencias filosóficas” Parte I. La Ciencia de la Lógica. B: El fenómeno. Ed./Alianza 1999)

En este breve pasaje está contenido el siguiente razonamiento: Lo interior es el fundamento y lo exterior su manifestación. Ambos lados distintos constituyen la unidad contradictoria de una misma realidad todavía inexistente. Tal como una semilla de cualquier vegetal contiene en si misma su fundamento interior y su forma de manifestación exterior. Ambos lados de la relación permanecen ocultos en el germen o semilla como potencia o mera posibilidad de realización. Hasta el momento en que, bajo condiciones óptimas de temperatura, humedad y oxígeno, aquella energía contenida en la relación se despliega convertida en fuerza con caracter de Ley natural, determinando que la esencia o fundamento embrionario se muestre pero al mismo tiempo se oculte, bajo la forma aparente de su tallo, ramas, hojas y frutos. A esto Hegel le llamó realidad efectiva, como unidad de fundamento y fenómeno. De aquí se desprende lógicamente la necesidad de la ciencia para descubrir el fundamento o esencia, haciendo abstracción o dejando metodológicamente a un lado el fenómeno o forma de manifestación que la encubre, para poder así observar la cosa no ya como parece ser, sino como realmente es según su concepto, definido como la identidad entre el pensamiento (científico) y la esencia o fundamento del objeto de estudio, es decir, su objetividad.

Que la burguesía es una clase social decadente incluso desde el punto de vista filosófico, lo prueba no solo el hecho de que a estas alturas del conocimiento científico general, siga deliberadamente confundiendo los fenómenos sociales con su fundamento causal. Es decadente incluso, porque para el "éxito" de esa finalidad engañosa recurre al mismo ritual mitológico de las culturas más arcaicas, ocultando al conocimiento de los explotados leyes económicas descubiertas hace ya más de 150 años. Precisamente fue Marx quien se encargó de desmitificar este recurso ideológico —ya bien andrajoso— en el Libro I Aptdo. 3 de "El Capital", publicado en 1867. Lo que confiere a los burgueses su caracter de clase social decadente, entre otras cosas es que, para sobrevivir como clase dominante todavía inculca en la conciencia colectiva el culto al fetichismo mercantil endiosando a los mercados, para ocultar el concepto que permite explicar la fuerza genocida con que las crisis económicas del capitalismo irrumpen periódicamente en la sociedad actual.

Las primitivas castas dominantes sumidas en la ignorancia general de aquellos tiempos, inconscientemente rendían culto a unos dioses imaginarios en su afán de dominar la fuerza destructiva de fenómenos naturales cuyas verdaderas causas desconocían. Se las imaginaban como monstruos a los que había que calmar con sacrificios humanos. Hoy día, en la llamada sociedad del conocimiento y con absoluta conciencia de lo que hacen, los más acaudalados burgueses proceden de modo y con fines totalmente distintos: consagran el culto a la ignorancia en materia de economía política, para poder así dominar NO fenómenos como las crisis —que no pueden porque sería su propia perdición como clase— sino a las víctimas que ofrecen en sacrificio a esos, sus dioses de pacotilla que son "los mercados". Y es que la ciencia en materia socioeconómica NO conviene a los intereses de la burguesía. Por eso los capitalistas huyen de la ciencia social como de la peste. Esto explica su necesidad de endiosar a los “mercados”, ámbitos sociales exclusivamente reservados a relaciones mercantiles que solo ellos protagonizan. [3] Como si no se los pudiera someter políticamente a la más acabada ley jurídica racional democráticamente promulgada, donde ahí SI que prevalecemos los asalariados, si es que alguna vez decidimos unirnos en un partido al margen de las instituciones del Estado burgués. Este es el temor de nuestras clases dominantes y para eso están ahí los "distintos" partidos políticos institucionalizados, que sirven a sus intereses, encargándose de oficiar la ceremonia del sacrificio. Aparentan estar divididos para debilitar nuestra fuerza política dispersándola entre sus "distintas" organizaciones constituidas por políticos profesionales a su servicio. Todos ellos cortados por la misma tijera.

Y es que, cuando se nos dice: “hay que calmar a los mercados”, en realidad a quienes hay que colmar —que no calmar, es a unos cuantos magnates capitalistas, émulos de Hermes —dios mítico en la Grecia antigua del comercio, es decir, de la astucia propia de los ladrones y los mentirosos—, que hoy a fuerza de talonario mueven más dinero que el existente en todos los tesoros públicos de todos los Estados nacionales del Mundo, e influencias políticas para poder enriquecesrse todavía más en medio de la crisis, manipulando impunemente las cotizaciones en los mercados especulativos con todo tipo de valores bursátiles y mercancías, como es el caso hoy día con las materias primas de los productos de primera necesidad.

No es casual que de esa expresión de cuño mitológico se haya hecho eco nada menos que el actual presidente socialdemócrata norteamericano, señor Barak Obama, durante la comunicación telefónica que mantuvo con el ex Presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero El 10 de mayo de 2010, poniéndose de acuerdo con él en que "hay que calmar a los mercados" Pero queda más por destapar en semejante superchería criminal. Porque cuando imperaba el gobierno de la imaginería religiosa, en el altar de los dioses —que supuestamente movían a las fuerzas naturales—, para calmarlos se ofrendaba la vida de algunos individuos. Pero ahora, en el ara de los mercados se sacrifica la existencia de miles de millones condenándoles a la miseria extrema. Y en los países mas pobres, son centenares de miles los muertos anualmente por inanición. [4 Y esto así seguirá, mientras los pagadores de tal sainete macabro continuemos tolerando la recreación de semejante ceremonuia, producto del desorden irracional e inhumano de cosas:

<<Dos palabras para evitar posibles equívocos. Por cierto no pinto del color de rosa las figuras del capitalista y el terrateniente. Pero aquí solo se trata de personas en la medida que son la personificación de categorías económicas, portadores de determinadas relaciones e intereses de clase. Mi punto de vista con arreglo al cual concibo como proceso de historia natural el desarrollo de la formación económico-social, menos que ningún otro podría responsabilizar al individuo por relaciones de las cuales él sigue siendo una creatura, por más que subjetivamente pueda elevarse sobre las mismas>>. (K. Marx: “El Capital” Libro I Prólogo a la primera edición alemanaI)

En este trabajo nos proponemos explicar lo más breve y simple que seamos capaces, las formas de manifestación de tales leyes económicas, que los valores reales adoptan inevitable y periódicamente, desde la fase expansiva del ciclo de los negocios hasta el estallido de las crisis de superproducción de capital, escamoteando sus verdaderas causas. Un proceso en el que la burguesía cabalga sobre supuestos valores económicos reales que, en realidad son ficticios, como el dinero a crédito, que permiten disponer de un producto antes de pagarlo, para poder seguir produciendo sin interrupciones —tal como hemos dicho— más allá de los límites naturales objetivamente determinados (por el tiempo en el que la masa de valor ya producido, debe permanecer inevitablemente confinada en la esfera de la circulación, es decir, mientras todavía no se ha vendido la cosa en la que está realmente contenido), como condición de recuperar dicho valor en dinero real como capital necesario para seguir produciendo. [5]

Por tanto, también exponemos —que no demostramos, porque esa solo fue tarea monumental y mérito exclusivo de Marx— la causa o fuerza vectorial que conduce a las crisis. Que no es el exceso de crédito —aunque así lo parezca y la intelectualidad burguesa se dedique a reforzar tal determinación abstracta (engañosa) en la conciencia popular—, sino la relación necesariamente decreciente, entre el plusvalor p y lo que socialmente cuesta producirlo, expresado en términos de sumatoria entre el capital-dinero c invertido en suelo, edificios, maquinas y herramientas, materias primas, etc., —que Marx llamó capital constante [6] — y el capital variable [7] o salarios v; cociente cuyo resultado G’ denominó Tasa General de Ganancia Media según la.....

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Las crisis típicas de superproducción de capital, siempre han aparecido como crisis financieras o crisis del crédito. Un tramposo envoltorio que los "científicos" al servicio de la burguesía se han venido empeñando en hacer pasar por su contenido esencial [8]. La etimología u origen histórico del vocablo crédito, proviene del verbo latino credere que significa creer o dar fe de algo. Por ejemplo, cualquiera que tenga sus ahorros depositados en la cuenta corriente de un banco, habitualmente cree que dispondrá cuando así lo quiera la cantidad de dinero que le permita su saldo, así como los bancos creen que sus clientes devolverán el dinero que les han prestado.

Esa creencia o confianza en las relaciones sociales mercantiles y dinerarias bajo condiciones económicas normales, se apodera de la conciencia social a fuerza de comprobar que lo contratado entre los banqueros y sus clientes se cumple y confirma. Ni más ni menos que como sucede con el dinero en soporte de papel —por eso llamado fiduciario— de cuyo valor nominal emitido por el Estado nadie duda, hasta que su poder adquisitivo disminuye, porque los precios de la riqueza real —que cada billete supuestamente representa— aumentan desvirtuando su presunto valor real.

Desde ese momento, la creencia y confianza mutua general en el dinero, desaparece. Tal como sucedió en Alemania, después de que su poderoso aparato industrial fuera destruido bélicamente y ese país se viera forzado a pagar fuertes indemnizaciones a las naciones que le vencieron en la Primera Guerra Mundial. Ante las ciudades en ruinas y la miseria de su población imposibilitada de cumplir con sus obligaciones fiscales, la República de Weimar debió financiarse emitiendo moneda en billetes sin ningún límite, engañándose a sí misma y a sus habitantes. A consecuencia de lo cual, los precios aumentaron en la misma proporción nominal y el poder adquisitivo del dinero-papel descendió, hasta el punto de que muchos alemanes revestían con ellos las paredes interiores de sus viviendas porque les salía más barato. Entre enero de 1922 y noviembre de 1923, la tasa acumulada de inflación ascendió en Alemania a un billón por ciento. Por eso los ideólogos burgueses, a quienes se les exige mentir —y lo hacen de muy buen grado por la cuenta que les trae—, explican las crisis económicas apelando a la psicología, como si fueran crisis de confianza (en las promesas de pago escritas y en el dinero-papel que circula y resulta ser un fraude). Crisis supuestamente causadas por el exceso de circulante o a crédito más depósitos en los bancos. Todo esto que sucede habitualmente es cierto sin que por eso sea la causa de las crisis económicas, sino que es su resultado o efecto. En el caso de Alemania durante la primera postguerra mundial, aquella fue una crisis de sub-producción de capital-mercancías, es decir, de penuria, como consecuencia de la destrucción bélica de su aparato productivo.

Este mismo espejismo ideológicamente reforzado por los agentes ideológicos de la burguesía en la conciencia popular, volvió a presentarse sin ir más lejos, cuando México anunció la suspensión de los pagos del principal de su deuda exterior el 20 de agosto de 1982. Esta vez se atribuyó la causa de aquella crisis al exceso de crédito internacional, una situación que, como así fue, se había venido incubando durante más de una década. En ese momento, solo tres países de desarrollo intermedio —México, Argentina y Brasil— y uno de Europa del Este: Polonia, habían alcanzado un monto de deuda que ascendió a 626.000 millones de U$S, el triple de la de 1976. Pero la deuda mundial excedió a esa cifra con creces. Entre 1973 y 1982, solo EE.UU. había contraído tanta deuda con el exterior como la de todos los países en vías de desarrollo juntos. Su déficit presupuestario acumulado en ese período ascendió a 460.000 millones. Y los países más desarrollados del mundo —representados por la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico)— alcanzaron un déficit presupuestario total de 1,25 billones. Visto como proporción del comercio mundial, es decir, de la circulación de valor-mercancías, los préstamos de la banca internacional aumentaron del 7,5% en 1964 al 42,6% en 1980 y al 104,6% en 1991.

El 19 de octubre de 1982, durante una conferencia pronunciada en Tokio bajo el título: “A Dificult Transition”, Henry Kaufman, por entonces director ejecutivo de la conocida empresa financiera Salomon Brothers, según las estadísticas disponibles en ese momento estimó que la deuda mundial, exceptuando el “bloque comunista”, había llegado en 1981 a 14,3 billones de dólares (14.300.000.000.000). Teniendo en cuenta que en 1971 había sido de 3,6 billones, la deuda de referencia creció en diez años a razón del 15% medio anual.

Cuando una empresa quiebra porque no tiene dinero suficiente para saldar deudas vencidas con sus acreedores, ese montante equivale al coste de fabricar la riqueza que produjo y entregó a terceras personas, bajo promesa de pago escrita que tampoco pudieron cumplir. Así es como se llega a romper la cadena entre cobros y pagos, típica forma en la que se manifiestan las crisis de superproducción de capital. Como consecuencia, las empresas en tales condiciones malvenden sus activos físicos para pagar sus deudas, o son absorbidas por otras sociedades con masa de capital en funciones y solvencia suficientes para saldar ese pasivo exigible.

Sea como fuere, a la salida de cada crisis la propiedad sobre el capital (principalmente industrial y bancario), se centraliza quedando cada vez más en poder de menos individuos más y más acaudalados. Y así de crisis en crisis hasta desembocar en el gran capital oligopólico (centralizado en pocas grandes empresas). La burguesía deviene de tal modo en una clase social cada vez más minoritaria. Por consiguiente, oligárquica y antidemocrática o totalitaria que por tal razón histórica de carácter democrático, sobra y, como categoría social debe ser eliminada, prohibiendo la propiedad privada sobre los medios de producción y de cambio. [9]

El siguiente paso en la lógica objetiva del capitalismo tendente a la creciente centralización de la propiedad sobre la riqueza global de la sociedad bajo la forma de capital, se vio facilitado por dos circunstancias: 1) la organización de las más grandes empresas —incluidos los bancos— en sociedades anónimas que cotizan sus acciones en la bolsa de valores y 2) que todas ellas reflejan el movimiento de sus respectivas masas de capital-dinero en cuentas corrientes bancarias, a través de las cuales los bancos descuentan (adelantan) el dinero de las letras de cambio en poder de sus clientes. Esto dio por resultado que un relativamente pequeño número de grandes bancos concentren y controlen, la mayor parte del dinero —real y ficticio— emitido que circula en cada país, lo cual les permitió conocer tanto el volumen como la proyección de negocios de sus clientes —las empresas que actúan en la economía real— para poder así orientar convenientemente la inversión de sus propias ganancias logradas como intermediarios financieros, hacia las de mayor poder económico y solvencia monetaria, adquiriendo títulos de valor de toda clase y acciones que les convirtió en copropietarios de las más grandes empresas industriales, comerciales y de servicios en el mundo. Por su parte, a la recíproca, los dueños de estas grandes empresas productoras de bienes materiales y servicios, invierten sus capitales bajo la forma de dinero, en acciones emitidas por los bancos a quienes han confiado sus depósitos.

El siguiente movimiento implícito en esta lógica objetiva —que no depende de la voluntad personal de nadie— induce a que ciertos magnates de la banca beneficiarios de distintas fusiones, ocupen simultáneamente los puestos dirigentes en grandes empresas industriales, comerciales y de servicios, organizativamente autónomas. Por ejemplo, en EE.UU. los Morgan, los Rokefeller, los Dupont y otros pocos, controlan a centenares de corporaciones menores en diversas ramas de la industria, el comercio y los seguros, disponiendo así no solo de trabajo ajeno, sino, además, de capital ajeno, mediante el recurso a la oferta pública de acciones. Este entrelazamiento empresarial y personal entre el capital invertido en la intermediación bancaria y el dedicado a la industria, el comercio y los servicios, es lo que en 1910 Rudolf Hilferding definió comocapital financiero.

Finalmente, el dominio de la oligarquía financiera resultante de dicha fusión en la vida económica de todos los países, se combina y completa extendiendo sus tentáculos a la vida política de los distintos Estados nacionales, para apoderarse de ellos y usarlos políticamente en favor de tales intereses privados corporativos multinacionales. ¿Cómo? Consiguiendo que los puestos más importantes en los organismos públicos gubernamentales, sean ocupados por los propios miembros de la oligarquía financiera y viceversa, o sea, que los altos cargos públicos que dejan momentáneamente el poder político institucional, pasen a formar parte de los consejos de administración en las grandes empresas privadas.

Este "transformismo" bidireccional de ciertas minorías sociales privilegiadas en su trasiego entre lo público y lo privado, dio pábulo a lo que Antonio Gramsci llamó intelectuales orgánicos de la burguesía. Actuando directamente o a través de testaferros suyos [10]. Conspirando en las más altas instancias del Estado entre los más encumbrados cargos políticos. Haciendo tráfico de influencias sobre ellos. De esta manera garantizan el mutuo enriquecimiento y el control del poder en uno y otro sitio: en la sociedad civil y en el Estado. Ámbito este último, donde con sus mutuas rencillas de andar por casa —sea en el parlamento o en los tribunales de "justicia" y a través de los medios de comunicación— estas "creaturas" del sistema ocultan el verdadero propósito que les identifica: perpetuar la dictadura del capital exhibiéndo sus presuntas "confrontaciones" engañosamente, como si fueran virtudes ciudadanas del llamado "pluralismo democrático".

<<Los cargos en los consejos de administración (de las empresas implicadas con los gobiernos de turno) —escribió ya en 1905 Otto Jeidels— son confiados espontáneamente a personalidades de renombre, así como a ex funcionarios públicos, quienes les pueden facilitar en grado considerable las relaciones con las autoridades […]. En el consejo de administración de un banco importante, hay, por lo general, algún miembro del parlamento o un concejal de Berlín>> (Citado por V. I. Lenin en: "El Imperialismo, etapa superior del capitalismo" Cap. II. Octubre de 1921. Lo entre paréntesis nuestro)

Actualmente basta con referenciar, por ejemplo, en España, a Luis de Guindos. Este señor es el actual Ministro de Economía y Competitividad designado el 22/12/2011. Pero antes, entre 2000 y 2004 ya pasó por ahí como Director General y Secretario de Estado nombrado por el ex Presidente Aznar. Posteriormente, tras las elecciones de 2004 en que el PSOE recuperó el gobierno, en 2006 De Guindos pasó a ser miembro del Consejo Asesor del banco Internacional de Inversiones Lehman Brothers a nivel europeo, al mismo tiempo que como Director de esa misma empresa en España y Portugal hasta su quiebra en 2008, que desencadenó la actual crisis económica internacional. Su “capacidad científica” tan “previsora” como “desinteresada”, le llevó a decir en noviembre de 2003 que:

<<[En España] no hay burbuja inmobiliaria, sino una evolución de precios al alza que se van a ir moderando con más viviendas en alquiler y más transparencias en los procedimientos de urbanismo>>

Y todavía en setiembre de 2008, mientras el “New York Times” presagiaba la inminente quiebra de Lehman Brothers, De Guindos desde España negaba que tal cosa fuera a ocurrir. Cuando se produjo lo inevitable, nuestro Ministro de Economía y competitividad abandonó aquel barco hundido buscando un nuevo empleo que consiguió poco después en la consultora “Price Waterhouse Coopers”. Antes de asumir su actual responsabilidad política en el gobierno de Rajoy, ganaba 400.000 Euros mensuales; ahora —según dice Zuriñe Ortiz De Latierro ya citada— parece que solo cobra 70.000, atribuyéndole a De Guindos haber dicho que: “el dinero no lo es todo en la vida”. Para saber qué hay de verdad en esta declaración de austeridad, basta recordar que en febrero de 2012, tras el acuerdo previo entre Rajoy y Rubalcaba, De Guindos consiguió que el Congreso ratifique por holgada mayoría absoluta el Decreto-Ley de Saneamiento del Sector Financiero en España. Y así como en noviembre de 2003 “surfeó” sobre la gran ola especulativa de la banca internacional haciendo previsiones optimistas sobre una coyuntura que iba directamente hacia la crisis, en la sesión parlamentaria de febrero de 2012 esta vez De Guindos acertó al vaticinar un empeoramiento de la economía española y mundial. Pero tal como en 2003, tampoco hizo esta nueva previsión —ciertamente nada genial— guiado por la búsqueda de la verdad científica, sino para seguir favoreciendo al gran capital bancario. Porque lo hizo para que se pueda aprovechar de la reforma financiera aprobada en 2008, esencialmente orientada a que las Cajas de Ahorro desaparezcan absorbidas por los cuatro bancos más poderosos del país, que precisamente para tales fines se creó en 2008 el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) a raíz del estallido de la crisis—, según consta en el Real Decreto-Ley 9/2009.

Carlos Solchaga es un licenciado en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense de Madrid, que amplió sus estudios en Basilea y Estados Unidos. En 1974 formó parte del Servicio de Estudios del Banco de España y entró a militar en el Partido Socialista de Euskadi-PSOE. En 1979 participó en las elecciones generales como segundo en la lista de candidatos por Álava. En 1980 fue portavoz del Grupo Parlamentario "Socialistas Vascos" en el Congreso sustituyendo a Txiki Benegas. Su progresión política continuó en 1982, al ser reelegido diputado en las elecciones de octubre, esta vez por Navarra, y en diciembre pasó a ser ministro de Industria y Energía, cargo desde donde impulsó el programa de reconversión industrial, con la consiguiente conflictividad laboral en los sectores afectados, especialmente el naval. Finalmente, en 1985 fue nombrado Ministro de Economía y Hacienda, donde permaneció hasta 1993. En 1996 abandonó la política activa para dedicarse a la asesoría económica, junto a José Aureliano Recio, un correligionario suyo quien también ingresó al partido en 1974, y en 1986 formó parte del Gobierno de Andalucía presidido por José Rodríguez de la Borbolla como Consejero de Fomento y Turismo. En 1988 dejó la vida política y un año después fue nombrado director general adjunto del Banco de Vizcaya. En 1998 abandonó el banco para fundar con su amigo la sociedad “Solchaga Recio & Asesores” dedicada al asesoramiento y la intermediación. A principios de 2009, haciendo uso de su influencia a su paso por los entresijos políticos del Estado español, estos dos abnegados “demócratas” cobraron 461.100 Euros en una de las operaciones más comprometedoras de los últimos años: mediar para la consecución de una subvención para la empresa “Minas de Aguas Teñidas SA” (Matsa) —propiedad de la canadiense “Iberian Minerals Corporation”—, donde actuaba como apoderada Paula Chaves, la hija del entonces presidente de la Junta, el “socialista” Manuel Cháves, una cantidad que es casi el 5% de la subvención aprobada, algo más de 10 millones de Euros.

Otro ejemplo de fusión entre los distintos Estados Nacionales y el gran capital financiero internacional, es Mario Draghi, actual Presidente del Banco Central Europeo. Junto a De Guindos ambos se parecen como dos gotas de agua. También este distinguido italiano, antes de asumir el alto cargo en esa empresa pública europea, fue vicepresidente del banco privado de inversión y valores "Goldman Sachs International" para Europa entre 2002 y 2005, encargado de la relación con "empresas y países soberanos", el departamento que poco antes de su llegada ayudó a Grecia a maquillar sus cuentas gracias al producto financiero "Swap" sobre la deuda soberana. También está implicado en un escándalo que salió o a la luz, cuando dos amigos de su hijo pudieron escuchar una videoconferencia donde se habló acerca de:

<<…como mantener la presión en las primas de riesgo y desviar la atención sobre el Dólar como valor refugio de China. Apareciendo China diversas veces en la conversación. Parece ser que China sigue empeñada en diversificar sus divisas en Euros y Dólares, y que eso acabaría con la práctica habitual americana de dolarizar sus déficits fabricando más dinero que el mundo siempre le acepta sin rechistar, al fin y al cabo el petróleo se sigue pagando en Dólares, y desde la administración Nixon en Estados Unidos se utiliza esta práctica cuando es necesario. Gracias a ella consiguieron ganar la carrera armamentística a la Unión Soviética, la carrera espacial, y mantener grandes niveles de déficit casi una década. El EURO bisagra iba a ser utilizado desde su creación para compensar en este juego, pero entró un nuevo actor no esperado, y ese era una poderosa China reconvertida a un Capitalismo de estado, que iba absorber en tan solo una década el 40% de los Dólares emitidos. Permitiendo cómodamente financiar dos guerras larguísimas como Irak y Afganistán, y un déficit desorbitado. Consciente de las debilidades de la divisa americana con el último incremento de valor del EURO, China se plantea en 2007 diversificar sus divisas y Estados Unidos tiembla. Hasta el punto de organizarse un viaje relámpago de la administración Bush entera para dialogar con ellos. Pues bien, se volvió sin conseguir una respuesta definitiva del gobierno Chino respecto a su estrategia económica de futuro. Que cada uno saque sus propias conclusiones>>.

Mario Monti es el actual Presidente del gobierno Italiano. Pero antes fue asesor internacional del Banco de Inversión "Goldman Sachs" desde 2005 hasta su actual función estatal. Según ese banco, su misión a cambio de jugosos ingresos, también pasó por asesorar "sobre los asuntos europeos y las políticas públicas mundiales". Dedicado a "abrir puertas", su tarea consistió y consiste —ahora de forma oficiosa y como quien no quiere la cosa—, en acceder al interior del poder público europeo para seguir apuntalando allí los intereses de Goldman Sachs, como sucedió durante el período en que esta compañía ayudó a ocultar el déficit del gobierno griego de Kostas Karamanlis. Pero con tal proceder y por encima de todo, este profesor neoliberal de economía defiende los intereses de la burguesía internacional. Y en esto no se distingue de sus otros colegas de profesión aludidos aquí. Fue también director europeo de la Comisión Trilateral, un lobby de su misma orientación ideológica e intereses personales, fundado en 1973 por David Rockefeller, miembro de la directiva del Grupo Bilderberg, presidente del think-tank Bruegel y asesor de Coca-Cola Company.

Hemos dicho más arriba que, cuando cualquier empresa quiebra, desaparece como tal devorada por sus deudas, o es absorbida por otra económicamente boyante y solvente. Otro, sin embargo, es el comportamiento de los Estados nacionales en tiempos de crisis, incapaces de hacer frente a miles de millones de su “deuda soberana” con el exterior, como sumatoria de la privada y la pública. Por lo general no se declaran en quiebra aunque técnicamente sea ésa su situación. Lo que hacen es preservar la soberanía económica y política de sus respectivas clases burguesas dominantes —da igual si son nacionales o extranjeras al interior de un mismo país. Y lo consiguen decidiendo que casi todo el peso de la deuda recaiga sobre su clase asalariada socialmente mayoritaria. ¿Cómo? aumentando los impuestos y, por tanto, los precios, al tiempo que congelan los salarios nominales y las pensiones a los jubilados. O sea, que degradan en todo lo que el sistema exija el poder adquisitivo de las mayorías sociales explotadas que gobiernan. A esto le llaman cínicamente “democracia”, palabra que como todo el mundo sabe, significa gobierno de las mayorías. Para tal propósito, los políticos a cargo de los gobiernos “democráticos” de turno, dictan decretos-leyes. Esto es lo que ahora mismo está llevando a cabo el gobierno burgués de la derecha “democrática” española presidido por el millonario Mariano Rajoy Brey, tarea que comenzó de modo vergonzante el gobierno socialdemócrata de Zapatero que le precedió. Y si esto no es posible por las buenas, es decir, en “democracia”, apelan a las fuerzas armadas del régimen, como sucedió en Alemania e Italia con el fascismo que derivó en la Segunda Guerra Mundial, para no citar más que uno entre múltiples ejemplos en la historia reciente del capitalismo:

<<Como la deuda pública tiene que ser respaldada por los ingresos del Estado, que han de cubrir los intereses y demás pagos anuales, el sistema de los empréstitos públicos tenía que tener forzosamente su complemento en el moderno sistema tributario. Los empréstitos permiten a los gobiernos hacer frente a gastos extraordinarios [como en la España de las últimas décadas para financiar costosas infraestructuras de todo tipo] sin que el contribuyente se dé cuenta de momento, pero provocan, a la larga, un recargo en los tributos [lo cual se deja sentir —y ya sabemos sobre qué clases sociales y cómo— durante las crisis]. A su vez, el recargo de impuestos que trae consigo la acumulación de las deudas contraídas sucesivamente [inducidas por la burguesía en tiempos de bonanza para “forrarse” a costa del trabajo ajeno, mientras los políticos aplauden tales dispendios], obliga al gobierno a emitir nuevos empréstitos, en cuanto se presentan nuevos gastos extraordinarios. El sistema fiscal moderno, que gira todo él en torno a los impuestos sobre los artículos de primera necesidad (y por tanto a su encarecimiento) lleva en sí mismo, como se ve, el resorte propulsor de su progresión automática.
El encarecimiento excesivo de los artículos no es un episodio pasajero, sino más bien un principio. Por eso en Holanda, primer país en que se puso en práctica este sistema, el gran patriota De Witt lo ensalza en sus Máximas como el mejor sistema imaginable para hacer al obrero sumiso, frugal, aplicado y... agobiado de trabajo.>>
(K. Marx: “El Capital” Libro I Cap. XXIV Aptdo.6. Lo entre corchetes nuestro)

Así se resolvió el default de la deuda en México, Chile, Brasil, Argentina y Turquía a raíz de la crisis en los años 80. Excepto México, en los otros cuatro mediante dictaduras militares. En este último país, el más cercano a Europa, las reservas de divisas habían descendido de 2.100 millones de dólares en 1974, a 327 millones en 1977, frente a una deuda con el exterior que había crecido hasta los 10.000 millones. Los 220 bancos extranjeros afectados por esa deuda, formaron un comité de siete para resolver el problema, sustituyendo de facto la soberanía económica de ese país. El Morgan Guaranty, el City Bank y el Deustche Bank asumieron la dirección actuando al unísono junto con el Dresdner Bank, el Chase Manhattan, el Barklays y el Union Bank de Suiza.

Dado que el pueblo turco no se resignó a pagar por una situación que no había provocado, la burguesía internacional apeló a los denominados Bozkurtlar (Lobos Grises), paramilitares organizados por el fascista Partido de acción nacionalista (Milliyetçi Hareket Partisi-MHP). Dada la grave inestabilidad social, con el parlamento paralizado por el equilibrio de fuerzas políticas enfrentadas en las calles entre grupos nacionalistas y “comunistas”, cuando el número de asesinatos amenazaba con desembocar en una guerra civil, los trágicos enfrentamientos se saldaron con otro típico golpe de estado en 1980 (como el de 27 de mayo de 1960 desencadenado por idénticas circunstancias económicas y sociales de alta inflación y deuda masiva), esta vez encabezado por el General Kenan Evren, comandante de la operación “Gladio” . [11]

Tras un periodo de dos años, los militares turcos devolvieron el gobierno a manos civiles, prohibiendo el regreso a la vida política de Suleiman Demirel, Bülent Ecevit y demás activistas políticos turcos, a quienes se hizo aparecer como chivos expiatorios del desastre económico y del proceso político “desestabilizador”: [12]

<<El zar de las finanzas, Turgut Ozal, renegoció la deuda con los bancos comerciales en enero de 1981. Turquía consiguió así reducir la inflación —que en marzo de 1980 era del 130%—, al 30% en mayo de 1982. Durante ese año, el país consiguió un préstamo sindicado [13] de unos 300 millones de dólares en los mercados internacionales, dando los primeros pasos en el sentido de volver a ser digna de crédito. Turquía manejó de forma tan satisfactoria (en menoscabo de su soberanía económica) su problema de divisas, que en 1983 el ministro de Finanzas, Adnam Basar Kafauoglu, se lamentó de un exceso de divisas y de escasez de liras turcas>>. (Darrel Delamaide: “El Shock de la deuda” Ed. Planeta/85 Pp.87. Lo entre paréntesis nuestro).

El proceso de renegociación de la deuda que el Estado turco contrajo con los bancos extranjeros, consistió en capitalizarla privatizando las empresas estatales de ese país, convertidas en propiedad privada del capital financiero multinacional que esos bancos representan, proceso que se inició en 1985 y se concretó en 1994.

A caballo de la desorbitada deuda externa, las privatizaciones de empresas públicas en países económicamente dependientes como Argentina, Chile y Brasil, constituyeron el programa central de sus respectivos gobiernos dictatoriales, inspirado en una política que llegó al paroxismo en 1997. Toda la historia económica de los últimos cuarenta años en estos países, estuvo signada por una alta correlación entre deuda externa, feroces dictaduras militares, privatizaciones de las empresas estatales y pobreza social absoluta de la clase asalariada. En 1975, la deuda externa (pública) latinoamericana era de 69.000 millones de U$S; en 1990 pasó a ser de 443.000 millones y en 1996, de 603.000, mientras que el monto de las privatizaciones en los últimos quince años llegó a ser de 110.000 millones de U$S. En 1996, América Latina acumuló el 17% del total mundial en materia de privatizaciones, por un total de 15.000 millones de U$S. Una suma que creció todavía más en 1997 (probablemente sobre los 25.000 millones). Según la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), en 1990 había en esta región 197.200.000 pobres; cuatro años después esta cifra había crecido hasta alcanzar los 210 millones de personas.

Y en lo que respecta a la deuda interna por déficit fiscal, como exceso de gastos respecto de los ingresos en países —o comunidad de países con moneda única—, mucho hablan los políticos y repiten los medios de comunicación denostando a países miembros de la CEE como Grecia, Portugal, Irlanda, España e Italia, acusados de ser los causantes de la inestabilidad financiera en la zona Euro. Pero deliberadamente omiten decir, que el déficit fiscal de estos 5 países, equivale hoy solo al 18% del dinero que el Banco Central Europeo (BCE) ha venido prestando desde el 2000 a los bancos privados localizados allí en acuerdo con el Eurogrupo [14]. También callan acerca de que ese dinero inyectado por el BCE en los bancos privados, excede en un 66% al déficit fiscal registrado en los 17 países que integran la Comunidad Económica Europea. Y que con ese dinero desembolsado podría refinanciarse el 77% de la deuda de cada uno de los países más golpeados por los mercados financieros que son: Irlanda, Portugal, España y Grecia. Este último país ha sido puesto en la picota imputándole ser el primero en atentar contra la estabilidad financiera del Euro, cuando, en realidad, su déficit fiscal llega tan solo a ser el 1.7%; y su deuda interna pública equivale al 31.8% del total del dinero inyectado por el BCE-Eurogrupo a los bancos privados de ese país. Por tanto, la presunta crisis de la deuda pública interna del Estado Griego, es en realidad una crisis de deuda bancaria privada.

Convertir la deuda privada en deuda pública para que la paguen las mayorías explotadas allí donde estalla la crisis, vía congelación de salarios, extensión de la jornada laboral y aumento de precios e impuestos. Una orden terminante que la burguesía le ha exigido a los políticos profesionales institucionalizados que cumplan, y esto es lo que sigue pasando en el mundo entero desde 1825: repartir ganancias entre una minoría de explotadores en tiempos de bonanza económica, y socializar las pérdidas entre las mayorías explotadas en tiempos de crisis. Tal es la esencia de la “democracia” que, a la luz de la ciencia, se revela como una dictadura del capital. Disfrazar esta realidad es tarea primordial de todos los farsantes que pasan por ser "científicos sociales", políticos profesionales y periodistas venales.

Y lo más grave, ahora, es que el BCE ha venido prestando a los bancos privados esa mayor parte de los fondos públicos en la zona Euro al 1%, para que éstos, a su vez, hicieran pingües negocios prestándolo a distintos Estados comunitarios al 6 e incluso al 7%. Una verdadera estafa que, a la postre, pagamos los asalariados y pensionistas con la miseria que los distintos Estados Nacionales por mediación de los políticos profesionales a cargo de los gobiernos de turno, arrojan sobre nosotros bajando indirectamente —vía incremento de los impuestos— el poder adquisitivo de los salarios y de las pensiones. Después de que el BCE no hiciera más que acelerar el proceso de acumulación en dirección a la crisis, propiciando que el barco de la acumulación de capital navegue en un mar de deudas, el Comisario europeo de Mercado Interior y Servicios Financieros, Michel Barnier, acaba de anunciar, ahora la “firme” decisión de que ese organismo comunitario sea el encargado de “supervisar todos los bancos y Cajas de Ahorros de la Zona Euro” para evitar nuevos excesos del crédito. Es como para creérselo ¿verdad? Ya veremos en este trabajo, cómo discurrió la historia de tales "buenos propósitos" de la burgesía desde el pasado siglo hasta hoy.

El capitalismo en su etapa imperialista postrera, no solo se sigue mostrando tan incapaz o más que en su etapa temprana para controlar el crédito. Porque es el más formidable instrumento para acelerar el proceso de producción y acumulación de ganancia. No puede controlar el crédito del mismo modo que, por no poder, no puede siquiera satisfacer las necesidades humanas más elementales de las mayorías sociales a escala mundial [15]. Se ha vuelto cada vez más impotente de asegurar el derecho elemental al trabajo asalariado disponible, es decir, al consumo de una parte progresivamente creciente de la riqueza creada. El sistema que ha crado a esta clase social se lo impide, porque la ganancia de unos pocos está reñida con el progreso de las mayorías.

Y esto es así, porque la competencia intercapitalista derivada de la propiedad privada sobre los medios de producción y de cambio, induce a que una minoría social cada vez más irrisoria, disponga de tecnologías avanzadas que multiplican la capacidad de crear más riqueza por unidad de tiempo en trabajo vivo empleado. Dicho de otra forma, que un menor número de asalariados pueda poner en movimiento más medios de trabajo al mismo tiempo, de modo tal que, según aumenta la productividad del trabajo, cada unidad de producto contenga menos valor incorporado. Esto permite a los capitalistas pagar menos salarios manteniendo el mismo poder adquisitivo, con lo cual su masa de ganancia aumenta.

Pero si seguimos la lógica de este razonamiento teniendo en cuenta que cada jornada de labor no puede naturalmente exceder las 24 Hs. del día, llegaremos matemáticamente a la conclusión, de que el capitalismo genera una dinámica objetivamente destructiva y genocida, porque provoca crisis periódicas de superproducción de capital arrojando masas crecientes de seres humanos al paro, negándoles la posibilidad real de vivir en paz y prosperidad en medio de la abundancia, al impedirles compartir el uso productivo [16] y el consumo final [17], de porciones cada vez más crecientes de riqueza creada, de tal modo convertida en capital sobrante causa fundamental de dichas crisis económicas y consecuentes conflictos bélicos mundiales fratricidas.

Las crisis económicas —como se ha venido comprobando—, son tanto más profundas y difíciles de superar, de más larga duración en el tiempo y de mayor amplitud sobre la geografía política del Planeta, cuanto mayor es la masa de capital global acumulado que sobra y debe ser necesariamente desvalorizado, cuando no destruido por el mismo sistema, donde la burguesía en conjunto carga el mayor peso posible de las crisis sobre la clase sobordinada. Pero también se divide y enfrenta económica y hasta políticamente en la lucha por repartir el resto de las perdidas también inevitables para toda la clase capitalista:

<<Mientras todo marcha bien, la competencia, tal como se revela en la nivelación de la tasa general de ganancia, actúa como una cofradía práctica de la clase capitalista, de modo que esta se reparte comunitariamente y en proporción a la magnitud de la participación de cada cual, en el botín colectivo. Pero cuando ya no se trata de repartir ganancias sino de dividir pérdidas, cada cual trata de reducir en lo posible su participación en las mismas y de endosársela a los demás. La pérdida es inevitable para la clase (burguesa). Pero la cantidad que de ella ha de corresponderle a cada cual, en qué medida ha de participar en ella, se torna entonces en cuestión de poder y de astucia, y la competencia se convierte, a partir de ahí, en una lucha entre hermanos enemigos. Se hace sentir entonces el antagonismo entre el interés de cada capitalista individual y el de la clase de los capitalistas, del mismo modo que antes se imponía prácticamente la identidad de esos intereses a través de la competencia>> (K. Marx: “El Capital” Libro III. Lo entre pareéntesis nuestro)

Esta lucha económica “entre hermanos enemigos” de una misma clase capitalista dominante para repartir entre ellos desigualmente las pérdidas derivadas de las crisis, no solo compromete a los capitalistas de cada empresa respecto de las demás al interior de cada Estado nacional. También genera conflictos entre Estados nacionales en un mercado internacional abierto que, según demuestra la historia, no pocos acaban resolviéndose mediante confrontaciones bélicas destructivas y genocidas de colosal magnitud, según progresan las fuerzas productivas aplicadas a la industria de la devastación material y el aniquilamiento masivo de vidas humanas.

Y cuando se trata de repartir las pérdidas al interior de un mismo Estado nacional, donde la clase burguesa dominante está geopolíticamente compartimentada en distintas comunidades multiculturales y plurilingüísticas, cada fracción localizada en su respectiva comunidad autónoma, trata de cargar con el menor peso de las pérdidas derivadas de la crisis y cargárselo a las demás. Es entonces cuando esa disputa deja de ser puramente económica para adoptar la forma de lucha política que hasta puede derivar en guerra civil.

Y el caso es que los conflictos inter-burgueses y sus probables derivas político-militares de trágicas consecuencias para la humanidad, siempre han estado palpitando en el subsuelo económico del capitalismo y son protagonizados por determinadas fracciones políticas de la burguesía enfrentadas entre sí, que se agudizan con los peores augurios de modo explosivo en la etapa tardía del capitalismo, usando como carne de cañón al ejército social de reserva permanente formado por asalariados en paro, que así pasan a conformar la base del "más moderno" ejército profesional permanente.

Tomemos el ejemplo actual de España y veamos, brevemente, por qué la derecha burguesa nacionalista catalana de “Convergència i Unió” amaga hoy —mientras la izquierda socialdemócrata desoja la margarita— con encabezar una movida contra sus colegas del “Partido Popular” en el gobierno central nacionalista español, que amenaza con romper la unidad del Estado tal como quedó conformado en la Constitución de 1978.

Catalunya es la Comunidad autónoma donde la crisis económica más ha incidido en sentido geopolítico centrífugo. Según los datos del Banco de España al cierre del tercer trimestre de este año, el volumen de deuda del Estado en sus tres niveles administrativos alcanzó los 524.873 millones de Euros, que representa un 31,87% más que el pasado año. De ese total, 83.843 millones correspondieron a las comunidades autónomas y, entre ellas, Cataluña es la que más destaca con 24.054 millones, el 28,7% del total de las Autonomías; más que Andalucía, Aragón, Asturias, Baleares, Canarias, Cantabria y las dos Castillas juntas. Desde 1995, el endeudamiento de Catalunya se ha multiplicado pasando de de 6.992 a más de 24.000 millones de Euros contabilizados en el tercer trimestre.

El pasado 20 de setiembre, tuvo lugar en el palacio de La Moncloa una entrevista entre el Presidente del gobierno central español y el Conceller de la Generalitat de Catalunya, donde éste último le propuso suscribir un Pacto Fiscal con Catalunya. Artur Mas le propuso a Rajoy ese pacto, dada la insostenible situación financiera y presupuestaria de Catalunya, argumentando que desde la entrada en vigor de la actual Constitución, los ciudadanos residentes en esa Comunidad autónoma han aportado a la administración central del Estado español bastante más de lo que recibieron de él, lo cual violenta el principio constitucional de solidaridad interterritorial para garantizar “un equilibrio económico adecuado” consagrado en el Artículo 138.1 de la Constitución española. Consecuentemente, el pacto fiscal que Artur Mas puso sobre la mesa de Mariano Rajoy, planteaba un nuevo modelo de financiación para Catalunya, similar al concierto económico vasco o navarro. Aunque con algunas diferencias.

La propuesta catalana reclamaba plena soberanía fiscal para su Comunidad, cuya Agencia Tributaria debería encargarse de gestionar, recaudar, liquidar, revisar y hasta inspeccionar todos los tributos soportados por los ciudadanos residentes en Catalunya. En este caso la llave de la caja la tendría la Generalitat, a diferencia del concierto vasco, en el que la Hacienda pertenece a cada una de las tres diputaciones forales. Es decir, que la Agencia Tributaria catalana sería la única administración con responsabilidades fiscales en Catalunya, y el Gobierno autonómico debería disponer de plena capacidad normativa y responsabilidad fiscal sobre todos los impuestos.

Finalmente, una vez recaudados todos los tributos, el modelo de pacto fiscal catalán establecía un cupo —tal como en el modelo vasco—, en concepto de aportación catalana al Estado por el coste de las competencias o servicios que la administración central presta en esa comunidad autónoma en concepto de defensa, policía nacional, aeropuertos, puertos, frontera, etc...Y concluía que tanto el cupo catalán como la aportación interterritorial, deberían ser revisados cada quince años —como en el caso vasco y navarro—, acordados entre las dos partes.

Este nuevo modelo supone que Catalunya salga del régimen común de financiación de las demás comunidades autónomas. Por último el Gobierno catalán presidido por Arthur Mas entiende que, para ello, solo basta con reformar la Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas (LOFCA), dejando intangible el espíritu y la letra de la Carta Magna. Asimismo, el concierto catalán propuesto introduce una novedad respecto a los de Euskadi y Navarra llamado “cuota de solidaridad”. Una cantidad que Catalunya entregaría al Estado para que lo invierta en otras comunidades españolas menos beneficiadas. La cantidad estaba por determinar, aunque exigía que una vez abonada la cuota, Catalunya no podía perder posiciones en el ranking de comunidades en renta per cápita, señalando que su déficit fiscal catalán, que se sitúa entre el 6,5 y el 8,7% de su PIB, nunca debería superar el que tienen otras regiones de la UE con características y PIB similares.

En esencia, la propuesta catalana reclamaba plena soberanía fiscal para esa Comunidad, cuya Agencia Tributaria debería encargarse de gestionar, recaudar, liquidar, revisar y hasta inspeccionar todos los tributos soportados en Catalunya. En este caso la llave de la caja la tendría la Generalitat, a diferencia del concierto vasco, en el que la Hacienda pertenece a cada una de las tres diputaciones forales.

Proponía, también, que los recursos destinados a la solidaridad con el resto de España se destinaran a los servicios básicos del estado del bienestar, teniendo en cuenta el esfuerzo fiscal. Para reforzar esta reivindicación, los catalanes inciden sobre el llamado concierto con los navarros, que Franco se avino a mantener, porque fueron socios vencedores en la Guerra Civil. Es algo que remite a los conflictos del siglo XIX y muchos consideran injusto, porque coloca a los otros pueblos de España en situación de desigualdad y la Constitución no debería permitir tratos desiguales.

Ante la negativa de Rajoy, cinco días después de aquella malograda entrevista, Artur Mas anunció desde Barcelona que convocaría a elecciones anticipadas para el próximo 25 de noviembre a fin de que como leit motiv de esos comicios, los ciudadanos de esa comunidad decidan en un referéndum sobre su derecho a la autodeterminación.

Esta deriva independentista de Convergència i Unió (CIU), se puso en movimiento a caballo de la multitudinaria manifestación popular sin precedentes del pasado 11 de setiembre, que cobró forma de propuesta institucional dos semanas después, cuando Artur Mas abogó por un Estado miembro de la Unión Europea, algo similar a lo que la población francófona de Quebec pretende hacer en Canadá, Escocia respecto de Gran Bretaña y Flandes respecto de Dinamarca.

Nosotros no vamos a entrar en la tramposa discusión interburguesa, acerca de si la decisión de independizarse respecto de España, conviene o no conviene “a los catalanes”, ni si es o no legal desde el punto de vista del actual ordenamiento constitucional vigente. Porque para los internacionalistas revolucionarios —aun cuando consagramos el principio democrático de la autodeterminación de los pueblos tal como se ha planteado en Catalunya—, dadas las presentes circunstancias económico- sociales y geopolíticas de España, sostenemos que hay profundas y convincentes razones para que todo el proletariado deba actuar como bloque de poder independiente en todas partes, según el pensamiento de que su emancipación como clase social explotada, debe prevalecer sobre cualquier contingente y subordinada alternativa divisionista de pertenecer a uno u otro territorio delimitado por una frontera, ya sea entre distintos Estados nacionales, o al interior de un Estado como España, cuya Constitución le impide coercitivamente ejercer el legítimo derecho a su separación, como es éste último el caso de Catalunya, al que ahora parece sumarse el País Vasco en España.

De hecho, los capitalistas jamás han tenido patria. Todos ellos, cualquiera sea el país en que actúen, rigen su comportamiento por el mismo principio de clase social dominante primordial y sagrado, de explotar trabajo ajeno para convertir una parte cada vez mayor del tiempo de trabajo que contratan a su servicio, en plusvalor para los fines de la acumulación. Ésta es su única bandera. Hay que considerar, además, que la burguesía tampoco entiende de nacionalismos a la hora de provocar la desestructuración familiar y la incertidumbre propia de toda emigración forzosa, generando el paro masivo al interior allí donde actúe, tal como hoy está sucediendo, para conseguir en todas partes superar las crisis con esto que los políticos en España llaman eufemísticamente “flexibilidad salarial”—a la baja, naturalmente. De modo que la reivindicación del terruño bajo este sistema, tampoco tiene futuro para los asalariados. Su emancipación como clase a escala internacional, es la condición necesaria y suficiente para poder ejercer en plenitud el derecho a no sufrir la miseria ni el paro masivo forzoso. [18]

La tarea histórica fundamental que deben hacer suya los asalariados, pues, vivan en Catalunya o en cualquier otra parte de España y del Mundo, no pasa por apoyar la “independencia” política de “su” nación respecto de un Estado centralista burgués que los explota y oprime, para crear otro Estado nacional de la misma naturaleza social y política explotadora y opresiva. Porque la consecuente miseria y el desarraigo forzoso de su país impuesto por las crisis no lo podrían evitar. Deben procurar unirse con los de su misma condición social de explotados en torno a la verdad científica sobre la realidad que nos ocultan los burgueses, para poder luchar con conocimiento de causa por su emancipación para dejar de serlo por encima de nacionalidades, cultura y lengua propia. ¿De qué terruño, cultura y lengua propia estamos hablando con lo que se nos está viniendo encima en la etapa postrera del capitalismo? Terruño, cultura e idioma solo para nuestra ensoñación nostálgica en el destierro forzoso causado por el paro o las dictaduras militares, esto es lo que no podremos evitar hasta que decidamos por nosotros mismos transformar el descomunal desorden actual de las cosas, en otro sistema racional de vida.

En el caso de Catalunya, no solo serán los asalariados catalanes sino también los residentes allí que no lo son, quienes deberán unirse para orientar su lucha común desde la perspectiva irrenunciable de independencia ideológica y política respecto de la burguesía en general, —sea o no sea de origen catalán, que eso no tiene importancia—. así como de los partidos políticos institucionalizados que juegan a su servicio. Independizar al territorio en el que viven respecto del resto de España, no les independizará en absoluto como seres humanos, porque seguirán siendo igualmente explotados, oprimidos y, si es preciso, expulsados por el sistema allí donde fijen su residencia en tiempos de crisis. No esperen otra cosa porque será inútil. Hay que cambiar este sistema de raíz.

Este es el pensamiento que todos los asalariados debemos comprender y adoptar como principio de nuestro comportamiento político: dejar de seguir vistiendo la camisa sucia del capitalismo. Es tan ilusorio esperar que la burguesía y los políticos profesionales a su servicio vayan a resolver nuestros problemas, como pedirle peras al olmo. Los capitalistas no están hechos para eso, entre otras causas porque no pueden. Saben que van hacia las crisis pero no se detienen porque esa es su naturaleza de animal autotanático de rapiña. Viven tan enajenados respecto de su condición humana, como la clase que explotan. Ellos porque viven a expensas de otros seres humanos y el proletariado porque es la clase explotada que les soporta. ¿Qué es lo que les impide a los burgueses emanciparse de su enajenación humana? El hecho de que como individuos, esa enajenación les hace sentir bien. Pero cada crisis les confirma que, como clase social, no tienen futuro. Esta contradicción determina que ideológica y políticamente se sigan asumiendo como clase, pero moralmente no puedan sino refugiarse en sus respectivas individualidades, con su culto por el egoísmo metafísico del solipsismo. [19] ¿Cómo resuelven esta contradicción? Abrazándose a la máxima de Epicuro: “Comamos y bebamos que mañana moriremos”. Tal es su vértigo como individuos ante la decadente condición de ser clase dominante, al ver ese abismo social acercándose históricamente a sus pies.

Otra es la perspectiva histórica de los asalariados. Porque al emanciparse de su alienación como clase social explotada, recuperan plenamente su condición humana convertidos en individuos libres asociados. Esto es lo que los burgueses no pueden hacer. Porque su condición de clase social explotadora y, por tanto, antihumana, se lo impide. De ahí que como individuos se limiten a evocar su pasado para seguir disfrutando el presente. Todas sus celebraciones “patrias” llevan consigo tal retrospección melancólica, día que pasa más y más cuestionada por la realidad de sus propias contradicciones en el constante e inevitable fluir de la historia.

El proletariado, en cambio, no vino al mundo para inspirar su poesía en el presente ni el pasado, sino en el porvenir. Seremos, por tanto, nosotros, los asalariados como clase, los llamados a emanciparnos emancipando a la vez humanamente de su enajenación, incluso a los propios burgueses como individuos socializados, expropiándoles como clase dominante privilegiada ya caduca en nombre del futuro de la humanidad. Porque hacia allí somos impulsados unos y otros por la naturaleza de las cosas bajo el capitalismo. He aquí preparada la mecha de la próxima revolución que, por lógica económico-social en esta etapa de la historia, le cabe cumplir a los explotados y sin duda será realmente democrática y socialista.

¡¡Qué indiscutible razón profética lanzó al Mundo el “mago de Tréveris”, cuando dijo que: “nadie hará por los trabajadores lo que ellos no sepan hacer por sí mismos”!! Comprender la verdad de lo que condiciona la libertad humana en sociedad para superarlo, fue siempre algo que va por delante como requisito de cualquier trabajo efectivamente transformador, incluyendo la lucha por el progreso de la justicia y la libertad:

<<Lo que distingue al peor ebanista de la mejor abeja, consiste en que antes de ejecutar su obra la proyecta en su cerebro>> (K. Marx: “El Capital” Libro I Cap. V Aptdo. 1)

Finalmente y a propósito de esta última cita, insistimos en que para comprender lo que a continuación sigue de este trabajo, sólo basta 1) pensar acerca de lo que se va leyendo y, 2) saber ejecutar las cuatro operaciones matemáticas elementales y el cálculo de porcentajes que, como se podrá comprobar, ocupan la ínfima parte del texto.

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[1] Esto es lo que pasa y es un deber de quienes más sufrimos sus consecuencias saber realmente por qué pasa. Lo único que sabemos es que las crisis capitalistas jamás se han podido evitar, que ocurren cada vez con más frecuencia y que sus consecuencias resultan ser más y más catastróficas. Una verdad histórica de la que no pocos entre los más acaudalados popes del capitalismo saben sus causas porque han aprendido a ser casi mejores marxistas que Marx, naturalmente contra Marx. Lo mismo cabe decir de los catedráticos especialistas en materia económica, incluyendo los premios Nobel en esta materia. Todos ellos empeñados en la “noble” causa del mutuo enriquecimiento a expensas del trabajo ajeno.

[2] Como acabamos de comprobar según cifras del Consorcio de Compensación de Seguros, entre 1987 y 2002 la perdida material como resultado de las inundaciones provocadas en España por las lluvias, alcanzaron la módica cifra de once mil novecientos veintiún millones de Euros de 2002 (11.921.035.348). Estos fenómenos se han venido atribuyendo al oficialmente llamado "cambio climático", supuestamente producido por emisiones de dioxido de carbono a la atmósfera. Como si faltaran evidencias, de que el desarrollo de las ciencias naturales se está utilizando deliberadamente "por el hombre", para provocar catástrofes ambientales cuya consecuente destrucción de riqueza creada puedan prolongar la fase expansiva del ciclo económico, y aun así una vez ocurridas las crisis de superproducción de capital, salir de ellas más rápidamente destruyendo el capital sobrante.

[3] Bajo el capitalismo, los artículos de consumo más importantes son los de consumo productivo. Es la plétora de medios de producción la causa de las crisis, no el exceso de medios de consumo final como sugieren los teóricos “subconsumistas” que aplican el "simple sentido común" a la economía política. De hecho, la mayor parte del trabajo anual en la sociedad capitalista, se emplea en la producción de valor y plusvalor contenido en el capital constante (maquinas, herramientas, mobiliario y materias primas y auxiliares), cuyos consumidores NO son obreros sino capitalistas industriales. Consecuentemente, es también mucho mayor el intercambio de valor entre capitalistas que entre éstos y los obreros. Por lo tanto, las crisis se manifiestan en los mercados donde los burgueses negocian o se intercambian entre sí todo tipo de bienes de producción. Por eso NO son crisis de superproducción de mercancías (de consumo final) sino de capital productivo. No son, pues, crisis por exceso de valor contenido en la oferta de bienes de consumo final. Esto último es la consecuencia y no la causa de las crisis. El exceso de oferta o superproducción de bienes de consumo final respecto de la demanda efectiva o solvente, ocurre porque buena parte de los asalariados no pueden adquirirlos. Y no pueden comprarlos porque han sido arrojados a la miseria del paro causada por la crisis de superproducción de capital. La crisis de superproducción de bienes de consumo final, es consecuencia de la crisis de superproducción de bienes en ambos sectores de la economía, tanto en la de bienes de producción como en la de bienes de consumo final. Pero la crisis comienza antes en el sector económico más importante y de mayor desarrollo tecnológico, productor de bienes de producción. No al revés.

[4] La locución preposicional “en el ara de”, significa ‘en honor, en favor o en interés de’. Se utiliza para hacer referencia a un sacrificio que se hace en obsequio de algo o de alguien.

[5] Ficticio es el dinero que no tiene su correspondiente contrapartida en el valor de la riqueza creada.

[6] Constante, porque es el capital que se limita a trasladar la parte de su valor que se desgasta al valor del producto que contribuye a crear. Es decir, que durante el proceso productivo en que participa no añade nada.

[7] Variable, porque además de trasladar al producto el coste invertido por el patrón en su salario, durante el proceso productivo el asalariado añade a ese valor un plus de trabajo creador de plusvalor, que depende del grado de explotación al que es sometida su fuerza de trabajo, el cual, a su vez, está en función de la eficacia relativa de los medios de trabajo que durante cada jornada de labor pone técnicamente en movimiento.

[8] La esencia de cada ser o ente, es lo que determina que sea lo que es y para qué existe respecto de los demás. Su especificidad.

[9] No solo por ser cada vez más minoritaria y despótica sino también —y sobre todo— porque se torna incapaz de asegurar a sus mayorías absolutas explotadas la existencia, ni siquiera en el marco de su propia condición de explotados…: <<….dejándoles decaer (en el paro) hasta el punto de verse obligada a tener que mantenerles en lugar de ser mantenida por ellos. La sociedad ya no puede vivir bajo su dominación; lo cual equivale a decir que la existencia de la burguesía es, en lo sucesivo, incompatible con la de la sociedad.>> (K. Marx-F.Engels: “Manifiesto Comunista” I)

[10] Testaferro: Persona que presta interesadamente su nombre en un asunto o negocio que no es propiamente suyo.

[11] Organización terrorista secreta creada por la Agencia Central de Inteligencia integrada en la OTAN, para realizar operaciones clandestinas desestabilizadoras de gobiernos durante la llamada “Guerra Fría” entre el Occidente propiamente capitalista y ese híbrido pequeñoburgués que resultó ser la exURSS tras la muerte de Lenin.

[12] Demirel Ecevit: Epígono de Kemal Ataturk y Líder del Partido Republicano del Pueblo (CHP), de filiación socialdemócrata, después dirigente de la Izquierda Democrática Party (DSP) y cuatro veces Primer Ministro de Turquía. Tras la muerte de Turgut Ozal, en 1993 volvió a formar parte del gobierno turco esta vez elegido Presidente de la República. Como en el resto del mundo, no hay disputa interburguesa que acabe sin un arreglo entre la derecha y la izquierda dentro del mismo tiesto capitalista. Tal como la constitución de 1978 cerró el ciclo de ruptura entre iguales que abrió la guerra civil en España. Exactamente iogual que acabó la Seguhda< guerraMudial con el Plan Marshall para alemania. Todo queda en familia.

[13] Préstamo a una gran empresa o institución gubernamental que, por su gran envergadura, es concedido por diversas instituciones financieras, cada una de las cuales asumen una parte del montante y los riesgos de la operación.

[14] Eurogrupo: Reunión institucionalizada que en la Unión Europea, congrega al menos una vez al mes a los ministros de Economía y Finanzas de los Estados de la Unión cuya moneda es el Euro, al presidente del Banco Central Europeo, al Comisario Europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, y a su propio Presidente elegido por mayoría de Estados para un período de dos años y medio.

[15] Según el “Programa Mundial de Alimentos”, al día de hoy 870.000.000 de personas pasan hambre en el Planeta. Más que la suma de las poblaciones de EE.UU., Canadá y la UEE.

[16] Se llama uso productivo de un bien económico, al que se hace de todo medio de producción en cualquier empresa industrial, desde el suelo sobre el que se erigen sus instalaciones, hasta el mobiliario, pasando por la más compleja maquinaria, herramientas de mano, combustibles, lubricantes, etc.

[17] El consumo final comprende a los bienes de uso y consumo doméstico.

[18] Esto explica que el reclutamiento de los ejércitos tradicionalmente constituidos por asalariados activos en edad de cumplir con el servicio militar —obligatorio y no remunerado— haya sido sustituido por soldados profesionales a sueldo, constituidos por asalariados en paro.

[19] Solipsismo: Filosofía idealista de fundamento metafísico e individualista propio de los aristócratas, según la cual existo solo yo y todos los demás entes (personas y cosas), son y existen únicamente según lo que yo pienso. Últimamente ha surgido un solipsismo de la "diversidad democrática", según el cual pareciera haber tantas verdades como individuos. Pero en realidad, es éste un solipsismo de lo accesorio o subrogado. Porque el solipsismo que practican las clases dominantes de toda la vida, no es el de los individuos genéricos, es el solipsismo clasista que abrazó Nietzsche, el que inspiró su concepto de “superhombre”, el mismo que él atribuyó a la nobleza esclavista romana y extendió por propio dictado de su intelecto a la alta burguesía de su tiempo. Un solipsismo totalitario de las minorías sociales en el poder respecto de lo que para ellos es esencial, como, por ejemplo, la propiedad privada sobre los medios de producción y de cambio. Éste es el verdadero fundamento del solipsismo burgués. El otro, eso de que hay tantas verdades como individuos, es el solipsismo “democrático” postmoderno, que la aristocracia capitalista concede a las mayorías explotadas inconscientes, para que se recreen soñando con llegar a ser tan afortunados como "los de arriba". “La ilusión se cumple”. Pero solo la ilusión. Como en los juegos de azar. Porque ya lo decía Balzac: a diferencia de la ruleta, en la lotería ese "relámpago de felicidad" suele durar, a lo sumo, el tiempo que media entre la compra del billete y saber que no salió premiado.