05. El repudio a la guerra interimperialista se afianza en Ucrania

<<El caso es que Putin y sus partidarios adinerados, tienen mucho más en común con los hombres de negocios multimillonarios de Europa y América que con la gente común de cualquier parte de Ucrania (o de cualquier otro lugar). Y ninguno de nosotros, "pequeñas personas", debe olvidarlo>>. Joe Quinn

 

                    ¿Puede negar alguien que esto sea la pura verdad? Así como han venido siendo las cosas y tal como los acontecimientos en cualquier zona de conflictos bélicos lo ratifican, nadie de condición asalariada que no sea tan estúpido, puede seguir dejándose influenciar hasta el extremo de servir como carne de cañón en cualquier guerra “por la defensa de la patria”. Pero que la estupidez política de muchos continúe posibilitando a las clases dominantes el recurso a las guerras para seguir subsistiendo como tales, no obsta para que los explotados vayan tomando conciencia de su verdadera condición. Y este es el caso hoy de buena parte de la población de Ucrania, tal como aparece recogido en lo publicado por nosotros el pasado mes de octubre, bajo el título: “El ejemplo de los mineros ucranianos”.

 

Los antecedentes históricos del proceso que continúa con los actuales sucesos en Ucrania, se remontan a la segunda década del siglo pasado, precisamente al momento en que Lenin libró el último combate de su vida. Nos referimos a la lucha desde su lecho de muerte contra la tendencia a la burocratización de la URSS, cuando a caballo de su inveterada vocación por la ignorancia, Stalin equivocó el camino —tal como antes Napoleón—, pensando que una minoría política organizada en un partido a cargo del Estado, podía actuar como sujeto soberano de poder. Ninguna minoría política relativa organizada en un partido a cargo de un Estado, pudo jamás devenir en verdadero y efectivo sujeto de poder, si no actuó en función de los intereses de una determinada clase social dominante, es decir, como instrumento al servicio de esa clase. Y tales burocracias siempre acabaron invariablemente descomponiéndose hasta desaparecer, junto con sus respectivas clases sociales decadentes que lo han sido, a las cuales se han supeditado y apoyaron desde el Estado, para compartir con ellas el producto de la explotación de las clases subalternas.

 

Un burócrata es el suelo nutricio donde ya está puesto el germen, la semilla de un propietario privado burgués, un explotador, un corrupto y mentiroso compulsivo, un criminal de guerra en potencia. Lo que hizo en realidad Stalin presidiendo el aparato burocrático de la URSS tras la muerte de Lenin, fue administrar el retroceso del naciente socialismo al capitalismo de Estado industrial. Y sus huestes sucesoras, esa camándula de sujetos como Georgi Malenkov, Nikita Jrushchov, Leonid Brézhnev, Yuri Andrópov, Konstantín Chernenko, Mijaíl Gorbachov y Boris Yeltsin, fueron los burócratas continuistas de la era Stalin, encargados de restaurar en Rusia el capitalismo actual más puro y duro, presidido por Vladimir Putin. Los pormenores del proceso de burocratización de la URSS en el contexto de las relaciones entre Lenin y Stalin, serán próximamente publicados en el apartado 18 correspondiente al trabajo en curso titulado: “Marxismo y Stalinismo a la luz de la historia”.

 

El proceso económico y político de Ucrania siguió el mismo derrotero en franca  descomposición, del complejo pro socialista de la URSS tras la muerte de Lenin. Es decir, la privatización de la propiedad estatal soviética y su integración en el mercado capitalista mundial. Un proceso que convirtió a la plana mayor de los burócratas soviéticos en empresarios capitalistas:

<<Las nuevas oportunidades capitalistas debidas a la apertura de la economía rusa a finales de los años 1980 y principios de los años 1990 afectaron a los intereses de mucha gente. Como el sistema soviético estaba siendo desmantelado, los jefes bien situados y los tecnócratas del Partido Comunista, la KGB y el Komsomol (Unión Comunista de la Juventud) fueron sacando provecho del poder y los privilegios que tenían en la era soviética. Algunos recogieron silenciosamente las ganancias de su organización y escondieron en el extranjero las cuentas y sus inversiones.[4] Otros crearon bancos y negocios en Rusia, aprovechando sus posiciones privilegiadas para ganar contratos gubernamentales exclusivos y licencias para adquirir créditos financieros y suministros a precios extremadamente bajos, subvencionados por el Estado. Se crearon grandes fortunas de la noche a la mañana.

El programa de privatización estaba profundamente corrompido desde el principio. El mundo occidental en general abogaba por un desmantelamiento rápido de la economía soviética planificada, para abrir el camino a las "reformas de libre mercado", pero más tarde expresó su desacuerdo acerca del poder y la corrupción de los "oligarcas". Algunos llamaron a esta oleada de botines "capitalismo de nomenklatura". En la época en que el gobierno de Yeltsin llevó a cabo las reformas radicales, los "capitalistas de nomenklatura" —incluyendo a los de Ucrania— ya se habían afianzado como poderosos empresarios, tal como es el caso de Yulia Timoshenko y Víktor Yanukovich entre otros. Posteriormente, la privatización de las empresas del Estado dio a muchos de los que se habían enriquecido a principios de los años 1990, una oportunidad para convertir su dinero en acciones de empresas privatizadas. El gobierno de Yeltsin esperaba utilizar la privatización para ampliar, tanto como fuera posible, su posesión de acciones de antiguas empresas propiedad del Estado, consiguiendo así soporte político para su gobierno y sus reformas>>.  http://es.wikipedia.org/wiki/Historia_de_la_Federaci%C3%B3n_de_Rusia

 

Así fue como discurrió la deriva contrarrevolucionaria que agudizó la degradación económica de la República Socialista Soviética de Ucrania, cuyo desarrollo industrial retrocedió notoriamente desde el décimo lugar que había ocupado en la lista de países en vías de industrialización:

<<La integración en el mercado mundial destruyó los sectores de alta tecnología. "Si la economía de la URSS estaba orientada a la satisfacción de la producción y el consumo propio dentro del país y se desarrollaba más o menos completamente y en todos los sectores, la economía capitalista de Ucrania "se formatea" de acuerdo con las demandas de la división mundial del trabajo. Víctima de este proceso, sobre todo, fue la producción intensiva en ciencia: la construcción de maquinaria, la industria ligera, la construcción de máquinas-herramienta, de instrumentos, la radioelectrónica, la producción de turbinas, la aviación o la producción automovilística"[1]>> C:\Users\USUARIO\Desktop\Análisis de clase de la crisis ucraniana - [CEPRID]_php.mht

 

Este proceso de degradación económica y social —que se simultáneo con el de la corrupción política de la burocracia ucraniana—, no hizo más que agudizarse con el estallido de la última crisis económica en curso, cuya consecuente recesión mundial todavía no ha podido ser superada, poniendo en evidencia el carácter imperialista de Rusia bajo el actual gobierno, que aún mantiene a Ucrania bajo su influencia predominante. Pero sin poder evitar que la política exterior de este país, deambule vacilante sin decidirse entre su adscripción a Europa o a Rusia, mientras intenta meter allí una cuña el capital monopolista de los EE.UU. Y el caso es que, en el centro de toda esta disputa, palpita el conflicto en torno al mercado del gas proveniente de Rusia, que genera miles de millones en ganancias.

 

En tal contexto, cabe destacar que el 70% de los ingresos por exportaciones totales de Rusia provienen de la venta del petróleo y del gas. De manera especial, los intereses de la empresa rusa “Gazprom” —en un 50% en propiedad del Estado ruso—, y en la que el magnate Putin tiene participación personal. Así las cosas, está clara la fusión política en ese país, entre los intereses privados y los Estatales, donde Ucrania tiene una importancia vital, tanto para la empresa privada como para el Estado ruso. Y dado que por tierras ucranianas pasa la extensa red de transporte del gas hacia Europa, la importancia de este negocio público-privado ruso no se limita sólo a los activos que genera “Gazprom”, sino al poder de chantaje sobre Ucrania que le supone a ese complejo público-privado imperialista ruso, seguir controlando el suministro de gas a los países imperialistas europeos a través de ese territorio. Teniendo en cuenta que las utilidades obtenidas suponen el 10% del PIB de toda Rusia. Por tanto, mientras el bloque político público-privado del imperialismo ruso, no consiga poner en marcha los dos proyectos de circulación de ese fluido por otras vías de transportación, Ucrania sigue siendo una pieza clave, no solo para garantizar la coalición de intereses públicos y privados de burócratas y empresarios sintetizados en el Estado imperialista ruso, sino el éxito de la estrategia económica, geopolítica y militar de su presencia en ese país vecino de Ucrania.

 

Y para tal propósito, es necesario que la burocracia político-empresarial liderada hoy por el magnate Vladimir Putin, distraiga la atención de la clase obrera y el pueblo rusos, de todo ese entramado de intereses que mueve a la minoría social explotadora integrante del actual complejo público-privado conocido por la “nomenklatura”, dirigiéndola hacia problemas de política exterior, es decir, alimentando el chovinismo gran ruso y su odio al extranjero, como forma de arrastrar la conciencia de las masas lejos de su propia realidad como clase; de modo que no pueda ver el fracaso de sus clases dominantes en revertir el estancamiento de la economía, que ha intensificado la explotación propagando penuria no ya relativa sino absoluta de la clase obrera en ese país.

 

Pero en Ucrania las cosas no parecen discurrir según este plan. Porque la presente recesión económica del capitalismo mundial ha convertido a ese país, en el escenario de la disputa por las ganancias entre Rusia y la entente europea y americana, de modo que la República de Ucrania resulta ser el eslabón más débil por donde se puede romper la cadena del imperialismo. Y tan cierto es esto, como también lo es que el sector de la sociedad ucraniana por donde amenaza romperse esa cadena, no responde a los intereses de ninguna fracción de la burguesía internacional, sino a un sector de la clase obrera ucraniana —los mineros— quienes a la vanguardia del movimiento de los asalariados amenazan convertir la posible contienda bélica internacional entre potencias imperialistas, en una lucha al interior de Ucrania contra la guerra, desde la perspectiva estratégica de la lucha por la emancipación política y social del conjunto de los asalariados.

 

Si como es cierto que las guerras bajo el capitalismo han sido invariablemente guerras de rapiña entre “patrias” bajo el dominio de una misma clase social: los capitalistas, enfrentados en disputa por territorios en los que puedan obtener mayores ganancias explotando trabajo ajeno; y si no es menos evidente que las víctimas propicias de todas las guerras entre capitalistas siempre han sido de condición asalariada, de aquí cabe deducir la estupidez política que pueden llegar a cometer, los asalariados de distintos países en guerra, que deciden combatir unos contra otros obedeciendo la consigna de “morir por la defensa de la  patria”:

<<Reconocer la defensa de la patria equivale a reconocer la justicia y la legitimidad de una guerra. ¿Legitimidad y justicia desde que punto de vista? Únicamente desde el punto de vista del proletariado y de su lucha por la liberación; no admitimos ningún otro. Cuando la guerra es librada por una clase explotadora con la finalidad de consolidar su dominio como clase, es criminal y el “defensismo” en tal guerra es una infamia y una traición al socialismo. Cuando es librada por el proletariado que ha derrotado a su burguesía, que lucha para defender la consolidación y el desarrollo del socialismo, entonces es legítima y “sagrada”. Desde el 25 de octubre de 1917 somos defensistas>>. (V. I Lenin: “Sobre el infantilismo de la izquierda y el espíritu pequeño burgués” 05/05/1918. Obras Completas. Ed. Akal/1978 Pp. 85 Aptdo. II.  Ver en versión digitalizada).  

 

El precepto de “la defensa de la patria”, sólo es obligatorio y sagrado para los asalariados que han conquistado su libertad como seres humanos genéricos en cualquier territorio, sin distinción de clases sociales. Sustituyendo en el poder del Estado a la burguesía explotadora, corrupta y genocida. Tal es el espíritu revolucionario con el que los mineros ucranianos han decidido dar un magnífico ejemplo de inteligencia y abnegación. Asumiendo ese compromiso político en la presente situación de un país en el cual han nacido y viven con sus demás hermanos de clase, pero donde todavía no han conseguido su autodeterminación y de esto precisamente se trata. Porque sería tan estúpido morir luchando por intereses que no son los propios, como por defender un territorio que no se gobierna. La libertad siempre ha consistido en ejercerla, jamás en delegarla.

 

¡¡Arriba la democracia directa!!

¡¡Abajo el timo de la “democracia” representativa!!

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[1] Víctor Shapinov. Un callejón sin salida neoliberal para Ucrania. http://liva.com.ua/dead-end.html