Teoría de juegos entre capitalistas, lucha de clases y revolución comunista

               El 28/12/2017 a las 0:19 Hs. recibimos el siguiente mensaje: Por favor, ¿sería útil confrontar las tesis de Janis Varoufakis con las de Samir Amin, desde la microeconomía de la teoría de juegos a los asuntos de sistema-mundo? Agradeciendo su atención, José Gabriel Sánchez Jiménez.

          Señor José Gabriel:

          La llamada “teoría de juegos” ha sido concebida desde la perspectiva del comportamiento humano en la sociedad capitalista más moderna, ya sea entre individuos de clase social burguesa o bien entre grupos de ellos asociados, actuando en relación social interclasista competitiva con otros homólogos también asociados y de la misma naturaleza social sistémica.  

          Un comportamiento este último, que nada puede tener de parecido sino bien al contrario, con la relación socio-económica entre individuos pertenecientes a clases sociales distintas estratégicamente incompatibles y opuestas, como es el caso del capitalismo tardío en la relación entre patronos y asalariados.

          Según la teoría de John Forbes Nash —creador de la teoría de juegos—, “…la competencia entre sujetos de la misma clase social burguesa no necesariamente se rige por la lógica de suma cero. Ambos pueden, por ejemplo, cada uno lograr sus objetivos máximos a través de la cooperación con el otro, o no ganar nada en absoluto negándose a cooperar…”. En este último caso, la ganancia o pérdida resultante del comportamiento adoptado por un jugador en relación con otro de su misma clase social, es equivalente a las pérdidas o ganancias de uno de los competidores, ya sea en tiempos de paz o en tiempos de guerra. Lo cual deja estratégicamente intangible al sistema capitalista de relaciones sociales vigente.

          Otro es a la postre, el resultado de la relación socio-económica desigual entre patronos propietarios privados de medios de producción y obreros salariados, tal como así lo ha demostrado John Francis Bray en su obra titulada “Labour´s Wrongs and Labour’s Remedy [“Calamidades de la clase obrera y medios para suprimirlas”]:

<<La ganancia del empresario será siempre una pérdida para el obrero, hasta que los cambios entre las partes sean iguales; y los cambios no pueden ser iguales mientras la sociedad esté dividida entre capitalistas y productores (asalariados), dado que estos últimos viven de su trabajo, en tanto que los primeros engordan a cuenta de beneficiarse del trabajo ajeno.

Es claro —continúa el señor Bray— que, cualquiera sea la forma de gobierno que establezcáis…, por mucho que prediquéis en nombre de la moral y del amor fraterno…, la reciprocidad es incompatible con la desigualdad en los cambios. La desigualdad de los cambios, que radica en la desigualdad de la posesión (basada en la propiedad privada sobre los medios de producción), es el enemigo secreto que nos devora [No reciprocity can exist where there are unequal exchanges. Inequality of exchanges, as being the cause of inequality of possessions, is de secret enemy devours us]. (John Francis Bray: Op. Cit. Pp. 53-55. Párrafo citado por Marx en <<Miseria de la Filosofía. Respuesta a la “Filosofía de la Miseria” del señor Proudhon>>. Ed. Progreso /Moscú. Pp. 61. El subrayado nuestro. Versión digitalizada ver Pp. 27).

 

El contrato de trabajo en el sistema capitalista, ha venido siendo un acuerdo entre patronos y obreros que fija el salario. Importe contenido en la riqueza material que durante una parte de cada jornada laboral el obrero produce, equivalente a los bienes que él necesita consumir para reponer su fuerza de trabajo diaria. Pero esto no significa que deje de trabajar la jornada entera, de cuyo valor excedentario ganancial producido se apropia su patrón en concepto de plusvalor sin contraprestación alguna. He aquí el intercambio desigual embozadamente oculto en el contrato de trabajo, nada que ver con la teoría capitalista de juegos. Porque se trata de una relación históricamente incompatible entre dos clases sociales sistémicas esencialmente distintas, contrarias y estratégicamente antagónicas.

 

Se nos ha venido inculcando eso de que el capitalismo es la forma de vida basada en la libre concurrencia mercantil, que se concreta en el libre cambio de una mercancía por otra equivalente. O sea la igualdad en los intercambios mercantiles, lo cual es totalmente falso:

<<Por favorables que sean las condiciones en que se haga el intercambio (entre capitalistas) de una mercancía por otra, mientras subsistan las relaciones (desiguales) entre el trabajo asalariado y el capital, siempre existirán la clase de los explotadores y la clase de los explotados. Verdaderamente es difícil comprender la pretensión de los librecambistas (burgueses), imaginándose que un empleo más ventajoso del capital hará desaparecer el antagonismo entre los capitalistas industriales y los trabajadores asalariados. Por el contrario, ello no puede acarrear sino una manifestación aún más neta de la oposición entre estas dos clases sociales.

Señores: No os dejéis engañar por la palabra abstracta de libertad. ¿Libertad de quién? No es la libertad de cada individuo con relación a otro individuo. Es la libertad del capital para machacar al trabajador>> (K. Marx: Miseria de la filosofía. Respuesta a la ‘Filosofía de la miseria’ del Señor Proudhon. Apéndices: ‘Discurso sobre el librecambio’. Pronunciado por K. Marx el 7 de enero de 1848 en una sesión pública de la Asociación Democrática de Bruselas. Ed. cit. Pp. 186. Lo entre paréntesis nuestro. Versión digitalizada  bajo el mismo subtítulo en Pp. 11 de 13).

 

Según ha reportado la organización internacional “Oxfam, actualmente ocho individuos en el Mundo poseen más riqueza que 3.600 millones: la mitad más empobrecida de la humanidad.

Aquí están señalados esos sujetos. Decimos actualmente porque desde principios de 2017 hasta hoy, ese reparto desigual de la riqueza no ha dejado de aumentar:

         <<En el último año, 7.000 nuevas personas pasaron a engrosar la lista de millonarios en España. Esto supone, aproximadamente, la incorporación de 20 nuevos miembros al día a este grupo social privilegiado, unos datos que no hacen más que apuntalar la creciente situación de desigualdad entre los españoles. El índice Gini —un medidor de diferentes desequilibrios— ha aumentado un 0,9% desde 2007, lo que se traduce en un segundo puesto para España, solo por detrás de Chipre, en cuanto a aumento de la brecha económica dentro de la Unión Europea.

Hay más datos en esta dirección. La riqueza está cada vez más concentrada en menos manos. 4,7 millones de personas tienen lo mismo que 42,6 millones. Ese es el resultado de “una economía que promueve la distribución injusta de las rentas y las oportunidades que se generan”. Así lo señala el último informe de Oxfam, que se presenta este lunes bajo el título: Una economía para el 99%. En España con un crecimiento económico que deja fuera a las personas más vulnerables. La publicación de los datos coincide con la reunión del Foro Económico Mundial en Davos.

No solo se está produciendo una concentración de la riqueza en términos generales, sino que entre quienes más tienen también se está acumulando el capital: únicamente tres personas: Amancio Ortega en Inditex, su hija Sandra Ortega Mera y Juan Roig en Mercadona, igualan la riqueza del 30% más pobre de España, es decir, de 14,2 millones de personas.

 

Solo los ricos salen de la crisis.

La salida de la crisis de la que habla el Gobierno de Mariano Rajoy parece que es tal exclusivamente para los más ricos. A partir de 2014, el PIB volvió a registrar tasas positivas, pero después de dos años de crecimiento económico, el barómetro de noviembre de 2016 del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) señala que “el 73% de los encuestados piensa que la situación económica general es mala o muy mala” y el 62,2% piensa que "dentro de un año la situación seguirá siendo igual o peor”. Oxfam interpreta esta paradoja como el reflejo de que el PIB “cuenta una historia incompleta y equivocada del bienestar de la población”.

Entre 2007 y 2014, la renta media cayó un 9%, pero este desplome ascendió hasta el 21% en las ganancias del 10% más pobre de la población. En el estudio se señala una doble trampa que explica por qué la crisis ha castigado mucho más a los que menos tienen. Por un lado, en la economía española “han primado los beneficios y las rentas de capital, frente a las salariales y el empleo” y, por otro, la capacidad del Estado para reducir esta desigualdad “ha sido históricamente muy limitada, empeorando en un contexto tan adverso”.

El estudio señala que, en 2015, uno de cada cuatro españoles se encontraba en riesgo de pobreza y exclusión y que, cuando comenzó 2016, 720.000 familias no percibían ningún tipo de ingreso, es decir, ni por salario, ni por prestaciones sociales, ni por desempleo.

 

Desempleo, precariedad y un sistema fiscal desequilibrado.

En lo relativo al desempleo, España sigue estando solo por detrás de Grecia en mayor tasa de paro. Desde el inicio de la crisis, aproximadamente una de cada dos nuevas personas desempleadas en la Unión Europea era española, pero la mayor gravedad radica en que “más de la mitad de los parados durante el último trimestre de 2015 llevaban sin trabajar más de un año”.
         A esta elevada tasa de desempleo le acompaña un aumento de la precariedad laboral que, además de traducirse en un alto porcentaje de contratos temporales –25,2% frente al 14,1% de la media europea–,  castiga una vez más a los salarios del 10% de la población que cobra menos con una caída del 28% entre 2008 y 2014. Por el contrario, los salarios más altos apenas se han visto afectados y “los aumentos de la productividad de las empresas solo parecen afectar a los salarios de los altos directivos y a los niveles de beneficios con los que se retribuye a los propietarios”.

Otra causa importante de desigualdad estriba en el sistema tributario español que, según Oxfam, recauda poco y mal. Los ingresos están 6,3 puntos por debajo de la media europea y es en las familias en quienes recae el 84% de la contribución fiscal, frente al 13% del sector empresarial. España cuenta con una “recaudación insuficiente y un sistema tributario regresivo en su diseño e injusto a la hora de frenar las fugas hacia paraísos fiscales”.

Paraísos fiscales

Oxfam define estos paraísos fiscales como “el gran agujero negro de las finanzas públicas”: atraen el doble de inversión desde nuestro país que desde toda Latinoamérica o 43 veces más que desde China. Otro dato muy representativo del daño que hacen es que España dejó de ingresar aproximadamente 1.500 millones de euros “como resultado de la actividad canalizada a través de los 15 paraísos fiscales más agresivos del mundo”, una cifra que se corresponde con el 58% del déficit que se estima tendrá el fondo de reserva de las pensiones en 2017.


       La organización propone establecer una economía más humana en la que el desarrollo y el progreso no se aborde exclusivamente desde la perspectiva del beneficio económico y remarcan la necesidad urgente de “equiparar los ingresos del 10% más rico y del 40% más pobre”. Para conseguirlo, señalan medidas como garantizar un salario digno, asegurar un sistema fiscal progresivo o aprobar unos presupuestos que prioricen a las personas más vulnerables>>.
Publicado por INFOLIBRE

 

Semejante proposición de “Oxfam” es un canto al amor fraterno que, dadas las circunstancias del salvaje capitalismo decadente, póstumo y terminal, una vez más se quedará como suele decirse en “agua de borrajas”, porque la “lógica” del capitalismo está esencialmente basada en la explotación del trabajo asalariado:

<<Estas pocas indicaciones bastarán para poner de relieve que el propio desarrollo de la industria moderna contribuye por fuerza a inclinar la balanza cada vez más a favor del capitalista y en contra del obrero, y que, como consecuencia de esto, la tendencia (objetiva) general de la producción capitalista no es a elevar el nivel medio de los salarios (relativos), sino, por el contrario, a hacerlo bajar, o sea, a empujar más o menos el valor de la fuerza de trabajo a su límite mínimo. Pero si la tendencia de las cosas, dentro de este sistema es tal, ¿quiere decir que la clase obrera deba renunciar a defenderse contra las usurpaciones del capital y cejar en sus esfuerzos por aprovechar todas las posibilidades que se le ofrezcan para mejorar temporalmente su situación? Si lo hiciese, veríase degradada en una masa uniforme de seres humanos desgraciados y quebrantados sin salvación posible>>. (K. Marx: Salario, Precio y Ganancia” 27/06/1865. Cap. XIV: La lucha entre el capital y el trabajo y sus resultados. Apdo. 2. Versión digitalizada Pp. 80).  

 

Así las cosas, el hecho de confiar en cualquier organización política que se niegue a cambiar radicalmente la sociedad actual, es la más absurda e insensata tontería que cualquier asalariado pueda llegar a cometer en su vida. Porque tal como Marx pudo demostrarlo científicamente, desmitificando las proposiciones expuestas por aquel “chapuzas teórico” precursor de la socialdemocracia moderna, llamado Pierre Joseph Proudhon, la conclusión más categórica e indiscutible confirmada por la historia bajo el capitalismo es, que “Nadie hará por los asalariados, lo que ellos no sepan hacer por sí mismos”. En este sentido, en marzo de 1850 Marx y Engels pusieron en conocimiento del proletariado que:

<<En el momento actual, en que los demócratas pequeñoburgueses se hallan oprimidos en todas partes, predican al proletariado en general la unión y la concordia, le tienden la mano y aspiran a crear un gran partido de la oposición que abarque todos los matices existentes dentro del partido democrático; es decir, aspiran a enredar a los obreros en una organización de partido en la que predominen las frases democrático-sociales en general, detrás de las cuales se ocultan sus intereses específicos, y en la que, en gracia a la amada paz, no deberán manifestarse las reivindicaciones concretas del proletariado. Semejante unión les beneficiaría exclusivamente a ellos y redundaría totalmente en perjuicio del proletariado. Éste perdería su independencia a tan dura costa conquistada, para volver a convertirse en apéndice de la democracia burguesa oficial. Así, pues, semejante unión debe ser rechazada con la mayor energía. Los obreros, en vez de rebajarse una vez más a servir de coro y de caja de resonancia de los demócratas burgueses, deberán esforzarse, sobre todo los de la Liga, en crear al lado de los demócratas oficiales, su propia organización como partido obrero público y clandestino independiente, haciendo que cada comuna se convierta en centro y núcleo de un conjunto de sociedades obreras en que se discutan la posición y los intereses del proletariado, al margen de las influencias burguesas. [...] Para el caso de una lucha contra el enemigo común, no se necesita de ninguna coalición especial. Cuando se trate de luchar contra ese adversario, coincidirán simultáneamente los intereses de ambos partidos y, como ha ocurrido hasta aquí, también en el futuro se establecerá por sí misma esta unión, aunque encaminada solamente a fines momentáneos>>. (K. Marx-F. Engels: "Circular del Comité Central de la Liga de los Comunistas" 10 de marzo de 1850")

Además advirtieron que los comunistas necesitan independencia política más que ninguna otra clase de la sociedad, porque el proletariado es la única clase que trasciende en su acción a todas las demás; es verdaderamente revolucionaria porque no teniendo ningún fuero especial que ocupar en la sociedad de clases, tampoco puede aspirar a nada particular dentro de ella; porque al no estar ligada a ninguna forma de propiedad, el sentido de su lucha es la negación de toda propiedad privada propensa a la explotación de sus semejantes. Por tanto, el tren de su movimiento no tiene ninguna terminal en la sociedad burguesa; su acción revolucionaria dentro de ella no es parcial o limitada sino total y PERMANENTE; Su accionar no se detiene en la reforma de tal o cual aspecto al interior de la sociedad capitalista de clases, sino que tiende objetivamente a su destrucción. Porque la verdad es que la propiedad en tales condiciones consagrada, nada ha tenido jamás ni puede tener su finalidad en los ideales de libertad, igualdad y fraternidad consagradas cínicamente por la revolución francesa, sino todo lo contrario. Así:

<<Mientras los pequeños burgueses desean que la revolución termine lo antes posible alcanzando a lo sumo sus metas señaladas, nosotros estamos interesados, y esa es nuestra tarea, en que la revolución se haga permanente, en que dure el tiempo necesario para que sean desplazadas del poder todas las clases sociales propietarias explotadoras más o menos poderosas [...] Para nosotros no se trata de modificar la propiedad privada capitalista, de lo que se trata es de destruirla; no se trata de paliar las contradicciones entre las clases sociales sino de su abolición; no se trata de mejorar la sociedad capitalista existente, sino de instaurar una nueva sociedad>>. (K. Marx-F. Engels: Op. Cit.).   

 

Y el caso es que, tal como hemos venido insistiendo, la propia sociedad capitalista en su devenir decadente es la que —a instancias de la propiedad privada sobre los medios de producción y de cambio— intensifica la competencia interburguesa que, a su vez, acelera el progreso científico técnico incorporado a la maquinaria sustituta de trabajo asalariado, lo cual va dejando cada vez más sin sentido su explotación. Así es cómo el propio sistema burgués sin mediar la voluntad de nadie, alumbra y establece las bases materiales de esa otra nueva sociedad, sin explotadores ni explotados:

<<En una fase superior de la sociedad comunista, cuando haya desaparecido la subordinación esclavizadora de los individuos a la división del trabajo y, con ella el contraste entre el trabajo intelectual y el trabajo manual; cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la primera necesidad vital; cuando, con el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos, crezcan también las fuerzas productivas y corran a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva, sólo entonces podrá rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués y la sociedad podrá escribir en sus banderas: ¡De cada cual, según sus capacidades; a cada cual según sus necesidades!>>. (K. Marx: “Crítica del programa de Gotha” Versión digitalizada. Cap. I Aptdo. 3).

 

Pero en el curso de esa inevitable deriva histórica objetiva del capitalismo, hacia la futura sociedad sin explotadores ni explotados magistralmente descrita por Marx y Engels, la burguesía en general y sus secuaces políticos institucionalizados por la cuenta que les traen sus propios intereses personales, han venido intentando prolongar la vigencia del sistema ocupándose por todos los medios posibles, de sustraer la conciencia de los explotados al necesario conocimiento universal de esta realidad ya completamente caduca, como condición ineludible para superarla de una vez por todas. That’s the question para nosotros y todo aquél sujeto consciente de la realidad en el actual “sistema mundo”, señor José Gabriel.

 

Un saludo: GPM.