Polémica sobre la Tasa General de Ganancia Media

 

Prólogo

Advertimos que, como todos nuestros demás trabajos publicados, no es éste un texto de lectura fácil, aunque el esfuerzo intelectual que exige tampoco es, ni mucho menos, el que demanda la divulgación de cualquier otra disciplina científica. Y no exageramos al afirmar que va poco más allá de ejercitar el pensamiento con la lógica de las cuatro operaciones aritméticas elementales.

Lo único que habitualmente conseguimos con toda facilidad entender, se queda en describir lo que percibimos directamente con los cinco sentidos, es decir, cómo son las cosas —o lo que parecen ser— según su funcionamiento. Esta es la forma de "pensar" a la que se nos tiene acostumbrados, o sea: adecuar nuestro intelecto al “modus operandi” de la realidad social y política vigente, para que seamos funcionales a ella, para que nos comportemos de acuerdo con el orden de cosas establecido. Ni más ni menos que como somos funcionales a cualquier producto después de entender lo que dice su correspondiente prospecto o “manual del usuario”.

Distinta es la forma de PENSAR que conduce a la comprensión de la realidad, al descubrimiento de su esencia, que la simple funcionalidad de las cosas oculta o escamotea. Porque NO significa lo mismo entender que comprender. Para entender, por ejemplo, que la sacarina es un edulcorante solo basta con probarla y leer la etiqueta donde se describen jeroglíficamente sus componentes. Pero para comprender y llegar a ser conscientes de lo que es ese producto en realidad —es decir, para poder decidir si somos funcionales a él consumiéndolo, o dejar de consumirlo denunciando su producción y venta por contener sustancias nocivas para la salud humana—, hay que conocer su esencia, la naturaleza química de sus componentes y los efectos que provoca en el organismo humano. O sea, si esa esencia es racional o irracional.Y alcanzar este conocimiento no solo supone el esfuerzo intelectual de conocer la verdad que hay en cada cosa, sino la previa determinación de hacer ese esfuerzo y, además, el firme compromiso político con ella.

En tal sentido, lo que distingue a la comprensión respecto del entendimiento, radica en que el acto de comprender una cosa, de conocer el núcleo esencial de su existencia, supone el ser consciente de lo que es según su esencia

Por otra parte, la racionalidad de cada especie de cosas, se define como lo mejor que hay de esa especie de cosas para la especie humana. Y esto es lo que da sentido a, y justifica su existencia, de modo tal que al perder su racionalidad, aunque siga subsistiendo esa cosa deja de tener sentido, o sea, que pierde realidad porque al volverse irracional deja de ser objetivamente necesaria. Aquí es donde deslumbra el conocido aformismo de Hegel: "Todo lo real es racional y todo lo racional es real"

Pero cuando, algo que se conoce en su esencia, deja de ser racional y, por tanto necesario, inmediatamente surge a la conciencia la necesidad de hacer posible otra cosa acorde con lo racional. Esto es lo que está exigiendo el capitalismo como organización social cada vez más irracional según se suceden las crisis y demás noxas sociales asociadas a este sistema de vida, y así lo decimos en la Introducción a este nuevo trabajo:

<<La conciencia sobre lo que resulta objetivamente necesario hacer subjetivamente posible, es algo que los explotados debemos adquirir, porque hacia ese descubrimiento de nuestra situación y consecuente tarea política, somos empujados con la fuerza irresistible generada por las contradicciones del capitalismo, (esto es, por su irracionalidad cada vez más acusada) lo queramos o no lo queramos. Y mientras en ese proceso la burguesía no deja de impulsarnos hacia atrás diciéndonos: “Deja de luchar, tu lucha no vale nada”, la ciencia es el único quehacer que nos alumbra la verdadera consigna por la que merece la pena seguir adelante. A tal objetivo contribuimos también nosotros para acortar y mitigar los dolores de ese inevitable parto histórico de la nueva sociedad. Pero como nada se consigue sin esfuerzo, también así lo exige la tarea de alcanzar la autodeterminación de la conciencia explotada. Y tanto lo expuesto hasta aquí como lo que sigue, es prueba que exige a cada lector ser capaz de vencer su propia pereza intelectual, como condición ineludible de contribuir políticamente a la emancipación humana universal. Porque aunque hace todo lo posible por evitarlo, la burguesía también necesita humanamente ser liberada de la explotación que ejerce sobre otros congéneres bajo el capitalismo>>.

De aquí se deduce la importancia crucial de que los explotados comprendamos la naturaleza de las crisis, como condicion sine qua non de que alcancemos a ser plenamente conscientes sobre la necesidad de trascender políticamente a la sociedad capitalista arrojándola al basurero de la historia, alumbrando una nueva organización social cuya esencia se corresponda con la razón que exige el desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas de la humanidad.

Un saludo: “GPM”

 

Introducción

El 10/12/09 a las 16:14 Hs.recibimos un correo de Rolando Astarita donde nos informó de:

<<…un trabajo que escribí hace poco sobre la ley de la tendencia decreciente de la t. de g. Durante bastante tiempo traté de probar de manera rigurosa la ley, y hoy estoy convencido de que con solo el cambio tecnológico "ahorrador de trabajo" (esto es, que baja el valor de los medios de producción y de consumo), y con salarios constantes (en términos reales), la tasa de ganancia no puede bajar, una vez que se generaliza la innovación tecnológica. En cierta medida esto es lo que expresó el famoso teorema de Okishio (los supuestos de Marx son un poco distintos que los del teorema). Las dificultades que hemos tenido los marxistas para responder a este teorema se deben a este hecho>>,

Por otra parte, en un adjunto nos dijo que trató de:

<<…encontrar una vinculación entre el cambio tecnológico –impulsado por la búsqueda de plusvalías extraordinarias y la competencia– la sobreacumulación de capital, la caída de la tasa de ganancia y las crisis capitalistas” y que “Las ideas centrales que inspiran este escrito son: a) que las variaciones de la tasa de ganancia por sí mismas no pueden explicar las crisis; o por lo menos, no pueden explicar todas las crisis; b) la competencia por plusvalías extraordinarias, y el cambio tecnológico que trae aparejado, impulsan al sistema a la sobrecapacidad, y esto influye en la caída de los beneficios, y por consiguiente en el estallido de la crisis posterior. Esto significa cambiar la secuencia en que generalmente se presentan los sucesos que llevan a la crisis>>.

En este correo, Astarita nos puso ante dos proposiciones suyas que cuestionan los resultados de las investigaciones de Marx: La primera: que si los salarios no aumentan la Tasa General de Ganancia no desciende. La segunda: que las crisis típicas de superproducción de capital se explican por la competencia interburguesa en la búsqueda de beneficios extraordinarios, y que la tasa de ganancia recién precipita su caída ante el desplome de los precios de productos fabricados por empresas en condiciones de sobrecapacidad, que no tienen salida por insuficiencia de la demanda lo cual disminuye las ganancias provocando la crisis:

<<Las ideas centrales que inspiran este escrito son: a) que las variaciones de la tasa de ganancia por sí mismas no pueden explicar las crisis; o por lo menos, no pueden explicar todas las crisis; b) la competencia por plusvalías extraordinarias, y el cambio tecnológico que trae aparejado, impulsan al sistema a la sobrecapacidad, y esto influye en la caída de los beneficios, y por consiguiente en el estallido de la crisis posterior.
Esto significa cambiar la secuencia en que generalmente se presentan los sucesos que llevan a la crisis.>>
(R. Astarita: “Teorema de Okishio y crisis”)

Posteriormente, en el curso del debate, Astarita sostuvo que “…en todo debate teórico los datos estadísticos constituyen una prueba empírica decisiva”.
De momento atengámonos a lo que nos cuenta Astarita según el razonamiento de un teórico “marxista” japonés llamado Nobuo Okishio, sobre la evolución de la tasa de ganancia que, según palabras del propio Astarita, es el siguiente

<<…en una economía capitalista en la que sólo hay capital circulante, cuando los capitalistas introducen una innovación, lo hacen si ésta les permite bajar los costos y obtener una ventaja sobre sus competidores. Y (Okishio) demuestra que cuando la innovación se generaliza, la nueva tasa de ganancia es más alta que la tasa de ganancia que había antes de la innovación.>> (Astarita. Op. cit. Subrayado nuestro)

Empecemos por Recordar la fórmula de la tasa de ganancia, propuesta por Marx, como cociente o resultado (G’) de la relación entre la masa de ganancia o plusvalor (p) obtenida por una determinada masa de capital en funciones (c + v) invertido o gastado en producir dicha ganancia durante un determinado lapso de tiempo llamado “rotación”.

fórmula

Donde “c” representa lo que Marx denomina “capital constante” [maquinas, herramientas, edificios (o tierra cultivable), materias primas y auxiliares (combustibles, lubricantes y demás consumibles)] así llamado porque transfiere íntegramente al producto la cantidad de valor contenida en esos factores, medida en unidades convencionales de tiempo de trabajo promedio simple insumido en fabricarlos; “v” representa la fuerza productiva o energía bajo la forma de salarios, cuyo gasto en trabajo para producirla Marx llamó capital variable”, porque el valor contenido en los medios de vida que crea el asalariado cambia o fluctúa según los costes de formación y el grado de complejidad (trrabajo simple o calificado) de los diversos oficios y especialidades, etc., así como según la participación de los explotados en el producto de su trabajo respecto del plusvalor en las distintas etapas del sistema capitalista, por eso llamado también “salario histórico”.

Okishio supone una economía capitalista donde no hay capital fijo (máquinas ni herramientas) y los precios se mantienen constantes. Según Astarita, este señor propone que bajo tales condiciones, la tasa de ganancia debe subir y solo podría bajar, si los salarios nominales aumentan más de lo que les hace disminuir la productividad del trabajo. Está claro, para nosotros, que esto último solo puede ocurrir mediante la lucha exitosa de los explotados. Astarita nos dice, finalmente, que si respetamos los supuestos del teorema de Okishio:

<<…razonando con la fórmula de tasa de ganancia de Marx, p = s/(c+v), si el aumento de la productividad (disminución del trabajo vivo empleado para poner en movimiento más eficaces medios de producción por unidad de tiempo) afecta por igual a c y v, la tasa de ganancia una vez generalizado el cambio tecnológico, debe aumentar>> (donde “s” designa el plusvalor o masa de ganancia, “c” al capital constante y “v” al capital variable o salarios).>> (R. Astarita Op. cit)

Y para ilustrar esta tesis de Okishio, en un adjunto a este correo del 10/12/2010 Astarita expuso el siguiente ejemplo numérico:

<<…supongamos una situación inicial en la cual una economía capitalista se caracteriza por 200c + 50v + 50s, de manera que p = 20%. Supongamos ahora que se introduce un cambio tecnológico a resultas del cual, una vez generalizado, baja el trabajo empleado un 10%; el valor del capital constante baja también un 10%; y el valor de los medios de subsistencia un 10%. Los salarios reales permanecen constantes. Por lo tanto la ecuación de la economía es 190c + 41,4v + 48,6s. La tasa de plusvalía aumentó del 100 al 117,4%, debido a la caída de v. Y la tasa de ganancia, p, se elevó al 21%. Subrayamos que la tasa de ganancia se elevó a pesar del aumento de la composición orgánica del capital. Si la composición orgánica del capital se considera capital constante/trabajo empleado, c/L, antes de cambio tecnológico era 2, y luego del cambio tecnológico es 2,1. Si se considera que la composición orgánica es c/v, antes del cambio tecnológico era 4, y luego del cambio tecnológico es 4,6; el aumento es más pronunciado debido al aumento de la tasa de plusvalía.>> (R. Astarita: Op. Cit.)

Dicho esto, Astarita nos informa que "durante mucho tiempo" trató de probar la Ley de la Acumulación según la formuló Marx y dice no haberlo podido conseguir. Pero de cómo lo intentó, en base a qué razonamientos y según qué metodología de pensamiento, de esto, nosotros no sabemos nada, porque Astarita nada nos ha dicho.

Sin embargo, acepta el teorema de Okishio quien afirma que, según progresa la acumulación, el valor del capital constante y variable, aumenta menos que la productividad. Por tanto, el denominador de la tasa de ganancia disminuye y el numerador aumenta. Ergo, la Tasa de Ganancia solo puede descender si se incrementan los salarios reales.

¿Durante cuánto tiempo trató Astarita de probar lo que Okishio solo parece suponer sobre la relación entre el valor capital constante insumido y la productividad del trabajo alcanzada con ese capital? Tampoco de esto sabemos nada porque de Astarita no hemos recibido explicación alguna, actitud que constituye una inaceptable subestimación y falta de respeto intelectual hacia quienes escuchamos o leemos este tipo de afirmaciones. Porque es de cascote que cuando sea quien sea expone cualquier proposición teórica, su deber es probarla con sólidos argumentos.

Esto último, precisamente es lo que hemos hecho nosotros en contrario, siguiendo naturalmente a Marx, como respuesta a lo pontificado por el profesor Astarita a lo largo de la polémica que, a continuación exponemos, sobre un asunto teórico cuya comprensión es de trascendental importancia política e histórica para el futuro de la humanidad, como es la evolución de la Tasa General de Ganancia Media. Aunque ya sabemos que los acostumbrados por la clase dominante a no ver más allá de sus propias narices, opinen que es una soberana tontería.

La conciencia sobre lo que resulta objetivamente necesario hacer subjetivamente posible, es algo que los explotados debemos adquirir, porque hacia ese descubrimiento de nuestra situación y consecuente tarea política, somos empujados con la fuerza irresistible generada por las contradicciones del capitalismo, lo queramos o no lo queramos. Y mientras en ese proceso la burguesía no deja de impulsarnos hacia atrás diciéndonos: “Deja de luchar, tu lucha no vale nada”, la ciencia es el único quehacer que nos alumbra la verdadera consigna por la que merece la pena seguir adelante. A tal objetivo contribuimos también nosotros para acortar y mitigar los dolores de ese inevitable parto histórico de la nueva sociedad. Pero como nada se consigue sin esfuerzo, también así lo exige la tarea de alcanzar la autodeterminación de la conciencia explotada.Y tanto lo expuesto hasta aquí como lo que sigue, es prueba que exige a cada lector ser capaz de vencer su propia pereza intelectual, como condición ineludible de contribuir políticamente a la emancipación humana universal. Porque aunque hace todo lo posible por evitarlo, la burguesía también necesita humanamente ser liberada de la explotación que ejerce sobre otros congéneres bajo el capitalismo.

 

Síntesis resultante de la proposición de Astarita

1) Que en condiciones normales la Tasa de Ganancia no verifica la tendencia a bajar sino a subir.

2) Que el descenso se produce no como consecuencia de que el plusvalor crece menos de lo que cuesta producirlo, sino que, en determinado momento del proceso de acumulación, aparece el fenómeno de la sobrecapacidad.

3) que <<la sobrecapacidad aparece ya antes de que se desate la crisis, incluso cuando la economía está funcionando "apleno">>

4) que la sobreproducción <<no es un exceso de producción con respecto a la demanda en una coyuntura de crisis, sino también entendiéndola como sobrecapacidad con respecto a las condiciones normales de la demanda>> y,

5) que <<en determinado momento del ciclo esa sobrecapacidad genera una fuerte presión bajista sobre los precios y las ganancias, acelerando la caída de la tasa de ganancia y de la masa de ganancia. Esto es, dando un impulso final a la caída tendencial de la tasa de ganancia.>>

O sea que el factor desencadenante de las crisis de superproducción no es la aceleración de la producción en condiciones de descenso en la tasa de ganancia, sino la sobrecapacidad “en condiciones normales de la demanda”, cuyo exceso de oferta genera una presión bajista sobre los precios y esto es lo que acelera “la caída de la tasa y de la masa de ganancia”.

Se advierte aquí, por parte de Astarita, la propensión a sustantivar la esfera de la circulación del capital (ofeerta y demanda) como un factor desencadenante de las crisis. Como si en la sobreproducción de capital interviniera la competencia intercapitalista al provocar la caída de los precios ante una insuficiente demanda del mercado, despreciando por considerarla inexistente, la causa fundamental del insuficiente rédito del capital global en relación con el capital invertido para producirlo.

El lector está ante dos maneras de ver la realidad y nosotros aseguramos que Marx la vio desde el rigor científico, en tanto que la de Okishio y Astarita solo se puede ver, consciente o inconscientemente, desde la perspectiva interesada de la burguesía y esto es lo que pensamos haber demostrado en esta polémica que a continuación expondremos:

<<En el dominio de la economía política, la investigación científica libre no solo enfrenta al mismo enemigo que en todos los demás campos (la apariencia en que se oculta naturalmente al conocimiento la esencia de cualquier cosa). La naturaleza peculiar de su objeto convoca a la lid contra ella a las más violentas, mezquinas y aborrecibles pasiones del corazón humano: las furias del interés privado...>> (K. Marx: "El Capital" Prólogo a la primera edición.Lo entre paréntesis nuestro)

 

Error conceptual o intencional tergiversación de la Ley General de la Acumulación Capitalista

El 18/04/2010 a las 19:16 Hs., en un adjunto le explicamos a Rolando Astarita que su ejemplo expuesto en el apartado anterior, es arbitrario, aunque solo sea porque la segunda estructura no se deduce ni conceptual ni matemáticamente del resultado de la precedente. En primer lugar, no se sabe dónde ha ido a parar el plusvalor = 50s unidades monetarias de poder adquisitivo constante obtenidas por la primera estructura, porque de la siguiente desaparecen, dado que no se explica por qué el capital constante de 200c (invertido en la estructura anterior) tras aplicarle la devaluación del 10% en concepto de productividad, pasa en la segunda estructura a ser 190c, como si el capital invertido en la estructura anterior, en vez de 50s hubiera producido solo 10s. Lo mismo cabe decir de la nueva inversión en salarios, que respecto de la estructura anterior una vez aplicado el 10% de productividad, Astarita la hizo descender de 45v a 41,4v (el 8%), lo cual significa que la población ocupada disminuye en -3,6% en vez de aumentar. De este modo, la Composición Orgánica del capital (c/v) sube de 4 = 200c/50v en la primera estructura, a 4,6 = 190c/41,4v en la segunda. O sea, que en el ejemplo no se trata de que el capital constante aumente históricamente más que el capital variable, sino que descienda relativamente menos. Todo al revés de cómo lo exige la realidad de donde Marx dedujo la Ley General de la Acumulación. De este modo, la tasa de plusvalor (s/v), pasó del 100% en la primera estructura = 50s/50v, al 117,4% en la segunda = 48,6s/41v. Pero a pesar de haber aumentado la productividad a instancias de una mayor Composición Orgánica del Capital y de una consecuente más alta la tasa de explotación, paradójicamente la masa de plusvalor bajó en términos absolutos de 50s en la primera estructura, a 48,6s en la segunda. Consecuentemente, la tasa de acumulación de plusvalor (relativo): 50s/48,6s bajó un -2,8%. Sin embargo, la Tasa de Ganancia ha subido del 20 al 21% = 48,6s/(190c + 41,4s). Finalmente, el capital pasó de 300 a 280. O sea, que en vez de aumentar disminuyó, hubo desacumulación, lo cual contradice el principio activo del capitalismo, razón de ser de la burguesía.

Un cúmulo de inaceptables desatinos y despropósitos. Porque ¿cómo se explica esto desde el punto de vista de la Ley General de la Acumulación Capitalista, según la cual, el aumento de la productividad determina que la población obrera ocupada aumente absolutamente aunque relativamente menos que el capital constante [maquinaria, edificios (o tierra cultivable), materias primas, combustibles, lubricantes y demás consumibles], y que el plusvalor también se incremente en términos absolutos aunque cada vez menos? (esto último se explica en el apartado siguiente)

La única explicación posible y lógicamente admisible a estos interrogantes, es que ambas estructuras del capital productivo se hayan concebido desvinculadas la una de la otra. En tanto que conceptualmente no se deduce lo contrario, son dos estructuras distintas consideradas por separado, cuyo único nexo arbitrario entre ellas, consiste en “demostrar matemáticamente que la tasa de ganancia aumenta para recusar la tesis marxista. Si así fuera, como lo parece, no estaríamos en presencia de un error conceptual sino de una consciente tergiversación de los hechos.

En realidad, por un lado es cierto que el progreso de la fuerza productiva del trabajo, efectivamente desvaloriza o abarata el capital constante en funciones, al tiempo que aumenta el plusvalor relativo a expensas del trabajo necesario (que reproduce los medios de vida del asalariado). Pero, por otro lado, para que la tasa de acumulación progrese, es necesario que la población obrera ocupada aumente en términos absolutos aun cuando relativamente menos que el capital constante, a fin de que produciendo más por unidad de tiempo el plusvalor relativo también se incremente, como ya lo explicara Marx en 1865:

<<Si la proporción entre estos dos elementos del capital (constante y variable) era originariamente de 1:1, al desarrollarse la industria será de 5:1, y así sucesivamente. Si de un capital global de 600 se desembolsan 300 para instrumentos, materias primas, etc., y 300 para salarios, para que pueda absorber a 600 obreros en vez de 300, basta con doblar el capital global. Pero, si de un capital de 600 se invierten 500 en maquinaria, materiales, etc., y solamente 100 en salarios, para poder colocar a 600 obreros en vez de 300, este capital tiene que aumentar de 600 a 3.600. Por tanto, al desarrollarse la industria, la demanda de trabajo no avanza con el mismo ritmo que la acumulación del capital. Aumentará, pero en una proporción constantemente decreciente, comparándola con el incremento del capital (invertido).>> (K. Marx: “Salario, precio y ganancia” Cap. XII. Lo entre paréntesis nuestro)

En el ejemplo de Astarita, se parte de una composición orgánica del capital = 200c/50v = 4 para pasar a otra más alta de 190c/41,4v = 4,59. Pero con una menor inversión en capital constante y un todavía menor empleo de asalariados. Por eso es que la tasa de acumulación desciende de 50s a 48,6s. Un negocio ruinoso para la burguesía. En síntesis: para mostrar que según se incrementa la Composición orgánica del Capital la Tasa de Ganancia no desciende sino que sube, Astarita trastocó arbitrariamente la lógica funcionalidad conceptual de los factores económicos que realmente intervienen en el proceso de la acumulación capitalista, sin haber demostrado ese cambio de significado con sólidos argumentos. Lo expresó matemáticamente pero por el absurdo conceptual que naturalmente no supo —porque no pudo ni es posible— explicar.

Estas son las consecuencias del error metodológico consistente en haber querido conciliar el incremento en la composición orgánica del capital con el descenso en el valor de los componentes del capital constante y variable supuestamente causado por el progreso en la productividad. La prueba del error aparece, en que la masa de capital en funciones, después de explotar trabajo ajeno para crear 50 unidades monetarias de plusvalor realizado en la venta de las mercancías que lo contienen, resulta que pasa de 300 unidades monetarias de valor del producto en la primera estructura, a 280 en la segunda, negando absolutamente el hecho de la acumulación de capital, que es el leitmotiv de la burguesía.

 

En el adjunto al mismo correo del 18/04/2010 a las 16:02, explicamos los fundamentos económicos de la tendencia decreciente de la Tasa General de Ganancia Media.

Producción de plusvalor, circulación del capital y productividad del trabajo

La competencia intercapitalista que modifica los precios de mercado según el movimiento de las curvas de oferta y demanda, ocurre o se procesa y verifica en la esfera de la circulación de mercancías y servicios. Por su parte el valor de las mercancías y servicios es creado por el trabajo enajenado en la esfera de la producción del capital social global. Ambas esferas son los dos componentes dialécticos o contradictorios básicos del capitalismo, que no pueden existir el uno sin el otro al interior de una misma unidad o totalidad llamada capital, objeto científico de la economía política.

Pero difieren no solo en cuanto al tiempo y al lugar en que los hechos propios de sus específicos ámbitos suceden, sino en cuanto a sus respectivos conceptos o significación económica que les caracteriza.

Ahora bien: dado que el capitalismo esencialmente consiste en convertir todo el tiempo de trabajo asalariado posible, en excedente o plusvalor para los fines de la acumulación de capital, de estas dos esferas o espacios de la vida económica que el pensamiento científico tiene por objeto de estudio, el polo dialéctico dominante —que tira del proceso de la acumulación en la dirección señalada por la lógica de la contradicción entre capital y trabajo—, es la esfera de la producción de plusvalor, no la esfera o ámbito en que ese plusvalor circula y la competencia se encarga de realizar y distribuir entre los distintos agentes económicos de la burguesía. Quienes se han venido empeñando en darle importancia decisiva a la competencia entre los capitalistas, son los agentes ideológicos de la burguesía, porque es tanto como reducir el destino de la sociedad capitalista a la relación entre los explotadores, induciendo a pensar que los explotados en su carácter y función de componentes fundamentales de la fuerza productiva, nada económica y socialmente trascendente tienen que decir en esta historia. Y Astarita ha caído en ese agujero.

En sentido científico, la fuerza fundamental o causa formal que induce al cambio tecnológico incorporado al capital fijo, aunque así lo parezca no es la competencia entre las distintas fracciones del capital que operan en la esfera de la circulación de los valores económicos, sino el principio activo del capital social global tendente a convertir trabajo necesario en excedente o plusvalor creado en la esfera de la producción. La competencia, por tanto, solo es la causa eficiente a través de la cual ese principio activo —del capital en su conjunto— concreta el desarrollo de la fuerza productiva al interior de las relaciones de producción entre capital y trabajo.

La competencia es el cómo del cambio tecnológico, la mediación mercantil y dineraria a través de la cual la productividad del trabajo en forma de plusvalor acaba por concretarse en la esfera de la circulación; otra cosa es el qué o “quid de la cuestión”, su esencia o causa formal sistémica consistente en producir plusvalor convirtiendo trabajo necesario en excedente, cuya distribución se opera “a priori” en la producción según la masa y composición orgánica con que cada fracción del capital global participa en esa producción del plusvalor global, aunque para realizarse sea necesaria la competencia y los intercambios según los movimientos de precios provocados por la oferta y la demanda en la esfera de la circulación.

Competencia y Tasa General de Ganancia Media

Pero la competencia no solo permite concretar ese principio activo fundamental del capitalismo a través del mercado, determinando allí cual es la técnica de producción ya existente que se acepta socialmente como trabajo necesario promedio para la realización del principio activo que mueve al capital en su conjunto; también a instancias de ese promedio la competencia permite distribuir el plusvalor global entre los distintos productores capitalistas, según la masa y composición del capital con el que cada sector de la burguesía organizada empresarialmente participa en el común negocio de explotar trabajo ajeno; todo ello a instancias de la formación de la Tasa General Media de Ganancia.

Sin embargo, la competencia en sí y por sí misma no genera el cambio tecnológico, ni tampoco es lo que mueve la tasa de ganancia en sentido ascendente o descendente. Como le objetó David Ricardo a Adam Smith, la competencia o juego entre oferta y demanda puede promediar los valores individuales convirtiéndolos en precios de mercado (precios de producción, según Marx) que fluctúan por encima o por debajo de tales valores, para concretar así la distribución del beneficio global entre los distintos productores capitalistas en las diversas ramas de la producción; y lo hace llevando la tasa de ganancia a un nivel medio; es decir, que a través de los movimientos de la oferta y la demanda, la competencia equilibra la tasa de ganancia para el reparto del plusvalor global creado entre la cofradía de los distintos productores capitalistas según lo que cada uno de ellos aporta al negocio común; pero no puede ser la causa de que dicha tasa media cíclicamente suba o baje hasta fijarse en el punto de equilibrio provisional.

En resumen, la competencia puede concretar las leyes inmanentes de la producción capitalista, pero no gobernarlas. A través de la competencia en el mercado se puede saber “ex post” cómo se reparte o distribuye el beneficio obtenido por el capital global, cuando esa distribución ya fue determinada “ex ante” en la esfera de la producción según la respectiva masa y composición del capital con que cada productor capitalista produjo su cuota parte en el plusvalor global independientemente de los demás. Por esta misma razón, la competencia no puede determinar en qué sentido y medida se mueve la tasa general media de ganancia, cambiando en todo momento el punto medio en el que oferta y demanda casual y muy puntualmente coinciden:

<<La tesis de Adam Smith es exacta —dice Marx terciando en la discusión con Ricardo— en tanto y cuanto es en la competencia —en la acción del capital sobre el capital— donde se realizan las leyes inmanentes al capital. Pero es falsa, en el sentido que él la entiende. Como si la competencia impusiera al capital leyes externas, introducidas desde fuera (de la producción), que no son sus propias leyes>> [K.Marx: “Líneas fundamentales de la crítica a la economía política” 1857-1858 (Grundrisse) Seccción III OME22 Segunda mitad. Ed. Grijalbo/1978 Pp. 139. El subrayado y lo entre guiones nuestro)

La competencia, pues, no puede por sí misma ser la causa del movimiento en que la tasa de ganancia tiende a fijar el punto medio de la retribución al capital de masa y composición media, sino que esa causa está en la esfera donde la masa de capital global en funciones produce previamente ese plusvalor promedio predeterminado aun cuando todavía no manifiesto. La competencia encuentra “post festum” ese punto medio y lo señala, pero no lo determina.

Sin embargo, la principal función histórico-trascendental asignada por la Ley del valor a la Tasa de Ganancia Media, consiste en determinar los límites que la propia lógica interna del capital pone periódicamente al principio activo que anima la producción y acumulación de plusvalor, según progresan las fuerzas sociales productivas al interior del sistema. Estos límites son los que desencadenan las crisis periódicas de superproducción de capital; cada vez más formidables y difíciles de superar por la burguesía, según progresan las fuerzas productivas del trabajo al interior de las relaciones de producción y aumenta el acervo de capital global, contradicción que explica la científicamente prevista tendencia al derrumbe del modo de vida basado en tales relaciones capitalistas de producción. El desarrollo sistemático de esta idea, aparece en los mismos "Fundamwentos" (Grundrisse), donde Marx da a entender que la Ley de la caída tendencial de la tasa general media de ganancia, es la conclusión más importante de toda su obra:

<<…Esta es, desde todos los puntos de vista, la ley más importante de la economía política moderna y la más esencial para comprender las relaciones más difíciles. Desde el punto de vista histórico es la ley más importante. Es una ley que, a pesar de su simplicidad, no ha sido comprendida nunca hasta la fecha y aun menos conscientemente expresada.>> (Op. cit. Ed. Cit.Primera Parte Sección III Pp. 136. El subrayado nuestro)

No es casual que Marx haya dejado escrito este pasaje en el capítulo en que trata la relación entre plusvalía y beneficio sacando la conclusión de que cuanto mayor es el plusvalor relativo, esto es cuanto más tiempo de la jornada de labor haya sido ya transformada en plusvalor capitalizado (destinando cada vez en su mayor proporción a capital constante en detrimento del capital variable) menor será la tasa de beneficio:

<<Consiguientemente, cuanto menor sea la porción (de capital invertido) cambiada por trabajo vivo (mayor será el plusvalor capitalizado y) tanto menor deviene la tasa de beneficio. En la misma proporción, por tanto, en que el capital en cuanto capital adquiere un espacio mayor en el proceso de producción (en términos de capital constante) tanto menor deviene la tasa de beneficio>> (Ibíd. Lo entre paréntesis y el subrayado nuestros)

Y no hace falta cavilar demasiado ni ser tan inteligentes, para concluir que esto no se puede verificar en el curso de dos rotaciones. Pero ya sabemos la presión que sobre la conciencia de los explotados ejercen los prejuicios de la clase dominante.

Ley General de la Acumulación Capitalista y tendencia objetiva del movimiento de la Tasa de Ganancia Media

La lógica determinada por la Ley General de la Acumulación Capitalista, está presidida por el principio activo del capital global consistente en apoderarse de la mayor cantidad posible de trabajo asalariado medido en unidades de tiempo dentro de cada jornada de labor, para convertirla en tiempo de trabajo excedente o plusvalor para los fines de la acumulación. El capital realiza este principio aumentando la fuerza productiva del trabajo social que abarata o disminuye el valor de lo producido, entre otros productos los medios de vida que los asalariados necesitan para reproducir su fuerza de trabajo en las condiciones más óptimas de seguir trabajando en beneficio de sus patronos. Y lo hace reduciendo el tiempo de trabajo necesario para crear el valor contenido en dichos productos. De tal modo, el capital extiende el tiempo de la jornada en que los explotados producen plusvalor para sus patronos, reduciendo naturalmente la parte en que producen para sí mismos. Y esta reducción es progresiva según aumenta la productividad del trabajo.

Siguiendo la lógica de este razonamiento se deduce que, según progresan las fuerzas productivas durante las sucesivas rotaciones del capital global, este principio activo del capital se concreta en que el plusvalor relativo p/v aumenta cada vez más convertido en capital según se reduce la parte de la jornada de labor en que los asalariados producen sus medios de vida; pero su masa (de plusvalor) aumenta cada vez menos, cuanto más se acorta el tiempo de la jornada de labor —en la que los asalariados trabajan para sí mismos— todavía susceptible de ser convertida en plusvalor capitalizado, al tiempo que para garantizar el progreso de la fuerza productiva que consiga ese cada vez más pequeño aumento del plusvalor, los burgueses deben incrementar relativamente cada vez más la inversión en capital constante [maquinaria, edificios, tierra cultivable, herramientas, materias primas y auxiliares (combustibles y lubricantes)] que permitan procesar una todavía mayor magnitud de valor por unidad de tiempo contenida en el creciente volumen de materias primas. Todo ello a fin de capitalizar una mayor masa posible de plusvalor, cuya proporción, como hemos dicho, disminuye según se va reduciendo la parte de la jornada en que los asalariasdos trabajan para sí mismos

Pero, por otro lado, a medida que aumenta el capital constante respecto del variable, también aumenta la productividad del trabajo, las fuerzas productivas con que el trabajo social actúa, mediante la articulación entre el operario y sus herramientas:

<<…Y, como consecuencia de esta misma productividad creciente del trabajo, no cabe duda de que una parte del capital constante existente (capital fijo) se deprecia continuamente, ya que su valor no se rige por el tiempo de trabajo que originalmente ha costado, sino por el tiempo de trabajo con el que puede reproducirse, el cual decrece continuamente a medida que aumenta la productividad del trabajo. Por tanto, aunque su valor no aumenta en razón a su volumen, aumenta, sin embargo, puesto que su volumen crece más aprisa de lo que desciende su valor…>> (K. Marx: “Teorías sobre la Plusvalía” Op.cit. Cap. XV. B.3. Lo entre paréntesis nuestro)

¿Por qué el volumen y variedad de tales componentes del capital constante aumentan históricamente más de lo que desciende su valor por el progreso de la productividad? Porque, dado que el capital se acumula convirtiendo en plusvalor la parte de la jornada de labor correspondiente al tiempo de trabajo insumido en crear el equivalente a los salarios, cuanto más haya disminuido esta última parte convertida ya en plusvalor capitalizado, menos es lo que queda de ella por convertir en plusvalor para capitalizar. Por tanto, mayor deberá ser el capital constante a emplear para alcanzar una productividad del trabajo tal, que permita capitalizar una masa de plusvalor extraído de una porción cada vez menor de la jornada restante. Pero, además, dado el coste creciente que supone el progreso tecnológico incorporado al capital fijo de nueva generación, ello obliga a su funcionamiento continuado y sin interrupciones —el “perpetum mobile” del capital de que hablaba Marx— para evitar su desvalorización y retiro prematuros del mercado por obsolescencia técnica o moral antes de ser totalmente amortizado.

Esta lógica conduce a un sobreaumento en la Composición Orgánica del Capital por un mayor empleo relativo de capital fijo cada vez más tecnológicamente avanzado, que multiplica el metabolismo o transformación del capital circulante (materias primas) en producto por unidad de tiempo, así como la extensión hasta el límite físico posible de la jornada de labor colectiva que abarque las 24 horas de cada día, al tiempo que se intensifican también, al límite, los ritmos de explotación del trabajo vivo para una mayor producción por unidad de tiempo:

<<Por consiguiente, con el desarrollo del modo capitalista de producción disminuye la tasa de ganancia, mientras que su masa aumenta al aumentar la masa del capital empleado.>> K. Marx: "El Capital” Libro III Cap. XV Aptdo. II)

Esta es una conclusión a la que solo es posible llegar empíricamente, tomando en consideración un período de tiempo suficiente, tal como lo dejó dicho Marx en enero de 1848:

<<En economía política, por principio no hay que fijarse nunca en las cifras de un solo año para extraer de ellas leyes generales. Hay que tomar siempre el término medio de seis a siete años, que es el lapso de tiempo durante el cual la industria moderna pasa de las fases de prosperidad, superproducción, estancamiento y crisis, consumando su ciclo fatal>>. (“Discurso sobre el librecambio”)

 

Groseras omisiones metodológicas

Sin embargo, contrariando las rigurosas recomendaciones de Marx que acabamos de citar, Astarita decidió exponiendo solo dos rotaciones, que....“si se respetan los supuestos del teorema” presentado por Okishio, es decir, si los salarios reales se mantienen constantes, “en términos de valor, la tasa de ganancia sube en ambos sectores luego del cambio tecnológico”. Y seguidamente agregó que “…es imposible construir un ejemplo numérico según el cual la tasa de ganancia baje luego del cambio tecnológico”. Como lo hizo él es imposible que responda a la realidad. Pero en términos teóricos, desde luego que toda arbitrariedad es posible. Otra cosa es conseguir que sea lógicamente probable. La expresión “economía política” está compuesta por dos palabras: “economía”, proveniente del griego “oikos” —que propiamente significa casa o agrupamiento de vida social— y “nomos” que significa “Ley”. ¿Dónde está la “nomos” que rige la “oikos” en los cálculos numéricos de Astarita siguiendo a Okishio?

¿Consideró Astarita si ese señor —colega suyo— ha respetado los fundamentos de la producción capitalista o los ha violado groseramente? ¿Cómo calificar un método de análisis económico, que para indagar si con el progreso técnico la tasa de ganancia baja o sube, hace abstracción nada menos que del capital fijo? Porque si se procede de acuerdo con el principio activo del capital basado en el progreso de la fuerza productiva del trabajo para convertir trabajo necesario en excedente, el plusvalor aumenta en términos absolutos, pero históricamente menos que el capital invertido en producirlo. Precisamente porque, dada la creciente proporción de la jornada de labor en que va disminuyendo el trabajo necesario respecto del excedente o plusvalor ya capitalizado, tanto menos queda por capitalizar y más difícil —por más costosa en términos de capital constante— se vuelve la conversión en plusvalor de una proporción cada vez más reducida de trabajo necesario restante a falta de capitalizar, de modo que, si partimos de una tasa de explotación inicial del 100% que marca el límite del plusvalor = ½ de la jornada laboral, incrementando —por ejemplo, al doble— la productividad del trabajo, el plusvalor aumenta sólo en 1/4 de la jornada de labor en detrimento de la parte restante de trabajo necesario. Esto quiere decir que, dado el límite de la jornada de labor que no puede exceder las 24 Hs., por cada aumento porcentual de plusvalor relativo que se obtiene a expensas del trabajo necesario —progresivamente reducido por el incremento de la productividad que lo convierte en plusvalor capitalizado—, siempre hace falta un aumento progresivamente mayor de la fuerza productiva y, por tanto, de la inversión en capital constante respecto del variable, para obtener un incremento de plusvalor relativo cada vez más reducido. Esta es la lógica del capital y la fatalidad que signa el destino de la burguesía como clase históricamente transitoria.

Si se olvida —u omite intencionalmente— considerar la Ley de la acumulación, es decir, lo que sucede con la relación entre trabajo necesario y trabajo excedente en la jornada colectiva de labor, ante cada aumento de la productividad del trabajo, para proponer en cambio, arbitrariamente, que el plusvalor se reduce menos de lo que aumenta la Composición Orgánica del Capital (C.O.C.) —como ha hecho Okishio y acepta Astarita suponiendo que los costes en capital fijo no existen— esto ni siquiera puede conseguirse con una mayor explotación del trabajo en extensión e intensidad, condición que también opone un límite físico infranqueable determinado por el estress laboral, los consecuentes accidentes de trabajo y demás enfermedades profesionales que malogran la productividad, lo cual acercaría todavía más el horizonte del derrumbe capitalista. Por tanto, calcular la tasa de ganancia sin atender al mayor incremento absoluto de los costes en concepto de capital fijo, y a la reducción progresiva de la jornada de labor que queda por convertir en plusvalor tras cada incremento de la fuerza productiva del trabajo, ratifica la certeza popular de que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo.

Como se aprecia en el siguiente cuadro:

la formación bruta de capital fijo, que solo en el conjunto de países de la Europa Occidental era en 1830 de 1.200.000 dólares Internacionales Geary-Khamis de 1990, en el año 2.000 pasó a ser aproximadamente de 13 billones, es decir 13.000.000.000.000. Este gráfico fue confeccionado por los catedráticos Albert Carreras y Xavier Tafunel del Centre de Recerca en Economía Internacional, para la Universitat Pompeu Fabra de la Generalitat de Catalunya, publicado en el Nº 20 de la Revista “Els Opuscles del CREI”, según datos de Mitchell (1992) hasta 1979, y posteriormente del FMI publicados por el International Financial Statistics.

9. Esquema de acumulación elaborado por Otto Bauer

En 1929, respetando escrupulosamente los supuestos metodológicos fundamentales legados por Marx, Henryk Grossmann elaboró un esquema de acumulación conservando en gran parte la precedente formalización del neoarmonicista Otto Bauer. No porque coincidiera con su concepción sobre la problemática de la acumulación, sino para demostrar que, aun suponiendo una tasa de incremento del plusvalor constante y que la acumulación en los dos sectores de la economía progresa proporcionalmente a su respectiva tasa de incremento —cuando es un hecho que la masa de plusvalor acumulado aumenta cada vez menos, y el sector productor de medios de producción acumula más rápidamente que el sector productor de medios de consumo— no obstante ello, las interrupciones periódicas de la valorización y la tendencia al derrumbe que las atraviesa, se verifican igualmente, es decir, bajo las condiciones más favorables a la subsistencia del capitalismo.

Para eso Grossmann —siguiendo a Marx— hizo abstracción de los desajustes entre oferta y demanda, así como del consecuente movimiento de los precios, del poder adquisitivo del dinero y del crédito, factor este último al cual —como estamos comprobando ahora—, la burguesía le ha venido atribuyendo una importancia sustancial causante de las crisis, que no tiene en absoluto:

<<Cuando mostremos que inclusive en una situación de equilibrio como ésta, sin modificaciones de precios y sin exigencias de crédito, la circulación coyuntural o, como dice Marx “las crisis”, no solo son posibles sino que deben producirse necesariamente, entonces habremos demostrado también que las crisis no se encuentran necesariamente conectadas con los cambios de precios y crédito. “Es decir, pueden existir crisis sin crédito”>> (H. Grossmann: “La Ley de la acumulación y del derrumbe del sistema capitalista” Cap. 2 Aptdo. II. Cfr. Marx: “Teorías sobre la Plusvalía” Cap. XVII Aptdo. 11)

Respecto de los desajustes entre oferta y demanda, —viendo que no pueden iluminar sino obscurecer la “tendencia directriz” inmanente a la Ley del valor, que precisamente en esto consiste la “apariencia de la competencia”—, fue este un fenómeno del que Marx hizo abstracción y desfetichizó en el Libro III de “El Capital”, Cap. L, dilucidando que deja de actuar allí donde oferta y demanda coinciden sin poder, por tanto, explicar nada, porque de lo que se trata no es saber en qué valor coinciden ambas fuerzas del mercado allí donde se anulan mutuamente, sino por qué coinciden en ése y no en otro valor cualquiera, demostrando así que:

<<…la competencia debe encargarse de explicar todas las faltas de lógica en que incurren los economistas, mientras que, por el contrario, son los economistas quienes tendrían que explicar la competencia>> Op. Cit.

En su esquema de cuatro años:

Otto Bauer presentó el proceso de acumulación en dos ramas de la industria, la una productora de plusvalor contenido en medios de producción y la otra productora de plusvalor contenido en bienes de consumo final. La primera operando con una originaria composición orgánica del capital = 2,4 y la segunda = 1,6, donde el capital constante aumenta anualmente un 10%, y el variable un 5% respectivamente. Es decir, que la población obrera empleada “v” se incrementa absolutamente todos los años en las dos ramas, aunque relativamente menos que el capital constante “c”, lo cual cumple aunque no del todo con la Ley General de la Acumulación Capitalista. Es decir, que esta desigual aunque constante proporcionalidad en la acumulación del plusvalor entre capital constante y variable en los dos sectores, aun cuando no responda a la realidad, porque de hecho la tasa de acumulación en el sector I (productor de medios de producción) es bastante mayor que la del Sector II (productor de medios de consumo final), no es una arbitrariedad sino que, como hemos visto ya, responde a la Ley de la acumulación, según la cual el valor de la inversión en salarios crece absolutamente, pero menos que en medios de producción puestos en movimiento por el trabajo vivo.

La tasa de explotación se supone constante = 100% anual de los salarios reflejados en la columna “v”, cuya masa de plusvalor anual resultante equivale a la suma de k+ac+av, parte del cual corresponde a plusvalor relativo derivado del creciente aumento en la Composición Orgánica del Capital: c/v. Bajo semejantes condiciones, según progresa la acumulación al ritmo que le impone la fuerza productiva del trabajo, a pesar de las “causas contrarrestantes”, el incremento del plusvalor no hace más que disminuir acelerando la tendencia al derrumbe y acrecentando, en sus crisis recurrentes, las dificultades de valorización del capital en funciones para salir de ellas.

Otro detalle del esquema elaborado por Bauer, consiste en que, a pesar de operar con desiguales composiciones técnicas y de valor del capital en los dos sectores, atribuye a las dos ramas de la producción la misma tasa o velocidad de acumulación crecientes = 25%, 25,95%, 26,96% y 27,98%, al tiempo que lo mismo sucede aproximadamente con el decremento en el consumo de los capitalistas: 75%, 74,05%, 73,04%, 72,02%.

Grossmann señala las inconsecuencias del esquema de Bauer en cuanto a que su teoría armonicista supone que la población explotada crece en proporción al crecimiento vegetativo de la población explotable, lo cual constituye “una renuncia evidente y descarada a la teoría de la población de Marx, al mismo tiempo que resulta absolutamente irreconciliable con los principios fundamentales del Marxismo”, encontrando por ello justificada la “aniquiladora crítica” de que le hizo objeto Rosa Luxemburgo en el apéndice de su Obra: “La Acumulación del Capital”, titulado “Una Anticrítica”. Acerca de estas inconsecuencias de Bauer, en la cita a pie de página Nº 98 correspondiente al capítulo 2 de su mencionado trabajo, Grossmann observa que en su esquema de la reproducción del capital, Bauer solo expone el proceso de acumulación según el valor de cambio excluyendo el valor de uso. Pero lo más grave, es que concibe esa representación del valor como un reflejo de la realidad bajo el capitalismo, olvidando “las simplificaciones que el esquema trae necesariamente consigo”. No obstante —a nuestro juicio, correctamente— Grossmann agrega que:

<<Estos graves defectos no reducen, sin embargo, la importancia del esquema de Bauer, mientras no se pase de considerar el proceso de reproducción desde el lado del valor y se lleve adelante conscientemente el análisis bajo las condiciones más favorables para la existencia del capitalismo, o sea bajo el supuesto de un equilibrio entre producción y ventas.>> (Op. Cit.)

Continuando el esquema de la acumulación de Bauer a partir del 5º año, Grossmann lo simplificó tomando en consideración los valores globales (sumando los factores correspondientes a los dos sectores) resultantes del 4º año, de modo que a los 266.000c con que acabó la acumulación de capital constante en ese período, le sumó el valor supuestamente acumulado del 10% en ese factor de la producción = 26.600ac de lo cual resultan los 292.600c invertidos por ese concepto en el 5º año. Procediendo de igual modo con el Capital variable (v) del 4º año, a 115.762v le sumó el plusvalor global acumulado del 5% en concepto de salarios durante ese 4º año = 5.788av, de lo cual resultan 121.550v disponibles para inversión en fuerza de trabajo vivo para el 5º año.

La tasa de plusvalor es del 100% de v = 121.550. Dado que se tiene prevista una inversión en capital constante c del 10% sobre el ya acumulado por este concepto en el 4º año = 292.600, el capital acumulado a invertir en el 5º año: ac = 29.260. De la misma forma procedió para calcular la inversión prevista del 5% sobre el capital variable disponible de 121.550v, por tanto av = 6.077. Por último, para obtener el incremento k correspondiente al consumo de los capitalistas = 121.550 equivalente al plusvalor esperado para ese 5º año, habrá que restarle la suma de (ac+av). O sea: = 121.550pl - (29.260ac+6.077av) = 86.213k

Para calcular la tasa de acumulación del capital global en el 5º año, Grossmann procedió tal como Bauer: sumó el incremento de capital constante y variable: 29.260ac+6.077av = 35.337 y a esta masa de valor la dividió por el plusvalor obtenido en ese mismo período:

(29.260ac+6.077av)/(29.260ac+6.077av+86.213k) = 29,07%.

Para obtener la tasa de incremento en el fondo de consumo personal o familiar de los capitalistas, procedió de la misma forma: 86.213k /(29.260ac+6.077av +86.213k) = 70,93%. Finalmente, para la tasa de ganancia cuya fórmula es pl./(c + v) = k+ac+av/c+v:

86.213k+29.260ac+6.077av/292.600c+121.550v = 29.3%

Otra característica de este esquema —que en absoluto distorsiona la lógica de la acumulación del sistema—, es que los capitalistas empiezan dedicando el coeficiente del plusvalor "k" a su fondo de consumo personal o familiar, que aumenta de 75.000k unidades monetarias el primer año, hasta 83.374k el cuarto año, aun cuando en términos absolutos, el crecimiento de ac y av se mantiene invariable a lo largo de todo el proceso: 10% anual en capital constante y 5% anual en capital variable para ampliar la escala de la producción de plusvalor.

También este supuesto de los neoarmonicistas favorece al capitalismo, quienes sostenían que si se mantiene la proporcionalidad en la acumulación de los dos sectores de la economía, no puede haber crisis:

<<El capital constante crece el doble de rápido que el capital variable (…) No obstante que los capitalistas aumentan en forma absoluta su consumo, debido a la creciente productividad y la creciente masa de plusvalor, pueden destinar una parte cada vez mayor del plusvalor a la acumulación. Además, se establece la proporcionalidad entre la acumulación realizada por ambos sectores. Mientras que según Marx el sector 1 (Productor de medios de producción) siempre acumula la mitad del plusvalor siendo que la acumulación en el sector II se produce a saltos, sin responder a ninguna regla visible, en el esquema de Bauer se acumula todos los años, el mismo porcentaje de plusvalor en los dos sectores. El primer año se capitaliza el 25% y se consume individualmente el 75%. El segundo año se capitaliza el 25,95% y se consume individualmente el 74,05. El tercer año se capitaliza el 26,96% y se consume individualmente el 74,04%. El cuatro año se capitaliza el 27,98% y se consume individualmente el 72,02%>> (Henryk Grossmann: “La Ley de la Acumulación y del Derrumbe del Sistema Capitalista” Cap. 2 Aptdo. III Ed. Cit. Pp. 70)

Como hemos visto, Grossmann retomó este esquema de producción elaborado por Bauer a partir del quinto año, conservando su misma dinámica. Pero no sin antes aclarar a sus lectores, lo que tal vez explique por qué Bauer no continuó desarrollando el suyo. Y es la pregunta acerca de si objetivamente “existe alguna frontera insuperable para la acumulación en el capitalismo”, a lo que Grossmann dice que Bauer dio una respuesta negativa que es la siguiente:

<<Este estado de equilibrio entre la acumulación y el aumento de la población, sólo puede conservarse si la tasa de acumulación crece a tal velocidad que, a pesar de la creciente composición orgánica del capital, el capital variable crece a igual velocidad que, la población>> [Otto Bauer: “Die Akkumulation des Kapitals” en “Die Neue Zeit” I, Año XXXI, 1913, I pp. 872 (“La acumulación del capital”, en Lucio Colletti et. al, “El Marxismo y el derrumbe del capitalismo”, México ED. Siglo XXI/1978, Pp. 361)]

<<Pero, ¿puede crecer a la larga la tasa de acumulación a un punto tal?...>> —preguntó Grossman para contestar seguidamente:

<<....¡Esta pregunta de importancia decisiva ni se la formuló Bauer! Lo que constituye desde hace cien años la piedra angular del debate y que configura el verdadero thema probandi, es tomado por Otto Bauer como algo de por sí evidente. ¡Como si la velocidad del crecimiento de la tasa de ganancia únicamente dependiera de la voluntad de los capitalistas! Si la tasa de acumulación crece en forma proporcional junto con la población, entonces el capitalismo puede desarrollar sin límite alguno sus fuerzas productivas y, con ello, el aparato de producción. En consecuencia, el capitalismo no se hundiría debido a la imposibilidad económica objetiva de la acumulación ilimitada de capital, sino que será destruido a través de la lucha política de las masas educadas por el socialismo, por su acción en el plano político y en el sindicalismo>> (H. Grossmann: “La Ley de la Acumulación y del Derrumbe del Sistema Capitalista” Cap. 2 Aptdo. IV. Ed/Siglo XXI 1979 Pp. 73)

10. Esquema de Bauer continuado por Grossmann a partir de la quinta rotación anual

Salvando las distancias, en esencia esto mismo que afirmó Bauer es lo que viene a decir, implícitamente el señor Nobuo Okishio en su teorema, es decir, que si los salarios reales no aumentan, la tasa de ganancia no desciende y la acumulación prosigue indefinidamente. Lo mismo decía David Ricardo en 1835:

<<Ninguna acumulación de los capitales puede hacer descender permanentemente los beneficios, si no hay una causa (objetiva exterior al sistema) igualmente permanente que aumente los salarios>> (Citado por Marx en “Líneas fundamentales…” (Grundrisse) Segunda mitad III. Ed. Cit. Pp. 139. Lo entre paréntesis nuestro)

Según Ricardo esa causa objetiva era la dificultad de aumentar la oferta de medios de subsistencia debido a la “improductividad de la agricultura”. Hoy esa causa natural “permanente” ya no existe, de modo que los salarios reales no pueden subir sin mediar la lucha de los explotados. Y si esto fuera así, es decir, si el destino del capitalismo dependiera exclusivamente de la lucha de clases, entonces, citando a Rosa Luxemburgo en “La Acumulación del Capital”:

<<....el socialismo vería desaparecer bajo sus pies, el suelo granítico de la necesidad histórica objetiva>>. (Op. Cit.)

Esto es lo que teóricos postmodernos como Okishio y demás detractores de Marx amontonados en la Escuela Frankfort, han venido tratando de introyectar en la conciencia de los explotados a través de la industria editorial, los aparatos ideológícos del Estado y el periodismo venal “especializado”, ofensiva que recrudeció desde la década de los años sesenta del pasado Siglo hasta hoy, como antes vinieron intentándolo, desde los marginalistas hasta los neoclásicos, pasando por los keynesianos, los neokeynesianos y nuevamente los neoclásicos redivivos en el monetarismo actual.

Pero, como dijera Galileo ante el Tribunal del Santo Oficio respecto de la traslación terrestre, la Tasa de Ganancia “eppur si muove” y faltalmente en sentido histórico declinante; no por la lucha de clases ni por la competencia intercapitalista, sino por el mismo principio activo del capitalismo que induce a un progreso incesante de la fuerza productiva del trabajo. Y, en efecto:

<<Si seguimos este desarrollo (….) siempre bajo los supuestos establecidos por Otto Bauer, se pondrá de manifiesto que la parte del plusvalor (k) destinada al consumo personal del capitalista [colectivo], que para el 5º año es de 86.213 y que continua creciendo en los años siguientes, solo puede aumentar hasta un cierto nivel máximo a partir del cual debe necesariamente descender, porque es absorbida por la parte del plusvalor destinada a la capitalización>> [H. Grossmann: Op. Cit. Cap. 2 Aptdo. VII a)]

para visualizar el esquema. Observando este cuadro, tras el 5º año el fondo de consumo global de los capitalistas sigue creciendo hasta el año 25º en que comienza a descender absolutamente y más aún respecto de la masa y las tasas de acumulación en capital constante: ac y variable: av, en % del plusvalor. Esto es así, porque:

<<A pesar de la tasa de ganancia declinante, la acumulación prosigue a un ritmo cada vez más acelerado, dado que el volumen de la acumulación no se desarrolla en proporción al nivel de la tasa de ganancia sino en relación al potencial poseído por el capital ya acumulado, “pues más allá de ciertos límites, un gran capital con una tasa pequeña de ganancia acumula con mayor rapidez que un pequeño capital con una gran tasa de ganancia” (H. Grossmann Op. Cit. Cfr. Infra: K. Marx: “El Capital” Libro III Cap. XV Aptdo. III)

Volviendo al esquema de producción de Bauer continuado por Grossman, el capital global inicial de 300.000 = (200.000c + 100.000v) en el 1º año, se incrementó luego de 10 años hasta alcanzar 681.243 = (518.357c + 162.886v) el año 11º, es decir, un 227%; y esto a pesar de una tasa de ganancia que se redujo constantemente, pues mientras en el primer año fue del 33%, en el décimo aun no llegaba a 24,7%. En la segunda década, el capital creció de 681.243 = (518.357c+162.886v) acumulado en el 10º año, a 1.609.802 = (1.344.477 + 265.325) acumulado en el 20º año, aunque la tasa de ganancia continuó descendiendo (del 24,7% al 16,4% el 21ª año); de modo que en esa segunda década, el ritmo de la acumulación fue de 236,3%. Finalmente, en la tercera década, con una tasa de ganancia aun más baja (descendió del 16,4% al 11,0%), la acumulación se desarrolla a un ritmo todavía más intenso (su incremento fue de 243,5%), pues de 1.609.802 = (1.344.477c + 265.325v), la acumulación creció hasta 3.919.402 = (3.487.220c + 432.182v) para el 31º año. Y en ese mismo lapso de tiempo, la tasa de ganancia descendió del 24,7% al 14%. De esta manera obtenemos —siempre en base al esquema de Otto Bauer— una acumulación cada vez más acelerada a pesar de la caída gradual de la tasa de ganancia:

<<El peso relativo de la parte asignada [por la Ley del valor] al capital constante crece tan rápido, que durante el primer año solo alcanza al 50% del producto anual, en el 34º año llega al 82,2% y en el año siguiente asciende al 82,9%. La parte k (consumo de los capitalistas) del capital, se elevará para el 19º año a 117.832, para comenzar a caer no solo relativamente sino en términos absolutos a partir del 21º año. En el 25º año será tan solo de 109.534, en el 30º año nada más que 73.822. Finalmente, en el 34º año alcanza su punto más bajo con 11.141, y el año que sigue, o sea, el 35º, desaparece por completo, por lo cual el sistema debiera derrumbarse.>> (H. Grossmann Op. Cit. Cap. 2 Aptdo VII Ed. Cit. Pp. 82 Lo entre corchetes nuestro)

En efecto, observando en el cuadro siguiente:

 

un poco más detenidamente el proceso para los dos últimos años, el año postrero sería el 34º .

El capital constante a invertir el año 34º, se obtiene sumándole al capital constante c invertido el año 33º, la parte del plusvalor obtenido ese año destinado a la acumulación ac por el mismo concepto: 4.219.536c + 421.953ac = 4.641.489c. Lo mismo respecto del capital variable u obreros empleados v: 476.480v + 23.824av = 500.304v.

El plusvalor esperado para el 34º año es el 100% de 500.304v. De este plusvalor se acumula el 10% del capital constante = 4.641.489c (acumulado el 33º año y disponible para inversión el 34º) = 464.148ac + (el 5% sobre 500.304v = 25.015av) = 489.163. Por tanto, la diferencia entre el plusvalor 500.304 – 489.163 = 11.141k equivalente al consumo de los capitalistas para ese 34º año.

El año 35º la acumulación prosigue con un capital acumulado disponible para inversión de 5.105.637c (4.641.489c + 464.148ac) + 525.319v (500.304v + 25.015av) y un plusvalor esperado = 525.319. Si en tales condiciones se siguiera destinando el 10% sobre 5.105.637c a la acumulación en concepto de capital constante = 510.563ac. y el 5% sobre 525.319v a la acumulación en capital variable = 26.265av , sumando ambos valores: 510.563ac + 26.265av = 536.828pl., este plusvalor requerido es superior al realmente existente en 11.509 unidades monetarias. Se pone de manifiesto así que el sistema desemboca en una insuficiente valorización por superproducción de capital acumulado, de tal modo que una parte de los medios de trabajo hasta entonces utilizados, se paralizan por falta de obreros que los pongan en movimiento, e incluso los capitalistas dejan de consumir su parte k en medios de vida que, como dice Grossmann, a partir de entonces deben seguir viviendo del aire:

<<Una sobreproducción de capital jamás significa otra cosa que una sobreproducción de medios de producción —medios de trabajo y medios de subsistencia— que puedan actuar como capital, es decir, que puedan ser empleados para la explotación del trabajo con un grado de explotación dado; pues la disminución de ese grado de explotación por debajo de un punto dado, provoca perturbaciones y paralizaciones del proceso de producción capitalista, crisis y destrucción de capital.>> (K. Marx: “El Capital” . Libro III Cap. XV Aptdo. III)

Ya lo hemos dicho pero no está demás repetirlo: el esquema de reproducción de Grossman según la Ley General de la Acumulación capitalista, desemboca sin solución de continuidad en el derrumbe del capitalismo. Y esto ha podido ser así, porque se han respetado los supuestos ficticios de los neoarmonicistas, según los cuales la acumulación capitalista opera en condiciones de permanente equilibrio entre producción y ventas, y donde, además, la masa de capital acumulado en los dos sectores de la economía, así como la población explotada y la población explotable aumentan en la misma proporción. Por esto y por ausencia del crédito, es que el proceso de acumulación desemboca directamente en el derrumbe sin ser interrumpido por ninguna crisis. Pero al mismo tiempo que confirma la teoría del derrumbe del sistema, este esquema no deja de ser, al mismo tiempo, la igualmente rigurosa confirmación de las crisis capitalistas periódicas. Tal como así lo ha querido significar Grossmann en el título de su obra: “La Ley de la acumulación y del derrumbe del sistema capitalista". Una teoría de la crisis”. Crisis periódicas que no anulan sino que retardan el cada vez más asintótico acercamiento de la curva del derrumbe capitalista a la curva de la emancipación humana universal respecto del capitalismo, que el proletariado debe, puede y fundirá en una sola, lo quiera o no lo quiera.

Insistiendo en sus esquemas de dos rotaciones económicamente descoyuntadas suponiendo erróneamente que la desvalorización del capital constante (por el aumento en la productividad), prevalece sobre el incremento de valor que supone la necesaria utilización de un mayor volumen y variedad de medios de trabajo, para la metabolización de más materia prima y trabajo vivo por unidad de tiempo, eso, aunque a Rolando Astarita y a sujetos postmodernos como Nobuo Okishio les deje satisfechos, nada tiene que ver con la realidad.

Y para eso le hemos vuelto a remitir a la expresión matemática de la relación dialéctica entre trabajo necesario y trabajo excedente de cada jornada de labor sometida a un incesante progreso de la productividad, de donde se deduce que, cuanto más plusvalor haya acumulado ya el capitalista colectivo a costa del trabajo necesario y más se reduzca el tiempo de la jornada de labor que queda por capitalizar, la mayor desvalorización del capital constante en funciones respecto del aumento potencial de la productividad del trabajo que incorpora, es crecientemente menor respecto del valor que añade el siempre mayor empleo de medios de trabajo y materias primas para poder capitalizar un cada vez menor incremento de plusvalor. De modo que, según progresa la acumulación, el plusvalor aumenta menos, al tiempo que la composición orgánica del capital (c/v) se incrementa más. Y esto es lo que fuerza al descenso inevitable de la tasa de ganancia. Pero nuestro interlocutor siguió sin hacer la más nimia alusión a estos fundamentos, para profundizar en sus propios errores.

 

Fundamentos económicos de la Ley de la Tendencia decreciente de la Tasa de Ganancia y los esquemas de dos rotaciones

En su mensaje del 18/04/2010 a las 21:28 Hs. Astarita reconoció haberse equivocado en la precedente elaboración de sus esquemas o estructuras de dos rotaciones, atribuyendo su error a que:

<<…efectivamente en el borrador que les envié está equivocado el cálculo (de hecho el cálculo correcto me quedó en el papel, y me equivoqué al transcribirlo). De todas maneras el fondo del razonamiento lo considero correcto, y quiero mostrarles cómo la cuestión no se altera si agregamos la acumulación.>>

Y entonces propuso partir de una nueva situación que es la siguiente:

200c + 50v + 50s = 300

<<Aquí es tasa de ganancia = 20%; tasa de plusvalía = 100%; c/v = 4. Supongamos que se emplean 10 unidades de trabajo. Se produce ahora un cambio tecnológico por el cual aumenta la productividad el 10% en toda la economía. Esto significa que se abarata el capital constante el 10%, y también los bienes que consumen los asalariados, y que se emplean 9 unidades de trabajo, en lugar de 10. Cada trabajador sigue produciendo la misma masa de valor = 10. Sus salarios reales permanecen constantes.
Por lo tanto tenemos:

180c + 40,5v + 49,5s = 270

Ahora la tasa de ganancia = 22,45, la tasa de plusvalía = 122,2%; c/v = 4,44. Ustedes sostienen que aquí no tuve en cuenta que el capital se acumula, y por lo tanto aumenta la masa de obreros empleados y la masa de plusvalía. Por lo tanto ahora ponemos la siguiente situación: a la par que aumenta un 10% la productividad (y por este motivo se debería reducir el número de obreros), la acumulación aumenta un 30% (por este motivo aumenta el número de obreros). Con la nueva tecnología entonces se emplean ahora 11,7 unidades de trabajo. El resultado es:

234c + 52,65v + 64,35s = 351

La tasa de ganancia es 22,45%; la tasa de plusvalía = 122,2; c/v = 4,4
La situación no se altera. Hay acumulación, hay más masa de plusvalía, pero aumentó la tasa de ganancia. Pueden poner la tasa de acumulación que les guste, el resultado va a ser el mismo, dado que el aumento de productividad afecta tanto a los bienes que consumen los trabajadores, como al capital constante. Si esto se respeta, la tasa de ganancia sube, en tanto los salarios reales permanezcan constantes. Éste es el problema que hay que resolver>>

El 19/04/2010 a las 14:33 Astatarita nos remitió otro mensaje donde dice:
Compañeros, estuve releyendo el texto que me enviaron, y veo que en nuestras diferencias subyace un problema de enfoque general, de método.

Lo explico de esta manera: estudiando las crisis de EUA (en particular las de 1929, 2000 y 2007) encontré que hubo sobrecapacidad en ramas claves antes del estallido de las crisis. Frente a esto, hay dos posibilidades de respuesta científica:

a) Intentar explicar por qué sucede esto, desde el punto de vista de la teoría marxista de la acumulación;

b) Demostrar que no hubo tal sobrecapacidad, que los datos están equivocados.

Durante bastante tiempo intenté el segundo camino. Sin embargo los datos son consistentes y muestran que hubo sobrecapacidad en industrias claves. Por eso intenté explicar el hecho, partiendo de la teoría de la acumulación y del cambio tecnológico de Marx (el capítulo 10 del tomo 1 de El Capital me fue de mucha utilidad).

Por supuesto, cualquiera de estos caminos es válido. Pero lo que no tiene validez desde el punto de vista científico es decir que la sobrecapacidad antes de la crisis no existe porque Marx dijo que no puede haber sobrecapacidad antes de la crisis. Aunque pienso que Marx contemplaba que podía haber sobrecapacidad antes de la crisis, el que lo demuestre no tiene ninguna importancia para la discusión que tenemos entre manos. El argumento de autoridad es lo opuesto a la investigación científica.

Ahora bien, en su respuesta ustedes no demuestran que no existió sobrecapacidad en 1998, o en 1928, en EUA. Simplemente afirman que no puede suceder porque el hecho está en contra de la teoría de Marx. Es un argumento no científico, y en última instancia ajeno al materialismo histórico. La ciencia no consiste en repetir textos, sino en interpretar críticamente la realidad, basándonos en la teoría. Es en esta interacción entre teoría e investigación empírica que avanza la teoría, y la propia investigación empírica.

Doy otro ejemplo. Durante mucho tiempo pensé que las grandes crisis estaban precedidas por la caída tendencial de la tasa de ganancia. Pero estudiando la crisis de 1929 encontré que no hubo una caída tendencial de la tasa de ganancia en los 25 años que preceden a la crisis del treinta. Lo mismo sucede con la crisis de 2007; en los 24 años previos no se advierte una caída tendencial de la tasa de ganancia (más bien sucede lo contrario; en junio de 2007 la tasa de ganancia en EUA era más alta que en 1983). Este hecho va en contra de lo que dijeron Mandel, Grossman, Shaikh y otros grandes autores marxistas. Todos ellos pensaron (yo también lo pensaba) que las grandes crisis estructurales del capitalismo estaban precedidas por una caída tendencial de la tasa de ganancia, según la ley descubierta por Marx. Pero los datos no avalan esta idea (aclaración: incluso los datos presentados por Shaikh o Dumenil no muestran que la tasa de ganancia haya caído desde 1905 a 1929). Si esto es así, no puedo argumentar que los datos están mal porque no cumplen con lo prescrito por la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia de Marx.

Saludos, Rolando

El 24/04/2010 a las 16:02 Hs., contestamos a los dos correos anteriores remitidos por Astarita. Antes de analizar su último esquema de rotación expuesto en este correo, volvimos a reclamar su atención sobre la metodología que Marx empleó para descubrir los fundamentos económicos y matemáticos del descenso tendencial de la tasa de ganancia diciéndole lo siguiente: Vaya por delante que nosotros no somos investigadores de la economía política sino simples propagandistas del Materialismo Histórico, y no decimos esto por falsa modestia sino porque es verdad. Pero también porque es igualmente cierto que no somos marxistas por dogma de fe sino por íntima convicción personal de clase.

Y con esos mismos fundamentos expuestos en nuestro anterior mensaje —que sobre ti parecen haber resbalado—, volvemos a insistir aquí, a la vista de que tú no te has dado por enterado, en que nuestra convicción en orden a lo que estamos debatiendo está basada en el siguiente método:

1) Que el capitalismo NO consiste en que cada sector de la burguesía compita con los demás por las ganancias extraordinarias derivadas del progreso técnico, sino en que la burguesía en su conjunto, es decir, el capital social global, pueda convertir la mayor parte de trabajo necesario posible, en excedente o plusvalor para los fines de la acumulación. Porque si no hay producción no hay competencia ni reparto de ganancias posibles.
2) Que el capital ha venido ejecutando este principio activo mediante el progreso de las fuerzas sociales productivas, que NO tiene su causa en la competencia intercapitalista, sino en la dialéctica entre capital y trabajo.
3) Que la concreción material de esta dialéctica es el progreso de la fuerza productiva el trabajo, que se traduce en el histórico incremento de los medios de producción a expensas del trabajo vivo.
4) Que según progresan las fuerzas productivas mediante la inversión de un cada vez mayor número y variedad de más eficaces y onerosos medios de producción, la fracción de la jornada de labor colectiva de trabajo en que los asalariados activos producen para sí mismos, se va reduciendo absolutamente en la misma proprocion en que aumenta la productividad del trabajo y consecuentemente del plusvalor, aunque menos respecto de lo que se incrementan los medios de trabajo que cada uno de esos obreros pone en movimiento, como conditio sine qua non de que la fuerza productiva del trabajo progrese.
5) Que dado el límite de la jornada de labor naturalmente inferior a las 24 Hs., “la compensación de la mengua en el número de obreros mediante el incremento en el grado de explotación del trabajo, encuentra ciertos límites insuperables. Y es que resulta imposible, por ejemplo, extraer de dos obreros tanto plusvalor como de 24. En efecto, si cada uno de los 24 obreros sólo suministrara una hora de plusvalor trabajando cada cual 12 horas, todos ellos producirían 24 horas de plustrabajo, mientras que para rendir esa misma masa de plusvalor, dos obreros tendrían que trabajar completamente gratis durante toda la jornada, debiendo para eso vivir del aire", (Marx), porque no cobrarían salario alguno, condición que ni siquiera las máquinas pueden cumplir, dado que necesitan el tiempo de trabajo insumido en el mantenimiento y la producción de combustible necesarios para que funcionen. Por tanto, aun en el caso hipotético de que tales condiciones sobrehumanas fueran posibles, esos dos trabajadores no podrían producir un solo céntimo de plusvalor más de lo que producen 24 asalariados.
6) Que según se reduce el trabajo necesario, esto es, la parte de la jornada colectiva de labor todavía no convertida en plusvalor capitalizado, durante la cual un cada vez menor número de obreros mueven un creciente capital fijo y circulante creando el valor necesario para reponer su fuerza de trabajo, el plusvalor que producen durante el resto de la jornada colectiva, llamado plusvalor relativo = s/v, aumenta cada vez más; pero la masa de plusvalor = s multiplicado por el número de obreros empleados, aumenta cada vez menos según progresa la fuerza productiva del trabajo. Y esto es así, porque cuanto más plusvalor se haya capitalizado ya a expensas del trabajo necesario, menor es la parte de la fracción restante de la jornada laboral susceptible de convertirse en plusvalor capitalizado, habida cuenta de que el capital no puede hacerlo en un solo acto.
7) Por lo tanto, cuanto más trabajo necesario haya sido convertido ya en plusvalor capitalizado, más formidable deberá ser el progreso de la fuerza productiva; tan formidable como la cantidad y variedad de más eficaces y onerosos medios de trabajo —movidos por un cada vez menor empleo relativo de asalariados, con capacidad de procesar mucho más valor en concepto de materias primas por unidad de tiempo— para extraer necesariamente de ese cada vez menor trabajo vivo empleado —respecto de los medios que pone en movimiento—, una proporción cada vez más reducida de plusvalor. El plusvalor, pues, aumenta pero cada vez menos. Y,
8) Finalmente, aun cuando el aumento de la productividad desvaloriza el capital fijo, el número de unidades que la necesidad de incrementar el plusvalor exige utilizar, aumenta más rápido de lo que desciende el costo de producirlas.
De estos fundamentos de la acumulación del capital, Marx extrajo la única concusión lógica posible:

<<Por consiguiente, con el desarrollo del modo capitalista de producción disminuye la tasa de ganancia, mientras que su masa aumenta al aumentar la masa del capital empleado.>> K. Marx: El Capital” Libro III Cap. XV Aptdo. II)

Y a continuación decimos, también siguiendo a Marx, que:

<<En economía política, por principio no hay que fijarse nunca en las cifras de un solo año para extraer de ellas leyes generales. Hay que tomar siempre el término medio de seis a siete años, que es el lapso de tiempo durante el cual la industria moderna pasa de las fases de prosperidad, superproducción, estancamiento y crisis, consumando su ciclo fatal>>. (“Discurso sobre el librecambio”)

Ahora bien, la matemática es la ciencia de la cantidad. Cuando esta ciencia se practica hacia dentro de las matemáticas mismas, es decir, cuando el objeto del conocimiento matemático es la cantidad abstractamente considerada, (números, figuras geométricas o símbolos), estamos en presencia de las llamadas matemáticas puras. En cambio, cuando las matemáticas incursionan en la medición del comportamiento de objetos exteriores a las propias cantidades abstractas de las matemáticas puras, se pasa a las matemáticas aplicadas. Y aquí entramos en el terreno del cálculo, no de la especulación puramente matemática. Y el acto de calcular, consiste en realizar las operaciones necesarias para prever el resultado de una totalidad de factores en movimiento presidida por una determinada lógica previamente concebida como un concreto pensado de esa realidad, que es imprescindible respetar como condición de que el cálculo matemático sea la exacta medición del comportamiento de dicha totalidad de objetos. Repetimos: previamente concebida en el sentido de concepto. Tal es el fundamento de esa totalidad de objetos en movimiento que se trata de medir.

Por tanto, en economía política, antes de comprobar nada empíricamente, es necesario conocer los fundamentos científicos de la lógica o causa formal que anima a una determinada totalidad de objetos que se investigan, cuyo movimiento se quiere traducir en magnitudes absolutas y relativas.

Tú, ahora, partiendo de la misma estructura originaria de tu anterior mensaje, que llamaremos “A”:

200c + 50v + 50s = 300,

vuelves a suponer un aumento de la productividad del 10% que afecta tanto al capital constante como al variable. Pero introduces un nuevo supuesto: que de los 10 asalariados empleados por el capital en la estructura “A” se despide a uno quedando reducidos a 9. Aquí tu reincides en vulnerar el fundamento de la acumulación, su Ley General que Marx expone en “El Capital”:

<<Al incrementarse el capital global, en efecto, aumenta también su parte constitutiva variable, o sea la fuerza de trabajo que se incorpora (para mover los nuevos medios de trabajo que amplían el capital constante), pero en proporción constantemente decreciente>> Op. Cit. Libro I Cap. XXIII Apartado 3. Lo entre paréntesis nuestro)

Según los cambios que tú introduces, donde en vez de incrementarse la masa salarial disminuye, presentas la estructura siguiente que llamaremos “B”:

180c + 40,5v + 49,5s = 270.

De aquí por comparación respecto de a la estructura “A”, surge que la tasa de ganancia sube del 20 al 22,45%; la tasa de plusvalor s/v también aumenta del 100 al 122% y la composición orgánica del capital c/v pasa de 4 a 4,44. Pero la tasa de acumulación decrece de 50 a 49,5 al tiempo que el capital pasa de 300 a 270 unidades monetarias de poder adquisitivo constante; por tanto, en vez de acumularse el capital disminuye.

En cuanto a los salarios, los 10 trabajadores empleados en la estructura “A” por 50v, pasan a ser 9 en la estructura “B” a razón de 4,5 unidades monetarias de salario cada uno, lo cual hace un total de 40,5v por ese concepto. Salvo el que tú envías al paro por el artículo 33, los demás asalariados venían cobrando 5 unidades monetarias cada uno, y ahora pasan a cobrar 4,5 en razón del 10% de depreciación en concepto de productividad, pero los salarios reales no varían porque el precio de los productos de la canasta familiar también descienden en igual proporción por esa misma causa. Finalmente, los 4,5v que en concepto de salarios deja de cobrar el parado, no se sabe tampoco por qué razón van a engrosar el plusvalor producido por los restantes 9, que así pasa de 50s a 45s + 4,5s = 49,5s. Como si los 9 asalariados restantes no sólo siguieran produciendo el 100% de plusvalor sino que convirtieran en plusvalor el 100% del salario que ha dejado de cobrar el parado.

Matemáticamente tú has conseguido, así, que 9 asalariados trabajando la misma cantidad de horas que cada uno de los 10 anteriores, produzcan el 22% más de plusvalor que 10, moviendo un menor número de medios de trabajo y materias primas procesadas equivalente a 180c, (un 10% inferior al calculado sobre 200c tras su desvalorización por el aumento en la productividad). Y para conseguir eso, has independizado arbitrariamente la producción de plusvalor respecto del tiempo de trabajo necesario. Tal como hizo Sweezy:

<<Si la masa de trabajo excedente no estuviera absolutamente limitada por la jornada laboral media y el trabajo necesario que determina en cada momento el valor del salario, el plusvalor quedaría convertido en una variable dependiente de la fuerza productiva del trabajo, es decir, en un flujo históricamente creciente. Tal es la premisa de la que Baran y Sweezy partieron en "El Capital Monopolista".>> Ver nota 1 de nuestro documento llamado "Anexo" a "Miscelanea"

O sea, que Fukuyama tiene razón y ya no hay más historia porque el capitalismo es eterno. Pero es que tú has ido con el absurdo todavía más lejos, porque bajo las condiciones sobre las que has operado aritméticamente en términos conceptuales, moviendo un capital constante disminuido en un 10% respecto de la estructura “A”, queda claro que los 9 obreros de la estructura “B” no pueden producir más plusvalor que los 10 de la estructura “A”, y el 22% de aumento que tu le atribuyes, todavía menos. Esto solo es posible mediante una mayor intensidad y extensión de la jornada de labor colectiva en horas trabajadas por asalariado, lo cual desvirtúa todo tu esquema basado solamente en el incremento de la productividad por cambio tecnológico.

Fíjate que has empezado a elaborar tus cálculos en base a la estructura productiva “A” cuyo resultado arrojó una tasa de acumulación de 50v y un capital acumulado de 300, y de la estructura “B” conseguiste una desacumulación relativa de 30 unidades monetarias = 270. Si con la misma “lógica” sigues aplicando sucesivas devaluaciones por tantos otros aumentos subsiguientes de la productividad sobre el capital resultante de la estructura anterior, llega el momento en que el sistema no se derrumba por sobreacumulación sino, paradójicamente, por el revés de la trama: el capital constante en funciones se agota o extingue y, con él, su propietario y agente activo, la burguesía. Nada más alejado de la realidad capitalista, Rolando.

Tu error consiste en pensar que con cada progreso tecnológico que una determinada estructura de producción incorpora y la tasa de ganancia media convierte en trabajo socialmente necesario, el capital constante se desvaloriza más de lo que desciende el plusvalor. Esto es lo que se infiere según la lógica que se desprende de los cálculos que has hecho tú, porque el capital acumulado pasó de 300 a 270 descendiendo un 9%, y el plusvalor pasó de 50s a 49,5s disminuyendo sólo el 1%.

Ante esto vuelves a corregir tus cálculos diciendo lo siguiente:

<<Ustedes sostienen que aquí no tuve en cuenta que el capital se acumula, y por lo tanto aumenta la masa de obreros empleados y la masa de plusvalía. Por lo tanto ahora ponemos la siguiente situación: a la par que aumenta un 10% la productividad (y por este motivo se debería reducir el número de obreros), la acumulación aumenta un 30% (por este motivo aumenta el número de obreros). Con la nueva tecnología entonces se emplean ahora 11,7 unidades de trabajo. El resultado es:

234c + 52,65v + 64,35s = 351

Fíjate, Rolando: llamemos “C” a ésta última estructura tuya y traigamos a colación la estructura “B” anterior que fue la siguiente:

180c + 40,5v + 49,5s = 270

Como se ve, la estructura “C” capitalizó un plusvalor = 49,5s, ¿no? Pero tú decidiste que el capital constante de la estructura “C” aumente en 54,00c, es decir 4,5c unidades monetarias más, respecto del plusvalor capitalizado por la estructura precedente “B”. ¿De dónde sacaste esos 4,5c? Y los 12,15v que exceden a los 40,5v adelantados en la estructura “B” para pagar ahora a los obreros que supuestamente movieron los medios de producción por valor de 234c en la estructura “C”, ¿de dónde los sacaste, pidiendo un crédito? ¿Por qué no sigues con este embolado a ver dónde vas a parar? Esto sí que es imposible convertirlo en relaciones numéricas. Nada que ver con el método científico de investigación propuesto por Marx siguiendo a Galileo. Para convertir en medible el aumento en la composición orgánica del capital y todo lo demás, hay que hacer abstracción del poder adquisitivo del dinero, de la variación de los precios (es decir, de la competencia) y del crédito. Y esta metodología es la que tú has omitido adoptar.

No, Rolando. Lo que nosotros te observamos, es que tú has empezado comparando dos estructuras: “A” y “B” sin que la siguiente se pueda deducir de la anterior —no digamos ya conceptualmente— sino ni siquiera matemáticamente. Y ahora has vuelto a hacer lo mismo con la tercera: “C”, evocando a Groucho, el tocayo de Karl Marx, cuando le decía a un interlocutor imaginario: “Tengo unos principios, pero si no le gustan tengo otros”. ¿Dónde está el fundamento científico de los principios que te llevaron a elaborar semejantes cálculos, Rolando?

En realidad, según Marx, insististimos en que con cada avance tecnológico, el valor del capital constante en funciones disminuye por el aumento de la productividad, pero menos de lo que aumenta por el mayor volumen y variedad de medios de producción que es necesario emplear, para obtener un aumento de plusvalor cada vez menor cuanto más trabajo necesario haya sido convertido ya en plusvalor capitalizado. Por eso es que el número de obreros debe aumentar en términos absolutos y no disminuir como tú sigues afirmado. Y debe aumentar menos de lo que se incrementa el capital fijo para garantizar el progreso en la productividad; por tanto, menos de lo que se incrementa la población obrera explotable. Dicho de otro modo, según avanza el proceso de valorización el valor del capital constante se incrementa, para que el metabolismo de más materias primas y trabajo vivo se acelere según se reduce el trabajo necesario que resta por capitalizar.

Tal es la lógica que determina el descenso en la tasa de ganancia. Pero mientras en cada rotación obtenga un margen de beneficio mayor que en la anterior, el capital sigue produciendo y acumulando a un ritmo cada vez más acelerado, hasta que el descenso de la tasa de ganancia llega al punto en que el proceso desemboca fatalmente en la sobreacumulación absoluta de capital, que se presenta cuando su masa acrecentada es menor que antes de su crecimiento.

El fundamento o fuerza de esta lógica, está en la relación matemática dialéctica o contradictoria, entre una magnitud de límite fijo = 100% de cada jornada en tiempo de trabajo que no puede sobrepasar las 24 HS. de cada día, y otra que crece históricamente a sus expensas hasta donde la primera agota su límite de valor decreciente igual a cero, limitando históricamente al mismo cero absoluto el crecimiento de la segunda. Por eso Marx le decía en 1875 a Engels eso de que los socialdemócratas era incapaces de comprender el carácter dialéctico de las matemáticas y de la naturaleza.

Demostración matemática de la tendencia decreciente de la Tasa de Ganancia Media

El fundamento o fuerza de esta lógica, está en la relación matemática dialéctica o contradictoria, entre una magnitud de límite fijo = 100% de cada jornada laboral que naturalmente no puede sobrepasar las 24 HS. de cada día, y otra que crece a sus expensas históricamente, hasta donde la primera agota su límite impidiendo así el crecimiento de la segunda. Por eso Marx le decía en 1875 a Engels, que los socialdemócratas eran incapaces de comprender el carácter dialéctico de las matemáticas y de la naturaleza.

En sus “Grundrisse” Marx hizo un ejercicio de cálculo partiendo de la siguiente proposición que le sugirió la simple observación enpírico-geométrica de dividir una línea en dos segmentos representativos de las dos partes constitutivas de la jornada de labor que luego expresó en términos aritméticos, de modo que la magnitud en que puede aumentar el tiempo de trabajo excedente o plusvalor a expensas del tiempo de trabajo necesario equivalente al salario, está condicionada o limitada por la duración de la jornada laboral = 100%.

Supongamos una jornada de trabajo de diez horas diarias y una tasa de plusvalía del 100%, es decir, la parte de trabajo necesario o salario equivale a 5 horas y otras 5 al plusvalor o trabajo excedente. Por tanto, el obrero colectivo trabaja media jornada de labor (50%) para él y la otra media (50%) para el capitalista:

1/2 + 1/2 = 2/2 = 100%

A partir de estas condiciones, supongamos que la productividad del trabajo se duplica. Ahora, para reproducir su fuerza de trabajo, para vivir un día completo, el asalariado deberá trabajar 1/4 de jornada, la mitad que antes; y eso es lo que le pagará el capitalista. Pero le seguirá haciendo trabajar las mismas horas convenidas en el contrato de trabajo:

<<Por ende, la economización de trabajo mediante el desarrollo de la fuerza productiva del trabajo, en la economía capitalista de ningún modo tiene por objeto reducir la jornada laboral. Se propone, tan sólo, reducir el tiempo de trabajo necesario para la producción de determinada cantidad de mercancías. El hecho de que el obrero, habiéndose acrecentado la fuerza productiva de su trabajo, produzca, por ejemplo, en una hora, 10 veces más mercancías que antes, o sea, que para fabricar cada pieza de mercancía necesite 10 veces menos tiempo de trabajo que antes, en modo alguno impide que se le haga trabajar doce horas, como siempre, y que en las doce horas deba producir 1.200 piezas en vez de las 120 de antes>> (K. Marx: "El Capital" Libro I Secc.IVª Cap. X)

La diferencia entre 1/2 y 1/4 = 1/4, corresponde a la transformación de trabajo necesario en excedente a raíz del incremento en la fuerza productiva del trabajo. En este punto del proceso, el capitalista se habrá apropiado 1/4 de jornada más respecto del plusvalor de origen que era de media jornada = 2/4 y que ahora pasa a ser de 2/4 + 1/4 = 3/4. Ahora, para vivir un día, el asalariado colectivo debe trabajar 3/4 de jornada para el patrón y sólo 1/4 para él.

Si observamos esto más detenidamente, veremos que la fuerza productiva del trabajo se ha duplicado, pero el plusvalor sólo se ha incrementado en 1/4 de la jornada laboral, sólo ha reducido el remanente de trabajo necesario en esa fracción. Esto es así, porque la proporción en que la fuerza productiva del trabajo incrementa el valor del capital, depende de la relación originaria entre trabajo necesario y trabajo excedente:

<< El trabajo objetivado que está contenido en el precio de la fuerza de trabajo, es siempre igual a una fracción del día completo, está siempre expresado aritméticamente en la forma de un quebrado, es siempre una proporción numérica, nunca un número simple>> (K. Marx: "Grundrisse" III)

¿Por qué debe ser así? Porque, como sucede con toda proporción, la magnitud en que puede variar —en nuestro caso el tiempo de trabajo excedente respecto del trabajo necesario—, está condicionada o limitada por la magnitud total de la jornada laboral, el 100%, que no puede sobrepasar el límite natural de las 24 Hs, de modo que, según progresa la fuerza productiva, el plusvalor aumenta a expensas del tiempo de trabajo dedicado a producir los medios de vida de los asalariados.

Entonces, si sobre la primera consideramos una segunda duplicación de la fuerza productiva del trabajo, el salario, que se había reducido ya a 1/4 , disminuirá ahora a la mitad, 1/8 de la jornada laboral, la misma proporción en que se incrementa el plusvalor, de modo que el plusvalor relatico ya capitalizado, que había pasado de 1/2 a 3/4 o 6/8, pasará a 7/8 de jornada, de modo que al capitalista colectivo solo le queda por capitalizar 1/8. Esto quiere decir que la tasa de plusvalor el plusvalor relativo s/v se incrementa en todo lo que progresa la fuerza productiva, tanto como se retrae lo que aumenta el plusvalor, que pasó de ½ jornada = 0,50 de la jornada entera, a 1/8 = 0,125 de jornada, suponiendo.

En el límite, si el salario o trabajo necesario se hubiera reducido ya a 1/1.000 = 0,001, la plusvalía total sería 999/1.000 = 0,999. Es decir, que para aumentar el plusvalor en menos de una milésima de tiempo, el capital debería aumentar la productividad del trabajo mil veces más. Imaginemos la magnitud de la composición Orgánica del Capital como resultado de esta relación, es decir, el número y variedad de medios de trabajo que deberá emplear la burguesía para ampliar el plusvalor en menos de una unidad porcentual.

Y si sobre esta progresión la fuerza productiva se multiplicara por otras 1.000 veces más, el tiempo de trabajo necesario descendería a 1/1.000.000 del día de trabajo, mientras que el plusvalor aumentaría en 1/1.000 - 1/1.000.000 o sea 0,001 - 0,000001 = 0,0000999 ó 999/1.000.000. En este caso, para aumentar el plusvalor en 0,0000999 de tiempo, la productividad del trabajo debería multiplicarse un millón de veces.

De esto se desprende que, cuanto mayor sea el plusvalor ya capitalizado y, por tanto, menor la fracción de la jornada de trabajo necesario restante para crear el equivalente al salario del obrero que queda por capitalizar, tanto menor será el incremento del plusvalor que el capital obtendrá del progreso de la fuerza productiva del trabajo, y mayor todavía deberá ser el valor del capital constante a invertir para obtener un aumento de plusvalor irrisorio. Conclusión: El plusvalor aumenta, pero en proporción crecientemente menor al desarrollo de la fuerza productiva del trabajo, esto es, al incremento del capital constante:

<<Es decir, que cuanto más desarrollado está ya el capital, cuanto más plustrabajo ha creado ya, tanto más formidablemente tiene que desarrollar la fuerza productiva, para autovalorizarse en una pequeña proporción, es decir, para aumentar la plusvalía, ya que su límite continúa siendo siempre la relación entre la fracción del día de trabajo que expresa el trabajo necesario y el día de trabajo completo>>. (K. Marx: Op. Cit.)

De esta lógica matemática constitutiva del capitalismo, Astarita huyó como de la peste a pesar de que insistimos una y otra vez en ponerle frente a ella. Lo que procede hacer en términos matemáticos según este fundamento de Marx, no es limitarse a expresar el progreso de la fuerza productiva como desvalorización porcentual de cada parte del capital invertido (constante y variable) según se suceden las rotaciones y el proceso de acumulación avanza —como ha hecho Astarita erróneamente— porque esa devaluación ya está comprendida en el aumento de la composición orgánica del capital, es decir, en la creciente inversión de plusvalor acumulado en más capital constante (fijo y circulante) respecto de la inversión en salarios, cuya magnitud de valor —del capital constante— sobrepasa la magnitud de su devaluación y, por tanto la comprende. Pero este incremento del capital constante en modo alguno supone que se opera a expensas de la disminución absoluta del empleo en trabajo vivo. El empleo en trabajo vivo aumenta históricamente aunque menos que el capital constante. Porque de lo contrario, el proceso de acumulación fracasa antes de lo previsto, que es lo que se advierte en los esquemas de rotación elaborados por Astarita.

Después de exponer el esquema “C” Astarita ha dicho:

<<Pueden poner la tasa de acumulación que les guste, el resultado va a ser el mismo, dado que el aumento de productividad afecta tanto a los bienes que consumen los trabajadores, como al capital constante. Si esto se respeta, la tasa de ganancia sube, en tanto los salarios reales permanezcan constantes. Éste es el problema que hay que resolver.>>

No se trata de poner lo que a cada cual ”le guste”, sino de proceder científicamente para descubrir la verdad oculta en el objeto investigado, Rolando. Y el caso es que el problema a resolver no se agota exponiendo sucesivamente dos rotaciones donde la segunda nada tiene que ver con el resultado de la primera, y luego inventarse guarismos para que resulte lo que a uno “le gusta”, porque eso es arbitrariedad postmoderna.

Además de hacerle esta observación, en nuestro anterior mensaje citamos a Marx informándole a nuestro interlocutor de algo que tal parece que a él no le pareció merecedor de atención, como según se ve que procedió con casi todo lo demás de aquél texto. Lo repetimos:

<<En economía política, por principio no hay que fijarse nunca en las cifras de un solo año para extraer de ellas leyes generales. Hay que tomar siempre el término medio de seis a siete años, que es el lapso de tiempo durante el cual la industria moderna pasa de las fases de prosperidad, superproducción, estancamiento y crisis, consumando su ciclo fatal>>. (“Discurso sobre el librecambio”)

Le insistimos en que analizara en ese refrito nuestro de Marx lo que hizo Grossmann con los esquemas del neoarmonicista Otto Bauer —los más favorables a la subsistencia del capitalismo. Ahí están matemáticamente desarrollados los fundamentos de Marx sobre la Ley de la tendencia descendente de la tasa de ganancia.

Si Astarita hubiera hecho mención a esta prueba matemática irrefutable de Marx, nuestras diferencias teóricas sobre este asunto se hubieran desvanecido dejando sin sentido prolongar la polémica, de modo tal que nuestra unidad política en torno a la teoría revolucionaria seguiría garantizada. Pero desde el momento en que no ha sido así, porque Astarita hizo en torno a este asunto un vacío de silencio, lo que está en juego no es la razón sino otro orden de cosas que no se puede dirimir teóricamente, porque pasamos del terreno de las ideas al terreno de la moral. Y aquí, que cada santo aguante su vela. No obstante, como se podrá comprobar, no hemos sido nosotros quienes rompimos la baraja confiando en que la razón prevalecería entre nosotros.

 

Sobrecapacidad, Fundamentos científicos y Estadísticas

En lo que respecta a su mensaje del 19/04/2010 a las 14:33 acerca de la sobrecapacidad como supuesto detonante de las crisis, en el mismo correo del 24/04/2010 a las 16:02 le contestamos lo siguiente: Después de informarnos que estuviste investigando las crisis de 1929, 2000 y 2007, dices:

"...lo que no tiene validez desde el punto de vista científico es decir que la sobrecapacidad antes de la crisis no existe porque Marx dijo que no puede haber sobrecapacidad antes de la crisis. Aunque pienso que Marx contemplaba que podía haber sobrecapacidad antes de la crisis, el que lo demuestre no tiene ninguna importancia para la discusión que tenemos entre manos. El argumento de autoridad es lo opuesto a la investigación científica. Ahora bien, en su respuesta ustedes no demuestran que no existió sobrecapacidad en 1998, o en 1928, en EUA. Simplemente afirman que no puede suceder porque el hecho está en contra de la teoría de Marx. Es un argumento no científico, y en última instancia ajeno al materialismo histórico. La ciencia no consiste en repetir textos, sino en interpretar críticamente la realidad, basándonos en la teoría. Es en esta interacción entre teoría e investigación empírica que avanza la teoría, y la propia investigación empírica.>>

Te repetimos que nosotros no presumimos de ser científicos sino que consideramos ser unos aplicados propagandistas del Materialismo Histórico. Tampoco acostumbramos a cometer falacias de autoridad, porque de lo que hablamos estamos convencido hasta que se nos demuestre lo contrario. Y si es cierto que “la ciencia no consiste en repetir textos”, tanto más cierto es que tampoco se puede hacer ciencia ignorando ciertos textos u obviarlos deliberadamente para que las cosas parezcan lo que a cada cual le guste, como hacían los sofistas. Dicho, esto, estás equivocado en atribuirnos haber afirmado que la sobrecapacidad antes de la crisis no existe porque “Marx dijo que no puede haberla”. Tal cosa tampoco hemos visto que lo haya dicho Marx ni jamás lo hemos afirmado nosotros. Fíjate lo que el GPM dijo en marzo de 2005:

<<Ahora bien, para emplear a los 90.141.509 asalariados, la burguesía europea utiliza hoy día entre el 60/70% -digamos 65%- de su capacidad industrial instalada. Esta capacidad viene directamente determinada por la composición técnica media del trabajo social, que, bajo el capitalismo, es una variable dependiente del llamado "break even point" (punto de producción y de precios regulados por la tasa media de beneficio), y que, en el caso de la UE, no permite emplear más que entre el 60 y el 70% de la capacidad industrial instalada. Esto quiere decir que el paro actual en la UE = 42.924.528, puede ser totalmente absorbido por el 35% de su capacidad ociosa, con un potencial de empleo igual a 48.537.735 asalariados. Dado que esta capacidad ociosa excede en un 11,56% a la absorción de los 42.924.528 asalariados actualmente en paro, la producción puede aumentar en un 47,62% sin menoscabo de la productividad, quedando un remanente de capacidad ociosa del 11,56%.>> (GPM: "Fundamentos teóricos e históricos para la lucha por los Estados Obreros Unidos de Europa") Ver:

Lo que te dijimos en nuestra primera respuesta —siguiendo a Marx— es que la sobrecapacidad o capacidad ociosa carece de relevancia económica en tanto que no interviene en el proceso de acumulación y, por tanto, al no incidir en la formación de la tasa media de ganancia, no puede conducir a la crisis. Marx fue muy claro al respecto:

<<La maquinaria que no se emplea no es capital. El trabajo que no se explota es tanto como producción perdida. Las materias primas que yacen ociosas no son capital. Los edificios que permanecen sin usar (al igual que la maquinaria recién construida) o que quedan inacabados, las mercancías que se pudren en los almacenes, todo ello es destrucción de capital.>> (K. Marx: “Teorías sobre la Plusvalía” Cap. XVII Aptdo.6 ED.FCE/1980 Pp.456)

Aquí está la prueba de que sin leer textos no se puede ser un investigador de nada y ayuda mucho a la práctica científica. Aunque no lo parezca, es de suponer que has leído este pasaje citado en mi escrito anterior a éste, dado que —según has dicho— volviste a “releer” el contexto en que fue escrito, para sacar la conclusión de que hay entre nosotros una diferencia de método, lo cual es cierto. ¿Dónde has leído tú que dijéramos algo así como que en 1998 o en 1928 no existiera en los USA sobrecapacidad? Por tanto, respecto de la sobrecapacidad las cosas están claras como para que tú nos atribuyas haber dicho lo que no dijimos.

Lo que afirmamos es que la sobrecapacidad entendida como sobreproducción de capital y no como capacidad ociosa, recién se pone de manifiesto significativamente como para incidir sobre el proceso de acumulación en el sentido de semiparalizar el aparato productivo disminuyendo notablemente la producción y acumulación de plusvalor, una vez que ha estallado la crisis y no antes. Esto es lo que dijimos y lo ratificamos, insistiendo, con Marx, en que inmediatamente antes de llegar a este punto, es decir, a la sobreacumulación absoluta, la acumulación se acelera, precisamente para obtener la mayor masa posible de plusvalor que sea compensada por tu tasa en descenso. La subsecuente destrucción de trabajo necesario y de capital constante sobreacumulado o supernumerario, es la necesaria consecuencia de esta lógica del capital, siempre a caballo de la relación entre trabajo necesario y trabajo excedente.

Si tú has estudiado la crisis de 1929 y descubriste que en los 25 años precedentes no hubo una caída tendencial de la tasa de ganancia y que lo mismo sucedió en los 24 años previos a la crisis que estamos padeciendo ahora desde 2007, pues, ya debieras haber puesto esos datos negro sobre blanco. Pero si lo haces con la misma falta de rigor metodológico que has puesto en evidencia elaborando tus esquemas de reproducción de dos rotaciones, es decir, si lo consigues del mismo modo que el Tribunal del Santo Oficio abrazó la teoría geocéntrica del sistema planetario para condenar a Galileo, dudo mucho que la gloria de tu demostración dure más que un caramelo en la puerta de un colegio.

Has dicho tú: “durante mucho tiempo pensé que las grandes crisis estaban precedidas por la caída tendencial de la tasa de ganancia” ¿Lo pensaste haciendo tuyos los mismos fundamentos de Marx con que yo respondí a tu mensaje del pasado día 18? ¿Puedes honestamente afirmarlo? Porque son los mismos que en 2007 el GPM expuso en: Ver:: y tú respondiste con el silencio limitándote a decir que “Marx nunca habló de que existiera una tendencia al derrumbe”. Y si esos fundamentos de Marx fueron los que te llevaron a pensar como científicamente correcta y, por tanto, verdadera la Ley de la tendencia de creciente de la tasa de ganancia, ¿dónde ves ahora que ha dejado de ser científica esa Ley, en las estadísticas que dices haber elaborado? ¿Con qué otros fundamentos "científicos" te has permitido dar crédito teórico a un presunto investigador japonés que hace abstracción del acervo en capital fijo para demostrar que la Ley de la tendencia histórica decreciente de la tasa es un infundio de Marx?

En uno de nuestros más recientes trabajos publicado en diciembre de 2008 sobre la crisis actual titulado: “Es las tasa de ganancia, ¿estúpidos?” incluimos un estudio del compañero mexicano José Luis González González, Ver:, donde sobre datos del “Buró de Análisis Económico del Departamento de Comercio del Gobierno de los Estados Unidos”: Ver::, parece haber demostrado empíricamente la tendencia secular decreciente de la tasa de ganancia entre 1929 y 2005, así como el aumento histórico absoluto en la Composición Orgánica del Capital. Y fíjate que ahí expone los mismos fundamentos científicos de Marx que tú has venido rehuyendo considerar en este debate abierto por ti el pasado 10 de diciembre.

Por tanto, si tú piensas estar convencido de lo que hoy afirmas tras largos años de convencimiento pensando lo contrario, también debes saber que aquello de lo que alguna vez estuviste convencido es falso, en nuestro caso, los fundamentos económicos expuestos por Marx en los "Grundrisse" en “El Capital” y en las “Teorías sobre la Plusvalía”. Pero entonces, sobre ti y los que piensen como tú hoy respecto de la Ley General de la Acumulación Capitalista, recae la responsabilidad intelectual y política de poner la supuesta falsedad de tales fundamentos en evidencia. Y no precisamente con datos estadísticos sino con fundamentos que prueben lo contrario. Las obras de Lenin están repletas de referencias a falsificaciones de la realidad por medio de estadísticas.

Y es que la razón de unos fundamentos científicos —más aún si su veracidad ha sido hasta probada matemáticamente—, jamás puede quedar hipotecada a ninguna estadística, sino que cualquier estadística siempre está pendiente de levantar su hipoteca con la razón científica. Dicho de otro modo, la condición primordial para que una compilación de datos estadísticos, se corresponda con la realidad esencial de un complejo de factores específicos interrelacionados en movimiento, es el conocimiento científico de la lógica específica que preside dicho movimiento.
Un saludo: GPM

A vueltas con los esquemas de dos rotaciones

El 24/04/2010 a las 18:24, en un adjunto a este correo Astarita nos dice:

Buenos Aires, 24 de abril de 2010
Compañeros del GPM:
De nuevo muchas gracias por las críticas. Me ayudan a precisar los argumentos y revisar las cuestiones; aunque siguen sin convencerme los argumentos que presentan.
Ante mi ejemplo ustedes preguntan dónde va la plusvalía que no se capitaliza. Pero eso no afecta la esencia del problema. Para demostrarlo, les presento el mismo ejemplo, suponiendo que toda la plusvalía se capitaliza. La situación de partida es

200c + 50v + 50s = 300.

Aquí la tasa de ganancia es 20% y c/v = 4. Suponemos ahora que se produce un aumento de la productividad del 10%. Siguiendo a Marx, definimos aumento de la productividad como producción de más valores de uso con igual cantidad de fuerza de trabajo (alternativamente, de igual cantidad de valores de uso con menos cantidad de fuerza de trabajo). Dado que el aumento de la productividad abarata los medios de producción y los medios de consumo de los trabajadores, para producir la misma cantidad de valores de uso haría falta un 10% menos de fuerza de trabajo; el capital constante en términos físicos sería igual, pero tendría un valor 10% menor; y los bienes de consumo de los trabajadores (dado que suponemos que el salario real no se modifica) valdrían 40,5. Aclaración: cuando planteo que en este caso la plusvalía sería de 49,5s esto se debe simplemente al hecho de que (según la ley del valor trabajo), si antes 10 unidades de trabajo generaban $100 de valor, ahora 9 unidades de trabajo generan $90 de valor.

Ahora bien, al mismo tiempo que supongo que aumenta la productividad, también supongo que los 50s se invierten. De manera que tenemos aumento de la productividad y aumento de la escala de la producción. El resultado es:

220,82c + 49,68v + 60,72s = 331,22

El cálculo es sencillo: ahora se emplean 11,04 unidades de trabajo (antes del cambio tecnológico se empleaban 10); como antes, cada unidad de trabajo genera 10 de valor; de manera que aumenta el plusvalor y la tasa de plusvalía (debido al aumento de la productividad). Además se emplean más medios de producción, esto es, se amplió la escala de la producción; y aumentó la composición orgánica del capital, que ahora es 4,44. Se cumplen así todas las condiciones que planteó Marx. Pues bien, la tasa de ganancia aumentó a 22,45%. Este resultado surge del simple hecho de que el valor de los medios de producción y de los medios de consumo del obrero bajan en la proporción en que aumenta la productividad (lo que está de acuerdo con la ley del valor trabajo). Es por esta razón que no se puede construir un ejemplo numérico en el que baje la tasa de ganancia, si se acepta que el aumento de la productividad hace bajar el valor de los medios de producción.

Les comento que cuando comencé con esto pensé que era sencillo construir un contraejemplo al teorema Okishio. No pude hacerlo. Pedí ayuda a otros marxistas. Nadie pudo hacerlo.

Por supuesto, también pueden extender este caso muchos años hacia delante. El resultado es el mismo.

Con el ejemplo que acabo de presentarles, ustedes no pueden argumentar que no saben a dónde fue a parar parte de la plusvalía, porque hice capitalizar toda la plusvalía (como si la burguesía no consumiera). El número de trabajadores aumentó, pero disminuyó en relación al monto de medios de producción (aumento de la composición técnica), y a lo invertido en capital constante (aumento de la composición orgánica). Por este motivo en la otra carta les había dicho que podían poner la tasa de acumulación que ustedes quisieran, que el aumento de la tasa de ganancia era el mismo.

Señalo también que construir un ejemplo numérico es legítimo. Coincido con ustedes, por supuesto, en que antes de construirlo hay que estar de acuerdo en los conceptos. Por ejemplo, en qué significa aumento de la productividad; en qué es valor, etc. También en que hay que respetar los supuestos que plantea Marx. Aquí los respeté “a rajatabla”.

Cordiales saludos, Rolando

El mismo 24/04/2010 a las 23.00 Hs., Astarita no remitió otro mensaje donde dijo:

Compañeros, hace tiempo había visto las cifras de José Luis González González y me había parecido que eran, por lo menos, extrañas. No tuve tiempo de dedicarme a estudiar el asunto, pero hoy me hice de tiempo para repasar mis propios cálculos, tomando también las estadísticas de BEA.
Primero, lo que me sonó "raro" en las estadísticas de JLGG es que para 1980 y 1982 (años de crisis) le da una tasa de ganancia más alta que en 1989, 1993, 2003 o 2004, que fueron años claramente sin crisis. Esto suena muy ilógico.
Por otra parte a JLGG le dan tasa de ganancia extrañamente altas, del 40 y hasta 50%.
Pues bien, hice mis cálculos. Tomé las estadísticas del BEA. Tanto los cálculos de JLGG como los que presento son una aproximación a la tasa de ganancia "a lo Marx", porque en ésta hay que tomar en cuenta el stock del capital invertido. Es claro que al restar PNB – Beneficio, no tenemos el stock de capital invertido, sino el valor de capital constante consumido en el proceso productivo + capital variable. De todas maneras acuerdo con ustedes en que puede ser una buena aproximación a la tasa de ganancia; yo mismo ya había empleado este método (también lo emplearon otros compañeros).

Mis cálculos están basados entonces en las tablas de BEA. Tomo el PNB y le resto lo que en las tablas aparece como "Net operating surplus" (comprende todos los beneficios).
En la tabla 1.10 de cuentas nacionales los datos que tomo corresponden a las filas (1) y (11) respectivamente. Los cálculos están hechos sobre las ganancias del último cuatrimestre de cada año, anualizadas.
Pues bien, los datos que obtengo de tasa de ganancia son:

1980 = 26,9%
1982 =25,9%
1984 = 30%
1986 = 28,7%
1988 = 31,2%
1989 = 29,7%
1990 = 28,8%
1991 = 28,3%
1992 = 30%
1993 = 30,2%
1994 = 31,6%
1995 = 32,1%
1996 = 34%
1997 = 34,2%
1998 = 33,4%
1999 = 32,1%
2000 = 31,22%
2001 = 30,5%
2002 = 31%
2003 = 31,3%
2004 = 32,9%
2005 = 34,9%
2006 = 34,4%
2007 = 32,3%
2008 = 30,3%
2009 = 34%

Algunas cuestiones: a) se advierte que en los años de crisis o recesiones la tasa de ganancia es más baja. Sucede en 1980, 1982, leve descenso en 1990 y 1991 (recesión relativamente suave); descenso en 2007 y 2008.
b) no se advierte una caída tendencial de la tasa de ganancia entre 1984 (año de recuperación después de la recesión) y 2006. Son 22 años, lo suficiente como para que se hubiera evidenciado la caída de largo plazo.

Saludos, Rolando

 

El "contraejemplo imposible" y la Ley de la Acumulación de Marx

A estos dos últimos mensajes de Astarita respondimos el 28/04/2010 a las 18:00 Hs. por Adjunto:
ROTACIÓN Nº 1 elaborada por Astarita

<<La situación de partida es:

200c + 50v + 50s = 300.

Aquí la tasa de ganancia es 20% y c/v = 4. Tasa de plusvalor = 100%

Suponemos ahora que se produce un aumento de la productividad del 10%. Siguiendo a Marx, definimos aumento de la productividad como producción de más valores de uso con igual cantidad de fuerza de trabajo (alternativamente, de igual cantidad de valores de uso con menos cantidad de fuerza de trabajo). Dado que el aumento de la productividad abarata los medios de producción y los medios de consumo de los asalariados, para producir la misma cantidad de valores de uso haría falta un 10% menos de fuerza de trabajo; el capital constante en términos físicos sería igual, pero tendría un valor 10% menor; y los bienes de consumo de los asalariados (dado que suponemos que el salario real no se modifica) valdrían 40,5. Aclaración: cuando planteo que en este caso la plusvalía sería de 49,5s esto se debe simplemente al hecho de que (según la ley del valor trabajo), si antes 10 unidades de trabajo generaban $100 de valor, ahora 9 unidades de trabajo generan $90 de valor.

Ahora bien, al mismo tiempo que supongo que aumenta la productividad, también supongo que los 50s se invierten. De manera que tenemos aumento de la productividad y aumento de la escala de la producción. El resultado es:

ROTACIÓN Nº2 elaborada por Astarita

a) plusvalor acumulado en la rotación 1 = 50s
b) Aumento de la productividad 10% el capital en funciones se queda en 180c + 45v + 50s = 275
c) Aumento de Inversión en capital constante 40,82c
d) Aumento de Inversión en capital variable 9,18v
e) Nuevo valor de la producción 220,82c + 54,18v + 60,72s = 335,72
f) Composición orgánica del capital: 220,82c/54,18v = 4,08%
g) Tasa de Plusvalor = 60,72s/54,18v = 112,07%
h) Tasa de Ganancia = 60,72s/220,82c + 54,18v = 60,72/275 = 22,08%
i) Aumento del plusvalor = 21,44%
j) Aumento del capital constante = 22,68%.
k) Aumento del captial variable = 8,4%
l) Aumento del capital constante respecto del plusvalor = 22,68% - 21,44% = 1,24%

Hasta aquí la Exposición de astarita de acuerdo con Okishio. A continuación la nuestra de acuerdo con la Ley de la Acumulación Capitalista de Marx.

ROTACIÓN Nº3 elaborada por el GPM

Según progresa la acumulación al ritmo que le impone el aumento promedio de la fuerza productiva del trabajo, la población obrera explotada se incrementa en términos absolutos, aun cuando menos que el crecimiento vegetativo de la población explotable y que el capital constante.

La masa de valor contenida en el mayor volumen de medios producción puestos en movimiento por esa población explotada, aumenta más de lo que tales medios se han desvalorizado por efecto de la mayor productividad del trabajo que los ha producido, para obtener un cada vez menor incremento de plusvalor. Esto es lo que debe reflejar la siguiente rotación Nº 3:
a) Masa de plusvalor obtenida en la rotación 2 = 60,72s
b) Incremento de la productividad c: 10% = -10% s/220,82c = 198,74c
c) Incremento de la productividad v: 10% sobre 54,18v = -10% s/54,18v = 48,76v
d) Capital devaluado rotación 3): 198,74c + 48,76v = 247,50
c) Inversión adicional en capital constante: 26,69% = 53,04c
d) Inversión adicional en capital variable 15,73% = 7,67v
e) Capital en funciones: (198,74c + 53,04c) + (48,76v + 7,67v) = 308,21
f) Nuevo Valor de la producción:= 251,79c + 56,43v + 61,50s = 369,72
g) Tasa de plusvalor: 61,50s/56,43v = 108,98%
h) Tasa de ganancia: 61,50s/251,78c + 56,43v = 61,50s/308,21 = 19,95%
i) Disminución en el incremento del plusvalor (112,07% – 108,98%) = -3,09%
j) Composición orgánica del capital = 251,78c/56,43v = 4,46 = +9,31%

Lo que se refleja matemáticamente aquí, es que, según progresa la acumulación, la consecuente productividad del trabajo no solo desvaloriza el capital en funciones, sino que acorta la parte de la jornada de labor colectiva que resta por convertirse en plusvalor capitalizado, de modo que para incrementar el plusvalor en una proporción que mengua cada vez más (en el ejemplo pasa del 112% al 108,98% = -3,09%) según se suceden las rotaciones, es necesaria una creciente inversión en capital constante que sobrepasa en valor dicha desvalorización por productividad, situación que se refleja en que la composición orgánica del capital aumenta un 9,31% con un incremento del capital constante del 26,69c%, movido por un incremento relativamente menor de trabajo vivo (15,73v%). Esta lógica de la acumulación determina finalmente que la tasa de ganancia baje del 22,08% al 19,95%

La trampa del planteo que tú —de acuerdo con Okishio— habéis venido presentando en tus esquemas sucesivamente corregidos por errores que se te fueron indicando, está justamente en haber computado el menor coste por desvalorización del capital constante empleado, en virtud del cambio tecnológico, sin haber considerado el mayor valor agregado en capital constante (fijo y circulante) que supone la necesaria ampliación en la escala de la producción por el aumento en la productividad del trabajo, respecto del incremento en la plantilla de asalariados que resulta ser cada vez menor respecto del relativamente mayor número de medios de trabajo que dicha fuerza salarial pone en movimiento, para procesar más materias primas por unidad de tiempo empleado en trabajo vivo.

Semejante desarrollo de la fuerza productiva aplicado a la jornada colectiva de labor, supone que la parte o tiempo de esa jornada en que los asalariados trabajan para reponer el valor de sus medios de vida, se va reduciendo en la misma medida que se incrementa el plusvalor capitalizado. Y según se incrementa la fuerza productiva del trabajo que reduce la parte de la jornada de labor aumentando el plusvalor capitalizado, el tiempo de trabajo necesario menguante que resta por convertirse en plusvalor capitalizado disminuye. Por tanto, según se suceden las rotaciones del capital, el plusvalor capitalizado aumenta, pero cada vez menos, al mismo tiempo que la composición orgánica del capital se incrementa relativamente más. Y esto fue verificado por Marx matemáticamente en la Primera Parte de los “Grundrisse” (Fundamentos), donde explica cómo el aumento del plusvalor evoluciona a la baja según aumenta la fuerza productiva del trabajo en la medida en que el trabajo necesario se reduce por la misma causa, es decir, dado que la fuerza productiva del trabajo enajenado es fuerza productiva del capital:

<<Tercero: cuanto mayor sea la plusvalía del capital antes del aumento de la fuerza productiva, cuanto mayor sea la cantidad presupuesta del plustrabajo o plusvalor del capital, o cuanto menor sea la fracción del día de trabajo que constituye el equivalente del trabajador, que expresa el trabajo necesario (o tiempo de esa jornada en el que trabaja para producir sus medios de vida equivalentes a su salario), tanto menor es el aumento del plusvalor que el capital obtiene del incremento de la fuerza productiva. Su plusvalor aumenta pero en proporción siempre menor al desarrollo de la fuerza productiva…>> (“Grundrisse” Primera mitad. III. Ed. Cit. Pp. 275)

Tú, siguiendo a Okishio, has aplicado el progreso de la fuerza productiva a los medios de producción y al salario, sin computar a capitalización en la rotación siguiente el plusvalor obtenido en la rotación anterior. Y encima has omitido aplicar el progreso de la fuerza productiva a la relación entre trabajo necesario y excedente, al tiempo que también has omitido computar a costes en concepto de capital fijo y circulante adicional que exige el aumento en la productividad del trabajo. De este modo, el plusvalor y la masa de capital acumulado, es decir, el leitmotiv de la burguesía, en vez de aumentar descendían. Pero con semejante sofistería, la Composición Orgánica del capital y la tasa de ganancia se incrementaban. Que es lo que se quería demostrar, claro. Lo demás no importaba.

Fundamentos económico-matemáticos y estadísticas

Las matemáticas y las estadísticas deben servir para demostrar la certeza de unos fundamentos científicos previamente establecidos —y esto es lo que hizo el compañero mexicano José Luis González González—, no para amañar resultados carentes de fundamentos. Nosotros te pusimos frente a sus estudios, ante lo cual hasta hoy solo tenemos tu silencio. También te pedimos y seguimos exigiendo que pienses y emitas juicio sobre los fundamentos de Marx a propósito de la Tasa de Ganancia y tu actitud fue la misma.

Te repetimos lo dicho en nuestro mensaje anterior que tú has decidido no casualmente pasar por alto: nosotros no presumimos de ser investigadores científicos sino que nos consideramos ser unos aplicados propagandistas del Materialismo Histórico. Pero tampoco acostumbramos a hacer falacia de autoridad, porque de lo que afirmamos estamos convencidos hasta que se nos demuestre lo contrario. Y si es cierto que “la ciencia no consiste solo en repetir textos”, tanto más cierto es que tampoco se puede hacer ciencia ignorando ciertos textos u obviarlos deliberadamente para que las cosas parezcan lo que a cada uno le guste o exija quien paga, como hacían los sofistas y siguen haciendo los postmodernos al servicio —sea o no remunerado— del capital.

El 28/04/2010 a las 20/18 Hs Astarita nos remitió otro correo donde dice:

Estimados compañeros, en primer lugar aquí no se trata de que haya irresponsabilidad intelectual de alguna parte, sino que hay diferencias teóricas. Pueden dejar de lado esas consideraciones sobre responsabilidad intelectual. Si planteo algo no es porque sea "irresponsable intelectualmente", sino porque encuentro cuestiones que no encajan en lo que ustedes defienden. Aunque en este mismo momento estoy con mucho trabajo, voy a responder brevemente algunas cosas:

a) En el cálculo que les envié está considerada la ampliación del capital, la acumulación. Se amplía la escala de la producción porque se capitaliza toda la plusvalía. Además, el aumento de la productividad afecta también al capital constante circulante. En unos días les escribo con más detalle sobre esta cuestión. Pero adelanto que no han respondido al problema.

2) Insisten con la cita de Teorías de la Plusvalía donde dice que la máquina que no se emplea no es capital. La verdad es que no había respondido esto porque me pareció demasiado débil como argumento, y pensé que no iban a seguir con esto. Es que en ese pasaje Marx se está refiriendo a la destrucción del capital por las crisis. Por supuesto, si hay destrucción del capital, esto ya no cuenta en tasa de ganancia alguna. Hay pérdidas. Se DESTRUYE capital.

Sin embargo, cuando Marx se refiere a cómo se calcula la tasa de ganancia, sostiene que hay que calcularla sobre el conjunto del capital adelantado. Esto porque no se está refiriendo a una situación en la que está destruido el capital.

Veamos la cuestión con un poco de detalle: En época de Marx ya era común que hubiera empresas que estuvieran trabajando durante períodos con 80% o menos de utilización de capacidad. Marx conocía este hecho. Ahora bien, cuando plantea el cálculo de la t. de g. en ningún momento se le ocurre la idea de que si la utilización está al 80% de su capacidad hubiera que descontar el 20% en el valor del capital fijo para calcular la tasa de ganancia.

3) Pero además, y MAS IMPORTANTE QUE LO QUE DIJO MARX, es estudiar cómo calculan las empresas la tasa de ganancia. Pues bien, las empresas no descuentan del cálculo del capital invertido la parte "ociosa". Este es un HECHO. Jamás he leído o escuchado que un capitalista descuente el 25% del valor del stock de capital porque la empresa esté trabajando al 75%, cuando calcula la tasa de rentabilidad. Por eso mismo la baja utilización es un factor que afecta negativamente la tasa de ganancia. Este es un hecho ampliamente conocido.

4) Ustedes protestan porque yo les he dicho que quieren fundamentar todo lo que dicen citando a Marx, y en el mismo texto en que rechazan esta cuestión, APLICAN EXACTAMENTE ESTE MÉTODO QUE LES CRITICO. En lugar de preguntarse cómo es que las empresas en la realidad calculan la tasa de ganancia, citan a Marx. Y para colmo lo citan en un pasaje en que no tiene nada que ver con lo que estamos tratando. Insisto, ¿Pueden demostrar con hechos de la realidad, con datos, que las empresas al calcular la tasa de ganancia sobre stock de capital, toman en cuenta solo la proporción del capital empleado? Si esto fuera así, ¿por qué es que no aparece en ningún balance de empresas (vean las que se presentan en la bolsa de valores)? ¿Por qué es que no lo registran las estadísticas nacionales de rentabilidad? ¿Cómo es posible que sostengan lo que sostienen CONTRA TODA EVIDENCIA EMPÍRICA, blandiendo una cita de Marx, que para colmo está mal citada?? Aquí no se trata de si se es o no "investigador" (de hecho yo trabajo de docente, e investigo en mis ratos libres), sino de qué criterios metodológicos se tienen. El momento de lo empírico es ineludible en todo argumento.

5) Pero además estoy trabajando la evolución de la tasa de ganancia basándome no solo en el stock de capital, sino en la tasa de ganancia calculada sobre capital circulante más la parte que va por amortización del capital fijo. Sin embargo en el trabajo que ustedes citan NO se aplicó este cálculo. Ustedes piensan que PNB – beneficios = capital empleado en la producción. Pues bien, esto NO es así, porque el PNB no toma en cuenta lo que llamaríamos el "capital constante circulante". En las cuentas nacionales no se toman en consideración los bienes intermedios. Por lo tanto en cuanto capital constante, solo entran los cargos por amortización del capital fijo.

De todas maneras, apliqué este método (ya lo había empleado por sugerencia de otros compañeros) y el resultado es que NO se advierte una caída tendencial de la tasa de ganancia, por lo menos desde 1960 a 2009. Esto es, durante 50 años no se ve ninguna caída de la tasa de ganancia tendencial. Sí se ven fuertes oscilaciones; pero no hay una caída tendencia. En 1983 la tasa de ganancia pega un salto hacia arriba, y en 1994 otro, estableciéndose en un nivel relativamente elevado, comparable casi al de mediados de los 1960s.

Por otra parte he empleado el método estricto de trabajar con tasa de ganancia calculada sobre capital circulante más amortización de capital fijo para las manufacturas de EUA (para lo cual hay datos). Esto es, ahora calculo beneficios/ ventas – beneficios. El resultado es que en los últimos 30 años no se advierte la caída tendencial de la tasa de ganancia.

También he tomado la estadística de tasa de beneficio calculada como beneficios / stock de capital de accionistas. El resultado es el mismo: no se encuentra la caída tendencial de la tasa de ganancia.

Por otra parte Sherman toma promedios de tasa de ganancia por ciclos, desde el ciclo 1930-1933, y hasta 1982, no se ve una tendencia secular clara a la caída.Yo mismo he prolongado este cálculo entre 1982 y 2009 y, como les dije, no se ve esa caída.

Aclaro además una cuestión: cuando se calcula la tasa de ganancia, los resultados tienen que tener cierta coherencia. El trabajo que citan ustedes tiene resultados SIN COHERENCIA. Si en 1982 hay crisis, la tasa de ganancia nunca puede ser mayor que en períodos de recuperación y crecimiento. Esto ya no es que está en contra de la teoría de Marx, sino también está en contra del sentido común (que no es malo tenerlo).

Por otra parte, cuando se obtienen resultados tan llamativos, lo menos que se puede hacer es tratar de entender por qué se han obtenido datos que contradicen TODOS los otros estudios. Insisto, cualquier cálculo de tasa de ganancia NO DA ese resultado tan curioso. Los cálculos del Depto de Comercio de EUA de tasa de beneficio, los cálculos de Freeman, Mosley, Dumenil, los míos, a nadie le da que un año de crisis como 1982 tenga una tasa de ganancia más alta que en el resto de la década de 1980s. Ya que hablan tanto de "responsabilidad intelectual"... ¿no deberían ser un poco más cuidadosos? Si rechazan el resto de los cálculos, ¿por qué lo hacen? ¿Por qué aceptan ese que citan? ¿Acaso porque les conviene para lo que siempre quisieron demostrar? ¿Con qué criterios eligen ustedes un cálculo y rechazan otro? ¿Acaso eligen lo que ande bien con las citas de Marx que ustedes piensan que hay que citar? ¿Qué criterio de ciencia es ése?

Este correo fue respondido por el "GPM" mediante archivo adjunto el 20/05/2010 a las 19:23:

Empezar por decirte que en ningún momento hemos hablado nosotros de "irresponsabilidad". Lo que te dijimos textualmente es que:

<<Si tú piensas estar convencido de lo que hoy afirmas tras largos años de convencimiento pensando lo contrario, también debes saber que aquello de lo que alguna vez estuviste convencido es ahora falso, en nuestro caso, los fundamentos económicos expuestos por Marx en los Grundrisse, en “El Capital” y en las “Teorías sobre la Plusvalía”. Pero entonces, sobre ti y los que piensen como tú hoy respecto de la Ley General de la Acumulación Capitalista, recae la responsabilidad intelectual y política de poner la supuesta falsedad de tales fundamentos en evidencia.>>

Los fundamentos, Astarita, los fundamentos. Vamos a insistir una vez más en la soga de los fundamentos, porque es como si vivieras en casa de un ahorcado. El capitalismo consiste en convertir la mayor magnitud de valor creada por los asalariados durante cada jornada laboral, en plusvalor para los fines de la acumulación. Esto supone dividir la jornada laboral —que por naturaleza no puede exceder las 24 Hs. del día— en dos partes: 1) el tiempo en que los asalariados producen por el equivalente a sus medios de vida, para estar en condiciones de seguir trabajando a las órdenes de sus patronos, y, 2) el tiempo de esa misma jornada, en que producen plusvalor para engrosar el capital de la burguesía.

Para calcular la evolución de la relación entre estas dos partes en que se divide el trabajo diario de los asalariados según progresa la fuerza productiva del trabajo —y, por tanto, la Composición Orgánica del Capital por mediación del cual una parte creciente de trabajo vivo se convierte en trabajo muerto—, digamos que la jornada de labor colectiva resulta de multiplicar las horas de trabajo de cada jornada por el número de asalariados en función; y la masa de plusvalor, multiplicando la tasa de plusvalor (resultante de dividir el plusvalor sobre el salario) por el número de obreros empleados. Finalmente, el plusvalor relativo se incrementa incorporando el desarrollo científico técnico a los medios de trabajo, para posibilitar que un número cada vez mayor de ellos puedan ser puestos en movimiento por cada vez menos asalariados.

O sea, que se trata de ir reduciendo la parte de la jornada colectiva de labor en que los asalariados trabajan creando el equivalente a sus medios de vida, para ir aumentando el tiempo de esa jornada en que crean plusvalor cumulado propiedad de sus patronos. Pero, con tal propósito, la burguesía no puede evitar el tener que operar esa transformación del salario en plusvalor, dentro de los límites naturales infranqueables de la jornada colectiva de labor. Y el caso es que, según progresa la fuerza productiva del trabajo social mediante el desarrollo científico técnico incorporado a los medios de trabajo, el número de asalariados en función aumenta cada vez menos; y la mayor productividad de su trabajo, va achicando la parte de la jornada colectiva —en la que producen el equivalente a sus medios de vida— en la misma medida en que aumenta el plusvalor capitalizado. Es decir, que según se incrementa el plusvalor a expensas del trabajo necesario, esta parte de la jornada de labor disminuye, es decir, el número de explotados por el cual se multiplica la tasa de plusvalor para obtener su masa. Y aquí viene a cuento el pasaje de la obra de Marx donde nos pone ante el sencillo razonamiento que hace temblar a los agentes intelectuales de la burguesía, y repetirlo dadas las presentes circunstancias, tal parece que nunca será suficiente:

<<Dos obreros que trabajan 12 horas diarias. No pueden producir la misma masa de plusvalor que 24 obreros que solo trabajan 2 horas cada cual, inclusive si pudiesen vivir del aire, por lo cual no tendrían que trabajar en absoluto para sí mismos. Por eso, en este aspecto, la compensación de la mengua en el número de obreros mediante el incremento en el grado de explotación del trabajo (por el progreso tecnológico), encuentra ciertos límites insuperables. Por tanto, puede ciertamente obstaculizar la baja de la tasa de ganancia, pero no anularla.>> [K. Marx: "El Capital" Op. Cit. Libro III Cap. XV – II)]

Y si bien es cierto que la productividad del trabajo abarata los elementos del capital constante (maquinaria y materia prima), del mismo impulso al desarrollo de la productividad para incrementar el plusvalor relativo, se deriva un incremento absoluto en el empleo de trabajo vivo aunque crecientemente menor que el aumento en el número y variedad de medios de trabajo para el metabolismo de mucho más valor en concepto de materias primas por unidad de tiempo, de lo cual resulta el aumento en la composición orgánica del capital c/v.

Por tanto, según se suceden las rotaciones del capital, el plusvalor capitalizado aumenta, pero cada vez menos, al mismo tiempo que la composición orgánica del capital se kincrementa proporcionalmente más. Y esto fue comprobado por Marx matemáticamente en la Primera Parte de los “Grundrisse” (Fundamentos), donde explica cómo el plusvalor evoluciona a la baja según aumenta la fuerza productiva del trabajo en la medida en que el trabajo necesario se reduce por la misma causa, es decir, dado que la fuerza productiva del trabajo enajenado es fuerza productiva del capital:

<<Tercero: cuanto mayor sea la plusvalía del capital antes del aumento de la fuerza productiva, cuanto mayor sea la cantidad presupuesta del plustrabajo o plusvalor del capital, o cuanto menor sea la fracción del día de trabajo que constituye el equivalente del trabajador, que expresa el trabajo necesario (o tiempo de esa jornada en el que trabaja para producir sus medios de vida equivalentes a su salario), tanto menor es el aumento del plusvalor que el capital obtiene del incremento de la fuerza productiva. Su plusvalor aumenta pero en proporción siempre menor al desarrollo de la fuerza productiva…>> (“Grundrisse” Primera mitad. III. Ed. Cit. Pp. 275)

Según estos fundamentos descubiertos por Marx hurgando con su pensamiento y un método epistemológico específico en las entrañas del capitalismo, el aumento de la masa de ganancia debe reducirse históricamente, al tiempo que, para eso, el capital invertido debe aumentar porcentualmente más. Y mientras no se demuestre que los resultados de estas investigaciones de Marx son erróneas, cualquier estadística que niegue tales resultados, es falsa de toda falsedad.

Estos fundamentos que nosotros acabamos de poner delante tuyo en este correo, es la segunda vez que lo hacemos y tu por segunda vez te los has pasado por la entrepierna. Nosotros no hicimos tal cosa con lo que tú has dejado escrito y te exijimos reciprocidad. No hagas lo que Grossman atribuyó a Rosa Luxemburgo: emular a los sofistas escolásticos que daban importancia a los argumentos que favorecían su propia interpretación de la realidad, al tiempo que hacían un vació de silencio en torno a razonamientos que la desmentían.

La más autorizada confirmación de esto que nosotros pensamos sobre las estadísticas, la dio hace aproximadamente siglo y medio en un arrebato de sinceridad el político conservador Benjamin Disraeli, primer ministro de la reina Victoria en los años de mayor apogeo del Imperio Británico durante la segunda mitad del siglo XIX, al afirmar en cierta ocasión que existían tres tipos de mentiras: "Simples mentiras, grandes mentiras y estadísticas" («lies, damned lies and statistics»). Nos referimos especialmente a las oficiales. Y si después vienen los que interpretan el dato estadístico, pues, llegamos a la posibilidad real del último y supremo grado de mentira. Los datos de las cuentas nacionales son elaborados por organismos estatales. Y si como es cierto lo que dijera Einstein: "El Estado miente deliberadamente"¿cómo extraer la verdad de los datos falsos que proporcionan los patrocinadores de las estadísticas oficiales? Tal es el desafío.

La tendencia a la baja de la tasa de ganancia debe ser probada empíricamente, dices tú. Pues, aquí la tienes, hoy está a la vista de todos. La sobreacumulación absoluta de capital se ha dado y esto no puede suceder sin el cumplimiento de la tendencia descendente de la tasa de ganancia.

Nosotros, los que sostenemos esta tesis contra quienes reniegan de ella rehuyendo mirar de frente a sus fundamentos, no rechazamos a priori ningún cálculo. Tú nos has presentado el teorema de Okishio y nosotros te hemos demostrado que la evolución de la tasa de ganancia sin computar la incidencia del capital fijo es una superchería.

Has querido demostrar que la tasa de ganancia no baja exponiendo sólo dos rotaciones donde el capital constante y variable de la segunda solo acusan el progreso en la productividad del trabajo provocando el descenso de su valor, pero no incorpora el plusvalor obtenido en la primera, con lo cual la masa de capital en vez de crecer disminuye, negando así el hecho fundamental del capitalismo que es la acumulación de plusvalor.

En una tercera exposición de dos rotaciones, vinculaste la primera rotación con la segunda aumentando el capital para inversión, pero en vez de suponer que la población obrera empleada aumenta la hiciste disminuir absolutamente, con lo cual dado el límite de la jornada de labor, según esta lógica la acumulación también fracasa antes de tiempo, tal como Marx lo demostrara matemáticamente.

Nos has pedido un ejemplo numérico y te lo hemos ofrecido partiendo de la segunda rotación expuesta por ti, pero respetando la Ley General de la Acumulación capitalista, frente a la cual tú permaneces mirando hacia donde se agrupan todos los Okishios del Mundo, después de haber afirmado que "un ejemplo semejante no es posible". Sin embargo te hemos demostrado que si lo es, distribuyendo el plusvalor acumulado de modo tal que la población explotada aumente en valor económico absolutamente aunque bastante menos que el capital constante fijo y circulante.

Pero también te hemos dicho, siguiendo a Marx, que esto no sirve para nada porque, para probar empíricamente si la tasa de ganancia sube tendencialmente o desciende —aunque sin datos estadísticos—, hace falta considerar, al menos, un ciclo de rotaciones del capital global de entre siete y diez años. Tal como ha hecho Grossmann. Sin embargo tú, sobre esto, también has hecho otro vacío de silencio.

Crisis por superproducción de capital y sobrecapacidad por déficit de la demanda de mercancías

Cierto. El pasaje de “Teorías sobre la Plusvalía” donde Marx afirma que "la maquinaria que no se emplea, el trabajo que no se explota y las materias primas que no se transforman, no son capital", está dicho en el contexto donde se refiere al problema de las crisis. Pero conceptualmente, esta afirmación es de validez omnicontextual. Porque cualquier trabajo no se convierte en capital por el hecho de su determinabilidad material ni por la naturaleza de su producto, sino por la específica relación social que lo pone en movimiento para una finalidad social determinada, también específica: la de servir para producir y acumular plusvalor:

<<Por ejemplo, un actor teatral, incluso un clown, es, según esto, un trabajador productivo, siempre y cuando trabaje al servicio de un capitalista (un "entrepreneur" o empresario), al que retribuya más trabajo del que recibe de él en forma de salario; en cambio, el sastre remendón que trabaja en la casa del capitalista repasándole los pantalones, se limita a suministrarle un valor de uso y es, por tanto, un trabajador improductivo>>

Esto no es verdad porque lo haya dicho Marx en “Teorías sobre la Plusvalía” distinguiendo entre trabajo productivo e improductivo, sino porque es el resultado de un razonamiento científico, aplicado a la especificidad del capitalismo. Y si este razonamiento es válido para el trabajo en tanto que uno de los extremos de la relación social dialéctica que define a la sociedad burguesa, también lo es para los componentes materiales del otro extremo de esa relación social propiedad de los burgueses: los medios de producción. Por lo tanto, haya crisis o no, un medio de trabajo que una empresa no utiliza o una materia prima que permanece sin transformar en los almacenes de esa misma empresa u otra, ni siquiera cabe decir que es capital improductivo —como el dinero que se gasta o detrae para emplear asalariados administrativos— en cualquier empresa, sino que propiamente no es capital. Porque no actúa como tal, dado que no sirve para producir plusvalor, es decir, más capital. ¿Por qué? Porque la tasa de ganancia media lo ha expulsado de la cofradía burguesa para el reparto del plusvalor global.

La sobrecapacidad de medios de producción antes de que se produzca la sobreacumulación absoluta que desata la crisis, se hace presente en cada vez más fracciones del capital global en distintas partes del Planeta, según aumenta la productividad con una más alta Composición Orgánica, cuyo consecuente descenso de la tasa de ganancia deja de compensar al plusvalor producido por capitales convertidos así en marginales, cuya composición técnica fijan sus correspondientes medios de trabajo ya obsoletos.

Otra cosa es lo que sucede en países como China, por ejemplo, con una tasa de ganancia también a la baja por el aumento en su composición orgánica del capital, cuya sobrecapacidad en determinadas ramas de la industria se ve agravada por la caída de sus exportaciones hacia grandes mercados internacionales tradicionalmente compradores en franca recesión, como es el caso de los EE.UU. y Europa. Pero incluso esta realidad de la sobrecapacidad remite también a la misma causa esencial, que reside en el descenso tendencial de la tasa de ganancia como consecuencia del aumento en la composición orgánica media del capital, es decir, de la productividad del trabajo socialmente necesario.

Los teóricos que alertan sobre los riesgos de una creciente sobrecapacidad de capital en la industria, alegando que la expansión de su oferta como mercancías ha superado el crecimiento de la demanda y esa es la causa de que permanezca ocioso, remiten a la demanda efectiva deficitaria del consumidor final —cuya mayoría social absoluta es de condición asalariada— como causa de las crisis.

A todos estos representantes de la teoría subconsumista de las crisis —originaria del economista pequeñoburgués Rodbertus— que dicen hablar en nombre del marxismo, Marx les llamaba "caballeros del "sencillo‘ sentido común". Para poner en su sitio estas auténticas imposturas teóricas con fines políticos que nada tienen que ver con el la realidad del capitalismo, hay que empezar por aclarar de qué "superproducción" se habla para "explicar" el movimiento causal de las crisis.

Desde luego, la única superproducción de mercancías que Marx implica en su teoría de las crisis, es la que corresponde a los elementos del capital productivo (constante y variable) en funciones, no a las mercancías de consumo final individual:

<<Por ello, la superproducción de capital, y no de mercancías individuales —pese a que la superproducción de capital implica la superproducción de mercancías— no significa otra cosa que la superproducción de capital (...) Una superproducción de capital jamás significa otra cosa que una superproducción de medios de producción y medios de subsistencia que puedan actuar como capital, es decir, que puedan ser empleados para la explotación del trabajo con un grado de explotación dado...>> (K. Marx: "El Capital" Libro III Cap. XV. Subrayado nuestro)

Aquí vuelve a aparecer el concepto de superproducción en el cual no entra la sobrecapacidad de capital constante convertido así en mercancía. Para Marx, el carácter del capitalismo consiste en producir para acumular la mayor cantidad posible de plustrabajo y, por tanto, materializar con un capital dinerario dado, el mayor tiempo posible de trabajo directo, alargando la jornada de labor y/o disminuyendo los costes salariales mediante el desarrollo de la productividad del trabajo, el empleo de la cooperación, la división del trabajo, la maquinaria, el empleo de la ciencia a tales efectos, etc., etc. Esto se traduce en la constante tendencia a la producción en gran escala que supera de modo permanente las posibilidades de la demanda solvente, esto es, del mercado de bienes, tanto de consumo productivo como de consumo final.

Sobre esta base, es una ley del capitalismo, que el mercado por el lado de la demanda, se amplíe más lentamente que la producción, es decir, la oferta, con lo que el estado permanente de la sociedad capitalista es el de la superproducción de mercancías. Esto explica que sus escaparates y depósitos a lo largo y ancho del Planeta, estén siempre bien provistos aunque centenares de millones no tengan poder adquisitivo para comprar.

Por tanto, pensar que las crisis capitalistas se producen por la superproducción de mercancías respecto de la demanda solvente lleva lógicamente a concluir que el estado normal del capitalismo es el de crisis permanente, algo que nada tiene que ver con la evidencia empírica que nos ofrece el sistema.

En realidad, la superproducción de mercancías de consumo productivo y de consumo individual que se pregona en nombre de Marx como causa de las crisis, se hace manifiesta bajo la forma de sobresaturación cuando ya ha estallado la crisis, en plena depresión del sector de la industria de medios de producción.

Dado que la reproducción ampliada de capital supone la acumulación de medios de producción, el pasaje de la expansión a la crisis comienza a operarse antes en las industrias productoras de maquinaria y materias primas que en las de bienes de consumo individual. Lo mismo ocurre a la salida de la depresión, donde la sobresaturación del mercado de los bienes de consumo individual, no remite hasta bien entrada la reanimación de la producción de bienes de producción, cuyas sucesivas rotaciones en dirección a una nueva expansión, reciben todo su impulso desde la fase de recuperación del capital productivo, no desde la demanda solvente de los consumidores finales.

Por tanto, es la superproducción de bienes de consumo productivo por parte de los capitalistas de ese sector, lo que invariablemente provoca las crisis. Y no porque haya sobrecapacidad de medios de producción que permanecen ociosos, ni porque falte capacidad de demanda solvente para comprar esos medios de producción y/o los productos de consumo final, sino porque el plusvalor que esos medios en condiciones de sobrecapacidad son capaces de producir, así como el que contienen los productos de consumo final, no es compensado por la tasa de ganancia media.

Bajo el capitalismo, los artículos de consumo más importantes son los de consumo productivo (maquinaria y materias primas), y es la superproducción de estos bienes respecto del menor rédito obtenido por el capital que los produce, lo que origina las crisis, no porque no haya demanda para ellos, ni para los productos de consumo final que esos medios de producción producen —como sugieren quienes aplican el "simple sentido común" a la economía política. De hecho, la mayor parte del trabajo anual en la sociedad capitalista se gasta en la producción de capital constante para la producción de maquinaria y materias primas, mercancías cuyos consumidores no son obreros sino capitalistas industriales.

Por tanto, es también mucho mayor el intercambio de mercancías entre los capitalistas que entre éstos y los asalariados. Y es en el mercado de bienes de producción donde se manifiesta la superproducción de mercancías que da lugar a las crisis. Pero, mientras tanto, puede haber sobrecapacidad —y de hecho la hay— sin crisis. Ergo, el detonante de las crisis no es la sobrecapacidad o superproducción de medios de producción respecto de la demanda, sino la superproducción de capital respecto de su rédito, o sea, que un capital incrementado rinda un plusvalor menor al obtenido antes de su incremento, es decir, que el rédito fijado por la tasa de ganancia media, ya no compense a ese capital incrementado.

Nos estamos remitiendo aquí al concepto materialista histórico que Marx denominó "sobreacumulación absoluta de capital", que no tiene por referente al mercado, es decir, a la circulación del capital, sino a la producción de plusvalor. Por ejemplo, cuando la masa de capital acumulado pasa de 1.000 a 1.150 unidades monetarias, y la tasa de ganancia del 15 al 9% quiere decir que haciendo invertido 1.000 al 15% obtuvo 150, mientras que con esos 1.150 a una tasa del 9% pasaría a obtener sólo 103. En semejantes condiciones, la nueva inversión del plusvalor de 150 no se realiza, porque ahora, para volver a ganar poco más que esas 150 de plusvalor, el capitalista tendría que invertir un capital mayor a las 1.150 unidades monetarias disponibles. Exactamente 525 más (1.000+150+525 = 1.675 x 9% = 150,75 ) lo cual le significa una pérdida neta de capital. No sólo porque no le compensa sino porque no dispone de esa masa de valor adicional, con lo que tiene que pedir un crédito, de modo que, entonces, su ganancia ni siquiera sería ya del 9% sino menos, el equivalente a la diferencia con la tasa de interés a pagar por el préstamo. A este fenómeno Marx le llama "Sobreacumulación absoluta de capital".

Tal es la causa y origen de las crisis. La causa es el aumento en la Composición Orgánica del capital que provoca el descenso tendencial de la tasa de ganancia. El origen: la sobreacumulación absoluta de capital, es decir de medios de consumo productivo: trabajo vivo y medios de producción (maquinaria, edificios o tierra cultivable, materias primas, consumibles y auxiliares).

En tu anterior correo solicitaste que intentáramos lograr un ejemplo numérico en el que se reflejaran los fundamentos de Marx, habiendo afirmado antes que eso es imposible. Ahora dices que no hemos "respondido al problema". Lo hemos hecho continuando tus dos rotaciones en una tercera incluida en el archivo de extensión .pdf titulado "Rolando2" adjunto a nuestro último correo que te remitimos el pasado 28 de abril a las 18:00 Hs.

Dices tú que:

<<…cuando Marx se refiere a cómo se calcula la tasa de ganancia, sostiene que hay que calcularla sobre el conjunto del capital adelantado.>>

En el capítulo IX del Libro II referido a este asunto, define el concepto de "capital adelantado" no como capital bajo la forma material de salarios, maquinaria y materia prima, sino bajo la forma de dinero una vez realizado o vendido su producto que media o enlaza entre una rotación y otra, donde se incluye la deducción correspondiente a la cuota de amortización por desgaste del capital fijo en funciones. También contempla la circunstancia de que estos medios prolonguen su vida después de haber sido amortizados, o su reemplazo antes de que agoten su vida útil por "desgaste moral" u obsolescencia técnica. A los que siguen funcionando tras ser totalmente amortizados les considera como un elemento de la naturaleza sin coste o contraparte alguna para la producción de plusvalor.

A los que son expulsados de la producción de plusvalor por obsolescencia antes de ser amortizados les considera una pérdida para la empresa afectada. En este caso, las cuotas de amortización restantes sí entran en la formación de la tasa general de ganancia media aunque ya no produzcan plusvalor. Tienes razón respecto de lo que dices en los puntos 3) y 4. Esto presiona a la baja de la tasa de ganancia. Pero no por déficit de la demanda, como sostienes tú, sino a raíz de que ese 20 o 25% del capital ha sido separado de la cofradía capitalista por el desarrollo de la fuerza productiva a instancias de la tasa de ganancia media.

Dices tú que: en el trabajo de José Luis González no se aplicó el método de calcular la tasa de ganancia:

<<Marx conocía este hecho. Ahora bien, cuando plantea el cálculo de la t. de g. en ningún momento se le ocurre la idea de que si la utilización está al 80% de su capacidad hubiera que descontar el 20% en el valor del capital fijo para calcular la tasa de ganancia.>>

Lo ya amortizado de ese capital puesto en movimiento se supone que ya fue cargado durante rotaciones anteriores en el denominador de la tasa de ganancia. Y si al momento de reducir su funcionamiento al 80% ya fue totalmente amortizado, como dijimos antes el plusvalor que rinda ese 20% se considera como un elemento de la naturaleza, no ya como un producto del trabajo social en tanto que su valor ha sido totalmente transferido a su producto y, por tanto amortizado, de modo que el plusvalor creado por ese medio es puro rédito para el capitalista, lo cual tiende a incrementar la tasa de ganancia.

En el punto 5) de tu último correo criticas el trabajo de José Luis González, porque calcula el capital empleado en la producción restando los beneficios al PNB, resultado que no comprende al capital constante circulante. Y dices...

<<….estar trabajando la evolución de la tasa de ganancia basándome no solo en el stock de capital, sino en la tasa de ganancia calculada sobre capital circulante más la parte que va por amortización del capital fijo. Sin embargo en el trabajo que ustedes citan NO se aplicó este cálculo. Ustedes piensan que PNB – beneficios = capital empleado en la producción. Pues bien, esto NO es así, porque el PNB no toma en cuenta lo que llamaríamos el "capital constante circulante". En las cuentas nacionales no se toman en consideración los bienes intermedios. Por lo tanto en cuanto capital constante, solo entran los cargos por amortización del capital fijo. De todas maneras, apliqué este método (ya lo había empleado por sugerencia de otros compañeros) y el resultado es que NO se advierte una caída tendencial de la tasa de ganancia, por lo menos desde 1960 a 2009. Esto es, durante 50 años no se ve ninguna caída de la tasa de ganancia tendencial. (….) Por otra parte he empleado el método estricto de trabajar con tasa de ganancia calculada sobre capital circulante más amortización de capital fijo para las manufacturas de EUA (para lo cual hay datos). Esto es, ahora calculo beneficios/ ventas – beneficios. El resultado es que en los últimos 30 años no se advierte la caída tendencial de la tasa de ganancia.>>

Pues bien, ¿dónde están esos datos, dónde tus resultados estadísticos? Si es como tú sostienes, que la tasa de ganancia no desciende tendencialmente sino que sube, ¿puedes tú probar que fue menor en 1929 que hoy día; que no se estancó en los años 40 y si pudo mantenerse desde los 70 del siglo pasado hasta 2009, no fue gracias a los flujos financieros corruptos que ahora amenazan derrumbarse a escala planetaria, como no puede ser de otra manera, junto con el capital real sobreacumulado, incluidos los salarios?

Tú dices que:

<<….estudiando la crisis de 1929 encontré que no hubo una caída tendencial de la tasa de ganancia en los 25 años que preceden a la crisis del treinta>>

Pero no has ofrecido ningún dato que avale tal afirmación. Y encima te cebas con un supuesto error en los datos de José Luis sobre la tasa de ganancia para 1982 exigiendo "coherencia". Y es que el error no es tal, porque, ¿a qué llamas tú recuperación, a que la acumulación se acelere por el aumento del capital mínimo requerido para la explotación del trabajo vivo bajo las condiciones determinadas por la tasa de ganancia media? Esto induce a un aumento en la masa de ganancia mientras la tasa no deja de descender.

En efecto, el aumento del capital mínimo requerido supone un mayor ritmo e intensidad en la explotación del trabajo, un aceleramiento de la acumulación y una mayor centralización de los capitales en poder de menos propietarios del capital social global, que son los que operan con una mayor Composición Orgánica del capital y su respectiva productividad del trabajo puntera, lo cual induce a un nuevo descenso de la tasa media general de ganancia. Esto es así, dado que el capital adicional no se incrementa según el nivel de la tasa de ganancia sino según la magnitud del capital ya acumulado en funciones:

<<…más allá de determinados límites, un gran capital con una tasa pequeña de ganancia, acumula con más rapidez que un capital pequeño con una gran tasa de ganancia.>> (K. Marx: “El Capital” Libro III Cap. XV Aptdo. III)

Ello conduce a que gran parte de los capitales de menor magnitud relativa y más baja composición orgánica en funciones, cuya masa de plusvalor obtenido no es compensada por la tasa de ganancia media, se vean obligados desde ese momento, a convertir su plusvalor o capital adicional producido y realizado, en "capital de riesgo" comprometido con todo tipo de actividades especulativas, donde lo que arriesgan sus propietarios no es la ganancia esperada —como sucede en la esfera de la producción bajo circunstancias normales— sino todo el capital invertido en esos nuevos mercados de sustitución especulativos. Y esto favorece aun más la centralización del capital social global a expensas de esos capitales menores que son expropiados:

<<En la competencia, el mínimo creciente de capital que, con el aumento de la fuerza productiva, se torna necesario para la actividad exitosa de una empresa industrial autónoma, se presenta de la siguiente manera: apenas el nuevo y más oneroso equipamiento de la empresa se ha introducido de manera generalizada, en lo sucesivo los capitales menores se ven excluidos de la actividad>> Cfr.:“El Capital” Libro III Cap. XV Apartado IV)

Esta es la situación que se vio agudizada desde principios de los años ochenta, que estuvo en la raíz de la crisis actual. Tratar de derribar al adversario teórico poniendo el dedo en la llaga de un presunto error en sus cálculos estadísticos. Esto es lo que has hecho cuando, en realidad, el error ha sido tuyo al confundir con una recuperación, el proceso de aceleración de la acumulación ante la caída tendencial de la tasa de ganancia en los años previos al estallido de la crisis. Y los resultados están a la vista. ¡Sobre todo cuando tú no has aportado ningún dato que muestre lo contrario!

De lo que se trata es de juzgar el conjunto de un trabajo. E insistimos y parece que nunca será suficiente: Nosotros no aceptamos nada según convenga "a lo que siempre quisimos demostrar", como nos has imputado tú. Porque nadie nos paga para eso y ésta es la condición básica de todo pensamiento libre. Nosotros tomamos por referencia primordial fundamentos científicos de los que tú pareces huir como de la peste y no se pueden diluir en ningún edulcorado "estudio empírico" que refleje como en un espejo los datos elaborados por el enemigo de clase. El pensamiento que nosotros reivindicamos por respeto a la verdad histórica es otro.

"Mide lo que sea medible y lo que no, conviértelo en medible", dijo Galileo, considerado el padre de la ciencia moderna. José Luis González lo dijo así: "La ciencia, según creo, es hacer medible lo que no ha sido posible medir”. Es decir, lo que las furias del interés privado escamotean. Éste es el principio que presidió el meritorio esfuerzo hecho por el compañero José Luis siguiendo esa máxima en base a datos de las cuentas nacionales, que la burguesía norteamericana ofrece a través de sus "investigadores" trabajando para el “Bureau of Económics Analisis” (BEA). Y no podrás decir tú que estos tipos buscan la verdad por encima de sus intereses creados, porque "el que allí se mueva, no sale en la foto".

Y desde luego que nosotros, frente a quienes en solo dos rotaciones descoyuntadas creen haber sido coherentes "demostrando" que el cambio tecnológico sólo se traduce en una desvalorización del capital empleado para que suba la tasa de ganancia, sin advertir que así la acumulación del capital fracasa porque desciende su masa, nosotros desde luego estamos con quienes se afanan en demostrar estadísticamente la Ley General de la Acumulación Capitalista, mal que les pese a los agentes ideológicos del capital como el señor Nobuo Okishio y acólitos. Y repito, a ver si tú puedes rebatir lo que en nuestra primera contestación te pusimos negro sobre blanco como fundamento de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, que ahora te volvimos a exponer destacado en rojo pero que decidimos no incluir por razones de espacio.
Dices tú:

<<Ustedes piensan que PNB — beneficios = capital empleado en la producción. Pues bien, esto NO es así, porque el PNB no toma en cuenta lo que llamaríamos el "capital constante circulante". En las cuentas nacionales no se toman en consideración los bienes intermedios. Por lo tanto en cuanto capital constante, solo entran los cargos por amortización del capital fijo>>.

Cierto. Pero si resulta que computando solo el capital constante fijo la tasa de ganancia desciende, está aclaro que sumándole su parte circulante la tendencia descendente se acentuará todavía más.

Remitimos adjunto acompañando a éste, tres archivos de José Luis González González sobre la realidad económica norteamericana, elaborados esta vez según datos del ingreso nacional neto, deduciendo la depreciación del capital fijo: 1)Tasa del capital en EE.UU entre 1929 y2009; 2)Tasa del capital en EE.UU entre 2001 y2009; y 3)Tasa del capital en EE.UU en el 2007.

GPM.

 

¿El valor de la maquinaria empleada aumenta menos que la fuerza productiva desplegada con esa maquinaria?

Tal es la proposición según la cual Astarita dice que no puede construir un esquema de acumulación sin que la Tasa de Ganancia deje de subir. Esto es lo que afirma ya explícitamente y sin ambages en su correo del 29/04/2010 a las 18:01, donde niega “a rajatabla” las consecuencias de algo tan evidente, como que el trabajo excedente bajo el capitalismo tiene un límite natural infranqueable, que es la jornada de labor, cuya extensión no puede sobrepasar las 24 horas del día.

Y si tras aceptar tal límite, se acepta que por definición el progreso tecnológico bajo el capitalismo consiste en producir plusvalor disminuyendo progresivamente el tiempo de esa jornada en la que los asalariados producen el equivalente a sus medios de vida, entonces, no se puede negar que según se reduce esa parte de la jornada laboral colectiva con cada progreso técnico efectivo del trabajo asalariado, el plusvalor aumentará en términos absolutos, pero necesariamente cada vez menos.

Y nosotros ya no volveremos a explicar por qué razón esto es así con carácter de Ley histórico natural universal constitutiva del capitalismo, dado que ésta sería la cuarta vez, de modo que dejamos a Astarita con su apreciado colega Okishio, junto a Baran, Sweezy y demás neomarxistas de la escuela de Frankfurt al uso, para que se entretengan entre el Cielo y la Tierra comprobando qué es lo que pasa con la relación matemático-dialéctica entre esas dos partes del tiempo en que se divide la jornada de labor entera, cuando los capitalistas someten el trabajo asalariado a sucesivas multiplicaciones de la fuerza productiva a instancias de sucesivos progresos científico-técnicos incorporados a los medios de trabajo. A ver si resulta ser cierto que el valor de la maquinaria empleada aumenta menos que la fuerza productiva del trabajo desplegada con ella, o es justamente al revés. Es decir, si el plusvalor puede incrementarse sin límite alguno a voluntad de los capitalistas.

El 29/04/2010 a las 18:01 Astarita escribió:
<<La anterior carta tenía un error de redacción. Esta versión es la correcta.
Saludos, Rolando.>>

Y a continuación nos adjunta un archivo donde dice:
Estimados compañeros:
En el último documento que me han enviado en respuesta a mi trabajo sobre el teorema Okishio ustedes sostienen que si “la masa de valor contenida en el mayor volumen de los medios de producción puestos en movimiento por esa población explotada aumenta más de lo que tales medios se han desvalorizado”, la tasa de ganancia debe caer.
Aparentemente entonces el error en mi ejemplo está en que el valor de los medios de producción baja un 10% por aumento de la productividad, y aumenta un 10% la acumulación. Ustedes sostienen que si la acumulación aumenta a una mayor tasa que la productividad, la tasa de ganancia cae.

Pues bien, no es así. Vuelvo al ejemplo. El punto de partida es:

200c + 50v + 50s = 300.

Supongo que se emplean 10 unidades de trabajo. Supongo ahora que aumenta la productividad un 5%; esto es, en lugar de emplearse 10 unidades de trabajo se emplean 9,5 unidades de trabajo. Por esta razón se abaratan los medios de producción y los bienes de consumo de los trabajadores un 5%. Pero al mismo tiempo se acumula toda la plusvalía, esto es, 50s. De manera que la masa de valor contenida por los medios de producción puestos en movimiento por los trabajadores aumenta más de lo que aumentó la productividad; como también aumenta la cantidad de trabajadores empleados (ahora hay 11,52 unidades de trabajo); y aumenta la masa de plusvalía. A su vez, el salario real permanece constante, pero la tasa de plusvalía aumenta porque se abarató el valor de la fuerza de trabajo. El resultado entonces es:

230,4c + 54,12v + 60,48s = 345,6

La tasa de ganancia es 21,2%. Esto es, aumentó.

Repito, la masa de valor del capital constante empleado aumentó un 15%; el valor de los medios de producción (y de los medios de consumo) bajó un 5%. Ustedes dicen que si se cumplen estas condiciones la tasa de ganancia baja. Sin embargo demuestro que la tasa de ganancia sube. Hay una diferencia del 10% entre el aumento de la masa de valor de los medios de producción y el aumento de la productividad, como ustedes pedían. Pero no se verifica la caída de la tasa de ganancia.
Además, podríamos seguir haciendo ciclos (por ejemplo, un tercer ciclo en el que la productividad aumente 5% y se acumule 60 de plusvalía), y el resultado seguiría siendo el mismo.

Más en general, en mi trabajo sobre el teorema Okishio he planteado que no se puede construir un ejemplo que respete los supuestos de los que parte Marx. Estos supuestos, los recuerdo, son:
a) el cambio tecnológico afecta a los procesos productivos y disminuye el valor del producto;
b) el valor de la maquinaria empleada aumenta, pero en menor proporción de lo que aumenta la fuerza productiva de esa maquinaria;
c) el valor de la materia prima aumenta su participación en el producto;
d) en cada producto disminuye la parte que constituye el desgaste de la maquinaria;
e) en cada (unidad de) producto disminuye la parte constituida por el nuevo valor agregado
f) el capitalista innovador obtiene una tasa de ganancia (y una plusvalía) extraordinaria.
La ley formulada por Marx dice que si se cumplen estos supuestos, cuando el cambio tecnológico se generaliza, la tasa de ganancia baja; esto sucede aunque el aumento de la productividad haya aumentado también la plusvalía relativa.
Además les he planteado que he tratado de construir un ejemplo numérico que, respetando todos estos supuestos, diera como resultado la caída de la tasa de ganancia. En realidad yo pensaba que así se podría refutar el teorema Okishio. Estuve mucho tiempo tratando de construir ese ejemplo numérico, y me fue imposible. En particular porque cuando lograba que bajara la tasa de ganancia debía suponer que al hacer el cambio tecnológico el capitalista innovador no se guiaba por los criterios de rentabilidad. De manera que el procedimiento era incoherente. Repito lo que dije en un mail, esto no es una cuestión de irresponsabilidad intelectual, sino de respetar la coherencia lógica y los datos de la realidad (sobre esto último, sigo recogiendo datos sobre la evolución de la tasa de ganancia y no se advierte su caída de largo plazo).
Pero además he pedido a otros economistas marxistas que me ayudaran a lograr un contraejemplo al teorema Okishio, respetando todos los supuestos de Marx. Nadie pudo hacerlo, hasta donde conozco. Mi hipótesis es que la tasa de ganancia baja, pero para esto hay que hacer otro supuesto sobre el cambio tecnológico, que no es el contemplado por Marx a la hora de discutir la ley (aunque sí está presente a lo largo de El Capital).
Ahora bien, ¿cuál es el problema de fondo en el razonamiento de Marx? En mi escrito lo he señalado. Marx pensaba que la razón valor del capital constante/trabajo tendía a aumentar a medida que aumentaba la productividad en la producción de ese capital constante. Pero esto no es así matemáticamente, ya que el valor del capital constante depende del trabajo empleado. Por eso si disminuye el trabajo empleado, disminuye en la misma proporción el valor del capital constante. Los datos sin embargo muestran que la relación C/trabajo tiende a aumentar. Mi explicación de esto es que tiene que ver con la naturaleza del cambio tecnológico.

Saludos cordiales, Rolando

Este correo no fue contestado en su momento por haber pasado inadvertido, trabajo que nos hemos de tomar, después de exponer seguidamente nuestro correo remitido el día 20/05/2010 a las 19:23 Hs., en contestación al suyo de fecha 28/04/2010 a las 20:18 Hs.

En su nuevo ejemplo Astarita supone que el capital constante y variable se desvalorizan por igual un 5%. Por tanto, el capital disponible para inversión pasa a ser:

190c + 45v + 50p = 285

La capitalización de 50p en la nueva rotación se distribuye de la siguiente manera:

40,40c + 9,12v = 49,52. (sobran 48 céntimos).

La estructura productiva de la segunda rotación es:

(190c+40,40c) + (45,00v+9,12v) = 230,40c+54,12v = 284,52

La nueva Composición Orgánica del Capital pasó a ser = 230,40/54,12v = 4,26. Aumentó un 6,5%

El plusvalor, de 50p aumentó a 60,48p, es decir, un 20,96%. Más del 322% respecto de lo que se incrementó la composición orgánica del capital. Así está claro que la tasa de ganancia debe forzosamente aumentar = 60,48p/284,52 = 21,26%

Pero, ¿puede la masa de plusvalor aumentar un 20,96% con un incremento de sólo el, 6,5% en la Composición Orgánica del Capital? Porque en la estructura original 50v mueven 200c, es decir, un 0,25 de capital variable mueve una unidad de capital constante: 0,25x200 = 50v. De modo que 1v mueve 4 unidades de capital constante: 200c\50v = 4. Pero en la siguiente rotación, 54,12v mueven 230,40c. Por tanto, 0,2349v mueve ahora 1 unidad de capital constante. 0,2349x230,40 = 54,12v. El 6,04% más. ¿Es posible que aumentando solo un 6,04% la productividad del trabajo, 54,12v (el 8,24%) más de asalariados puedan producir un 20,96% más de plusvalor que 50v? Este ejemplo de Astarita nada tiene que ver con la evolución real de la tasa de ganancia según progresa la fuerza productiva del trabajo aumentando la Composición Orgánica del Capital en más de lo que se incrementa el plusvalor relativo disminuyendo el trabajo necesario. Porque un aumento del 20,96% en el plusvalor, obtenido con un incremento de solo el 6,5% en la Composición Orgánica del capital y un 6,04% de aumento en la productividad del trabajo, solo es posible combinando la extensión de la jornada de labor con la intensificación del trabajo físico de los asalariados, es decir, apelando al plusvalor absoluto.

Astarita dice “recordar” el supuesto de Marx donde presuntamente afirma que “el valor de la maquinaria empleada aumenta, pero en menor proporción de lo que aumenta la fuerza productiva de esa maquinaria” (en el nuevo ejemplo suyo que acabamos de analizar, el valor de la maquinaria aumenta un 15,2% y la productividad solo un 6,04%, una concesión que nos ha hecho). Dice que lo recuerda pero no lo cita. ¡¡A ver dónde, en qué parte de su obra se le pudo a Marx ocurrir semejante disparate!! ¿Por qué Astarita piensa y dice que "el valor de la maquinaria aumenta menos de lo que aumenta la fuerza productiva del trabajo? Porque según lo ha dicho en su correo del 28/04/2010 a las 18:01, entiende que "el valor del capital constante depende del trabajo empleado. Por eso si disminuye el trabajo empleado, disminuye en la misma proporción el valor del capital constante". Pero una cosa es entender y otra comprender. El entendimiento, no pasa de la mera representación sobre un determinado objeto de la realidad, como es el caso del valor contenido en el capital constante según progresa la productividad del trabajo. La comprensión, en cambio, supone la transformación de las representaciones de la realidad en pensamientos y de éstos en conceptos. Cuando Astarita parte de la representación según la cual parece que "el valor del capital constante depende del trabajo empleado en su fabricación", se refiere al valor agregado por el trabajo vivo a ese producto. Pero esa representación no alcanza a dicernir que, para calcular el valor de un producto, al valor añadido por el trabajo vivo hay que sumarle el valor que, por desgaste, traslada a ese producto el trabajo muerto o pretérito, contenido en el capital constante movido por ese trabajo vivo.Y según progresa la fuerza productiva acortando la parte de la jornada de labor en que los asalariados producen sus medios de vida, aumenta el valor del capital constante movido con un menor número de asalariados.

Por tanto, según progresa la fuerza productiva, el valor de la parte constante, pretérita o muerta, que el trabajo vivo cada vez más reducido traslada al producto que fabrica, aumenta cada vez más respecto del valor y el plusvalor que los explotados agregan con su trabajo vivo a esos productos. Éste es el concepto que Marx explica en el pasaje de su obra que citaremos inmediatamente, y que al señor Astarita no le cabe en la cabeza.

Sobre este mismo asunto es necesario aclarar aquí, además, que la expresión “fuerza productiva de esa maquinaria” empleada por Astarita, induce al equívoco. Porque en términos económico-sociales no se trata de la potencialidad técnica incorporada a un determinado medio de trabajo, sino de la fuerza productiva del trabajo que se consigue con ese medio de trabajo. Pero es que no se trata solo de esto, sino fundamentalmente de las consecuencias económico-sociales de ese hecho, esto es, el resultado de la relación entre las dos partes constitutivas de la jornada de labor entera ante cada progreso de la fuerza productiva del trabajo.

¿Qué entenderá Astarita por “naturaleza del cambio tecnológico”? Aquí, su confeso fetichismo mercantil es tan apreciado por la burguesía, como sintomático que se le haya contagiado a este señor, hasta el punto de haberlo largarlo así, tan espontáneamente. Lo que Marx ha dejado dicho, es que “para justificar su uso como capital productivo, el coste de cualquier medio de trabajo debe ser siempre menor que el de la mano de obra que desplaza”, algo bien distinto de lo que Astarita nos quiere colar de rondón atribuyéndolo a Marx. Como si bajo el capitalismo el aumento de la fuerza productiva no tuviera ningún límite objetivo y solo dependiera de la voluntad de los capitalistas. Ese límite es, para desgracia de la burguesía, la jornada de labor colectiva que no se puede alargar como un chicle.

La conclusión a que ha llegado Marx es, pues, justamente la contraria de lo que propone Astarita. Limitándose a pensar que la naturaleza del “cambio tecnológico” se explica por las ganancias extraordinarias que proporciona a ciertos capitalistas en detrimento de otros, no repara en la evidencia de que, si los asalariados necesitaran trabajar toda la jornada en producir los medios de vida necesarios para reproducir su fuerza de trabajo, no podría existir plusvalor, ni competencia para el reparto de ese plusvalor.

Por tanto, la naturaleza del cambio tecnológico bajo el capitalismo, consiste en ir acortando el tiempo de la jornada de labor en que los asalariados producen sus propios medios de vida, para convertir ese tiempo de trabajo necesario en excedente a los fines de la acumulación. A Rolando Astarita le molesta que le citen a Marx. Pero como nosotros tenemos ese vicio y a él no le coharta ningun derecho, nosotros vamos a ejercer el nuestro una vez más. Fijémonos en lo que dice en "Teorías sobre la plusvalía" acerca de las consecuencias económico-sociales que el progreso de la productividad supone para el futuro del capitalismo, un asunto que la burguesía ha convertido en tabú del cual no se debe hablar y Astarita ha contribuido a ello con su silencio muy a pesar de que ésta será la tercera vez que lo intentamos:

<<…Y, como consecuencia de esta misma productividad creciente del trabajo, no cabe duda de que una parte del capital constante existente se deprecia continuamente, ya que su valor no se rige por el tiempo de trabajo que originalmente ha costado, sino por el tiempo de trabajo con el que puede reproducirse, el cual decrece continuamente a medida que aumenta la productividad del trabajo. Por tanto, aunque su valor no aumenta en razón a su volumen (es decir, no aumenta exactamente en proporción a ese volúmen), aumenta, sin embargo, puesto que su volumen crece más aprisa de lo que desciende su valor (…) Lo que está claro aquí, es que, presuponiendo como dada la jornada de trabajo, el valor del producto del trabajo anual de un millón [de hombres] diferirá considerablemente a tono con el volumen del capital constante que entra en el producto y que, a pesar de la creciente productividad del trabajo, será mayor allí donde el capital constante representa una parte grande del capital total, respecto de los Estados sociales en que constituye una parte relativamente pequeña de él. Por consiguiente, al progresar la productividad del trabajo social, progreso que lleva aparejado el progreso del capital constante, tendremos que una parte relativa cada vez mayor del producto anual del trabajo, corresponderá en cuanto tal al capital (constante) y que, con ello, la propiedad del capital [aparte del ingreso] (o fondo de consumo de los capitalistas) aumenta constantemente, y la parte del valor creada por el obrero individual —e incluso por la clase obrera— va descendiendo cada vez más con respecto al producto de su trabajo pretérito que se les enfrenta como capital>> (K. Marx: “Teorías sobre la Plusvalía” Op.cit. Cap. XV. B.3. Lo entre paréntesis y el subrayado nuestros)

Esta es otra forma de exponer las mismas razones que ya no volvemos a repetir aquí, es decir, los mismos fundamentos de Marx acerca de por qué al desarrollarse la fuerza productiva del trabajo, ocurre con el capital constante justamente al contrario de lo que sostiene Astarita, a quien por dos veces consecutivas se lo hemos dejado escrito en los dos adjuntos a los correos remitidos con fecha 18/04/2010 a las 19:16 y 24/04/2010 a las 16:02 en contestación a sus anteriores tergiversaciones de la realidad.

Fijémonos que la segunda rotación elaborada por Astarita en el adjunto que nos remitió el 24/04/2010 a las 18:24, muestra que la masa de plusvalor de 50s producida en la primera rotación, pasa en la segunda a 60,72s. O sea, que aumentó un 21,44%. Por su parte, el capital constante aumentó un 10,41% pasando de 200c a 220,82c, es decir, menos de la mitad respecto de lo que porcentualmente se incrementó el plusvalor. Así, Astarita llegó a “demostrar” lo que falsamente atribuyó a Marx: que “el valor del capital fijo aumenta menos que su productividad”. Porque aumentando la Composición Orgánica en solo un 2%, Astarita decidió —sin fundamento alguno— que la “productividad del capital” entre la primera y la segunda rotación aumentara un 21,44%. De este modo, la tasa de ganancia naturalmente tiende indefinidamente al alza. ¿Cómo se explica esto sino por el arbitrio de una “razón” que crea tales monstruosidades teóricas? Ya que según dijo "lo que importa no es lo que diga Mar sino lo que hacen los burgueses", pues, que Astarita le pregunte a cualquier burgués práctico si semejante resultado es posible por el solo progreso técnico, es decir, sin apelar a la extracción de plusvalor absoluto combinando la intensificación del trabajo con la extensión de la jornada de labor, hasta donde sea físicamente posible.

En la tercera rotación elaborada por nosotros, el plusvalor pasó de 60,72s a 61,50s, es decir, que el incremento del 21,44% entre la primera y la segunda rotación, se redujo entre la segunda y la tercera al 1,28%, mientras la Composición Orgánica del capital creció del 2 al 9,31%. Presentamos un cuadro de texto para su mejor comprensión, Pinchar aquí:

Evidentemente, la tercera rotación registra una caída en el aumento del plusvalor muy drástica, lo cual indica que entre la segunda rotación elaborada por Astarita y la tercera elaborada por el GPM, debieron existir otras intermedias en las que el incremento del plusvalor se fuera reduciendo menos bruscamente. Pero Astarita nos retó a que presentáramos un “contrajemplo” donde aumentando la composición orgánica del capital, a la vez que reduciendo el incremento del plusvalor (según los fundamentos matemáticos de Marx), la tasa de ganancia descienda. Los progresos en la productividad del trabajo y el descenso de la tasa de ganancia no se suceden tan aceleradamente. Por eso Marx señaló que:

<<En economía política, por principio no hay que fijarse nunca en las cifras de un solo año para extraer de ellas leyes generales. Hay que tomar siempre el término medio de seis a siete años, que es el lapso de tiempo durante el cual la industria moderna pasa de las fases de prosperidad, superproducción, estancamiento y crisis, consumando su ciclo fatal>>. (“Discurso sobre el librecambio”)

Los lectores podrán comprobar que tantas veces como en nuestros sucesivos mensajes insistimos en citarle este pasaje de la obra de Marx, así como en remitirle a los esquemas de reproducción de Bauer continuados por Grossmann a partir del quinto año, Astarita hizo en torno de estas recomendaciones otros tantos significativos vacíos de silencio, reincidiendo en “demostrar” que la tasa de ganancia se eleva exponiendo no más de dos rotaciones; y donde, salvo en su último intento, la masa de plusvalor aumenta siempre más de lo que aumenta el capital constante para producirlo, independizando así, arbitrariamente, la producción de plusvalor respecto de la jornada de trabajo. Entonces: ¿error o tergiversación intencional manifiesta de la realidad?

El 21/05/2010 a las 19:26 Astarita escribió:
Compañeros, he estado trabajando en cálculos de la evolución de la tasa de ganancia. Pensaba enviárselos, pero antes de seguir con esto sinceramente empiezo a preguntarme si tiene sentido esta discusión. No sólo porque esto parece un diálogo de sordos, sino porque noto que ustedes se están poniendo un poco agresivos (no sé si son los nervios, o simplemente se trata de malos modales). Por ejemplo, dicen que yo me paso "por la entrepierna" (en criollo, "por las pelotas") los argumentos de ustedes. Pues bien, que no nos entendamos y tengamos dificultades para clarificar las diferencias, no significa que yo "me pase por las pelotas" los argumentos de ustedes. Por mi parte yo siento que ustedes me atribuyen cosas que no planteo, y tampoco atienden a mis argumentos.
Por ejemplo, en este último documento sostienen que "...este incremento del capital constante en modo alguno supone que se opera a expensas de la disminución absoluta del empleo, como has hecho tu, erróneamente".
Sin embargo en mis ejemplos supongo que el trabajo vivo no disminuye en términos absolutos, sino AUMENTA. En el último ejemplo numérico que les envié esto está más que claro. El empleo de trabajo vivo pasa de 10 a 11,52 unidades.
¿Por qué me atribuyen algo que no dije?
No voy a decir que ustedes se pasan por las pelotas mi argumento; pero sí me pregunto por qué no registran lo que afirmo. ¿Es muy difícil de entender esto?
Pero vuelvo al tema de los tonos y los epítetos. Por ejemplo, ustedes califican a Okishio de "postmoderno". ¿Qué tiene que ver Okishio con los postmodernos? Yo soy crítico de Okishio (aunque no por las razones que dan ustedes). Pero esto no significa que me crea autorizado para calificar a Okishio con lo que se me ocurra. En todo caso ustedes deberían demostrar por qué y cómo Okishio es un postmoderno (hasta ahora nunca había escuchado a algún crítico del teorema sostener semejante cosa).

El 22/05/10 a las 16:03 Astarita nos remitió otro correo donde dice:
Buenos Aires, 22 de mayo de 2010
Al GPM:

Amplío mis consideraciones acerca de lo empírico, que planteé en el mail que les envié ayer, 21 de mayo.
Además de reafirmar que ustedes no dicen la verdad cuando afirman que yo no tomo en cuenta el aumento de la fuerza de trabajo en la acumulación del capital; y además de reafirmar que no se puede hacer variar el valor del capital constante a voluntad sin especificar qué criterio de cambio tecnológico se está empleando, amplío aquí mi crítica a la forma arbitraria con la que ustedes han tratado la cuestión de las estadísticas.
En el texto que me enviaron el 24 de abril ustedes citan el trabajo de José Luis González González sobre tasa de ganancia. Dicen que JLGG se basó en datos del BEA de EUA, y afirman que “parece haber demostrado empíricamente la tendencia secular decreciente de la tasa de ganancia entre 1929 y 2005, así como el aumento histórico absoluto de la composición orgánica”.
En mi respuesta a este texto del 24 de abril realicé algunas críticas, planteé las dudas que me generaba el trabajo de JLGG, y sostuve que según los datos de BEA no se advierte una caída de la tasa de ganancia en los 25 o 30 años que preceden a la crisis de 2005. Asimismo les planteé que en cualquier caso los datos de JLGG no daban lugar a un cálculo de la tasa de ganancia “a lo Marx” (problema que ustedes habían pasado por alto).
Sin analizar estas cuestiones, en la última carta escriben: “Los datos de las cuentas nacionales son elaborados por organismos estatales. Y si es cierto lo que dijera Einstein: ‘El Estado miente deliberadamente’. ¿Cómo extraer la verdad de los datos falsos que proporcionan las cifras oficiales”.
Esto es, cuando a ustedes les conviene, el trabajo de JLGG, basado en datos oficiales, es correcto. Por eso ustedes han difundido ese trabajo y lo han citado para refutar mis posiciones. Pero cuando señalo que los resultados de JLGG son cuestionables, salen con que TODOS los datos de los organismos oficiales son falsos porque el Estado miente deliberadamente. ¿Qué manera de discutir es ésta? Confieso que jamás me había encontrado con semejante nivel de argumentación.
Y a continuación de lo anterior, respondiendo a mi demanda de que la caída de largo plazo de la tasa de ganancia debe ser probada empíricamente (esto es, demostrar que las grandes crisis estuvieron precedidas de la caída tendencial), ustedes afirman: “Pues aquí la tienes, está a la vista de todos. La sobreacumulación absoluta de capital se ha dado y esto no puede suceder sin el cumplimiento de la tendencia descendente de la tasa de ganancia”.
Sin embargo la sobreacumulación de capital no es prueba de que la tasa de ganancia haya estado cayendo en las décadas (una, dos o tres décadas) que preceden a la crisis de sobreacumulación. Marx se refiere repetidas veces a la crisis de 1846-47, y en ningún momento pretende que esa crisis haya sido el producto de una caída de largo plazo (digamos desde 1820 0 1830) de la tasa de ganancia. Los estudios históricos de que disponemos parecen darle la razón a Marx sobre que la aceleración de la sobreacumulación se produce a partir de 1844-45. Marx jamás menciona esta crisis como una prueba de que la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia estuviera en el origen de la sobreacumulación que provoca esa crisis. ¿Por qué? ¿Pueden responder a esta sencilla pregunta?
De la misma forma Marx jamás explicó que las crisis de 1857 o 1873 estuvieran precedidas por la caída tendencial de la tasa de ganancia. Sin embargo fueron crisis de sobreacumulación. ¿Por qué les parece a ustedes que Marx jamás dijo que las crisis de 1847, 1857 o 1873 fueran una prueba de la validez de la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia? Los argumentos tienen que tener una cierta lógica.
Pues bien, cuando estudiamos la crisis de 1929 advertimos la caída de la tasa de ganancia a partir de 1929, pero no en el cuarto de siglo que la precede. Por supuesto, aquí las estadísticas son muy endebles. De todas formas lo que llama la atención es que la caída no se registra aun en los datos que presentan Shaikh y Dumenil, quienes sí quieren demostrar que hubo una larga caída de la tasa de ganancia precediendo a la crisis. Ustedes dirán que esta incongruencia se debe a que el Gobierno de EUA miente porque es un enemigo jurado de la ley de Marx. Pero cuando estudio los que sucedió en las décadas que preceden a la crisis de 1974-75, sí advierto una larga caída tendencial de la tasa de ganancia (muy marcada en la industria manufacturera, menos en otras industrias) cuando se calcula la tasa de ganancia como beneficios sobre capital fijo. Como esto está de acuerdo con la ley de Marx, ustedes no tendrían problemas en citar estos estudios, de la misma manera que hicieron con el trabajo de JLGG. ¿Piensan que ahora el Gobierno miente, pero porque quiere demostrar que la ley de Marx se cumple? ¿O que miente porque nos quiere confundir a los marxistas?
Y luego, cuando estudiamos la evolución de la tasa de ganancia previa a la crisis de 2007, de nuevo no encontramos ninguna tendencia a la baja en los 25 años que preceden a la crisis. Pero ahora de nuevo ustedes dirán que esto se debe a que el Gobierno miente. Para ustedes el criterio para aceptar un dato de la realidad es si encaja en lo que piensan que tiene que suceder. Si no encaja, el dato es un dardo del enemigo que miente. Es curioso, además, que ustedes acusen a Okishio de posmodernista, cuando lo que distingue a los posmodernistas es apelar a los procedimientos subjetivos que les estoy criticando.
El marxismo es una ciencia, no una repetición de citas de Marx o Engels. Ya les he planteado esto cuando pretendían “descubrir” un cálculo de la tasa de ganancia que no tomaba en cuenta los stocks de capital no utilizado. En lugar de estudiar qué hacen los capitalistas, apelaban a una cita de Marx. En el fondo siguen con este método. Pero el marxismo, como ciencia, exige un criterio materialista. Esto significa que aceptamos que existe una realidad objetiva, que no es una creación de la mente humana. El punto de partida es el “concreto representado”, como enfatizaba Marx en oposición a los idealistas. Ese concreto representado parte de la observación, informada por las categorías científicas que empleamos. Cuando los datos de las observaciones se colectan, pueden formarse series estadísticas. Por supuesto, siempre estarán sujetas a revisión e interpretación. Pero estas revisiones e interpretaciones no pueden ser arbitrarias. No podemos rechazarlas o aceptarlas según nuestros gustos, o según nuestras necesidades polémicas (les aclaro que no me interesa ganar polémicas, sino descubrir la verdad).
Cuando tratamos de analizar la evolución de la tasa de ganancia tenemos problemas con las estadísticas. Pero no porque el BEA tenga un especial interés en mentir acerca de los beneficios de las empresas, sino porque los datos de que disponemos no terminan de encajar en lo que necesitamos para calcular la tasa de ganancia “a lo Marx”. Por eso podemos calcular aproximaciones a la tasa de ganancia. Lo importante sin embargo es que muchas de estas series pueden darnos una idea de las tendencias de evolución.
Pero todo esto tiene sentido analizarlo y discutirlo si hay un interés en encontrar la verdad. No si el empeño está puesto en ganar discusiones. Y no tengo interés en alimentar este tipo de empeños. Como les dije ayer, llego un punto en que no veo el objeto de continuar discutiendo. Si quieren seguir con este método y estos procedimientos polémicos, allá ustedes. Prefiero dejar las cosas donde están.

Saludos cordiales, Rolando Astarita

El 25/05/2010 a las 12:05 Hs. GPM escribió:
Dices que te estás “empezando a preguntar si tiene sentido esta discusión”. Para nosotros no hay duda de que ya estamos perdiendo el tiempo, de modo que damos por terminada la polémica en este mismo instante.
Un saludo: /GPM./

 

Epílogo

En sus dos últimos correos del 21 y 22 de mayo, Astarita hizo algunas críticas a falta de responder porque nosotros dimos por terminada la polémica, pero sobre las que consideramos necesario hacer algunas precisiones.

1) Acerca de que no decimos la verdad afirmando que en sus esquemas nuestro interlocutor ocasional no consideró el aumento absoluto de la masa laboral, nosotros nos referimos a que no lo hizo hasta después de que le observáramos haber omitido respetar ese importante y elemental requisito de la Ley General de la Acumulación Capitalista. El error por deliberada vulneración o desconocimiento de la Ley, aparece de entrada en su adjunto a su primer correo remitido el 10/12/2010 que nosotros hemos reproducido textualmente, donde la inversión en salarios manteniendo intacto su poder adquisitivo pasa de 45 a 41,4. Pero no fue solo esto. Tampoco tuvo en cuenta el profesor Astarita, que para garantizar el desarrollo de la fuerza productiva, el capital constante debe aumentar más que el capital variable y no descender menos, como hizo él después de no haber acumulado en la segunda rotación los 50s producidos en la primera, de modo tal que de un capital inicial de 300 el burgués imaginario de su ejemplo, pasó a contar con 270 unidades monetarias, 30 menos que en la primera, todo un despropósito desde la perspectiva del “derecho humano” fundamental para cualquier explotador de trabajo ajeno. Por tanto, no es cierto, como ha dicho, que “en mis ejemplos supongo que el trabajo vivo no disminuye en términos absolutos, sino AUMENTA”.

Todavía en su correo del 24/04/2010 este señor, seguía suponiendo lo contrario, después de que el 18/04/2010 le pusiéramos delante suyo negro sobre blanco los fundamentos de la Ley General de la Acumulación Capitalista, que un presunto reputado marxista como él, debiera saber de memoria. Todavía en el ejemplo que expone en el adjunto a su correo del 29/04/2010 se siguió ratificando en su misma noción equivocada sobre la teoría de la población de Marx, al suponer que el progreso en la fuerza productiva del trabajo se expresa en una reducción absoluta del empleo en trabajo vivo.

2) Respecto de su observación en cuanto a que, en el “contraejemplo” que ofrecimos —a expreso pedido suyo— en nuestro correo del 28/04/2010 a las 18:00 Hs. incrementamos el capital constante “a voluntad sin especificar qué criterio de cambio tecnológico se está empleando”, lo que hicimos “a voluntad” es respetar el criterio del cambio tecnológico comprendido en la Ley General de la Acumulación Capitalista según la cual, la inversión en capital constante debe aumentar progresivamente más que la inversión en salarios (ver su ejemplo), y que el plusvalor se incrementa cada vez menos. En la “rotación Nº 3” de nuestro “contraejemplo”, el incremento del capital constante fue de 1 punto porcentual pasando del 22,68% al 23,69%, mientras que el incremento del capital variable se contrajo un punto y medio: del 9,18% al 7,67%, cumpliendo así el requisito básico para el desarrollo de la fuerza productiva, según el cual, un menor número de asalariados debe poner en movimiento un mayor número de medios de trabajo para procesar más materias primas por unidad de tiempo, mientras que el incremento del plusvalor se redujo en - 3,9%.

3) Astarita parece haberse ofendido porque calificamos a su colega investigador, Nobuo Okishio de Postmoderno. Esta filosofía decadente que caracteriza la etapa tardía o postrera del capitalismo, sostiene que no hay Leyes ni verdades universales sino simples interpretaciones que cada cual hace del mundo según le va en la feria y sostiene porque le parece y conviene. De ahí que para juzgar sobre la evolución de la tasa de ganancia este teórico japonés empezara por suponer que solo existe el capital circulante, del mismo modo que Astarita supone y pontifica —porque también le parece— que el cambio tecnológico se produce a causa de la competencia intercapitalista en la búsqueda de cada fracción del capital por ganancias extraordinarias, y que según progresa la acumulación el capital fijo en funciones aumenta de valor, aunque menos que la fuerza productiva del trabajo, que así crea siempre más trabajo excedente de lo que cuesta producirlo, más allá de los férreos límtes de la jornada de labor.

4) Sobre la veracidad de las estadísticas en cuyos patrocinadores Astarita parece tener confianza absoluta, decir, por ejemplo, que la Constitución norteamericana reconocía a los negros un peso estadístico de solamente 3/5 respecto a un blanco, mientras los indios no estaban siquiera incluidos en el censo, porque al no pagar impuestos su valor en el censo de población era ¡nulo! Esta metodología de la burguesía internacional —cuyos agentes a sueldo y prebendas manipulan los datos con estricto sentido de clase— sigue siendo esencialmente la misma; solo cambian las circunstancias históricas, los refinamientos técnicos para enmascarar la realidad y los encargados de sistematizar convenientemente la información según se suceden unos a otros generación tras generación. Para que los datos resulten ajustados a la realidad, se necesita un sistema de registros exhaustivos en tiempo real. Pero los burgueses siempre estuvieron amparados por el imperativo ético de la “libertad individual” y el “derecho a la intimidad”, que los marxistas sinceros conocemos por secreto comercial; tanto más hermético e inviolable, cuando mayor es la masa de capital particular en funciones y su consecuente proyección político-institucional. En circunstancias normales, con tendencia al alza de la tasa de ganancia, la burguesía logra integrar consensualmente a su clase subalterna. Es decir, asimilarla a su sistema filosófico, ético y moral de dominación sutilmente introyectado en sus conciencias bajo la forma de lo verosímil. Así, los datos de todo tipo compilados según determinados criterios que les otorguen oportuno y conveniente sentido, conforman la llamada opinión pública. ¿Criterios y sentido de qué? De clase social dominante, la que tiene el monopolio de la información y la difunde discrecionalmente “urbi et orbi”, naturalmente. Luego, para que algo de lo cual se informa adopte la modalidad adecuada de conocimiento, debe ser integrado en ese sistema de creencias del sujeto subalterno. ¿creencias en qué? En la autoridad institucional de la cual emana tal información que así se consagra estadísticamente como “verdadero” conocimiento universalmente válido, cuando en el fondo se trata de una metamorfosis de la creencia en confianza sobre lo que así es muy difícil desencriptar para saber fehacientemente hasta qué punto es falso lo que se nos presenta como fidedigno. La reforma del sistema inglés de estadística, se hizo bajo el eslogan: “estadística, una cuestión de confianza”. Por estas razones nosotros jamás aceptamos cualquier estadística sobre la evolución de la tasa de ganancia, o cualquier otro dato como objeto pensado de la realidad socio-económica, que contradiga los fundamentos científicos que permiten explicar su movimiento. Más aún cuando quien pretende recusar empíricamente las conclusiones de tales fundamentos, se muestra incapaz de rebatirlos en el terreno teórico; tal fue el comportamiento de Astarita en este debate: renunciar deliberadamente a incursionar en el suelo granítico del Materialismo Histórico —escamoteando sus fundamentos para tergiversar la realidad—, así como a exponer las reglas que presiden la metodología estadística con la que llegó a un resultado distinto del científicamente previsto por Marx, partiendo de una misma base de datos. Si tal como ha dicho, Astarita admite tener “problemas con las estadísticas” a la hora de “analizar la evolución de la tasa de ganancia”, pero piensa que no es “porque el BEA tenga un especial interés en mentir acerca de los beneficios de las empresas”, sino que los datos de que dispone “no terminan de encajar” en lo que él necesita “para calcular la tasa de ganancia ‘a lo Marx’”, aunque no obstante piensa que puede “calcular aproximaciones a la tasa de ganancia”, y que, “Lo importante sin embargo es que muchas de estas series” pueden darle “una idea de las tendencias de evolución”, según las cuales dice estar convencido de que la tasa de ganancia no tiende históricamente a bajar, debemos decirle que nosotros no podemos ni queremos resolver estos dilemas y contradicciones propias de su evidente transversalidad ideológica.

5) Astarita afirma que “la sobreacumulación de capital no es prueba de que la tasa de ganancia haya estado cayendo en las décadas (una, dos o tres) que preceden a la crisis de sobreacumulación”. Y alude repetidas veces a la crisis de 1846-47, diciendo que Marx “….en ningún momento pretende que esa crisis haya sido el producto de una caída de largo plazo (digamos desde 1820 o 1830) de la tasa de ganancia”. Cierto, para verificar los cambios de tendencia Marx a lo sumo habló de seis o siete años. Pero, entonces ¿por qué este señor creyó probar que la tasa de ganancia no baja exponiendo solo dos rotaciones? “Los estudios históricos de que disponemos —sigue Astarita— parecen darle la razón a Marx sobre que la aceleración de la sobreacumulación se produce a partir de 1844-45”. Y que “…Marx jamás menciona esta crisis como una prueba de que la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia estuviera en el origen de la sobreacumulación que provoca esa crisis. ¿Por qué? ¿Pueden responder a esta sencilla pregunta?”

Para responder a esta pregunta específica y, en general, a los procesos de acumulación y sobreacumulación ocurridos en Europa, se hace necesario un capítulo aparte. Sí. Efectivamente, el proceso de acumulación en Inglaterra a partir de 1844-45 —que desde 1837 venía exportando a la India decenas de millones de yardas en tejidos de muselina— se aceleró a raíz de la guerra del opio que abrió al comercio inglés el mercado de China, brindando una nueva coyuntura para la expansión que se hallaba ya en auge, sobre todo la de la industria algodonera, lo cual dio pábulo a la construcción de nuevos ferrocarriles. Si Marx en ningún sitio alude a que esta crisis sobrevenida en 1847 se produjera como pura consecuencia de la acumulación en esas dos industrias, fue porque en plena expansión irrumpió súbitamente el fracaso de la cosecha de cereales en Irlanda, especialmente la patata, de gran consumo popular.

A raíz de ese fenómeno natural ajeno a la Ley del valor, y dados los compromisos de exportación de tejidos contraídos por Gran Bretaña con Oriente, reporta Marx que a los países exportadores de alimentos sólo era posible pagarles en una proporción muy pequeña de productos industriales. Para atender a estos pagos, fue necesario, pues, pagarles con metales preciosos por 9 millones, de los cuales salieron de las reservas del Banco de Inglaterra, con lo cual este país acusó un duro golpe a su libertad de movimiento en el mercado de dinero:

<<…los demás bancos, cuyas reservas se hallan atesoradas en el Banco de Inglaterra y coinciden en realidad con las reservas de este banco, hubieron de restringir también sus concesiones de crédito; la corriente de los pagos, que hasta entonces fluía rápidamente y sin dificultades, empezó a paralizarse, primero aquí y allá y luego con carácter general. El descuento bancario, que en enero de 1847 era todavía del 3 al 3½%, subió en abril, al producirse el primer movimiento de pánico, al 7%; en el verano volvió a producirse un pequeño alivio transitorio (6,5, 6%), pero ante el fracaso de la nueva cosecha, volvió a producirse el pánico, ahora con mayor violencia. El descuento mínimo oficial del banco subió en octubre al 7 y en noviembre al 10 % lo que quiere decir que la inmensa mayoría de las letras ya sólo podía descontarse a cambio de gigantescos intereses usurarios o no podía descontarse en modo alguno. La paralización general de los pagos hizo que diesen en quiebra una serie de casas de las más importantes y muchísimas empresas pequeñas y medianas; el propio Banco de Inglaterra se vio a punto de dar en quiebra a consecuencia de las restricciones que le habían sido impuestas por la astuta ley bancaria de 1844, hasta que el 25 de octubre, respondiendo a la presión de la opinión pública, el gobierno dejó en suspenso la ley, desembarazando así al Banco de las absurdas trabas legales que sobre él pesaban. Gracias a esto, pudo poner en circulación desembarazadamente su reserva de billetes, y como el crédito de estos billetes de banco se hallaba en realidad garantizado por el crédito de la nación y no había sufrido, por consiguiente, quebranto, la angustia de dinero se vio inmediatamente aliviada: claro está que aún siguieron dando en quiebra una gran cantidad de empresas grandes y pequeñas, cuya situación era desesperada, pero el punto culminante de la crisis había sido superado y en diciembre el descuento bancario descendió de nuevo al 5% y en el transcurso del año 1848 se preparó aquella animación renovada en los negocios que en 1849 había de embotar los movimientos revolucionarios del continente y que en la década del cincuenta se tradujo en una prosperidad industrial sin precedente, preludio del nuevo crack de 1857, (F. E.). (K.Marx: El Capital” Libro III Cap. XXV.)

De modo que, aun cuando la lógica del capital iba en la dirección prevista poco después por Marx, no llegó a ser ésta una crisis clásica pura de superproducción, dado que se vio precipitada por un factor natural ajeno a su lógica socioeconómica específica. Hecha esta aclaración solicitada por Astarita respecto de la crisis de 1847, decir que las crisis clásicas de superproducción de capital, pueden comprobarse a través los datos estadísticos relativos a la evolución de la Tasa General de Ganancia Media. Pero también y con el mismo rigor, por la evolución de la tasa de interés, o la exportación de capital.

En el caso de la evolución de la tasa de interés como indicador del movimiento en la Tasa General de Ganancia, hay que empezar por decir que el dinero a préstamo es una mercancía que relaciona a dos tipos de agentes: el prestamista dueño del dinero que lo ofrece a crédito o préstamo, y el prestatario dueño del capital productivo o comerciante que lo demandan con cargo a sus ganancias respectivas. El precio de esta mercancía llamada dinero a préstamo es la tasa de interés, de modo que cuando el prestatario devuelve el préstamo según el precio pactado que se llama tasa de interés, el dinero del prestamista, incrementado por el equivalente a dicha tasa, se convierte en capital sin haber sido producido por él sino por el prestatario a expensas del trabajo asalariado.

El precio máximo del dinero prestado puede llegar a ser igual a la magnitud total de la ganancia obtenida por el prestatario, que en tal caso sería = 0. Su mínimo es indeterminado. En la fijación de la tasa de interés entre ambos límites, influyen tanto los cambios operados por la tasa General de Ganancia Media, como la oferta y demanda del dinero prestable:

<<La tasa de interés depende: 1° de la tasa de ganancia; 2° de la relación con arreglo a la cual se reparte la ganancia total entre prestamistas y prestatarios" (Economist, 22 enero 1853 [p. 89]). (…) Allí donde se trata de repartir entre dos personas un todo dado, como es la ganancia, lo primero que importa conocer es, naturalmente, la magnitud del todo que se trata de dividir y ésta, la magnitud de la ganancia, se halla determinada por su cuota media. >> (K. Marx: “El capital” Libro III Cap. XXII)

Y dado que las variaciones del interés de los prestamistas de dinero se hallan, indudablemente, en razón inversa a las de la parte de la ganancia producida por los prestatarios que usan ese dinero:

<<Sí consideramos los ciclos de rotación en los que se mueve la industria moderna —estado de reposo, creciente animación, prosperidad, sobreproducción, crisis catastrófica, estancamiento, estado de reposo, etc.; ciclos estos cuyo análisis ulterior cae aquí fuera de nuestro campo de estudio, se descubrirá que mayormente un bajo nivel de interés corresponde a los períodos de prosperidad o de ganancias extraordinarias, el ascenso del interés corresponde a la línea divisoria (o punto de inflexión) entre la prosperidad y su trastocamiento, mientras que el máximo de interés hasta el nivel extremo de la usura corresponde a la crisis (cuando la tasa de ganancia media deja de compensar al capital en funciones). En el primer período inmediatamente después de una depresión, el dinero existe en abundancia y no hay especulación; en el segundo período, el dinero es abundante y la especulación frondosa; en el tercer período comienza a ceder la especulación y se busca el dinero para pagar deudas exigibles a corto plazo; en el cuarto período el dinero es raro y se inicia la depresión. A partir del verano de 1843 se observa un estado manifiesto de prosperidad; el tipo de interés, que en la primavera de 1842 era todavía del 4½% descendió en la primavera y el verano de 1843 al 2%, llegando en sep¬tiembre hasta el 1½% (Gilbart, A Practical Treatise on Banking, 5° ed., Londres, 1849, T. I, p. 166); más tarde, durante la crisis de 1847, subió hasta el 8% y aún más.>> (K. Marx: Op. Cit. Lo entre paréntesis nuestro)

Si tras el estallido de esta última crisis las tasas de interés no confirmaron este comportamiento, ello se explica porque los bancos en acuerdo con las instituciones Estatales cerraron por completo el grifo del crédito, especialmente el descuento de letras de cambio.

El otro indicador, que por el revés de la trama permite verificar el curso objetivo descendente de la Tasa General de Ganancia Media —en un determinado país o conjunto de países—, es el de la exportación de capital. De hecho Marx comprende a este fenómeno entre las “causas contrarrestantes” que retardan o enlentecen dicha tendencia al descenso de la Tasa de Ganancia Media, sin impedir que se imponga históricamente, es decir, que permiten verificarla.

Como hemos dicho, la sobreacumulación absoluta de capital no es otra cosa que la imposibilidad de capitalizar dinero ya incrementado, explotando trabajo ajeno, cuyo rendimiento resulta ser igual o menor que antes de su incremento. Este punto se alcanza en la esfera de la producción de cualquier país, cuando la tasa de ganancia media vigente allí —como relación entre el plusvalor obtenido de una determinada masa de capital invertido— impide que dicho plusvalor justifique económicamente lo que cuesta producirlo.

Según este razonamiento estamos insistiendo —con Marx— en que la acumulación de capital mediante la explotación de trabajo asalariado, es el principio activo fundamental impulsor del modo de producción capitalista que domina y preside todos los movimientos del sistema, tanto sus expansiones como sus contracciones. Pero esta lógica de la acumulación va mucho más allá de explicar las oscilaciones coyunturales periódicas del capital social global. Se trata de un movimiento secular o a largo plazo que atraviesa y comprende tales movimientos cíclicos coyunturales. Es, en palabras del mismo Marx, la tendencia histórica general de la acumulación capitalista. Y esta tendencia histórica general solo se explica tal como lo hizo Marx en los "Grundrisse", en “Teorías sobre la Plusvalía” y en distintos pasajes de “El Capital”.

En el Libro III, apartado V) del capítulo XIV desta última obra, donde se refiere a la causa contrarrestante del comercio exterior, Marx expone los mismos fundamentos que explican la tendencia decreciente de la Tasa de Ganancia (ante los cuales hemos puesto nosotros por dos veces a Rolando Astarita como si nada), al tiempo que nos remitía a la prueba de la práctica empírica supuestamente científica de sus datos estadísticos.

Fijémonos en lo siguiente que ha dicho Marx —como si estuviera participando de esta polémica— respecto de que:
a) el fundamento teórico-científico es el que permite verificar de forma preeminente la tendencia decreciente de la tasa de ganancia;
b) la prelación del fundamento teórico-científico sobre cualquier estudio estadístico.
c) el supuesto de la tasa variable del salario como única posibilidad de que la tasa de ganancia descienda, es un absurdo metodológico ajeno por completo a la lógica objetiva del capitalismo:

<<Segundo: la circunstancia de que en las mercancías individuales, cuyo conjunto constituye el producto del capital, el trabajo vivo adicional (salario+plusvalor) contenido en ellas se halla en proporción decreciente con los materiales de trabajo (materias primas y auxiliares, es decir, capital circulante) contenidos en ellas y los medios de trabajo (máquinas, edificios o tierra cultivable y herramientas, o sea, capital fijo) consumidos en las mismas, es decir, la circunstancia de que en ellas se halla objetivada una cantidad constantemente declinante (aunque no en términos absolutos sino relativos) de trabajo vivo adicional porque con el desarrollo de la fuerza productiva social se requiere menos trabajo para producirlas, tal circunstancia no afecta a la relación según la cual se divide en pago e impago el trabajo vivo contenido en la mercancía. Por el contrario. A pesar de disminuir el volumen global del trabajo vivo adicional contenido en ella, aumenta la parte impaga con respecto a la parte paga, por descenso absoluto o proporcional de la parte paga (aunque por eso mismo la parte impaga aumente cada vez menos); pues el mismo modo de producción que hace disminuir la masa global de trabajo adicional en una mercancía, se halla acompañada por el aumento del plusvalor absoluto y relativo. La baja tendencial de la tasa de ganancia se halla ligada a un aumento tendencial de la tasa de plusvalor, es decir, del grado de explotación del trabajo. Por ello, nada más absurdo que explicar la baja de la tasa de ganancia a partir de un aumento en la tasa del salario (tal como ha propuesto Nobuo Okishio en su teorema), aunque también este caso pueda darse excepcionalmente (pero en modo alguno sería ésta una causa objetiva atribuible al sistema económico burgués sino a algo extrínseco a él como es la lucha de clases, lo cual demuestra ser un supuesto ilegítimo por acientífico). Sólo la comprensión de las relaciones que constituyen la tasa de ganancia, capacitan a la estadística para efectuar verdaderos análisis acerca de la tasa del salario en diversas épocas y países (y naturalmente de la propia tasa de ganancia). La tasa de ganancia no disminuye porque el trabajo se haga más improductivo (aumentando los salarios, señor Okishio), sino porque (excluyendo a la lucha de clases del análisis, se demuestra de acuerdo con la realidad, que) se torna más productivo (y por tanto la participación de los salarios en el producido global de valor disminuye progresivamente). Ambas cosas, tanto el aumento en la tasa del plusvalor como la baja de la tasa de ganancia (por un mayor aumento histórico del capital constante respecto del plusvalor, es decir, de la productividad), solo son formas particulares mediante las cuales se expresa en el modo capitalista de producción la creciente productividad del trabajo.>> (Op. Cit. Lo entre paréntesis y el subrayado nuestros).

¿A qué viene, pues, eso de suponer que si no es por la incidencia de la sobrecapacidad, la tasa de ganancia no baja lo suficiente como para provocar la crisis? Desde luego que a semejante conclusión solo se puede llegar pensando con la estrecha por interesada sesera de la burguesía usufructuaria de las ganancias extraordinarias que obtiene, introduciendo un cambio tecnológico en el mercado, hasta que se generaliza. ¿Qué es la sobrecapacidad sino una consecuencia de la productividad del trabajo en la sociedad burguesa, que induce al descenso de la tasa de ganancia dejando sin sentido económico a las estructuras productivas que entran en obsolescencia técnica antes de manifestarse la sobreproducción absoluta de capital productivo?

Lo repetimos: una cosa es lo esencial que da sentido y vigencia universal a la Ley General de la Acumulación Capitalista, y otra sus formas particulares de manifestación como es el caso de la competencia interburguesa y el movimiento de los precios que sintetizan en la Tasa General de Ganancia Media. Ambas en unidad dialéctica complementaria constituyen ese todo que es el objeto de la economía política. Pero como sucede en todas las demás disciplinas científicas, en Economía Política la Ley o principio activo de la sociedad burguesa no se explica ni puede comprenderse por sus formas de manifestación en la circulación del capital, es decir, por su propia existencia, sino yendo por medio de la abstracción a su esencia, donde reside —por así decirlo— su “centro neurálgico de operaciones” y allí se produce y distribuye a priori, lo que luego, “post festum” se reparte a instancias de la circulación.

Hecha esta necesaria y oportuna digresión para volver sobre la exportación de capital como otro de los indicadores de la realidad económica capitalista que verifican el descenso de la tasa de ganancia, decir que la insuficiente valorización del capital productivo como consecuencia de dicho descenso tendencial de la rentabilidad, aumentan la oferta del dinero ocioso haciendo bajar las tasa de interés. Marx explica ese fenómeno en el Tomo II de “Teorías sobre la Plusvalía” evocando lo sucedido en Inglaterra durante el otoño de 1862, donde en el mercado financiero londinense “existe dificultad de encontrar empleo para el exceso de oferta en dinero” prestable más allá de un exiguo 2% de interés. Y en “El Capital” cita un trabajo de Fawcett de 1865 donde éste vino a decir que el plusvalor acumulado en Inglaterra se divide en dos partes: la que se siguió invirtiendo en la industria y la que se exportó a otros países, aclarando que la segunda y no la primera constituyó anualmente la parte más importante de ambas. (Ver: K. Marx: “El capital” Libro I Cap. XXII punto 5)

Y según reporta Lenin en el Capítulo IV de "El Imperialismo Fase Superior del Capitalismo", la exportación de capital de Inglaterra, Francia y Alemania aumentó entre 1862 y 1914 progresivamente

¿Cuál fue y sigue siendo la causa de este aumento progresivo de la exportación de capital por parte de los países más adelantados? Así como sostiene que el cambio tecnológico es causado por la competencia intercapitalista en busca de ganancias extraordinarias, si es consecuente con semejante idea Astarita dirá que la causa de que los capitales emigren de un país, está en la consecución de mayores beneficios. Esto supone entender que no existe límite objetivo alguno para la inversión productiva de capital en ningún país. Fue Marx quien, por primera vez, puso en evidencia esta falacia, demostrando la absoluta imposibilidad de una ilimitada inversión de plusvalor acumulado por parte de la burguesía de un mismo país. El plusvalor es un producto del trabajo. Pero el trabajo en cada país capitalista está limitado por su población explotada, de modo que de ella solo se puede extraer hasta una determinada magnitud de plusvalor. Pensar que el capital de un país puede ser aumentado con independencia de la masa de población explotada, equivale a imaginarse que el plusvalor no depende del trabajo. Y el caso es que eso no es verdad y que, según progresa la fuerza productiva del trabajo, la población explotada disminuye cada vez más respecto de los medios de producción que la emplean. O sea, que el capital invertido crece más rápidamente que la población explotada y, por tanto, que la magnitud de capital invertido en fuerza de trabajo empleado. Ergo, aunque la tasa de explotación aumenta, la tasa de ganancia desciende y, con ella la tasa de interés. Hasta que el proceso alcanza el momento —y ya lo hemos dicho— en que se produce lo que Marx ha denominado “sobreacumulación absoluta”, que es cuando un capital hasta cierto punto incrementado, produce igual o menos plusvalor que antes de su incremento. Esta sobreacumulación absoluta puede producirse con una alta masa de ganancia adicional; lo que importa no es la masa absoluta del plusvalor adicional, sino su relación con el capital incrementado que se invirtió para producirla, es decir, que esa nueva masa absoluta de ganancia sea igual o menor a la obtenida por el capital antes de su incremento.

Pues bien, ese incremento de un capital realizado en dinero, para cuyo empleo productivo a la tasa de ganancia vigente no encuentra ya población explotable dentro del país en cuestión, porque su explotación no compensa la inversión prevista, deviene desde entonces en capital adicional supernumerario junto con la población en edad de ingresar en el mercado de trabajo, que así no puede ser empleada y va a engrosar las filas del paro o de la emigración a otro país. Pero el resto del capital sigue allí —donde se encuentra arraigado su capital fijo— a pesar de que la tasa de ganancia en otros países receptivos sea mayor.

Es incierto, pues, que no haya límites objetivos a la inversión de capital en un país, y que el motor que induce a la exportación de los capitales, sea la competencia interburguesa en búsca de ganancias más elevadas. La fuerza que empuja los capitales hacia fuera de sus países de origen, NO surge de la relación particular subjetiva entre los agentes del capital en la esfera de la circulación, sino de la relación general objetiva en la esfera de la producción entre la masa de plusvalor obtenido en un determinado país, y el capital invertido en obtener ese plusvalor que no resulta rentable O sea, que dicha fuerza está objetivamente determinada.

De lo contrario habría que tener otra respuesta para la pregunta: ¿por qué todo el plusvalor de los países desarrollados, no se exporta hacia países que producen con una tasa de ganancia más elevada? Y no la hay, porque la única respuesta es que las tasas de ganancia en el mercado internacional se nivelan también objetivamente a través del intercambio desigual, de modo tal que la burguesía de los países con una mayor productividad relativa del trabajo social —derivada de una más alta composición orgánica media de sus capitales nacionales—, pueden vender sus productos a precios de producción más elevados que sus valores. Tal es la forma en que la burguesía de los países más desarrollados se apropia una determinada parte del plusvalor producido por la burguesía de los países menos desarrollados que operan con una productividad y composición orgánica relativamente más bajas. Esta transferencia de plusvalor se verifica a través de los distintos tipos de cambio resultantes de relacionar el poder adquisitivo de las respectivas monedas nacionales.Ver pinchando aquí

En síntesis, que la evolución de las tasas de interés y de la exportación de capitales en los países más desarrollados, desde la etapa temprana del capitalismo hasta hoy, han venido siendo dos formas alternativas de verificar empíricamente la tendencia histórica al descenso de la Tasa General de Ganancia Media. Pero lo que también se ha podido verificar empíricamente, es que el desarrollo desigual, la brecha entre el centro capitalista y su periferia menos desarrollada tiende a estrecharse. Como dijera Trotsky en su monumental “Historia de la Revolución Rusa”, los países capitalistas atrasados han asimilado las conquistas materiales e ideológicas de las naciones capitalistas más avanzadas. Pero esto no significa que las siguieran sin superar su atraso económico relativo, sino que habiendo recibido de ellas sus capitales excedentarios, algunos países adoptaron las más modernas técnicas de producción saltándose casi de un golpe las etapas que aquellas viejas metrópolis burguesas —ahora imperialistas— debieron recorrer en más de 200 años de historia. Y la tendencia discurre en el sentido de que el estrechamiento de esa distancia entre desarrollo y subdesarrollo se internacionalice cada vez más.

Parafraseando a Grossmann, la sobreacumulación absoluta que se expresa periódicamente en las crisis, aunque sólo en forma transitoria se impone en el transcurso de la acumulación de capital a través de las oscilaciones del ciclo económico, según se suceden las crisis y en un grado de dificultad progresivamente creciente para salir de ellas, hasta que finalmente, a un nivel elevado de la acumulación de capital, el sistema alcanza en los países más desarrollados un estado de "sobresaturación de capital" en el cual no existen suficientes posibilidades de inversión para el capital sobreacumulado, resultando cada vez más difícil la superación de esta "saturación", y por ello el mecanismo capitalista se acerca a la catástrofe final con la necesidad de un fenómeno natural. Es la típica etapa tardía o postrera en que los capitales excedentarios e improductivos pueden preservarse provisoriamente del derrumbe total de su propia rentabilidad, sólo a través de la exportación de capital o mediante la "actividad" temporal en el mercado de valores.

Este peligro explica la celeridad con que miles de millones de habitantes en el Mundo, que hace menos de sesenta años no habían superado aun las condiciones del modo de producción mercantil simple, pasaran casi sin solución de continuidad a ser países capitalistas cuyo potencial económico permitió a sus productos competir por la supremacía en el mercado internacional. Todo ello a instancias a la exportación del capital excedentario de los países imperialistas hacia los de menor desarrollo relativo.

Por ejemplo, Corea del Sur, Taiwan, Hong Kong, Singapur, Tailandia, Indonesia, Malasia y Filipinas, países que hace cincuenta años seguían sumidos en el atraso más absoluto, en 1977 exportaron productos industriales puros por un valor de 61.000 millones de dólares, tanto como Francia. Esta cifra fue superior en un 560% a la de 1970. En 1975, la distribución regional de las exportaciones de productos manufacturados del "tercer mundo" era la siguiente:
Exportación de productos manufacturados
por regione en % 1975
Asia meridional……………………………………………………………….….. 9,81
Asia Oriental………………………………………………………………….…..60,13
América Latina………………………………………….…………………….…..21,95
Oriente Medio y África Septentrional……………………………………….…… 5,06
África Subsahariana………………………………………………………….…… 3,04
Fuente: "L'evolution des économies du tiers monde el l'appreis productif francais-Commisariat au Plan, avril 1978"

Aunque la tasa de explotación del trabajo vigente en Asia Oriental está entre las más altas existentes hoy día en el Mundo, la masa de capital excedente que acudió a esta región fue tan enorme, que en poco tiempo alcanzó la sobreacumulación absoluta interrumpiendo así bruscamente el proceso de reproducción ampliada. Sólo en 1996, la masa de capital sobrante de los principales países imperialistas invertida en la economía de los llamados "tigres asiáticos", fue de 93.000 millones, que vinieron a sumarse a los 47.000 invertidos en 1994 y 70.000 en 1995. El súbito marasmo desatado por el llamado “agosto negro” de 1997 con el típico efecto "dominó" sobre Indonesia, Malasia, Corea del Sur, Filipinas y Tailandia, terminó por arrastrar a Japón y amenazó con abortar la débil reanimación de la economía mundial en los dos años siguientes, que se ha demostrado solo provisoria. Estos hechos confirman con total rotundidad las crecientes dificultades de la burguesía en su etapa tardía para superar los actuales niveles de sobresaturación de capital:

<<….en estas economías entró más dinero del que podía ser invertido de forma rentable a un riesgo razonable>> (Alan Greespan, presidente de la reserva Federal de EE.UU. "El País": 08/02/1998) Ver:

Al pronunciar estas palabras de forma tan insuperablemente certera y concisa, seguramente sin quererlo Alan Greespan dio la razón a Marx en cuanto a que las consecuencias de las crisis devienen cada vez más económicamente devastadoras, humanamente dolorosas y difíciles de superar, cuanto mayor va siendo históricamente la masa del capital sobrante que en cada una de ellas no encuentra aplicación productiva, porque el plusvalor obtenido de una población explotada —cuyo crecimiento es cada vez más menguado por el aumento en la COC— resulta demasiado pequeño respecto del capital invertido para obtener dicho plusvalor, dada la extensión de la jornada de labor que no puede extenderse más allá de las 24 horas, diarias, aunque para el señor Astarita pareciera ser que sí, según afirma que “el valor del capital fijo empleado crece menos que la productividad del trabajo con su uso”.

Esa masa de capital sobrante que no puede dejar de reproducirse y aumentar en exceso mientras el proletariado no extinga el “fuego fatuo” de la acumulación capitalista como vida semoviente de lo muerto, da lugar al fenómeno de la "sobresaturación de capital", expresión acuñada por Henrik Grossmann en una correcta extensión lógica del concepto de "sobreacumulación absoluta" expuesto y explicado por Marx en “El Capital" Cap. XV apartado II) Ver:

¿Si nos hemos puesto nerviosos? Definitivamente decepcionados. Sorprendidos nos dejó Astarita en los meses siguientes a febrero de 2007, después de publicar nuestro trabajo titulado "Miscelanea sobre Materialismo Histórico" que publicamos atendiendo entre otros a él, quien previamente nos había escrito diciendo que Marx en ninguna parte de su obra había utilizado la expresión “teoría del derrumbe”. Cierto. Pero tanto como que concibió y probó esa necesidad histórica. Nosotros por entonces expusimos esa demostración que Marx legó en los “Fundamentos” (Grundrisse), a lo que Astarita respondió con el silencio, comportamiento que volvió a repetir en esta polémica a propósito del mismo tema. Y es que la Tendencia al descenso de la Tasa General de Ganancia, se inscribe sin duda en su Teoría del derrumbe del capitalismo, que Marx anunció diciendo que:

<<En la proporción en que ya ha disminuido el trabajo necesario, se vuelve tanto más difícil la valorización del capital (es decir, la producción y acumulación de más plusvalor)>> (Op. cit. Primera mitad III. El proceso de producción del capital. Plusvalía y fuerza productiva. Relación entre el aumento de las mismas. Resultado. Lo entre paréntesis nuestro).

La funcionalidad capitalista de las crisis consiste, precisamente, en recrear tiempo de trabajo necesario, que el proceso de valorización pretérito había convertido en plusvalor capitalizado sobrante. ¿Cómo? Destruyendo buena parte de su componente fijo por efecto de la inactividad, cuya contraparte variable se traduce en penuria absoluta de los asalariados en paro, a la vez que desvalorizan el que permanece activo, incluyendo los salarios del personal empleado que sigue moviéndolo.

A todo esto, otra buena parte del capital físico y humano es destruido mediante guerras y, más recientemente, por catástrofes telúricas y climáticas que, con el desarrollo de las fuerzas productivas, la burguesía puede provocar y está probado que provoca deliberadamente, convertidas así en armas de destrucción masiva, aunque parezcan seguir siendo fenómenos de la naturaleza porque los "mass media" del sistema refuerzan con su silencio cómplice tal apariencia. Lo mismo que como el desarrollo tecnológico parece que sólo produce ganancias extraordinarias al capital monopólico.