Groseras omisiones metodológicas

Sin embargo, contrariando las rigurosas recomendaciones de Marx que acabamos de citar, Astarita decidió exponiendo solo dos rotaciones, que....“si se respetan los supuestos del teorema” presentado por Okishio, es decir, si los salarios reales se mantienen constantes, “en términos de valor, la tasa de ganancia sube en ambos sectores luego del cambio tecnológico”. Y seguidamente agregó que “…es imposible construir un ejemplo numérico según el cual la tasa de ganancia baje luego del cambio tecnológico”. Como lo hizo él es imposible que responda a la realidad. Pero en términos teóricos, desde luego que toda arbitrariedad es posible. Otra cosa es conseguir que sea lógicamente probable. La expresión “economía política” está compuesta por dos palabras: “economía”, proveniente del griego “oikos” —que propiamente significa casa o agrupamiento de vida social— y “nomos” que significa “Ley”. ¿Dónde está la “nomos” que rige la “oikos” en los cálculos numéricos de Astarita siguiendo a Okishio?

¿Consideró Astarita si ese señor —colega suyo— ha respetado los fundamentos de la producción capitalista o los ha violado groseramente? ¿Cómo calificar un método de análisis económico, que para indagar si con el progreso técnico la tasa de ganancia baja o sube, hace abstracción nada menos que del capital fijo? Porque si se procede de acuerdo con el principio activo del capital basado en el progreso de la fuerza productiva del trabajo para convertir trabajo necesario en excedente, el plusvalor aumenta en términos absolutos, pero históricamente menos que el capital invertido en producirlo. Precisamente porque, dada la creciente proporción de la jornada de labor en que va disminuyendo el trabajo necesario respecto del excedente o plusvalor ya capitalizado, tanto menos queda por capitalizar y más difícil —por más costosa en términos de capital constante— se vuelve la conversión en plusvalor de una proporción cada vez más reducida de trabajo necesario restante a falta de capitalizar, de modo que, si partimos de una tasa de explotación inicial del 100% que marca el límite del plusvalor = ½ de la jornada laboral, incrementando —por ejemplo, al doble— la productividad del trabajo, el plusvalor aumenta sólo en 1/4 de la jornada de labor en detrimento de la parte restante de trabajo necesario. Esto quiere decir que, dado el límite de la jornada de labor que no puede exceder las 24 Hs., por cada aumento porcentual de plusvalor relativo que se obtiene a expensas del trabajo necesario —progresivamente reducido por el incremento de la productividad que lo convierte en plusvalor capitalizado—, siempre hace falta un aumento progresivamente mayor de la fuerza productiva y, por tanto, de la inversión en capital constante respecto del variable, para obtener un incremento de plusvalor relativo cada vez más reducido. Esta es la lógica del capital y la fatalidad que signa el destino de la burguesía como clase históricamente transitoria.

Si se olvida —u omite intencionalmente— considerar la Ley de la acumulación, es decir, lo que sucede con la relación entre trabajo necesario y trabajo excedente en la jornada colectiva de labor, ante cada aumento de la productividad del trabajo, para proponer en cambio, arbitrariamente, que el plusvalor se reduce menos de lo que aumenta la Composición Orgánica del Capital (C.O.C.) —como ha hecho Okishio y acepta Astarita suponiendo que los costes en capital fijo no existen— esto ni siquiera puede conseguirse con una mayor explotación del trabajo en extensión e intensidad, condición que también opone un límite físico infranqueable determinado por el estress laboral, los consecuentes accidentes de trabajo y demás enfermedades profesionales que malogran la productividad, lo cual acercaría todavía más el horizonte del derrumbe capitalista. Por tanto, calcular la tasa de ganancia sin atender al mayor incremento absoluto de los costes en concepto de capital fijo, y a la reducción progresiva de la jornada de labor que queda por convertir en plusvalor tras cada incremento de la fuerza productiva del trabajo, ratifica la certeza popular de que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo.

Como se aprecia en el siguiente cuadro:

la formación bruta de capital fijo, que solo en el conjunto de países de la Europa Occidental era en 1830 de 1.200.000 dólares Internacionales Geary-Khamis de 1990, en el año 2.000 pasó a ser aproximadamente de 13 billones, es decir 13.000.000.000.000. Este gráfico fue confeccionado por los catedráticos Albert Carreras y Xavier Tafunel del Centre de Recerca en Economía Internacional, para la Universitat Pompeu Fabra de la Generalitat de Catalunya, publicado en el Nº 20 de la Revista “Els Opuscles del CREI”, según datos de Mitchell (1992) hasta 1979, y posteriormente del FMI publicados por el International Financial Statistics.

9. Esquema de acumulación elaborado por Otto Bauer

En 1929, respetando escrupulosamente los supuestos metodológicos fundamentales legados por Marx, Henryk Grossmann elaboró un esquema de acumulación conservando en gran parte la precedente formalización del neoarmonicista Otto Bauer. No porque coincidiera con su concepción sobre la problemática de la acumulación, sino para demostrar que, aun suponiendo una tasa de incremento del plusvalor constante y que la acumulación en los dos sectores de la economía progresa proporcionalmente a su respectiva tasa de incremento —cuando es un hecho que la masa de plusvalor acumulado aumenta cada vez menos, y el sector productor de medios de producción acumula más rápidamente que el sector productor de medios de consumo— no obstante ello, las interrupciones periódicas de la valorización y la tendencia al derrumbe que las atraviesa, se verifican igualmente, es decir, bajo las condiciones más favorables a la subsistencia del capitalismo.

Para eso Grossmann —siguiendo a Marx— hizo abstracción de los desajustes entre oferta y demanda, así como del consecuente movimiento de los precios, del poder adquisitivo del dinero y del crédito, factor este último al cual —como estamos comprobando ahora—, la burguesía le ha venido atribuyendo una importancia sustancial causante de las crisis, que no tiene en absoluto:

<<Cuando mostremos que inclusive en una situación de equilibrio como ésta, sin modificaciones de precios y sin exigencias de crédito, la circulación coyuntural o, como dice Marx “las crisis”, no solo son posibles sino que deben producirse necesariamente, entonces habremos demostrado también que las crisis no se encuentran necesariamente conectadas con los cambios de precios y crédito. “Es decir, pueden existir crisis sin crédito”>> (H. Grossmann: “La Ley de la acumulación y del derrumbe del sistema capitalista” Cap. 2 Aptdo. II. Cfr. Marx: “Teorías sobre la Plusvalía” Cap. XVII Aptdo. 11)

Respecto de los desajustes entre oferta y demanda, —viendo que no pueden iluminar sino obscurecer la “tendencia directriz” inmanente a la Ley del valor, que precisamente en esto consiste la “apariencia de la competencia”—, fue este un fenómeno del que Marx hizo abstracción y desfetichizó en el Libro III de “El Capital”, Cap. L, dilucidando que deja de actuar allí donde oferta y demanda coinciden sin poder, por tanto, explicar nada, porque de lo que se trata no es saber en qué valor coinciden ambas fuerzas del mercado allí donde se anulan mutuamente, sino por qué coinciden en ése y no en otro valor cualquiera, demostrando así que:

<<…la competencia debe encargarse de explicar todas las faltas de lógica en que incurren los economistas, mientras que, por el contrario, son los economistas quienes tendrían que explicar la competencia>> Op. Cit.

En su esquema de cuatro años:

Otto Bauer presentó el proceso de acumulación en dos ramas de la industria, la una productora de plusvalor contenido en medios de producción y la otra productora de plusvalor contenido en bienes de consumo final. La primera operando con una originaria composición orgánica del capital = 2,4 y la segunda = 1,6, donde el capital constante aumenta anualmente un 10%, y el variable un 5% respectivamente. Es decir, que la población obrera empleada “v” se incrementa absolutamente todos los años en las dos ramas, aunque relativamente menos que el capital constante “c”, lo cual cumple aunque no del todo con la Ley General de la Acumulación Capitalista. Es decir, que esta desigual aunque constante proporcionalidad en la acumulación del plusvalor entre capital constante y variable en los dos sectores, aun cuando no responda a la realidad, porque de hecho la tasa de acumulación en el sector I (productor de medios de producción) es bastante mayor que la del Sector II (productor de medios de consumo final), no es una arbitrariedad sino que, como hemos visto ya, responde a la Ley de la acumulación, según la cual el valor de la inversión en salarios crece absolutamente, pero menos que en medios de producción puestos en movimiento por el trabajo vivo.

La tasa de explotación se supone constante = 100% anual de los salarios reflejados en la columna “v”, cuya masa de plusvalor anual resultante equivale a la suma de k+ac+av, parte del cual corresponde a plusvalor relativo derivado del creciente aumento en la Composición Orgánica del Capital: c/v. Bajo semejantes condiciones, según progresa la acumulación al ritmo que le impone la fuerza productiva del trabajo, a pesar de las “causas contrarrestantes”, el incremento del plusvalor no hace más que disminuir acelerando la tendencia al derrumbe y acrecentando, en sus crisis recurrentes, las dificultades de valorización del capital en funciones para salir de ellas.

Otro detalle del esquema elaborado por Bauer, consiste en que, a pesar de operar con desiguales composiciones técnicas y de valor del capital en los dos sectores, atribuye a las dos ramas de la producción la misma tasa o velocidad de acumulación crecientes = 25%, 25,95%, 26,96% y 27,98%, al tiempo que lo mismo sucede aproximadamente con el decremento en el consumo de los capitalistas: 75%, 74,05%, 73,04%, 72,02%.

Grossmann señala las inconsecuencias del esquema de Bauer en cuanto a que su teoría armonicista supone que la población explotada crece en proporción al crecimiento vegetativo de la población explotable, lo cual constituye “una renuncia evidente y descarada a la teoría de la población de Marx, al mismo tiempo que resulta absolutamente irreconciliable con los principios fundamentales del Marxismo”, encontrando por ello justificada la “aniquiladora crítica” de que le hizo objeto Rosa Luxemburgo en el apéndice de su Obra: “La Acumulación del Capital”, titulado “Una Anticrítica”. Acerca de estas inconsecuencias de Bauer, en la cita a pie de página Nº 98 correspondiente al capítulo 2 de su mencionado trabajo, Grossmann observa que en su esquema de la reproducción del capital, Bauer solo expone el proceso de acumulación según el valor de cambio excluyendo el valor de uso. Pero lo más grave, es que concibe esa representación del valor como un reflejo de la realidad bajo el capitalismo, olvidando “las simplificaciones que el esquema trae necesariamente consigo”. No obstante —a nuestro juicio, correctamente— Grossmann agrega que:

<<Estos graves defectos no reducen, sin embargo, la importancia del esquema de Bauer, mientras no se pase de considerar el proceso de reproducción desde el lado del valor y se lleve adelante conscientemente el análisis bajo las condiciones más favorables para la existencia del capitalismo, o sea bajo el supuesto de un equilibrio entre producción y ventas.>> (Op. Cit.)

Continuando el esquema de la acumulación de Bauer a partir del 5º año, Grossmann lo simplificó tomando en consideración los valores globales (sumando los factores correspondientes a los dos sectores) resultantes del 4º año, de modo que a los 266.000c con que acabó la acumulación de capital constante en ese período, le sumó el valor supuestamente acumulado del 10% en ese factor de la producción = 26.600ac de lo cual resultan los 292.600c invertidos por ese concepto en el 5º año. Procediendo de igual modo con el Capital variable (v) del 4º año, a 115.762v le sumó el plusvalor global acumulado del 5% en concepto de salarios durante ese 4º año = 5.788av, de lo cual resultan 121.550v disponibles para inversión en fuerza de trabajo vivo para el 5º año.

La tasa de plusvalor es del 100% de v = 121.550. Dado que se tiene prevista una inversión en capital constante c del 10% sobre el ya acumulado por este concepto en el 4º año = 292.600, el capital acumulado a invertir en el 5º año: ac = 29.260. De la misma forma procedió para calcular la inversión prevista del 5% sobre el capital variable disponible de 121.550v, por tanto av = 6.077. Por último, para obtener el incremento k correspondiente al consumo de los capitalistas = 121.550 equivalente al plusvalor esperado para ese 5º año, habrá que restarle la suma de (ac+av). O sea: = 121.550pl - (29.260ac+6.077av) = 86.213k

Para calcular la tasa de acumulación del capital global en el 5º año, Grossmann procedió tal como Bauer: sumó el incremento de capital constante y variable: 29.260ac+6.077av = 35.337 y a esta masa de valor la dividió por el plusvalor obtenido en ese mismo período:

(29.260ac+6.077av)/(29.260ac+6.077av+86.213k) = 29,07%.

Para obtener la tasa de incremento en el fondo de consumo personal o familiar de los capitalistas, procedió de la misma forma: 86.213k /(29.260ac+6.077av +86.213k) = 70,93%. Finalmente, para la tasa de ganancia cuya fórmula es pl./(c + v) = k+ac+av/c+v:

86.213k+29.260ac+6.077av/292.600c+121.550v = 29.3%

Otra característica de este esquema —que en absoluto distorsiona la lógica de la acumulación del sistema—, es que los capitalistas empiezan dedicando el coeficiente del plusvalor "k" a su fondo de consumo personal o familiar, que aumenta de 75.000k unidades monetarias el primer año, hasta 83.374k el cuarto año, aun cuando en términos absolutos, el crecimiento de ac y av se mantiene invariable a lo largo de todo el proceso: 10% anual en capital constante y 5% anual en capital variable para ampliar la escala de la producción de plusvalor.

También este supuesto de los neoarmonicistas favorece al capitalismo, quienes sostenían que si se mantiene la proporcionalidad en la acumulación de los dos sectores de la economía, no puede haber crisis:

<<El capital constante crece el doble de rápido que el capital variable (…) No obstante que los capitalistas aumentan en forma absoluta su consumo, debido a la creciente productividad y la creciente masa de plusvalor, pueden destinar una parte cada vez mayor del plusvalor a la acumulación. Además, se establece la proporcionalidad entre la acumulación realizada por ambos sectores. Mientras que según Marx el sector 1 (Productor de medios de producción) siempre acumula la mitad del plusvalor siendo que la acumulación en el sector II se produce a saltos, sin responder a ninguna regla visible, en el esquema de Bauer se acumula todos los años, el mismo porcentaje de plusvalor en los dos sectores. El primer año se capitaliza el 25% y se consume individualmente el 75%. El segundo año se capitaliza el 25,95% y se consume individualmente el 74,05. El tercer año se capitaliza el 26,96% y se consume individualmente el 74,04%. El cuatro año se capitaliza el 27,98% y se consume individualmente el 72,02%>> (Henryk Grossmann: “La Ley de la Acumulación y del Derrumbe del Sistema Capitalista” Cap. 2 Aptdo. III Ed. Cit. Pp. 70)

Como hemos visto, Grossmann retomó este esquema de producción elaborado por Bauer a partir del quinto año, conservando su misma dinámica. Pero no sin antes aclarar a sus lectores, lo que tal vez explique por qué Bauer no continuó desarrollando el suyo. Y es la pregunta acerca de si objetivamente “existe alguna frontera insuperable para la acumulación en el capitalismo”, a lo que Grossmann dice que Bauer dio una respuesta negativa que es la siguiente:

<<Este estado de equilibrio entre la acumulación y el aumento de la población, sólo puede conservarse si la tasa de acumulación crece a tal velocidad que, a pesar de la creciente composición orgánica del capital, el capital variable crece a igual velocidad que, la población>> [Otto Bauer: “Die Akkumulation des Kapitals” en “Die Neue Zeit” I, Año XXXI, 1913, I pp. 872 (“La acumulación del capital”, en Lucio Colletti et. al, “El Marxismo y el derrumbe del capitalismo”, México ED. Siglo XXI/1978, Pp. 361)]

<<Pero, ¿puede crecer a la larga la tasa de acumulación a un punto tal?...>> —preguntó Grossman para contestar seguidamente:

<<....¡Esta pregunta de importancia decisiva ni se la formuló Bauer! Lo que constituye desde hace cien años la piedra angular del debate y que configura el verdadero thema probandi, es tomado por Otto Bauer como algo de por sí evidente. ¡Como si la velocidad del crecimiento de la tasa de ganancia únicamente dependiera de la voluntad de los capitalistas! Si la tasa de acumulación crece en forma proporcional junto con la población, entonces el capitalismo puede desarrollar sin límite alguno sus fuerzas productivas y, con ello, el aparato de producción. En consecuencia, el capitalismo no se hundiría debido a la imposibilidad económica objetiva de la acumulación ilimitada de capital, sino que será destruido a través de la lucha política de las masas educadas por el socialismo, por su acción en el plano político y en el sindicalismo>> (H. Grossmann: “La Ley de la Acumulación y del Derrumbe del Sistema Capitalista” Cap. 2 Aptdo. IV. Ed/Siglo XXI 1979 Pp. 73)

10. Esquema de Bauer continuado por Grossmann a partir de la quinta rotación anual

Salvando las distancias, en esencia esto mismo que afirmó Bauer es lo que viene a decir, implícitamente el señor Nobuo Okishio en su teorema, es decir, que si los salarios reales no aumentan, la tasa de ganancia no desciende y la acumulación prosigue indefinidamente. Lo mismo decía David Ricardo en 1835:

<<Ninguna acumulación de los capitales puede hacer descender permanentemente los beneficios, si no hay una causa (objetiva exterior al sistema) igualmente permanente que aumente los salarios>> (Citado por Marx en “Líneas fundamentales…” (Grundrisse) Segunda mitad III. Ed. Cit. Pp. 139. Lo entre paréntesis nuestro)

Según Ricardo esa causa objetiva era la dificultad de aumentar la oferta de medios de subsistencia debido a la “improductividad de la agricultura”. Hoy esa causa natural “permanente” ya no existe, de modo que los salarios reales no pueden subir sin mediar la lucha de los explotados. Y si esto fuera así, es decir, si el destino del capitalismo dependiera exclusivamente de la lucha de clases, entonces, citando a Rosa Luxemburgo en “La Acumulación del Capital”:

<<....el socialismo vería desaparecer bajo sus pies, el suelo granítico de la necesidad histórica objetiva>>. (Op. Cit.)

Esto es lo que teóricos postmodernos como Okishio y demás detractores de Marx amontonados en la Escuela Frankfort, han venido tratando de introyectar en la conciencia de los explotados a través de la industria editorial, los aparatos ideológícos del Estado y el periodismo venal “especializado”, ofensiva que recrudeció desde la década de los años sesenta del pasado Siglo hasta hoy, como antes vinieron intentándolo, desde los marginalistas hasta los neoclásicos, pasando por los keynesianos, los neokeynesianos y nuevamente los neoclásicos redivivos en el monetarismo actual.

Pero, como dijera Galileo ante el Tribunal del Santo Oficio respecto de la traslación terrestre, la Tasa de Ganancia “eppur si muove” y faltalmente en sentido histórico declinante; no por la lucha de clases ni por la competencia intercapitalista, sino por el mismo principio activo del capitalismo que induce a un progreso incesante de la fuerza productiva del trabajo. Y, en efecto:

<<Si seguimos este desarrollo (….) siempre bajo los supuestos establecidos por Otto Bauer, se pondrá de manifiesto que la parte del plusvalor (k) destinada al consumo personal del capitalista [colectivo], que para el 5º año es de 86.213 y que continua creciendo en los años siguientes, solo puede aumentar hasta un cierto nivel máximo a partir del cual debe necesariamente descender, porque es absorbida por la parte del plusvalor destinada a la capitalización>> [H. Grossmann: Op. Cit. Cap. 2 Aptdo. VII a)]

para visualizar el esquema. Observando este cuadro, tras el 5º año el fondo de consumo global de los capitalistas sigue creciendo hasta el año 25º en que comienza a descender absolutamente y más aún respecto de la masa y las tasas de acumulación en capital constante: ac y variable: av, en % del plusvalor. Esto es así, porque:

<<A pesar de la tasa de ganancia declinante, la acumulación prosigue a un ritmo cada vez más acelerado, dado que el volumen de la acumulación no se desarrolla en proporción al nivel de la tasa de ganancia sino en relación al potencial poseído por el capital ya acumulado, “pues más allá de ciertos límites, un gran capital con una tasa pequeña de ganancia acumula con mayor rapidez que un pequeño capital con una gran tasa de ganancia” (H. Grossmann Op. Cit. Cfr. Infra: K. Marx: “El Capital” Libro III Cap. XV Aptdo. III)

Volviendo al esquema de producción de Bauer continuado por Grossman, el capital global inicial de 300.000 = (200.000c + 100.000v) en el 1º año, se incrementó luego de 10 años hasta alcanzar 681.243 = (518.357c + 162.886v) el año 11º, es decir, un 227%; y esto a pesar de una tasa de ganancia que se redujo constantemente, pues mientras en el primer año fue del 33%, en el décimo aun no llegaba a 24,7%. En la segunda década, el capital creció de 681.243 = (518.357c+162.886v) acumulado en el 10º año, a 1.609.802 = (1.344.477 + 265.325) acumulado en el 20º año, aunque la tasa de ganancia continuó descendiendo (del 24,7% al 16,4% el 21ª año); de modo que en esa segunda década, el ritmo de la acumulación fue de 236,3%. Finalmente, en la tercera década, con una tasa de ganancia aun más baja (descendió del 16,4% al 11,0%), la acumulación se desarrolla a un ritmo todavía más intenso (su incremento fue de 243,5%), pues de 1.609.802 = (1.344.477c + 265.325v), la acumulación creció hasta 3.919.402 = (3.487.220c + 432.182v) para el 31º año. Y en ese mismo lapso de tiempo, la tasa de ganancia descendió del 24,7% al 14%. De esta manera obtenemos —siempre en base al esquema de Otto Bauer— una acumulación cada vez más acelerada a pesar de la caída gradual de la tasa de ganancia:

<<El peso relativo de la parte asignada [por la Ley del valor] al capital constante crece tan rápido, que durante el primer año solo alcanza al 50% del producto anual, en el 34º año llega al 82,2% y en el año siguiente asciende al 82,9%. La parte k (consumo de los capitalistas) del capital, se elevará para el 19º año a 117.832, para comenzar a caer no solo relativamente sino en términos absolutos a partir del 21º año. En el 25º año será tan solo de 109.534, en el 30º año nada más que 73.822. Finalmente, en el 34º año alcanza su punto más bajo con 11.141, y el año que sigue, o sea, el 35º, desaparece por completo, por lo cual el sistema debiera derrumbarse.>> (H. Grossmann Op. Cit. Cap. 2 Aptdo VII Ed. Cit. Pp. 82 Lo entre corchetes nuestro)

En efecto, observando en el cuadro siguiente:

 

un poco más detenidamente el proceso para los dos últimos años, el año postrero sería el 34º .

El capital constante a invertir el año 34º, se obtiene sumándole al capital constante c invertido el año 33º, la parte del plusvalor obtenido ese año destinado a la acumulación ac por el mismo concepto: 4.219.536c + 421.953ac = 4.641.489c. Lo mismo respecto del capital variable u obreros empleados v: 476.480v + 23.824av = 500.304v.

El plusvalor esperado para el 34º año es el 100% de 500.304v. De este plusvalor se acumula el 10% del capital constante = 4.641.489c (acumulado el 33º año y disponible para inversión el 34º) = 464.148ac + (el 5% sobre 500.304v = 25.015av) = 489.163. Por tanto, la diferencia entre el plusvalor 500.304 – 489.163 = 11.141k equivalente al consumo de los capitalistas para ese 34º año.

El año 35º la acumulación prosigue con un capital acumulado disponible para inversión de 5.105.637c (4.641.489c + 464.148ac) + 525.319v (500.304v + 25.015av) y un plusvalor esperado = 525.319. Si en tales condiciones se siguiera destinando el 10% sobre 5.105.637c a la acumulación en concepto de capital constante = 510.563ac. y el 5% sobre 525.319v a la acumulación en capital variable = 26.265av , sumando ambos valores: 510.563ac + 26.265av = 536.828pl., este plusvalor requerido es superior al realmente existente en 11.509 unidades monetarias. Se pone de manifiesto así que el sistema desemboca en una insuficiente valorización por superproducción de capital acumulado, de tal modo que una parte de los medios de trabajo hasta entonces utilizados, se paralizan por falta de obreros que los pongan en movimiento, e incluso los capitalistas dejan de consumir su parte k en medios de vida que, como dice Grossmann, a partir de entonces deben seguir viviendo del aire:

<<Una sobreproducción de capital jamás significa otra cosa que una sobreproducción de medios de producción —medios de trabajo y medios de subsistencia— que puedan actuar como capital, es decir, que puedan ser empleados para la explotación del trabajo con un grado de explotación dado; pues la disminución de ese grado de explotación por debajo de un punto dado, provoca perturbaciones y paralizaciones del proceso de producción capitalista, crisis y destrucción de capital.>> (K. Marx: “El Capital” . Libro III Cap. XV Aptdo. III)

Ya lo hemos dicho pero no está demás repetirlo: el esquema de reproducción de Grossman según la Ley General de la Acumulación capitalista, desemboca sin solución de continuidad en el derrumbe del capitalismo. Y esto ha podido ser así, porque se han respetado los supuestos ficticios de los neoarmonicistas, según los cuales la acumulación capitalista opera en condiciones de permanente equilibrio entre producción y ventas, y donde, además, la masa de capital acumulado en los dos sectores de la economía, así como la población explotada y la población explotable aumentan en la misma proporción. Por esto y por ausencia del crédito, es que el proceso de acumulación desemboca directamente en el derrumbe sin ser interrumpido por ninguna crisis. Pero al mismo tiempo que confirma la teoría del derrumbe del sistema, este esquema no deja de ser, al mismo tiempo, la igualmente rigurosa confirmación de las crisis capitalistas periódicas. Tal como así lo ha querido significar Grossmann en el título de su obra: “La Ley de la acumulación y del derrumbe del sistema capitalista". Una teoría de la crisis”. Crisis periódicas que no anulan sino que retardan el cada vez más asintótico acercamiento de la curva del derrumbe capitalista a la curva de la emancipación humana universal respecto del capitalismo, que el proletariado debe, puede y fundirá en una sola, lo quiera o no lo quiera.

Insistiendo en sus esquemas de dos rotaciones económicamente descoyuntadas suponiendo erróneamente que la desvalorización del capital constante (por el aumento en la productividad), prevalece sobre el incremento de valor que supone la necesaria utilización de un mayor volumen y variedad de medios de trabajo, para la metabolización de más materia prima y trabajo vivo por unidad de tiempo, eso, aunque a Rolando Astarita y a sujetos postmodernos como Nobuo Okishio les deje satisfechos, nada tiene que ver con la realidad.

Y para eso le hemos vuelto a remitir a la expresión matemática de la relación dialéctica entre trabajo necesario y trabajo excedente de cada jornada de labor sometida a un incesante progreso de la productividad, de donde se deduce que, cuanto más plusvalor haya acumulado ya el capitalista colectivo a costa del trabajo necesario y más se reduzca el tiempo de la jornada de labor que queda por capitalizar, la mayor desvalorización del capital constante en funciones respecto del aumento potencial de la productividad del trabajo que incorpora, es crecientemente menor respecto del valor que añade el siempre mayor empleo de medios de trabajo y materias primas para poder capitalizar un cada vez menor incremento de plusvalor. De modo que, según progresa la acumulación, el plusvalor aumenta menos, al tiempo que la composición orgánica del capital (c/v) se incrementa más. Y esto es lo que fuerza al descenso inevitable de la tasa de ganancia. Pero nuestro interlocutor siguió sin hacer la más nimia alusión a estos fundamentos, para profundizar en sus propios errores.

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