En el adjunto al mismo correo del 18/04/2010 a las 16:02, explicamos los fundamentos económicos de la tendencia decreciente de la Tasa General de Ganancia Media.

Producción de plusvalor, circulación del capital y productividad del trabajo

La competencia intercapitalista que modifica los precios de mercado según el movimiento de las curvas de oferta y demanda, ocurre o se procesa y verifica en la esfera de la circulación de mercancías y servicios. Por su parte el valor de las mercancías y servicios es creado por el trabajo enajenado en la esfera de la producción del capital social global. Ambas esferas son los dos componentes dialécticos o contradictorios básicos del capitalismo, que no pueden existir el uno sin el otro al interior de una misma unidad o totalidad llamada capital, objeto científico de la economía política.

Pero difieren no solo en cuanto al tiempo y al lugar en que los hechos propios de sus específicos ámbitos suceden, sino en cuanto a sus respectivos conceptos o significación económica que les caracteriza.

Ahora bien: dado que el capitalismo esencialmente consiste en convertir todo el tiempo de trabajo asalariado posible, en excedente o plusvalor para los fines de la acumulación de capital, de estas dos esferas o espacios de la vida económica que el pensamiento científico tiene por objeto de estudio, el polo dialéctico dominante —que tira del proceso de la acumulación en la dirección señalada por la lógica de la contradicción entre capital y trabajo—, es la esfera de la producción de plusvalor, no la esfera o ámbito en que ese plusvalor circula y la competencia se encarga de realizar y distribuir entre los distintos agentes económicos de la burguesía. Quienes se han venido empeñando en darle importancia decisiva a la competencia entre los capitalistas, son los agentes ideológicos de la burguesía, porque es tanto como reducir el destino de la sociedad capitalista a la relación entre los explotadores, induciendo a pensar que los explotados en su carácter y función de componentes fundamentales de la fuerza productiva, nada económica y socialmente trascendente tienen que decir en esta historia. Y Astarita ha caído en ese agujero.

En sentido científico, la fuerza fundamental o causa formal que induce al cambio tecnológico incorporado al capital fijo, aunque así lo parezca no es la competencia entre las distintas fracciones del capital que operan en la esfera de la circulación de los valores económicos, sino el principio activo del capital social global tendente a convertir trabajo necesario en excedente o plusvalor creado en la esfera de la producción. La competencia, por tanto, solo es la causa eficiente a través de la cual ese principio activo —del capital en su conjunto— concreta el desarrollo de la fuerza productiva al interior de las relaciones de producción entre capital y trabajo.

La competencia es el cómo del cambio tecnológico, la mediación mercantil y dineraria a través de la cual la productividad del trabajo en forma de plusvalor acaba por concretarse en la esfera de la circulación; otra cosa es el qué o “quid de la cuestión”, su esencia o causa formal sistémica consistente en producir plusvalor convirtiendo trabajo necesario en excedente, cuya distribución se opera “a priori” en la producción según la masa y composición orgánica con que cada fracción del capital global participa en esa producción del plusvalor global, aunque para realizarse sea necesaria la competencia y los intercambios según los movimientos de precios provocados por la oferta y la demanda en la esfera de la circulación.

Competencia y Tasa General de Ganancia Media

Pero la competencia no solo permite concretar ese principio activo fundamental del capitalismo a través del mercado, determinando allí cual es la técnica de producción ya existente que se acepta socialmente como trabajo necesario promedio para la realización del principio activo que mueve al capital en su conjunto; también a instancias de ese promedio la competencia permite distribuir el plusvalor global entre los distintos productores capitalistas, según la masa y composición del capital con el que cada sector de la burguesía organizada empresarialmente participa en el común negocio de explotar trabajo ajeno; todo ello a instancias de la formación de la Tasa General Media de Ganancia.

Sin embargo, la competencia en sí y por sí misma no genera el cambio tecnológico, ni tampoco es lo que mueve la tasa de ganancia en sentido ascendente o descendente. Como le objetó David Ricardo a Adam Smith, la competencia o juego entre oferta y demanda puede promediar los valores individuales convirtiéndolos en precios de mercado (precios de producción, según Marx) que fluctúan por encima o por debajo de tales valores, para concretar así la distribución del beneficio global entre los distintos productores capitalistas en las diversas ramas de la producción; y lo hace llevando la tasa de ganancia a un nivel medio; es decir, que a través de los movimientos de la oferta y la demanda, la competencia equilibra la tasa de ganancia para el reparto del plusvalor global creado entre la cofradía de los distintos productores capitalistas según lo que cada uno de ellos aporta al negocio común; pero no puede ser la causa de que dicha tasa media cíclicamente suba o baje hasta fijarse en el punto de equilibrio provisional.

En resumen, la competencia puede concretar las leyes inmanentes de la producción capitalista, pero no gobernarlas. A través de la competencia en el mercado se puede saber “ex post” cómo se reparte o distribuye el beneficio obtenido por el capital global, cuando esa distribución ya fue determinada “ex ante” en la esfera de la producción según la respectiva masa y composición del capital con que cada productor capitalista produjo su cuota parte en el plusvalor global independientemente de los demás. Por esta misma razón, la competencia no puede determinar en qué sentido y medida se mueve la tasa general media de ganancia, cambiando en todo momento el punto medio en el que oferta y demanda casual y muy puntualmente coinciden:

<<La tesis de Adam Smith es exacta —dice Marx terciando en la discusión con Ricardo— en tanto y cuanto es en la competencia —en la acción del capital sobre el capital— donde se realizan las leyes inmanentes al capital. Pero es falsa, en el sentido que él la entiende. Como si la competencia impusiera al capital leyes externas, introducidas desde fuera (de la producción), que no son sus propias leyes>> [K.Marx: “Líneas fundamentales de la crítica a la economía política” 1857-1858 (Grundrisse) Seccción III OME22 Segunda mitad. Ed. Grijalbo/1978 Pp. 139. El subrayado y lo entre guiones nuestro)

La competencia, pues, no puede por sí misma ser la causa del movimiento en que la tasa de ganancia tiende a fijar el punto medio de la retribución al capital de masa y composición media, sino que esa causa está en la esfera donde la masa de capital global en funciones produce previamente ese plusvalor promedio predeterminado aun cuando todavía no manifiesto. La competencia encuentra “post festum” ese punto medio y lo señala, pero no lo determina.

Sin embargo, la principal función histórico-trascendental asignada por la Ley del valor a la Tasa de Ganancia Media, consiste en determinar los límites que la propia lógica interna del capital pone periódicamente al principio activo que anima la producción y acumulación de plusvalor, según progresan las fuerzas sociales productivas al interior del sistema. Estos límites son los que desencadenan las crisis periódicas de superproducción de capital; cada vez más formidables y difíciles de superar por la burguesía, según progresan las fuerzas productivas del trabajo al interior de las relaciones de producción y aumenta el acervo de capital global, contradicción que explica la científicamente prevista tendencia al derrumbe del modo de vida basado en tales relaciones capitalistas de producción. El desarrollo sistemático de esta idea, aparece en los mismos "Fundamwentos" (Grundrisse), donde Marx da a entender que la Ley de la caída tendencial de la tasa general media de ganancia, es la conclusión más importante de toda su obra:

<<…Esta es, desde todos los puntos de vista, la ley más importante de la economía política moderna y la más esencial para comprender las relaciones más difíciles. Desde el punto de vista histórico es la ley más importante. Es una ley que, a pesar de su simplicidad, no ha sido comprendida nunca hasta la fecha y aun menos conscientemente expresada.>> (Op. cit. Ed. Cit.Primera Parte Sección III Pp. 136. El subrayado nuestro)

No es casual que Marx haya dejado escrito este pasaje en el capítulo en que trata la relación entre plusvalía y beneficio sacando la conclusión de que cuanto mayor es el plusvalor relativo, esto es cuanto más tiempo de la jornada de labor haya sido ya transformada en plusvalor capitalizado (destinando cada vez en su mayor proporción a capital constante en detrimento del capital variable) menor será la tasa de beneficio:

<<Consiguientemente, cuanto menor sea la porción (de capital invertido) cambiada por trabajo vivo (mayor será el plusvalor capitalizado y) tanto menor deviene la tasa de beneficio. En la misma proporción, por tanto, en que el capital en cuanto capital adquiere un espacio mayor en el proceso de producción (en términos de capital constante) tanto menor deviene la tasa de beneficio>> (Ibíd. Lo entre paréntesis y el subrayado nuestros)

Y no hace falta cavilar demasiado ni ser tan inteligentes, para concluir que esto no se puede verificar en el curso de dos rotaciones. Pero ya sabemos la presión que sobre la conciencia de los explotados ejercen los prejuicios de la clase dominante.

Ley General de la Acumulación Capitalista y tendencia objetiva del movimiento de la Tasa de Ganancia Media

La lógica determinada por la Ley General de la Acumulación Capitalista, está presidida por el principio activo del capital global consistente en apoderarse de la mayor cantidad posible de trabajo asalariado medido en unidades de tiempo dentro de cada jornada de labor, para convertirla en tiempo de trabajo excedente o plusvalor para los fines de la acumulación. El capital realiza este principio aumentando la fuerza productiva del trabajo social que abarata o disminuye el valor de lo producido, entre otros productos los medios de vida que los asalariados necesitan para reproducir su fuerza de trabajo en las condiciones más óptimas de seguir trabajando en beneficio de sus patronos. Y lo hace reduciendo el tiempo de trabajo necesario para crear el valor contenido en dichos productos. De tal modo, el capital extiende el tiempo de la jornada en que los explotados producen plusvalor para sus patronos, reduciendo naturalmente la parte en que producen para sí mismos. Y esta reducción es progresiva según aumenta la productividad del trabajo.

Siguiendo la lógica de este razonamiento se deduce que, según progresan las fuerzas productivas durante las sucesivas rotaciones del capital global, este principio activo del capital se concreta en que el plusvalor relativo p/v aumenta cada vez más convertido en capital según se reduce la parte de la jornada de labor en que los asalariados producen sus medios de vida; pero su masa (de plusvalor) aumenta cada vez menos, cuanto más se acorta el tiempo de la jornada de labor —en la que los asalariados trabajan para sí mismos— todavía susceptible de ser convertida en plusvalor capitalizado, al tiempo que para garantizar el progreso de la fuerza productiva que consiga ese cada vez más pequeño aumento del plusvalor, los burgueses deben incrementar relativamente cada vez más la inversión en capital constante [maquinaria, edificios, tierra cultivable, herramientas, materias primas y auxiliares (combustibles y lubricantes)] que permitan procesar una todavía mayor magnitud de valor por unidad de tiempo contenida en el creciente volumen de materias primas. Todo ello a fin de capitalizar una mayor masa posible de plusvalor, cuya proporción, como hemos dicho, disminuye según se va reduciendo la parte de la jornada en que los asalariasdos trabajan para sí mismos

Pero, por otro lado, a medida que aumenta el capital constante respecto del variable, también aumenta la productividad del trabajo, las fuerzas productivas con que el trabajo social actúa, mediante la articulación entre el operario y sus herramientas:

<<…Y, como consecuencia de esta misma productividad creciente del trabajo, no cabe duda de que una parte del capital constante existente (capital fijo) se deprecia continuamente, ya que su valor no se rige por el tiempo de trabajo que originalmente ha costado, sino por el tiempo de trabajo con el que puede reproducirse, el cual decrece continuamente a medida que aumenta la productividad del trabajo. Por tanto, aunque su valor no aumenta en razón a su volumen, aumenta, sin embargo, puesto que su volumen crece más aprisa de lo que desciende su valor…>> (K. Marx: “Teorías sobre la Plusvalía” Op.cit. Cap. XV. B.3. Lo entre paréntesis nuestro)

¿Por qué el volumen y variedad de tales componentes del capital constante aumentan históricamente más de lo que desciende su valor por el progreso de la productividad? Porque, dado que el capital se acumula convirtiendo en plusvalor la parte de la jornada de labor correspondiente al tiempo de trabajo insumido en crear el equivalente a los salarios, cuanto más haya disminuido esta última parte convertida ya en plusvalor capitalizado, menos es lo que queda de ella por convertir en plusvalor para capitalizar. Por tanto, mayor deberá ser el capital constante a emplear para alcanzar una productividad del trabajo tal, que permita capitalizar una masa de plusvalor extraído de una porción cada vez menor de la jornada restante. Pero, además, dado el coste creciente que supone el progreso tecnológico incorporado al capital fijo de nueva generación, ello obliga a su funcionamiento continuado y sin interrupciones —el “perpetum mobile” del capital de que hablaba Marx— para evitar su desvalorización y retiro prematuros del mercado por obsolescencia técnica o moral antes de ser totalmente amortizado.

Esta lógica conduce a un sobreaumento en la Composición Orgánica del Capital por un mayor empleo relativo de capital fijo cada vez más tecnológicamente avanzado, que multiplica el metabolismo o transformación del capital circulante (materias primas) en producto por unidad de tiempo, así como la extensión hasta el límite físico posible de la jornada de labor colectiva que abarque las 24 horas de cada día, al tiempo que se intensifican también, al límite, los ritmos de explotación del trabajo vivo para una mayor producción por unidad de tiempo:

<<Por consiguiente, con el desarrollo del modo capitalista de producción disminuye la tasa de ganancia, mientras que su masa aumenta al aumentar la masa del capital empleado.>> K. Marx: "El Capital” Libro III Cap. XV Aptdo. II)

Esta es una conclusión a la que solo es posible llegar empíricamente, tomando en consideración un período de tiempo suficiente, tal como lo dejó dicho Marx en enero de 1848:

<<En economía política, por principio no hay que fijarse nunca en las cifras de un solo año para extraer de ellas leyes generales. Hay que tomar siempre el término medio de seis a siete años, que es el lapso de tiempo durante el cual la industria moderna pasa de las fases de prosperidad, superproducción, estancamiento y crisis, consumando su ciclo fatal>>. (“Discurso sobre el librecambio”)

volver al índice del documento

éste y el resto de nuestros documentos en otros formatos
grupo de propaganda marxista
http://www.nodo50.org/gpm
apartado de correos 20027 Madrid 28080
e-mail: gpm@nodo50.org