El instinto explotador, belicoso y genocida de la propiedad privada capitalista

<<Hay una facción militarista dentro del Gobierno de EE.UU., que empuja para desarrollar una guerra y permanecer en Oriente Medio. No importa cuántos bombardeos hagamos. No tenemos el consentimiento de la población y utilizamos el pretexto de luchar contra el Estado Islámico, cuando lo que realmente estamos haciendo es intentar cambiar el régimen en Siria y quitar a Al Assad del poder>>. Todd Pierce

 

01. Introducción

               Durante la investigación a raíz de los recientes atentados yihadistas en París, la policía francesa dijo haber encontrado el pasaporte sirio perteneciente a uno de los kamikazes que se inmolaron allí el pasado día 13 de noviembre. Este supuesto “hallazgo casual” dio pie al presidente Hollande, para señalar como causantes de los atentados a los yihadistas del «Estado Islámico», quienes por su parte reconocieron haber sido responsables últimos y principales de esos actos.

               En la versión oficial del derrumbe de  las “Torres Gemelas” de New York el 11 de septiembre de 2001, el FBI también dijo haber hallado en la “zona 0” el pasaporte intacto de uno de los kamikazes llamado Mohamed Atta, cerca de una de las dos torres pulverizadas por explosiones atómicas que desprendieron una temperatura tal, capaz de derretir el acero de las estructuras metálicas en los cimientos de aquellos inmuebles, y que por esa causa se vinieron abajo; no por el impacto de los aviones, como así se informó y pareció suceder. Otro tanto se difundió tras la caída del cuarto avión estrellado a campo abierto en Shanksville, donde supuestamente la policía federal neoyorkina dijo haber “encontrado” el pasaporte de otro de los presuntos terroristas, que permitió identificar a su titular porque podían verse su nombre, su apellido y su foto. Aunque de la nave quedó poco más que un cráter en el sitio del impacto.

          Y en el reciente atentado contra el semanario francés Charlie Hebdo el pasado 07 de enero, se repitió la misma casualidad de que los investigadores pudieran identificar a uno de sus autores, por el documento que presuntamente “olvidó” el mayor de los hermanos Kouachi en el automóvil que ambos dejaron abandonado al noreste de París. Así  fue cómo —al parecer— la policía pudo declarar que se trata de individuos ya conocidos por los servicios antiterroristas, catalogados como «pioneros del yihadismo francés». Como si los servicios secretos de todos los Estados nacionales del mundo, no tuvieran harta experiencia en la sutil tarea de infiltrarse al interior de las distintas células de los delincuentes, emulando sus prácticas hasta el punto de convertir sus propias instituciones, en lo que ya se conoce por la expresión “Estado delincuencial”. La prueba de semejante metabolismo, está en que cuando el gobierno belga sometió a juicio al predicador musulmán Jean-Louis Deni, acusándole de pertenecer a la organización criminal Sharia4Belgium y «haber incitado a jóvenes para irse a la yihad armada en Siria», su abogado ante el tribunal correccional de Bruselas alegó:

<<Se ha empujado a niños hacia los brazos del Estado Islámico en Siria y son los servicios [de inteligencia] de ustedes quienes lo han hecho>>. (Jean-Claude Paye en: Y siguen apareciendo pasaportes).

 

          A esto mismo han contribuido los servicios secretos españoles. Mantuvieron “controlados” en todo momento a los cabecillas del terrible atentado del 11M de 2004 en Madrid, apelando a “confidentes” de la policía implicados —como fue el caso de Rafa Zouhier, José Antonio Toro Castro y Carmen Toro Castro, junto al ex minero Emilio Suárez Trashorras—, permitiendo que los hechos terroristas planeados se consumaran aterrorizando a la población, para poder justificar la política represiva del Estado, recortando las libertades civiles en aras de la seguridad. ¿Seguridad de qué y de quienes? De los intereses de la clase social dominante.  

 

          Esto es, exactamente, lo mismo que acaba de hacer la burguesía francesa por mediación de su presidente de turno, François Hollande. Es decir, que omitió deliberadamente evitar el atentado en París, para poder justificar la intervención militar de Francia en el conflicto Sirio. ¿Lo hizo con la intención de combatir a los Yihadistas? Lo hizo en alianza estratégica con los EE.UU, Gran Bretaña y demás países de la OTAN, para derrocar al gobierno Sirio y colonizar aquél país. Nada de tales propósitos han sabido ni saben los franceses de a pie. Como tantas otras cosas. Que para eso está la industria del entretenimiento embrutecedor de las conciencias subalternas. Tal es la esencia de la “democracia”: que el pueblo sepa casi todo lo que pasa menos lo más importante, clasificado para conocimiento exclusivo de las minorías sociales más acaudaladas y selectas, en el ejercicio efectivo permanente del poder político. Estamos hablando del contubernio entre empresarios y políticos profesionales. Y para tal propósito se han inventado las elecciones periódicas, donde distintos partidos se disputan la prerrogativa de alternarse periódicamente a cargo del gobierno en cada país, actuando invariablemente al servicio de sus respectivas élites capitalistas a cambio de beneficios y prebendas.   

 

          Hasta el pasado jueves 03 de diciembre en París —donde tuvo lugar la Conferencia Mundial Sobre el Clima—, al respecto del conflicto en Siria Francia seguía ocultando la doctrina política con fines de rapiña, del bloque beligerante formado por los EE.UU., Europa e Israel, de simular que combate contra el Estado Islámico para derrocar al gobierno legalmente constituido de Bachar al Asad. Y con tal propósito, el ministro francés de relaciones exteriores, Laurent Fabius, acaba de apelar a lo resuelto en el Foro Social Mundial reunido en marzo de 2013, para exigir como solución al conflicto en Siria, que se opere un cambio de liderazgo en el gobierno de ese país:

<<La lucha contra Daesh es decisiva, pero no será totalmente eficaz a menos que las fuerzas sirias y regionales se unan. “¿Cómo es posible que Bachar Asad presida, con todas las atrocidades que ha cometido y con una gran parte de la población en su contra?", se preguntó el jefe de la diplomacia francesa en una entrevista concedida al  diario 'Le Progrès de Lyon'>>. (Lo entre paréntesis nuestro)

 

            De ser ciertas dichas atrocidades, en nada difieren de las que ha venido cometiendo el bloque capitalista Occidental en esa y otras zonas del Planeta. Es preciso recordar que el actual conflicto en Siria, es una deriva de la guerra provocada en 1980 por los EE.UU. en Irán, a raíz de la caída en aquel país —hasta ese momento aliado suyo, del reinado persa bajo el Sha Muhammad Reza Pahlevi de raza chií, un gobierno que en febrero de 1979 había pasado a manos de los integristas islámicos de esa misma raza, comandados por el ayatolá sayyid Ruhollah Musaví Jomeini, un enemigo declarado del imperialismo occidental, del laicismo árabe y de las “bandas terroristas” como Al Qaeda que recibían el apoyo de Israel y los EE.UU. Según hemos dicho en el apartado 03 de nuestro trabajo inmediato anterior a éste:

     <<…el capital imperialista liderado por EE.UU., utilizó los servicios del régimen irakí presidido por el déspota nacionalista árabe, Sadam Hussein. La coalición entre norteamericanos, ingleses y franceses que respaldó al régimen sunita y laico del partido Baaz en guerra contra Irán, temía por entonces al régimen talibán en ese país, tal como hoy temen a los terroristas islámicos asentados en Irak.

     El número de muertos en ambos bandos durante aquella confrontación entre Irán e Irak, fue de un millón. Y si bien las huestes dirigidas por Sadam Hussein resultaron victoriosas, a raíz de su gran esfuerzo bélico la economía de Irak quedó material y financieramente exhausta. Con un PBI que por entonces era de 66.000 millones de dólares a precios de mercado, Irak montó un ejército de más de un millón de hombres, cuyo mantenimiento le supuso un gasto de 15 mil millones de dólares anuales —casi el 23% de su PBI!—, a cuyas tropas no podía licenciar siquiera parcialmente mientras se mantuviera el estado de guerra con Irán. Sin el despliegue de esa fuerza militar reclutada entre la sociedad civil irakí, el proyecto nasserista que lideraba Sadam Hussein era prácticamente imposible. Pero, contradictoriamente, la presencia de semejantes fuerzas militares asociadas a un proyecto burgués nacional hegemónico en esa zona, resultaba y aún resulta into­lerable para el imperialismo, lo cual explica la actual guerra civil en Siria, un país de cuño nacionalista y laico dirigido unipersonalmente por ese otro nasserista como Saddam Hussein, llamado Bachar al Assad. Una guerra inducida y desatada por la misma coalición imperialista entre Francia, EE.UU. y Gran Bretaña>> (Op. cit.).

 

            No fue aquél, pues, un conflicto bélico nacional de carácter racial o religioso, sino internacional y con fines económicos de rapiña, entre miembros de una misma clase social dominante y de idéntica naturaleza capitalista, disputándose un territorio y el trabajo no pagado de sus habitantes de condición social subalterna, es decir, explotable. Otro tanto cabe decir de lo que hoy está sucediendo en Siria. Se trata de la misma clase dominante y el mismo conflicto bélico, que hoy sigue enfrentando en ese país a dos minorías sociales criminales en pugna por la riqueza y el poder. Pero una vez más provocado a iniciativa de su fracción imperialista —también dividida por intereses opuestos de la misma naturaleza económica— y donde quienes invariablemente ponen los muertos en ambos bandos, son de idéntica extracción social, asalariada.

 

          En 2013 las grandes potencias capitalistas Occidentales integrantes de la OTAN, acusaban al gobierno Sirio de utilizar armas químicas contra su población rebelde. Ocultando el hecho de que uno de los miembros más relevantes de esa coalición bélica, Gran Bretaña, se las había estado vendiendo desde 2012 (más información). Por su parte, otro de los grandes productores y exportadores de armas es Rusia, que —junto con China— presta su apoyo al gobierno de Siria en el seno de la ONU, apelando allí a su derecho de veto para impedir cualquier bloqueo o intervención de los cascos azules en ese país. El interés geoestratégico primordial del capitalismo de Estado ruso en este conflicto, es mantener su base naval operativa localizada en el Puerto sirio de Tartus, único acceso de ese país al mar mediterráneo.

 

          Todo este proceso comenzó cuando EE.UU. financió a la red terrorista islámica “Al Qaeda” creada por Osama bin Laden  —descendiente de una familia saudí acaudalada—, para que entre 1978 y 1989, combatiera con el nombre de “los señores de la guerra”, a los soviéticos en Afganistán. Y consta que lo hizo a través de Arabia Saudí, cuyo gestor fue el príncipe Bandar bin Sultan al Saud, embajador de ese país en EE.UU. entre 1983 y 2005, amigo personal de George H.W. Bush y su hijo, que lo acogían en su rancho de Texas y que, convertido en jefe de los servicios secretos saudíes en 2013, habría intervenido en la financiación de grupos rebeldes sirios que promueven hoy el derrocamiento de Bachar al-Asad. Es el mismo que intentó incluso convencer a Vladímir Putin, de que acepte una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, contra el gobierno de Damasco.

 

          ¿Dónde radica, pues, la verdadera causa de las atrocidades que se han venido cometiendo en Siria, sino en el negocio de la guerra, esto es, en los criminales intereses económicos gananciales de las grandes empresas oligopólicas privadas, actuando en connivencia con los altos funcionarios políticos de los Estados nacionales más ricos y poderosos del mundo —que participan de esas ganancias—, traficando con instrumentos bélicos devastadores de riqueza material y muerte masiva de seres humanos? ¿Puede haber alguien con suficientes argumentos para desmentir esta verdad histórica confirmada una y otra vez? 

          Pues bien, de todo lo dicho hasta este punto acerca de la actual situación bélica en Siria, se desprenden las siguientes conclusiones:

1) La propiedad privada sobre los medios de producción y de cambio, es el fundamento económico y social del capitalismo que hizo posible la explotación del trabajo asalariado, base material sobre la cual se han venido erigiendo sus correspondientes superestructuras sociales, políticas, jurídicas y morales, que han venido apuntalando la existencia del sistema desde sus más lejanos orígenes históricos.

2) Este mismo régimen basado en la propiedad privada, fue y sigue siendo el acicate que ha inducido a la competencia entre aquellos pequeños capitales originarios dispersos en la etapa temprana del capitalismo, cuya dinámica empresarial movida por la explotación de trabajo ajeno para los fines de maximizar ganancias, derivó tan espontánea como necesariamente, hacia la centralización de la propiedad en poder de cada vez menos individuos asociados, hasta dar pábulo en nuestros días a los grandes conglomerados industriales, comerciales y financieros, en disputa permanente por la riqueza y el consecuente poder político, ya sea en cada país como entre países en el mundo.

3) Así las cosas, la lógica del capitalismo ha venido determinando más allá de toda voluntad manifiesta en contrario, que las guerras hayan sido la natural e inevitable consecuencia de la competencia intercapitalista derivada de la propiedad privada, no ya por medios económicos sino por medios bélicos.

 

02. El resultado de la paz perpetua que prometió el librecambio entre 1944 y 1971

 

          Para ello es preciso recordar lo sucedido en la Conferencia monetaria y financiera de la ONU —todavía en fase de constitución orgánica—, que tuvo lugar en la localidad norteamericana de Bretton Woods en julio de 1944. Allí se acordaron las reglas que prevalecerían en las futuras relaciones comerciales entre los países más industrializados del mundo, decidiendo poner fin al proteccionismo nacionalista vigente durante el período 1914-1945, doctrina a la que en esa conferencia se le atribuyó ser la causa de los dos conflictos bélicos mundiales. Y para tales supuestos fines de propender a la paz duradera en el Mundo, se consideró necesario implantar una política librecambista o de libre mercado, tal como fuera concebida por los economistas clásicos en el Siglo XVIII. Así fue como se creó el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, en el contexto de una doctrina económica ultraliberal, que no solo adoptó al dólar como instrumento de referencia en los intercambios internacionales, sino que suplantó a la Libra inglesa como moneda de reserva mundial que lo había sido en el siglo XIX. Se aceptó el dólar como garantía de estabilidad en los intercambios, es decir, que cada dólar estuviera permanentemente respaldado por una cantidad nominal equivalente en oro contante y sonante. Desde aquel momento, los dólares pudieron ser cambiados por oro, a razón de una onza por cada 35 unidades de ese papel.  

          Pero hete aquí, que la competencia intercapitalista derivada de la propiedad privada sobre los medios de producción y de cambio, en 1959 acabó metiendo a la burguesía norteamericana en una guerra, que se prolongó durante 16 años y estuvo en el origen de su propia decadencia. Nos referimos a su decisión de intervenir militarmente en los asuntos del pueblo Vietnamita; un país que después de liberarse del colonialismo francés y resistirse a las asechanzas de China, intentó unificarse para vivir en un régimen socialista burocrático degenerado, apoyado por la ex URSS. Como resultado de esa injerencia militar de los EE.UU., murieron en aquella  guerra entre dos y seis millones de personas, de ellas 58.000 norteamericanos. Vietnam del norte perdió el 70% de su infraestructura industrial y de transportes: la destrucción de puentes, carreteras y vías férreas, 3.000 escuelas, 15 centros universitarios y 10 hospitales. Pero es que, además, el medioambiente de ese país asiático fue seriamente dañado por la utilización por el ejército norteamericano del agente naranja; ese y otros productos químicos convertidos en armas letales, provocaron miles de abortos prematuros, esterilidad y otros tantos nacimientos con malformaciones fetales. Extensas zonas del país quedaron sembradas de minas explosivas que siguen causando muertes todavía hoy. Y en EE.UU., la firme oposición a esa guerra se extendió entre la juventud incluso fuera del país, convertido en un movimiento mundial contra el sistema. El desastre causado hizo estragos en el espíritu colectivo de la ciudadanía norteamericana, donde miles de soldados que volvieron de aquella matanza en suelo vietnamita, se hundieron en el mundo de las drogas; y otros tantos miles quedaron condenados a minusvalías de por vida, amputados, paralíticos y trastornados mentales.

          Pero las consecuencias de esa guerra, fatales para los EE.UU. como Estado nacional, fueron en gran medida de carácter económico y financiero, a raíz de que los gastos para sostenerla fueron superando a los ingresos. Hasta el punto de que ese país perdió una importante cantidad de sus reservas en oro. Hasta que ante la inminente quiebra, su presidente de turno, Richard Nixon, decidió terminar con la libre convertibilidad del dólar en oro, rebajando el billete verde a la condición de una moneda fiduciaria universal —sin respaldo de valor en ningún bien material— emitida y aceptada por decreto: puro dinero de papel. Bajo tales circunstancias desastrosas para ese país y para el sistema capitalista mundial, paradójicamente la burguesía norteamericana se enriqueció; especialmente los capitales dedicados a la industria bélica. Pero la capacidad financiera del  país como Estado nacional se debilitó al extremo. Con todas las consecuencias nefastas para las mayorías más desprotegidas de su población.

          Tal deriva prosiguió, hasta que en las postrimerías de esa guerra a principios de la década de los 70 el Siglo pasado, se hizo notorio que la masa de “valor” nominal en dólares que circulaba por todo el Mundo, excedía con creces el valor en oro metálico a disposición de la Reserva Federal norteamericana:

<<Los costes financieros de la Guerra del Vietnam, alrededor de 113.000 millones de dólares, y de la Gran Sociedad (The Great Society) hicieron que el gobierno norteamericano se viese forzado a generar montañas de deuda pública. A principios de 1971, los pasivos excedían los 70.000 millones de dólares, pero el gobierno de EE.UU sólo poseía 12.000 millones en oro con lo que respaldarlos>>. (Albert Ferrer Sánchez: “La influencia de la escuela liberal  Austríaca en el proceso de integración europea” Pp. 11  

          En este punto hay que recordar, también, que como consecuencia de los costos de la guerra en Vietnam pesando sobre la economía norteamericana, fue Francia durante la presidencia de Charles De Gaulle corriendo el año 1965, el país que por primera vez alzó la voz exigiendo su oro a cambio de dólares, negándose a seguir acumulando un dinero de papel cuyo respaldo en valor real se diluía como un azucarillo en un vaso de agua. Ante esa evidencia y temiendo lo peor, es decir, que por circunstancias imprevisibles ocurriera en Fort Knox una corrida sobre el oro a cambio de dólares —que despojaría totalmente a los EE.UU. de sus reservas en ese metal—, el 15 de agosto de 1971 el Presidente Richard Nixon decidió suspender la libre convertibilidad de dólares en oro sine díe, situación que todavía se prolonga.

          Dos años después, no se sabe cómo ni por mérito de quién, surgió una inteligente y astuta iniciativa: sustituir el oro por petróleo como soporte material de valor del dólar. Y así fue como el propio Nixon durante su mandato, encomendó a Henry Kissinger en su carácter de Secretario de Estado, la tarea de acordar con Arabia Saudita —y por su intermedio con los más importantes países exportadores de petróleo—, que aceptaran al dólar como moneda de referencia para realizar sus transacciones comerciales petrolíferas. En reciprocidad, EE.UU. se comprometía a ofrecer a los jeques árabes protección militar y venta de armamento. A este acuerdo se sumaron los países de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo), que así permitieron a EE.UU. proseguir emitiendo dólares sin respaldo en su propia riqueza creada, a cambio de brindar seguridad militar y armamento a los países involucrados en tal componenda. ¿Hay duda de que fue ese un arreglo entre mafias beligerantes a espaldas de sus respectivos pueblos? ¿Hay duda de que las guerras son la resultante inevitable de la propiedad privada sobre los medios de producción y de cambio, a instancias de la competencia intercapitalista? El respaldo al dólar que los más acaudalados mafiosos propietarios norteamericanos necesitaban, lo encontraron parasitariamente no en la riqueza generada por EE.UU., sino por terceros países: los productores de petróleo. ¿Hay duda de que esas mismas mafias que mueven hoy los hilos de la guerra en Siria, hayan surgido “democráticamente”, del secreto contubernio de intereses entre grandes empresarios privados y políticos profesionales institucionalizados?

03. El fiasco de la ONU

          La Organización de las Naciones Unidas (ONU) comenzó su andadura el 24 de junio de 1945, pocos días después de finalizada  la Segunda Guerra Mundial con la rendición alemana el 07 de mayo. En su Carta constitutiva se estipula que las funciones y poderes del Consejo de Seguridad son:

·       mantener la paz y la seguridad internacionales de conformidad con los propósitos y principios de las Naciones Unidas;

·        investigar toda controversia o situación que pueda crear fricción internacional;

          Pues, bien, entre la fecha de su creación en 1945 y el presente año 2015, durante estos 70 últimos años de historia hubo 246 enfrentamientos armados en 151 lugares del mundo, que la ONU con su “carta constitutiva” ha sido incapaz de impedir, convertida por los hechos manifiestos en papel mojado. Y desde 2011 a esa fatídica estadística se le añadió el criminal despropósito humano de la guerra civil en Siria, cuyo territorio es hoy escenario de un conflicto bélico devastador con claras implicancias internacionales, que se ha cobrado ya 220.000 muertos y más de 3.000.000 de refugiados. Todo esto, sumado al actual contencioso político-militar en Ucrania desde mayo de 2013 —entre cuyas víctimas se contabilizan ya más de 6.000 muertos—, que amenaza con desencadenar una tercera guerra mundial.

04.      El ejemplo de Siria y la supuesta “autoridad” política de la ONU

          Otro conflicto bélico a raíz de que la clase dominante de este país, se dividiera en 2011entre contrarios y partidarios del actual gobierno. Los primeros habían venido siendo informalmente apoyados por los yihadistas del Estado Islámico y subrepticiamente por la diplomacia norteamericana, los Estados del Golfo Pérsico y Turquía. Los segundos acaban de recibir estos últimos días ayuda de Rusia e Irán.

          Alepo es la ciudad más antigua y poblada de ese país. Según los últimos registros de 2004, contaba con más de dos millones de habitantes, dejando en segundo lugar a Damasco, su capital, situada al noroeste del país, a medio camino en la ruta comercial que une la costa mediterránea con el Éufrates. Su provincia ocupa más de 16.000 km², donde entre el 20 y el 30 por ciento de sus habitantes son cristianos. Invadida por los rebeldes del Ejército Libre Sirio (ELS) en lucha contra el gobierno de Bachar al Asad, el suelo de Alepo ha sido blanco de devastadores bombardeos y escenario de las más sangrientas batallas, cuya población se ha visto reducida al 10% de quienes lo habitaran antes del conflicto.  

          La tercera ciudad más importante de Siria, después de Damasco y Alepo, es Homs, que desde 2011 ha sido casi totalmente devastada por la guerra civil entre las dos minorías sociales acomodadas en ese país, cuyo saldo ha sido de 13.000 muertos. Y su población, que antes era de 900.000 habitantes, hoy a raíz del conflicto que provocó una masiva emigración, no supera los 300.000 sobreviviendo entre los escombros de la destrucción casi completa, en la más absoluta miseria.

          El último episodio de esta guerra sucedió el miércoles 30 de setiembre, cuando parecía que las fuerzas al mando de Bachar al Assad iban a ser doblegadas. Al día siguiente, el parlamento ruso autorizó al Presidente del país, Vladimir Putin, para que ordenara intervenir militarmente, tanto contra los terroristas del Estado Islámico y el Frente Al-Nusra, como contra los opositores árabes sunitas del Ejército Libre Sirio (ELS), que venían combatiendo al gobierno árabe laico:

<<Putin defendió la legitimidad de la intervención rusa en Siria, al ser solicitada “por escrito” por el propio líder sirio, Bachar al Asad, al contrario de lo que ocurre con los bombardeos de EEUU, Francia y Australia, (que no cuentan con la debida autorización, al no haber exhibido ante la ONU ninguna solicitud escrita por el país soberano afectado) dijo>>. (Lo entre paréntesis nuestro).

 

            Estos hechos son la más cabal demostración, de que quienes han podido predominar en las relaciones internacionales, son los grandes conglomerados del capitalismo industrial, comercial y financiero, haciendo valer el principio selvático del más fuerte. Una situación de guerra permanente que la elefantiásica “Organización de las Naciones Unidas” —con miles de funcionarios en todos los países repartidos por la geografía mundial— ha sido incapaz de impedir desde sus orígenes. No sólo porque la idiosincrasia  social de quienes hoy dirigen este inútil engendro es la misma de aquellos que lo inauguraron a principios de 1942. También y primordialmente, porque esa idiosincrasia social sigue estando en la naturaleza del sistema capitalista que ellos encarnan:

<<No pinto del color de rosa, por cierto, las figuras del capitalista y el terrateniente. Pero aquí sólo se trata de personas en la medida en que son la personificación de categorías económicas, portadores (mensajeros) de determinadas relaciones  e intereses de clase. Mi punto de vista con arreglo al cual concibo como proceso de historia natural el desarrollo de la formación económico-social (del capitalismo), menos que ningún otro podría yo responsabilizar al individuo de relaciones, respecto de las cuales él sigue siendo socialmente una criatura, por más que subjetivamente él mismo pueda llegar a elevarse sobre las mismas (superándolas)>> (K. Marx: “El Capital”. Libro I Prólogo a la primera edición. Ed. Siglo XXI/1978 Pp. 8. Lo entre paréntesis nuestro)

 

          Según estas palabras, aquella idiosincrasia social dominante que creó la ONU, es exactamente la misma que encarnan hoy criaturas tales como Barak Obama, David Cameron o Françoise Hollande y tutti cuanti, quienes responden en sus respectivos países al dictado de los magnates dueños de los más grandes consorcios económicos y financieros  Ellos son los mensajeros del sistema que nos está conduciendo a la próxima guerra mundial. Los mismos que junto con otros colegas suyos copresiden hoy al mismo tiempo la “pacífica” ONU y la “belicosa” OTAN. Pero que no son ellos los que en realidad mueven los hilos de esta historia, sino el sistema económico-social del que ellos son simples “criaturas”. Así las cosas, además del temor a la “destrucción mutua asegurada”, los únicos que podemos detener esta peligrosa deriva hacia la tercera guerra mundial, somos los asalariados. Pero para ello debemos unificarnos rompiendo cuanto antes con el despropósito histórico de dividir nuestra voluntad política entre diversos partidos políticos, que en los hechos resultan ser uno solo.    

 

          Y el porqué de tal despropósito radica, en los terribles efectos letales que la “democracia representativa” ha venido causando a la humanidad; esa trampa de la ignorancia y madre de la estupidez, que mantiene sometida la voluntad política de las mayorías explotadas en el mundo, dividida y dispersa como permanece entre los —en apariencia— distintos partidos políticos que, a lo largo y ancho del orbe se ofrecen en cada país para representarnos. Cuando lo cierto es que todos ellos sin excepción, no se distinguen esencialmente hablando en nada, porque obedecen por igual a las ciegas leyes económicas del sistema que favorecen a los grandes conglomerados económicos y financieros[1]. En definitiva, que los partidos políticos son distintos perros con los mismos collares, que a instancias de las elecciones periódicas se alternan a cargo del poder en sus respectivos Estados nacionales, y que así cumplen disciplinadamente la tan vieja como remanida máxima romana del “divide et impera”.

 

05.      Epílogo

 

          Desde 1959 —cuando a instancias de las respectivas familias asociadas de los americanos Bush con los árabes sauditas Bin Laden—, EE.UU. reclutó a miles de fanáticos muyahidines para desatar el caos terrorista islámico en territorio de Afganistán, aquello fue el principio que acabó desintegrando a la ex URSS en 1991. Y ahora que los mismos idiotas útiles de la siguiente generación de islamistas fueron inducidos al mismo ritual de la Yihad —en la creencia de que esta vez combatían a los infieles del Occidente cristiano—, los recientes atentados en París no han sido sino más de lo mismo. En realidad, sus inductores aliados en la OTAN moviendo aquellos mismos muñecos, apuntan hacia el objetivo de colonizar los territorios del Cercano y Medio Oriente. Y para eso han empezado por generar el caos en Libia y Siria, como también lo están propiciando en Ucrania. Pero han topado con la Rusia capitalista. Aquí ya tenemos todos los ingredientes preparados, como para que se pueda cocinar el genocidio de la cada vez más posible Tercera Guerra Mundial.

 

          Al día siguiente del atentado en París ocurrido el día 13 de noviembre, Hollande declaró la guerra al Estado Islámico. Cuatro días después de que el 09 de noviembre, la nave Mecid Aslanov, perteneciente a la compañía BMZ Group, de Necmettin Bilal Erdogan (hijo del presidente turco), saliera del puerto francés de Fos-sur-Mer. Ese barco, acababa de entregar impunemente a Francia un cargamento de petróleo al más bajo precio del mercado, supuestamente extraído en Israel pero en realidad robado en Siria por el Emirato Islámico, para poder financiar las armas con las cuales combate al gobierno de Bachar al Asad.

 

          ¿Qué cabe concluir de todo esto? Que las mayorías sociales estamos siendo explotadas y compulsivamente gobernadas por una minoría relativa de psicópatas sociales; una enfermedad mental provocada por la arraigada propensión a simular, mentir y engañar, para los fines de manipular conductas ajenas en beneficio propio. Para los psicópatas, la simulación y la mentira son actos tan reflejos como la respiración. Tal es la idiosincrasia que ha venido identificando a mercaderes y políticos profesionales institucionalizados, desde los tiempos en que el comunismo primitivo, basado en las relaciones de parentesco y la propiedad colectiva sobre los medios de trabajo y sus productos, dejó paso a la propiedad privada y al intercambio regular de productos en la sociedad multifamiliar y policlasista arraigada en distintos territorios, dando origen a los diversos Estados nacionales:

<<La sociedad antigua, basada en las uniones gentilicias, salta al aire a consecuencia del choque de las clases sociales recién formadas; y su lugar lo ocupa una sociedad organizada en Estado, cuyas unidades inferiores no son ya gentilicias, sino unidades territoriales; se trata de una sociedad en la que el régimen familiar está completamente sometido a las relaciones de propiedad y en la que se desarrollan libremente las contradicciones de clase y la lucha de clases, que constituyen el contenido de toda la historia escrita hasta nuestros días>> (F. Engels: “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado” Prefacio a la primera edición Pp. 1.          .

 

          Y tan cierto es esto de que la sociedad espontáneamente organizada en distintas familias, de la misma forma dejó paso a la sociedad organizada en distintas clases sociales sobre distintos territorios, como que según Jean-Baptiste Lamarck: “la función hace a su órgano respectivo”. Así las cosas, el fundamento más originario de la moderna psicopatología criminal burguesa, fue la función de la propiedad privada que dividió a la sociedad humana no ya en familias sino en clases sociales, explotadoras y explotadas. O sea, que la evolución de las distintas sociedades no fue ni sigue siendo algo puramente subjetivo sino propiamente orgánico, históricamente objetivo y sistémico, impuesto a los sujetos por circunstancias determinantes con carácter de ley, que no han dependido de la voluntad de nadie en particular.   

 

          La sociedad humana se dividió en clases sociales explotadoras y explotadas, desde que arraigó en ella la propiedad privada, que así evolucionó desde el esclavismo hasta el capitalismo, pasando por el feudalismo. Una evolución que en la sociedad actual está determinada por la competencia, una función social que induce al desarrollo progresivo incesante de la fuerza productiva del trabajo social aplicado a todas las esferas de la producción. Incluida naturalmente la fabricación de armamentos para la destrucción material y la muerte masiva, cada vez más eficaces. Y el caso es que, en semejante contexto social, las guerras han sido y son el fruto de una enfermedad endémica del capitalismo, cuyo germen patógeno es la propiedad privada sobre los medios de producción y de cambio.

 

          Una plaga que no radica en los individuos sino en su sistema de vida, y que se manifiesta en épocas de crisis económicas periódicas cada vez más frecuentes y difíciles de superar, donde la plétora de riqueza se trueca en  penuria generalizada, de modo que si en la fase expansiva todos los capitalistas asociados ganan —aunque unos más que otros según la masa de capital con que cada empresa participa en el común negocio de explotar trabajo ajeno—, durante la fase depresiva lo que unos ganan otros lo pierden. Y aquí es donde irrumpe el espíritu de las guerras, que se apodera de los más acaudalados empresarios y políticos profesionales, convertidos por su propia función orgánica en verdaderas bestias selváticas, típicos depredadores irrefrenables sin límites, cuya propensión a la violencia belicista —con fines de rapiñar riqueza ajena y aumentar los territorios bajo su ejercicio del poder—, ha venido venciendo en ellos cualquier escrúpulo personal, despojados por completo de conciencia humana racional, pacífica y fraterna. Tanto más criminal y destructivo deviene su belicismo, cuanto mayor es el adelanto científico-técnico incorporado al armamento disponible. Hasta el extremo de amenazar no solo la existencia del género humano en el Planeta, sino la del Planeta mismo. Una posibilidad real que ya se conoce por “doctrina de la destrucción mutua asegurada”.     

 

          En nuestro informe publicado el pasado 01 de diciembre, aludimos al negocio que Bilal Erdogán, hijo del Presidente turco Recep Tayyip Erdogán se trae entre manos con el petróleo, procedente de territorio sirio e irakí en poder de los terroristas del Estado Islámico:

          <<Toda esta información surgió a raíz de que en la zona fronteriza con Siria, la fuerza aérea de Turquía derribó el pasado martes 24 de noviembre con misiles aire-aire, un avión militar ruso SU-24, precisamente cuando atacaba los medios de transporte terrestre propiedad de Bilal Erdogán, cargados con petróleo del Estado Islámico. Según informó el ministro ruso de relaciones exteriores, Serguéi Lavrov, al día siguiente durante una rueda de prensa:

       “El accidente de ayer tuvo lugar después de que nuestra aviación inició ataques bastante eficaces de puntería contra los camiones cisternas de petróleo, en general, contra los yacimientos petroleros. También dije que con el accidente del martes (Turquía) presenta de otro modo el asunto del comercio ilegal de petróleo y en general de la industria petrolera que creó el Estado Islámico en su territorio”>>. (http://mundo.sputniknews.com/rusia/20151125/1054055155/su-24-derribo-ei-ataques.html. (Lo entre paréntesis nuestro. GPM).

 Leer más en: http://mundo.sputniknews.com/prensa/20151127/1054182819/bilal-erdogan-exporta-petroleo-ei.html#ixzz3ssL0mIeA.Y en: http://www.bitsrojiverdes.org/wordpress/?p=12777

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          Ahora sabemos que aquello fue una trampa de la OTAN, en cuyo montaje se implicó también el Estado español, actuando en connivencia con el gobierno turco y el visto bueno de Washington:

            <<La situación internacional se ha tensado hasta extremos inimaginables. El derribo del SU-24 ruso sobre territorio sirio fue una emboscada. Los cazas de la OTAN conocían todos los parámetros de vuelo, altitud, velocidad, dirección, objetivos, tipo de armamento... Fue un acto planificado desde el CAOC (Centro Aéreo de Operaciones Combinadas) en Torrejón de Ardoz (Madrid), desde donde se coordina la defensa aérea de Turquía. Por lo tanto, el jefe del estado mayor de la fuerza aérea turca, general Abidin Unal, debería haber informado al comandante del CAOC, el general español Rubén García Servert. La orden final se la atribuyó el propio presidente turco; todo ello, evidentemente, con el visto bueno de Washington. Turquía se vale tanto del apoyo de Obama como del hecho de ser miembro de la OTAN para violar el derecho internacional más elemental>>. (http://www.mundoobrero.es/pl.php?id=5343)

            <<Ha quedado meridianamente claro que el rol jugado por Turquía en la guerra de agresión contra Siria es esencial. Es el primer proveedor de hombres y armamento para los grupos terroristas al mismo tiempo que es el primer beneficiario del robo del petróleo y gas sirio e iraquí. El hijo de Erdogan (Bilal Erdogan) es el intermediario fundamental de este tráfico a gran escala. Es por ello que la reacción del premier turco fue tan airada cuando los bombarderos rusos tomaron como objetivo la destrucción de este tráfico ilícito que hace ingresar en las arcas del Estado Islámico más de 40 millones de dólares mensuales. Este petróleo barato también es adquirido por occidente. Así, nuevamente, los países europeos (especialmente Francia e Inglaterra), que han sido los promotores de la destrucción de Siria pretenden saquear nuevamente sus riquezas>>. (http://www.mundoobrero.es/pl.php?id=5343).

  

          Teniendo en  cuenta la irrefutable aportación del evolucionista Lamarck a la ciencia de la zoología, cabe preguntar: ¿qué es necesario y cada vez más urgente hacer hoy en esta ya caduca sociedad de clases? Y la respuesta es: acabar con ella inhabilitando la función que desempeñan los explotadores y sus propensiones belicistas. Tal es el único principio activo eficaz que permitirá de una vez por todas alumbrar una nueva organización de la sociedad humana mundial, basada en relaciones entre sujetos realmente libres e iguales. Pero para eso, es condición ineludible dejar fuera de la ley a la propiedad privada sobre los medios de producción y de cambio. ¡¡No hay otra salida que no sea ésta!!

 

          Y todas aquellas mayorías sociales subalternas irresponsables, que siguen optando por ignorar esa necesaria salida e insisten estúpidamente procediendo en sentido contrario contra sí mismos, dejándose conducir democráticamente por las minorías que detentan el poder y la riqueza, no hacen más que agudizar y prolongar el sufrimiento del inevitable proceso hacia la libertad del género humano, favoreciendo a los inescrupulosos y desaprensivos explotadores criminales de guerra, incluyendo entre ellos a sus políticos profesionales institucionalizados.

 

          Mucho nos llenamos la boca diciendo amar a nuestros hijos, pero descargamos sobre ellos todo el peso de una historia, que debiéramos asumir nosotros. Vaya nuestra congratulación, hacia ese 35,07% de los abstencionistas españoles en las elecciones generales del pasado domingo 20 de diciembre.

                         

 

 

                

 

 

         

 

         

 

           

 

         

 

               

 

         

 

 

 

         

                

 

           

         

         

           

 

 

 

         

   

 

 

 

 

 

  

 

           

 

 

 

 

 

   

 

 

             

 

         

 

                



[1] Ciegas leyes porque son el producto de la anarquía en la producción, donde cada empresa produce con total independencia y desconocimiento respecto de lo que producen las demás, de modo que no responden a ninguna racionalidad humana. Todas ellas en competencia y cada una con el propósito permanente de rapiñar a las demás, una parte alícuota mayor de la ganancia global.