05. El proletariado: de clase social nacional, a su condición de clase
internacional
Así es como, siguiendo esta
lógica económica del capitalismo, Marx y Engels llegaron a concluir que:
<<La lucha del proletariado contra la
burguesía es, ante todo, en la forma aunque no en el contenido, una
lucha nacional (el contenido o fundamento de su lucha es
internacional). El proletariado de cada país debe, por supuesto, arreglar
cuentas ante todo con su propia burguesía>>. (“Manifiesto
Comunista” Cap. I Burgueses y proletarios. El subrayado y lo entre
paréntesis nuestro)
Es
tan de cascote que cada explotado no puede luchar por sus intereses de clase
sino en el marco de su propio país, como que tampoco nadie puede elegir su
lugar de nacimiento. En éste y solo en
este sentido meramente circunstancial, el proletariado es una
clase formalmente nacional. En 1864, Alemania era un país cuyo
Estado permanecía todavía en poder de la Aristocracia feudal decadente. Pero el
capitalismo allí estaba ya en pleno desarrollo. ¿Cuál debía ser el
comportamiento del proletariado ante la dialéctica planteada entre aristocracia
y burguesía en aquella “patria común” de
los alemanes? En ese momento, los partidarios de Lassalle y los
sindicalistas se dedicaban a crear confusión en torno a tal interrogante. Pero
los marxistas lo tenían muy claro y su voz cantante durante aquella polémica fue
Engels, en “La cuestión militar prusiana y el partido Obrero alemán”:
<<Para el partido reaccionario (la aristocracia), la existencia de burguesía y proletariado es una espina clavada en el
costado. Su existencia (y su cometido) se
basa en el hecho de que el moderno desarrollo social se vea de nuevo
anulado o al menos frenado. En caso contrario todas las clases superiores se
irán transformando gradualmente en capitalistas, todas las clases oprimidas en
proletarios, y así irá desapareciendo el partido reaccionario (...) La máquina
de vapor, los telares mecánicos, la maquinaria agrícola, los ferrocarriles y
los telégrafos eléctricos (...) destruyen progresiva e inexorablemente
todo residuo de situaciones feudales y corporativas, y sustituyen todos
los pequeños choques sociales heredados del pasado por uno solo, de alcance
histórico universal, entre capital y trabajo (...) En la medida en que
tiene lugar esta simplificación de los contrastes entre las clases sociales
aumenta el poder de la burguesía pero aumenta en una medida todavía mayor el
poder, la conciencia de clase, la capacidad de victoria del proletariado>>
(Op. cit. El subrayado y lo entre paréntesis nuestros)
¿Cual
es todavía hoy el cometido del nacionalismo burgués residual al
interior de los países capitalistas económicamente dependientes?
Neutralizar en todo lo posible la dialéctica fundamental entre burguesía y
proletariado, para retardar la revolución socialista desviando la atención de
los explotados, hacia esa otra dialéctica entre cada nación económicamente
dependiente y el imperialismo. O sea, trasladar la contradicción y la lucha
entre clases sociales en un mismo país, al plano político de las
contradicciones y lucha entre países. Convertir el odio de clase en odio al
extranjero.
La
nación y su Estado nacional, sea de carácter semifeudal o capitalista, es la forma
político-territorial de dominio bajo la cual el proletariado ha venido desarrollado
sus luchas que le permitieron fortalecerse y madurar como clase, consolidando
sus fuerzas a través de sus propias luchas. En este sentido y sólo en
éste, es el proletariado una clase nacional y su lucha
una lucha nacional. Porque deviene como clase social dentro del territorio en
que circunstancialmente habita y se ve precisado a luchar por sus
intereses como clase social explotada. Por eso Marx y Engels distinguen al
proletariado como una clase peculiar, que al luchar por la conquista del
poder actúa como “clase nacional”, aunque “no en el
sentido burgués” de la expresión.
Es decir, que su lucha empieza
asumiendo un carácter nacional, en el sentido de que está limitada o circunscrita
a los límites de su nación. No puede pasar de ahí. ¿Por qué? Pues, porque en
sus orígenes más remotos, la acumulación del capital nacional era
insuficiente como para poder proyectarse a otros países. El desarrollo
capitalista estaba todavía en pañales y los países eran compartimientos
estancos, aislados unos de otros. Una situación que comenzó a cambiar cuando Estados
nacionales capitalistas como Inglaterra y Francia, se disputaban territorios de
ultramar a cuyas poblaciones sometían militarmente reduciéndoles a colonias, para
apoderarse de sus materias primas —el algodón en la India, por ejemplo— que una
vez procesadas en las industrias de sus metrópolis, las
exportaban a menores precios con destino a esos mismos países colonizados,
arruinando sus industrias artesanales más primitivas y esquilmando a su
población:
<<Entre 1818 y 1836 la exportación de hilo
torzal de Inglaterra a la India, aumentó en la proporción de 1 a 2500. En 1824,
la India apenas importó un millón de yardas de muselina inglesa, mientras que
en 1837 la importación subió a más de 64 millones de yardas. Pero durante ese
mismo período, la población de Dacca se redujo de 150.000 habitantes a 20.000.
La decadencia de ciudades como ésta en la India, que había sido célebre por
sus tejidos, no puede ser considerada como la peor consecuencia de la
dominación inglesa en la India. El vapor y la ciencia británicos, destruyeron
en todo el Indostán la unión entre la agricultura y la industria artesanal. (K. Marx: “La dominación británica en la India” Londres,
10 de junio de 1853)
He aquí el embrión de ese futuro atleta
que pegaría el salto de la nacionalidad a la internacionalidad de las luchas
sociales. Mientras tanto, la lucha política de los asalariados
por su emancipación social en numerosos países capitalistas, no
podía trascender a sus propios territorios nacionales y, forzosamente, debía
ser una lucha de carácter nacional. Pero ya en ese momento,
Engels y Marx observaron que, en los países capitalistas más desarrollados,
como Inglaterra, dada su lógica intrínseca el capitalismo
nacional devenía en capitalismo transnacional. Es bajo
estas nuevas circunstancias, cuando el proletariado comienza a dejar de ser una
clase nacional cuya lucha por su emancipación social quedara
limitada al territorio bajo dominio de sus respectivas burguesías nacionales,
para pasar a ser, necesariamente, una clase cuyas luchas tendrían
un alcance político internacional:
<<Mediante la explotación del mercado
mundial, la burguesía ha dado un carácter cosmopolita a la producción y al
consumo de todos los países. Con gran sentimiento de los reaccionarios, ha
quitado a la industria su base nacional. Las antiguas industrias nacionales han sido destruidas y están destruyéndose continuamente.
Son suplantadas por nuevas industrias, cuya introducción se convierte en cuestión
vital para todas las naciones civilizadas, por industrias que ya no emplean
materias primas indígenas, sino materias primas venidas de las más lejanas
regiones del mundo, y cuyos productos no sólo se consumen en el propio país,
sino en todas las partes del globo.>>. (K. Marx – F. Engels: “Manifiesto
comunista” Cap. II)
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