02. Salario y ganancia

De hecho, 1) la magnitud del salario que cobra cualquier obrero está en relación de medida económica inversamente proporcional a la plusvalía o ganancia de su patrón, es decir, que al aumentar el salario disminuye la ganancia y viceversa. 2) El límite mínimo que el capitalista debe invertir en salarios, está determinado por el mínimo histórico de medios de vida, que el obrero necesita para reproducir su fuerza diaria de trabajo en condiciones de uso óptimo. Necesidades que varían en cada momento y lugar. Por lo tanto, 3) El límite máximo también está objetivamente determinado, ya que cualquier aumento salarial sólo es posible en tanto y cuanto no disminuya la masa de plusvalor, que haga descender la ganancia hasta un punto en que el capitalista entre en pérdidas e inicie el proceso de desinversión para producir riqueza material.

Dicho esto con más precisión la cosa se explica así: el incremento de los salarios reales encuentra su límite máximo en el mínimo plusvalor compatible con la rentabilidad del capital vigente en el mercado, mientras que el mínimo salario relativo está determinado por el costo laboral compatible con el mayor rendimiento del trabajo en términos gananciales. Entre estos dos límites queda fijado el campo de la lucha entre las dos clases sociales universales, en pugna por la participación en la productividad del trabajo dentro del sistema capitalista. Teniendo en cuenta todos estos elementos, siguiendo a Marx comprobaremos que durante la jornada de trabajo, el valor de la fuerza desplegada por el asalariado y la plusvalía obtenida por el patrón, fluctúan dentro de unos márgenes estrictamente acotados. Si nos salimos de ellos en cualquier supuesto con visos de realidad, estaremos violando las leyes objetivas del propio capital y los resultados a que lleguemos serán engañosos, totalmente faltos de veracidad científica.

Un procedimiento para aumentar la plusvalía capitalista, consiste en extender la jornada de labor haciendo trabajar al obrero durante más tiempo, a cambio del mismo salario. A esta forma de aumentar la producción de plusvalía se la denomina plusvalía absoluta, porque crece respecto de sí misma, independientemente del tiempo de trabajo que crea el valor equivalente al salario. Dicho de otra forma, consiste en trabajar más tiempo del contenido en el salario. En la etapa infantil o temprana del capitalismo, los patronos sólo podían aumentar la plusvalía haciendo trabajar durante más horas a sus empleados, o bien aumentando el número de éstos, es decir que el incremento de la plusvalía total se producía como consecuencia de la extensión de la jornada total o colectiva de los asalariados.

Pero el caso es que esta dinámica no es única, porque a partir de determinado momento mediante el progreso científico técnico aplicado a los medios de trabajo, se hizo posible, también, la aplicación de métodos no extensivos sino intensivos de trabajo, precisamente para aumentar la producción de plusvalía respecto del salario, consiguiendo que el trabajo del obrero traslade más valor al producto fabricado en la misma unidad de tiempo, utilizando para ello más eficaces medios de producción. Tal es el fundamento económico del desarrollo de la fuerza productiva empleada. O sea, que cada operario adquiera la capacidad de mover más medios de producción por unidad de tiempo empleado. Pero tal proceso no tiene su resultado en el ámbito de la producción sino en el mercado, donde los capitalistas concurren y compiten ofreciendo sus productos en términos de menores costes y más calidad, todos ellos procurando acaparar una cuota parte mayor en el reparto del plusvalor global producido. Un fenómeno que tiene su causa en la productividad del trabajo, cuyo efecto se traduce en un descenso del valor incorporado a cada unidad de mercancía creada, dado  que su valor está determinado por el tiempo de trabajo socialmente necesario para producirla. Una de las consecuencias de la mayor productividad del trabajo es, pues, que las mercancías que el asalariado necesita para vivir se obtienen en un menor tiempo, de ahí que la fuerza de su trabajo se desvalorice en igual medida que los medios de vida producidos, aumentando así el plusvalor que se embolsan los capitalistas. Este método descrito hasta aquí llamado plusvalía relativa es uno de los dos procedimientos determinados por el sistema capitalista para aumentar la ganancia y, por tanto, la masa de capital en funciones.

Bajo estas condiciones, por una parte el poder adquisitivo de los salarios aumenta porque las mercancías que componen la canasta familiar de los asalariados se abaratan. Y dado que estamos hablando del capital global y de precios promedio, si los salarios se mantuvieran constantes, el progreso en la productividad del trabajo aplicado a los medios de producción beneficiaría exclusivamente a los asalariados. Pero como no estamos en el socialismo sino en el capitalismo, los capitalistas presionan con el paro derivado del mismo progreso técnico —que sustituye trabajo vivo por trabajo mecanizado— el cual determina que cada vez menos  operarios puedan poner en movimiento un mayor número de más eficaces medios técnicos de producción. Todo ello con la finalidad de que el exceso de oferta en el mercado de trabajo, reduzca el salario hasta alcanzar el mínimo posible, al mismo tiempo que aumentan los ritmos de trabajo determinados por la más acelerada cadencia de la maquinaria entre una operación y la siguiente del proceso productivo, hasta el límite físico compatible con los mayores rendimientos del trabajo.

Tal es la lógica impulsora del desarrollo económico en el capitalismo, que al sustituir sucesivamente trabajo vivo por medios técnicos de producción cada vez más eficaces, se abarata el valor del salario, es decir la parte pagada de cada jornada colectiva de labor, para que así una parte cada vez mayor de esa jornada se dedique a producir plusvalor que se apropian los capitalistas. Cuando Marx hablaba de la depauperación del proletariado, implícitamente se estaba refiriendo a que el salario relativo, es decir, la relación entre lo recibido por cada obrero en concepto de salario y la totalidad del valor incorporado a las mercancías creadas por él mismo en la jornada completa, disminuye a medida que aumenta la capacidad productiva de su trabajo:

<<Resulta, pues, sumamente ventajoso hacer que los mecanismos funcionen infatigablemente, reduciendo al mínimo posible los intervalos de reposo: la perfección en la materia sería trabajar siempre (…) Se ha introducido en el mismo taller a los dos sexos y a las tres edades explotados en rivalidades, de frente y, si podemos hablar en estos términos, arrastrados sin distinción por el motor mecánico hacia el trabajo (físico y mental) prolongado, hacia el trabajo de día y de noche, para acercarse cada vez más al movimiento perpetuo>> Barón Dupon: “Informe a la Cámara de París”. 1847. Citado por Benjamín Coriat en: “El Taller y el cronómetro” Ed. Siglo XXI/1982 Cap. 3 Pp. 38. Versión digitalizada).

Para una mejor comprensión de lo expuesto hasta aquí, podríamos representar la jornada de labor en un segmento, donde, por Ej., la mitad represente al tiempo de trabajo de cada jornada equivalente al salario diario, y la otra mitad al tiempo de trabajo excedente o plusvalía capitalizada por el patrón. Si como consecuencia de una mayor productividad del trabajo, el valor de lo que el obrero necesita para reponer su fuerza de trabajo diaria, se produce en un menor tiempo de trabajo necesario, aumenta la parte correspondiente a la plusvalía. De este modo la ganancia del capitalista aumenta en detrimento del valor contenido en el equivalente al salario del obrero, manteniendo constante el tiempo de cada jornada laboral. Por eso Marx la denominó plusvalía relativa, por que crece respecto del trabajo creador de valor equivalente al salario, es decir, a expensas de él. Aun cuando el poder adquisitivo del salario se mantenga constante e incluso pueda llegar a aumentar según circunstancias cíclicas favorables. El aumento de un tipo de plusvalía (absoluta) no excluye a la otra (relativa), pudiendo aplicarse las dos simultáneamente en un mismo proceso productivo. Al aumentar la plusvalía aumenta la tasa de explotación, y, por tanto, el plusvalor, aunque el salario percibido por el obrero mantenga el mismo poder adquisitivo.

Históricamente el salario real o poder adquisitivo del valor creado por la fuerza de trabajo, ha tendido a ir en aumento, es decir que la canasta básica del obrero ha ido creciendo paulatinamente. El capital ha cumplido una función progresiva en la medida que ha posibilitado la tendencia al aumento en el salario real, a pesar de que, paradójicamente, el salario relativo haya disminuido aumentando el plusvalor. Esto ha sido factible gracias a que el aumento en la plusvalía relativa posibilitó al capital compartir con la clase obrera una porción del segmento abatido por el aumento en la productividad del trabajo, siempre que ese reparto sea compatible con la tasa de ganancia. El incremento de los salarios reales encuentra su límite máximo en el mínimo plusvalor compatible con la rentabilidad del capital vigente en el mercado, mientras que el mínimo salario relativo está determinado por el costo laboral compatible con un rendimiento que no suponga un deterioro físico que disminuya la productividad del obrero. Entre estos dos límites queda fijado el campo de la lucha por la participación en la productividad del trabajo entre las dos clases sociales del sistema capitalista.