05. Epílogo
Como
en toda pelea, siempre hay causas
objetivas que inducen a que se produzcan, a través del necesario ingrediente
provocador de su desenlace. Sin ir más lejos, la causa de la Primera gran
Guerra Mundial estuvo en el agudizamiento de las contradicciones políticas del capitalismo
mundial entre países —como continuación de la competencia económica por otros
medios—, típicas de su etapa imperialista.
Así fue cómo la disputa de las grandes
potencias por el reparto de las colonias de ultramar y demás territorios económicamente
dependientes, generó una tensión política tal entre ellas, que propició alianzas
políticas y militares opuestas, como la Triple Entente y la
Triple Alianza,
cuyo ingrediente provocador detonante fue el asesinato del archiduque Francisco
Fernando y su esposa, a manos de un terrorista serbobosnio.
En cuanto a la Segunda Guerra Mundial de 1939,
tuvo su causa en la crisis de 1929 que se prolongó durante diez años. Y su
ocasional provocador fue la Alemania Nazi, arrastrada al conflicto por la
quiebra de sus principales industrias y el colapso de sus bancos, que dejó
sin trabajo al 45% de la población activa en ese país. El mismo vértigo genocida
que se había venido apoderando de la clase dominante norteamericana,
aunque por circunstancias opuestas.
Todas estas condiciones e iniciativas
de uno de los bandos provocadores en pugna, sin duda se vuelven a repetir
hoy en una nueva dinámica de guerra, hacia la que los países del bloque conformado
por la Unión Europea EE.UU y Australia, se ven enfrentados en pugna por el
dominio del Mundo, con el bloque de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China
y Sudáfrica).
Y el caso es, que estos dos grandes
bloques parecen dejarse arrastrar bajo la égida de una misma clase dominante:
la burguesía, en su mutuo afán por la hegemonía política mundial, ambos en
poder de medios de destrucción con capacidad de hacer desaparecer a la especie
humana del Planeta, y que sin embargo no dejan de competir hasta llegar a
consumar otra barbarie de proporciones más gigantescas y letales que la inmediata
anterior.
Tal
es el resultado de la contradicción consustancial a este modo de vida
irracional peligrosamente autotanático, que pone a sus dirigentes políticos
ante tal eventualidad, presos como permanecen de esos intereses opuestos,
paradójicamente compartidos. Son los mismos intereses sistémicos en pugna por
la hegemonía, que una vez más sin duda llegarán al enfrentamiento, si es que nadie
les convence y escarmiente, para que admitan lo que la realidad exige hacer
porque es necesario: resolver esa paradójica contradicción, anulando ambos extremos. ¡¡He
aquí al descubierto, la falsedad de que a los socialistas revolucionarios se
nos acuse de ser “extremistas”!!
Así es
como ahora mismo la humanidad se ve como se ve, ante la posibilidad real de
otra destrucción y matanza de proporciones nunca antes vistas, enfermos como están de capitalismo
quienes lideran el curso político de los acontecimientos, ya sean provocadores
o provocados. Y lo más trágico e inconcebible de semejante locura, es que
todo esto suceda ante la inconsciente
e irresponsable pasividad de la clase social explotada y oprimida,
que dice amar a sus hijos hasta dar la vida por ellos, pero que incomprensiblemente
se sigue negando a querer saber qué y cómo es este Mundo del revés, para poder ponerlo de una vez por todas
sobre sus pies.
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