Corrupción política: enfermedad endémica del capitalismo
<<Dos
palabras para evitar posibles equívocos. No pinto de color de rosa, por cierto,
las figuras del capitalista y el terrateniente, pero aquí solo se trata de personas en la medida
en que son la personificación de categorías económicas, portadoras
de determinadas relaciones e intereses de clase. Mi punto de
vista con arreglo al cual concibo como proceso de historia natural el
desarrollo de la formación económico-social (del capitalismo), menos que ningún
otro podría responsabilizar al individuo por relaciones de la cuales él sigue
siendo socialmente una creatura, por más que subjetivamente pueda elevarse
sobre las mismas>>. (K. Marx: “El Capital” Libro I Prólogo a la primera edición alemana, 1867. Lo
entre paréntesis nuestro)
01. Introducción
Nosotros
tampoco mostraremos aquí, una vez más a las cabezas del actual gobierno español
presididas por el señor Mariano Rajoy, con una aureola de dignidad paseando
entre flores como en un patio andaluz. Cierto, ellos no pueden ser responsables
de la miseria moral característica del actual sistema de vida, porque han sido
hechos al molde o cuño de un
sistema que favorece a determinados intereses de
clase. Pero con el permiso de Marx, no es menos cierto que, en ese molde, la simulación y la mentira con el deliberado
propósito de conservar el poder político para preservar esos intereses, cumplen
un papel tan decisivo, como que también tienen nombre y apellido. Y si las
víctimas del molde que hace a toda esa lacra moral, fuéramos incapaces de
ponerlo en evidencia junto a quienes lo personifican, ni ofreciéramos
alternativa, no mereceríamos vivir un solo minuto en libertad, porque
permitiríamos que los explotadores, los mentirosos y los corruptos siguieran
gobernando.
Ya hemos
dicho que el señor Rajoy y los demás miembros de su ejecutivo, han vulnerado el
respeto que deben a los españoles, al haber venido procediendo en sentido totalmente contrario del que
prometieron durante la última campaña electoral. No sólo han faltado a quienes les
votaron en los comicios, sino a todos los demás. Y este tipo de comportamiento
en cualquier idioma tiene un significado muy preciso.
Durante
su última rueda de prensa en la sede del gobierno el pasado día viernes 1 de
agosto, el Presidente Rajoy se dirigió a los periodistas asistentes al acto, diciendo
recordar lo que supuestamente dijo cuando asumió sus funciones en diciembre de
2011, y es que “2012 sería el año del ajuste, 2013 el de las reformas, y 2014 el de la recuperación”. Añadiendo seguidamente que: "el primer semestre del corriente año,
ha confirmado ese pronóstico de manera inapelable". Y a contrapelo de
la realidad vivida en estos dos últimos años por más de diez millones de
españoles, arrinconados en la penuria relativa extrema, con un cinismo
insuperable Rajoy completó su introito, afirmando que, gracias a la política de
su partido, “España ha salido de la
crisis sin dejar desguarnecidos a los más débiles”.
Pero en
sus dos años de gobierno, el suicidio
en España pasó a ser la principal causa
de muerte, por encima incluso de los accidentes de tránsito vehicular. Y
el desahucio, no precisamente
por impago de viviendas adquiridas, sino por el desempleo masivo durante la
recesión, fue y sigue siendo la causa
más frecuente y numerosa de los suicidios, con más de 4.500 casos. Un
crimen colectivo para favorecer a la banca.
En enero
de 2014, hemos podido saber, que la variación estadística de la población
activa en términos de familias durante el último trimestre de 2013, es la
siguiente:
<<Los
hogares que tienen a todos sus miembros activos en paro se incrementan este
trimestre en 24.600 hasta un total de 1.832.300. Por su parte, el número de
hogares en los que todos sus miembros activos están ocupados desciende en 32.800,
hasta 8.260.300. En comparativa anual, los hogares con todos sus activos en
paro prácticamente no varían (1.400 menos), mientras que los que tienen a todos
sus activos ocupados disminuyen en 74.000>>
(EPA 23/01/2014).
Y más
recientemente, el pasado día 03 de julio, hemos sido informamos de que:
1) Durante los últimos dos años, en la
sanidad española el gobierno ha despedido a 28.500 empleados. A 53.000 según el
sindicato de CC.OO. Equivalentes a un recorte presupuestario de 7.200 millones
de Euros.
2) Ha recortado los salarios y extendido la jornada laboral de 35 hs. a
37,5 semanales.
3) Las listas de espera en los hospitales están en los 67 días promedio en
todas las especialidades. Y hay ahora mismo 20.800 personas sin ayuda a la
dependencia.
4) El fondo para pagar a los jubilados ha disminuido hasta los
55.000 millones. Hay ahora mismo 3.300 millones menos que el año pasado.
5) En educación hay 11.000 maestros y profesores menos.
6) En todos los servicios públicos, de cada 10 empleados que dejan en
el paro, reponen sólo a 1.
7) El tipo teórico de impuesto a las grandes empresas es del 35%. El
tipo real 3,5%.
8) En los paraísos fiscales sigue habiendo más de 18 trillones de Euros
libres de impuestos: 18.000.000.000.000.000.000
Finalmente, según la más reciente Encuesta de Población
activa, en el último año si bien el paro ha descendido en todos los sectores,
la evolución se caracteriza por el incremento del empleo temporal. En los Servicios hay 163.000 parados menos, en
la Construcción 86.400, en la Industria 53.100 y en la Agricultura
19.000 menos. Pero hay
207.800 empleos temporales más. 107.000 indefinidos. 13.800 trabajando 1 día
por semana; 38.500 contratos a término de un mes y 106.500 por 3 meses, a
cambio de unos salarios que, en estos dos últimos años, han descendido un 30%.
O
sea, que la tasa de explotación (definida como relación entre las
ganancias empresariales y los salarios), aumentó significativamente;
es ésta una de las dos formas fundamentales del sistema para
salir de las recesiones, fenómeno que ha venido confirmándose puntualmente con
matemática exactitud, desde la primera gran crisis de superproducción de
capital en 1825. La otra forma sistémica complementaria para salir de las
crisis, consiste en desvalorizar y/o destruir el capital constante
(suelo, edificios, máquinas, herramientas, materias primas y auxiliares)[1].
Toda esta información remite a la Tasa General de Ganancia,
como relación matemático-contable, entre el
plusvalor o magnitud de la ganancia capitalista creada por el
trabajo asalariado en cada rotación del capital (tiempo que media
entre la producción y la venta del producto), y el costo social
de producirla medido en términos de capital invertido, anteriormente descritos.
La Tasa General de Ganancia es, pues, el verdadero árbitro inapelable
en todo el proceso tradicionalmente recorrido durante cada ciclo de los
negocios (en sus correspondientes fases de recuperación, expansión,
crisis y recesión). Un árbitro que no puede ser contrariado
por ninguna política económica, a menos que la lógica del sistema
sea revolucionada, invirtiendo el
sentido de dominio en los términos de la relación social entre explotadores y
explotados.
02 Verdad
y mentira
En el discurso introductorio de su
rueda de prensa, Rajoy siguió diciendo que, el año pasado, el crecimiento del Producto
Interior Bruto fue del 0,1%, pero que en el primer trimestre de este año fue
del 0,6%. “Crecemos con fuerza gracias a la competitividad de nuestra
economía”, señaló enfáticamente. ¡¡Falso!! No solo el calificativo ese
de “fuerza”. Porque se trata, en realidad, de un debilísimo e inestable crecimiento
decimal, que tuvo su causa en la política económica de su
gobierno. Política que giró en torno a la reforma laboral más profunda y
antisocial nunca antes conocida en la historia de España, aprobada por
mayoría absoluta en el Parlamento. Medida que abarató el despido y permitió destruir
800.000 puestos de trabajo en sus dos años de mandato, a fin de
que los asalariados en paro compitan con los empleados, de modo tal que todos
acaben aceptando condiciones de vida todavía más miserables, disciplinándose al
slogan que, en octubre de 2010 planteó el hoy recluso —por entonces corrupto y
corruptor Presidente de la Confederación Económica de de Organizaciones
Empresariales (CEOE)— Gerardo Díaz
Ferrán, cuando en inequívoca alusión a los explotados, sentenció que “solo
se puede salir de la crisis trabajando más y ganando menos”. ¿Está
claro?
Cinco meses después, el 20 de marzo de
2011, Rajoy atendió a una entrevista telefónica del periódico digital elcorreo.com,
donde su interlocutor, haciendo un encaje de bolillos
volvió sobre aquella consigna que le trasladó
a su entrevistado, preguntándole a bocajarro: ¿Es
hora de trabajar más por menos? Confundiendo su verdadera finalidad
con el método para conseguirla, tal como acabamos de explicar, así
resumió Rajoy su respuesta a la incómoda pregunta, en palabras de su
entrevistador:
<<Su
“convicción” parte del siguiente razonamiento: es necesario que la economía
crezca para evitar nuevos recortes (presupuestarios) y, para
ello, ha llegado el momento de que los españoles asuman algunos sacrificios
laborales. “Trabajar más por menos”, advierte, es una proclama lanzada tanto a
gobernantes como a ciudadanos. Metido en la piel de un empresario, plantea que “habrá
que trabajar unas poquitas horas más o bajarnos un poquito el sueldo”>> (lo
entre paréntesis nuestro)
Aquí Rajoy y sus adláteres de partido, ya
estaban barruntando veladamente su plan de gobierno en materia laboral. La
economía capitalista todavía en trance de recesión, no puede superar ese
obstáculo si las ganancias del capital no crecen más de lo que cuesta
producirlas. Y aún así no puede hacerlo más que muy pausadamente. O sea, que el
sistema no se mueve en el sentido de la recuperación, sin hacer previamente palanca
sobre ese punto de apoyo que es el agudizamiento de la penuria relativa
de los explotados, que en sus sectores más pobres se vuelve absoluta.
Éste es el detalle y la tragedia social a él añadida, que nuestro Presidente solo
insinuó como posibilidad obligado por su entrevistador.
Pero este planteo, a la luz de lo que Mariano
Rajoy declaró en su última Rueda de Prensa, tiene bastante más tela para
cortar. Porque el proyecto de ley —en preparación—, de reforma del IRPF,
incluye una novedad para los contribuyentes mayores de 65 años. Se trata de introducir
una nueva exención del impuesto a las ganancias patrimoniales
derivadas de cualquier bien de su propiedad, que decidan convertir a la forma
dinero en concepto de renta vitalicia, añadida a la ya
vigente exención del impuesto inmobiliario a la vivienda habitual,
favorable a este colectivo. Rajoy se ha referido a plusvalías obtenidas por la
venta de segundas viviendas, inversiones en productos bursátiles
y hasta en obras de arte, siempre que su importe no exceda el máximo
de 240.000 Euros, en tal concepto de ingresos extras que complementen su
pensión.
Y explicó tal decisión dando a entender
que el actual régimen jubilatorio —basado en la solidaridad intergeneracional—,
se acerca a su límite absoluto, supuestamente a raíz del supuesto
envejecimiento progresivo de la población, atribuido al menor
número de defunciones respecto de los nacimientos.
Como si los asalariados fuéramos propietarios de segundas viviendas y/o con capacidad
patrimonial disponible, para invertir en bolsa y demás recursos especulativos
propios de minorías relativas privilegiadas. O sea, que con semejante
proposición, lo que el señor Rajoy les está diciendo a las mayorías sociales
asalariadas de mediana edad en este país —desprovistas de tales recursos—, es
que vayan pensando en la forma menos espantosa de suicidarse,
cuando en edad de pasar a la condición de pensionistas, el actual sistema
provisional agote totalmente sus posibilidades financieras de continuidad.
¡¡No, señor Rajoy!! Esta superchería
que Ud. comparte con el resto de sus colegas del arco parlamentario en
contubernio y al servicio de la clase social dominante, es un cuento para no
dormir que solo se pueden tragar necios e incautos. Esos a quienes todos Uds.
arrullan, como las madres a sus hijos impúberes, pero no precisamente para
protegerles, sino para condenarles a una muerte prematura, cuando ya sean
inhábiles para seguir explotándoles.
Y no, señor Rajoy. Porque la causa de
que el sistema jubilatorio basado en la solidaridad intergeneracional se
malogre, no está en la presunta relación desigual entre nacimientos y
defunciones, sino en la desigual distribución de la riqueza propia
del capitalismo. En la explotación de trabajo ajeno como resultado de la relación
contractual entre capitalistas y asalariados. En la “Ley General de la
acumulación capitalista”; en la “Ley de la población de Marx”, señor
Mariano Rajoy.
Porque de acuerdo con esta Ley, según
avanza el progreso científico-técnico incorporado a los medios
de trabajo (edificios, máquinas, herramientas, etc.), se necesita cada
vez menos mano de obra para ponerlos en movimiento. Y esto afecta al
empleo, que así disminuye, respecto del personal disponible). Un progreso que
bajo el capitalismo deviene en desgracia social. ¿Puede Ud. probar que esto no
sea cierto? Ergo, la población asalariada en el agro disminuye
absolutamente, dado que la tierra —sea como suelo nutricio o como
soporte edilicio— es el único medio de producción hasta hoy limitado
geográficamente, que no se puede reproducir a voluntad. Y
en la industria urbana, ese progreso técnico determina que la población obrera empleada
no se reduzca, sino que se incremente, aunque cada vez
menos respecto de los medios que debe poner en movimiento
a cambio de un salario (relación que Marx denominó “composición orgánica del
capital”):
<<El aumento
de la productividad del trabajo, pues, se manifiesta en la reducción de la masa de trabajo con respecto a la masa de medios de producción (que incluye la
materia prima) movidos por ella, esto
es, en la disminución de magnitud del factor subjetivo (mano de obra)
del proceso laboral, comparado con sus factores objetivos (suelo, máquinas,
herramientas…) […] Una parte cada vez mayor del capital (invertido) se
convierte en medios de producción; una cada vez menor en fuerza de trabajo. Al
aumentar el volumen, la concentración (en
manos de cada vez menos capitalistas) y la eficacia técnica de los medios de
producción, se reduce progresivamente el grado en que estos son medios de
ocupación para los obreros (y así, la población obrera empleada desciende
respecto de la disponible para trabajar). Un arado de vapor, es un medio
incomparablemente más eficaz de trabajo que el realizado con un arado tradicional,
pero el valor de capital invertido en él es un medio de ocupación obrera
incomparablemente más modesto y restringido (reducido), que si estuviera
realizado por medios tradicionales>>. (K. Marx: “El Capital” Libro III Cap. XXIII. Ed. Siglo XXI Pp. 771-807. Lo
entre paréntesis nuestro)
¿Puede Ud. o cualquier “catedrático” de
economía, probar que sea
esto incierto? ¿O tampoco es cierto que gracias a ese ejército
asalariado de reserva, pudo dejarse sin efecto en el mundo el tradicional servicio
militar obligatorio, que fue reemplazado por un ejército de reclutas profesionales a sueldo? Así las
cosas, el progreso de la fuerza productiva del trabajo por medios técnicos de
creciente eficacia, determina que el tiempo de la jornada de labor,
en el que los asalariados activos empleados reproducen el
equivalente a sus salarios, disminuya progresivamente, aumentando
el lapso en el que producen plusvalor que se embolsan sus empleadores. A mayor
productividad, pues, menos empleados con menores salarios
relativos y mayores ganancias para los capitalistas, aunque paulatinamente
decrecientes[2].
Aquí radica el origen de las crisis periódicas de superproducción de capital. Y
todo esto sería imposible sin el incremento de los nacimientos.
Por tanto, según progresa la fuerza
productiva del trabajo y avanza el proceso de acumulación del capital, de
crisis en crisis, el número de asalariados activos empleados disminuye
cada vez más respecto de los desempleados, que aumentan proporcionalmente,
dando pábulo al llamado por Marx “ejército industrial de reserva”;
al mismo tiempo que disminuye relativamente y cada vez más la magnitud
de valor contenida en los salarios, que va a parar a manos
de los capitalistas, devenidos así en cada vez más opulentos.
Esto es lo que determina férreamente la
cada vez más menguada capacidad de aporte de los asalariados activos al
régimen jubilatorio estatal, Señor Rajoy. Mientras los capitalistas acumulan
cada vez más riqueza, que hoy se mide ya en trillones de unidades
monetarias, obtenidas a expensas de nuestro trabajo, fortuna que
todavía mantienen a buen resguardo en paraísos fiscales. ¿Por qué suceden estas
cosas? Pues, porque políticos profesionales como Ud., que supuestamente nos
representan, mientras todo lo explicado hasta
aquí sucede, miran para otro lado. Desobedecen a las mayorías
absolutas de condición asalariada —presuntamente depositarias de la
llamada “soberanía popular”— que les votamos. ¡¡Obedecen a los capitalistas!!
Esta es la verdad y lo demás pura superchería, señor Mariano Rajoy. Y Ud. lo
sabe tan bien como nosotros. Pero miente miserablemente por la
cuenta que le trae. Miente tanto como sus colegas del arco parlamentario y
demás instituciones de Estado. En España y en el resto del Mundo. ¡¡Todos
Ustedes están cortados por la misma tijera!!
Son todos ustedes unos verdaderos
farsantes, señor Mariano Rajoy. Unos vulgares charlatanes de feria
y unos corruptos. Y aquí tengamos en cuenta, que corrupto no es
solo aquél que acaba siéndolo en términos económicos, al aceptar sobornos del
corruptor con fines ilícitos de mutuo enriquecimiento. Porque para llegar a
semejante extremo, es imprescindible antes aprobar el examen de corromperse
ideológicamente, haciendo propios los infundios que oficialmente
pasan por ser verdades, como medio de justificarse luego a medida que se trepa
por el escalafón.
Ni más ni menos que como hemos advertido ya recientemente, a propósito de esa
nueva formación política en España llamada “Podemos”, seguidores
de las doctrinas de Lord Keynes, el maestro de todos los socialdemócratas, como
tantos otros antes y después de él. Estos señores van por el mismo camino.
Así debió con toda seguridad empezar
Ud., aunque adhiriendo a los teóricos y políticos del ultraliberalismo burgués,
como es el caso de los “chicago
Boys” en la década de los años 70, cuyos antecedentes se remontan al
siglo XIX con la escuela de los marginalistas. Todos
al fin y al cabo hermanados y al mismo tiempo contrarios, en el mundillo ese de
la supuesta “soberanía popular”, que hoy ocupan los escaños del Congreso y los
despachos ministeriales en todo el Planeta, para violar esa soberanía sistemáticamente.
No nos engañemos, pues, porque mientras
se mantenga el maridaje entre empresarios capitalistas y altos
cargos políticos en las instituciones de Estado, bajo el régimen político
representativo de gobierno, por más instrumentos de control que se inventen a
cargo de otros tantos burócratas, la corrupción política seguirá tan vigente
como desde los tiempos de la Revolución Francesa, uno de cuyos más célebres
corruptos fue Charles
Maurice de Talleyrand en el Siglo XIX, quien como ministro de
relaciones exteriores al servicio del Emperador Napoleón Bonaparte, en dos años
de mandato logró amasar una ingente fortuna, aceptando y exigiendo todo tipo de
sobornos.
Como se ha podido ver, la realidad que
nosotros describimos en este texto, nada tiene que ver con el cuento de la
lechera, aquél de la fábula en que Esopo se imaginó a una pobre
campesina delirante, para echarle todas las culpas de su desgracia a su sueño
idílico de hacerse rica en poco tiempo, inducido por su propia indigencia
personal. Y no tiene nada que ver con aquél cuento, porque el sueño delirante
de los asalariados hoy día, no lo fabrican ellos sino Uds., señor Rajoy. El que
políticos profesionales como Ud. nos han venido contando; esa fantasía de la
“democracia representativa”, como sinónimo de la “voluntad popular soberana”.
Falsificando sistemáticamente la realidad, para que nos sigamos engañando con tonterías
por el estilo.
¡¡A ver si los asalariados despertamos por
fin de ese sueño embrutecedor pensando en nuestra propia realidad tal cual es,
para transformarla, y dejamos de creer en fabulaciones de
intelectuales y políticos al uso!! ¡¡A ver!! Porque de lo contrario, lo que nos
sucede así seguirá ocurriendo y cada vez peor para nosotros, si es que no decidimos
detener toda esta deriva. Tal como desde cuando fuéramos advertidos en 1865:
<<La población obrera, pues,
con la acumulación del capital producido
por ella misma (pero del
que se apropian por la cara los capitalistas), produce en volumen
creciente los medios que permiten
convertirla en clase relativamente supernumeraria (excedente, ociosa,
desocupada e indigente). Es esta una ley
de población peculiar al modo de producción capitalista>>. (K.
Marx. Op. Cit. Pp. 785-786. Lo entre paréntesis nuestro)
03. Conclusión
Señor Mariano Rajoy: sepa Ud. que ha demostrado
ser un maestro consumado del oportunismo sin escrúpulos y un mentiroso
compulsivo, cómplice consciente de todas las desgracias
sociales y personales causadas por el sistema capitalista
en España bajo su mandato. Y lo mismo cabe decir, aun cuando en distinto grado,
de sus antecesores, según la gravedad de tales circunstancias. Es Ud. un paradigma
humano de comportamiento, cuyas lacras morales y complicidad, comparte sin
excepción con todos sus colegas de profesión,
que compiten entre sí desde las instituciones de sus respectivos Estados
capitalistas, en todo el Mundo, por alcanzar a ejercer el poder
político. Turnándose en el disfrute de tal privilegio, para medrar
personalmente poniéndose al servicio incondicional de los
explotadores.
Debe saber que ninguno de ustedes
merece el sitio que ocupan en las instituciones políticas del Estado, Señor
Rajoy. Y si todavía están donde siguen estando en todo el Planeta, es porque la
mayoría de nosotros, pobres en todo el sentido de la
palabra —como dijera Sir
Frederick Morton Eden refiriéndose al más óptimo estado en que los
capitalistas deben mantener a los asalariados— queremos seguir siendo unos
necios y unos cómodos acoquinados, divididos como permanecemos
entre los “distintos” partidos políticos, que para eso están aparentando
ser distintos. Unos pobres que no se atreven a salir de esa trampa y unirse
en torno a las ideas revolucionarias, para ponerles a Uds. en su sitio, y que
si no lo hacen es porque se limitan a seguir soñando todavía, como aquella
campesina que imaginó Esopo en su fábula, y no dejan de sorprenderse al
tropezar una y otra vez en la misma piedra de las sucesivas crisis de
superproducción de capital, es decir, de riqueza creada por nosotros, que los
capitalistas usufructúan:
<<Lo que conviene a los pobres
no es una situación abyecta o servil, sino una relación de dependencia aliviada y liberal (a state
of easy and liberal dependence); y a los propietarios [de los medios de
producción y de cambio, lo que les conviene es conservar] influencia y
autoridad suficientes, sobre los que (…)
trabajan para ellos. Tal relación de dependencia —como lo sabe todo aquél
que conozca la naturaleza humana—, es necesaria
para la comodidad del obrero mismo>>. (F. M. Eden: “The State of poor”. Vol. I. Cap. 1. Citado por Marx en “El Capital” Libro I Cap. XXIII Ed. Siglo XXI/1980 Pp. 764. Lo
entre corchetes nuestro)
Pero semejante situación es a la larga
insostenible porque tiene un límite absoluto científicamente predeterminado.
El que le ponen periódicamente al sistema circunstancias extremas, determinadas
por sus propias leyes inflexibles, donde según se suceden las crisis, la
relación de dependencia “aliviada y liberal” de los pobres, se torna para los
ricos cada vez más difícil de mantener. Un límite que Marx resumió dirigiéndose
a los pobres de su tiempo de modo magistral en “El 18 Brumario de Luis Bonaparte”:
<<Hasta que se plantea una
situación que no permite volverse atrás y las circunstancias mismas gritan:
¡¡Demuestra lo que eres capaz de hacer!!>>
Así las cosas, según se suceden
inevitablemente una y otra vez las interrupciones violentas del
proceso productivo durante las crisis, cuyas consecuente recesiones son cada
vez más dolorosas y prolongadas cuanto mayor resulta ser —también
inevitablemente— el capital sobrante que las provoca, nos vamos acercando
fatalmente, pues, a ese límite absoluto sin retorno a lo mismo.
Mientras tanto, solo cabe seguir insistiendo en estos seis puntos
programáticos:
1) Expropiación de todas
las grandes y medianas empresas industriales, comerciales y de servicios, sin
compensación alguna.
2) Cierre y desaparición de la Bolsa de
Valores.
3) Control obrero colectivo permanente y
democrático de la producción y de la contabilidad en todas las
empresas,
garantizando la transparencia informativa en los medios de difusión,
para el pleno y universal conocimiento de la verdad en todo momento y en
todos los ámbitos de la vida social.
4) El que no trabaja no come.
5) De cada cual según su trabajo y a cada cual según
su capacidad.
6) Régimen político de gobierno basado en la democracia
directa, donde los más decisivos asuntos de Estado se aprueben por mayoría
en Asambleas por distrito, y los altos cargos de los tres poderes, elegidos
según el método de representación proporcional, sean revocables en cualquier
momento de la misma forma.
[1] A todos
estos últimos componentes del costo en
producir riqueza, Marx los agrupó en el concepto que llamó “capital constante”,
porque a diferencia del salario, en el curso del proceso productivo su valor no
cambia de magnitud. Es el mismo que durante cada jornada de labor el trabajo
asalariado traslada al producto. El salario, en cambio, aumenta en un plus de
valor que así es capitalizado por los empleadores.
[2] El incremento de una cosa en detrimento de otra, disminuye cuando paulatinamente se reduce la proporción de su incremento. Y esto en economía política sucede con el plusvalor, por el hecho de que el salario colectivo es una parte fija de la jornada de labor, cuyo tiempo no puede exceder las 24 hs. de cada día. Así, dada la tasa de explotación determinada por la productividad del trabajo, según progresa ésta y partes del salario colectivo son convertidas en plusvalor capitalizado, los sucesivos incrementos de ganancia se ven reducidos necesariamente cada vez más, hasta llegar al cero absoluto, que es el punto crítico en el que la producción se interrumpe y estallan las crisis.