03. El Dios capital
los cría y ellos se juntan: El caso de Grecia
La debacle financiera de este país en
los últimos tiempos, dejó un agujero inicial de 110.700 millones de Euros. Una
deuda que el Estado Griego hizo suya convertida así —como en los demás casos— de
privada en pública, endeudándose con prestamistas internacionales de última
instancia como es el caso del Banco Central Europeo y el FMI, que restituyeron
de inmediato a los bancos griegos ese monto en concepto de “rescate”. ¿Qué hizo
el gobierno de la extrema derecha griega liberal en 2008 recién electo a cargo
del Estado? Pues, descargar sin demora esa deuda sobre las espaldas y el
bolsillo de las clases más
desfavorecidas del país, agudizando la explotación y decretando
recortes salariales a los funcionarios públicos; reducción de pensiones a los
jubilados; aumento de impuestos a pequeñas empresas (las medianas y grandes
siguen exentas de pagar a salvo en paraísos fiscales), aumento del IVA e
impuestos especiales sobre combustible, bebidas alcohólicas y tabaco. Así
procedió inflexiblemente el presidente Yorgos
Papandreu al frente de su partido gobernante en
esos momentos.
A semejante genocidio económico-social
le han llamado eufemísticamente “rescate”. ¡¡Rescate a los bancos!! Teniendo en
cuenta que son estas instituciones las que durante las fases cíclicas de expansión, financian con dinero
a crédito el crecimiento del capital industrial y comercial que se acumula y
engrosa explotando trabajo ajeno. Y en los momentos de retroceso en la producción por falta de rentabilidad
suficiente, los bancos también son los encargados de facilitar préstamos para
operaciones puramente especulativas,
que acaban pinchando la burbuja financiera precursora de la consecuente recesión
económica generalizada. El capital bancario es, por tanto, el que
invariablemente facilita los procesos de expansión productiva, que acaban en
crisis financiera y recesión económica. Esto es lo que sucedió en 2010 cuando
la deuda pública griega llegó a ser de 142.800 millones de Euros.
No vamos pues a extendernos aquí
aludiendo al siguiente “rescate” en ese país, porque ha sido más de lo mismo.
Pero sí queremos poner en evidencia, el hecho de que siendo Grecia el país
europeo relativamente más subdesarrollado y con la cuarta parte de su población
viviendo por debajo del umbral de la pobreza, es natural que bajo tales
condiciones se agudicen allí las contradicciones sociales del sistema. Como
dijera Lenin en 1915, “la cadena del imperialismo siempre tiende a romperse por
su eslabón más débil”. No es casual, pues, que haya sido Grecia el país en que
surgiera de su sociedad el partido político más escorado a la izquierda de la
gran burguesía en toda su historia. Pero tampoco es casual que ese partido
pequeñoburgués llamado “Syriza” ya en función de gobierno, se haya instalado a
mitad de camino entre la imposible
reforma económico-social del sistema y su necesaria
ruptura política con él, sin moverse de tal despropósito ni un milímetro.
Y en efecto, durante su primera semana
como primer ministro, Alexis
Tsipras
—colega y, al
parecer, amigo íntimo del español Pablo Iglesias Turrión— designó un gabinete compuesto por miembros de
“Syriza” exceptuando el Ministerio de Defensa que pasó a manos del nacionalista
de derechas Panos Kammenos. Para los puestos económicos clave fueron
designados Yannis Dragasakis
como viceprimer ministro y Yannis Varoufakis en Finanzas. Durante su
primer Consejo de Ministros, el gabinete presidido por Tsipras envió al
parlamento una serie de medidas “progresistas”, como la paralización de las
privatizaciones, la eliminación del copago, sanidad universal, ayudas de
urgencia para los griegos más pobres, reingreso de funcionarios en sus puestos
y paga extraordinaria a las pensiones mínimas. Y para ello exigió una moratoria en el pago de la deuda.
El jueves 29 de enero recibió al presidente del Parlamento Europeo. El lunes 2
de febrero inició su primer viaje al exterior, visitando Chipre, donde declaró
que la Ttroika debía ser
sustituida. El martes 3 de febrero continuó su viaje por Europa visitando Roma,
donde junto a su homólogo italiano declaró que seguía trabajando para acabar
con la austeridad.
Por su parte, en el contexto de la
actual crisis de la deuda griega soberana, el FMI, el Banco Mundial y el
Eurogrupo propusieron severas medidas de austeridad como condición para su
“rescate”, lesivas para el Estado del bienestar. En respuesta, el 27 de junio
de 2015 Tsipras pronunció un discurso ante el
Parlamento griego, donde propuso consultar al pueblo
mediante referendum, para que acepte o rechace tales medidas. En esa consulta
el 5 de julio de 2015, más del 60% de los participantes votaron en contra de
las medidas de austeridad propuestas por las autoridades europeas. Pero a
despecho de esta voluntad democrática del pueblo griego, en la madrugada del
pasado sábado 11 de julio Tsipras puso a consideración del Parlamento para su
aprobación por mayoría, el nuevo plan de reformas propuesto por el Eurogrupo.
La propuesta fue aprobada por 251 votos a favor, 32 en contra y 8 abstenciones,
a lo que se debe sumar la ausencia de otros 9 diputados de Syriza que no
estuvieron de acuerdo con ese plan. Por su parte, Yannis Varoufakis tampoco
asistió pero dejó escrita una carta que entregó a la presidenta de la cámara,
diciendo que hubiese votado afirmativamente, pero su voto no fue contabilizado
porque las reglas del parlamento no permiten votar a distancia.
De esta manera y por mediación de
Tsipras, el Parlamento griego actuó antidemocráticamente en contra de lo
decidido en el referendum, autorizando al Gobierno a negociar con los
acreedores internacionales en base al programa de reformas del Eurogrupo, que
les había sido presentado esa misma semana. Puso al Parlamento por encima de la
voluntad popular, decretando el suicidio de la democracia en ese país. Total,
que 17 miembros del gobernante Partido Syriza no acudieron o se abstuvieron de
votar, incluida la presidente del Parlamento, Zoe Constantopoulou,
y el ministro de Energía, Panagiotis Lafazanis,
que dijeron "presente", lo cual equivale a abstenerse de votar en
señal de oposición al paquete de subidas de impuestos y recortes al gasto. A
pesar de estas votaciones “disidentes” por parte de miembros del propio partido
de Tsipras, la propuesta de reformas sugerida por el Eurogrupo nunca estuvo en
riesgo y fue finalmente aprobada por los partidos griegos opositores “pro
europeos”.
Antes de que se llevara a cabo la
votación, en un discurso dirigido al Parlamento, el primer ministro griego,
Alexis Tsipras, ha reconocido que su Ejecutivo se ha visto forzado a tomar
medidas que no estaban previstas en su programa electoral. "No estoy dejando vendidos a los griegos. Nunca pedí el 'no' para
salir de Europa, sino para fortalecer nuestra capacidad negociadora",
ha dicho el primer ministro, pretextando
que el resultado del referéndum no le atribuía el derecho a romper relaciones
con Europa.
Tsipras insistió en justificarse diciendo
"haber hecho todo lo humanamente
posible en circunstancias difíciles", asegurando que las nuevas medidas abren el diálogo con los acreedores
europeos para reestructurar la deuda griega, añadiendo que su nueva propuesta
"es mucho mejor que el ultimátum
recibido previamente" por parte de la “Troika”
europea. Pero más allá de estas palabras, a nadie se le escapa —y menos aún
al actual candidato español Pablo Iglesias—, que el señor Alexis
Tsipras con tal de mantenerse como adjunto a la
casta social burguesa que ha seguido ejerciendo el poder político en Grecia,
optó convenientemente por someterse a ese ultimátum
dictatorial traicionando así la ilusión del pueblo griego democráticamente
manifestada en el referendum, que él mismo convocó para luego abandonar sus
promesas electorales. Así se ha venido escribiendo la historia política de
la pequeñoburguesía, desde la toma de la Bastilla en julio de 1789.
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