Ya está bien de tanta falsedad ideológica convencional
<<Mientras la clase oprimida —en nuestro caso el
proletariado— no está madura para liberarse ella misma, su mayoría reconoce el
orden social de hoy como el único posible, y políticamente forma la cola de la
clase capitalista, su extrema izquierda (dejándose representar por los partidos políticos burgueses reformistas)
Pero a medida que va madurando para emanciparse ella misma, se constituye como
un partido independiente, elige a sus propios representantes y no a los de los
capitalistas. El sufragio universal es, de esta suerte, el índice de madurez
de la clase obrera. No puede llegar ni llegará nunca a más en el Estado actual,
pero esto es bastante. El día en que el termómetro del sufragio universal marque
para los trabajadores el punto de ebullición, ellos sabrán, lo mismo que los
capitalistas, qué deben hacer>>. (F. Engels: "El origen
de la familia, la propiedad privada y el Estado". Cap. IX. Lo entre
paréntesis y el subrayado nuestros: GPM.).
01. Introducción
La
cadena del capitalismo siempre se ha roto por su eslabón más débil: la pequeñoburguesía.
Los mayores estragos ocasionados por las recesiones
económicas entre la clase social dominante,
se han ensañado invariablemente con la pequeña
empresa, industrial, comercial y de servicios. Un hecho que se puede comprobar
hoy “pateando” la calle sin consultar estadísticas. Y en este fenómeno económico típico de las
crisis capitalistas, está el origen de fenómenos
políticos como el Frente Nacional francés Liderado por “Syriza”
en Grecia o “Podemos”
en España. Ambas formaciones políticas se parecen como dos gotas de agua. Para
comprobarlo basta confrontar sus respectivos programas políticos. Eso es lo que
haremos nosotros seguidamente.
Ningún pequeñoburgués
ha dejado jamás de ser un aspirante a gran burgués. Como los cientos de miles en
cualquier país, escondidos tras un obrero en paro, forzado a ser autónomo, acaban casi todos reciclándose
a pequeños empresarios con menos de diez dependientes a su cargo. Pero que
desde allí, a todos por igual se les ha pegado como una lapa y nos les suelta,
el sueño de llegar a ser lo imposible;
salvo para unos pocos, poquísimos de los llamados “himself made man” en el
Mundo, como el español Amancio Ortega, el
americano Bill Gates o el Ruso Vladimir Putin,
este último convertido de la nada en un burócrata consumado que llegó por ahí a
ser un magnate, junto a sus colegas del ex servicio secreto soviético hoy por
completo degenerado, como Guennadi
Tímchenko, Vladímir Yakunin, Yuri Kovalchuk, o Serguéi Chémezov.
Al señor
Pablo Iglesias, este sueño suyo de verse realizado en toda esa grandeza, sólo se
le insinúa en su todavía oculto e instintivo leguaje corporal freudiano: esa
forma de menearse de un lado a otro al andar —proclive a sufrir una caída— como
queriendo abarcar más de lo que la propia ley de la gravedad y su verticalidad corpórea
le permiten. Debería disimular también ese gesto delator. Tal como sabe hacerlo
con excelencia en todo lo que dice, cuando con su “sentido común” acaricia el
oído de los asalariados inconscientes, durante las tertulias en que participa.
Si,
señor, no puede haber duda. Si hay algo que todos los burgueses consumados saben
hacer a la perfección, es ejercer la maestría en el arte de la simulación. Pero
lo que les distingue de sus discípulos
aventajados aspirantes a serlo, es que estos últimos todavía no saben que van por ahí. Se sienten muy bien engañándose a sí mismos con eso
de que “se hace camino al andar”:
<<Te conquistaron con plata y al
trote viniste al centro,
algo tenías adentro que te hizo meter la
pata,
al diablo fue la alpargata y echaste todo a
rodar,
el afán de figurar fue tu “hobby”
preferido,
y ahora que tenés marido las cosas que hay que
aguantar….>> (“Tortazos”.
Milonga. 1930. Música de José Razzano y
Letra de Enrique P. Maroni).
En
política, éste es el camino que siempre comienzan a transitar los populistas, el de la alpargata.
Tanto los de izquierdas como los de derechas. Sin sacar jamás sus pies del
tiesto burgués. La historia enseña que todos
ellos, a instancias de la lucha de clases, sin excepción acabaron en el fascismo. Por ahí va en Francia la señora Marine Le Pen. Y
salvo en su política migratoria, prácticamente de la mano con “Syriza” y
“Podemos”. No hay más que confrontar sus respectivos programas electorales para
comprobar su similitud, casi como copiados unos de otros.
02. ¿Qué
nos espera gobernando esta gente?
Más de
lo mismo que quepa esperar de los populistas burgueses de medio pelo, a mitad
de camino entre el capitalismo imperialista y el socialismo. Es decir, la
vuelta al capitalismo de Estado
que se limita a “nacionalizar” ciertas empresas. Ni más ni menos que como se
propone “Podemos”, en casi total consonancia con Marine Le Pen y el líder
político de “Syriza”, Alexis Tzipras,
queriendo hacerse fuertes detrás de un Estado empresario:
<<…recuperación
del control público en los sectores estratégicos de la economía:
telecomunicaciones, energía, alimentación, transporte, sanitario, farmacéutico
y educativo, mediante la adquisición pública de una parte de los mismos>>
(Programa electoral del “Frente
Nacional” francés, “Syriza” en Grecia
y “Podemos” en España)
Entre el 24 de marzo y el 3 de abril de 1923, Mussolini concedió una serie
de entrevistas al escritor alemán Emil Ludwig, quien las recopiló y fueron publicadas
bajo el título: “Conversaciones con
Mussolini”. Allí el dictador fascista sentenció:
<<El
Estado fascista dirige y fiscaliza a los patronos, desde la pesca hasta la industria
pesada en el Valle de Aosta. Allí es el Estado propietario de las minas. Del
Estado dependen los transportes, pues suyos son los ferrocarriles. Al Estado
pertenecen muchos talleres. Sin embargo, en nada de ello se parece al
socialismo de Estado [soviético]:
Nosotros no deseamos tener el menor
monopolio, ni que el Estado lo haga todo. A esta acción le llamamos
“intervención del Estado”. Todo ello está definido en el estatuto del Trabajo
(Carta del Lavoro). Cuando algo deja de funcionar el Estado interviene>>.
(Op. Cit. Ed. Juventud c/Provenza 101 – Barcelona/1932 Pp. 153. Lo entre
corchetes nuestro)
Por
estos mismos patrones de política económica se rigió la dictadura de Franco en
España, tras la guerra civil, causada
por la crisis y su consecuente depresión
en los años treinta. De tal modo condicionado
por el capitalismo de Estado fascista, especialmente en Italia, Alemania
y España, aunque también con cierta influencia en diversos países europeos como
Austria, Suiza, Bulgaria, Rumanía, Grecia, Hungría, Albania y Croacia, el
sistema capitalista siguió su curso hasta que durante la fase de recuperación del nuevo ciclo de los negocios, tras
la Segunda Guerra Mundial y ya entrada la década de los cincuenta, la presión del
capital acumulado disponible pugnando
por ser empleado en explotar trabajo ajeno, hizo tal presión sobre sus
respectivos aparatos de Estado en poder de esas empresas, que con toda
naturalidad dichos condicionantes económicos
estatales residuales del fascismo, se disolvieron como un azucarillo en
el agua, y todo volvió a su cauce normal en la etapa imperialista postrera del
capitalismo.
Un cauce privatizador de lo público, en
el cual cumplió su papel central en España el Partido Socialista Obrero Español
(PSOE), durante la llamada “transición democrática”. Éste fue el partido
político que se encargó de privatizar todo aquel complejo industrial y
financiero estatal franquista. Un proceso que comenzó con la sucesión de
fusiones bancarias, y que se aceleró según el ritmo que el propio PSOE imprimió
a la política de privatización de las Industrias
del Estado en los años 80, haciendo posible que, con inversiones
relativamente bajas, algunos de los incipientes grupos financieros privados del
país, pudieran adueñarse de esas empresas convertidos en accionistas importantes,
o muy importantes, de sociedades como Telefónica, Endesa, Repsol, Argentaria,
Tabacalera, etc.
En un primer
momento de esta confrontación, salieron beneficiados los grupos financieros que
se quedaron inicialmente en un segundo plano: el Banco de Bilbao y el Banco
Santander, que presentaban un núcleo de propietarios claramente jerarquizado en
torno a una familia (Ybarra y Botín), con una dirección centralizada en muy pocas manos, ostentando
la propiedad de un paquete de acciones suficiente para garantizarse el control
de la entidad rival. Además, eran por entonces bancos acostumbrados a crecer
sin haber sido los más favorecidos por las grandes concesiones de obras
públicas del franquismo.
El proceso centralizador de la propiedad del capital en España, según
lo previsto por la “ley general
de la acumulación capitalista”, como en todas partes se hizo a través
de las fusiones de empresas y
adoptó cuatro formas distintas: dos de carácter económico, una exclusivamente
política y la última una mezcla de las anteriores[1]
.La primera y más común forma de concreción económica pura, fue mediante la
negociación amistosa entre sus accionistas mayoritarios; la otra por el recurso
al mercado, lanzando una oferta o suscripción de acciones, a precios atractivos
por encima de los vigentes; es lo que se conoce por “Oferta Publica de
Acciones” (OPA) inamistosa o “salvaje”, para la adquisición mayoritaria del
patrimonio accionarial de la empresa a controlar, con el fin de “absorberla”;
por ejemplo: el Banesto por parte del Banco de Bilbao.
A finales de 1987, así fue la ofensiva
de José
Ángel Sánchez Asiaín sobre el Banesto en contubernio político con el
PSOE —maniobra en la que participó Manuel
De la Concha (Ibercorp) favorecida desde dentro del banco por López
de Letona— que ocasionó un gran escándalo[2].
En aquellos momentos, tal proceder fue repudiado en los medios bancarios, más
que nada por inaudito o inusual, ya que, hasta entonces, todas las fusiones
entre los bancos se acostumbraban a formalizar mediante “pactos de caballeros”,
rodeados del también consensuado ocultismo y discreción. Tan es así, que hasta
el Banco Central de Alfonso Escámez
se sumó a la defensa de Banesto lanzando una “contra-opa” que agotó las
posibilidades del Bilbao. Este fracaso de Asiaín le hizo dar media vuelta
volviendo, de momento su voluntad política, hacía la fusión todavía no
consumada en su tierra vasca con el Banco de Vizcaya.
Mientras tanto, al capital industrial
en manos del “tándem” formado por Juan Abelló y Mario Conde, con la
adquisición de “Laboratorios Abelló”, le siguió a finales de 1985
la compra de otra farmacéutica, la empresa Antibióticos, en la que
Abelló ocupó la presidencia y Conde la vicepresidencia como consejero delegado.
El primer gran negocio se produjo dos años después, al vender esta empresa a la
compañía italiana Montedison por 58.000 millones de pesetas. Una
operación brillante que se ha considerado digna de estudio por las escuelas de
negocios. Tras esta operación, ambos amigos emprendieron el asalto a la más
grande de las entidades financieras de la península ibérica: el “Banco
Nacional Español de Crédito” (Banesto).
Con la aprobación y apoyo de
una parte del consejo y el 5% del capital social, Abelló y Conde forzaron su
entrada en el órgano de poder de este banco, al amparo de un cambio en la
opinión pública que resultó determinante para el éxito. El artífice de ese
cambio fue Mario Conde, en aquel momento imagen viva de un triunfador sin cuna
o apellido, que demostró haber sido capaz de subir hasta lo más alto de la
jerarquía empresarial. Tal vez sea por eso que, pese a disponer de un paquete
de acciones mucho mayor que el de su socio, Abelló cedió el puesto de honor del
banco a Conde, y él se quedó con la vicepresidencia, que simultaneó con la
presidencia de la compañía de seguros “La Unión y El Fénix”.
Sobre la base de este
patrimonio económico-financiero, Abelló y Conde se propusieron llegar a un
acuerdo con el Banco Central de Alfonso Escámez para fusionar ambos grupos.
Pero irían a topar con los primos Alberto Cortina y Alberto Alcocer,
como punta de lanza del Estado, a cargo de los sucesivos gobiernos de Felipe
González, entre 1982 y 1996, período en el cual tuvieron lugar todos estos
acontecimientos, precursores de lo que a los españolitos de a pié se nos ha
venido ahora encima, y estamos soportando desde 2008 hasta hoy.
03. ¿Y ahora qué?
¿No
estamos con esta, para ya muchos “subyugante” propuesta de los nuevos
populistas, ante una perspectiva parecida —muy similar a la que condujo por
aquella deriva política intervencionista, contrarrevolucionaria en Europa—, desde los
tiempos de Franco hasta nuestros días? ¿Para qué está la historia sino para
aprender de ella? ¡¡Pero no!! A embobarse con los móviles y demás recursos embrutecedores del
sistema, que para eso está la industria capitalista del entretenimiento,
¿verdad?
La
pequeña y mediana propiedad privada sobre los medios de producción y de cambio,
a través de la competencia
intercapitalista conduce, inevitablemente,
hacia el predominio absoluto
de la gran propiedad y a la no
menos inevitable polarización de la sociedad, entre una minoría cada vez más irrisoria en poder de esos medios, y
una mayoría cada vez mas mayoritaria
relativamente más y más paupérrima que solo dispone de su fuerza de trabajo. Las
sucesivas crisis económicas se han venido encargando de hacer esa tarea y en tales
condiciones estamos ahora. ¿Queremos volver a repetir la misma historia
dejándonos llevar una vez más de las narices, por estos contumaces líderes pequeñoburgueses
irresponsables? ¿No es algo así como empezó prometiendo en España el entonces
joven “Felipillo”, junto a su camarilla “socialista” durante la transición a la
“democracia” en la década de los 80?
En
tiempos de crisis, el menguante
incremento de las ganancias a caballo de la productividad del trabajo,
respecto del costo en producirlas,
determina que la creación de riqueza ralentice su ritmo de crecimiento. Así el
paro se extiende y el consumo se desploma, al mismo tiempo que los ingresos del
Estado. Ergo, el déficit público se dispara y la deuda interna llega a extremos
insostenibles: En España, el déficit público alcanzó el 6,5%, y la deuda
interna durante el primer trimestre de 2014, fue de 989.925 millones,
equivalente al 96,8% del P.I.B. En el segundo trimestre se incrementó en 17.394
millones de Euros, superando el billón en 7.394 millones, equivalente al 98,4%
del P.I.B.: 63.447 millones más que en el mismo trimestre de 2013. En cuanto a
la deuda externa, es la que el Estado, las empresas, los bancos, las familias y
el propio Banco Central tienen frente al exterior. Y según datos del Banco de
España, durante el primer trimestre de 2014 aumentó en 38.615 millones, hasta
situarse en 1,67 billones de euros, el 163% del PIB.
¿Qué
propone la formación “Podemos” en su programa electoral frente a semejante
emergencia?:
<<…una
auditoría de la deuda pública y privada para delimitar qué partes pueden ser
consideradas ilegítimas y declarar su impago (...) y reestructuraciones del
resto de la deuda>>.
Exactamente
lo mismo que “Syriza”:
"…una
auditoría de la deuda pública, renegociar su devolución y suspender los pagos
hasta que se haya recuperado la economía".
El
Frente Nacional de la señora Le Pen
es más cauto y no quiere ver manchada la reputación de Francia. Por eso
propone:
<<El retorno a la ortodoxia
presupuestaria debe ser progresivo y secuencial [para no poner en peligro] el
crecimiento económico y el empleo. (…) El modelo ultraliberal de la UMP [el
partido de Sarkozy] y el Partido Socialista nos pone en la ruta de la
servidumbre ante los mercados financieros. La cuestión de la deuda pública es
el nudo gordiano de todo el sistema de pillaje de las riquezas de la nación por
el sector financiero y el librecambismo mundial. Evitaremos que Francia sea
esclava de su deuda, porque esto sería un suicidio económico y social>>.
O sea,
que las tres formaciones políticas populistas, sostienen exactamente el mismo
criterio: Supeditar el pago de la deuda externa, al tiempo que vaya exigiendo
el sistema para salir de la crisis, una exigencia que estos señores basan en el
incremento del consumo interno
al interior de cada país deudor, como palanca de la recuperación económica del
sistema. La famosa “demanda agregada” de Keynes.
Estos
señores “piensan” él capitalismo del modo más embaucador y perverso. Como si el
principio activo fundamental
que mueve a los capitalistas, consistiera en aumentar el bienestar del “pueblo”
y no en obtener ganancias crecientes
a relativos menores costes,
como conditio sine qua non de
producir riqueza. Jamás ninguno de los teóricos en los que se apoya toda esta
gente, ha podido fundamentar
científicamente semejante falacia. Y el caso es que las crisis estallan
cuando a determinados costes, las ganancias dejan de crecer.
Bajo tales condiciones en que
desaparece el estímulo de la ganancia y el aparato productivo entra en
semiparálisis, ¿qué demanda agregada puede sacarlo de tal situación? Pero,
además, ¿de dónde los burócratas que
gobiernan los principales Estados burgueses en bancarrota por carencia de
ingresos, pueden “rascar” los fondos
líquidos para crear esa supuesta “demanda agregada” para fines consumistas? ¿De
dónde, si esos fondos en poder de los más poderosos conglomerados
empresariales, permanecen ociosos en paraísos fiscales o se
destinan a la especulación, porque la tasa de ganancia sigue
hundida?[3].
He aquí al descubierto la verdad de la chapuza teórica keynesiana de todos
estos populistas aprendices de los Putin. ¿Qué demanda agregada pueden crear
los Estados nacionales, sí además de no poder financiar el seguro de desempleo
a millones de parados sin menoscabo de los sistemas jubilatorio, de salud y
educación, encima sufren una sensible reducción de sus ingresos fiscales como
consecuencia del enorme declive de la actividad económica derivada de la
crisis? Su único recurso, es el de apelar a la emisión de dinero puramente
fiduciario y por tanto, fraudulento, es decir, sin respaldo efectivo en riqueza
real creada. Una aventura en la que parece haberse metido últimamente el Estado
norteamericano, cuyo histriónico presidente, de todo lo que acabamos de afirmar
hasta este punto, tampoco sabe ni quiere saber un carajo. Que lo sepan todos
ellos, o no, da igual. Sólo importa saber que son unos engañabobos, unos incontinentes
charlatanes de feria.
04.
Conclusión
Este capitalismo “allegro ma non
troppo” de los populistas, resucitados por la persistencia de la
recesión, se atreven incluso a proponer un presunto “nuevo”
modelo de desarrollo capitalista, que privilegie a la pequeña empresa en detrimento
de la mediana y grande de carácter multinacional.
Como si semejante propuesta no se hubiera propuesto hace ya
168 años y llevado a la práctica reiteradamente, tantas veces como resultó
fallida a la salida de cada crisis de superproducción de capital en el Mundo. O
sea, que por completo ayunos de memoria histórica, los populistas se proponen
liderar el regreso a otro intento de refrenar las Leyes objetivas
del capitalismo, basadas en la competencia interburguesa, pugnando
inútilmente por reprimirla para que no pase más allá de promocionar la pequeña
y mediana propiedad.
Algo así como el ensayo de un modelo de sociedad congelado en
un ideal Stand By de moderación permanente del sí quiero pero no tanto, propia
de la filosofía pequeñoburguesa, tan fervientemente deseada y promovida
filosóficamente por Pierre Joseph
Proudhon, quien, como dijera Marx: quiere a la competencia pero repele
al monopolio, y consagra que haya capitalistas pero no grandes capitalistas. En
suma: quiere al capitalismo pero no sus necesarias consecuencias:
<<En
realidad, (Proudhon) hace lo que
hacen todos los buenos burgueses. Todos ellos nos dicen que la competencia, el
monopolio, etc., en principio, es decir, considerados como ideas abstractas,
son los únicos fundamentos de la vida (sin ellos no se podría vivir), aunque
en la práctica dejan mucho que desear. Todos ellos quieren la
competencia sin sus funestos efectos. Todos ellos quieren lo imposible, a
saber: las condiciones burguesas de vida
sin las consecuencias necesarias de esas condiciones. Ninguno de ellos
comprende que la forma burguesa de producción es una forma (de vida) histórica
y transitoria, como lo era la forma feudal. Este error proviene de que, para
ellos, el ser humano burgués es la única base posible de toda sociedad,
proviene de que no pueden imaginarse un estado social en el que el ser humano
genérico deje de ser burgués>>. (K. Marx. Bruselas 15/06/1847:“Miseria de la filosofía. Respuesta a
‘Filosofía de la Miseria’ del Señor Proudhom” Ed. “Progreso” Moscú Pp. 158)
¿Por qué los populistas no pueden imaginarse dejar de ser
burgueses? Pues, muy sencillo. Porque lo llevan en la sangre. Y esas inevitables
consecuencias del capitalismo, ponen a su existencia como tales un límite
histórico infranqueable. Un colofón sin continuidad posible, al
cual se va acercando este sistema de modo irremediable por su propia
lógica específica, al ser cada vez más inviable por oneroso, no solo en
capital respecto de los beneficios que obtiene la minoría cada
vez mas irrisoria de sus propietarios opulentos, sino en sufrimiento
y vidas humanas. Una realidad que durante las crisis hace verdaderos estragos,
incluso entre los pequeños empresarios arruinados, sembrando la miseria extrema
entre las mayorías absolutas explotadas. Y así es como evidencia no
ser necesario para nadie. Lo mismo que sucedió con el esclavismo y el
feudalismo. Esto es lo que todavía no quieren imaginarse los populistas pequeñoburgueses que
se resisten a dejar de serlo, huyendo de esa perspectiva como de la peste,
volviendo una y otra vez a la selva del capitalismo, donde no dejan de ser,
ellos también, víctimas propicias. Fijémonos que durante los últimos cinco años
en España, los más ricos no dejaron de aumentar, creciendo
a un ritmo del 27%, al tiempo que el número pequeñas y medianas
empresas quebradas se ha triplicado, pasando de 2.528
en 2008, a 7799 en 2012:
<<Las cifras de
fracaso de las Pymes son abrumadoras en cualquier país que se analicen. Como es
lógico, las mismas varían según el país, pero se mantienen en altos niveles
negativos muy similares. Así, por ejemplo, en España, para García Ordóñez, de
la Universidad de Cádiz, “el 80% de las empresas quiebran en los primeros cinco
años”. Estas cifras son confirmadas por “Emprendedor XXI”, de La Caixa, que
advierte que “las estadísticas nos hablan de una elevada mortalidad en las
empresas de nueva creación: según datos de 2003, más del 70% de los negocios no
llegan a los cuatro años de vida”. De acuerdo con la CEPAL “en los países
subdesarrollados entre un 50 y un 75% dejan de existir durante los primeros
tres años”>> http://www.gestiopolis.com/canales5/emp/ochentapy.htm.
¡¡¡Que no es el cuento de Blanca Nieves y los 7
enanitos. Que es la Ley General de
la Acumulación Capitalista, señores!!! ¡¡¡Que no se la puede modificar ni
acabar con ella, si no es anulando políticamente su principio económico activo:
la propiedad privada sobre los medios de producción y de cambio!!!
¡¡Pero no!! Los señores populistas del “Frente Nacional” en Francia, “Syriza”
en Grecia y “Podemos” en España, “erre que erre” vuelven hoy a querer ir por
Europa, a contrapelo de la historia. Proponen una vez más regresar al pasado
con la tan renovada como vana ilusión, de perpetuar el Estado
empresario capitalista de cuño alternativo fascista o keynesiano, a
medio camino entre la competencia perfecta
ya superada y la competencia
oligopólica vigente.
Nosotros, los revolucionarios consecuentes, en cambio,
seguimos sosteniendo las consignas programáticas del próximo futuro,
cada vez más cercano a caballo del capitalismo agonizante, inspiradas en la precursora “Comuna de
París”, entre Julio y setiembre de 1871. Y la diferencia es notoria:
1) Expropiación de todas
las grandes y medianas empresas industriales, comerciales y de servicios, sin
compensación alguna.
2) Cierre y desaparición de la Bolsa de
Valores.
3) Control obrero colectivo permanente y
democrático de la producción y de la contabilidad en todas las
empresas,
garantizando la transparencia informativa en los medios de difusión,
para el pleno y universal conocimiento de la verdad en todo momento y en
todos los ámbitos de la vida social.
4) El que no trabaja no come.
5) De cada cual según su trabajo y a cada cual según
su capacidad.
6) Régimen político de gobierno basado en la democracia directa, donde los más decisivos asuntos de Estado se aprueben por mayoría en Asambleas por distrito, y los altos cargos de los tres poderes, elegidos según el método de representación proporcional, sean revocables en cualquier momento de la misma forma.
[1] En la modalidad
política pura se inscribe la expropiación del conglomerado de empresas “Rumasa” al burgués jerezano José María
Ruiz Mateos, a la que no hemos de referirnos por escapar al objeto de
este trabajo. En la última modalidad entra el proceso que marginó de la lucha
económica y política por el poder, a otro incordio empresario, el gallego Mario
Conde, proceso del que hemos de seguir todos sus pasos, por razones que
nuestros lectores comprenderán que se justifica plenamente dado que reúne todos
los elementos que hacen al carácter del Estado “democrático” circunscriptos a
las relaciones de poder interburguesas en la etapa tardía del capitalismo
[2] López de Letona
fue impuesto al Banesto por el Banco de España como consejero delegado, a raíz
del agujero de 100.000 millones de pesetas que Javier De la Rosa dejó en la Banca
Garriga-Nogués, la sucursal que Banesto tenía en Catalunya. En los
primeros años 80, De la Rosa había logrado convencer a los miembros de la
desconfiada familia Garnica —en aquel tiempo dueños de Banesto— para que le
dieran todos los poderes de gestión en esa filial catalana. Cuando De la Rosa
abandonó la entidad, a mediados de esa década, había generado un agujero de
100.000 millones de pesetas, situación que condujo el banco a la quiebra.
Manuel De La Concha, ex síndico de la Bolsa de Madrid, fue presidente de la
firma Ibercorp, un entramado de empresas sociedades instrumentales e
inexistentes creado en sociedad con Mariano Rubio y otros, a través de las
cuales, entre 1985 y 1993 realizaron actividades especulativas de Bolsa que les
permitieron redituar importantes plusvalías generadas a raíz de la oportuna
compraventa de acciones orientada según la información privilegiada de que
disponía De la Concha en virtud de su cargo en esa institución.
[3] En mayo de 2013 aludimos a un controvertido informe del
FMI, según el cual en 2010 había más Euros en paraísos fiscales: 18 trillones (18.000.000.000.000.000.000),
que el equivalente a todo el P.B.I. creado ese año por los países de la CEE.