Otro Sí Digo en la polémica sobre la Tasa de Ganancia

<<La ley del valor va dirigida desde el primer momento, contra el criterio procedente del mundo de ideas capitalistas, de que el trabajo pretérito acumulado en que consiste el capital, no es simplemente una determinada suma de valor creado, sino que es también, como factor de la producción y de la creación de ganancia, creador de valor, fuente de más valor que el de por sí encierra; la ley del valor sienta el hecho de que esta cualidad sólo corresponde al trabajo vivo>> (F. Engels: Prólogo al Libro III de “El Capital”.

1. Introducción.

El pasado lunes 22 de noviembre a las 23:57 Hs., recibimos un correo firmado por “Edu”, donde nos insta a “adjuntar” a la polémica con Rolando Astarita lo escrito por él en la siguiente dirección y a darle cumplida respuesta.

Acudiendo a ese “Blog”, allí se ha visto que —al parecer— no pudo el propio Astarita haber encontrado dónde Marx haya podido afirmar textualmente que, ante cada avance tecnológico incorporado a los medios de trabajo, “el valor de la maquinaria empleada aumenta, pero en menor proporción de lo que aumenta la fuerza productiva de esa maquinaria”. No obstante, este señor sigue afirmando que tal es lo que sucede bajo el capitalismo, independientemente de cómo evolucione el trabajo vivo, es decir, la relación entre la parte de la jornada de labor en que los asalariados producen el equivalente a sus medios de vida, y la parte que, según progresa la acumulación del capital global, se van apropiando los capitalistas para convertirla en trabajo muerto bajo la forma de medios de producción y de su fondo de consumo particular.

De lo cual deduce:

1) que la productividad del trabajo puede seguir progresando indefinidamente;

2) que el plusvalor aumenta cada verz más y,

3) que, por tanto, la Tasa de Ganancia tiende históricamente al alza.

Ésta es una lógica errónea que ya hemos rebatido y sobre la cual no vamos a extendernos aquí porque ya lo hicimos en:

Sólo insistir en que:
1) Bajo el capitalismo la productividad del trabajo tiene por única finalidad convertir el mayor tiempo de trabajo necesario posible, en tiempo de trabajo excedente productor de plusvalor para los fines de su acumulación bajo la forma de capital.
2) La jornada colectiva de labor no puede exceder las 24 Hs. de cada día y ante cada innovación tecnológica incorporada a los medios de trabajo, disminuye absolutamente el valor de los salarios y relativamente el número de asalariados que mueven un mayor volumen relativo de medios de trabajo cada vez más eficaces y onerosos, de modo que:
3) Se concluye lógicamente que cuanto más trabajo necesario haya convertido ya la patronal en plusvalor capitalizado aumentando la productividad del trabajo, menor será la fracción restante de la jornada laboral en la que el trabajo necesario pueda ser convertido en plustrabajo y, por tanto, mayor deberá ser el volumen y valor de los medios a emplear, para incrementar el plusvalor en una fracción cada vez más pequeña.

2. El ejemplo de Marx traído de los pelos

Ahora, Astarita nos remite a lo que Marx desarrolla en el apartado IV del Capítulo XV correspondiente al Libro III de “El Capital”, donde expone como ejemplo una empresa propiedad de una capitalista particular, en cuya estructura de producción introduce un adelanto tecnológico incorporado en sus medios de trabajo, que permite reducir a la mitad el trabajo vivo requerido (aumentando el plusvalor al doble del salario) en cada pieza que fabrica. Pero triplica el desgaste que, en términos de valor, esos medios de producción transfieren o trasladan al coste del producto fabricado con ellos, elevando su precio por encima del nivel anterior a la introducción de la mejora tecnológica.

Marx ofrece este ejemplo con la única finalidad de demostrar que, bajo las condiciones establecidas por la Ley capitalista de la productividad, la mercancía de ese productor no es reconocida por el mercado y se queda sin vender. ¿Por qué? Pues, porque a cada unidad de producto añadió más valor en concepto de desgaste de su maquinaria, que el ahorrado en concepto de salarios, razón por la cual no consigue abaratar su valor y el mercado lo rechaza.

En el mercado de un mismo producto, siempre hay fabricantes con capacidad de utilizar maquinarias tecnológicamente preparadas para que su desgaste durante el tiempo en que se trabaja con ellas, transfieran al producto que fabrican menos valor que el ahorrado en los salarios de los trabajadores que sustituyen, permitiendo así que sus patronos puedan vender ese producto por debajo del valor social promedio existente antes de la introducción de esa maquinaria, pero por encima de su valor individual actual, obteniendo así una ganancia extraordinaria. De este modo, a través del mercado, además del plustrabajo sustraído a sus asalariados, consiguen capitalizar una parte del plustrabajo obtenido por empresas con técnicas de producción menos eficaces:

<<Pero si sucede esto, al generalizarse el cambio tecnológico (y si los salarios reales permanecen constantes), la tasa de ganancia sube, en lugar de bajar. (…) por esta razón el GPM no puede explicar qué racionalidad puede tener el cambio tecnológico que postula>>, dice Astarita (el subrayado es nuestro)

Al margen de la racionalidad que el GPM pueda o no aportar —que esto lo veremos enseguida— lo que afirma Astarita —siguiendo a Marx— es que la innovación tecnológica de una maquinaria, cuya utilización permite ahorrar más valor en salarios del que la maquinaria añade al coste del producto por desgaste, lo que sucede una vez que el mercado generaliza el método, es que el valor medio unitario del producto disminuye. Esto es lo que Marx se limitó a demostrar ahí. Pero de aquí Astarita concluye, sin aportar fundamento probatorio alguno, que “la tasa de ganancia sube en lugar de bajar.

 

3. Valor unitario del producto y Tasa General de Ganancia Media

Allí de ningún modo el creador del Materialismo Histórico se planteó comprobar la incidencia que un determinado adelanto tecnológico incorporado a un medio de trabajo por un capitalista individual, puede tener sobre la Tasa General de Ganancia Media en cuanto a si sube o baja. Sólo se propuso verificar la condición o requisito para que su producto sea aceptado socialmente a instancias del mercado, y es que el trabajo social empleado para producirlo le añada al producto menos valor en capital fijo, que el ahorrado en materia de salarios a raíz de un aumento en la productividad del trabajo incorporado a la maquinaria que utiliza. Nada más. Por eso supuso que el capital circulante se mantiene constante y, además, para simplificar la resolución del problema, hizo la precisión de que los datos del esquema inicial son recogidos una vez socializado cada adelanto tecnológico por la Tasa General de Ganancia Media en esa industria, donde el valor unitario coincide, por tanto, con su precio de producción. O sea, que las mercancías se intercambian por sus valores medios sociales.

Entonces, el problema es el que la fuerza productiva del trabajo plantea, cuando una fracción del capital social global o capitalista individual, introduce un adelanto tecnológico en sus medios de trabajo, cuyo producto acaba en el mercado para su venta. Astarita sacó de este ejemplo, la conclusión de que si el valor que la maquinaria añade al producto por desgaste, es menor que el coste de mano de obra que reemplaza, la Tasa de Ganancia sube. Vamos a ver, pues, qué pasa con el coste y el valor del producto cumpliendo con la racionalidad determinada por la Ley de la productividad y cómo evoluciona la "tasa de ganancia" según tales condicionamientos. Los supuestos que Marx planteó en su esquema son:
1) El desgaste inicial del capital fijo por pieza = 0,50 €.
2) El capital circulante es = 17,50 € por pieza.
3) El capital variable inicial = 2,00 € por pieza.
4) La tasa de plusvalor es del 100% del salario inicialmente = 2,00 €.

De tales supuestos resulta el siguiente esquema:

Rotaciones
K.Fijo K.Circ. K.Var. Plvl. Costo Valor
Tasa de Ganancia
Primera
0,50
17,50
2,00
2,00
20,00
22,00 2pl\(0,5kf+17,5kc+2kv) =10%

Resultado: La Composición Orgánica del capital ha sido = 9. La Tasa Gral. de Ganancia Media = 10%. El valor de la pieza = 22,00. Su costo = 20.00.

Veamos lo que hemos hecho nosotros para comprobar si la Tasa General de Ganancia Media en esa industria sube o desciende cumpliendo las dos condiciones de la Ley de la productividad tal como Marx planteó el esquema. Supongamos que el capitalista individual dueño de esta estructura de producción aumenta la productividad en un 15% introduciendo un mayor volumen de maquinas de más alta eficacia productiva que aumentan más de lo que se incrementa su valor. Supongamos que su desgaste asciende a un 6%, de modo que pasará a ser de 0,53 por pieza. En cuanto al capital circulante, dado que se trata de saber cómo evoluciona el valor por pieza bajo la condición de que el valor de la maquinaria sea menor que el coste de la mano de obra que desplaza —tal como ha hecho Marx en su ejemplo— supondremos que ese valor del capital circulante se mantiene constante en 17,50 por pieza. Por su parte, el valor del capital variable disminuyó también un 15% pasando a ser de 1,70/pieza. Pero con esas nuevas condiciones técnicas aumentó absolutamente el número de asalariados en un 2% a fin de mover el mayor número de maquinarias, con lo que el salario por pieza = 1,73, disminuyendo así el gasto en salarios un 14,5%, más de lo que se incrementó el desgaste (6%) del capital fijo, cumpliendo así ampliamente en favor del capitalista innovador, la Ley de la productividad.

¿Por qué el capital variable debe aumentar absolutamente, aun cuando menos que el capital constante? A esta pregunta respondió Marx en el primer apartado correspondiente al capítulo XXIII del Primer Libro, donde formuló su “Ley General de la Acumulación Capitalista”. Porque ésta es la condición indispensable para que la base técnica de la fuerza productiva del trabajo progrese, a la vez que para garantizar el proceso de acumulación como un continuo. Y para tal fin es necesario que la población obrera empleada se incremente absolutamente, aunque menos respecto de los medios de producción que moviliza. De lo contrario la acumulación del capital se tornaría imposible, porque si con cada aumento de la productividad la población asalariada se redujera absolutamente, el plusvalor también haría lo propio y la acumulación fracasaría.

Resultado:

Rotaciones
K.Fijo K.Circ. K.Var. Pvl. Costo Valor
Tasa de Ganancia
Segunda
0,53
17,50
1,73
1,73
19,76 21,49 1,73pl.\(0,53kf.+17,5kc+1,73kv) = 8,76%

El coste del capital fijo aumentó un 6% pasando a 0,53. Los salarios se redujeron un -13,5% = 1,73 respecto de 2. Se cumplió la Ley de la productividad. El valor de la pieza se redujo de 22 a 21,49, es decir, un -2,30%. La Composición Orgánica del Capital se elevó de 9 a 10,42% y la Tasa de Ganancia respecto de la base técnica y orgánica precedente, se incrementó en un 8,76%, pero descendió -1,24 puntos, un -12,4% respecto de la rotación anterior. En cuanto al plusvalor capitalizado, aumentó de 2,00 a 3,73, es decir, a una tasa del 86,5%. Pero el incremento del plusvalor se redujo de 2,00 a 1,73 €, es decir, un -13,5% mientras que el costo de producirlo se redujo de 20 a 19,75, o sea, solo en -1,25%. Se cumple la previsión matemática de Marx en los “Grundrisse”, lo cual explica el descenso de la Tasa de Ganancia.

En la tercera rotación, el capitalista individual incrementa la productividad del trabajo en otro 15%, lo cual se traduce en un aumento del desgaste en capital fijo, digamos que ahora en un 7% = 0.57/pieza (aumentó el acervo de capital movido por cada asalariado, pero disminuyó el incremento del desgaste por la mayor productividad). Por su parte, el capital variable disminuyó otro 15% y pasó a ser de 1,47, pero al aumentar relativamente el número de asalariados, equivalente, ésta vez, a un 1,5% adicional, lo invertido en salarios será de 1,49/pieza.

Rotaciones
K.Fijo K.Circ. K.Var. Plvl. Costo Valor
Tasa de Ganancia
Segunda
0,57
17,50
1,49
1,49
19,56 21,04 1,49pl.\(0,57kf.+17,5kc+1,49kv) = 7,62%

Resultado:

El desgaste del capital fijo se incrementó un -2% que en la rotación anterior aumentando de 0,53 a 0,57/pieza. Los salarios se redujeron un -13,87% = 1,49 respecto de 1,73. Se cumplió la Ley de la productividad. El valor de la pieza se redujo de 21,48 a 21,05, es decir, un -2,09%. La Composición Orgánica del Capital se elevó de 10,42% a 12,12% y la Tasa de Ganancia respecto de la base técnica y orgánica precedente se incrementó de 8,76% a 7,62%, o sea, que ese incremento de la ganancia descendió en un -14,96% respecto de la rotación anterior. El plusvalor capitalizado o tasa de acumulación del plusvalor se incrementó de 3,73 = (2+1,73) a 5,22= (3,73+1,49), es decir, creció a una tasa del 39,95%, o sea que decreció en casi 47 puntos porcentuales . Por su parte, el incremento del plusvalor disminuyó de 2 en la primera rotación a 1,73 en la segunda, o sea un -13,5%; y de 1,73 en la segunda, a 1,49 en la tercera, o sea, un -16,11%, es decir, se redujo -2,61 puntos porcentuales más. Se cumple la previsión demostrada matemáticamente por Marx en los “Grundrisse”. Mientras que el coste de producirlo entre la primera y la tercera rotación, se redujo absolutamente en -2,30%. Esto explica el descenso en la Tasa de Ganancia.

Como conclusión se demuestra que, con cada progreso de la productividad del trabajo que convierte cada vez más trabajo necesario en plusvalor, se reduce la parte de la jornada restante que queda por capitalizar. Dicho de otro modo: cuanto mayor sea la fracción de la jornada de labor colectiva que el capital haya convertido en plusvalor —en nuestro caso 5,22— aumentando sucesivamente la productividad del trabajo, menor será la fracción restante de esa jornada susceptible de convertirse en plusvalor y menor sucesivamente el incremento de éste. Por tanto, todavía mayor deberá ser el progreso de la fuerza productiva incorporado a un mayor volumen y valor de los medios de trabajo, para incrementar el plusvalor en proporciones sucesivas necesariamente más pequeñas. El aumento del plusvalor disminuye más que el coste de conseguir que se incremente. Ergo: la Tasa de Ganancia se incrementa cada vez menos, es decir, desciende.

¿Qué conclusión sacó Astarita sobre este proceso? Que la tasa de Ganancia se eleva en vez de descender:

<<El ejemplo [de Marx] es muy interesante porque el cambio tecnológico tiene lógica si el capitalista puede abaratar los costos de producción, de manera de conseguir una plusvalía extraordinaria vendiendo por debajo del precio establecido por el promedio de la industria, que todavía no inició el cambio tecnológico, y por encima de su costo individual (véase cap. 10 t. 1 de El Capital). Pero si sucede esto, al generalizarse el cambio tecnológico (y si los salarios reales permanecen constantes), la tasa de ganancia sube, en lugar de bajar.>> (R.A.: “Respuesta al GPM”. Lo entre corchetes del GPM )

Según piensa Astarita, si se abarata el salario por el aumento de la productividad, el plusvalor aumenta indefidamente y los costos de producción disminuyen. Por tanto, la Tasa de Ganancia se incrementa. Pero lo que no demuestra, es en qué porcentaje puede aumentar el plusvalor respecto de la rotación inmediata anterior según la productividad del trabajo reduce el salario en las sucesivas rotaciones, ni en cuanto debe, para ello, aumentar la composición orgánica del capital. Cuando la competencia generaliza el cambio tecnológico y la Tasa de Ganancia impone un tiempo de trabajo socialmente necesario menor respecto del requerido antes de dicha generalización, haciendo consecuentemente descender también el valor del producto por debajo del nivel anterior, anula esa ganancia extraordinaria y la Tasa de Ganancia media desciende por la misma causa que abarató el valor del producto a expensas del abaratamiento en salarios.

Respecto de lo que la productividad del trabajo social traslada realmente a su producto, en ese mismo apartado del Capítulo XV en que Marx presenta su ejemplo, dice que:

<<La parte del valor emanada de las materias primas y auxiliares, debe reducirse con [el aumento de] la productividad del trabajo, puesto que esa productividad con relación a esas materias se revela, precisamente, en el hecho de que el valor de las mismas ha disminuido. En cambio, lo característico en el aumento de la fuerza productiva del trabajo es, precisamente, que la parte fija del capital constante experimenta un crecimiento muy intenso y, por ende, también la parte de valor del mismo que se transfiere a las mercancías en virtud del desgaste.>> (Op. Cit. Lo entre corchetes nuestro)

¿Por qué Marx hace esta aclaración sobre las materias primas inmediatamente antes de presentar su ejemplo, donde establece la condición de que con cada incremento de la productividad el capital fijo traslade al producto por desgaste menos valor del que sustrae al trabajo necesario para convertirlo en plusvalor, al tiempo que supone constante el valor de dichas materias primas? Porque en ese contexto solo se trata de probar que con cada incremento de la productividad incorporada a los medios de trabajo cumpliendo las dos condiciones de la Ley de la productividad, el valor de cada unidad de producto se reduce. Nada más. Y para esto no hace falta que intervenga el costo en materias primas, porque lo que se trata de demostrar allí, es si el trabajo social más productivo traslada a cada unidad de producto en concepto de costo por desgaste en el capital fijo empleado, respecto de lo ahorrado en los salarios de la mano de obra que sustituye. Porque de ello resultará que el valor del producto disminuye.

La Tasa General de Ganancia Media, por el contrario, se calcula no según lo que cada proceso de trabajo cuesta al capitalista y traslada a cada unidad del producto en materia de capital fijo por desgaste, sino según el capital fijo invertido que entra totalmente en cada proceso de producción de plusvalor y que comprende al producto global obtenido en numerosas rotaciones. Es sobre esta base —y no sobre la del ejemplo de Marx tomado por Astarita—, que cuando la competencia generaliza el nuevo método más eficaz incorporado a los medios de trabajo, Marx dice: “se inicia entonces el descenso de la tasa de ganancia”.

Por lo tanto, el ejemplo de Marx del cual se valió Astarita, para afirmar que la Tasa General de Ganancia desciende porque el coste de fabricación de una unidad de producto disminuye, es tan engañoso como si nosotros hiciéramos valer el resultado de las dos rotaciones que desarrollamos a partir de la primera expuesta por Marx en el mencionado apartado IV del capítulo XV, aparentando haber demostrado lo contrario.

Y es que el problema no está en afirmar que el valor de la maquinaria aumenta menos que la productividad obtenida con esa maquinaria, por el hecho de que reduce el valor unitario de cada mercancía, sino en sacar de esta verdad la conclusión errónea —o deliberada mentira— de que según progres la acumulación el valor de la maquinaria empleada disminuye absolutamente, para poder concluir en que la Tasa General de Ganancia Media sube. En esta deducción está el disparate. Porque la mayor productividad del trabajo que permite el adelanto tecnológico incorporado a una maquinaria, abarata sin duda el valor unitario de su producto, al mismo tiempo que el trabajo más complejo y oneroso que incorpora lo encarece, y el mayor volumen que permite ser puesto en movimieto por un menor número de operarios lo encarece todavía más, independientemente el mayor volumen de materias primas que permite procesarpor unidad de tiempo empleado.

Por tanto, su propio valor —y volumen— no dejan de aumentar absolutamente, a expensas no solo del salario sino del empleo asalariado, como condición de una mayor productividad del trabajo. Así las cosas, ¿Puede el valor de los medios de producción aumentar históricamente menos de lo que se incrementa el plusvalor a expensas del salario según progresa la fuerza productiva del trabajo, habida cuenta de que el límite de la jornada de labor diaria no puede exceder las 24 Hs? Esta es la pregunta del millón. Porque de la contestación a esta pregunta de modo racional y convincente, depende verificar científicamente si la Tasa General de Ganancia Media desciende históricamente o no.

Si bajo semejantes condiciones Astarita contesta afirmativamente a la pregunta, tal como parece haberlo sugerido, pues entonces que demuestre cómo esto puede ser posible o a cuanto deberá subir el valor de la maquinaria empleada —nada más que la maquinaria— cuando la base salarial o tiempo de trabajo necesario todavía disponible para incrementar el plusvalor —que este es su límite—, se haya reducido a la millonésima parte de la jornada de labor colectiva por efecto de sucesivos progresos tecnológicos incorporados a la maquinaria; nada más que a la maquinaria. Hagamos abstracción del valor en materias primas que se necesitaría como parte del capital constante, para que la Tasa de ganancia suba y no baje.

Piensen en esto nuestros interlocutores y verán que la pregunta sólo se puede responder afirmativamente, si al progreso de la fuerza productiva y su consecuente incremento del plusvalor obtenido con una determinada maquinaria, se los desvincula del tiempo de trabajo necesario restante susceptible de incrementar el plusvalor, como si la maquinaria fuera esa fuente creadora de plusvalor, falseando groseramente la realidad del capitalismo y las previsiones científicas al respecto, haciendo aun más cierto aquello de que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo.

4. Coste de producción por desgaste y Tasa de Ganancia

Hasta este punto, estábamos en el problema planteado por Marx en el mencionado apartado IV correspondiente al Capítulo XV del Libro III, acerca de que el coste del capital fijo por desgaste de la maquinaria, debe ser menor que lo ahorrado en concepto de salarios correspondientes a la mano de obra que la maquinaria desplaza. Tal es la condición de que el producto fabricado con ese medio de trabajo sea socialmente aceptado por el mercado.

Nosotros continuamos el ejemplo presentado allí, y aclaramos que esos resultados —en cuanto a si bajo tales condiciones la Tasa General de Ganancia baja o sube— son tan engañosos, como haber apelado a ese ejemplo sin más consideraciones, para concluir de su simple planteo, que la Tasa General de Ganancia sube.

Vayamos ahora al capítulo I del Libro III, donde Marx desmitifica la teoría burguesa del cálculo de la Tasa de Ganancia basado en el desgaste del capital fijo, que es el agujero en el que nos quiso meter Astarita evocando el ejemplo donde se demuestra otra cosa bien diferente aunque mediatamente concomitante.

En la formación de valor de un determinado número de productos fabricados, entran dos componentes:
1) el precio de costo o capital gastado en producirlos y,
2) lo que el trabajo vivo le añade en concepto de plusvalor.
Por lo tanto, dicho valor está determinado por la suma entre el precio de costo y el plusvalor que los asalariados comprometidos en el proceso de producción agregan al capital variable como resultado de la explotación de su trabajo.

De aquí se deduce:
1) que el límite mínimo del precio de venta de dichas mercancías, está determinado por su precio de costo.
2) Si se venden por debajo de su precio de costo, los elementos que se han empleado para producir esas mercancías no podrán reponerse, el proceso de valorización del capital invertido fracasará y,
3) Por consiguiente, cuando el producto se vende a un precio igual a su valor, se realiza una ganancia igual al remanente de ese valor sobre su precio de costo, igual por tanto a toda la plusvalía que en su valor total se contiene.
4) Si se venden a un precio por debajo de su valor, se realiza una ganancia menor, equivalente a la diferencia entre ese precio y el coste de producirlas.

Consideremos seguidamente los dos factores de la producción que entran en la formación del precio de costo, a saber: el capital constante y el capital variable. El primero está constituido por la parte integrante del costo en concepto de capital constante fijo (maquinarias) de cuyo valor el trabajo social solo transfiere una parte al producto fabricado con ella: la que pierde porque se desgasta durante cada proceso de producción. El segundo factor, constituido por las materias primas y auxiliares, es la parte circulante del capital constante, cuyo valor se transfiere íntegramente al producto fabricado.

Supongamos un capital de 1.680€, constituido por 1.200€ en capital fijo, más 380€ en capital circulante, más 100€ en capital variable, con una tasa de plusvalor = 100% del capital variable invertido. Pero de los 1.200€ el proceso de producción solo transfiere al producto 20€ por desgaste de la maquinaria. Por su parte, el gasto en materias primas se transfiere íntegramente al producto. En tales condiciones, el precio de costo de las mercancías será = 20€ (capital constante fijo) + 380€ (capital constante circulante) = 400€.

Con la otra parte integrante del precio de costo —y nos referimos a la fuerza de trabajo convertida en tiempo de trabajo desplegado durante todo el proceso laboral de producción—, sucede todo lo contrario. Y es que, durante una parte de este tiempo, el trabajo de los asalariados se limita a reponer o trasladar al producto, el valor del capital variable desembolsado en concepto de salarios, o sea, el precio de la fuerza de trabajo empleada = 100 €. Pero este tiempo de trabajo y su valor creado, no entra en la formación del valor nuevo o plusvalor.

Dentro del desembolso de capital, la fuerza de trabajo adquirida por el capitalista cuenta como valor creado anteriormente y que luego el asalariado traslada durante el siguiente proceso de producción a un nuevo producto. Pero dentro de este mismo tiempo de producción, el trabajo actúa, además, como trabajo creador de nuevo valor añadido al anterior. El valor de la fuerza de trabajo contratada que antes del proceso productivo actual o nueva rotación figura como capital desembolsado en salarios = 100€pv, y forma parte constitutiva del costo de producción, durante el tiempo de trabajo pasa a ser capital productivo creador de más valor, es decir, del valor que transfiere al producto y del plusvalor creado para el capitalista que lo empleó con tal fin.

Una vez definidas las dos partes constitutivas del costo de producción que Marx dio en llamar capital constante (fijo y circulante) y capital variable, la diferencia entre ellas se evidencia cuando se presenta un cambio en cuanto a la mayor magnitud relativa desembolsada en materia de capital constante respecto del capital variable. Es decir, cuando cambia la composición orgánica del capital que genera un incremento de la fuerza productiva del trabajo. Hasta ese momento, el coste de producción era = 20€ (capital constante fijo por desgaste de la maquinaria) + 380€ (en capital constante circulante) + 100€ (en capital variable) = 500€.

Respecto de los cambios en el capital variable, supongamos ahora dos circunstancias distintas:
1) que el valor de la fuerza de trabajo sea de 100€, pero que el valor de los medios de producción o capital constante aumente de 400 a 600€ o,
2) que por el contrario, disminuya de 400 a 200€.
En el primer caso, no sólo aumentará el precio de costo del producto de 500€ a (600c + 100v) = 700€, sino que el valor de ese producto aumentará de 600€ a (600c + 100v + 100p) = 800€.
En el segundo caso, no sólo disminuirá el precio de costo de 500€ a (200c + 100v) = 300€, sino que disminuirá también el mismo valor de la mercancía de 600€ a (200c + 100v + 100p) = 400€.

Dado que —a instancias del trabajo— el capital constante desembolsado —y cuyo valor se pierde por desgaste—, transfiere a la mercancía su equivalente, el valor del producto en igualdad de circunstancias, aumenta o disminuye según la magnitud absoluta de aquel valor–capital gastado.

Supongamos, ahora que, en igualdad de circunstancias, el precio de la misma masa de fuerza de trabajo aumente de 100 a 150€ o, por el contrario, que disminuya a 50€. En el primer caso, el precio de costo aumentará de 500€ a (400c+150v) = 550€, y en el segundo disminuirá de 500€ a (400c + 50v) = 450€, pero el valor de la mercancía permanecerá invariable en ambos casos = 600€; la fórmula, en el primer caso, será = (400c + 150v + 50p) = 600€; en el segundo = (400c + 50v + 150p) = 600€

Como se ha visto, a diferencia de lo que sucede con el capital constante, la fuerza de trabajo o capital variable desembolsado, no añade al producto su propio valor. Éste es sustituido en el producto, por otro valor nuevo que el trabajo crea durante el proceso productivo. Por consiguiente, los cambios que se operan en la magnitud absoluta de valor del capital variable, siempre y cuando que sólo expresen cambios en cuanto al precio de la fuerza de trabajo, no afectan en lo más mínimo a la magnitud absoluta del valor del producto, puesto que no alteran para nada la magnitud absoluta del valor nuevo creado por la fuerza de trabajo en acción. Estos cambios sólo afectan a la proporción de las magnitudes entre las dos partes integrantes del valor nuevo, una de las cuales representa a la plusvalía y la otra repone el capital variable, ésta última entrando, por tanto, en el precio de costo de la mercancía. Dichos cambios se reflejan en el llamado plusvalor relativo: pl/cv

Si ahora comparamos el capital desembolsado por una parte, y por otra el valor de la mercancía, llegamos al siguiente resultado:
I. Desembolso de capital o precio de costo de 500€ = (400 de capital gastado en medios de producción + 100 de capital gastado en fuerza de trabajo).
II. Valor de las mercancías por 600€ = precio de costo de 500€ = (400€ en medios de producción gastados + 100€ invertidos a cambio de las jornadas de trabajo empleadas) + 100€ de plusvalía.

En esta fórmula, la parte de capital invertida en fuerza de trabajo (salario), solo se distingue de la parte del capital gastada en medios de producción (capital fijo y circulante), por el hecho de que cada una se destina a pagar un factor de la producción materialmente distinto, pero no porque ambos desempeñen un papel diferente, tanto en el proceso de creación de valor de la mercancía, como en el proceso de valorización del capital. El precio de ambos factores reaparece en el costo de producción de la mercancía con arreglo a un fin: producir plusvalor capitalizable. Pero todavía no como un factor en funciones creador de ese nuevo valor añadido.

En este contexto tempo-espacial de la producción previo a lo que sucederá posteriormente en la esfera de la circulación, la diferencia cualitativa entre el capital variable y el capital constante ha desaparecido. Solo difieren cuantitativamente, es decir, en sus respectivos valores que trasladarán al producto acabado durante el proceso de producción para la formación del precio de costo.

Pero respecto del capital constante, fijo y circulante, en cuanto al papel de cada uno de estos factores en la formación del precio de costo de la mercancía durante el proceso de trabajo, sí hay una diferencia. Y esa diferencia está en que el capital fijo sólo traslada a su producto la parte de valor correspondiente al desgaste físico de la maquinaria, mientras que el capital circulante traslada el total del valor correspondiente al volumen físico de materias primas procesado por el empleo de la maquinaria.

Lo único común a las dos partes integrantes del precio de costo, en nuestro caso 400c + 100v es, simplemente, que ambas son partes del valor de la mercancía que reponen el capital desembolsado trasladando su equivalente al producto. Sin embargo, los verdaderos términos del problema aparecen necesariamente invertidos cuando se los enfoca desde el punto de vista de la producción capitalista. Porque el patrón no paga el plustrabajo, le sale gratis. De aquí que el trabajo carezca de valor, aunque sea la sustancia creadora de valor. Porque si el trabajo fuera valor y las mercancías se intercambiaran por sus respectivos valores, el capitalismo sería imposible. Por tanto, la parte variable del desembolso de capital (fuerza de trabajo) se presenta como capital desembolsado en salarios, pero como un valor–capital que paga por el valor o el precio de todo el trabajo insumido en la producción. O sea, que no paga el plusvalor.

Si ahora suponemos que una jornada laboral media de ocho horas se materializa en una masa de dinero de 0,30€: en este caso, el desembolso de capital variable de 100€, será la expresión en dinero de un valor producido equivalente a 333,33 jornadas de trabajo de ocho horas (100 ÷ 0,30 = 333,33). Pero este valor de la fuerza de trabajo comprada, que figura en el desembolso de capital, no forma parte del capital puesto realmente en funciones. El asalariado no trabaja cuatro horas (por el equivalente a su salario contratado) sino ocho. En el proceso de producción, el trabajo vivo o fuerza productiva del trabajo suplanta a la energía o fuerza de trabajo potencial contratada. Y si el grado de explotación de la fuerza de trabajo es del 100%, se la empleará en 666,66 jornadas de ocho horas, por lo cual ese plustrabajo añadirá al producto, un valor nuevo agregado de 200€. Pero el capital variable adelantado de 100 € APARECE como el precio del trabajo ejecutado durante 666,66 jornadas laborales de ocho horas. Dividiendo 100€ entre 666,66 obtenemos como precio real de la jornada de trabajo de ocho horas 0,15€, producto de valor equivalente a cuatro horas de trabajo. Confrontando ahora al capital desembolsado con el valor de la mercancía, llegamos al siguiente resultado:
I. Desembolso o costo en capital de 500€ = (400€ de capital invertido en medios de producción + 100€ de capital invertido en trabajo) = 666,66 jornadas de trabajo o de su equivalente en salarios.
II. Valor de las mercancías de 600€ = precio de costo de 500€ (400€, o precio de los medios de producción invertidos + 100€ o precio de las 666,66 jornadas de trabajo empleadas) + 100€ de plusvalía.

En esta fórmula, la parte de capital invertida en trabajo sólo se distingue de la parte de capital invertida en capital constante circulante, como el algodón o el carbón, por el hecho de que se destina a pagar un elemento de producción materialmente distinto, pero no porque desempeñe un papel funcionalmente distinto en el proceso de creación de valor de la mercancía. El precio de los medios de producción reaparece en el precio de costo de la mercancía tal y como figuraba ya en el capital desembolsado, y reaparece precisamente por el empleo útil y adecuado a un fin que se le dio a estos medios de producción. Del mismo modo reaparece en el precio de costo de la mercancía, el precio de la fuerza de trabajo o salario de las 666,66 jornadas de trabajo empleadas en su producción, porque esta masa de trabajo también se invierte en una forma útil y adecuada a un fin.

Aquí sólo vemos valores existentes ya creados. Son las partes de valor del capital desembolsado que entran en la formación del costo o producto de valor; pero allí no hay nada que actúe como elemento creador de más valor, es decir, de plusvalor. Tampoco se distingue la diferencia entre capital constante y variable. Hasta ahora, pues, todo lo que se ha invertido en la producción, reaparece como coste en el producto. La burguesía siempre lo ha mezclado y confundido todo, porque a rio revuelto ganancia de pescadores.

Pero esto no sucede con el capital constante, fijo y circulante. El valor del capital fijo de 1.200 que los capitalistas invirtieron y entra por entero en el proceso de explotación de la fuerza de trabajo y en el procesamiento de las materias primas. Pero solo se traslada al coste del producto por el equivalente al desgaste de la maquinaria, en nuestro caso = 20€, como parte del valor mercantil = 1.200 – 20 = 1.180€ o valor remanente del capital productivo invertido propiedad de los capitalistas.

Por tanto, el capital que interviene en la producción del valor de la mercancía —incluyendo en él al plusvalor— es de 1.680€ = (1.200€ en capital fijo + 380€ en capital circulante + 100€ en capital variable). Pero el precio de costo de la mercancía pasa por ser de solo 500€ = (20€ por desgaste de la maquinaria + 380€ en capital circulante + 100€ en salarios).

O sea que para el cálculo del coste social de producción no solo el trabajo realmente ejecutado queda oculto bajo el concepto de fuerza de trabajo contratada por el capitalista cuyo valor en salarios pasa directamente al coste de producción, sino que el valor total del capital fijo invertido y comprometido en el proceso productivo, es sustituido por la parte equivalente a su desgaste. Después de haber demostrado semejante “timo de la estampita” por parte de los ideólogos burgueses, Marx advierte que el precio de costo así calculado, es totalmente engañoso, lo cual pone en evidencia hasta qué punto los teóricos de la burguesía han falsificado el resultado de la reproducción ampliada del capital:

<<Esta diferencia entre capital fijo y circulante con respecto al cálculo del precio de costo, solo confirma el origen aparente del precio de costo a partir del valor de capital gastado o del precio que cuestan al propio capitalista los elementos de producción gastados, entre ellos el trabajo. Por otro lado, la parte variable del capital, desembolsada en fuerza de trabajo, se identifica aquí, expresamente, en relación con la formación del valor y bajo el rubro de capital circulante, con la parte del capital consistente en materiales de producción, consumándose así la mistificación del proceso de valorización del capital.>> (K. Marx: “El Capital” Libro III Cap. I. El subrayado nuestro)

He aquí por qué Astarita se fue a buscar el ejemplo que Marx presentó en el apartado IV del capítulo XV correspondiente al Libro III, para poder afirmar que la Tasa de Ganancia sube, agregando que "el GPM no puede explicar qué racionalidad puede tener el cambio tecnológico que postula". Pues ésta de Marx, es la racionalidad desmitificadora que nosotros defendemos.

 

5. ¿Puede un capital que se gasta producir plusvalor?

Aun cuando el plusvalor surge como excedente sobre el capital invertido en salarios, también es cierto que proviene de la suma entre el capital constante y el capital variable (c + v), entendidos ambos como capital gastado en su producción, de modo que una vez acabado, el proceso de producción resulta = c + v + pv. Pero la fórmula c + (v + pv) cuya expresión algebraica significa que el plusvalor surge de la parte variable del capital empleado, se nos presenta por los teóricos burgueses como (c + v) + pv. O sea que, según la última de estas dos expresiones algebraicas traducidas a valores numéricos, antes de la producción teníamos un capital de 500€ = 380€ (en capital circulante) + 20€ (en valor por desgaste de capital fijo) + 100€ (en capital variable). Pero después de la producción tenemos un capital de 500€ + un plusvalor de 100€. Tal como aquí se nos presenta la ganancia, es lo mismo que el plusvalor, “solo que en una forma mistificada”, dice Marx. Como si el plusvalor surgiera del precio de costo. Puesto que en los 500€ no se reconoce la diferencia entre capital constante y capital variable, el plusvalor que tiene su origen en el proceso de producción se desplaza de la parte variable del capital hacia el capital gastado para producirlo. De este modo, según Astarita llevó a Marx de la mano como si fuera un lelo —y nosotros todavía más—, la Tasa de Ganancia sería: 100€(pv.)/[20€(cf.) + 380€(cc.) + 100€(cv.)]

Pero el plusvalor es un incremento en el que está comprometido no solo el capital adelantado y gastado que participa en su valorización = (500€), sino también la parte que no participa en ese proceso, dice Marx. No es un incremento respecto del capital gastado que se repone en la producción trasladado al producto por mediación del trabajo vivo y que constituye su precio de costo, sino un incremento del capital total invertido en producirlo; es decir, antes del proceso de producción teníamos 1.680€ en capital productivo = 1.200€ en medios de trabajo (de los cuales sólo 20€ se trasladan al producto por el desgaste de producirlo) + 380€ en materias primas y auxiliares, + 100€ en salarios. Después del proceso de trabajo y de la venta del producto, tenemos 1.180€ (1.200 que siguen activos – 20 gastados) más un capital mercantil de 600€ (los 500€ trasladados al producto ya vendido) más 100€ de plusvalor = 1.780€.

Deduciendo de aquí el capital empleado en la producción, queda un plusvalor de 100€, magnitud que no solo es un incremento de valor respecto los 500€ gastados en la producción. Porque estos 500€ no se hubieran podido gastar de no haberse invertido 1.680€ en medios de producción y trabajo con el mismo fin.

Al capitalista naturalmente le da igual que los 500€ gastados en producir 100€ de plusvalor se descompongan en 380cc + 20cf + 100cv; como si se hubieran gastado solo en salarios o solo en medios de producción. Él sabe que gastó 500€ y de ahí obtuvo 100€ de plusvalor = 600€. No le interesa saber nada más. Pero la verdad científicamente hablando, es que el valor de un capital que se gasta en producir una mercancía, no puede crear plusvalor; precisamente porque se ha gastado durante el proceso de valorización y constituye su precio de costo.De hecho, en el costo del producto no hay una pizca de plusvalor incorporado.

Por tanto, si crea plusvalor no lo hace como capital gastado sino como parte del capital total invertido. Ergo, el plusvalor brota no solo del capital invertido que se gasta en producir una mercancía y por eso forma parte del precio de costo, sino también del que no entra en el precio de costo pero participa a igual título que el capital gastado en el proceso creador del valor total del producto que comprehende al plusvalor o lo incluye. Dicho de otra forma: el capital invertido de 1.680€ entra totalmente en el proceso de trabajo real de producción creador de plusvalor, aun cuando solo parcialmente en el proceso de valorización, es decir, según la parte gastada (500€) de ese capital de 1.680€ para crear 100€ de plusvalor.

<<Como vástago así representado del capital global adelantado (invertido), el plusvalor asume la forma trasmutada de la ganancia. De ahí que una suma de valor es capital porque se la desembolsa para generar una ganancia, o bien la ganancia resulta porque se emplea una suma de valor como capital. Si denominamos g a la ganancia, la fórmula (valor de la mercancía) M = c + v + pv = pc + pv, se convierte en esta otra: M = pc + g, o sea: valor de la mercancía M = precio de costo (pc) + ganancia (g).>>. (K. Marx: Op. Cit. Lo entre paréntesisx nuestro)

O sea, que al plusvalor se le hace aparecer como un excedente creado por el capital gastado. Esto es lo que ha hecho Astarita en su última intervención. En efecto, si el precio de costo (pc) es menor que el valor (M) y dado que (M) = pc + pv, ergo: pc = M – pv. Entonces, si M = pc esto quiere significar que el plusvalor pv = 0, circunstancia que bajo el capitalismo es imposible. Nadie estará dispuesto a fabricar y vender una mercancía sin obtener por ella ganancia ninguna. Pero mientras haya creado un plusvalor y pueda colocar su mercancía al mismo nivel e incluso por debajo de su valor, estará dispuesto mientras la venda por encima de su precio de costo, porque así siempre obtendrá una ganancia:

<<En nuestro ejemplo el valor mercantil es = 600€ y el precio de costo = 500€. Si la mercancía se vende a 510, 520, 530, 560 o 590€, se la estará vendiendo a 90, 80, 70, 40 y 10€, respectivamente, por debajo de su valor y no obstante se obtendrá una ganancia de 10, 20, 30, 60 y 90€, respectivamente (por encima de su coste y) mediante su venta. Entre el valor de la mercancía y su pecio de costo resulta, obviamente posible, una serie indeterminada de pecios de venta>> (Ibíd)

En el contexto de nuestra polémica con Astarita, lo decisivo aquí radica en que este señor ha hecho aparecer al plusvalor, no como un excedente respecto del capital global invertido que lo crea, sino de la parte del capital gastada en su producción, en el ejemplo de Marx: 500€ = 20cf. + 380€cc. + 100€cv. Y en el ejemplo del apartado IV correspondiente al capítulo XV: 0,50Cf. + 17,50Cc. + 2,00Cv. = 20. O sea, su precio de costo por pieza, donde el valor del producto resulta de sumarle el plusvalor, como si no surgiera más que de ahí. Por eso se fue a buscar ese ejemplo de Marx. Ni más ni menos que como han venido procediendo todos los agentes ideológicos a sueldo y/o prebendas de la burguesía.

Siguiendo tal procedimiento engañoso y apelando arbitrariamente al ejemplo de Marx, este señor se ha creído con autoridad intelectual suficiente, como para afirmar que, cuando el progreso tecnológico incorporado al capital fijo por un capitalista individual, se generaliza por la competencia en el mercado, la Tasa General de Ganancia Media no desciende sino que sube. Como si el plusvalor surgiera de la parte del capital invertida que se amortiza, y la productividad del trabajo que se opera por mediación del incesante adelanto científico técnico aplicado a los medios de trabajo, pudiera independizarse del trabajo necesario, que bajo el capitalismo es la única fuente nutricia del plusvalor capitalizado.

 

6. Producción y Mercado: ¿Qué es lo determinante?

La socialización del cambio tecnológico que ocurre con independencia de los capitales particulares en la esfera de la circulación del capital o mercado, demuestra que el capital social global se impone sobre cualquier fracción suya, sometiéndola a su Ley general, es decir, a las nuevas condiciones generales determinadas NO POR EL MERCADO sino por EL DESARROLLO DE LA FUERZA PRODUCTIVA ANTES DE QUE EL MERCADO SE ENCARGUE “A TORO PASADO” DE CUMPLIR ESTA DETERMINACIÓN, ES DECIR, POSTERIORMENTE.

Por tanto, es en ese momento y lugar, el de la producción, donde y cuando se generaliza el aumento del capital social global en funciones así como su composición orgánica y técnica, a la vez que aumenta la tasa de plusvalor, pero disminuye el incremento de su masa respecto de cada rotación anterior. Y esto es así, dado que el trabajo necesario que resta por capitalizar ha disminuido, tal como se desprende lógicamente del resultado del proceso de acumulación presentado por Marx y continuado por nosotros en esta polémica.

Por tanto, este hecho perfectamente verificable, desde el punto de vista capitalista significa que mediante cada progreso en la productividad del trabajo, se reduce una parte de la jornada de labor colectiva que resta para convertir ese tiempo de trabajo necesario en excedente, del que bajo la forma de plusvalor se apropian los capitalistas para los fines de la acumulación. Y según se v a cumpliendo esta esta lógica —ya explicada por activa y por pasiva—, la Tasa General de Ganancia Media no se eleva sino que desciende con independencia de lo que puedan hacer los capitalistas, individual o colectivamente considerados, desde la sociedad civil o el Estado.

Y a propósito de esta lógica objetiva del capital, aquí va otra cita de Marx —en opinión de Astarita “sin ton ni son”—, extraída precisamente del mismo apartado IV correspondiente al Capítulo XV del Libro III, al cual nos remitió este señor, a propósito de lo que supone la socialización de todo avance tecnológico bajo el capitalismo:

<<No hay capitalista que emplee voluntariamente un nuevo método de producción, por mucho más productivo que sea o por mucho que incremente la tasa de plusvalor (aumento del plustrabajo capitalizado respecto del trabajo necesario que resta por capitalizar), en cuanto el mismo (método) reduzca la tasa de ganancia. Pero cualquiera de estos métodos de producción abarata las mercancías. Por ello el capitalista (individual) las vende por encima de su precio de producción (vigente antes de que el adelanto que él ha introducido —y momentáneamente rentabiliza—, se generalice) y acaso por encima de su valor. Se embolsa la diferencia existente entre sus costos de producción y el precio de mercado de las restantes mercancías (del mismo género), producidas (por otros capitalistas) con costos de producción más elevados. Puede hacerlo porque el promedio del tiempo socialmente requerido para la producción de estas mercancías, es mayor que el tiempo de trabajo requerido con el nuevo método de producción. Su procedimiento de producción se halla por encima (en términos de productividad) del promedio del procedimiento social (es superior en eficacia). Pero la competencia lo generaliza y lo somete a la ley general. Se inicia entonces el descenso de la tasa de ganancia —quizás primeramente en esta esfera de la producción, nivelándose luego con las otras— el cual es total y absolutamente independiente de la voluntad del capitalista.>> (Op. Cit. Lo entre paréntesis y el subrayado nuestros)

Y seguidamente, Marx observa que esta misma Ley general rige tanto para el sector productor de bienes de consumo individual como para el sector productor de medios de producción, cuyo producto no es consumido ni directa ni indirectamente por los asalariados, porque son medios de consumo productivo cuyo abaratamiento no puede hacer aumentar el plusvalor relativo desvalorizando la fuerza de trabajo, aunque el abaratamiento del capital constante pueda presionar allí al alza de la Tasa de Ganancia. Por lo visto aquí se demuestra que el árbol de la ganancia extraordinaria redituada por el capitalista individual innovador a instancias del mercado en la esfera de la circulación, le impide al profesor Astarita ver el bosque del capital social global operando en la esfera de la producción, que a la postre hace bajar la tasa de ganancia y al mismo tiempo abarata el valor unitario del producto.

La “Ley general” a que se refiere Marx, está presidida, en última instancia, por la siguiente explicación que nosotros también hemos repetido en anteriores intervenciones, a saber:
1) El capitalismo consiste en desarrollar la productividad del trabajo para convertir el tiempo durante el cual los asalariados producen el equivalente a sus medios de vida, en trabajo excedente creador de plusvalor para los fines de su capitalización.
2) El límite de la jornada de labor no puede sobrepasar las 24 Hs. de cada día.
3) El tiempo de plustrabajo creador de plusvalor, aumenta en todo lo que el aumento en productividad del trabajo permite reducir el trabajo necesario, o sea, la parte de la jornada de labor colectiva en la que los asalariados producen el equivalente a sus medios de vida.
4) Cuanto más tiempo de trabajo necesario haya sido convertido en plustrabajo creador de plusvalor ya capitalizado, menor será el tiempo de la jornada de labor restante susceptible de ser convertido en plusvalor capitalizable.
5) Por tanto, según se sucede está lógica fundamental del capital —rotación tras rotación—, mayor deberá ser el volumen y el valor incorporado a los medios de trabajo (capital fijo) movidos por un cada vez menor número de asalariados, para convertir una proporción cada vez menor del trabajo necesario restante, en plusvalor.
6) Ergo: que según se sucede el proceso de acumulación, el capital invertido en fuerza de trabajo, se incrementa cada vez menos y el volumen y valor destinado a capital constante (fijo y circulante) aumenta relativamente cada vez más, de modo que la composición orgánica del capital se incrementa más que el plusvalor y la Tasa General de Ganancia Media desciende.

Por supuesto que hasta llegar al límite de su posibilidad objetiva —inmediatamente antes de la crisis—, este proceso supone, en todo momento, como conditio sine qua non para los capitales particulares innovadores, que el coste por desgaste de la maquinaria empleada, sea menor que el de la mano de obra que desplaza, y nosotros en ningún momento hemos discutido esta condición económica necesaria del progreso tecnológico incorporado a tal o cual medio de producción, ni tampoco fue motivo de polémica si ese progreso tecnológico materializado en determinada maquinaria, permite al sector particular del capital productivo que lo introduce, obtener una ganancia extraordinaria por encima de lo que fija el mercado a través de la Tasa de Ganancia Media, hasta que el propio mercado la socializa. Respecto de esta Ley de la productividad de Marx, Astarita dice que:

<<…el GPM elude la dificultad, afirmando que no hay restricción alguna al cambio tecnológico, sin examinar las implicancias de lo que está afirmando.>> (Op. cit)

Sobre este asunto nos hemos ocupado en: dialéctica y crisis2008. Pero es que, tal como se lo señaláramos a este profesor universitario en nuestra polémica con él, aquí no se trata de la competencia entre capitalistas particulares ni de la plusvalía extraordinaria que un capital individual obtiene respecto del resto de los capitalistas productivos, por el hecho de invertir una masa de plusvalor capitalizado en medios de trabajo con tecnología punta, lo cual momentáneamente le permite ahorrar el equivalente en salarios —y vender su mercancía— más barata que el precio de producción fijado por la Tasa de Ganancia Media en ese momento, aunque por encima de su propio valor individual.

De lo que se trata aquí es de averiguar qué pasa en la esfera de la producción, porque:

<<En sentido científico, la fuerza fundamental o causa formal que induce al cambio tecnológico incorporado al capital fijo, aunque así lo parezca no es la competencia entre las distintas fracciones del capital que operan en la esfera de la circulación de los valores económicos, sino el principio activo del capital social global tendente a convertir trabajo necesario en excedente o plusvalor creado en la esfera de la producción. La competencia, por tanto, solo es la causa eficiente a través de la cual ese principio activo —del capital en su conjunto— concreta el desarrollo de la fuerza productiva al interior de las relaciones de producción entre capital y trabajo.
La competencia es el cómo del cambio tecnológico, la mediación mercantil y dineraria a través de la cual la productividad del trabajo sintetizada en forma de plusvalor, acaba por concretarse en la esfera de la circulación; otra cosa es el qué o “quid de la cuestión”, su esencia o causa formal sistémica consistente en producir plusvalor convirtiendo trabajo necesario en excedente, cuya distribución se opera “a priori” en la producción según la masa y composición orgánica con que cada fracción del capital global participa en esa producción del plusvalor global, aunque para realizarse sea necesaria la competencia y los intercambios según los movimientos de precios provocados por la oferta y la demanda en la esfera de la circulación.
(…) En resumen, la competencia puede concretar las leyes inmanentes de la producción capitalista, pero no gobernarlas. A través de la competencia en el mercado se puede saber “ex post” cómo se reparte o distribuye el beneficio obtenido por el capital global, cuando esa distribución ya fue determinada “ex ante” en la esfera de la producción según la respectiva masa y composición del capital con que cada productor capitalista produjo su cuota parte en el plusvalor global independientemente de los demás. Por esta misma razón, la competencia no puede determinar en qué sentido y medida se mueve la tasa general media de ganancia, cambiando en todo momento el punto medio en el que oferta y demanda casual y muy puntualmente coinciden>>
(GPM: TasaGanancia)

De lo que se trata en esta polémica —repetimos—, no es qué sucede en la esfera de la circulación, como es el caso de saber si a un capitalista individual el capital fijo le cuesta en el mercado más o menos que la mano de obra que desplaza, ni cuál es la ganancia extraordinaria que obtendrá introduciendo un adelanto tecnológico; de lo que se trata aquí, es de comprender el comportamiento del plusvalor global capitalizado por el conjunto de los capitalistas, es decir, por el capital social global determinado por el desarrollo de la fuerza productiva de la sociedad, independientemente de la voluntad de los capitalistas y de sus agentes ideológicos políticos.

Y esto no se puede comprender reduciendo el análisis a lo que pasa con un capitalista individual que compite en el mercado, esto es, en la esfera de la circulación, sino que es necesario abstraerse de todo eso hurgando con el pensamiento en la esfera de la producción; más concretamente en la relación existente entre las dos partes en que se divide la jornada colectiva de labor entera frente a cada progreso de la fuerza productiva del trabajo.

Y el caso es, ahora nuevamente, por lo visto, que para volver a marear la perdiz este señor insiste en remitirnos al mercado, confundiendo, además, al salario con el plusvalor, es decir, a la fuerza de trabajo que el asalariado vende en el mercado laboral, con la productividad del trabajo que se despliega en la esfera de la producción. Porque cuando se dirime acerca de si alguien compra una máquina cuyo coste es mayor o menor que la ganancia obtenida con ella, lo que aquí está en juego es el comportamiento del plusvalor global capitalizado que toma cuerpo como capital fijo y es puesto en movimiento por cada vez menos asalariados para producir más plusvalor a instancias del desarrollo de la fuerza productiva del trabajo que supone su empleo. Pues bien, tal movimiento, así como su distribución entre los distintos productores individuales, se determina ex ante según la masa y composición del capital con que cada productor capitalista participa en el común negocio de explotar trabajo ajeno.

Y esto se opera donde el plusvalor se produce, no donde la Tasa General de Ganancia Media permite “post festum” que ese plusvalor se distribuya haciéndose efectiva en capital-dinero a instancias del mercado, para saber entonces y no antes, si un capitalista individual hizo negocio invirtiendo o no en un determinado valor y volumen de capital fijo, cumpliendo o no la condición de que dicha inversión prevista sea menor que el costo de la mano de obra que técnicamente sustituye. No. Y no se puede ANTES, porque los capitalistas producen independientemente los unos de los otros y, por tanto, ninguno de ellos puede saber de antemano con qué estructura productiva ni cómo ni cuanto producen los demás.

E insistimos: lo que pasa en el mercado no dirime la polémica acerca de si el valor de la maquinaria resulta ser históricamente mayor o menor que la creciente productividad del trabajo obtenida con esa maquinaria. Porque, a largo plazo, la producción no depende de los precios relativos entre salario y capital fijo en la esfera de la circulación, sino del movimiento histórico del plusvalor respecto del trabajo necesario, según progresa la fuerza productiva del trabajo en la esfera de la producción del capital social global, lo cual remite directamente a la demostración matemática de Marx: —de la cual el profesor Astarita ha huido a lo largo de todo el debate —que inició y sostuvo con nosotros— como de la peste.

Ahí es donde se demuestra que, con cada progreso de la fuerza productiva del trabajo social, el plustrabajo creador de plusvalor aumenta en la misma proporción en que disminuye el trabajo necesario, de modo que el próximo aumento debe ser necesariamente menor y, para eso, deben emplearse más medios de trabajo y materias primas por obrero empleado. Y habida cuenta de que la relación dialéctica entre esas dos partes de la jornada de labor, está irremisiblemente condicionada por el límite absoluto de su duración que naturalmente no puede sobrepasar las 24 Hs. de cada día, pues como que dos más dos son cuatro sucede que, según progresa la fuerza productiva del trabajo en una estructura de producción dada, el plusvalor debe crecer necesariamente cada vez menos, porque la base de la cual se nutre: el tiempo de trabajo necesario, disminuye cada vez más, para lo cual el capital constante —fijo y circulante— debe crecer más que proporcionalmente respecto de lo que se incrementa el plusvalor.

De aquí se desprende que, cuanto mayor sea el plusvalor ya capitalizado y, por tanto, menor la fracción de la jornada de labor correspondiente al trabajo necesario remanente, que todavía queda para ser convertido en plusvalor capitalizado, pues, tanto menor será el incremento del plusvalor que el capital obtendrá del progreso de la fuerza productiva del trabajo, y mayor todavía deberá ser el valor del capital constante a invertir para obtener un aumento de plusvalor cada vez más reducido. Conclusión: El plusvalor aumenta en términos absolutos, pero en proporción crecientemente menor respecto al desarrollo de la fuerza productiva del trabajo, esto es, al incremento de valor contenido en el capital constante (fijo y circulante) empleado para tal fin:

<<Es decir, que cuanto más desarrollado está ya el capital, cuanto más plustrabajo ha creado (y capitalizado) ya (a expensas del trabajo necesario con una composición orgánica cada vez más alta), tanto más formidablemente tiene que desarrollar la fuerza productiva (invirtiendo en más capital constante, fijo y circulante), para autovalorizarse en una pequeña proporción, es decir, para aumentar la plusvalía, ya que su límite continúa siendo siempre la relación entre la fracción del día de trabajo que expresa el trabajo necesario y el día de trabajo completo (que no puede exceder las 24 Hs. diarias)>>. (K. Marx: "Grundrisse". Primera mitad. Cap. III. Lo entre paréntesis nuestro)

 

7 Incidencia del capital circulante sobre la Tasa de Ganancia.

Marx se ocupó de este asunto en el Capítulo VI del Libro III:

<<....la masa y el valor de la maquinaria empleada aumentan a medida que se desarrolla la capacidad productiva del trabajo, pero no en la misma proporción en que aumenta ésta, es decir, en la misma proporción en que la maquinaria suministra un producto mayor….>> (Op. Cit.)

Aquí está la cita que “Edu” pidió a Astarita que le ubicara en la obra de Marx. ¿Por qué sucede este fenómeno? Sobre este asunto ya nos hemos ocupado en el adjunto al mensaje que remitimos a Astarita el 18/04/10 a las 19:16 Hs., que no incluimos como parte de la polémica con él porque debimos optar ante tantos frentes abiertos por este señor. Y, en efecto, allí nos hemos referido a que, con el desarrollo de la productividad del trabajo, el capital “crece más rápidamente según sus valores de uso que según su valor”, el valor contenido en esos valores de uso. O sea, que una misma magnitud de valor del capital (Constante y variable), produce cada vez más valores de uso. Y a propósito nos hemos remitido al capítulo XXIII 2) del Libro I sobre la Ley General de la Acumulación Capitalista, donde Marx dice que:

<<Una vez dados los fundamentos generales del sistema capitalista, en el curso de la acumulación se alcanza siempre un punto donde el desarrollo de la productividad del trabajo social se convierte en la más poderosa palanca de la acumulación>> (Op. Cit. Cita pié página 77 bis)

Dicho de otro modo, el progreso en la productividad del trabajo determina que el capital crezca más rápidamente, según la cantidad de valores de uso que según su valor. O sea, que es como si se desvalorizara, como si el sistema volviera a una etapa anterior de su proceso de acumulación. Y así es, porque, desde el punto de vista del proceso de trabajo, el empleo de la fuerza de trabajo vivo no depende del valor invertido en esos medios de trabajo sino de su cantidad, cuanto mayor sea la cantidad de medios de producción contenida en una misma masa de valor, ello naturalmente redundará en un mayor empleo de trabajo vivo y, consecuentemente, en un incremento del plusvalor —absoluto porque extiende la jornada de labor colectiva, y relativo porque permite mover más medios de trabajo por asalariado. Bajo tales condiciones, el incremento del plusvalor resultante debilita o enlentece la tendencia al derrumbe. Pero al mismo tiempo la fortalece, en tanto que un mayor empleo de capital fijo que incorpora tecnología punta, procesa MUCHA MÁS materia prima por unidad de tiempo, de lo cual resulta que tomando en conjunto el incremento de inversión en los dos componentes del capital constante (fijo y circulante), incrementa la Composición Orgánica del capital.

Pero que un mismo valor esté contenido en un mayor volumen de capital fijo, no quiere decir que el valor realmente empleado disminuya —como en "versión libre" Astarita interpreta ese pasaje de Marx—, sino al contrario, porque se fabrican y venden cada vez en más número para su empleo en producir plusvalor.

Y es que, con el aumento histórico en la Composición Orgánica del Capital, aumenta el capital mínimo necesario en manos de capitalistas individuales, para un empleo productivo del trabajo vivo como trabajo promedio o socialmente necesario, determinado por la tasa media de ganancia que, como ya hemos dicho, tiende a la baja (según progresa la fuerza productiva del trabajo por efecto de una creciente Composición Orgánica del capital y de un cada vez menor incremento del plusvalor), aunque sin dejar de aumentar su masa.

Así las cosas, tal como también dejamos dicho en el adjunto a nuestro correo electrónico que remitimos a Astarita del 18/04/10 a las 19:16, la lógica determinada por la Ley de la acumulación, consiste, por un lado, en que, según progresan las fuerzas productivas durante las sucesivas rotaciones del capital global, el plusvalor relativo aumenta pero cada vez menos, cuanto más se acorta la parte de la jornada de labor —en la que los asalariados trabajan para sí mismos— todavía susceptible de ser convertida en plusvalor capitalizado, al tiempo que por el mismo progreso de la fuerza productiva, también debe aumentar la inversión en capital variable aunque relativamente menos, para poner en movimiento un mayor “volumen y variedad de medios de trabajo más eficaces, que permiten procesar una todavía mayor magnitud de valor por unidad de tiempo contenida en el creciente volumen de materias primas. Todo ello a fin de capitalizar una mayor masa de plusvalor. Y esto no hace más que acelerar la tendencia al derrumbe, solo interrumpida por las crisis periódicas”. (Op. cit.)

Pero, por otro lado, a medida que aumenta el capital constante respecto del variable, aumenta también la productividad del trabajo, es decir, las fuerzas productivas con las que el trabajo social actúa por mandato del capital. En este punto de nuestro mensaje remitiddo a Astarita del 18/04/10 hacemos un paréntesis para destacar lo que nos dice en su última intervención:

<<Marx entendía cómo funciona el capitalismo, y por eso no pasó por alto el hecho de que el cambio tecnológico está condicionado por las relaciones de producción capitalista, particularmente por la necesidad de valorizar el capital. Por este motivo, y contra lo que afirma el GPM, Marx sostuvo que el aumento del valor de la nueva máquina no puede ser mayor que el aumento de la productividad obtenida con su introducción>> (Op. Cit.)

Lo que Marx dice al respecto de este asunto es lo siguiente:

<<A medida que aumenta la proporción del capital constante con respecto al variable, aumenta también la productividad del trabajo, [aumentan] las fuerzas productivas producidas con las que el trabajo social actúa. Y como consecuencia de esta misma productividad creciente del trabajo, no cabe duda de que una parte del capital constante existente (capital fijo) se deprecia continuamente, ya que su valor no se rige por el tiempo de trabajo que originalmente ha costado, sino por el tiempo de trabajo con el que puede reproducirse, el cual decrece continuamente a medida que aumenta la productividad del trabajo. Por tanto, aunque su valor no aumenta en razón a su volumen, aumenta, sin embargo, puesto que su volumen crece más aprisa de lo que desciende su valor…>> (K. Marx: “Teorías sobre la Plusvalía” Op.cit. Cap. XV. B.3. Lo entre paréntesis y el subrayado nuestros)

Ahora bien, ¿por qué el volumen y variedad de tales componentes del capital constante aumentan históricamente más de lo que desciende su valor dando por resultado un incremento de su valor total empleado? Porque, dado que el capital se acumula convirtiendo en plusvalor la parte de la jornada de labor correspondiente a los salarios, cuanto más haya disminuido esta parte convertida ya en plusvalor capitalizado, menos es lo que queda de ella por capitalizar. Por tanto, mayor deberá ser la productividad del trabajo y, consecuentemente mayor el volumen y variedad del capital fijo movido por un cada vez menor número de asalariados, para capitalizar una porción cada vez menor de la jornada restante susceptible de ser convertida en plusvalor capitalizable. Pero, además, dado el coste creciente que supone el constante progreso tecnológico incorporado al capital fijo, obliga a su funcionamiento continuado —el “perpetum mobile” del capital de que hablaba Marx— para evitar su desvalorización y retiro prematuros del mercado por obsolescencia técnica antes de ser totalmente amortizado. Aquí está el concepto de sobrecapacidad mentado por Astarita como desencadenante de la crisis, cuando es justamente al revés: el aumento de la productividad a raíz de la elevación en la Composición Orgánica del Capital y la subsecuente disminución en el incremento del plusvalor, provoca el aumento del capital mínimo necesario determinado por el nivel de la Tasa General de Ganancia Media en descenso, lo cual deja obsoletos los medios de producción que constituyen el fenómeno de la sobrecapacidad.

Esta lógica conduce a un sobreaumento en la Composición Orgánica del Capital por un mayor empleo relativo de capital fijo tecnológicamente avanzado y más oneroso, que multiplica el metabolismo del capital circulante (materias primas), así como la extensión hasta el límite físico posible de la jornada de labor colectiva que abarque las 24 horas de cada día, al tiempo que se intensifican también, al límite, los ritmos de explotación del trabajo vivo para una mayor producción por unidad de tiempo:

<<(…) Lo que está claro aquí, es que, presuponiendo como dada la jornada de trabajo, el valor del producto del trabajo anual de un millón [de hombres] diferirá considerablemente a tono con el volumen del capital constante (circulante) que entra en el producto y que, a pesar de la creciente productividad del trabajo, será mayor allí donde el capital constante representa una parte grande del capital total, respecto de los Estados sociales en que constituye una parte relativamente pequeña de él. Por consiguiente, al progresar la productividad del trabajo social, progreso que lleva aparejado el progreso del capital constante (fijo), tendremos que una parte relativa cada vez mayor del producto anual del trabajo, corresponderá en cuanto tal al capital (constante fijo y circulante) y que, con ello, la propiedad del capital [aparte del ingreso] (o fondo de consumo de los capitalistas) aumenta constantemente, y la parte del valor creada por el obrero individual —e incluso por la clase obrera— va descendiendo cada vez más con respecto al producto de su trabajo pretérito que se les enfrenta como capital>> (K. Marx: “Teorías sobre la Plusvalía” Op.cit. Lo entre paréntesis y el subrayado nuestros)

Ergo, el capital constante (fijo y circulante) no deja de amentar en más de lo que seincrementa el capital variable, es decir, aumenta el valor de su Composición Técnica en que se expresa el desarrollo de la fuerza productiva de la sociedad. Y en tanto y cuanto esto supone, lógicamente, que el plusvalor aumenta necesariamente menos según se reduce la parte paga del trabajo social para convertirse en plusvalor capitalizado, pues, como resultado: la Tasa General de Ganancia Media desciende.

8. Consideraciones finales

Al señor Astarita —ex apreciado compañero— se le nota ostensiblemente la molestia que siente ante nuestra costumbre de citar a Marx y comprendemos tal estado de ánimo. Pero es que, como ya le hemos dicho, nosotros no presumimos de ser investigadores sociales, sino simples propagandistas del Materialismo Histórico, interesados en que nuestros lectores se animen a estudiar esta ciencia —la única disciplina del pensamiento que tiene por objeto a la sociedad y merece tal calificativo— acudiendo a las obras de primera mano.

Y para ese cometido políticamente decisivo, pensamos que la nuestra no es una manera más de conseguirlo sino la mejor. Así es que seguiremos “amontonando" en nuestra página pasajes de Marx, sin pedirle permiso a nadie, ejerciendo nuestro derecho a la libertad de expresión sin pretensiones de “copy right”, precisamente porque según se profundiza la crisis terminal del capitalismo, no pocos como Astarita se atreven por distintas causas o motivos —que no razones— a dudar públicamente de que este gigante del pensamiento económico llamado Karl Marx tenga “coherencia lógica” y siga más vivo que nunca.

Esta virtud científica es lo que Astarita debiera exigirse a sí mismo, sobre todo después de haber escrito su libro titulado: "Valor, mercado mundial y globalización", donde llegó a sostener con alfileres que, en el mercado internacional, las mercancías se venden por sus valores. Malo y más que malo pésimo, es no citar a Marx porque ni siquiera se le ha leído con la enjundia necesaria para comprender lo que ha significado su obra. Aunque resulta peor atribuirle pensamientos y conceptos que no ha formulado, como eso de que la Tasa de Ganancia se calcula en base al valor del capital fijo gastado, un paradigma de comportamiento muy parecido al del “ilustre” italiano Achille Loria y el médico norteamericano Dr. George C. Stiebeling, según reporta Engels en su prólogo al Tercer Libro de “El Capital”.

Vemos también que este señor parece haberse incomodado, porque publicamos la polémica con él sin haberle consultado previamente. Sabe de sobra —o debiera saber—, que toda polémica tiene un carácter necesariamente público, así como nos consta haberle notificado inmediatamente después de “colgar” el texto en la Web al mismo tiempo que al resto de nuestros interlocutores habituales.

¿Que la ciencia es “algo distinto” de lo que hacemos nosotros? Como ya quedó expuesto más arriba, Astarita explica el movimiento de la Tasa General de Ganancia por la competencia a instancias de la oferta y la demanda en la esfera de la circulación del capital global, que hace variar los precios del mercado; tal como lo ha hecho en su última intervención, esto es, remitiéndose al ejemplo del apartado IV correspondiente al capítulo XV del Libro III, donde un capital particular en una rama de la industria introduce una mejora tecnológica en sus medios de trabajo que le genera una ganancia extraordinaria; pero cuando la competencia socializa dicha mejora, esa ganancia extraordinaria desaparece; y según esto mismo sucede en las demás ramas de la producción, la continua transferencia de capital de un sector a otro de la misma rama o de una rama a otra —donde la ganancia individual está por encima del promedio— resulta que a través de la variación de los distintos precios del mercado se origina un movimiento de la Tasa General de Ganancia Media, con tendencia a fijarla en un precio de producción promedio, necesariamente por debajo del nivel anterior. Hasta que alguien introduce una nueva mejora y vuelta a empezar. Tal es el método al cual Astarita se aferra para explicar la realidad económica. Pero como no le interesa saber lo que pasa en la esfera de la producción, afirma —naturalmente en contra de Marx— que una vez generalizado el adelanto tecnológico, la Tasa General de Ganancia Media sube en vez de bajar. Esa es toda su “ciencia”. Pero nada dice acerca de la metodología que le permitió llegar a semajante conclusión, más allá del llamado "sentido común" burgués, "que no es malo tenerlo" —según palabras del propio Astarita—, como no puede ser de otro modo en una sociedad donde las clases dominantes convierten su filosofía de la vida precisamente en eso, como dijera sabiamente Gramasci inspirado en Marx:

<<Naturalmente, el envarado penco del sentido común burgués se detiene perplejo ante la zanja que separa la esencia de las cosas de sus manifestaciones, la causa, del efecto; y, si uno va a cazar con galgos en los terrenos escabrosos del pensar abstracto, no debe hacerlo a lomos de un penco>> (F. Engels: "Reseña del libro de Carlos Marx: 'Contribución a la Crítica de la Economía Política' " .

Otra muy distinta es la metodología de Marx adoptada por nosotros, que ya hemos expuesto y sobre la que abundaremos aquí porque tal parece que nunca será suficiente. En tal sentido, hay que empezar por decir que en los dos primeros libros de "El Capital", analiza el movimiento económico de la sociedad burguesa ajustándose a dos supuestos: ficticios que las mercancías se intercambian por sus respectivos valores y que el mercado se encuentra en condiciones de permanente equilibrio entre oferta y demanda. Es decir, se abstrae por completo desentendiéndose de lo que pasa en el mercado. Estos dos supuestos son irreales porque las mercancías no se intercambian por sus valores sino por los precios de mercado, que fluctúan permanentemente según los desequilibrios entre la oferta y la demanda: cuando la oferta excede a la demanda los precios descienden por debajo de su valor de mercado (valor de la oferta) y viceversa cuando ocurre lo contrario. Esto es lo evidente y para la "ciencia" económica burguesa no hay más explicación de lo evidente que la evidencia misma.

La evidencia dice que la divergencia entre los precios de mercado y los valores se explica por la inadecuación de la oferta a la demanda y sólo cuando la oferta de un producto coincide con la demanda, el producto se realiza o vende a un precio de mercado. Pero el caso es que en una sociedad NO regulada ex ante por sus productores —es decir, conscientemente o planificada— y donde, por tanto, la propiedad privada sobre los medios de producción determina que los distintos capitalistas produzcan independientemente los unos respecto de los otros —para más "Inri" amparados por el secreto comercial—, las cantidades de productos producidas y ofertadas es totalmente aleatoria o fortuita, de modo que precios de mercado o de oferta puede haber muchos con los que la demanda solvente o efectiva pueda eventualmente llegar a coincidir, pero que normalmente no coinciden y si alguna vez lo hacen es por pura casualidad.

Pero, ¿qué es lo que determina la cantidad de dinero en que se expresan los precios de los distintos productos cuando la oferta y la demanda coinciden, y por qué se expresan en esa cantidad de dinero y no en otra cualquiera? Esta es una pregunta para la que el mercado y los economistas burgueses no tienen argumentos. ¿Por qué? Pues, porque cuando las fuerzas de la oferta y la demanda coinciden, neutralizan sus efectos, el mercado se paraliza y queda mudo, perplejo y sin respuesta ante el hecho de que el precio de mercado que en cada caso colma la demanda solvente de una mercancía X, se exprese en una determinada masa de dinero:

<<Si dos fuerzas actúan de igual manera en sentido opuesto, se anulan mutuamente, no tienen acción exterior, y los fenómenos que ocurren bajo tales circunstancias deben explicarse de otro modo que mediante la intervención de esas dos fuerzas. Cuando la oferta y la demanda se anulan mutuamente, dejan de explicar nada, no actúan sobre el valor de mercado, y con más razón nos dejan a oscuras en cuanto a por qué el valor de mercado se expresa precisamente en esta suma de dinero y no en otra.>> (Op. Cit. Libro III Cap. X)

Toda metodología científica respeta rigurosamente una premisa de la que sólo puede uno desentenderse por ignorancia o intereses creados, y consiste en que lo evidente de la realidad económica es una interioridad, esencia o ley de comportamiento, que se manifiesta en los distintos objetos de estudio por sus sus disciplinas específicas, en nuestro caso los objetos o categorías de la economía política, según determinadas condiciones externas que ocultan o escamotean a la percepción reflexiva ese núcleo esencial. La realidad es, pues, una unidad de esencia y fenómeno propia de cualquier objeto del conocimiento, donde la voluble o cambiante accidentalidad de su existencia se explica por la inmutabilidad invariable de su esencia. Siempre según el sistema de referencia propio de cada realidad. De ahí que, por ejemplo, la Ley de la gravedad no se cumpla con la misma intensidad en planetas de distinta masa o en el espacio interplanetario, y que la Ley del valor fuera inexistente en la etapa social del comunismo primitivo.

Ergo, para la comprensión científica de la evidencia empírica o en la existente realidad de las cosas bajo el sistema de referencia capitalista (en la economía política la fluctuación de los precios según la relación entre oferta y demanda), es necesario, previamente, conocer el comportamiento de su realidad sustancial (que en la economía política es el trabajo creador del valor contenido en las mercancías) libre de las condiciones perturbadoras (accidentes) en que esa sustancia social se manifiesta en los precios según las circunstancias exteriores del mercado, es decir, de la oferta y la demanda. Por eso Marx a la hora de descubrir la sustancia creadora de los valores económicos —que constituyen el objeto esencial de la economía política como ciencia—, insistimos en que supuso una situación de equilibrio donde la forma de manifestación de los valores a instancias de la oferta y la demanda dejan de actuar.

En segundo capítulo del Libro III Marx dice que la relación entre el plusvalor y el capital variable o salarios, es la tasa de plusvalor; y la relación entre el plusvalor y el capital global invertido es la Tasa de Ganancia. Dos mediciones diferentes de la misma magnitud: el plusvalor, cuyo origen es necesario averiguar como condición necesaria para conocer científicamente su relación con el capital variable —que es de donde brota— y el capital invertido —con el que se lo en produce. Y de aquí Marx sacó la siguiente conclusión:

<<El plusvalor y la tasa de plusvalor son, relativamente hablando, lo invisible y lo esencial que hay que investigar, mientras que la tasa de ganancia y, por ende, la forma (de manifestación) del plusvalor en cuanto a ganancia, se revelan en la superficie de los fenómenos.>> (Op. Cit. Lo entre paréntesis nuestro)

Esta investigación es tanto más imprescindible cuanto más se da por entendido como si fuera verdad, que la ganancia surge de la diferencia entre el precio de venta y el precio de costo, sea por encima o por debajo de su valor. En realidad, la diferencia entre el valor del producto y el precio de costo, tiene su tiempo y lugar en el proceso de producción. Que luego ese producto se venda a un precio por encima o por debajo del valor realmente producido por el capitalista en cuestión y contenido en ese producto, es cosa del mercado, que así le parece a su vendedor, como si tal excedente emanara del proceso de circulación mercantil y no de la producción, como efectivamente ocurre, de modo tal que:

<<…la forma originaria en la cual se relaciona el capital con el trabajo asalariado (en el acto de la producción), resulta encubierta por la intromisión de relaciones (mercantiles y dinerarias) aparentemente independientes de ella; el propio plusvalor aparece no como producto de la apropiación de tiempo de trabajo (que al capitalista no le cuesta nada), sino como excedente del precio de las mercancías sobre su precio de costo, por lo cual éste último se presenta, fácilmente, como su valor intrínseco [valeur intrinsèque], de modo que la ganancia aparece como excedente del precio de venta de las mercancías por encima de su (presunto) valor inmanente (que en realidad es su precio de costo)>>. (Ibíd. Lo entre paréntesis nuestro)

Tal es el método que ha empleado Astarita para poder llegar tan igual de fácil a la conclusión que la Tasa de Ganancia sube.

El método de investigación marxista, que se sustrae intencionalmente a la evidencia empírica del mercado, es irreal, pero sin embargo universalmente aceptado en otras ciencias como el único método verdaderamente científico para aprehender la verdad del objeto estudiado en su complejidad. Normalmente, la gravedad actúa en condiciones físicas sometidas al campo gravitatorio de la Tierra. Sin embargo, desde Galileo hasta hoy, en la física se procede a analizar la caída de los cuerpos en la irrealidad del vacío. Del mismo modo, en la economía política el trabajo social actúa condicionado por la oferta y la demanda, a instancias del mercado. Pero para analizar su comportamiento y descubrir las leyes que presiden su movimiento en la sociedad burguesa, es necesario, pues, empezar por suponer una situación similar al vacío absoluto para el estudio de la libre caída de los cuerpos), suponiendo que la demanda y la oferta coinciden.

En las ciencias naturales, como en la física, la química o la biología, las condiciones para el estudio científico o conceptual de su objeto específico libre de interferencias, se crean experimentalmente. En las ciencias sociales, lo que sustituye a las bombas de vacío, al microscopio o a los reactivos químicos, es el ejercicio intelectual de la abstracción. Esta capacidad humana para el ejercicio mental de la abstracción en la ciencia social, permite analizar, es decir, separar lo sensible o dado directamente a los sentidos, como los precios, la tasa de interés, tipos de cambio, etc., respecto de lo inteligible o sustancial como causa de lo esencial (en economía política el valor) que, a su vez, mueve a lo sensible o forma de manifestación de lo inteligible aunque no lo parezca, del mismo modo que a través del microscopio es posible aislar una bacteria para estudiarla tal como es esencialmente, separada del medio o condiciones de existencia en que se comporta y desarrolla:

<<Cuando analizamos las formas económicas (...) no podemos servirnos del microscopio ni de reactivos químicos. La facultad de abstraer debe hacer las veces de uno y de los otros>> (K. Marx: Op. Cit. Prólogo a la primera edición)

En la economía política, semejante condición de vacío o aislamiento que permite observar la esencia o valor económico en toda su pureza, también hay que crearla; pero con el propio pensamiento; suponiendo una situación permanente de equilibrio en el mercado, creando una atmósfera irreal donde la oferta y la demanda coinciden y dejan de actuar, de modo que las mercancías se intercambian por sus respectivos valores creados en el ámbito de la producción. “Mide todo lo que sea medible y lo que no, conviértelo en medible”, decía Galileo. Este es el método —tan poco estudiado y menos comprendido— que Marx empleó para descubrir la intimidad básica o económica, el supremo valor humano de la sociedad burguesa, cuyos apologetas a sueldo se han venido empeñando en ocultar o mistificar:

<<Las leyes internas reales de la producción capitalista, obviamente no pueden explicarse a partir de la interacción de la oferta y la demanda (...) ya que esas leyes sólo aparecen concretadas en su forma pura en cuanto la oferta y la demanda cesan de actuar, es decir, cuando coinciden. De hecho, la oferta y la demanda jamás coinciden, o si lo hacen en alguna ocasión esa coincidencia es casual, por lo que hay que suponerla como científicamente = 0, o considerarla como no ocurrida (...) ¿por qué? Para considerar los fenómenos en la forma que corresponde a sus leyes, a su concepto, es decir, para considerarlos independientemente de la apariencia provocada por el movimiento de la oferta y la demanda.>> (Op. Cit. Libro III cap. X)

La consecuencia inmediata de considerar inexistentes las fuerzas del mercado respecto del comportamiento del trabajo social en los intercambios, es la ausencia de precios de mercado, lo cual supone dar por válido que las mercancías se intercambian permanentemente por sus valores. Si esto es lo que a tenor de sus propias palabras parece molestar al señor Astarita, es decir, que citemos y sigamos disciplinadamente el método científico de Marx, pues, decir que no lamentamos nada en absoluto esa molestia. Porque sin un método rigurosamente adecuado al objeto especifico de investigación, no puede haber pensamiento científico que muestre respeto alguno por la verdad. ¿Cuál es el método de Astarita?

Nuestra polémica con este señor acerca de la Tasa General de Ganancia Media, tal como dejamos testimonio en la introducción, comenzó a raíz de un correo que nos remitió el 10/12/09. Allí nos informó que, según sus “investigaciones”, de las cuales no ha revelado en qué consistieron ni con qué método,

<<…hoy estoy convencido de que con solo el cambio tecnológico "ahorrador de trabajo" (esto es, que baja el valor de los medios de producción y de consumo), y con salarios constantes (en términos reales), la tasa de ganancia no puede bajar, una vez que se generaliza la innovación tecnológica (…)>>

Pero ha demostrado su total incapacidad para rebatir los argumentos de Marx al respecto, porque para eso hay que empezar por comprender lo que se rebate según lo que su autor efectivamente ha dicho en sus obras. Cuando nos sorprendió por segunda vez afirmando lo que acabamos de citar sin exponer metodología ni fundamento alternativo alguno, con la misma “convicción” ayuna de certeza científica acabó pontificando que:

<<…la competencia por plusvalías extraordinarias, y el cambio tecnológico que trae aparejado, impulsan al sistema a la sobrecapacidad, y esto influye en la caída de los beneficios, y por consiguiente en el estallido de la crisis posterior…>> (Ibíd).

Marx demuestra que la sobrecapacidad es una consecuencia de la aceleración de la acumulación que se verifica con el descenso de la Tasa de Ganancia Media, a raíz de que el plusvalor aumenta menos que lo invertido en producirlo. Ahora tal parece que este señor ha llegado a otra conclusión, porque en este último trabajo al que contestamos aquí, sostiene que la Ley de la tendencia decreciente de la Tasa de Ganancia con los presupuestos de Marx no se cumple, aunque sí se cumple “en períodos de intensa acumulación y aumento de la productividad”, concluyendo en que:

<<…La cuestión se resuelve si además del cambio tecnológico que abarata la producción del mismo bien, agregamos el cambio tecnológico que produce mercancías cada vez más complejas, como he explicado en la discusión sobre el teorema de Okishio.>> (Op. cit)

En fin. Finalmente, respecto de si el señor Nobuo Okishio es un postmoderno, después de suponer que el capital fijo no existe como un factor económico a la hora de determinar el movimiento de la Tasa de Ganancia Media, cuando se sabe que al año 2.000 solo en Europa Occidental, su valor en funciones ascendía a 13 billones de dólares Internacionales Geary-Khamis de 1990, pues, si no estamos ante un discípulo aventajado de Nietzsche, para quien no hay ni puede haber verdades objetivas sino ilusión y engaño —pura interpretación subjetiva de los hechos según a cada cual le va en la feria—, a ver quiénes son los que aquí pecan de mala fe. Para dar una idea de la progresión alcanzada por el acervo de capital fijo en esta parte del mundo desarrollado, decir que entre 1880 y 1930 creció un 70%; entre 1930 y 1980 el 833%, y entre 1980 y 2000 el 120%.